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El amor es una rascadita suave detrás de la oreja por Calabaza

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-Mierda... - se sopló el aliento tibio sobre las manos que tenía heladas y mojadas. Estaba consiguiendo varias buena razones para detestar tanta -maldita- lluvia. Además aquel clima húmedo hacía doler aún más los huesos fracturados, así que sus costillas le molestaban mucho aún que caminara despacio o casi no respirara. Pero fue hasta que estuvo frente a la residencia Aburame que Kiba se sintió verdaderamente tonto. Por que seriamente ¿Qué hacia ahí? Al acercarse para llamar a la puerta ese autocuestionamiento lo detuvo. Había ido hasta ahí por qué... el estúpido Shino había salido del hospital antes que él, por qué se sentía un poco mal y quería disculparse... por que era un imbécil, se reprendió. Era un verdadero imbécil.

Había dejado el hospital a esas horas para caminar bajo la lluvia hasta ese lugar...¿Por qué? Por que estaba cayendo en el juego de Shino. Estaba dejando que le afectara. Si. ¡Pues al diablo con Shino!. El chico perro corrió calle arriba, saltó sobre un árbol y el dolor que sintió al comprimirse las costillas con el movimiento lo hizo perder el equilibrio y caer al suelo. Y el dolor se hizo mucho peor por un momento, impidiéndole respirar. Estaba seguro de estar viendo un cielo blanco y luminoso. Cerró los ojos y trató de respirar despacio, muy despacio por que era peligroso. Ardía.

-Maldita lluvia...- musitó casi sin voz al sentir las gotas deslizándose directo sobre su cara, por su barbilla hasta el cuello y más adentro de su ropa. 

-¿¡Cuánto tiempo más vas a seguir lloviéndo, maldita sea!?- el grito le desgarró la garganta, los pulmones, los músculos del pecho, le hizo escocer aún más las costillas, y tosió hasta casi sacarse las entrañas. 

-Maldita sea...- rio y tosió y maldijo sin ser consiente de que alguien se acercaba.

-¿Puedes levantarte?- preguntó Shino, saliendo de quien sabe donde, inclinándose sobre él. Kiba volvió a abrir los ojos y el cielo había dejado de estar blanco y brillante, estaba en cambio todo tan oscuro que sólo supo que aquella sombra era Shino por que reconocía su aroma y su voz.

-Si, si puedo levantarme.-

-Oh...-pero Kiba no se levantó.

-¿Qué haces aquí?- preguntó molesto de que le encontraran en aquella situación.

-Sabía que estabas cerca así que salí a buscarte-

El pequeño Inuzuka comenzó a sentirse mucho más incómodo.

-¿Cómo sabías que vine?-

-Sólo lo supe.-

-Idiota.-

-¿Por qué?-

-Por que estás mojándote, vuelve a tu casa antes de que se empeore tu resfriado o algo.-

-Estás mojado también. Entra.-

Kiba cerró sus ojos, sin ganas de moverse a ningún lugar.

-Kiba...-pero el pequeño rabioso no respondió. Así que Shino se agachó y puso su brazo al rededor de él para ayudarle a levantarse.

-¿Qué...? ¡Déjame!.-

-Entra.-

-¡Qué me sueltes, gusano!- se revolvió tratando de saltarse cuando Shino le detuvo de la espalda y le incoporó.

-¡¡Déjame!!- su pequeña lucha le llevó a soltar un codazo contra el brazo herido del maneja insectos quien se quedó momentáneamente muy quieto y Kiba sospechó que era por que le había dolido. Un buen momento para disculparse, pensó, pero en vez de eso se quedó callado.

 -Entra- repitió Shino, y Kiba se dejó llevar en silencio y sin oponer más de su terca resistencia.

-Tus padres están durmiendo ¿No?- susurró Kiba mientras  le guiaban por un pasillo oscuro hasta la lavanderia. Supo que lo era cuando se encendió la luz y vio el lavaropas y las cajas de jabón y otras cosas del estilo. Shino abrió el armario y sacó algunas toallas.

-Sécate. Iré a buscarte ropa.- dijo antes de dejarle solo en el pequeño cuarto de lavado. Dentro de sí el pequeño perro no dejaba de reprocharse el haber terminado ahí. Pensó un par de veces en aprovechar que Shino no estaba a la vista para salir de ahí, pero no iba a poder ir muy rápido a ningún lugar así como estaba, y además el frío....ese maldito frío...

Hundió el rostro en la suave toalla que estaba tibia y olía bien y le parecía una locura dejarla para volver allá afuera con la lluvia. Se sacó los pantalones empapados y el abrigo y se frotó con la toalla con prisa para entrar en calor. Una taza de té estaría bien. Un poco de té, claro, e iba  a pedírselo a Shino, como no. ¿Por qué de una vez no le pedía que horneara unas galletas o un pastel?

Gruño sin darse cuenta que lo hacía, mientras se sacaba también la camiseta. Las vendas que llevaba debajo estaban mojadas también pero esas tendrían que esperar para cambiarse.

-Toma.- Shino reaparecía con unas cuantas prendas bien dobladas que dejó a su alcance. Y se quedó ahí, inmóvil, en silencio, escurriendo algo de agua por que él aún no se había secado ni cambiado.

Kiba volvió a gruñir.

-¿Me estás mirando?-

-Si.-

-Degenerado...- musitó -Podrías esperar a que me ponga la ropa.-

-De acuerdo.- Shino se giró para evitar verlo y Kiba tomó los pantalones -que eran de Shino supuso- y comenzó a ponérselos.

-No imaginaba que fueras tímido...- soltó de pronto el chico de los insectos.

-¿Qué?... No soy tímido...- se puso una playera blanca que le quedó algo ajustada. Esa no podía ser de Shino. -No me importa andar desnudo frente a otros hombres si es que no se me quedan viendo como si fuera algo extraño.- se abotonó el abrigo. -Ya puedes mirar.-

Shino se dio la vuelta de nuevo.

-Lo siento. Es que nunca te había visto sin ropa.-

-Oh... ¿Y eso te gusta?- preguntó con un tono falsamente amable sintiéndose incómodo e irritado....de nuevo.

-Si.-

-Tks. Pues espero que hayas visto suficiente por qué será la última vez.-

Ambos guardaron silencio. Tanto silencio, que el sonido de la lluvia parecía caer sobre ellos de nuevo.

-¿Por qué sigues diciendo este tipo de cosas?-

-¿Qué tipo de cosas?-

-¡E...ese tipo de cosas estúpidas, fenómeno! ¿¡Por qué diablos dices que te gusto!?-

-Por que me gustas.-

-¿¡Pero por qué!?-

-Me gusta como eres. Me gusta la forma en que hablas, incluso si gritas. Me gusta la manera en que te mueves. Me gusta lo que haces. Me gusta lo que piensas. Me gusta cuando me miras. Aún no encuentro una razón concreta, pero me gustas.-

Al mirar de nuevo, el rostro de Kiba estaba rojo. No por qué estuviera avergonzado por aquellas palabras, si no más bien rojo de ira. Y si no hubiera sido por qué tenía presente que la familia de Shino dormía hubiera gritado fuerte como nunca antes había gritado.Y tuvo que contenerse mucho.Tomó su masa de ropa mojada y tuvo la intención de irse, pero Shino seguía parado en la puerta del cuarto de lavado.

-Muévete.-

-¿Por qué te molesta tanto?-

-Que te quites.- trató de empujarlo, pero Shino parecía decidido a no moverse, lo cual Kiba notó con algo de pánico.

-¿Qué tiene de malo?- 

-¡Todo!- exclamó Kiba como si fuera obvio, con el dolor de su tórax quemándole desde dentro de nuevo. -Tiene todo de malo, deberían de gustarte las chicas.-

-Me gustarías también si fueses una chica.-

-¡Cállate! Yo no he echo nada para gustarte. No quiero gustarte. Quiero que me dejes en paz.- alcanzó a gritarle a la cara, por qué para su infortunio estaba parado demasiado cerca de él. Se dio cuenta de ello muy tarde, cuando Shino ya le había rodeado con el brazo bueno, atrayéndole hacia él.

-Pero no puedo evitarlo.- explicó el maneja-insectos  cerca de la oreja de Kiba -Me gustas y no puedo cambiar eso.-

El cachorró trató de zafarse, pero encontró que aún con un sólo brazo Shino era muy fuerte. Sintió como lo apretaba contra sí con más fuerza y lo llevaba contra la pared, arrinconándolo. 

-¿Qué diablos haces?- gruñó nervioso, sintiéndose intensamente observado por los ojos detrás de los anteojos oscuros que  tenía a contados centímetros de su rostro.

-No podré dejar de sentirme así aun que me lo pidas, pero no te lo diré más si tanto te disgusta...-

Demasiado cerca.

 -Bien. Entonces quítate...-El aliento de Shino sobre su rostro, y la humedad de su ropa calándole de nuevo en el cuerpo.

-Shino.-

-Sólo una vez...-

-Shino.-

Y Shino se acercó hasta abrazarlo de nuevo, muy fuerte, con su barbilla apoyada  sobre el hombro de Kiba . Su cuerpo tembló sin poder evitarlo. 

-También me gusta tu olor...-

-¡Cállate!.-Shino deslizó la nariz por el cuello de Kiba, rozando la piel que desprendía aquella tibieza aromática tan agradable. Jamás antes había conocido a alguien que oliera tan bien. No era olor a perro ni a humedad. Era algo distinto. El olor de Kiba. Sólo eso.Lo aspiró fascinado, tratando de grabarlo en su mente.Y ya estando tan cerca sus labios no pudieron evitar el dejar un gentil beso sobre aquella piel. Kiba se estremeció y reinició la lucha por liberarse. Shino le besó de nuevo, detrás de la oreja.

-Aghh. Suéltame, maldito insecto. ¡Me das asco!-

Shino se detuvo.

-¿En verdad?-

-¡Claro que si! ¡Suéltame ya!-

Shino obedeció y se apartó.-Lo siento.-

-¡Y más te vale que si, basura!- Kiba se acercó de nuevo sólo para darle un empujón y salío de ahí en un suspiro.

 

 

 


Sin pensar a donde iba, los pasos  del chico Inuzuka le dirigieron hacia su casa. Entró azotando la puerta y luego se quedó en medio del oscuro recibidor, respirando agitado, con la sensación de la sangre agolpándose en sus mejillas.

-¡Aghhh! ¡Maldito Shino!- sus puños contra la pared, golpeando y tratando de dejar en ella toda su ira. Por lo contrario, se sentía cada vez más enojado. -¡Maldito insecto! ¡Imbécil! ¡ Estúpido, Shino!.- las manos comenzaron a arderle también por los golpes, así que lo dejó. Puso su frente contra la muralla y trató de calmarse. La mente en blanco, tratar de no recordar, no pensar en lo cerca que había tenido a Shino...

-Mierda...-

Y que además la ropa que llevaba se la había dado él.

-¡Mierda!- grito apresurándose a sacársela, como si las mismas prendas fueran Shino. Las arrojó lejos y corrió al cuarto de baño. Necesitaba agua caliente, mucha y jabón y desinfectante y repelente de insectos. ¿Por qué diablos no tenia un repelente de insectos que alejara a ese maldito fenómeno? ¿Por qué tenía que haberse acercado tanto? Kiba entró a la tina y se sumergió. Tomó una esponja y se talló el cuello. Para su sorpresa la sensación de los labios de Shino seguía ahí por más que frotara. Y talló aún más fuerte, por que se arrancaría la piel si era preciso para sacarse de encima aquella horrenda sensación.

-¡Hijo de...! .... ahggg....¿por qué? ¿¡por qué!?- arrojó también la esponja y la oyó golpear contra  alguna pared. El calor que le subía hasta el rostro no desaparecía. Los besos de Shino tampoco. Puso una mano en su cuello sintiéndo la piel caliente de tanto frotarla. Y se estremeció profundamente al darse cuenta de lo acalorado que se sentía, la sangre hirviendo, el corazón desbocado, y no por rabia. Su cuerpo estaba reaccionando a la cercanía de Shino de una forma que le horrorizó. No le había gustado, ¡en absoluto!. Pero de alguna manera su cuerpo estaba pidiendo más.

 

 

 

-Bueno. ¿En donde estabas?-

Kiba alzó la vista hasta el reloj de pared en la estancia de espera del hospital. Era casi la hora del amanecer.

-¿Es que no piensas ir a tu casa, sensei?- volvió la mirada a Kurenai, quien le había  interceptado de camino de vuelta a su habitación en el hospital.

-Estaba por salir a buscarte. Al principio creí que estarías con Akamaru de nuevo. ¿A donde fuiste?-

-Con Shino.-

-Kiba ¿No podías esperar hasta mañana para ir a verlo?-

-No tenia nada mejor que hacer- respondió irritado, apartando la mirada. Los mechones del cabello le escurrían por la frente, todavía mojados por el baño que había tomado y por la lluvia.

 -Ve a cambiarte la ropa, Kiba, o te hará mal.- al ponerle una mano sobre la espalda el chico se apartó, dolorido.

-¿Que pasa?- Kurenai intentó acercarse de nuevo y  el retrocedió  otra vez.-Kiba.-

-¡Déjame!-Intentó irse de nuevo, pero se detuvo en la puerta, teniendo que recargarse un momento. El dolor se le extendía desde donde la jounin había apoyado su mano a el resto de la espalda y el tórax. Se sintió muy sofocado.

 

-Bueno, echemos una mirada- el doctor había echo que Kiba  se sacara la ropa y ahora procedía a retirarle los empapados vendajes. Se encontró con la piel enrojecida y muy amoratada en algunas zonas. Se veía terrible. Kurenai no pudo reprimir un gesto de angustia. El doctor hincó  sus dedos sobre las costillas lastimadas, haciendo quejarse al chico y luego revisó la espalda y los costados.

-No te preocupes, Kurenai, se ve mucho peor de  lo que realmente esta.- luego dirigió una severa mirada a los ojos de Kiba. -Te caíste de espaldas ¿Cierto? Bueno, eso no afectó directamente la fractura, pero te va a doler un buen tiempo. Mucho descanso y analgésicos, es todo lo que necesitas.  Descanso de verdad, así que tienes prohibido levantarte de la cama más que para lo necesario.-

Malas noticias.

-Es en serio, Kiba. La sensación de sofoco no es por tus costillas. Es producto de un nivel de ansiedad alto. Así que descansa.-  

  -Si, si, ya escuché.- farfulló mientras le colocaban el vendaje nuevo, y en cuanto le dejaron a solas en la habitación  intento dormir, por que estaba cansado como nunca antes, pero pronto cayó en cuenta que conciliar el sueño le iba a ser imposible.  

 

 

Notas finales:

 


Un capitulo no tan largo -y con mucho retraso- pero muy sustancioso >:3


La otra noche tuve un sueño donde me encontraba con Kiba -un Kiba in real life que al principio me costo reconocer pero que supe que era el por las marcas rojas de sus mejillas- y le preguntaba por Shino y me contaba el cachorro que se habian peleado por que Shino se habia dado cuenta que le era infiel ... °¬°u

Así que le daba ánimos y le decía que tenia que recuperarlo, y el, mi hermana y yo ibamos camino a casa de Shino, pero en el camino pasábamos por una calle llena de aparadores -por que no estabos en Konoha, no señor, era algo mas como New York- y yo veía unos guantes de piel morado Joker y ahi desperté. 

Y me dije... tengo que continuar con el fan fic.


Por cierto, Limonella, ya vi Nausicaa, y es completamente hermosa la pelicula! Me conmovió profundo, de esa manera en que solo Ghibli y la misteriosa mente de Hayao Miyazaki pueden hacerlo.

Creo que a Shino definitivamente le encantaría esa historia. Creo que le encantaría la princesa Nausicaa  x)


En fin. Feliz fin de año a todos.


 


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