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El amor es una rascadita suave detrás de la oreja por Calabaza

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-Tks... realmente. ¿Cuánto más?- se quejó, mirando con decepción el cielo encapotado.

-K-Kiba...-

-Nh... - el chico Inuzuka, recargado contra el tronco de un árbol, ladeó la cabeza lo suficiente para alcanzar a ver a Hinata, que acababa de llegar, tan empapada como él, por que aquella mañana las nubes se habían vuelto pesadas y oscuras otra vez, cerrándose sobre Konoha con una nueva cortina de lluvia. -Hinata, buenos días.- 

-Llegaste muy temprano.-

-Si. No podía dormir así que fui al hospital. Pero no me dejaron ver a Akamaru ni a Kuromaru todavía .- cerró los parpados con fuerza y bostezó.

-Ah, ya veo... bueno, po-podemos ir a visitarlos luego del entrenamiento... si...si tú quieres.-

-Ja, ¡claro que si !- sonrió él, mostrando los colmillos. Hinata le respondió la sonrisa en su cara mojada.

- ¿Cómo te encuentras esta mañana?- se acomodó cerca de él, bajo el árbol. Sólo entonces notó que a su compañero se le estaban formando ojeras bajó los ojos y que se veía cansado.

-Estoy bien. No te preocupes tanto, Hinata-

-Amh... ¿En serio?-

-Claro que si. Algo como éso no es nada, no soy tan débil ¿ De acuerdo?- soltó alegremente.

-Lo sé, pero, K-Kiba..-

-Buenos días.- 

Shino llegó, tan mojado como los otros dos. Ni si quiera se ocupó de ponerse a resguardo en el árbol. Se quedo bajó el agua, frente a ellos. 

-Buenos días, Shino.- saludó Hinata quien miró a Kiba, luego lo miró a él y se preocupó mucho de que terminaran peleando. 

-Hola.- respondió  simplemente el cachorro.

Y lo que vino en seguida fue lo que menos se hubiera esperado que sucediera. Shino se quedó ahí, sólo observando hacia algún lugar perdido en el horizonte, ignorándole, guardando distancia, justo como habitualmente lo hacia. Ni una mirada para ponerle incómodo, ni un saludo personalizado: Hola, Kiba. Como si no hubiese ocurrido nada... entre ellos. 

-Buenos días. Me alegra verlos de nuevo aquí.- de pronto apareció Kurenai y les miró de una inusual manera cariñosa. Contenta de verlos.

 -Bien, el equipo no está completo hoy ...- refiriéndose a Akamaru, dirigió su mirada a Kiba. -Pero no podemos retrasarnos más tiempo. De todas formas hoy sólo haremos un entrenamiento ligero. ¿Están  listos?-

-¡Si!-



El entrenamiento terminó horas después. Los chicos estaban sucios y empapados, como sería de esperar, y se veían algo cansados, pero bastante enérgicos y casi entusiastas a momentos. Parecía de pronto que todo estaba volviendo a la normalidad  y que, a excepción de la ausencia temporal de Akamaru, todo seguía igual que antes.  

-Buen trabajo. Se les nota mucho mejor, me alegro. Ahora vayan a casa y descansen.-

-Tengo pensado ir a ver a Akamaru y Kuromaru antes de volver a casa, sensei.-

Kiba se le acercó, acomodándose la capucha del abrigo y balanceando un kunai entre sus dedos a modo de juego. Kurenai asintió. Aún que se hubiera opuesto no habría podido detener a Kiba, y de todas formas sabía que era bueno para el chico estar cerca de Akamaru y viceversa. Y ella tenía que dejar de ser tan aprensiva, por que después de todo sus genin ya no eran niños.

-De acuerdo. Tengan cuidado de camino a casa. Hasta mañana.- soltó, justo antes desvanecerse en el aire, como era costumbre de todo shinobi que tuviera prisa.

-Bueno...- Kiba se llevó las manos a los bolsillos -Andando , Hinata... - su vista se cruzó , por que no pudo evitarlo, con Shino. Bufó ligeramente  -¿Quieres acompañarnos al hospital?-

-Gracias. No.- Shino se dio la vuelta y se fue hacia la aldea solo.

Realmente no es que estuviera deseando que los acompañara.  En lo absoluto. Pero... -y Kiba tenía miedo de pensar en esos peros por que terminarían conduciéndolo a pensamientos que no le iban a gustar - pero... ¿Por qué seguía alejándose? 

-¿Por qué?-

¿Por qué había estado tan cerca y ahora ni siquiera le miraba dos veces? No es que importara. ¡En lo absoluto ! Pero ¿ Quién diablos se creía Shino que era para tratarlo así? ¡Oh! ¡Pues no se iba a quedar así! Estaba muy equivocado si creía que no haría algo al respecto de toda aquella tontería que se traía entre manos.

-¡Shino!- gritó y corrió tras él. -Hey, Shino. ¡Detente!- ordenó. Y para su sorpresa el de los anteojos se paró. No sólo éso, si no que también se giró y le miró, como si estuviera atento a lo que fuera que quisiera que decir.  

Pero ante la repentina atención el cachorro no supo muy bien como reaccionar .

Joder. Es que estaba enojado y luego Shino le miraba así- aún que no sabía muy bien como por los anteojos- y él no podía enojarse tanto como quisiera. 

-¿Si?- inquirió el chico Aburame, alentándolo a que dijera lo que tuviera que decirle.

-¿Por qué no quieres venir? Es decir, tú los salvaste, así que estoy seguro que les gustará verte.-

- Claro. Iré a visitarlos más tarde.-

-Ah... ya. Está bien si tienes algo más que hacer.-

-En realidad no tengo nada que hacer.- 

Shino le dio la espalda de nuevo y siguió su camino. Y éso fue el colmo.El hecho de que fuera al hospital con ellos no tenía importancia. Shino podía ir cuando quisiera. Podía ver a Akamaru y Kuromaru cuando deseara. Pero esa forma en que lo evitaba... Kiba no lo soportaba, le hacía rabiar.

-¿Entonces por qué no puedes venir ahora?-

-Por que vas a estar ahí. Y prefiero no tenerte cerca si no es necesario.-





-¡Waff!-

-Je je je, te ves muy bien, Akamaru.- 

Hinata lo tenía ya lamiéndole el rostro afectuosamente  y le dio mucho gusto, por que en efecto se le veía excelente aúnque aún llevara algunos vendajes. Después de todo ella también  había presenciado como había quedado de lastimado, sin reaccionar y con la respiración muy débil. Se había asustado mucho.  En realidad los otros no habían estado mucho  mejor, especialmente Kuromaru. Pero se habían recuperado y en poquísmo tiempo. Pensó en lo verdaderamente fuertes que eran sus compañeros, en lo confiables que eran, y se sintió confortable con éso.

-Yo también... quiero ser así...-

- ¿Que dices, Hinata?- preguntó Kiba, que se había sentado en la cama y ahora acariciaba la barbilla de Akamaru.

-Ah, n-no...no dije nada- 

-Ah. Bueno...-él volvió a dirigir la mirada a su cachorro y le alborotó las orejitas entre sus dedos. Parecía contentísimo. -Oye Akamaru, el doctor dijo que me dejarán llevarte a casa mañana. Aún tienes que estar en reposo, pero ya no es necesario que estés internado. Es genial ¿No?-

-¡Waff! ¡Waff!-

-Lo sé, yo también te he extrañado mucho. Akamaru... se que he sido un amo descuidado, amigo, perdóname.-

Pero Akamaru no tenía nada que perdonarle. El era shinobi también, y comprendía que éso significaba estar muy cerca de la muerte casi todo el tiempo. Sobre todo importaba serle útil a su amo y amigo, y protegerle y proteger al equipo. Y él era un perro fuerte además.

 Empujó  con el hocico la mano de Kiba , indicándole que quería más mimos, y tal como lo había pensado, eso hizo sonreír a Kiba. 







-¿K-Kiba?-

-¿Nh?-

-¿Estás...bien?-

-¿Eh? Claro. ¿Por qué?-

-Ah... - Hinata desvió la mirada y negó con la cabeza.Caminaban por la calle en dirección a sus casas. Kiba se llevó una mano a la altura del abdomen. En realidad no estaba tan bien, el estómago estaba doliéndole horriblemente.

Hinata le miró de reojo.  Suponía que estaba sintiéndose mal  por lo de Akamaru, que se lamentaba por no haber podido protegerlo. Y supuso también que si era éso lo mejor era no agobiarlo más por el momento con el tema. Realmente si era éso, si no había nada más... si ella pudiera hacer algo...

-Kiba...-

-¿Ah? - el chico volvió a mirarla. 

-Amh, bueno... bueno...yo...-

-Dilo ya, Hinata-

-Ah... Yo quería... saber... ¿Por qué te llevas tan mal con... Shi-Shino?.-

-Tks. ¿Eso a qué viene?-

A Kiba parecía no haberle agradado la pregunta.
Hinata pegó sus manos contra su pecho y trato de tomar valor para continuar.

-Emh...bueno, antes... aún que no se llevaran del todo bien...no peleaban tanto... Y creo... creo que Kurenai-sensei tiene razón y debemos llevarnos bien, Kiba, por que somos... - y respiró profundo haciendo a su vocecilla titubear -un equipo.-

-Si, si, un equipo. Ya lo sé- soltó de golpe, empezando  a hartarse de aquello del "equipo". Que lo fueran no significaba que tuvieran que ir por el mundo siendo los mejores amigos para siempre. -Nuestro equipo no fue formado en base a la simpatía mutua.-  

Se detuvo a pensar. Había escuchado aquella frase en  algún lugar... Ah, ya. La había dicho Shino la noche que se habían encontrado en el campo de entrenamiento por que estaban preocupados por Hinata. Resopló molesto, por que ahora hasta repetía sus frases.

-¿Que... significa éso, Kiba?- continuó Hinata.
-Nada. No significa nada. Olvídalo.- respondió él, llevando sus manos detrás de la nuca. 

-P-Pero Kiba...-

-Olvídalo. Esto no tiene nada que ver con el equipo. Shino y yo simplemente no podemos llevarnos bien. Después de todo...- los ojos de Kiba se vieron repentinamente empañados por las gotas de lluvia que le estaban callendo directo, pues había comenzado a caminar con la cara  vuelta hacia arriba. -El debe detestarme , o algo parecido aún que...- cerró sus parpados  sintiendo como el agua se deslizaba por sus mejillas - Debería ser yo el ofendido.-
-Pero yo no creo que Shino te deteste. El...-

-¿No? Bueno, no importa, yo si detesto a ese maldito gusano.-

-Pero Kiba...-

-Oye, será mejor que entres y te saques la ropa mojada cuanto antes.-

La niña se giró y se dio cuenta de que habían llegado hasta el portal  de su casa. 

-Anda, entra. Nos veremos en el entrenamiento de mañana.-
Hinata le miró las espaldas mientras el chico terminaba de alejarse por la calle. Sin duda era una enorme desventaja que Kiba no escuchara cuando era necesario.







"Por que vas a estar ahí. Y prefiero no tenerte cerca si no es necesario"  

Kiba repasaba mentalmente aquellas palabras. Escuchar aquello le había puesto furioso y había intentado ir tras Shino de nuevo, pero Hinata al verlo así supuso que lo mejor era detenerle. 

El chico perro continuó gritando su nombre :

 

-¡Shino! ¡Vuelve acá, maldito fenómeno!-

Pero el de los anteojos se alejó cada vez más hacia la aldea hasta que lo perdieron de vista.

-Que idiota...- musitó el chico perro, molesto.
En realidad no había parado de pensar en ello desde que se habían separado en el campo de entrenamiento.
Lo había dejado pasar durante el rato que había estado en el hospital, pero ahora saltaba de nuevo a su mente,  poniéndole enojado otra vez. 

-¡Qué idiota! ...- 

Bueno, después de todo ahora Shino le quería lejos. ¡Pues mejor así! ¿No es cierto? ¿No lo era? Se puso la mano en el estómago. El enorme hueco ahí dentro parecía crecer y agitarse entre más le daba vueltas al asunto. Dolía más si seguía pensando en éso aún que no había razón para que le sentara mal, él también quería que Shino se alejara. ¿Para qué tenerle cerca con todos esos malditos bichos? ¿Para qué si el cuerpo le respondía de aquella horrenda forma, temblando y agitándose? Ni siquiera - y suspiró sintiéndose derrotado- ni siquiera hacia falta verle, por que bastaba con acordarse, con pronunciar muy levemente, casi sin voz ese horrible nombre. 

Shino.

¡Shino!

-Shino...-

Sin darse cuenta había metido un pie dentro de un charco formado por la lluvia. No le importó. Pateó el agua, la misma que salpicó sobre su pantalón.

-Bueno, debe haber cambiado de opinión. -

Por supuesto. Debía ser eso. Eran hombres los dos después de todo y quizá luego de...tenerle tan cerca, Shino se había dado cuenta que no le gustaba en realidad. Y éso era lo mejor.

Claro.

El problema es que éso no se estaba sintiendo nada bien.

 



Levantó el puño cerrado y lo apoyó contra la puerta, pero no se atrevió a golpear.

¿Para qué era que estaba ahí al fin y al cabo?

Miró las letras gruesas y negras pintadas sobre una madera junto a la misma puerta. Residencia Aburame, decía. Estaba ahí, pero no se atrevería a llamar. Se dio cuenta de que en verdad no se atrevería, en el momento en que retiró su mano de la madera fría y la guardó en el bolsillo. Kiba entreabrió los labios, dejando escapar el vaho caliente y se dio la vuelta para comenzar a irse. Estaba anocheciendo y se veía aun más oscuro por la lluvia que no amainaba.

 

Si Shino había decidido olvidarse de todo él lo haría también. Dar vuelta a la página y continuar siendo compañeros. Con Hinata, Kurenai y Akamaru.

Había ido hasta ahí... de nuevo, por que quería asegurarse quizá... de que estaba todo olvidado.

No era tan mala idea.

Se olvidaría.

De todo.



O tal vez no se olvidaría de nada. Por que al parecer tomar aquella resolución de dejarlo estar era seguir invocando a alguna mala estrella.

Shino venía por la calle, cubierto con un paraguas azul y con una bolsa de plástico con algunas compras en la otra mano.Podría haber sido un encuentro casual y empezar a portarse normal, y que todo fuera igual que siempre.

Si.  Hubiera sido bueno poder hacerlo. Pero no sabía como explicar el por qué estaba fuera de la casa de los Aburame.
 Y Shino estaba aproximándose a él. De pronto una fuerza extraña se apoderó de Kiba, haciéndole perder el control del momento y en vez de éso sólo atinó a seguir el deseo palpitante y urgente de escapar de ahí. 

Bajó la mirada y caminó. Y su corazón desbocado le gritaba alguna cosa incomprehensible, y el dolor, el maldito dolor en la boca del estómago no cesaba. Así que se detuvo. Frente a Shino. Justo frente a él. Y Shino se siguió de largo, hacia la puerta de su casa, como si de pronto Kiba se hubiese vuelto invisible e imperceptible. Inexistente.

Y ahí estaba el dolor, empeorando a causa de Shino. Todo ese maldito dolor era su culpa en un principio.

-¿Por qué lo haces?- vociferó, girándose hacia su compañero. 

-¿Hacer qué?- inquirió el otro,  desde el porche, mientras depositaba cuidadosamente el paraguas a un lado, para dejarle escurrir el agua.

-¿¡Por qué estas evitándome!? ¿Por qué me ignoras?- preguntó el empapado, el confundido, el furioso Kiba. Por que en verdad estaba ahí y no le gustaba ser pasado por alto.

-Por que tú me lo pediste- la respuesta de Shino fue sobria, como si fuera el asunto más obvio y vanal del mundo. Parecía que en aquel momento le importaba muchísimo más el hallar las llaves de su casa entre sus ropas.

Y Kiba sólo le miraba, más confuso aún, tratando de acordarse cuando exactamente le había pedido que pasara de él.

 -Yo nunca te he pedido éso.-

-¿Quieres entrar? - Shino había conseguido abrir la puerta y la mantenía abierta, en invitación a Kiba.

-¿¡Cuando te he pedido que me ignores, maldito gusano!?- insistió el cachorro, sin moverse de donde estaba, a mitad de la calle.

-Me lo has pedido siempre.- 

-¡No mientas!-

-¿Por qué lo haría? Jamás te he mentido.-

¿Por qué era que estaba ahí? Se preguntó Kiba, mortificado, harto de mirar a Shino y no ver nada más que el reflejo de los anteojos devolviéndole su propia imagen empañada y descolorida. ¿ Así es como lo veía Shino en aquel momento?Dio un paso hacia adelante tratando de acercarse, pero en seguida volvió a quedarse plantado sobre la calle.

-Te he invitado a venir con Hinata y conmigo a ver a Akamaru. Y no quieres ir por que voy a estar ahí...  ¡Claro que mientes! ¡Nunca te pedí que me trataras como como a un perro sarnoso! ¡Tú siempre estás alejándote! Aún que intente llevarme bien con un parásito como tú, no haces más que comportarte como si no estuviera a tu nivel. ¡Pues te tengo noticias, pulga, no podría importarme menos si te agrado o no, pero no dejaré que arruines al equipo!-

Aquello había salido tan de pronto, que apenas se daba cuenta. Estaba simplemente dejando que explotara todo el enojo y la frustración que Shino le causaba. Por que era él,  todo ese enojo era nada más contra él.

-¿Cómo podrías no agradarme, Kiba?- la voz templada de Shino se elevó por sobre la lluvia y atravesó el aura furiosa del chico. -Me gustas.-

-Mentiroso.- gruñó Kiba, por tener algo que decir antes de permitir que  esas temidas palabras que ya conocía le confundieran de nuevo.

-No miento.-

-¿¡Entonces por qué me evitas!?-

La pregunta sonó de pronto tan desesperada que Kiba casi se arrepintió de haberla hecho, pero también se estaba cansando de aquella situación, y de no saber. Pero la respuesta que ansiaba no parecía llegar nunca.

Shino había apartado el rostro y parecía estar absorto mirando la manija de la puerta donde todavía tenía la mano. Alguna otra manera de evadirle, supuso. Kiba chascó la lengua y apretó sus puños. No había nada más que pudiera decir. 

Estaba ahí y lo único que obtenía era más rechazo y confusión que no se terminaba. 

Estaba ahí, frente a él...

-Imbécil...-

Y la palabra derivó en acción. 

Movimientos rápidos y feroces. Una presa atrapada. Los labios de Kiba sobre los de Shino, irrumpiendo sin permiso, mordiendo, devorando sin compasión, y la boca de Shino respondiendo, abriéndose sin restricciones para recibir al brutal atacante.  

Los brazos de Shino alrededor de Kiba.Las manos de Kiba sujetándose desesperadamente  de la chaqueta de Shino.
Y el cachorro se enteró en ese momento que la razón por la que estaba ahí era justamente ésa. 

El, claro, no abría pensado que terminaría besando a Shino - ¡él a Shino! -, pero había estado queriendo verle tan desesperadamente. No podía negarlo más, dadas las circunstancias.

Sus colmillos mordieron los labios de Shino, y éste se estremeció y le abrazó con fuerza. Y Kiba se dejó abrazar por un momento, por que la sensación era extraña e incomprensiblemente agradable. 

Fue el maneja-insectos el que se separó primero, dando los pasos necesarios para dejar un metro de separación entre ellos. 

-No quiero que sientas asco por mi culpa.-

Asco.

La palabra parecía de momento incomprensible para Kiba que le miraba atónito. 

-¿Asco?-

-Si te doy asco lo único que puedo hacer es quedarme lejos de ti.-

-¿Asco?- Kiba no alcanzaba a comprenderlo aún. 

-Los insectos te dan asco. Lo has dicho desde que estábamos en la academia.-

Y Kiba al fin comprendió. Quizá lo había dicho un par de veces, pero había sido por que no quería llevar pulgas a casa y que se les pegaran a los perros de la familia. 

-Tampoco podía aproximarme mucho mientras usaras ese insecticida, pero Kuromaru me ha dicho que dejaste de usarlo, así que pensé en que podría acercarme. Pero has dicho que te doy asco, la otra noche.-

Si, la noche en que habían estado en el cuarto de lavado, y Shino lo había abrazado, pero había dicho éso para que se alejara. No por que en realidad le diera asco. Algo de rechazo quizá, y miedo... pero éso era distinto al asco.  No estaba acostumbrado a que un chico lo abrazara y lo besara -en el cuello-. No podía esperar que éso le encantara así de repente y tampoco tenía que resentirse tanto por que le dijera algo así. 

¿No?

-Te prometí dejarte en paz luego de éso, así que lo hice.- 

-Ah...-

Al final todo eso había terminado siendo su culpa, y Shino simplemente estaba siendo amable con él a su manera, que era ignorándolo.

Y el Inuzuka no tenía la menor idea de si enojare aún más o sentirse halagado...de alguna retorcida manera, como es que era todo con el maneja insectos.

-Lo siento.-

-¿Por qué?-

-Por arruinar tus planes de alejarte, torpe -

Kiba estaba sonriendo. Shino no comprendía por que, pero estaba sonriendo...le ...a él. 

-¿Kiba?-

-Debe ser un verdadero idiota si crees que te tengo asco después de que te he... Bueno, no me das asco.-

-¿Después de que me has besado?-

La expresión de Kiba se turbó, y tuvo que apartar la mirada, intentando evitar que Shino lo notara.

-Más te vale no volver a ignorarme- susurró, acomodándose la capucha para cubrir su rostro y se dio la vuelta. -Nos vemos mañana en el entrenamiento.-    


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