Kuromaru saltó. Cayó. Y nadó. Algo había frenado de nueva cuenta su tentativa de huida, pero no fue por parte ni de Kiba ni de Akamaru.
La inesperada ola le cerró el paso, haciéndole retroceder, pero ni siquiera él, con su enloquecida aguda mente pudo escapar.El agua lo cubrió todo en un solo momento. A los árboles, a Kuromaru que corría sobre ellos, a Kiba y Akamaru que no tuvieron tiempo de huir. Por un momento violentamente confuso todo fue negro y agua.
Kiba logró sacar la cabeza del agua, respirando profundo, agradecidos sus púlmones de poder volver a tomar aire.
-¡Akamaru! ¡¡Akamaru!!- pero en la superficie de los varios metros de agua no se veía rastro del perrito ni de Kuromaru. Tampoco sobre las copas de los árboles que sobresalian de aquella inundación. Nadie respondía a los llamados de Kiba.
- ¡Akamaru! ¡Kuromaru!...Mierda...¡¡AKAMARU!!-
Desolado.
Akamaru sabía nadar, pero había sido tan repentino. El mismo Kiba había estado a punto de ahogarse, así que Akamaru tal vez....
El chico tembló. Tomó aire, cuanto pudo y se hundió en el agua, escudriñando entre la turbiedad. El agua no era su elemento. No podía usar sus sentidos más agudos y la visión le fallaba entre tanto fango y tanta confusión.
-No tienes que quedarte dentro durante el descanso, puedes salir a jugar con los demás, Shino.-
El pequeño Shino Aburame levantó la vista por sobre la enciclopedia entomológica que leía y miró a Iruka-sensei, quien le devolvía la mirada desde el escritorio.
-Los otros no quieren jugar conmigo.-encogió sus pequeños hombros y volvió a su lectura. Iruka arrugó el entrecejo con angustia y con un suave movimiento se levantó del escritorio para acercarse al pupitre del chico.
-¿Qué estás leyendo?-
-Este capítulo es sobre el ciclo reproductivo de los coleópteros xerófilos-
Iruka sólo pudo sonreir perplejo sin dejar de pensar que estaba poniendo una expresión muy tonta.
-Son escarabajos.- terminó explicando el niño al notar que como casi todos, su maestro estaba viéndoselas negras para entenderlo.
-Ya veo. Los insectos te resultan realmente fascinantes ¿No?-El profesor pudo ver su propia imagen reflejada en la superficie de los anteojos oscuros que el chico había traído a clase desde el primer día y que había negado a quitarse bajo ninguna condición. Había visto a los Aburame y casí todos iban por ahí con gafas de sol, aun que desconocía la razón. Para los otros niños había sido una divertida novedad en principio y luego lo tomaron más como asunto de burla. Incluso solían decir que Shino tenía los ojos como una mosca y por eso los ocultaba.
-Los insectos son pequeños, así que la gente los ignora, pero están en todas partes.-el niño pasó la hoja del libro muy lentamente -Hay insectos en lugares del mundo donde un humano no puede vivir. Hay 200 millones de insectos por cada humano. Si quisieran podrían dominar el mundo, pero en realidad ellos viven armónicamente con el entorno, a diferencia de los seres humanos.-
Palabras tan serias de una boca tan joven, le dio de pronto al chunin un raro escalofrió que le sacudió la nuca.Realmente aquel chico era un Aburame. Y realmente aquel chico era un misterio.
-Mucha gente no considera a los insectos como animales.- soltó el pequeño de pronto con un tono de indefinida emoción. -Pero lo son.-
-¡Iruka-sensei!-
La vocecilla chillante de otro de sus alumnos llamó la atención del chunnin desde la puerta.
-¿Qué pasa, Kiba?-
-Creí que te gustaría saber que a Naruto acaban de romperle la nariz de nuevo y ahora está tirado en el patio.-
-¿Qué?- Iruka suspiró con expresión grave - Bien, será mejor que vaya a ver eso ahora mismo. Gracias por avisarme-
Y salió a paso apresurado esperando llegar a tiempo. A tiempo. Con ese chico era imposible predecir que es lo siguiente que haría.
Kiba miró dentro del salón. Encontró a Shino, sentado en el pupitre leyendo. A la hora de receso.
-Eres el tipo más aburrido del mundo.- soltó con un espontaneo fastidio. Shino frunció el ceño, aun que Kiba no pudo verlo.
-Tú no conoces a todo el mundo. No puedes decir eso.-
-¿Eso qué tiene qué ver? Por eso no tienes amigos, ni si quiera sabes hacer plática.-
El pequeño Aburame se sintió contrariado.-¿Lo hago mal?-
Kiba resopló, enfurruñando su carita infantil. Aquel chico no sabía nada de nada y le ponía de mal humor. Se acercó hasta quedar sentado en el pupitre frente al de Shino.
-¿No sabes hacer nada divertido?-
Shino pareció meditarlo.
Enarcó mucho la cejas de pronto.
-Me gustan los comics.-
-¿En serio? ¡Genial! A mí también. ¿Cuáles te gustan?-
-Naussicaä.-
-...-
-Es sobre una princesa a la que le gustan los insectos...-
-Umh, ya. ¿Y qué otra cosa lees?-
-Me gusta El niño gusano-
Kiba arrugó la nariz.-¡Tú eres el niño gusano! ¿Es qué no sabes hablar de otra cosa que no sean bichos?-
Sólo se escuchó el silencio de Shino como respuesta, y el cachorro se apresuró a ponerse de pie.
-Tienes el cerebro podrido de tus insectos. Que asco, quédate lejos, no quiero que se me peguen tus pulgas.-
No recordó de momento por qué, pero todo su cuerpo tembló de pronto con la urgencia de ponerse de pie. No pudo. Estaba entumido, con el cuerpo pesado o algo así. Ni siquiera lo sentía mucho.
-Nhh...- gimió y entre abrió los ojos con una dificultad pasmosa.
-Kiba-
-¿Hi...ahh...Hinata?-
La chica se acercó lo suficiente para que pudiera notarla.
-¿Cómo te sientes?-
-Entumecido... me estoy helando.-
-E-estuviste mucho tiempo bajo el agua. ¿Puedes ponerte en p...?-
-¡Bajo el agua!- el chico saltó de pronto, acalambrándose, pero ni eso lo detuvo. Recordaba el agua. Recordaba la urgencia de entrar en ella.
-¡Akamaru! ¡Kuromaru! ¿Dónde están?-Hinata no pudo reprimir aquel gesto de claro nerviosismo al ponerse el dedo entre los labios.
-No... no los encontramos...- y luego se apresuró a agregar -Shino está buscándolos.-
- ¿Podrías usar tu Byakugan? Te será más fácil a tí verlos en la oscuridad. Hay que encontrarlos cuanto antes...- el chico se dobló adolorido. No lo había notado pero debía haberse roto alguna costilla. Debía haber sido cuando la marejada les cayó encima. De todas manera eso no iba a pararlo. Si él estaba lastimado podía ser que Akamaru también, y sabía de sobra que Kuromaru si que lo estaba. Y en su mente no había más que esa idea repitiéndose hasta el dolor.
-Ahora son sólo genin, el primer nivel ninja.- dijo Iruka-sensei al frente de la clase -Serán agrupados en equipos de tres integrantes , cada equipo será encabezado por un jounin-
Al escucharlo, el cuerpo de Hinata Hyuuga se tensó. Dirigió una mirada de soslayo, pequeña, esmirriada, casi inexistente hacia el chico rubio que se sentaba algunos puesto adelante. Sabía que no podía pedir tanto, pero a momentos su corazón albergaba la esperanza de estar en el mismo equipo de Naruto Uzumaki. La esperanza sin embargo se esfumó muy rápido. A Naruto le habían dejado en equipo con Sasuke y Sakura.
-Ya no me tocó con Naruto.- pensó desilucionada, aun que Iruka-sensei le dejó poco tiempo para lamentarse pues casi enseguida pronunció su nombre.
-Equipo 8. Hyuuga Hinata...-
Hinata asintió.
-Inuzuka Kiba.-
Kiba sonrió.
-Aburame Shino.-Shino miró de soslayo a sus nuevos compañeros. No le parecían una mala elección.
-¡Iruka-sensei! ¿Qué tiene que hacer un GRAN ninja cómo yo en el mismo equipo con un hígado como Sasuke?- de pronto entre las cabecitas de los alumnos saltó una rubia e hiperactiva, gritando con histeria. Y todo mundo lo miró, a Naruto Uzumaki.
-Sasuke...- e Iruka-sensei puso cara de "para que te lo sepas" - tuvo el mejor promedio de graduación de todos. Naruto, tú eres el peor de todos, para crear un equipo balanceado pusimos al mejor estudiante con el peor estudiante. Después del almuerzo conocerán a sus nuevos maestros jounin. Hasta entonces descansen.-
Hinata en realidad no sentía ganas de comer nada. Estaba algo nerviosa. Algo ansiosa. Así que caminó despacio (muy despacio) hacia donde se presentaria con el jounin que entrenaría a su equipo. Pensó en lo que había dicho Iruka-sensei. En un equipo ponían a un estudiante fuerte. Y a otro débil. Kiba era muy fuerte. Y aun que no conocía mucho a Shino sabía que era bueno en un montón de jutsus. Eso significaba que el débil del equipo era ella. Suspiró.Sabía que no debía pensar así. No podían tener tanta razón después de todo. Por qué ellos creían que Naruto era débil. Bueno, y es que quizá el peor estudiante si era, pero no era débil de ninguna manera. Ella podía ver cuan fuerte era en realidad. Así que tal vez ella tuviera también un poquito de fuerza en el fondo. Aun que no podía verla aún.Suspiró de nuevo.
Cuando ella llegó los otros dos ya estaban ahí.
Saludó tímidamente.
- ¡Hey, Hinata! Ahora somos equipo ¿Qué te parece?- Kiba se adelantó hacia ella -Tendrás que volverte muy fuerte ¿De acuerdo?-
-De...de acuerdo- musitó débilmente y miró a donde estaba Shino, sentado en una banca.
-Ah, ¿Conoces a Shino?- preguntó Kiba.
-S-si... estaba en nuestra clase. -
-Si, claro. Pero las chicas por lo general se quedan lejos de él por que les dan asco los insectos.-
Shino arrugó el entrecejo.
-A...a mí no...me dan asco.- se apresuró a decir Hinata, queriendo evitar que Shino se sintiera mal por el comentario. Lo cual no sucedió de todas maneras. El muchacho se limitó a mirarlos y preguntó:
-¿Saben algo del jounin con el que entrenaremos?-
-N-no-
-Alguien muy fuerte, espero. Por cierto, ya que somos un equipo lo mejor es definir ahora la forma en que nos moveremos.- y el chico perro levantó un pulgar señalándose a sí mismo. -Me convertiré en líder de este equipo y será mejor que den su máximo. A Akamaru y a mí nos gusta ir siempre un paso adelante.-
-Ah...-
-No estoy de acuerdo.- Shino se puso de pie.-¿Quién te ha nombrado a tí el líder?-
-¡Ja! ¡No me digas que piensas que el líder serás tú!-
-Me gustaría saber por qué piensas que lo serás tú.-
-¡Es obvio, cerebro de hormiga! ¡Soy el más indicado, por eso! Si no te gusta podemos votar, y yo voto por mí.-
-¡Waff!--Y Akamaru también. ¿Tú que opinas, Hinata?-
Ella abría deseado no haber estado ahí. Los chicos la miraron, esperaban la respuesta que lo decidiera. Y ella realmente no quería tener que elegir entre los dos.
-Bue...bueno...yo...yo creo.... creo-
-¡Dilo, Hinata!-
-Bueno... Kiba... es... muy ener... enérgico... sería un buen líder, pero Shino es...-
-¡Ja! ¿Has visto? Hinata también piensa que debo ser el líder, así que está decidido.- aulló Kiba.
-No estoy conforme con eso.- musitó el otro, acomodándose de nuevo en el asiento de piedra.
-Pues que lástima. Ha sido por mayoría de votos. Tendrás que acostumbrarte- rugió altivo, cosa que no sorprendió a Shino. Si aquel equipo tenía un inconveniente iba a ser ese carácter furibundo. -Si no puedes con ello ni siquiera deberías pretender ser un shinobi.-
-Ki...Kiba...-
-Puedo con ello. Es a ti a quien le causará problemas esa actitud.-
La lengua de Kiba bordeó sus colmillos, mostrándolos peligrosamente.
-Si quieres pelear por mí está bien, te mostraré por la fuerza por qué soy el líder.-
-Un verdadero líder sabe respetar y escuchar las opiniones de sus compañeros, Kiba Inuzuka...- lo llamó una voz detrás de ellos.- Soy Kurenai Yuuji. Soy jounin y a partir de ahora entrenaremos como un equipo, así que lo mejor es que aprendan a llevarse bien. Vamos a pasar mucho tiempo juntos.-
-Mjj, no hay problema, sensei. Sólo estaba dejando claro el punto.-
-Yo no puedo estar cerca de Kiba, el veneno para insectos que usa molesta a mis kikai.- puntuó Shino, y Kiba se volvió hacia él, furioso.
-¡Maldito gusano! ¡Ni creas que dejaré de usar repelente para que tus sucias pulgas se peguen en Akamaru y en mí ! ¡Por mí mejor si no estás cerca! ¡Me das asco, quédate lejos de mí!-
Y Shino se quedó lejos. Tanto que ni siquiera había notado cuando Kiba había dejado de usar el repelente de insectos. Hasta que Kuromaru lo había dicho no se había fijado que Kiba ya no llevaba encima aquel odioso insecticida, ni él ni Akamaru. Debían haberselas estado viendo negras con las pulgas. Y Kiba era demasiado orgulloso para siquiera mencionarlo. Lo entendía tan poco.
Shino miró hacía abajo. El volumen de agua decrecía. Pero en la espesura húmeda y charcosa , la obscuridad que no podía ser penetrada por sus ojos no le permitía ver rastro alguno de los perros. Suspiró. Kiba se pondría loco buscándolos en cuanto despertara sin importarle las costillas que tenía rotas o las heridas que se había hecho. Estaba tan lastimado y débil que al saltar al agua a buscar a sus perros había perdido la conciencia. Shino había tenido que ir detrás de él para sacarlo antes de que se ahogara. Kiba era ese tipo de personas necias. Para él esos perros eran amigos, eran familia. Los protegería con su vida. Moriría por ellos. Los buscaría sin descanso así arriesgara su salud. Y eso, más allá de la lógica y de la razón, pensó Shino, esa necia fijación debía ser algo como... como amor. Y eso le gustaba mucho de Kiba. Su capacidad de tomar en cuenta la vida de otras criaturas fueran o no humanas, y por sobre todo la fiel incondicionalidad de sus sentimientos, aún cuando no soportaba a los insectos y en cuanto a Shino también parecía tener un profundo rechazo. Aún cuando no dedicara esas virtudes a él, Kiba las poseía, y eso le parecía tremendamente admirable.
Saltó al agua fangosa. El nivel había bajado a pesar de la lluvia, lo suficiente para que Shino pudiera permanecer de pie, con el agua hasta las rodillas. En algún lugar de la arboleda escuchó el chapoteo pesado, algo que se removió entre el agua. El chico miró hacia atrás y vio la masa de pelo negro, escurriendo gruesos hilos de agua y sangre, hinchado de una suerte de rabia feroz que puso en alerta a Shino. Era un Kuromaru trastornado que no estaba dudando en nada en atacarle.
Shino saltó hacia atrás, lo que fue un terrible error, pues al caer su pie quedó atrapado dentro de un agujero, una madriguera tal vez, y no le dio tiempo de moverse más antes de que el perro se le fuera encima con las mandíbulas dispuestas en las afiladas hileras de colmillos que se abrían clavado en la carne del chico si no hubiera aparecido de quien sabe donde el pequeño Akamaru, lanzándose sobre la cabeza del perro grande, cerrándole el hocico de golpe.
Kuromaru bufó y agitó la cabeza con fuerza para sacudirse al cachorro, pescándolo en el aire. Akamaru chilló horriblemente entre los dientes de la bestia. Kuromaru se encontraba en un estado de semi-inconsciencia en la que sus sentidos de bestia permanecían en completa lucidez. Una bestia sin mente y con perfectos instintos que le advirtieron a tiempo cuando Shino apareció detrás de él con la intención de atacarlo, por lo que soltó a Akamaru y lo reemplazó con el brazo de Shino, hincando con fuerza sus dientes en él hasta tocar el hueso. Entonces una capa gruesa de insectos brotando de la herida de Shino penetró dentro de Kuromaru, tapando sus ojos, sus oidos y su vía respiratoria. El perro se agitó, pero no podría combatir a un enemigo que estaba dentro de él. La falta de aire pronto le hizo sucumbir a una pacífica inconsciencia.
-K-Kiba ¿Quieres descansar un momento?-
-¡Agh! ¡Claro que no! Estoy bien.- respondió Kiba, poniéndose una mano sobre el costado al hablar. La intensidad de su tono le lastimaba así que intentó bajar la voz. -Dime...Hinata ¿Puedes verlos?-
-Ah...- la chica volvió a dirigir su prodigiosa mirada hacia el bosque -Aún no... oh... ahí... ahí están.-
-¿¡Los ves!?- Kiba se estiró hacia ella tan de repente que se causó un sofoco. -¿Do-dónde?-
Miró hacía donde la chica le indicaba.
-Es Shino...- sonrió Hinata -¡Shino los ha encontrado!-
De a poco entre las sombras apareció la silueta del chico Aburame, con el inconsciente Kuromaru en sus brazos y Akamaru sobre su cabeza, como solía hacer el perrito con Kiba.
-¡Akamaru! - ignorando el terrible dolor que se le extendía como un fuego frío en un costado, Kiba corrió hacía los recién aparecidos con los brazos extendidos para recibir a su cachorro. Lo abrazó y la fuerza de su entusiasmo hizo quejarse al perrito.
-Está lástimado. Tómalo con suavidad.- indicó Shino. Y Kiba le miró por fín a él. De una manera en la que no le había mirado nunca antes. Parecía preocupado. Aun que más que nada estaba agradecido.
-Gracias por encontrarles.-
-En realidad ... umh... Kiba, sujeta a Kuromaru.-
-Claro... eh, Shino ¿Qué pasa?.-
-¡Shino!-
En cuanto había dejado al perro negro en brazos de Kiba, las rodillas de Shino Aburame se doblaron de debilidad haciéndole caer. Por la herida de su brazo escurría abundante sangre. La respiración se le hizo pesada y la vista se le nublo. Respiró profundo. Obscuridad.