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El amor es una rascadita suave detrás de la oreja por Calabaza

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Solía ser explosivo. Pero hasta él mismo pensaba un poco que tal vez y sólo quizá podía ser que estuviera sobreactuando.De verdad estaba furioso, pero no sabía exacto por qué.Y eso le hacía poner más enojado.

-Venga, Kiba, preparé la tina, ve a darte un baño.-

-Uumggrrr-

-Antes de que el agua se enfríe.- continuó Hana

-¿¡Qué acaso huelo tan mal!?- el chico saltó de la silla tan rápido que su hermana retrocedió por acto reflejo de su sentido de conservación shinobi.

-Tu aroma es el habitual...si acaso un poco más húmedo.- dijo ella olfateando el aire alrededor de su hermanito. -Lo que me preocupa en realidad es que  cojas un frío con tanta humedad así que sácate esa ropa mojada y ve a darte un baño.-

Kiba chascó la lengua.-Sí, ya....vamos, Akamaru.-

 

Al menos Shino no había cumplido la amenaza aquella de matarlo con sus bichos. Cuando quedó desnudo en el baño se revisó bien y  no encontró rastro de los kikai. Tampoco en Akamaru. Si acaso alguna que otra pulga. Aún que no por ello era menos peligrosas para ellos.

-Maldito Shino.-

Justo ahí. Por alguna desconocida y angustiante razón la furia se arremolinaba dentro de su pecho como un lobo furioso cuando se trataba de Shino.Maldito, estúpido, idiota, imbécil Shino.

 Pero es que Shino no le había hecho, aún, nada tan terrible que justificara tanta saña. ¿Qué no?  ¡Claro que había hecho cosas!Él... solía dar unos cuantos pasos hacia atrás en cada ocasión que Kiba hacía por acercársele, y además él...una vez... ¡Ah! Aquella vez que no quiso quedarse a cenar.Y Kiba comprendió que enojarse por algo como eso era demasiado idiota.Suspiró cansado y echó la cabeza hacia atrás, mientras le daba a su cuerpo permiso de relajarse dentro del agua caliente. 

 

Despertó repentinamente durante la noche. Y la oscuridad dentro de la habitación era tan absoluta que no sabía bien si sus ojos estaban abiertos o cerrados. Pero sus ojos estaban abiertos.Algo pasaba. No podía precisar que era, pero le estaba molestando, porque de lo contrario no estaría levantándose a mitad de la noche.Akamaru estaba cerca de la ventana. Gruñó levemente.

-Lo sé, amigo. Vayamos a ver.-

Cruzaron la aldea corriendo sobre los tejados, y después entre los árboles al adentrarse en el bosque. El olor frío de la lluvia lo cubría todo.Saltó desde una rama alta, y en el piso la de agua lodosa que corría por todos lados le llegaba a los tobillos. Seriamente aquella cantidad de agua ya se estaba volviendo un problema. Kiba gruñó y Akamaru se aferró a su cabeza, olfateando el aire mojado.

-¡Waff!-

-¡Hinata!-

 Hinata estaba ahí. Y Shino. Shino que llevaba en sus brazos a la desvanecida chica.

-¿Qué  ocurrió?-

-Se desmayó-

-Argh... ¡Eso es obvio! Lo que quiero saber es el por qué, torpe- ladró Kiba acercándose y mirando el rostro de Hinata, quien  luchaba penosamente por continuar respirando

-Demonios, se ve muy mal- La piel de la chica estaba helada al tacto.-Al hospital, Shino.-

 

Cuando Kurenai llegó se encontró con Kiba, Shino (si, Shino sentado justo al lado de Kiba) y Akamaru en la sala de espera, escurriendo agua por todos lados.

-¿Cómo está Hinata?-

-No sabemos aún. Pero estaba muy débil cuando la encontramos.- dijo Kiba -Estaba en el campo de entrenamiento, seguro se quedó a entrenar toda la noche otra vez.-

 Kurenai suspiró con cansancio y preocupación. Y especialmente cansada de tanta preocupación.

-El empeño que tiene por entrenar está  llegando demasiado lejos-

-¿Lo sabe ya su padre?- Silencio. -El de Hinata.-  agregó Kiba por si la jounin no había captado la pregunta.

-Sí. Sabe. Pero no vendrá hasta mañana...Ustedes están empapados, vuelvan a casa a calentarse y descansen.- ordenó entornando su mirada de rubí sobre ellos.Kiba frunció el ceño y mostró los dientes.

-Alguien tiene que quedarse. Si los Hyuuga no se preocupan por Hina...-

-¡Kiba! Ve a casa. Yo me quedaré esta noche- dijo ella.Shino se levantó entonces  y fue saliendo a paso lento por el corredor. Kiba lo miró y apretó la mandíbula.

-Sensei, si sucede algo...-

-Me encargaré de hacértelo saber. Vete a descansar. No necesitamos que el resto del equipo enferme también.-

 

 

-Parece que tienes prisa por irte.-

Kiba alcanzó a Shino en la puerta del hospital. Afuera todo era  lluvia y oscuro.Shino se volvió para verlo.

-No tengo prisa.-

-Bueno, tampoco parecía que quisieras quedarte.- 

-Kurenai-sensei dijo que volviéramos a casa. Ahora mismo nosotros no podemos hacer nada más por Hinata.-

Kiba resopló, con las manos en los bolsillo y miró hacia afuera, donde realmente no había nada para mirar.

-En realidad no era obvio.-Kiba no comprendió, así que volvió su vista a Shino -El que Hinata se había desmayado. Desde la distancia a la que estabas y con el viento en contra no podías saber si se había desmayado o estaba muerta.-

-¿Eh?-

-Podría haber estado muerta. No podías saberlo.-

Kiba ladeó la cabeza.-¿Eh?-

-No había una razón válida para que me llamaras torpe. A menos que esa sea tu opinión personal, y no una observación, pero aún así no es juicio válido.-

Kiba alzó una ceja.-¿Eso te ha estado molestando?-Y  no pudo contener la repentina risotada, un sonido que se entremezcló con el bish bish de las gotas de lluvia cayendo sobre los techos. Aquella risa, le pareció a Shino que duraba tanto como la lluvia que había anidado  sobre Konoha. ¿Qué era tan gracioso? ¿Él? Porque él no lo era. Estaba seguro de ello.

-¿Te gusto?-

La boca de Kiba de volvió de pronto una línea recta horizontal bajo su nariz.

-¿Qué?-

-Parece ser que estás pasándola muy bien ahora mismo. Podría ser por qué te agrada mi compañía.-

Uno de los ojos de Kiba tembló en una especie de tic y el otro se le infló inconmensurable, buscando en la escena algo que concordara con algo. Algo que no sabía que era y por lo tanto no tenía sentido buscar nada.Shino era raro. Shino estaba loco. Shino imbécil.

-¡Ni la estoy pasando bien ni me gustas tú en ningún sentido!- resaltó el "ningún" -¡Ni me gusta tu compañía, gusano!- ladró Kiba, tan fuerte y tan atropelladamente que en verdad parecía de pronto un cachorro furioso ladrándole a su propia cola.

Acto seguido, salió del hospital, tratando de ir a casa. La lluvia le cayó en los ojos, así que se acomodó bien la capucha. No le hizo falta girarse y echar una mirada para saber que alguien, posiblemente Shino, caminaba detrás de él. Estaba enojado, pero tampoco podía voltear y gritarle: ¡Deja de seguirme!, con voz histérica y salir corriendo en un arranque de dramatismo histriónico, en primer lugar porque no estaba seguro sobre lo que la palabra histriónico significaba, y aún más importante, lo más factible era que Shino no estuviera siguiéndolo. Tenían aquella ruta en común para ir a casa. Así que se conformó con maldecir para sus adentros y apurar el paso.

-Parece que tú si tienes prisa.-

Lo escuchó hablar detrás de él, pero no respondió y continuó con sus pasos rápidos sobre la tierra mojada que hacia un sonido poroso al pasar sobre ella.

-Es mi turno de preguntar. ¿Qué te ha estado molestando?-Kiba guardó silencio.Shino también. La lluvia arreció de pronto. El chico perro pensó en si el jardín de Hana estaría bien. Con las ráfagas de viento moviéndose frenéticas en todas direcciones no podían esperar demasiado de una lona de plástico como protección para las plantas.Llegaron a la bifurcación del camino. La casa de Shino quedaba al fondo de la calle, más lejos de lo que alcanzaba a verse desde donde estaban. La de Kiba, al otro lado, era visible desde el camino, con sus lamparitas de aceite tintineando nerviosas bajo el techillo de madera de la entrada. Pero Shino no caminó hacia su casa, si no hacia la residencia  Inuzuka.

-¿Me estás siguiendo?- preguntó el otro, dándose por fin la vuelta para encararlo, 

-Si.-

-Si.- gruñó Kiba ante el cinismo demostrado -¿¡Y cómo por qué!?-

-No hemos terminado la conversación.-

-¿¡Cuál!? ¿Cuál conversación?-

-La que sosteníamos de camino aquí.-

Los ojos de Kiba se entrecerraron.

-¡Eso no era una conversación! Estabas hablando solo, como siempre, fenómeno.-

-Creí que meditabas la respuesta.-

-¿Cuál respuesta?-

-A la pregunta que te hice.-

Kiba se hartó. Suspiró profundo y dejó salir el aire por entre sus colmillos, provocando un leve silbido.-¿Cuál pregunta?- soltó en voz baja, haciendo por calmarse.

-¿Qué te ha estado molestando?-

Algo, algo muy malo e incontenible en el ninja perro saltó desde su pecho a su garganta, haciéndole gruñir peligrosamente. Algo que el mismo Akamaru temió y que hizo que se estremeciera ligeramente bajo el abrigo. También porque hacía frío.

-¡Tú!- gritó Kiba. -¡Tú me estás molestando! ¡Me molestas mucho! Estoy harto de ti, así que deja de seguirme como perro sin dueño y vete a tu casa.-En ese mismo momento se volteó y continuó caminando, aliviado de que estaba a un par de metros de la puerta. Pero los pasos de su compañero aún venían tras de él.

-¡Te dije que te largaras!-volvió a gritar.Shino se quedó quieto en cuanto Kiba lo miró de nuevo.

-Quisiera saber por qué.-  dijo tan calmadamente como solía decir las cosas siempre.

-¿Por que qué?-

-¿Por qué te molesto, Kiba?-

El otro tensó su cuerpo tratando de aguantar las ganas de hacer algo irremediablemente  violento y salvaje .

-El que preguntes por qué es una razón más por la que me molestas.-

-Esa no es una respuesta completa.- inquirió Shino, alzando una ceja.

-Es mi respuesta, ahora lárgate.- Golpeó la puerta al entrar, tan fuerte que las lámparas temblaron y se sacudieron en movimientos oscilantes. Shino las observó danzar preguntándose si con esa lluvia no sería más práctico tener una bombilla eléctrica en el porche en vez de frágiles farolitos de aceite.


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