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Al final todo se sabe por Paz

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Notas del capitulo:

Hanamichi se angustia porque Kaede no ha cumplido con la promesa que le hizo antes de marcharse a América.

Al final todo se sabe

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo Único

 

Llegamos a la preparatoria Shohoku arrastrando tras de nosotros la fama de ser chicos conflictivos, sobre todo Hanamichi, al que las chicas temían por considerarlo un chico pendenciero, un matón que llevaba por el mal camino a sus amigos, nada de eso era cierto, no peleábamos por el gusto de hacerlo, solo nos defendíamos si éramos provocados, lo que solía ocurrir demasiado a menudo para nuestro gusto.

La llegada a la nueva preparatoria no fue lo feliz que Hanamichi deseaba, porque aún tenía muy reciente su último rechazo amoroso, estaba deprimido y eso incidía en su carácter por lo que provocó algunos incidentes en el salón, afortunadamente sólo fueron unos cuantos cabezazos con la consecuencia de algunos dolorosos chichones, nada que el tiempo tardará en curar.

Su convencimiento que una nueva etapa de su vida comenzaba empezó a tambalearse, no podíamos dejar de observar su tristeza, fue entonces cuando conoce a una linda muchachita, que tuvo el valor de acercársele, hablarle y tocarle, ante nuestra mirada atónita, Hanamichi solo balbuceaba ante su presencia,  y cuando ella dijo la palabra "maldita"  creímos que nuestro amigo perdería el control y se desquitaría también con ella porque la última chica le había rechazado por un basquetbolista y que la jovencita le preguntara si lo era, era tanto como arriesgarse a sufrir un contratiempo, sorpresivamente Hanamichi sonrió tontamente y afirmó serlo. Demás esta a decir que estuvimos a punto de sufrir un soponcio al escucharle y supimos que esa jovencita le había reafirmado en su convencimiento de que su vida iba a cambiar, ahora sabiendo lo que se, puedo afirmar que lo hizo pero no en el sentido que él entonces llegó a pensar.

Una vez más le vemos enamorado y como no podía ser menos le hacemos saber que esa linda chica puede tener novio y que es mejor que se enteré antes de seguir ilusionándose, tal como suponíamos la muchacha tiene el corazón ocupado, no le discrimina por su carácter pendenciero sino porque esta enamorada de un basquetbolista, maliciosamente, nosotros estábamos haciendo apuestas porque la mala suerte de Hanamichi con las chicas era una constante, y suponíamos que no iba a serle tan sencillo conseguir que alguna viera más allá de lo externo.

Es en ese instante cuando Hanamichi escucha por primera vez el nombre de la persona que más influirá en él. Tampoco entonces nuestro amigo estaba lejísimos de imaginar hasta que punto ese chico llegaría a significar en su vida.

No diría la verdad si afirmara que su primer encuentro fue el preludio de una buena amistad. Mentiría, apenas se conocieron saltaron chispas entre ellos, y más tarde cuando desgraciadamente a Hanamichi se le metió en la cabeza entrar en el equipo de basquetball y consiguiéndolo con su tesón o debería decir cabezonería, tal como era de suponer volvió a coincidir con Rukawa para entonces la tensión que ambos generaban se elevó a cotas inimaginables. Por esa razón no se me ocurrió pensar que algún día ellos llegarían a ser amigos, menos aún amantes, considerando que Hanamichi era heterosexual cien por cien.

A veces hay que considerar todas las posibilidades y con Hanamichi me llevé a engaño, porque él guardaba un secreto que supo callar muy bien, pensaba con una sonrisa traviesa en mis labios mientras acababa de ultimar todos los detalles, solo faltaba reunir a los novios.

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El periódico que estaba leyendo quedo entrujado entre sus dedos, cuando en la página de deportes leyó aquel titular, obligándose a leer toda la noticia.

Su mirada se enturbió con la humedad de las lágrimas impidiéndole seguir leyendo, no se permitió dejarlas caer, cuando se tranquilizó un tanto la dirigió hacia los otros periódicos que estaban a su alcance, todos llevaban parecidos titulares comprobó tras hojearlos febrilmente.

Se echó hacia atrás, recostando su espalda en el sillón, cerró los ojos, como si así no pudiera ver la realidad.

Dos años han transcurrido desde que se fue, desde que le pidió que le esperara, que volvería cuando se demostrará a si mismo que era capaz de cumplir sus sueños. Ahora sabe que la distancia no es buena consejera, que las ilusiones y las promesas se agostan al no ser cuidadas, él se fue a cumplir sus sueños, no podía impedírselo y le dejo ir, su amor estaba por encima de vanidades. Él así lo quería, por ello dejó que él solo descubriera que era lo mejor para nosotros, el que pudieran estar juntos o que sus sueños se cumplieran, por eso le dejo libre y prometió esperarle, convencido que él abriría los ojos a la realidad y regresaría a su lado, ahora, tras leer esa noticia sabe que se equivocó.

Su amor no ha sido suficiente para él, ahora lo sabe. Esa noticia le ha roto el corazón, destrozando sus ilusiones, su callada esperanza que Kaede volvería a él como le prometió ha dejado de tener razón, ahora solo le queda recomponer su vida e intentar encontrar un motivo que le alivie a soportar el dolor que siente.

Allí en América ha conocido a alguien, no sabe si hombre o mujer, la noticia solo menciona su próxima boda, que esta cercano a él y le da esa felicidad que yo alcancé a sentir cuando me declaré y supe que correspondía a mi amor. Aún recuerda el temor a su rechazo, y aún así juntó valor y dio rienda suelta a sus sentimientos.

Echa otra mirada a los periódicos desparramados a sus pies, en todos ellos ha saltado a la palestra con una misma noticia: Rukawa Kaede abandona el basquetball en el comienzo de una brillante carrera hacia la gloria para casarse. Su compromiso matrimonial esta cercano.

Lo que más le duele es que no tuviera valor para hablar con él disponiéndose a dar ese trascendental paso sin una palabra de rompimiento entre ellos. Sabe que lo que más le martiriza es saber que no es él quien este a su lado. Que no fuera él dolía, demasiado tarde ha comprendido porque cuando marchó le pidió que no hablara con nadie de su relación, que cuando volviera lo harían juntos, todo un engaño, ahora él se va a casar con otra persona que no era él, y para aumentar su dolor lo va a hacer el mismo día de su aniversario.

Unos golpes en la puerta de su piso le apartan de sus dolorosos pensamientos.

-¿Aún estas sin vestirte? -preguntó Yohei cuando estuvo frente a él.

-¿Vestirme? -preguntó perplejo.

-¿Acaso te has olvidado que hoy tenemos una importante reunión? -preguntó mirándole fijamente.

-Si te digo que si... ¿Vas a pegarme? -preguntó queriendo ser gracioso.

-Por supuesto que no!! Solo te castigaré eligiendo tu ropa -dijo con una sonrisa divertida al tiempo que cruzaba la sala- Veo que sigues dejando las cosas por el suelo.

-No te esperaba... -reconoció- por eso esta sin recoger. Si me hubieras llamado antes... -siguió sus pasos hacia su dormitorio.

Yohei ya estaba haciendo un repaso a su exiguo guardarropa.

-Este es perfecto -dijo sacando una percha en el que destacaba un traje blanco.

-Amigo mío... tú mismo dijiste en una ocasión que no era apropiado. -le recordó.

-He cambiado de idea. Hoy será perfecto -dijo con una sonrisa- Hazme caso y verás que no te arrepentirás.

-Tengo tiempo para darme una ducha? -preguntó.

-Si, entretanto iré preparando el resto de los complementos.

Con un leve suspiro de resignación decidió acatar sus deseos. Esa tarde no estaba con ánimos para discusiones dialécticas que no conducían a nada importante. Se sentía demasiado abatido, y tenía que disimular ante su amigo para que no hiciera preguntas que no podía responder.

Concluyó de vestirse con la ayuda de Yohei que iba alcanzándole cada cosa con una minuciosidad propia de una ceremonia. Cuando se vio ante el espejo no pudo menos que exclamar.

-¡¡Me siento como una novia!! ¿¡De verdad ¿qué el blanco es apropiado? -le miró a través de su reflejo con expresión perpleja.

-¿Alguna vez te he engañado? -preguntó a su vez, cruzando los dedos a su espalda.

-No.

-Confía en mí. Estas muy elegante, el traje te sienta de maravilla, resalta tu bronceado y el tono de tu cabello, serás el chico más guapo de la reunión, todas las miradas se posaran en ti.

-No deseo ser el centro de atención de nadie... -sobre todo porque en esa reunión todos eran hombres y a todos les conocía de toda la vida.

-Bueno... que sea lo que tú quieras.

Unos minutos después subían a un elegante coche que esperaba en la calle y Yohei le dio una dirección que no reconoció, aunque se sintió un tanto sorprendido por la fastuosidad del vehículo decidió no expresarlo.

-¿Qué lugar es ese donde se reunirá el comité? -preguntó en cambio.

-Es la casa de uno de los nuevos miembros -respondió- Tengo que reconocer que me sorprendió cuando pidió su admisión, pero sus razones fueron tan poderosas que ninguno de los presentes pudo negarse a admitirlo.

-¿Y cómo es que nadie me lo dijo? -preguntó.

-Tal vez todos ellos pensaron que tu estabas presente ese día.

-¿Cuándo llegó exactamente?

-El lunes, de hace dos semanas.

-Ah..., entonces estaba en Yokohama.

-Cierto... como pude olvidarlo, fuiste a reclamarles personalmente que no habían dado razón porque no llegó completo nuestro último pedido. -recordó.

-Si. -recordarlo le ponía de mal humor porque nunca antes había discutido con un proveedor- ¿Falta mucho para llegar? -preguntó decidido a cambiar el tema de la conversación.

-No estoy seguro -respondió mirando hacia la calle, enseguida se inclinó hacia delante para interrogar al conductor.

-Ya estamos llegando Mito-san. -le respondió reduciendo la marcha.

Hanamichi y Yohei se fijaron que en ese momento atravesaban la entrada a una propiedad. Un muro de piedra rematado en madera trabajada artísticamente con tejado. El portón que se abría a su paso también era de madera, con doble puerta, una para la entrada de los vehículos y la pequeña para las personas, tras traspasarla fue cerrada. Volvió el rostro hacia atrás, fijándose en los dos hombres que estaban tras ella. Los dos vestían magníficos kimonos ceremoniales.

Miró alrededor del camino que conducía a la vivienda que se alcanzaba a ver al final del mismo, el jardín era típicamente japonés, así también como la casa, observó cuando el coche se detuvo que a través de las fusumas abiertas podía distinguir las figuras de los que allí estaban, cuando el chofer se apresuró a abrirles la puerta del coche fue Yohei, el mas próximo quien descendió primero, luego lo hizo él, un tanto aprensivo pues a una distancia prudencial, dos filas de hombres con kimonos oscuros marcaban el espacio por donde podía andar, miró a su amigo, quien le sonrió animoso.

-Al final todo se sabe... -comentó Yohei crípticamente.

Hanamichi tragó saliva con dificultad cuando los hombres tras un respetuoso saludo, parecieron guiarle hacia la casa.

Las personas que ocupaban el salón, se volvieron cuando accedió al engawa y entonces se sintió menos preocupado, todos los rostros que le miraban sonrientes eran conocidos, efectivamente se trataban de los miembros de su grupo, pero allí había otros que no, amigos de antaño o rivales cuando estaba en Shohoku y se enfrentaban con otras preparatorias de Kanagawa, a algunos de ellos hacia años que no les veía y sin embargo, todos estaban ahí. Aquella concentración de amigos no era una reunión típica del comité, viéndoles tan elegantes vestidos, ninguno de ellos desentonaba en aquel ambiente ceremonioso, por el rabillo del ojo vió que había movimientos a su espalda, el roce de los zapatos sobre el suelo indicaba que eran muchos los que se estaban situando detrás de él.

Cada segundo que transcurría su corazón comenzaba a latir más deprisa, iba a preguntar a Yohei que iban a festejar, cuando como puestos de acuerdo se apartaron abriéndole un camino, la persona que esperaba al fondo del salón vestía completamente de negro, era alto, de mirada azulina y estaba frente a un altar.

-Kaede... -pensó que nada de eso era realidad, estaba soñando como otras tantas veces.

-No hagamos esperar más al novio... -dijo Yohei a su lado.

Sintió como si avanzara flotando, la distancia se fue acortando y cuando llegó a su lado, y vió que alargaba la mano hacia él, y que tomaba la suya posando en su palma un suave beso, supo que era real.

-Kaede... -y ahora si que dejo que las lágrimas rodaran por sus mejillas, lágrimas de felicidad y que no hizo nada por retener. La emoción era demasiado intensa.

Se ubicaron de cara al altar de sus ancestros, allí estaban las fotografías de los padres de Kaede, pero también los suyos y comprendió que su amigo Yohei se las había dado, porque eran las mismas que él tenía y que sorprendentemente no había echado de menos, lo cual quería decir que las había tomado prestadas esa misma tarde mientras él se aseaba.

-Yo, Kaede te tomo a ti Hanamichi, ante nuestros padres y amigos como mi único esposo y prometo amarte siempre, cuidando de ti, en la salud y en la enfermedad -expresó Kaede su voto con voz firme.

Fue escucharle y ardientes lágrimas continuaron rodando por mis mejillas, me sentía incapaz de controlar la emoción que me embargaba, por ello mis palabras se dejaron oír temblorosas.

-Yo Hanamichi, te tomo a ti Kaede como mi único esposo, ante todos estos testigos y prometo amarte siempre... respetarte y obedecerte en todo, en la salud y en la enfermedad, ... ah si, también en presencia de nuestros padres -recordó no haberles mencionado antes debido a la conmoción y de la que todavía no me había recuperado.

Hubo sonrisas y risillas entre los asistentes, ante su lapsus.

Kaede se volvió para tomar de manos de Yohei los anillos, se los pusieron el uno al otro mirándose a los ojos.

-Te amo, Hanamichi... -posó sus labios sobre sus ojos secando sus lagrimas, luego busco su boca y entró en contacto con ella de un modo rotundo, había pasado demasiados meses añorándola.

Solo la rechifla de los amigos de Hanamichi que se divertían a su costa, le hizo separarse.

-Te amo, Kaede... -musitó con las mejillas ardiendo por el delicioso rubor que rivalizaba con sus cabellos pelirrojos- Gracias.

-No fue mi intención asustarte. Lo lamento -se disculpó, abarcando su rostro con las manos- me sentí presionado por todos... -atrayéndole nuevamente para besarle una vez más, solo que fue una caricia corta, porque enseguida fueron interrumpidos, llegándoles las felicitaciones y enhorabuenas de todos los presentes.

Las explicaciones de Kaede podían esperar, tenía por delante mucho tiempo, ahora lo único que deseaba era sentir el abrazo de su esposo y su boca junto a su oído murmurándole palabras de amor eterno, mientras sus amigos disfrutaban de la fiesta que Kaede hecho preparar para festejar su compromiso matrimonial.

-Aprovechemos ahora para dejarles... -musitó.

-Si, no se darán cuenta de nuestra salida -dijo convencido.

Más de un rostro se volvió sonriente en dirección a la salida de los esposos.

Durante unos segundos las conversaciones se interrumpieron.

-No hemos sido tan discretos como creímos. -susurró Hanamichi escondiendo su rostro en su pecho.

-Me van a envidiar todos porque saben que voy a hacerte el amor. -musitó en su oído- Voy a desquitarme por todo el tiempo que hemos estado separados, te prometo que nunca más te dejare solo, que si me tengo que ausentar...

-Me iré contigo, siempre.

La puerta del dormitorio donde entraron se cerró tras ellos y Kaede le hizo el amor, no una sino muchas veces.

Abajo la fiesta continuaba sin ellos.

Fin

21 de noviembre de 2010

Paz

Notas finales:

Glosario:

 

Fusuma: puertas forradas de papel (a veces con pinturas) que se abren de lado a lado.

 

Engawa: especie de porche alrededor de la vivienda con piso de madera y que da hacia el jardín.

 

Nota autora: aunque he mencionado las fusumas como las puertas que comunican con el engawa, no estoy muy segura de que sea así, porque también están las Shoji que son, puertas correderas de madera (como si fuesen rejillas) y papel blanco


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