Blanco y negro por Umi Aoi

Uno
- Oh! Que bonito! – exclamo Inoue, cogiendo el regalo del Quincy para el cumpleañero – el negro es por lo de shinigami pero… ¿y el blanco? – completó dándole vueltas al cinturón de cuero trenzado.
Mierda, pensó. Inoue a veces era demasiado perceptiva. Se ajusto las gafas nervioso.
- No es eso – se apresuro a contestar el aludido bajo la atenta mirada de Ichigo – elegí los colores porque son fáciles de combinar –




Dos
- ¿Ishida?-
El nunca se entretenía en los vestuarios tras la clase de gimnasia pero, el universo se había confabulado en su contra.
- ¿Ishida?-
Siempre trataba de salir el primero pero hoy el maldito profesor quería hablar con el.
- ¿Ishida?-
Y lo hacia porque sabia que un recién duchado Ichigo seria algo “difícil” de ignorar.
- ¿Ishida?-
En ese mismo momento reacciono, cogió su mochila y huyó como alma que lleva el diablo. Oh! Y por supuesto con un notable…. sonrojo
Puede, que Kurosaki no fuera muy despierto, pero lo que transmitia la mirada de Ishida un segundo antes, si podía entenderlo. Lujuria.





Tres
Entró en el aula vacía y lo encontró sentado en su pupitre, leyendo un libro. Se sentó en la mesa contigua.
- Tenemos que hablar – dijo mas serio de lo normal.
- No tenemos nada de que hablar, Kurosaki – el orgulloso muchacho recogió sus cosas y se encaminó a la salida.
- Tu también me gustas, idiota – declaró aun sentado.
Ishida se congeló a medio camino de la salida y se giró muy despacio. Volvió sobre sus pasos y encaró al otro. Se sonrojo, furioso y avergonzado. Abrió la boca para decir algo pero la cerró de inmediato. La abrió de nuevo elevando un dedo para dar énfasis a sus palabras pero… siguió sin emitir sonido. Miro fijamente al shinigami y pensó “a la mierda”. Se lanzo sobre Ichigo y comenzó a comerle la boca, desesperadamente.





Cuatro
-Kurosaki- le llamó, el aludido se dio la vuelta.
Ishida estaba sentado en su cama mirando al suelo, en silencio. Volvió a tu tarea, esta vez esperaría a que lo dijera.
- Kurosaki- volvió a llamar
- ¿Si?- contestó, pero no se giro a mirarlo, intentando concentrarse en sus deberes.
Silencio.
-Ichigo… -esta vez fue al algo más que un susurro.
-OH! Por Dios!!- esa fue la ultima frase coherente de la noche ya que la visión de un Ishida tumbado en su cama, sin las gafas, tapándose la cara (totalmente roja) con un brazo y las piernas dobladas y ligeramente abiertas; lo catapultó al placer.





Cinco
- Te queda bien – decía Inoue señalando su cabello
- Estaba pensando en contármelo…. – respondía el aludido
- Ni se te ocurra – murmuro secamente Ishida
Ichigo le sonrío mientras le contestaba.
- Como digas –
De esta forma tan simple, sus amigos supieron que estaban juntos. Bueno, todos menos Keigo.






Seis
Mientras se secaba frente al espejo, Uryuu, fijo su atención en su hombro izquierdo. Allí, rojizos, se distinguían perfectamente los dientes de Kurosaki. Se sonrojó al pensar, en que no se había dado cuenta en que momento le había dejado aquella marca. Tal vez durante el brutal orgasmo. Sonrió, estas heridas de guerra no le molestaban en lo más mínimo.






Siete
- ¿Puedo ayudarle en algo? – sonrió coqueta la dependienta de la tienda de costura - ¿algún encargo para su novia? – a tres metros de ellos Ishida contuvo el aliento tratando de calmarse.
- no, vengo con él – dijo secamente mientras señalaba al Quincy.





Ocho
Al ver su espalda reflejada en el espejo, frunció su ceño un poco más. ¿Tanto daño le había hecho a Ishida, como para que tuviera que descargar su dolor así? Luego recordó sus gemidos y ruegos pidiendo más, y comprendió. Sonrío, estas heridas de guerra no le molestaban en lo más mínimo.





Nueve
El Quincy perdió su última espada cuando corría a auxiliar al shinigami. No importaba. Con Kurosaki en el suelo, usó a Zangetsu para bloquear el ataque del enemigo. La espada resistió el envite y al segundo siguiente la mano del sustituto sujetaba de nuevo a su compañera. Un cruce de miradas y el Quincy convocó su arco, dispuesto a seguir con la batalla.
Solo Rukia observo sorprendida que Zangetsu mantuvo su estado liberado aun en las manos de Ishida.





Diez
Tierno.
A Ishida le pareció tierno cuando aquel domingo, Ichigo, convenció a sus amigos para que en vez de pasear toda la tarde; se quedaran en la heladería. Y le pareció tierno porque el maldito Kurosaki se había pasado la noche anterior rompiéndole el culo y sabia que para Ishida, caminar en ese momento era una pequeña tortura.





Once
- Ishida, no es necesario – decía un incomodo Chad con el torso desnudo mientras el nombrado remendaba la camisa que acababa de reventar.
- Es cierto, deberías almorzar, tienes que alimentarte bien – reñía Inoue
Silencio, el Quincy era muy cabezota. Ichigo suspiro, cogió el bento del moreno y se acercó abriéndolo. Se colocó delante del otro y con la comida lista murmuro:
-Uryuu… abre la boca – la acción fue automática y Kurosaki le dio de comer.
Al masticar el arroz, Ishida volvió a la realidad y al darse cuenta de lo que acababa de hacer se sonrojó. Sus compañeros también, pero estos al sospechar otras situaciones por las que él se había acostumbrado a acatar esa orden sin protestar.