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Aquellos amos, hasta el final. por __Kaname__

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Notas del fanfic:

Kuroshitsuji tanto el I como el II pertenecen a la maestra Yana Toboso, si fuera mío, hace mucho que Ciel y Sebastián serían amantes, Alois y Claude se les unirían y todo sería tan pervertido... digo tierno.

Hola a todas (os), este es mi primer fanfic, espero sea de su agrado, se que el anime ya terminó, pero yo estoy comenzando apartir del episodio, osea desde el Dance Macabre, es de CilexAlois, quisás no les guste, pero se me iso irresistible escribir de ellos, en si adoro CielxSebastian, y este fic contiene un poquito de eso pero será basicamente del pobre Alois y Cielito de mi vida y puede que Claude también este metido en eso.

Advertencias: Shota, Lemon, Violación, muerte de un personaje.

Notas del capitulo: Dedicado a mi querida, admirada y desaparecida Koroshi_Death-sama, si no leyeron sus fic, os recomiendo que lo hagan, tiene una saga de 7 fic (por desgracia, yo queria mas) fantásticos.

Como mencioné antes, este capítulo esta insipirado en el capitulo 7 del monoshitsuji, como una especie de consecuencia, es algo aburrido pero el siguiente sera mejor, esto es solo como una especie de introducción, por sierto lo escribi antes de ver el capitulo 8 por lo que puede no coincidir, pero el próximo trataré de que si.

Este fic, esta publicado en amor yaoi con el mismo nombre, hasta el capítulo 4, aqui los subire pronto pero los editaré.

disfrutenlo...

CAPITULO I: Aquellos Amos, iguales.

Introducción.

1.

"Los dos fuimos víctimas de ese par de demonios"

-¿Que es lo que Trancy quería decir con eso?- pensaba el conde Phantomnhive cuando regresaba a su hogar, luego de esa inusual visita a las tierras de aquella extravagante familia que se hacía llamar: "La araña de la reina".

En la comodidad del carruaje en el que viajaba junto a su fiel mayordomo, se podía sentir el aire tan tenso e incomodo del silencio. Sebastián, desaliñado luego del ataque de berrinche que le tuvo que soportarle y con el rostro magullado, cortesía del excelente sirviente de los Trancy.

Ciel se hallaba más calmado, su excitación había disminuido, aquella excitación que produce la venganza antes de efectuarse, de tener frente tuyo, rogando por su patética vida a la persona que mas odias y la frustración y furia que sintió al verse retenido por ambos mayordomos.

Recordaba aquellas seductoras escenas con dejos de sadismo en su sonrisa, saboreando su casi venganza, pero esa frase: "Los dos fuimos víctimas de ese par de demonios", la infantil y horrorizada voz de Alois, sus hermosos ojos celestes y aterrados, haciendo esfuerzos inútiles por salvar su existencia.

-"Mi hermosa familia también fue asesinada, también lo perdí todo"- Negó moviendo la cabeza acompasadamente, tratando de disipar aquellos pensamientos. El mayordomo sonrió ante lo obvio que podía llegar a ser su amo, y cuando las miradas de ambos se encontraron, el pequeño se sonrojaba y volteaba bruscamente, sintiendo que si el contacto visual continuaba, aquel carismático demonio podría descifrar sus pensamientos con la facilidad con la que leía.

Con la vista enfocada en la ventana que estaba al lado suyo, vio a través del vidrio, el cielo nocturno. Los melancólicos ojos de el conde Trancy volvieron a invadir sus pensamiento, la mirada desesperada, igual a la suya hace algunos años, empezó a escarbar en sus recuerdos abriendo viejas heridas, recordando la noche en que la mansión Phantonhive ardió en el inferno junto a sus adorados padres, junto a su niñez y su alma.

Él, suplicando de rodillas, aferrado a la pierna de su nigromántico captor, rogando porque todo aquello cesara , porque le dejaran vivir, y en su corazón sintió una molestia, una molestia que hace mucho había desaparecido de su vida, recordaba que la última vez que la había sentido fue cuando acudió a misa junto con su madre el día de su cumpleaños, y en la majestuosa puerta de la catedral, como un error imperdonable en la más bella pintura, se hallaba un escuálido anciano demacrado con la mano extendida, rogando… ¿piedad?, aquel estúpido sentimiento que nadie sintió por él en noches posteriores a la masacre de su familia, la piedad que no volvió a ver, ni siquiera en Sebastián.

-Bocchan - interrumpió el mayor, quien ya había bajado del carruaje y estaba posicionado junto al cochero, mirándolo de la misma forma de siempre, sereno y con la apariencia de que nada podría perturbarle, pese al extraño comportamiento de su amo, pero ¿Cómo sirviente de la casa Phantonhive, que sería de él si no pudiese ocultar sus sentimientos? Con la mano extendida de forma galante invitando al joven conde a tomarla para poder ayudarlo a bajar -Disculpe, pero hace como 5 minutos que llegamos y usted parece no haberse dado cuenta aun…

-Lo siento- ¿Lo siento?, definitivamente su pequeño amo no se encontraba muy bien. Por parte de Ciel, apenas rozó la mano su sirviente, un dolor agudo atravesó su cabeza semejante a una bala, eran las palabras pronunciadas por esa voz tan dulce: “Somos iguales, Ciel”…


Se quedo perplejo. El mayordomo lo notó y apretó un poco su mano, subiendo la fuerza que empleaba en ello poco a poco, hasta lastimarlo. El muchacho reaccionó apenas por segundos para bajar del carruaje, sorprendió al cochero, al resto de sus sirvientes y al mismísimo Sebastián, volviendo a sumirse en sus pensamientos y no soltar su mano, dejándose guiar atreves de la mansión hasta su alcoba.


Ni siquiera se dio cuenta de que se hallaba desnudo entre los brazos del demonio y minutos más tarde pasó de la bañera a la cama. El reloj de pared indicaba que ya pasaban de las once de la noche.

El sonido de los pasos cada vez más distantes lo sacó del trance en el que se hallaba, y pudo discernir la elegante figura de su sirviente alejándose, a paso lento y fino junto con la luz de las velas que se llevaba.

-Sebastián-el mayor se detuvo y volvió la vista hacia su lecho.


-¿si, Bocchan?- pero para cuando el mayor estuvo parado al lado de su cama y la luz volvió a bañarle, no supo que contestar. El demonio le sonrió y sus ojos tomaron un brillo que asustaba.

–Sebastián Michaelis le pertenece, pero Ciel Phantonhive me pertenece aun más. Usted es mío por la eternidad y no dejaré que un chiquillo engreído lo aparte de mi lado…

Terminó tomando su quijada, conduciéndolo hacia él, para unir sus labios en un beso, al que el pequeño no correspondió, mas tampoco puso resistencia, simplemente dejó que la curiosa lengua de Sebastián se diera paso entre sus finos labios, para penetrar en su boca, explorando cada centímetro de ella, retorciéndose alborotadamente buscando despertar la pasión en su amo, separándose cuando sintió que el pequeño necesitaba respirar.

-Jamás vuelvas a hacer eso- dijo en voz baja, casi imperceptible escondido entre sus jadeos.


-Buenas noches Bocchan- respondió, saliendo de la habitación, dejándolo sumido en la oscuridad.

Intentaba recuperar su respiración continua, pero en su mirada no se hallaba presente la furia ante tal atrevimiento, sino la confusión, y algo que decía que estuvo más presente en sus pensamientos que en el primer beso que le acababa de ser robado.

Sebastián cerró la puerta, viendo por última vez en aquel día a su joven amo, maldiciendo en sus adentros a Alois Trancy, sabía bien que aquel niño malcriado era quien ocupaba en ese momento, la conciencia del conde y maldijo también a Claude, pues él era el culpable de todo eso.

-“Somos Iguales Ciel, somos iguales”- Esa frase continuaba atormentando su joven mente, hasta no solo hacerle sentir piedad, sino también culpa, el deseo de haber secado aquellas lagrimas, abrazarle para consolarlo, decirle que aun podía vivir, que algún día lograría hallar la felicidad y sintió algo húmedo deslizarse por sus mejillas, lo ignoró.

-No lo somos- murmuró.

-“somos iguales Ciel, somos iguales” -continuó hasta hacerle perder la conciencia.

-Quizás, solo seamos un poco parecidos- susurró muy bajito antes de caer profundamente dormido.

2.

-“Sangre, tan cálida, colorada y de aroma agradable, semejante a un buen vino, ¡Olé!”-

 

-Cuanto tiempo llevo dormido- preguntó el pequeño Alois.

-3 días, dannasama- respondió Claude retirando los paños húmedos que había colocado sobre su frente para intentar bajarle la fiebre. -¿Quiere que le traiga la cena?


-No, déjalo, quiero dormir un poco más- susurró el muchacho muy bajito, tanto que solo un demonio podría oírle.


-Entiendo, ¿algo más, dannasama?- continuó, retirando el alboroto que tenía alrededor, preparándose para salir.


-Si quiero que…- subió el tono de su voz luego de tomar aire para gritar. – ¡Quiero que te largues de mi habitación y no vuelvas hasta nuevo aviso! ¡Ni se te ocurra aparecerte delante mío si no es que te llamo!, mientras tanto, manda a Hannah a cuidarme. ¡De inmediato!


-Sí, dannasama-dijo el mayordomo, sereno, como siempre, sin ninguna emoción, haciendo reverencia para luego retirarse dejando al niño agitado luego de haber armado semejante escándalo.


-Ciel- murmuró más clamado. –Ciel, ahora entiendo porque ese par de traidores te desea tanto, alguien como tú, tan inocente como un niño verdadero, y a la vez tan repugnante como yo, carente de sentimientos, ni siquiera puedes sentir compasión o miedo. –Suspiró-Espero ser algún día como tú, valiente, arrogante y odioso...

-¿Me mando llamar, dannasama?- tímidamente Hannah entró a la habitación ante la afirmación del Conde, que solo se limitó a dar su consentimiento con un sutil movimiento de la cabeza.

-Hannah, es una orden, Por hoy finge que eres mi madre- la mujer le sonrió con dulzura.


-sí, dannasama- se sentó a su lado, en el buró que estaba al lado de la cama, y empezó a enredar sus dedos entre los rubios cabellos.

-Hannah, ¿Qué es querer tener lo que alguien más tiene?- preguntó.

-¿Se refiere a la codicia?, recuerde el décimo mandamiento: “No desearás los bienes ajenos”

-Al diablo con tus mandamientos, me refiero a querer ser como alguien

-Admiración-se detuvo para atraer el frágil cuerpo hacia ella, abrazándolo con fuerza – Usted codicia al señor Sebastián Michaelis, que es un bien ajeno, pero admira al Conde Ciel Phantonhive, ¿verdad?

Las mejillas de Alois tomaron un ligero tono sonrosado, y no pudo responder nada, ocultando su rostro contra el cuerpo de la sirvienta, y esta le abrazo con más fuerza contra su pecho.

-Descanse un poco Alteza, le traeré su cena más tarde- pero antes de concluir el pequeño ya se había quedado dormido entre sus brazos, con sus mejillas aun teñidas por una ligera fiebre.

A través de la puerta entreabierta pudo ver los felinos ojos de Claude, llenos de odio. Hannah supo que al día siguiente recibiría un castigo ejemplar por parte de cualquiera de los dos, pero tener así a su alteza, despertando su instinto maternal, con la apariencia del ángel que no era, bien valía cualquier castigo.

 

 

 

 

Notas finales:

El proximo capitulo: "Aquellos amos, masoquistas"

Por favor comenten, quisás no es bueno pero les recuerdo que es mi primer trabajo, por favor diganme que opinan, si o si que lo termino, pero el apoyo de vosotras me caería muy bien, por ser una escritora novata y joven, ayudenme a mejor con sus opiniones, quisás algun dá llegue a mas, como es mi sueño, todo sera gracias a ustedes.

Perdonen las faltas ortográficas. Traté de revisarlo antes de poner, pero puede que se me haya escapado algo.

Cuidense!!!



Adios


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