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Cinco Años por AthenaExclamation

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¿Dónde Está?

Ikki & Hyoga

By AthenaExclamation67


   Habría jurado, que por la noche, cuando se acostó, estaba en el lugar que siempre solía estar. Pero cuando despertó, no estaba.

Se puso histérico, no podía llegar a creer que justamente ese día, tuviera que perderse.

- Ikki... - susurró una voz armoniosa a su lado en la cama - feliz día - añadió y le beso con delicadeza, justo lo contrario que él solía hacer para acabar de despertarlo.
- Buenos días... - respondió abrazándole, rodeándole con sus fuertes brazos como su estuvieran luchando.
- Oye, no te habrás olvidado... ¿Verdad? - le miró enarcando una ceja, frunciendo el ceño después cuando la respuesta demoró más de lo que él esperaba.
- No sé de qué me hablas, la verdad... - contestó y desvió la mirada.

Los ojos de Hyoga parpadearon sin cesar. Bien podía haberse olvidado. Ikki era así o más de despistado, pero su quinto aniversario de bodas. No, no podía ser, no podía estar pasando que el día que tenían que pasar juntos celebrando, Ikki se hubiera olvidado del motivo de la celebración.

- ¡Ikki! - espetó provocándole al otro una carcajada, provocando además que le zarandeara con fuerza mientras renegaba en ruso, cosa que agradeció, aunque después de tanto tiempo, algunas de las palabrotas, ya no eran un misterio.
- Está bien. Perdona, solo era una broma. Sé que llevas días organizando todo esto para nosotros... - sonrió - pero antes, déjame a mi tener mi propia celebración - sonrió, pero esta vez de un modo distinto, uno que Hyoga conocía perfectamente y que solo significaba una cosa...¡¡Peligro!!
 - ¡¡Ah no!! - intento escapar pero era tarde y en la mirada de Ikki, ya había demasiada lujuria reflejándose - ¡pero tú que te has creído! - forcejeó un poco más, notando como sin saber demasiado bien como, sus muñecas estaban muy bien sujetas por los fuertes dedos de su marido - ¡¡IKKI!! - gritó pero se vio surcando el aire, terminando debajo del mismo al cual gritaba su nombre.
- No chilles, que vendrán a quejarse los vecinos... - le besó con efusividad, metiéndole la lengua dentro de la boca, buscando la de Hyoga, la cual encontró sin dificultad - no querrás que tengamos que mudarnos de nuevo... - le miró y se inclino para poder morderle el cuello, la clavícula después y bajar así hasta sus pezones, los cuales empezó a lamer.

Hyoga intentó contener su deseo, sus gemidos que acallados, salían levemente de sus labios apretados.

- Ikki... - jadeó irremediablemente - debemos... debemos alistarnos... - consiguió pronunciar mientras sentía como continuaba asaltando su vientre con deliciosos besos, con lametones y succiones que le hacían perder el norte.
- Pero Hyoga, podemos hacerlo más tarde... - alegó jugando con el cordelillo del pantalón del pijama.
- ¡Esto también! - exclamó casi desesperado, consciente de que si le tocaba una vez más, estaría perdido.
- ¿Estás seguro? - levantó su cara de la entrepierna de Hyoga - porque lo tuyo también podría aplazarse, y esto no se yo sí... - calló y se mordió los labios para no reírse, teniendo frente a él una prueba que sabía que sería definitiva.
- ¡Ikki tenemos todo organizado! - Exclamó agonizando de placer -  y no consentiré que todo se vaya al traste por tu... ahhh... - se calló cuando se vio completamente desnudo, a merced de su marido que no parecía siquiera oír sus palabras.
- Está bien... - se levantó y le dio la espalda - será como tú quieras... - añadió y empezó a caminar para salir de la habitación, sabiendo que no llegaría demasiado lejos.

Hyoga se quedó de piedra. No podía creer lo que le estaba sucediendo.

Primero, le había dicho que tenían que arreglarse, después, le hizo rabiar con que no sabía de lo que le hablaba, y ahora, para acabarlo de rematar, le ponía la miel en los labios y se iba tan tranquilo... ¿a dónde?... ¿a desayunar?

- ¡Oye! - le chillo - ¿A dónde crees que vas? - se quejo sin obtener reacción alguna.

Hyoga enfureció. Estaba excitado. Más que eso, la erección que Ikki le había provocado le hacía doler la entrepierna, y no pensaba dejar eso sin resolver. Más bien, no pensaba dejar que el causante de semejante acción, se fuera sin arreglarla.

Se incorporó sobre la cama King Size en la que dormían, y tras tomar impulso, saltó con fuerza, cayendo sobre Ikki.

- ¡TU! - le gritó a la oreja - ¡¡Si crees que me dejarás así estás muy equivocado!! - añadió furioso, incorporándose, quedando sentado sobre los riñones de Ikki.

Este, se giró y sin poder contenerse, empezó a reírse.

- ¡Eres un idiota! - frunció el ceño algo dolido - no me gusta que me hagas estas cosas... - se levantó para marcharse y cambiarse pero Ikki se arrodillo rápidamente y lo retuvo.
- Está bien, perdona... - le agarró de las muñecas, obligándole a sentarse encima de sus piernas - sabes que me gusta provocarte... - le susurró al oído, besándole después lentamente el lóbulo de la oreja -  si quieres, nos vestimos y salimos a hacer todo eso que tienes planeado para que celebremos... - le besó despacio el cuello, llevando su mano derecha al miembro de Hyoga, haciendo que recuperara su rigidez.
- Ikki... yo solo quiero estar contigo... - respondió girando su cuello, buscándole los labios, necesitando saciar la sed que sintió repentinamente.
- Y yo contigo Hyoga... - le besó despacio, acariciándole con suavidad mientras él terminaba de desnudarse, entendiendo que al menos esa mañana, no irían más que a un lugar... Su cama.

Ikki se movió despacio. Logró bajar su pantalón y su bóxer mientras no se olvidaba de acariciar a Hyoga, de excitarlo, de hacerle desear el momento que estaba por llegar.

Los gemidos iban aumentando, y a Ikki no le hacía falta más. Ese era el chispazo necesario con el cual su motor se ponía a funcionar...

- Hyoga...  - le rodeo la cintura con un brazo, levantándole ligeramente, dejándose espacio para poder penetrarle - feliz aniversario... - embistió con cuidado, dejándose caer junto con él mientras sentía las entrañas de Hyoga contraerse ante la intrusión de su sexo caliente.
- Feliz aniversario... - atino a contestarle mientras sentía que su cuerpo se acoplaba a aquel que le poseía completamente, mientras sentía como su interior lentamente cedía a la presión de aquella hombría que pedía paso sin detenerse.

El calor de sus cuerpos aumentaba el placer, la excitación que sentían creía con cada una de las embestidas que casi hacía perder el equilibrio a Hyoga.

Ikki no se podría controlar. Estaba demasiado extasiado por el placer. Y no se olvidaba de complacer a Hyoga en todo momento.

Este, gemía fuerte, aguantaba las embestidas en aquella posición que le hacía sentirle más profundamente hasta que ya no pudo más y necesitó apoyarse sobre las palmas de sus manos, cosa que enloqueció a Ikki que se le agarró con una mano a la cadera, y con la otra le siguió masturbando.

- Ah, Ikki... ¡¡No!! - casi rogó - harás que... - sintió una mordida en uno de sus hombros y unas embestidas más fuertes.
- No importa - le contestó jadeante, masturbándole más fuerte, empujando con más fuerza hasta que sintió el estallido de Hyoga sobre su mano, provocando el de él a su vez en las entrañas de Hyoga.

Se dejaron caer agotados, arrastrando todo a su paso. Quedando por unos segundos sin habla tendidos sobre la alfombra blanca y gruesa que habían elegido.

- Te amo... - le susurró al oído, liberándole de su peso.
- Yo también te amo Ikki... - le contestó girándose, buscando un mejor acomodo y dejando a los ojos de Ikki lo que estaba buscando cuando recién se había despertado.

Estiró con cuidado su brazo derecho y cogió algo brillante del suelo se giró un momento y lo puso en el dedo anular de su mano izquierda.

- Mmmnnn... ¿Qué haces? - preguntó Hyoga medio adormilado dándose la vuelta, rodeándole con los brazos.
- Solo miraba nuestra alianza... - contestó sintiendo el estremecimiento de Hyoga, entrelazando ambas manos izquierdas por unos segundos, comparándolas en silencio, mirando los anillos que intercambiaron el día que se habían jurado amor eterno. Y trató de recordar el momento en el que se le habría caído del dedo.
- Ikki... - reclamó su atención Hyoga como en un espasmo, se aferró a la espalda de su marido, necesitando un abrazo.

Ikki se giró conociendo el tono de voz perfectamente, sabiendo que era lo que Hyoga necesitaba cuando le llamaba de esa forma y no de otra.

Le miró fijamente, sin decir nada, sin pronunciar palabra y le besó lentamente, arropando sus cuerpos con el edredón que había caído de la cama, dándoles el calor que necesitaban mientras cerraban sus ojos, y se relajaban en ese beso que prácticamente les dejó dormidos frente con frente.

Fin


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