<¡¡¡no quiero iiiiiir!!!!!> resonaba en mi mente, era la primera vez en tres meces que una rabieta no me funcionaba con mi padre, siempre me consentía con todo pero esta vez solo dijo “punto” y ya, se fue. Y ahora yo, como tonto, voy en el auto directo a un internado en las afueras de Japón… por lo menos tienen playa, o eso me dijo mi papá. Bueno ya estoy aquí, ahora si, ya no puedo hacer nada.
Uruha entró al colegio totalmente sorprendido al ver en la entrada un gran letrero que decía “colegio para hombres”, ¿y que sería de él ahora? En definitiva este seria el mismo infierno para ese castaño, sobre todo porque sus rasgos eran demasiado finos como para ser un hombre y normalmente lo confundían con una muy atractiva chica
- -Quizá reconsidere el maquillarme… naa solo quizá le baje, una manita de gato no le hace daño a nadie- murmuro casi para sí mismo
Ni siquiera le dio tiempo de echarle una mirada a los hermosos jardines de la escuela o las instalaciones, que eran antiguamente mansiones de algunos ingleses que habían ido a vivir ahí, solo se enfurruño en su asiento y espero a que el chofer estacionara y bajara las cosas para llevarlas a su habitación… pero eso no pudo ser posible. La secretaria los estaba esperando en la entrada para recibirlos, o eso creía el castaño.
- -Buenos días y bienvenido, señor Takashima – la ancianita, que estaba bien arreglada, hizo una pequeña reverencia – habitación 303, edificio situado al norte – al chofer le extendió una pequeña llave – cama de la derecha, venga por favor señor Takashima
- -Gracias – dijo de mala gana mientras comenzaba a seguir a la ancianita – ¿y dónde voy? – pregunto en un mal tono
- -A la dirección, ya casi llegamos… y aquí es, cuando salga venga a mi escritorio para darle su horario y un mapa, con permiso – tocó tres veces la puerta y se fue al escritorio que estaba frente a esa puerta.
Uruha chasqueó la lengua y entró en cuanto una voz masculina lo indico. El lugar parecía un cuarto digno del cine mudo, todo estaba en blanco y negro y los sillones eran tan hermosos y, a la vista del castaño, antiguos. La luz, de un blanco intenso, resaltaba todas las cosas, haciéndolos parecer más antiguos aun.
- - Siéntate, Takashima – un hombre joven y apuesto le indicó desde el otro lado del gran escritorio – vaya tu padre no mentía – esto si desconcertó a Uruha – llena esto, por favor antes de ir a tu habitación.
- -Claro – susurro mientras tomaba la hoja, una pluma y se disponía a contestar.
Eran preguntas simples y Uruha estaba empezando a aburrirse, eso le preguntaban en todas las escuelas: cómo te llamas, como te gusta que te digan, que deporte practicas, que hobbies tienes y muchas más, pero solo una logró asustarlo tanto que, casi saltando del asiento, llamó la atención del director, quien estaba viendo unos papeles.
- - ¿Sucede algo?
- - Disculpe director, que es eso de “¿Qué preferencias sexuales tienes?”
- -¿sucede algo con esa pregunta, Takashima?
- -¡qué tipo de pregunta es esa! – exclamó, ahora si poniéndose de pie
- - ¿eres homofóbico? ¿o quieres que se mantengan en secreto tus preferencias? No te preocupes, de aquí no sale nada
- -No soy homofóbico y no me gustan los hombres
- -Es una lástima, puedes retirarte… ah y por favor dígale a la secretaria que llame a este chico – el director le entregó un papel, el castaño solo lo tomó y salió
- - Ya, ¿Dónde está mi horario y mi mapa? – dijo en cuanto llegó el escritorio de la señora, ella solo frunció un poco el ceño.
- -Aquí tiene, su habitación es esta y los salones que más frecuentará son los que están en colores, ¿está bien?
- -Si… ah, dijo el director que llamará a esta persona, si no hay nada más me voy – salió de ese lugar y volvió a la entrada donde escuchó que voceaban, no le dio mucha importancia y, con un poco de esfuerzo llegó a su habitación, la puerta estaba abierta, y las llaves estaban en el escritorio de al lado de la cama de la derecha y con una nota donde venia su nombre.
Sin darle mucha importancia a lo que había del lado izquierdo inspeccionó todo, su baño, su closet, ambos eran dos cuartitos del lado izquierdo <> pensó con una sonrisa, terminó de arreglar sus cosas, que no eran pocas, de seguro el chofer tuvo que dar por lo menos tres viajes, se acostó en su cama, satisfecho de que fuera muy cómoda y se quedó profundamente dormido.
- -¿Me mandó a llamar director? – susurro un chico de pelo negro bastante atractivo asomándose por la puerta
- -Shiroyama, pasa – dijo el director saliendo de su gran escritorio para ir a sentarse junto al pelinegro en los sillones - ven, tengo un favor que pedirte, ¿tienes hambre o sed?
- -No se preocupe Kamijo-san, ¿Qué es ese favor? Y por cierto… ¿Dónde está Hizaki-san? – preguntó después de inspeccionar todo el lugar
- -Fue de compras… de lo que te quería hablar es del nuevo alumno, al último si se quedará con tigo, te deseo suerte – Kamijo tocó el hombro del pelinegro como queriendo infundirle valor
- -¿por qué? ¿tan mala gente es?
- - Es un poco pedante y consentido pero, y aprovechando que no está mi Hizaki – el pelinegro rió u poco – es extremadamente sexy y pues bueno, no está interesado en hombres… ni modo Aoi
El chico soltó una gran carcajada dejando a Kamijo descolocado por un momento, para luego relajarse un poco.
- -¿Qué pasó Kamijo? ¿crees que el gran Shiroyama Yuu alias Aoi se va andar sintiendo mal porque un chico no me voltea a ver? Si tengo media escuela para mi solito y como cinco clubs de fans de chicos y chicas afuera – dijo muy orgulloso de si mismo
- - Bueno, bueno, yo solo te aviso, hay tu veras, puedes tomarte el día, ya solo falta una clase
- -Gracias Kamijo, y sii ya se, de la puerta para allá eres el director, tranquilo… bye bye
Aoi se dirigió a su habitación con un solo pensamiento paseándole por la mente: el nuevo alumno. Para que Kamijo hablara de alguien así, sin que fuera SU Hizaki, estaba difícil. Con ese pensamiento fue, caminando más rápido de lo normal, a su habitación con una pequeña sonrisa en los labios. ¿Cómo torturaría a este pequeño homofóbico que no quiere aceptarlo?