La boda...
Estábamos en una pequeña habitación. No dejabas de mirarte al espejo y acomodar cualquier imperfección en tu persona, pero mi querido Naruto…para mí…tú eras perfecto en todos los sentidos.
Estabas realmente bello. El traje negro, la camisa blanca, pantalones negros y los zapatos. Solo faltaba una cosa y yo era el adecuado para ayudarte, ponías expresiones de enojo y frustración por no lograr acomodar esa corbata en tu cuello, después de todo, siempre serás un dobe…mi Dobe…
—¿Todavía no aprendes a anudarlo bien?-pregunte con una pequeña sonrisa, acercándome a ti.
Tú volteaste y me sonreíste con esos hermosos labios. Como voy a añorar verlos…como extrañare esa sonrisa y el brillo azul de tus ojos.
—Es algo que nunca voy a aprender, teme.
Tome ese mal nudo de tu cuello y lo acomode como debía, ajustándolo delicadamente. Te veías radiante…pero entonces note que temblabas.
—¿Sucede algo?-cuestione al momento de acomodar su corbata.
—Estoy nervioso, tanta gente ahí en el salón…¿Tú crees que todo salga bien?
Vi tu preocupación en aquellos zafiros, tomo tus hombros y te miro fijamente, casi al punto de perderme completamente de la realidad y dejarme llevar por mi corazón.
—Todo va a salir bien, hoy es tu día, nada fallara-volví a sonreír.
—Gracias por estar conmigo, Sasuke.
Así eran las cosas, ¿Eh, Naruto? Mejores amigos y ahora…en la iglesia…
Te acompañe hasta cierto punto del camino, y luego nos separamos. Tu en el altar y yo en el sector de “Amigos del novio”. A pesar de no estar tus padres en un momento tan especial y que seguro echarías de menos, Jiraiya y Tsunade estaban en primera fila por tu compromiso. La capilla estaba repleta, podía verte de espaldas, pero luego ladeaste todo tu cuerpo al sentir la melodía típica para la entrada triunfal de la novia.
Y ahí estaba…
Hinata estaba muy hermosa, no lo niego. Es una mujer muy bella, se veía estupenda con ese vestido blanco, no llevaba demasiado maquillaje y solo unas perlas como aretes y una fina cadenita dorada. Iba acompañaba del padre, por supuesto. Tenía un notorio sonrojo en sus mejillas y tú le sonreías abiertamente.
Una punzada vino fuertemente a mi pecho. Me agarre esa zona, discretamente, intentando apaciguarla. Tratando de no hacer gestos raros delante de todos, gestos de dolor, de sufrimiento…por perder a la única persona que he amado en toda mi vida.
Por perder a mí mejor amigo, y no decirle nunca que me había enamorado de él, desde que éramos unos críos.
La recibiste con una amplia sonrisa, tomados de la mano, delante del sacerdote.
Te estaba perdiendo…
Y me dolía tanto…tanto…
—Queridos hermanos, estamos aquí reunidos para unir a esta pareja en sagrado matrimonio…
Mi pecho se oprimía horriblemente. No iba a soportarlo por mucho, solo me quedaría unos minutos, la verdad no estaba en mis planes quedarme para el banquete. Porque verte con ella…
Me lastimaba en lo más profundo de mí ser.
Hacia oídos sordos a las palabras del Padre, apretaba mis nudillos por muy debajo del asiento. Y en determinados segundos, bajaba la mirada. Entonces en lo que menos pensé, llegaba la tan ansiada unión…una unión de por vida. Una pequeña, la hermana menor de Hinata, venia con los anillos sobre un pequeño almohadón de terciopelo rojo.
—El señor bendiga estos anillos que van a entregarse uno al otro en señal de amor y fidelidad.
—Amen-dijeron al unisonó.
—Yo, te quiero a ti..., como esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida-te escuche decir, al momento de ponerle la sortija dorada.
— Yo, te quiero a ti..., como esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida-hablo Hinata, haciendo lo mismo contigo.
Y entonces la frase tradicional que siempre hablan en momentos críticos, sale…
—Si alguien conoce algún motivo por el cual estas personas no deban casarse, hable ahora o calle para siempre…
Las miradas entre familiares y amigos recorriendo el lugar no se hicieron esperar, pero claro, la única persona que estaría dispuesta a negarse seria yo, pero no, no lo hare. Quiero verte feliz, mi Dobe, aunque eso signifique la destrucción de mi felicidad, pero no tienes la culpa.
Yo me enamore de ti, tú no tienes la culpa…
No voy a arruinar el mejor momento de tu vida, no, aunque me este muriendo y retorciendo de dolor por dentro.
—Puede besar a la novia.
En ese instante, aguante las ganas de llorar y desvié la mirada a otra parte. Jamás imagine lo difícil que me resultaría estar presente en tu boda, a pesar de las excusas que ponía, tu seguías rogándome con esos ojos, esa mirada…que estuviera aquí…que me querías a tu lado.
Pero Naruto…me estoy muriendo, ME ESTOY MURIENDO POR NO SER ELLA…POR NO PODER AMARTE COMO ELLA…
¡VOY A MORIR NARUTO!
Escuche los estruendosos aplausos y gritos de gozo de todos, incluso nuestros compañeros de la preparatoria estaban ahí. Todos estaban felices por tu unión con Hinata, todos menos…yo. Y no es que les deseaba mal, ¡Claro que no!, quería que vivieran felices por siempre. Te lo merecías…
Ella era alguien realmente perfecta para ti, y yo…
Yo era un hombre…algo anormal, mi amor por ti es anormal, ¿Verdad, Naruto?
¿Sentir esto está mal?
Los vi cruzando la alfombra roja a la salida, era hora de ir al gran salón donde las mesas para invitados aguardaban. La gente comenzó a despejar el recinto, y yo…ya era hora de retirarme.
Pero antes, quería verte una vez, tan solo una vez más…
Apenas cruce la puerta, vi que Hinata tiraría el ramo, y las jóvenes solteras no tardaron en empujarse una a la otra por tomarlo. Aproveche ese momento, sabiendo que estaban separados, hablabas con tus abuelos. Ambos, largaban lágrimas de felicidad, lo mío no era felicidad…
Espere unos instantes, me miraste y yo te sonreí, no tardaste en acercarte y abrazarme con fuerza.
—¡Teme! ¡Estoy tan feliz! Gracias por quedarte-te oí murmurar cerca de mi oído.
No lo pude evitar, y correspondí tu acción. Te abrace con fuerza a mi cuerpo, aferrándome a tu espalda. Porque sabía que te perdería para siempre…
—Dobe…
No sé en qué momento había ocurrido, ni si quiera me había dado cuenta. ¡PERO ESTABA LLORANDO!
—¿Sasuke que…?
Quisiste separarte y verme, pero no te lo permití. Verme en ese estado era demasiado, vergonzoso. Llegaba la hora de despedirnos…
—Me voy-trate de calmar mi voz-a Inglaterra, volveré con mis padres, mi hermano tiene un trabajo esperando por mi-le dije aun, abrazados.
Sentí tu cuerpo tensarse, ¿Estabas temblando?
No pude contener más ese abrazo, te separaste y me miraste de una forma que me rompió por completo…
—Pero volverás, ¿Verdad?
Intentaste sonreírme, pero fue en vano. Estabas triste…
Baje la mirada, y negué en silencio. Fue algo que no pude captar a tiempo, pero me jalaste de la camisa y me tomaste entre tus brazos con más fuerza que antes. Y no tarde en escuchar esos sollozos…
No, no, no quería hacerte llorar, se suponía que hoy seria tu día.
—V-voy a extrañarte….mucho…
No lograbas hablar bien y un nudo en mi garganta no me permitía expresarme. Me maldije mentalmente, era demasiado doloroso. Te abrace pegando completamente nuestros cuerpos, poco importaba el resto del mundo. Todavía se mantenían charlando, y Hinata reía con sus amigas esperando por ti.
—Y-yo…yo también…voy a extrañarte, mucho Dobe…-sentí algo cálido por mis mejillas, las lagrimas eran más…mucho mas.
—¡Amor debemos irnos!-escuche a Hinata.
Quisiste separarte de mí, pero antes me acerque a tu mejilla, y la bese de forma lenta y tierna. Deje posar mi mano en tu nuca, y acerque mis labios a tu oído.
—Te quiero, Naruto, Te quiero mucho.
Me despegue de ti y sin ver tu expresión, voltee a retirarme con las manos en los bolsillos. Escuche que me llamabas, apresure el paso más rápido, dejando que mis mejillas se empaparán en lágrimas amargas.
Solo quería largarme, antes de cometer alguna estupidez.
Llegue a casa, un pequeño departamento. Entre al cuarto y vi en la cama las maletas preparadas para irme, me desvestí y entre a bañarme. Recordando, nuestra niñez, cuando de pequeños jugábamos y peleábamos por tonterías. Siempre estuvimos juntos, en la primaria, en la secundaria y la universidad…no importaba sino gustaba la carrera, lo importante era quedarnos juntos. Y ahora…tú harías tu familia, no podía soportar eso. Por eso era mejor irme de aquí y olvidar el pasado, olvidarte mi querido Usuratonkachi.
Ahogue un quejido de dolor, y golpee mi frente contra el frio azulejo. Llore por media hora, bajo la regadera, una vez comprobé que mis ojos fueran aceptables ante el espejo, tome mi boleto, pasaporte y llaves. Cerré la puerta. Sujete ambas maletas y una mochila puesta en mi espalda.
—¡Atención! ¡Pasajeros con destino a Inglaterra, favor de ingresar por la puerta 4, gracias!
Era mi vuelo. Mire una vez más mi alrededor, extrañaría Japón. Pero más…extrañaría estar a tu lado…sentía un vacio en el pecho, indescriptible.
Adiós…mi Naruto…
*****
—Esto no puede estar pasando…-susurro un rubio agitado, al borde del llanto.
El avión que tanto quería alcanzar, lo veía despegando de la pista y perderse en el aire.
—Sasuke…-se dejo caer de rodillas al suelo, agarrándose la frente-Sasuke…¡¡¡SASUKE!!!
(Continuara)