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Amor editado o ¿inédito? por senyu

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Sentía que el peso sobre sus hombros se iba haciendo cada vez más pesado en lo que sus ojos esmeraldas recorrían una y otra y otra y otra vez, el gigantesco desastre apilado sobre aquel pequeño cubículo que era el escritorio de Aikawa.

—¿Qué…que es esto? — pregunto atónito sintiendo como las gotas de sudor por tan maratónico esfuerzo que ya sabía tendría que hacer, comenzaban a resbalar por su rostro, evidenciando al mismo tiempo lo nervioso que estaba no solo por intentar no arruinar su primera oportunidad en unos meses por salir del departamento de manga sino por el exagerado desorden que amenazaba con volverlo loco.

—esto es el trabajo pendiente de Aikawa —respondió con una gran sonrisa el editor en jefe de literatura que Onodera podía leer como un “no sabes lo que me alegro no ser tu en este momento” —.Aikawa también dejo esta lista con los pendientes más urgentes de la agenda de Usami Akihiko y la razón del porqué de este monumental desastre y que debe hacer con cada pieza.

—Onodera…—.Parecía que Isaka decía su nombre con cierta lastima disimulada tras su sonrisa —.espero que tengas una larga… vida.

Tras aquellas palabras y sin poder agregar o replicar algo más, los ojos verdes de Onodera Ritsu  seguía a los dos ejecutivos de la empresa que se iban a paso afanado dejando bien en claro que ellos llegaban hasta ese punto y que ya el tendría que hacer lo que fuera por sobrevivir al caos.

Suspiro, tomando asiento. No tardando en tomar algunos manuscritos que estaban apilados en el piso a un lado del escritorio, revisando a su vez la lista que Aikawa había dejado con las instrucciones de su trabajo para que el pudiera cumplirlo milimétricamente buscando así la posibilidad de poder quedarse y poder al fin estar en el lugar donde había estado destinado a estar desde el principio.

—Aikawa, espero que tenga lista la petición de reimprenta del ultimo material de Usami Sensei…— le advirtieron desde su espalda haciendo que su cuerpo se paralizara y se estremeciera por completo, logrando que se quedara estático en su puesto.

Onodera se giró a ver a la persona que se había detenido justo detrás suyo. Dejando que sus ojos esmeralda se encontraran con los ojos azules oscuros de Yokozawa que le miraba como pensando “¿que hace este imbécil aquí?”

—tú no eres Aikawa…—dijo con anonadación.

—¿ta…ta? —canto como pregunta muy nervioso.

—¿Qué haces aquí? —Pregunto Yokozawa muy enojado —¿y donde esta Aikawa?

—esta de licencia y yo estaré reemplazándola—respondió Onodera con el corazón en la garganta. Ya de por si Yokozawa le hacia la vida imposible en la sección de manga y no se trataban directamente, siendo ahora editor de literatura, ese hombre iba a destrozarlo y pudo verlo en aquella sonrisa que se formó en los labios de aquel hombre que solo hablaban de pura maldad.

—Aikawa… ¿mando a sacar las copias faltantes del libro de Usami sensei? — pregunto en un tono despectivo que lograba ponerle los nervios de punta.

—no lo sé…—respondió tragando saliva.

—pues averígualo… ¿cuantas, para cuándo?... no te esperare todo el día.

—En un segundo— respondió el castaño pero con un aura pesada sobre su cabeza.

—Bien, entonces espero—respondió Yokozawa apoyándose contra el escritorio para esperar.

Pronto Onodera estaba mirando la lista de Aikawa rogando mentalmente a que esa editora lo hubiera hecho pero el primer punto de esa lista dañaba todas sus ilusiones al decir:

“llamar a la imprenta y sacar diez mil copias más del ultimo material de Usami sensei”

—ha pasado un minuto y medio… que lento eres—regaño Yokozawa con superioridad logrando que Onodera odiara tomar ese empleo.

—se sacaran diez mil copias… pero aun no se ha hecho—informo desganado el castaño.

—¿y que estas esperando? ¿Crees que se imprimirán solas?

—sí, sí. Ya llamo a la imprenta.

—ser más eficiente no te mataría… esto es literatura no la sección de manga… ni la empresa de tu padre—con esas palabras Yokozawa se retiró dejando al ojiesmeralda con ganas de matarlo y muy dolido por esas palabras.

***

Entraron en el apartamento hablando animadamente sobre aquel extraño pero constructivo día, al menos para uno de los dos.

Usami no estaba muy seguro aun de su cambio de editor. Recordaba muy poco sobre Onodera, habían pasado tres largos años que se notaba había cambiado a ambos, pero eso del pasado, de ya haber trabajado juntos ¿podía dar verdadera pauta de que se llevarían bien?

Le había costado mucho adaptarse a la loca de Eri Aikawa, que, a medida de que pasaba el tiempo aprendía mañas nuevas a cada segundo. Por ello concluía que Onodera debía estar totalmente cambiado.

Misaki por su parte estaba feliz. Sentía que el apartamento se le hacía pequeño de la felicidad y sentía energías para dar y convidar.

—¿Qué quieres cenar, Usagi? —pregunto dejando su mochila en el sillón largo de la sala, girándose a mirar al escritor peliplata que sin que el castaño se diera cuenta se había acercado para quedar  a medio paso de Misaki.

Pronto Usami sujeto al universitario por la cintura apegándolo a su cuerpo de un tirón uniendo sus labios por iniciativa propia. Tomando a Misaki por sorpresa no tardando en alejarse del escritor de un empujón cayendo de espaldas al sofá.

Aprovechando el que Misaki estuviera sobre el sofá, Usami se posiciono sobre el aprisionándole contra la cojineria, regresando a besarle con algo de violencia y deseo, ese tipo de acciones era lo que ponía nervioso a Misaki y no lograba definir sus sentimientos hacia Usami a veces sentía que el escritor no lo dejaba respirar.

Intento quitárselo de encima pero Usami sujeto sus muñecas levantándolas y aprisionándolas sobre su cabeza como señal de derrota innegable.

El beso se iba profundizando y por más que el jadeo que salía de su garganta y los movimientos de su cuerpo fuera para escapar, el castaño ojiesmeralda tenía que admitir que adoraba que ese escritor lo tocara, le buscara, sentir su lengua incitando a jugar a la suya, logrando que el placer y el deseo le pidiera más.

Dejo que su lengua jugara con la de Usami rindiéndose a sus consentimientos. Relajo sus brazos dejando que el escritor los soltara seguro de que no se resistiría más.

El peliplata con sus manos libres, deslizo las mismas por debajo de la camisa del castaño acariciando su abdomen con delicadeza y devoción en lo que lograba encajarse entre las piernas de su amado universitario, todo sin dejar de besarlo.

Los jadeos que antes habían sido de resistencia, ahora eran una sinfonía de placer inigualable; dejando que los labios del peliplata se deslizaran de sus labios a su cuello, dibujando con sus labios y lengua con deleite y suavidad, logrando que los bellos de todo el cuerpo se erizaran y un escalofrió que recorría toda su espina lograra que arqueara su espalda dejándole sentir algo de exigencia de atención en su entrepierna.

Para cuando menos tenso estaba mucho sentado con Usami jalando su camisa para removerla y que no estorbara más al mismo tiempo en que las manos de Misaki que había querido quitárselo de encima, ahora le estaban ayudando a deshacerse del chaleco y la corbata del escritor.

Usami regreso a besarlo con desesperación, no perdiéndose de ninguno de los detalles y reacciones de Misaki: levantándose para mirarle en lo que introducía una de sus manos dentro del jean del castaño comenzando a provocar a su ya palpitante excitación.

Los ojos entrecerrados del ojiesmeralda, miraban al personaje frente a él con pena, con vergüenza que le viera la cara roja de placer, la boca entreabierta dejando salir los gemidos recién provocados por el trabajo del peliplata un poco más abajo.

No quería que lo mirara, no de esa manera, no como estaba por lo que como un rayo tomo uno de los cojines del sofá a unos centímetros sobre él y se cubrió la cara. Quería que le hiciera el amor pero que no lo mirara que por favor no lo mirara. Le hacía sentir lo suficientemente avergonzado como para saber que sería capaz de retractarse.

—No me mires —pidió con lagrimas en los ojos apretando el cojin contra su cara. Le gustaba lo que sentía pero lo hacía sentir tan mal de aun no poder entender o leer lo que sentía por ese escritor.

Usami sonrió. La inocencia de Misaki era lo que lograba hacerle sentir todo ese amor al máximo, puro e intachable.

Jalo el pantalón del castaño junto con su ropa interior, dejándole desnudo para su fiel acto de amor y devoción.

Se inclino un poco volviendo a besar el cuello de Misaki en lo que con delicadeza introdujo uno de sus dedos en la entrada del castaño preparándole para la faena.

Lo escuchaba gemir y mas quería hacerlo suyo, lo escuchaba y más quería acallarlo con sus labios.

Con una sonrisa tomo suavemente el cojin con el que el castaño se escondía quitándoselo lentamente; se inclinó sobre Misaki para acomodarse y así comenzar a penetrarle lentamente, quitando el cojin de la cara de su amante por fin para poder besarle y acallar sus quejidos.

Misaki dejó caer el cojin sin resistencia permitiendo que su lengua danzara con la del peliplata, sintiendo la presión de aquel miembro que incurría en el con delicadeza, regalándole una mezcla de dolor y placer que le hacía desear más.

Se separo de los labios de Misaki unos míseros segundo dándole la oportunidad de respirar y acostumbrarse a su pene dentro de el para no lastimarle.

El castaño tenía los ojos cerrados y su rostro ardía en un rojo intenso. Era como ver a un angelito, logrando arrancarle una sonrisa de total felicidad. Todo lo que necesitaba en ese mundo, el motor de su vida, el causante de toda su energía, el objeto de sus ideas más pervertidas era aquel chico que no quería perder jamás, su pequeño estudiante que con solo mirarle le hacía sentirse en el cielo.

—Te amo—le dijo regresando a besarle, sabía que el castaño no le respondería pero el hecho de estar compartiendo ese momento intimo con él, rodeando su cuello con sus brazos correspondiendo a sus besos para el significaba que lo amaba sin importar que no se lo dijera.

Comenzó a mover sus caderas para estocarlo una y otra vez escuchando como los gemidos del universitario se acallaban contra su boca, definitivamente si eso no era la gloria…ninguno de los dos sabía lo que era.

****

La hora del almuerzo se iba acercando y a pesar de tener un story board en sus manos editándolo con detenimiento, sus ojos se desviaban cada viñeta al puesto frío, solo, abandonado y vacío de Onodera. La mañana no había sido muy productiva realmente, si analizaba su trabajo, en cinco horas no había avanzado más de tres hojas y media y había tenido que revisar toda otra vez porque su cabeza parecía no retener lo que editada.

—¡Takano! — el llamado de atención de esa mañana se había hecho presente y había logrado hacerlo explotar en menos tiempo del acostumbrado.

—¿ahora qué?—pregunto automáticamente a la defensiva. Fulminando a Yokozawa con la mirada. Advirtiéndole que no estaba de humor para sus llamados de atención.

—valla. Que mal humor tienes — sonrió el azabache sin quitarle la mirada de encima. A simple vista no lograba saber por qué el mal humorado pelinegro andaba de malas pulgas.

—El día no ha sido productivo y tengo un maldito dolor de cabeza que me está matando— se defendió Takano de inmediato.

Le costaba admitir y aún más a Yokozawa que le perturbaba no ver a Onodera. Yokozawa levanto su mirada al departamento de manga. Notándolo inusualmente solo.

—¿Dónde están todos?— pregunto al fin.

—Hora de almuerzo— respondió Takano dejando el story board y sus lentes en el escritorio frente a el —.¿de qué vienes a quejarte ahora?

Yokozawa seguía estudiando el lugar una y otra vez. A esas horas sabia que debía estar algo que lo molestaba pero no lo encontraba y le hacía sentir incómodo.

—te estoy hablando— gruño Takano bastante exasperado pero para su sorpresa el as de las ventas lo mando a callar con una señal de su mano.

—de quien es ese puesto?— señalo uno de los cubículos cercano a la puerta.

—Kisa— respondió Takano confundido.

—¿y allá?—señalo el cubículo junto a la puerta.

—Onodera.

Yokozawa chasco los dedos como si aquello señalizara un "bingo" al haber encontrado que era lo que le hacía falta.

—Había olvidado que lo había visto haciendo un reemplazo en literatura— sonrió con diversión volviéndose a mirar a Takano que no entendía a que iba esa sonrisa —.¿cuánto tiempo va a estar allí?

—No lo sé— gruño Takano harto de que le anduvieran recordando que Onodera andaría por un tiempo allí, lejos de él.

Hay estaba lo que Yokozawa estaba buscando; la seña que necesitaba para dar con la verdadera razón del mal genio del pelinegro invocando rápidamente a su propia cólera.

—¡¿por qué no me haces caso maldita sea?!— Peleo de inmediato aprovechando que estaban solos y viendo necesario el hacerse oír al fin, después de tantos desplantes desde que el tal Onodera había vuelto a aparecer —.¿vas a dejar que ese idiota te destruya nuevamente?

—¿Ah?—apenas pudo lanzar como pregunta al no entender la repentina manera de explotar del as de las ventas que le miraba con rencor.

—sabes de que hablo... Y comienzo a pensar que también eres un idiota.

—¿A qué viene todo esto?— pregunto Takano furioso.

—a que te estas muriendo de la ira por que el chiquillo ese no está aquí contigo. Tengo que recordarte que casi que vivías destruido en la universidad? Desde que ese pedazo de imbécil regreso apenas si eres el mismo...

—¡Cállate!— ordeno el pelinegro poniéndose de pie muy enfadado. Había muchas cosas que no estaba dispuesto a tolerar especialmente ese día y una de ellas era as beligerancias de Yokozawa.

—"cállate", "no te metas", "déjalo tranquilo", "¿qué le dijiste?" Es lo único que sabes decir... Pareces disco rayado— regaño el azabache totalmente desquiciado.

—debe ser porque parece que no me entiendes. Te digo que no hagas algo y lo haces, parece que te encanta contradecirme.

—te cuido porque parece que tu cabeza no parece entender que estas en un posible peligro.

—¿Peligro de que?— pregunto incrédulo.

—de un oportunista, manipulador y mentiroso como Onodera Ritsu.

Takano trago saliva. Estaba enojado, demasiado. Odiaba que se metieran indulgentemente en su vida como lo hacía Yokozawa, pero desafortunadamente ese hombre tenía razón con respecto a que estaba en peligro de hundirse como piedra en el mar turbulento de amor que jamás solía sonreírle. Pero si bien era cierta que Onodera había regresado, quería creer que como en los mangas, el destino le estaba regresando una vieja posibilidad por mucho que el castaño ya no era para nada el niño de antes. Era difícil y cerrado con lo que sentía y cada día con él era un juego de estira y afloja. Pero aun así no quería perder la oportunidad de poder probar con calma ese primer amor que había jurado ese día de preparatoria destruir y no dejaría que Yokozawa lo arruinara.

—Odio que te andes metiendo en mi vida— dijo al fin Takano —.odio que me estés recordando esos días.

—despierta, Masamune. Esto es la vida real no un manga.

—¡no más! —Grito al borde de la coronilla —¿que no me estas escuchando?

—si, por desgracia te escucho como también te ignoro porque jamás has tenido algo seguro que mostrar más que el talento que tienes de resto eres un desastre.

—¿y eso te da el derecho a violar mi privacidad?— pregunto sin poder creer lo que escuchaba.

—claro que sí. Si tú no tienes el sentido común para cuidarte alguien tiene que hacerlo.

—no necesito que te metas, ya te lo dije.

—mira Takano Masamune. O te centras o te compones pero no te voy a dejar hasta que pase y que el pendejo ese se vaya preparando porque aprovechare para hacerle la vida un infierno en literatura.

Tras la amenaza de Yokozawa, este no tardo en tomar camino con la expresión asesina de Takano sobre su espalda.

—atrévete y yo te acabo— le advirtió el pelinegro viéndole irse.

—Vamos a ver quién puede más, Masamune— dijo deteniéndose y mirando sobre su hombro al aludido —.si él o yo. Ya me lo agradecerás— dijo yéndose y dejando al pelinegro solo.

Golpeo el escritorio furioso. El día era todo un desastre y ahora más que a un amigo, tenía a un niñero de tiempo completo y de remate... Desquiciado.

—Digno de un manga— dijo dejándose caer frustrado en su silla con ganas de golpear a alguien.


***

Estaba organizando todo en tumultos según sus categorías sobre el escritorio de Aikawa, de acuerdo a cada cosa que tenía que hacer, quedando con cinco columnas de papeles, informes, manuscritos, pruebas de imprenta y planes de promoción. En su agenda andaba anotando las citas con diseñadores e imprentas, firmas de autógrafos en principales librerías, etc; a medida que iba realizando llamadas y confirmaba las citas. Al mismo tiempo arreglaba planes de edición milimétricos con respecto al material entregado y que tenía que depurar en menos de dos semanas. Tenía trabajo para tirar al techo. Pero si de algo estaba seguro era que si podía con los ciclos de muerte del departamento de manga... Bien podía con esos manuscritos, aunque si dormía dos horas sería mucho pedir.

    Se recostó en su silla un segundo a descansar. Desde que había comenzado en la mañana, no había parado y ni siquiera había almorzado provocando que su estómago gruñera al recordar ese detalle dejando que una nube azul cállese sobre el al dar un gran suspiro. No sabía cómo Aikawa había podido dejarse coger esa ventaja, pero al menos con su plan infalible lograría ponerla al día.

Tomo el calendario y vio las fechas que había en el, encontrándose con que hacía dos días que Usami tenía que haber entregado su ultimo manuscrito y no había nada al respecto en la lista. Su estómago regreso a quejarse al ver que el castaño pretendía continuar olvidándose de él.

—primero trabajo... Después comida— le hablo a su estómago resignado a que sus necesidades tendrían que esperar una hora más al menos hasta la cena.

Tomo el teléfono y llamo a Usami, si bien aún tenía ciertas dudas, quería estar seguro del por qué el manuscrito aún no estaba listo.

—Usami— le contestaron casi de inmediato. —Usami sensei, habla Onodera.

—Te habías tardado en llamar— rezongo Usami bastante desagradado de su llamada haciéndole sentir un poco fuera de lugar, pero no dejaría que eso se inmiscuyera con su trabajo.

—quería hablar sobre su retraso en el manuscrito. El silencio se hizo al otro lado de la línea que duro tal vez dos o tres minutos que fue llamando a una sonrisa nerviosa que ocultaba su rabia ante la idea del incumplimiento.—no lo tiene listo... ¿Cierto?

—pensé que Aikawa se lo había dicho. —no dice nada en sus notas.

—tengo una prologa de una semana.

—entiendo, Usami sensei. Pero creo que eso no podrá ser— negó de inmediato. Ya tenía todo un plan listo y tenia directivas encima por ese trabajo... O salía o salía.

—¿cómo qué no?— pregunto Usami muy molesto. —bueno, hay tres razones. La primera: los directivos exigen el trabajo. Dos: si se lo recibo en una semana estaríamos a un día de entregarlo a la imprenta, por lo que no habría tiempo para correcciones y tercero: seré su peor pesadilla si no lo termina...

Hay estaba lo que Usami tanto temía. Un editor peor que Aikawa y que sonaba más psicótico que ella... No sabía por qué se había sorprendido con las palabras del castaño pero hasta se lo tomaba mas enserio que a la psicópata de la pelirroja.

—¿Para cuándo cree que pueda terminarlo?—pregunto tranquilamente Onodera, decidido a acabar con ese silencio al otro lado de la línea.

—No lo sé... — respondió Usami serio, no pretendía dejársela montar de Onodera.

El castaño suspiro leyendo una advertencia en la lista de Aikawa. "Usami sensei es imposible. Puedes presionar lo que quieras, el siempre se toma su tiempo."

—"y ahora veo esto..."— pensó el castaño desanimado. —sé que podemos llegar a un acuerdo Usami sensei.

—lo escucho

—qué le parece si me entrega el manuscrito en dos días y así podre tenerlo listo antes del lunes.

—De acuerdo, intentare tenerlo en dos días — suspiro el escritor derrotado, ya que realmente no tenía muchas ganas de discutir con su nuevo editor, realmente no le preocupaba ese ultimátum, el manuscrito estaba casi terminado.

—gracias por su arduo trabajo, Usami san.

Así, con un acuerdo a puertas. Onodera estaba listo para colgar cuando su celular sonó con el nombre de uno de sus artistas en la pantalla recordando así al chico que lo reemplazaría.

—Usami san...— le llamo antes de que pudiera colgar el peliplata.

—¿ahora qué?

—quería saber sobre el chico que Takano san puso en mi reemplazo. ¿Sabe dónde puedo encontrarlo?

—¿Cómo para que sería?—pregunto serio el escritor.

—bueno... Quería que tal vez viera algunos story boars, para que valla aprendiendo a editar. Takano es exigente, no soy el mejor editor de manga, apenas estoy aprendiendo y tengo que trabajar de cerca con él porque depende del cuello de ambos. Soy responsable de él.

—Takano, eh...— dijo a modo despectivo. De hecho el mandar a Misaki a trabajar con ese hombre no le gustaba nada. No por que editará manga o tener a Misaki lejos de el en vacaciones, si no por ser Takano. Nadie jamás se había ganado su repelencia como ese hombre —.le parece si paso por esos materiales esta noche? Me gustaría hablar muy seriamente con usted.

Onodera se sorprendió con esa petición. Ya que no pensaba que el escritor tuviera algún problema con él. Aunque comenzaba a pensar que el escritor quería hablar de Takano.

—bien. A las nueve pasare a su casa a dejar los story boars, tengo primero que ir a mi casa por ellos.

—no. Yo voy por ellos.

—¿a mi casa?— pregunto sorprendido —no debe molestarse.

—sí. Tranquilo. A las siete paso por ellos.

—claro... Pero no quiero que se tome esas molestias.

—me pondré ahora con el manuscrito. Falta poco. Si lo termino se lo llevare de una vez.

—bien... De acuerdo Usami san, hasta entonces.

—¡Onodera!—escucho a lo lejos tan pronto colgó el teléfono, sintiendo como cada poro de su cuerpo y hasta su cabello se erizaba como el de un gato

—.espero que... —tendrán las copias para el viernes. Estudie el plan de ventas de Aikawa, mande a sacar quince mil copias y diez mil más en preprensa. Que no sea sino ordenarlas y salen rápido—solto de inmediato interrumpiendo a Yokozawa que se le quedo mirando sorprendido por lo detallado de su explicación, pero eso no quería decir que él no le aplicara un "pero."

 —¿Y quién te crees para modificar el número de copias a imprimir?— pregunto cruzándose de brazo con la mirada confundida de Onodera sobre él. Este no lograba entender cuál era el problema.

—por qué es Usami san, por eso. Es obvio y visto por las estadísticas que sus trabajos se venden como pan caliente.

—¿y si no se venden?

—se venderán, hasta pienso que debí sacar más— regaño Onodera mirando su reloj; con este marcando las cinco y quince de la tarde, tenía el tiempo contado para ir a su apartamento y preparar todo para la llegada de Usami—.tengo trabajo que hacer —punteo guardando su laptop y tomando dos manuscritos que tendría que comenzar a editar—.si las copias no se venden te aseguro que me las comeré, pero yo sé que se venderán.

Con afán y con esa promesa. Se colgó la maleta al hombro y salió casi corriendo de allí, dejando a Yokozawa con la palabra en la boca. Si bien en el manga no tenía nada que decir, opinar o saber, la literatura era lo suyo y nadie jamás podría decir que él estaba equivocado; porque sabía bien que no lo estaba.

Yokozawa por su parte quedo muy sorprendido con aquella repentina actitud llena de confianza de parte del que le había parecido siempre un tímido y distraído Onodera. La rabia invadió todo su ser. Lo vería caer así fuera lo último que haría. 

***

Corría de un lado a otro organizando tan rápido como podía. Limpiando el piso, los platos recogiendo la basura y la ropa tirada por allí y tras hora y media de limpieza sin parar al fin el apartamento parecía un lugar tranquilo, limpio y reconfortable.

 

Sobre la mesa del comedor estaban diez tomos de los mejores story boards que había editado y una especie de manual de procedimiento para la edición que había logrado redactar en menos de diez minutos con explicaciones detalladas de cada corrección a tener en cuenta en la edición según lo que había aprendido de Takano. Sería perfecto para el chico en sus comienzos.

Se organizó un poco ya que realmente no tenía tiempo para ducharse o cambiarse pero al menos que no se fuera a ver tan desordenado, ya solo le quedaba esperar a que Usami llegara no tardando mucho en que sonara el timbre corriendo a abrir la puerta.

—Usami sensei, lo estaba esperando—le sonrió no más abrir la puerta encontrándose con el peliplata, sorprendiéndose un poco por su vestimenta.

A diferencia de todas las veces que lo había visto de corbata y chaleco, siempre tan pulcro y formal, esta vez estaba un poco menos descomplicado; al llevar un traje de pana negro, al igual que sus zapatillas. Una camisa blanca de botones manga larga bajo el saco negro, con los tres primero botones del cuello desabrochados y sin corbata.

—“soy un desatinado”—pensó haciéndose a un lado para dejar pasar al escritor —.por favor pase.

***

Las puertas del ascensor se abrieron en su piso.

Con el día siendo un desastre total, con el de mañana prometiéndole lo mismo con la llegada del nuevo editor. Takano solo quería entrar a su apartamento, meterse en la cama y descansar.

Sería el primer día en mucho tiempo en que no vería a Onodera y la idea de ir a verlo por cualquier tontería había estado alojada en su cabeza durante todo el camino de regreso, pero a la final se había decidido a que no lo haría, porque tenía un genio de los mil demonios y no quería una tercera pelea ese día.

Camino cabizbajo hasta la puerta de su apartamento buscando las llaves en los bolcillos de su chaqueta sintiendo la ufame necesidad de una taza de café y un cigarrillo luego de una relajante ducha.

—por favor pase—escucho a unos pasos de él obligándole a levantar la cabeza de un tirón clavando sus ojos en la puerta de Onodera, encontrándose con este y con el fastidioso escritor que estaba editando ahora, ambos introduciéndose en el apartamento sin siquiera notar su presencia.

La sangre comenzó a hervirle con la gran sensación de tirar esa puerta y hacerle el reclamo al castaño pero desafortunadamente tenía que morderse la lengua hasta que ese hombre se fuera.

***

Estaba sentado en el comedor con una taza de té frente a él  y mirando con desinterés los story boards que el castaño andaba empacando en una caja

—¿y Misaki tiene que editar dibujitos…?—pregunto como si sintiera que le tomaban el pelo.

—sé que al principio no son gran cosa, pero piense en ello como un libro gráfico, son interesantes—defendió Onodera, aunque en un primer momento hubo pensado igual pero desde que había comenzado a editar manga se había logrado ver la fascinación en leerlos aunque jamás lograrían reemplazar un buen libro.

—ese tipo Takano…

—él no es malo…— se apresuró a negar Onodera incluso ayudándose con las manos para enfatizar —.es demasiado estricto es todo.

—No me agrada –enfatizo Usami de golpe sin dejar de lado la horrible seriedad.

Una risita nerviosa y una gota se deslizaba por su frente cuando leyó en los ojos lilas de Usami la rabia que le manejaba a Takano y al mismo tiempo noto algo particular. Esa expresión y esa manera de mirar, la ufane necesidad de estar sobre algo o controlando algo… se le hacían extrañamente familiar.

—bueno… luego del incidente de hoy no lo culpo, pero le aseguro que no es mala persona.

—el manuscrito no lo pude terminar, pero mañana estará listo—cambio de tema no más queriendo no discutir más sobre el tema con el castaño que le parecía extrañamente inclinado hacia el pelinegro, pero no tardo en relacionarlo por la relación de empleado – jefe que manejaban.

—no se apure Usami sensei aún tiene algo de tiempo.

—no negare que me preocupa lo que ese trabajo pudiera hacer sobre Misaki…—reconoció.

Onodera se le quedo mirando ahora confundido recordando todos los días en que creyó moriría a manos de las exigencias de Takano, tal vez si sería demasiado para el pobre universitario.

—no se preocupe Usami sensei, yo le asegure a Takano que estaría al pendiéndote de mi reemplazo así que si algo pasa, correré con las represarías.

Usami se quedó mirando a Onodera fijamente viendo esa determinación en sus ojos esmeraldas la expresión rígida y de contextura le recordaron rápidamente a Misaki o simplemente estaba volviendo loco al relacionarlos. Sonrió incrédulo… no podía creer que estaba a punto de creer las palabras de su nuevo editor.

—ya debo irme—dijo el peliplata sin ver más de que seguir esa conversación. Levantándose de la mesa.

—si—dijo Onodera cerrando la caja – dentro de la caja hay diez de los mejores story boards y una especie de manual que redacte; que lo lea junto a las correcciones. Mañana si es posible me reuniré con él a primera hora para entrar en materia.

—bien. Apenas termine el manuscrito le llamare.

—gracias por su trabajo, Usami san.

Usami tomo la pequeña caja y con Onodera, tomaron camino a la puerta con el reloj marcando las ocho treinta. El peliplata solo tenía la ansiedad e regresar y besar a Misaki, ese era su único deseo hasta el momento.

Cruzo la puerta para irse y el castaño se quedó en el umbral para poder despedirse pero la presencia de un tercero no se hizo esperar. Con los ojos de ambos sobre el recién aparecido.

—buenas noches…— saludo titubeante Onodera pero la mirada de Usami y la de Takano parecía invocar una guerra, casi parecían despedazarse entre ellos.

—Hablamos mañana—fueron las últimas palabras del peliplata antes de continuar su camino al ascensor dejando al fin, al castaño y al pelinegro solos.

Onodera sentía por la mirada enojada de Takano que este lo acusaba de algo para que en cuestión de segundos lo tuviera al  frente de el a menos de medio paso.

—Takano…

Cualquier objeción, replica o explicación se fueron al vertedero luego de que sus labios fueron forzados por los labios de Takano, como este solo sabía hacerlo, siempre tan violento e inesperado como si pensara en el cómo en muñequito que podía ultrajar, coser, descoser, rellenar y vaciar cuando quería y lo odiaba. Odiaba su carrera por hacerlo suyo siempre el miedo y la sorpresa podía más que el sabor y hechizo de sus labios.

Fue empujado hacia atrás adentrándose en el departamento con su lengua batallando con la de Takano sus manos intentando empujarlo y sus talones tropezando con el escalón de la entrada provocando que cayeran al suelo con el pelinegro sobre él.

—basta… Ta...Takano san…—protesto agitado pero el pelinegro estaba lejos a detenerse aprisionando la piel del cuello del menor con sus labios acariciándola con su lengua.

Un pequeño jadeo se escapó de boca con las manos del mayor recorriendo su torso y logrando dejarle quieto en el piso encajándose entre sus piernas.

—te amo…

El rose de las caderas de ambos, las ansias absurdas de ambos y las lágrimas que se colaban en los ojos del castaños por la impotencia que sería de no lograr que su mente y su cuerpo se colocaran de acuerdo, por que amaba a Takano pero jamás lo admitiría por que le tenía miedo al dolor y su cuerpo pedía a gritos revivir todo lo que pasaron juntos.

Afortunadamente el vibrar del teléfono de Onodera y su insoportable sonido logro regresarle la compostura a ambos.

—Mutou san…—dijo por lo bajo recordando que la dibujante lo había estado llamando todo el día y él no lo había podido atender, pero para cuando entro en si el pelinegro ya no estaba sobre él, lo único que quedaba de él era el sonido de la puerta cerrarse.

Se quedó estático unos segundos aun tendido en el suelo con sus ojos fijos en el techo del corredor, aun con las lágrimas en los ojos y sintiendo sé cómo un perfecto idiota..

—No lo amo, no lo amo, no lo amo… —repetía en voz baja para sí mismo con la respiración aun agitada y la boca semi abierta aun con rastro de los labios de Takano sobre ellos.

—esto… no es amor… no es amor… no es amor…—suspiro con ganas de meterse en un hueco y no salir de allí nunca. No quería ver a Takano y sentir que el corazón se le iba a salir no quería verlo y terminar de comprobar que…— solo intento convencerme de una mentira…

Se levantó del suelo con las piernas pesadas y negadas a moverse, caminando con dificultad a su habitación desplomándose en la cama. Sabía que tenía que comenzar con uno de los manuscritos de Usami pero cuando menos pensó cerro los ojos y su mente colapso siendo ya todo solo una negrura.

***

—Te amo…— le decía mientras sus labios recorrían al abdomen de su amante. Misaki se aferraba a las almohadas tras su cabeza con fuerza disfrutando de las pequeñas descargas eléctricas que los besos de Usami le procuraban.

—Tengo que dormir….—se defendió el pequeño de las manos del peliplata, no podía aguantar dos faenas en un día

—tu solo relájate y disfrútalo.

***(continua)***

 

Notas finales:

bueno aqui esta completo el capitulo cuatro.

hubo un error de mi editora y mio por no comunicarme bien con ella y monto el cap incompleto, espero que les guste mucho.

se que e estado tardando en actualiza. paciencia, tengo como 9 fics mas que requieren atencion.

pronto el cap cinco, no digo fechas pero ya esta listo es cuestion de que lo pase y edite.

nos vemos y cuidensen.


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