Todo comenzó porque me abriste el refresco
Comenzaba el periodo escolar de agosto a septiembre, entre al aula desconocida para mi, ya que era de nuevo ingreso… Aula 225, ok está bien, me gusta el 2 me gusta el 5, no creo que salga nada malo si son esos números, los que yo considero mis números de la suerte, entre, el aula era normal, chicos y chicas normales, promedio, los chicos hablando de video juegos y las chicas hablando de novios y citas, platicas comunes entre nuestra edad, que podía esperar de chicos de 17 años, mmm buen punto pero yo también tengo 17… será mejor que no generalice.
Primera hora, llega el maestro y como siempre en el primer día de clases se presenta
-Hola a todos, me llamo Saúl, y seré su maestro de literatura- Parecía un señor de unos 25 años, sin mucha experiencia en el medio educativo- Bien ya que yo me presente, ahora quiero conocerlos a ustedes, quiero saber sus nombres, su edad y sus gustos. Empecemos con el nuevo- tenía que decir el nuevo-
-Luis, 17 años, me gusta leer, escuchar música, correr, cocinar postres, tocar la guitarra y es todo-
-No párate de tu asiento y dilo de nuevo- dijo con tono de burla y de gracia- Si vamos quiero verte
Me pare, mi estatura era una media, no era tan alto, solo media 1.60 m, tenía el cabello liso y algo esponjado gracias a la genética brindada por mi madre, mis ojos grandes y cafés, mi piel blanca hacia resaltar el uniforme negro que llevaba, una camisa blanca con un chaleco negro, moño rojo, y unos pantalones negros a cuadros, zapatos negros- Soy Luis, 17 años, me gusta leer, escuchar música, correr, cocinar, tocar la guitarra…-
-Ok perfecto, ahora siéntate, toma asiento… -me senté de inmediato realmente me sentía incomodo cuando toda la gente me veía, cuando sentía todos los ojos sobre mi- bien veamos ahora quien sigue mmm… tú- señalo a un tipo que realmente me dio igual, y siguió cuestionando por los nombres de todos, lo bueno es que su clase se fue rápido
La segunda hora fue prácticamente parecida la primera, presentaciones, lineamientos de evaluación… lo mismo de siempre, no converse con nadie de mi clase, la verdad no me importaba mucho tener amigos, la verdad si me hablaban o no me daba igual, pero bueno… ese era yo siempre el niño amargado que nunca hablaba con nadie, que nadie le hablaba nunca.
Siempre ese era yo, el típico niño amargado y solitario que no hablaba con nadie. Así de rápido como dije esto último, llego la hora del almuerzo, busque en mi mochila, el lonche que me había hecho mi madre, para que pudiera comer mientras estaba fuera de la casa, mi mama siempre me decía que tenía que alimentarme sanamente, y por eso siempre me preparaba lonches saludables, con la porción exacta de los grupos alimenticios, para que “creciera” adecuadamente, busque entre todos y cada uno de los libros… nada, entre cada compartimiento de mi mochila… nada, ¡diablos!, voy a tener que ir a la cafetería de la escuela a comprar algo, con lo que me gustan esos lugares. Realmente detestaba ese ambiente de hipocresía y arrogancia que se creaba en esos sitios, saque mi mochila y mi frustración del salón, salí de este, y no sabía hacia donde estaba la cafetería, por suerte, había letreros pegados por todo el lugar, diciéndome hacia dónde ir, rápidamente di con el lugar, para mí no sorpresa el lugar estaba lleno de jóvenes, gritando, riendo, haciéndose bromas, y eso aunado a una gran fila que había para poder comprar algo de comer, hice mi fila pacientemente, demasiada gente, demasiado ruido, era algo tan imperfecto, tan caótico, detestaba esto, para mi sorpresa, si ahora si me sorprendí, la fila avanzo rápido, y me atendieron mucho más rápido de lo que pensé, ordene una torta de jamón, con lechuga, tomate, y aguacate, solo eso y unas rebanadas de queso, junto con un refresco, tenía tantas ganas de tomar un refresco, hacia tanto tiempo que no tomaba uno, por lo regular solamente tomaba agua, y si es que mi madre tenía ganas agua saborizada, ya con mi comida en las manos, decidí a huir del sitio, no sin antes darle un sorbo a mi refresco de cola, realmente mi boca se hacía agua, tome el refresco y trate de quitarle la tapa pero estaba demasiado apretada, y no pude, seguí intentando, y nada, realmente estaba dura, porque no podía, seguí intentando e intentando...
-Dame, yo te ayudo- dijo un tipo algo alto de aprox una estatura de 1.75 m tez blanca, cabello negro, y unos ojos grandes de igual color, tomo el refresco y giro la tapa, y la abrió- Toma aquí tienes- dijo con una sonrisa tan grande y tan linda como la belleza de un atardecer
-Gracias- y el se fue junto a los tipos que parecían del equipo de baloncesto
Me fui a la azotea a comer ahí, realmente no podía sacar de mi cabeza su sonrisa, su rostro, su amabilidad, pero qué diablos estaba pensando si solo me abrió el refresco!