No sé si paso mucho o poco tiempo, lo único que pensaba era en las palabras de Harry y en todas las sensaciones que mi amiga provoca en mí. Sus ojos son profundos, como para perderse en ellos, y al mismo tiempo denotan calidez, y un brillo que me vuelve loca. Su voz es encantadora, me encanta oírla todo el tiempo. Amo su cabello, rizado, lo amaba cuando estaba enmarañado y le daba un toque distraído, pero ahora que está totalmente en orden también me encanta. Su nariz respingada y hermosa, su tez pálida, solo con pequeñas zonas rosadas en las mejillas, su cuerpo tan bien formado… toda ella me encanta!
Cada vez que estaba cerca yo podía sentirlo… y era un sentimiento que me había negado a aceptar… simplemente, la amaba.
Amaba estar con ella, que me regañara por no hacer los deberes a tiempo, que me acompañara y apoyara en todos los juegos de quiddich, sentarme junto a ella en la orilla del lago, enseñándole a arrojar piedras, su cara de preocupación al ver una ligera señal de enfermedad o alguna herida en mi, todas sus expresiones, cuando ríe estruendosamente, al platicar con ella de temas serios, al bromear con ella, cuando se introduce en los libros tanto que ni nota que estas ahí, cuando le va bien en los exámenes, o cuando finge que no le fue bien para no hacer sentir mal a los chicos.
Toda ella es increíble, como un sueño. Es la chica más hermosa, guapa, inteligente, dulce, amable, necia y madura que conozco y probablemente que conoceré. Me enamore como una tonta y estoy perdidamente a su merced. La adoro, al grado de hacer todo lo que ella me pida sin poder negarme… estoy segura que daría mi vida sin pensar por la de ella…
Con esa seguridad entre a la casa corriendo. Vi a Ron y le pregunte por Herms. Me dijo que en la alcoba y subí. Mi corazón latía a mil. Toque la puerta, ella indico que pasara y en cuanto la vi, ahí, sentada en la cama contigua a la mía, leyendo el libro seguramente más pesado que he visto en mi vida, toda la confianza y coraje que tenia se desvaneció por dos simples preguntas… ¿Y si no me corresponde? Pero peor aun… ¿Y si ella me odia luego de que le diga?
Mis pensamientos se vieron totalmente turbados y simplemente me tumbe en la cama, ella se recostó en la otra sin preguntar nada. No podía evitar verla, por más que lo intentaba no era posible quitar de mi vista su hermosa tez, su cabello hermoso, su cuerpo perfecto. Sentí tanto odio y celos del libro que la castaña miraba tan ávidamente. Era como si yo no existiera, y solo vivieran la castaña y su ridículo libro.
De repente, no sé de donde saque tanta valentía, y guiándome más por el instinto que por la razón y me dirigí hacia ella. Me subí sobre ella, quedando sentada en su abdomen, con mis rodillas entre sus caderas.
-Ginn, ¿Qué haces?- pregunto extrañada, dejando de lado su libro.
-Jugando, enserio Herms, son vacaciones, olvida el aprendizaje por un momento – dije, mientras ponía sus manos a los lados de su cabeza y los aprensaba contra la cama con los míos.
Ella me miraba extrañada y yo proseguí – Es un juego simple que me enseñaron Ron, Fred y George, es para medir fuerzas. Yo me coloco en encima de ti, y vemos si puedes zafarte. Si lo consigues, tu ganas y si no, yo gano, ¿entiendes?
-Sí, creo que sí. ¡Pero es injusto! Tú siempre jugabas, me llevas ventaja. Igual lo intentare. Bien, contare hasta tres y empiezo, ¿Ok? – pregunto bastante divertida mi castaña
Asentí con la cabeza y empezó a contar de forma regresiva – Tres… Dos… Uno… Ella empezó a revolverse bajo mío. Yo crecí con puros hermanos varones, y mayores además, así que era bastante obvio que yo tenía más fuerza.
Seguía intentando salir de su posición, pero le estaba costando trabajo, yo estaba bastante bien en ese lugar, tan cerca, teniendo su cuerpo “a mi merced” por así decirlo, sentía el contacto de sus caderas, de sus brazos, era bastante excitante. Yo reía con cara de tonta, pues estaba algo nerviosa, y ella también reía, pero por la incapacidad de ganar. Me distrajo su hermosa risa… baje la guardia y consiguió tirarme.
-Gane! Gane! – gritaba con alegría y emoción la castaña y hasta ese momento capte que estaba en el piso
-Nada, nada, me distraje, de nuevo, de nuevo! –pedía yo entre risas
-Ok, de nuevo, esto es divertido! –acepto y volví a subirme en la misma posición sobre ella. –Prepárate Ginn, porque quien pierda esta vez, recoge la mesa, a lo muggle, claro está.
Esta vez, decidí que no me ganaría, así que, por un sabio consejo de Fred, apoye más mi cuerpo, estaba casi acostada sobre ella, sentía su aliento agitado sobre mi cara, su cabello lucia despeinado, estaba completamente roja por el esfuerzo…
Y yo podía sentir ese momento de tensión que me carcomía por dentro, pero ella parecía ser inmune a eso.
Y empezó a contar otra vez –Tres… - vi su sonrisa, sus ojos brillantes, su hermosa tez, sus labios -dos… - me acerque a ella, y sin pensarlo, me deje llevar, cerré los ojos y termine con el pequeño espacio entre sus labios y los míos.
La bese. Hice lo que siempre había deseado, probar de sus deliciosos labios el sabor que todos los días imaginaba que tendría. Sentí como explotaban fuegos artificiales en mi cabeza, mi estómago tenia muchísimas mariposas dentro, por todo el cuerpo sentía descargas eléctricas, cada milímetro de mi piel se erizo, me sentía en el cielo.
Fue un beso tranquilo, casto, no se cuánto duro, porque el tiempo simplemente desapareció, lo único que existía éramos mi mejor amiga y yo, solo sus labios en los míos, solo su cuerpo bajo el mío… fue muy significativo, al menos para mí, intentaba demostrarle que era la persona más importante para mí, que la amaba y que quería pasar toda mi vida con ella, que hacía tiempo que había dejado de verla como amiga y que en definitiva, era el mejor momento de mi vida.
Me separe de ella y no quería abrir mis ojos. –Te amo Hermione