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Una vez te ame y solo basto esa vez... para nunca dejar de hacerlo por _LonellRyuto_

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Notas del capitulo:

 

 

Este fic ya tiene tiempo aguardado en lo más olvidado de mi PC  (n_n')...

En su tiempo fue escrito y dedicado para una persona que a pesar de todo seguirá siendo muy importante para mi (Ù//Ú)

(Jure que no lo publicaría...Se que lo leerás, pero me vale ( ò//////ó) )...

 

Hoy es publicado con el mismo amor y cariño b25;... esperando que sea del agrado para los demás (nwn)...

 

 

Enjoy!!

 

 

 

 

 

Se sentó aun lado de su acompañante. Acomodo la bufanda evitando que los finos bordes rozaran el suelo. El Día, melancólico, tranquilo, nublado y pasmado. El clima ocasionaba un día perfecto, justo al gusto de su amante. Sonrío con una confiada tranquilidad al voltear a verlo de reojo. No dijo nada. Realmente, no quería estropear esa paz que se había formado por darle la oportunidad a su comentario. Suspiro. Seguidamente con delicados movimientos, de su bolso saco un cuaderno de hojas blancas y un lápiz. Ajusto una hoja y nuevamente sonrío pero esta vez un poco mas débilmente...

- Como en lo viejos tiempos... ¿No es así? -

 

 

 

Ha las afueras de  una estresante ciudad. Siempre habría infinidad de sitios que visitar, pequeños puestos de comida para comprar y relajarse un rato. Pero ningún lugar se comparaba con aquel que tanto disfrutaba. Su lugar favorito.

Era un pequeño parque, donde en su profundidad, lejos de los juegos y de la vista de las personas, escondido por un espesor de arbustos, había un viejo kiosco. La fachada de este, era demacrada y antigua. Los mosaicos, rotos o astillados por la falta de mantenimiento, pero no importaba. Para el menor era un espacio muy tranquilizador y sobre todo muy inspirador. La mayor parte de su tiempo libre, la pasaba por ahí, sentado en las escaleras, dejando que el viento lo envolviera en un abrazo al dibujar. Escapando así de lo cotidiano.

Todo estaba a su favor. El nublado clima. Caían pequeños copos de nieve, pero no era un problema alarmante. El lugar era mas tranquilo de lo normal, tal vez faltaba el eco de la risa de los niños que siempre se oía al jugar a lo lejos. Pero esta vez, solo el canto de algunas aves que se escuchaban, por su puesto, de una manera muy lejana y quedita.

Dibujaba una cosa tras otra sin cansarse. Sus trazos en la hoja, eran tan perfectos como la versión original que observaban sus ojos. El cansancio era una palabra que no conocía y, al tener un lápiz, un cuaderno con infinidad de hojas blancas.., no encontraba razón por la cual detenerse. Pero, ya había dibujado casi todo su alrededor en aquel cuaderno. Cambio a una hoja limpia y tomo con firmeza el lápiz. Esa pregunta a un surgía, ¿Que mas podría dibujar ?..

 

Una pequeña criatura robo su atención. Esta, posaba en una de los pilares del kiosco, abriendo y cerrando sus alas, analizando con estas, el clima en el cual se encontraba el año.

 

Su visión, se clavo en el pequeño pero tan llamativo animal. Estaba fascinado por los colores de ese insecto, sus franjas ovaladas de un color carmesí y sus alas blancas, tan resplandecientes como la nieve misma de su alrededor. Entonces, fue ahí cuando capto la realidad y dejo la fascinación a un lado...

¿Qué hacia una mariposa  volando en plena víspera de invierno?

 

Dejo el cuaderno y el lápiz a un lado para ver un poco mas de cerca, pero antes que hiciera otro movimiento, esta prendió su vuelo perdiéndose en la especidad de los árboles teñidos de color blanco. El color del animal, no ayudó mucho al querer distinguir el rumbo de su dirección...

 

- ¿Por que mejor no la dibujas? -habló una voz suave pero madura.

 

Volteó rápidamente, casi al instante de oír la primera frase. Pareciera que ese día quería darle varias sorpresas. La voz era proveniente de un hombre mayor que él. Hombre que jamás había visto por aquellos lugares de la ciudad. Era diferente a otros hombres. Su piel bastante blanca. Sus ojos oscuros, con una penetrante mirada. Alrededor de estos, una sombra negra los invadía. El cabello castaño ocasionalmente cubriéndole parte de su rostro y su ropa, ni tan casual, ni tan formal. Contrastaba con todo el color blanco alrededor...

 

 

‘El color oscuro..., ese color. No voy a negarlo. Para mis ojos es un color muy elegante y, en ti, resplandece con más fuerza esa elegancia. Digno de ser de alguien amante del Gore* '...

 

 

Aquel hombre, era un poco más alto que él. Con pasos calmados, caminó por el centro del kiosco. Su corazón se paralizo y su piel se erizo, a un bajo la protección de una delgada gabardina al ver que aquel hombre, a paso lento se acercaba. El impulso de salir corriendo lo invadió. Sin pensarlo dos veces lo hizo, pero no llego mas aya de unos cuantos pasos alejados de las escaleras, cuando de nuevo se encontraba estático y, en su expresión, la angustia dominaba  su rostro: El cuaderno.

Dio media vuelta dejando las huellas hundidas en la nieve. Como era de esperarse, ese desconocido hojeaba y divisaba con dedicación cada uno de sus dibujos. Su cabeza todo un dilema. Subir o no subir. Correr, abandonar ese cuaderno o quedarse ahí, con una persona desconocida que demostraba tanta maldad. ¿Qué hacer? No lo conocía, pero el otro lo veía como si así fuera. Le mostraba maldad físicamente, a un así, no la sentía. No sentía aquella vibra atemorizante...

 

-Debo admitirlo...-

-...- Voltio al escuchar esa melodiosa voz, distrayéndose de sus pensamientos.

- Tienes un hermoso don... -cerrando el cuaderno para voltear a verlo -... muy hermoso -

 

Su corazón esta vez no se paralizo. Latió con mucha rapidez al ser cohibido por aquella fuerte mirada que le observaba. Sin mucho que hacer, ya que su mente no carburaba bien. Atinó a bajar la cabeza mirando sin mirar sus zapatos que se encontraban ligeramente cubiertos por agua gragisnada. Pero su manía de mirar de reojo nunca cambiaria. Alcanzo a ver como en mayor lanzaba sin rumbo definido un frasco de cristal que había sacado de la gabardina. Después de eso, se agacho un instante para rejuntar algo y seguidamente con la misma tranquilidad, bajar las escaleras. Al estar a la misma cercanía del menor. Metió el lápiz en el borde del resorte del cuaderno y lo alzo para que el rubio lo tomara.

Al presenciar aquello, levanto su rostro haciendo que su mirada chocara con la del más alto. Amaba admirar las cosas extrañas, exóticas y hermosas y, ese hombre, tenia las tres cosas en su persona. Ya había notado la blancura de su piel y la manera humillante de su mirada. Pero al tenerlo cerca, las cosas pigmentaban de otra manera. Podía apreciar aquella amabilidad y compresión detrás de esa oscura mirada...

 

- ¿Cómo te llamas? -Sonrío maquiavélicamente.

-...-

-¿Por que me miras tan detenido y delicado? -Sonriendo más, con aquella malvada picardía en el rostro-  caso... ¿te guste? -

-... - Frunció con molestia el entrecejo. ¿Amabilidad? Debió haberse equivocado gravemente.

 

Algo molesto, tomo entre sus manos el cuaderno para salir de ahí. Pero antes de que eso pasara, se vio detenido por una fuerte presión en su muñeca derecha. Aquél hombre, corto extremadamente la distancia entre ambos. Su piel volvió a erizarse de manera involuntaria al ver a un mas cerca aquellos ojos, esa mirada dominante pero a la vez pasiva y tranquilizadora... tan hipnotizante como una hermosa piedra preciosa.

 

Con su mano libre acaricio delicadamente cada rincón del rostro del rubio de flequillo largo. Su mano asía el contacto a un más delicado gracias a esa suave y tersa piel del menor...

- Así que, después de todo. Los ángeles si existen... - Susurro -... ¿Puede el demonio... enamorarse de uno? -Levanto con ternura el rostro cohibido del menor y, con la misma ternura, deposito un beso en esos carnosos labios.

 

Fue el contacto húmedo y el agarre de los labios del más alto, lo que lo hizo entrar en razón. No hacia falta mirarse en un espejo para ver el bochorno de sus mejillas. El beso fue corto, pero lo sintió con un gran sentimiento. ¿Imaginación o no? Así lo persuadió. De pronto, sintió la respiración del castaño rozar la piel de su cuello, muy al ras de su oído...

 

- Me encantaría que dibujaras esa mariposa para mí -

-...-

- Mi nombre, es Mao...- afirmo al menor a su cuerpo al tomarlo con las manos por el cuello -... Ahora ya puedes hablarme, te he dicho mi nombre. Ya no soy ningún desconocido - sonrío de manera divertida al analizar que aquel joven entre sus brazos, no le había contestado ninguna de sus preguntas - ...cuando sea el momento, vendrás a este lugar y aquí estaré yo, esperándote, sentado en esas escaleras -

 

Se separo después de darle un beso en la frente. Miro al rubio perdido en su mundo - Buen niño. Mi pequeño -. Fue lo último que dijo, revolviéndole el cabello antes de hacerse a un lado y seguir tal vez, el mismo camino por el cual la mariposa se perdió entre los arbustos...

 

 

"... La gente que piensa que me conquistaste por tu manera de ser. Esta errónea. La gente que piensa que me aferraste por aquel inesperado beso. Se equivoca.

Solo, aquella gente que pensó que me enamoraste por tu mirada y la expresión de amor que me reflejabas en ella. Solamente esa gente, comprende lo enamorado que esta mi corazón a un de ti...''

 

 

 

 

Aquella ultima oración. Aquellas ultimas palabras que le recitó Mao. A un después de meses de verlo por última vez, jamás se fueron. Las recordaba tan claramente como aquellos recuerdos que venían a su mente del día que lo conoció. Esa débil sonrisa, cambio a una mas animada.

 

~...Aunque tu no me mires, no estarás solo. No llores, yo siempre estaré a tu lado...~


Tal vez, aquella oración cansada y dificultosa que le dijo Mao podía llegar a tener algo de realismo. Cada vez que llegaba a sentirse deprimido, al recordar esa mirada protectora apagarse al cerrar sus parpados para ya no abrirlos mas, la misma oración venia recitándose en su mente con aquella melodiosa voz que nunca perdió su hermoso color a un ante el esfuerzo del ultimo suspiro. Al volverla a escuchar, seguía al pie de la letra cada instrucción. La tristeza se iba y otro punto de ver la vida diferente venia. Acomodo el cuaderno, apoyándolo entre sus piernas. Sus ojos divisaron los trazos de algo muy peculiar y casi al instante de haberlo imaginado, comenzó a dibujar...

- Sí. Todo viene siendo como el los viejos tiempos -susurro. Contestándose así mismo la pregunta que ya había hecho anteriormente.

 

 

 

La vida le dio un giro muy dramático. Todo cambio en un instante. Los ojos cristalinos, lagrimas caían empapándole el rostro. Su mirada inconsciente e ida. Miraba como su casa era comida bajo la furia de las llamas. Oía gritos, la desesperación en aquellos lamentos. Pero ser apenas un chico de dieciséis y estar retenido por los brazos de adultos a su alrededor, le dejaban la posibilidad de hacer nada. Su familia moría en vida y el, solamente podía escuchar y ver como sucedía.

 

Los días pasaron lamenteros, uno tras otro. Había dado sus declaraciones, tal como sucedió, describió aquella noche. Después de eso ya no paso nada. No tenia donde ir, ni familiares en donde apoyarse. Suspiro ahogadamente. Se levanto de la banca y se adentro más hacia ese parque. Dirigiéndose inconscientemente a un lugar. El único lugar familiar que le quedaba.

El  frío, era más crudo de noche. Había perdido todo y ni el consuelo le fue dado. Se abrazo a si mismo, pero nevaba, conseguir el calor bajo la protección de unas finas prendas, le seria imposible. Varias veces cruzo por su cabeza desaparecer, pero se consideraba estúpidamente cobarde, que ni eso podría lograr hacer.

Salio del espesor de los arbustos y paro en seco su caminar al llegar  al área despejada que rodeaba el kiosco. Su corazón latió muy acelerado, hasta el grado de llegar escuchar internamente el ruido que emitía este. Después de días, volvió a verlo, en el mismo lugar donde lo vio por primera vez. Pero esta vez el castaño se encontraba sentado en los últimos escalones del kiosco, fumando pacíficamente un cigarro, como si la una de la madrugada, fueran prácticamente la una de la tarde. Mao no se esmero tanto. Simplemente le dirigió su clásica mirada indiferente, palmeo el suelo con la mano invitando al menor sentarse a su lado y dejo que las cosas se dieran.

 

De nuevo su cuerpo se estremeció. No sabia si involuntaria o voluntariamente. Y tal como si le hubieran conectado un dispositivo ajeno, su mente en blanco recordó lo que el mayor le había dicho al marcharse la primera vez que lo vio. Su mirada se lleno de sorpresa...

- anda...-volvió a palmear el suelo - no muerdo... mi pequeño -

 

¿Cómo?, no lo sabía. Juraba que jamás en la vida lo había visto pero, como si fuera alguien que conocía antiguamente, el impulso de correr a abrazarlo lo domino. Por su  puesto controlo aquel impulso y sin saber porque hizo caso al mayor y con pasos queditos, como todo un perro sumiso fue hacia el...

 

 

"El destino es muy grato. En un mundo tan grande, llegaste a mí, te conocí como todo un fan conoce a su artista, y por su puesto me enamore al instante queriendo amarte toda la vida pero..., el destino también es injusto.

Puedo amarte toda la vida pero ya no de la manera que yo quisiera. Solo me queda suspirar, mirar el cielo y preguntar al vacío: ¿Donde estas?''.

 

 

Tiro la colilla del cigarro ya extinto sin fijar el rumbo de este al ser lanzado. Su pequeño subía pero con una presencia muy distinta, muy diferente a la que lo conoció. No dejo de verlo ni un instante, y podía notar de tras de el la tristeza, decepción y desconsuelo seguirlo. Lanzo el humo que rápidamente se desvaneció por las rachas de corriente heladas de aire.

 

Solo un escalón era la diferencia de aquella cercanía. Esa mirada, ni rencor, ni temor, ni tristeza, ni alegría, le observaba detenidamente. ¿Cómo puede un hombre ser tan renuente al expresarse? Esta vez la sombra oscura no rodeaban esos ojos pero, lo penetrante en ellos no se iba. Se hincó, quedando a la altura del mayor y sin pensarlo esta vez fue el quien junto sus labios con los del otro.

Probablemente pudo ser tan obvio con lo que aria. O, simplemente el otro no tenia porque sorprenderse ante aquel acto. El beso ya no fue un común rose. Aquel beso, esperado o no, le fue correspondido mas íntimamente. Se dejo conquistar por la ternura que le propiciaba esa boca, por la delicadeza y las caricias con la cual le exploraba la suya propia. ¿Loco?, probablemente. ¿Necesitado de un consuelo?, lo mas seguro. Pero en su cabeza llego a cruzarle un... Te amo.

 

~... "Cuando sea el momento, vendrás y aquí estaré esperándote''... ~ ¿Quién era esa persona? ¿Cómo describir lo que llegaba hacerle sentir?, ¿Por qué amarlo sin conocerlo? Corto el beso de golpe y oculto sus lágrimas en el pretexto de un abrazo.

 

-Ruki...-murmuro con voz cansada -...me llamo Ruki -

 

Mao solo sonrío. Con algo de movimientos bruscos quito su gabardina y la sobrepuso en el cuerpo temblante del rubio. Ruki alejado por el acto del castaño lo miro, seguidamente mirando su cuerpo y después el ahora vulnerable cuerpo del mayor al frío. El castaño se dedico a limpiarle las lágrimas con el dorso de la mano. Retirando con cariño algunos mechones adheridos en ese a un desconsolado rostro.

 

- Estarás bien... - parándose, estirándole la mano al menor que aun en el suelo lo observaba desconcertado -...es hora de irme, toma mi mano pero tu decidirás cuando soltarla -

 

Accedió a tomarla levantándose también en el acto. Estoces por primera vez puso atención en sus pasos antes de darlos. Miro el final de las escaleras del kiosco. Su cuerpo ya no temblaba por la protección que le daba aquella gruesa gabardina, fue cuando se dedico ver más allá de las escaleras de ese lugar. Entendió el comentario en doble sentido de Mao y ante aquella inmune mirada aferro su mano a la del otro al saber cuando soltarla.

Y las semanas fueron meses y los meses años. No tardo mucho tiempo en acostumbrarse a la cultura del castaño. Muy es sus pensamientos un ya famoso dicho hacia uso de presencia casualmente en su nueva vida. Al verlo por primera vez, Mao suele ser todo lo malvado que se puede llegar a imaginar. Pero después de un tiempo de tratarlo y convivir, Mao puede optar casi el comportamiento de un niño inquieto y ante todo travieso. Lo que  llego Ruki a amar de Mao fue la gran compasión que este solía tener ante lo que mas llegaba a gustarle...

 

 

"Amabilidad. Lo divise en tu mirada. Siempre supuse que eras como un gatito, conmigo aquel orgullo que sostenías era doblegado, con otra gente, la manera arisca de convivir era muy natural en ti.

A pesar de aquella fuerte presencia, atrás tuyo siempre había un pequeño niño, un pequeño y adorado niño. ''

 

 

Hace años atrás pensaba que las parejas del mismo físico sexual eran relaciones anormales. Ahora actualmente y casi siempre su cuerpo se encontraba bajo la merced y dominio de otro ‘semejante' físicamente...

 Le era extraño, pero persuadía que esta vez era diferente a muchas otras veces. Había más aferración por parte de aquellas manos experimentadas. Era prácticamente el mismo frenesí, con la diferencia de ser mas detallado, pasmado en cada sensación y, esa clásica mirada, una más analítica y profunda al parecer en cada momento. Su cuerpo, dirigido por un repetitivo ir y venir. ¿El premio del otro? Su voz salir en involuntarios e incontrolables suspiros en una clase de a lo mejor hermosa canción al oído del mayor...

 

- ¿Puede el demonio...enamorarse... de un ángel? -

 

Ente abrió los ojos al oírlo. Su vista nublada y perdida se ubico de sorpresa en el grabado en la piel del brazo de Mao. Sin desearlo ni pensarlo, siguió el grabado del dibujo con la yema de sus dedos. Su cuerpo experimentaba en ese momento sensaciones que nunca  imagino llegar a sentirlas. Su mente concentrada en la imagen del autor de aquellos sentimientos, era lo mucho que podía llegar a pensar. Esa pregunta raramente el mayor llegaba a preguntársela, pero varias veces hecha, hacia que la conociera de memoria.

- Te amo...Ruki -

 

 

 

Una lagrima cayo directo hacia la hoja en su regazo. Hoja la cual ya no era de todo blanca. La gota aterrizo en un lugar muy ajeno, fuera de intenciones de estropear el dibujo que había terminado. Sonrío con melancolía, la nieve caía con más fuerza...

- Si tan solo te hubiera conocido mucho antes - observando de manera perdida el dibujo que desde tiempo antes tenia que haberlo hecho...

 

 

 

Una insistente caricia en el cabello lo despertó de un insignificante sueño. Abrió sin titubear los ojos y se topo con una noble sonrisa proveniente de ya un conocido hombre recostado a su lado.

 -¿Mao?...-

- Lo lamento - intervino con pena.

 

Siempre sospecho de un eje de tristeza en la mirada del que aprendió a amar. Pero esta vez ese eje de tristeza era más conmovedora. Incorporo su cuerpo en la cama. Voltio a mirar la ventana de la recamara. No tenia mucho tiempo en a verse unido en un ritual con Mao eso se lo daba a entender la madrugada que a un dominaba. De la nada su cuerpo se tenso y su pecho se estrujo. Rápidamente dirigió la mirada al castaño que recargado en la cama, lo miraba cansadamente.

 

- ¿Qué lamentas? - su voz salio despacio. Preocupada.

-... - Sonrío lamenteramente. La respiración era a cada segundo mas agitada - lamento haberte despertado, pero era necesario. No quiero irme sin despedirme -

 

Todo su mundo se paralizo. Sabía que algún día en algún punto de su vida tendría que escuchar esas frases. Pero jamás imagino que las escucharía tan pronto. Sus ojos fueron invadidos por lágrimas. Lagrimas que sin perder tiempo descendieron sobre su rostro.

Mao con un gran esfuerzo se incorporo quedando de manera recostada. Tomo la mano de Ruki jalándolo sin violencia hacia el. El menor que lloraba sin consuelo, se dejo manejar por el castaño como ya era costumbre. Pronto quedo sobre el pecho del mayor, de nuevo refugiado bajo los brazos protectores de Mao. Ante el silencio, era imposible no escuchar los latidos eminentes del otro. Eran lentos, muy lentos a comparación de los suyos acelerados.

 

- Si hubiera sabido... - bajo la mirada encontrándose con la cabellera rubia de su pequeño. Dedicando sus pocos segundos a acariciar esos suaves cabellos -...que... me habría enamorado de un ángel, no hubiera dejado volar aquella mariposa -.

 

Su llanto se hizo más fuerte. Se aferro más al cuerpo del otro. En sus vagos momentos recordó aquel día el cual lo conoció, recordó aquella hermosa mariposa blanca y recordó un frasco de cristal que Mao había lanzado.

- Aunque tú no me mires, no estarás solo. No llores... yo siempre estaré... a tu lado -

Dejo de sentir aquella mano acariciarlo, dejo de oír aquel corazón cantarle. Las lagrimas a un corrían de su perdida vista que observaba el dibujo del brazo de Mao...

 

  

"Mi Mao. Una persona única e inigualable. Para mí, un hermoso ser humano irreemplazable. A pesar de mostrar una presencia malvada y demente, en su interior descubrí encontrar al ser más dulce y compasivo. Mi Mao amaba de las mariposas, a sus ojos eran unas criaturas preciosas y liberales. Llego a coleccionar cientos de ellas, todas posadas en una repisa de cristal en su cuarto, pero solamente llego a coleccionar una muy diferente a las demás, ya que esta volaba. Siempre bajo la protección de una casita de cristal.

Pero al enterarse de su enfermedad terminal y decidido a no tratársela, dejo aquel animal en libertad. Aquel animalito moriría bajo la fortuna de su destino y no bajo la soledad de su cuarto. ''

 

 


Suspiro. Limpio seguidamente su rostro sonriendo de una manera muy natural. Arranco la hoja de su cuaderno y este ultimo mas el lápiz lo aguardo de nuevo en su bolso. Se levanto de una pequeña grieta de cemento en la cual siempre se mantenía sentado cada vez que iba a visitarlo.

La nieve se estaba volviendo molesta ocasionando un clima húmedo. Coloco su bufanda negra alrededor de su rostro y después se dedico a divisar su vestuario. Lanzo una risita cómplice al ser él ahora quien contrastara con el blanco de la nevada. Se inclino acomodando las flores y en medio de estas coloco el dibujo de una mariposa. Trazó con las yemas de sus dedos el nombre de su amante grabado en una lapida. Después de un momento volvió a incorporarse...

- Te conocí como a una mariposa en primavera...ocasionalmente. Y te deje de ver como a una de ellas...de repente -


Antes de dar media vuelta y marcharse. Miro por última vez el dibujo que alguna vez le pidió Mao. Su sonrisa ahora fue de satisfacción. Imaginaba al mayor sentado a un lado del dibujo mirándolo detenidamente. Suponía que ese dibujo llego a gustarle mucho. Pues había dibujado la misma mariposa que Mao llevaba tatuada en su brazo, misma mariposa que un día dejo en libertad...

- Yo también te amo. Mi Mao - dio vuelta y emprendió su andar.

 

 

"Yo nunca lo olvidare. Tú nunca lo olvides... Una vez te ame y solo basto esa vez para nunca dejar de hacerlo''.

 

 

 

 

 

Notas finales:

(ñ_ñ) ñaña... gracias por leer..

 

D: se aceptan, reclamos, insultos (golpes no se pueden xD ), y cualquier clase de comentario.. D:bueno o malo D:!!

Hasta pronto! o(*w*)o

 

 


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