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Bestia por Rivela

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Notas del fanfic:

Bleach y sus personajes pertenecen a Tite Kubo.

Notas del capitulo:

Anteriormente publicado bajo el pseudónimo de Laura Rivera. Algún ente sin mucho qué hacer creyó buena idea borrar los fics que tenía subidos y, para rematar su diversión, cambiarme la contraseña.

Veía a Ichigo Kurosaki como algo más bajo que un humano. Un ser que ocupaba un lugar en la vida con la misma función que las alimañas y la escoria; al mismo tiempo -él consideraba que era morbo-, le embelesaba y atraía sobremanera. Cuando lo veía pretendía desagrado, pero, en realidad, únicamente le detenía el temor de manchar su linaje una vez más. Pensaba que suficiente era ya el peso que llevaba encima como para ir buscando qué añadirle, estaba secretamente avergonzado de sí mismo.


Se reprochaba su falta de miedo. De haber tenido más miedo, nunca hubiera volteado a verle siquiera el día que él llamó su nombre con voz contrariada y nerviosa en una tarde de lo más común. Ichigo había decidido declarar sus confundidos sentimientos y, casi al borde de las lágrimas, su sensiblería descarada dejaba al descubierto una desesperación casi palpable por no entenderlos; aunque era algo más referente a su aceptación y no a su razonamiento. El caso era que, tenerlo frente a sí en ese estado, le mostró que Kurosaki era más que un muchacho bruto y vago, sin embargo, Byakuya era demasiado ciego para ver eso.


Le escudriñó en silencio de pies a cabeza con la mirada más despectiva posible y le ordenó quitarse la ropa. El pobre Ichigo apenas si pudo balbucear protesta alguna y ya estaba de bruces en el suelo con el capitán sobre él desgarrándole la vestimenta, mientras que Kuchiki estaba de lo más extasiado con el momento: tener al rebelde segador sustituto bajo su cuerpo, retorciéndose y exclamando improperios al tiempo que era domado y sodomizado por él superaba cualquier de sus perversas fantasías. No se preocupó en absoluto por su comodidad, mucho menos por su placer. Lo que Byakuya Kuchiki quería era egoísta y salvaje, y estaba más que satisfecho en obtenerlo.


Después de eso, hubo un tiempo en el cual Ichigo no visitaba la sociedad de almas ni para dar la hora y, en ese mismo lapso, el capitán del sexto escuadrón meditó un poco sobre el asunto asqueándose de sus propias acciones. Para sus adentros, el chico era el único responsable, pues, de no haberse plantado frente a él mostrándole algo diferente a lo que él creía, nunca se hubiera atrevido a ponerle un dedo encima. Mantenía firme su opinión y se la repetía a sí mismo incansablemente: Ichigo Kurosaki era una bestia y seguiría siéndolo sin importar nada.


Se llevó una mano a la cara, queriendo dejar de imaginar y recordar los actos lascivos de los que, él creía, era presa. Sus propias reprimendas fueron inútiles ante el deseo irracional y fogoso que pedía a gritos un poco más de ese cuerpo. Ni su linaje ni su orgullo ni sus locas ideas iban a detener la pasión descarriada que nació aquella tarde. Al final tuvo que tragarse su solemne orgullo y fue en busca de Ichigo, encontrándolo convenientemente solo en su casa.


Pensar en un pretexto que explicara su aparición se hizo innecesario, haría lo que la vez pasada y lo que practicaría de ahí en adelante: llegar y tomar lo que consideraba suyo sin previo aviso o consideración. Porque lo que veía en ese chico no era más que un reflejo de sí mismo, la expresión cuasi tácita de su deseo cubierto de vergüenza y el asco del prejuicio.


Byakuya Kuchiki no morfó de ser superior a bestia. Su naturaleza negada ya no pudo permanecer pasiva cuando Ichigo cruzó su camino y él, en lugar de Kurosaki, era una bestia que no podía permanecer sin acechar y hacer caer en sus garras a su deliciosa presa.


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