Cap 1
“La cena”
Al salir del cuarto de baño, me dirigí a la terraza donde se supone que servirían la cena. Al llegar el único espacio que quedaba estaba al lado de Andreas que miraba a la mesa como si fuera lo más interesante del mundo. Tiene una expresión rara en el rostro como si… como si no quisiera estar allí.
Hasta ahora Andreas me había tratado como si literalmente apestara, no me lo explicaba solo quería que habláramos, sin discutir ni con una situación incómoda.
Pero lo veía imposible a este paso, Phillip se limitaba a comer como animal, por poco se me pasan las ganas de comer. ¿Disculpen saben si un animal se escapó del zoológico? Creo que lo encontré.
Termine mi comida deseando volver lo más pronto posible a mi cuarto, mi madre estaba bastante avergonzada por el modo de comer de su “flamante” esposo. Si yo estuviera en su lugar, lo dejaría comiendo solo. Pero mi madre no, ella era demasiado ¿Cómo decirlo? No tonta, sino débil. Si, esa era la palabra correcta.
¿Cómo alguien podría enamorarse de… de una persona así?
No, mi madre no estaba enamorada aunque ella lo juraba una y otra vez, lo que tenía era falta de afecto y por eso se fijo en lo primero que le dio “cariño”.
-Provecho –murmure listo para salir de esa “cena familiar”.
-Puedes irte –dijo Phillip, me levante sin ver ¿Quién se creía ese hombre para decirme que hacer? No lo tome en cuenta y salí de allí.
-Kristian –me llamo una voz, voltee y era Andreas.
-¿Pasa algo? –pregunte mirándolo, estaba jodido. Si el me trataba como basura, yo lo trataría igual. Pero su mirada me hacía temblar, no podía contra eso.
-No, en realidad yo… -contesto con una voz algo temerosa.
Pude ver a Phillip levantándose de la mesa y viniendo hacia donde estábamos, lo tome de la mano y lo lleve hacia mi cuarto, me miro sin entender lo que hacía.
-¿Qué…? –pregunto sin entender lo que hacía y cerraba la puerta tras nosotros.
-¿Qué querías? –Dije ignorando su pregunta –no quiero que tu padre nos escuche.
-Yo quería hablar contigo, se que crees que te he estando evitando –levante una ceja–bueno, si lo hecho.
“No, que va”
Me acerque a él y toque su rostro, desde la boda que estábamos tan cerca. Era suave, el era hermoso, todo de él: su rostro y su piel contrastaban con su cuerpo, parecía una chica pero era… ¿Cómo decirlo?
Oh si, andrógino. Era perfecto, como un chico o como chica, me gustaba y mucho porque no solo era atractivo sino también porque era atento, amable y sincero pero con el único defecto de tener un padre como el que tenía.
-Kris, no quiero hacerte daño –murmuro cerrando los ojos, definitivamente se contradecía porque poco a poco me acercaba a él.
-No lo harás –susurre, cerro la distancia entre los dos y presiono sus labios contra los míos. Moví mis labios contra los suyos.
Abrió un poco más la boca profundizando el beso, nos separamos un poco fueron unos milímetros.
-No lo sabes –contesto contra mis labios, coloco sus manos alrededor de mi rostro. Volvió a rozar mis labios lentamente como si temiera romperme, profundice el beso, abriendo mi boca y rozando su lengua con la mía.
Sentí su lengua explorar mi cavidad bucal y no se sentía nada mal. No pude evitar jadear al igual que él que bajo sus brazos hacia mi cintura apretándome contra él. Me colgué de su cuello siguiendo el beso pero teniendo el presentimiento de que se alejaría en cualquier momento.
Metió sus manos dentro de mi polera y casi me la quita, cuando sentí que se alejaba de mí.
-No, no –dijo más para el que para mí.
-No entiendo –murmure -¿Por qué lo haces? –dije deteniéndolo antes que saliera y no pudiese decirle nada.
-No puede pasar, no debemos Kristian –respondió, mirándome serio.
-¿Qué quieres que te diga? –Conteste mirándolo con el mismo gesto -¿Qué soy para ti?
-Tú no entiendes –dijo.
-¿y cómo quieres que entienda…? ¡Sino me dices nada!
-No te convengo –respondió, se mordió el labio y solo pude pensar en su beso.
Se acercó y rozo mis labios y se fue dejándome con las preguntas sin respuestas. Y de paso, sin habla. ¡Maldito Andreas! Pero benditos labios… que forma tan delicada de besar y sus manos… ¡Que idiota eres Kristian!
En primera, aquel chico era perfecto. Simplemente perfecto. No es para mí, no para alguien tan inseguro, no para alguien… como yo.
Él lo había dicho, no te convengo. ¿Por qué alguien te besa y luego se larga?
*
C’patetic… eso no era francés, me lo había inventado. Pero me gustaba como sonaba, definía como me sentía: patético. El quemarme bajo el sol viendo como Andreas evitaba mi mirada y rehuía, prácticamente, mis intentos de conversación. Era insoportable.
Mi madre y mi ahora padrastro estaban tomando el sol. Mire con desgano y observe la piscina, ahí estaba Andreas con traje de baño y con los pies mojándose, se veía bien. Así, tranquilo, como si nada hubiera pasado. Como si no me hubiera besado, nada había pasado y debía conformarme con eso.
En realidad, tenía mucha razón. No debíamos, ahora éramos hermanastros. Su padre y mi madre se habían casado, de poder se podía pero para hacerlo… estaba difícil.
-.-.-
La playa estaba vacía, se veían las huellas en la arena. Daba un poco de miedo, así vacía pero siendo obvio que muchas personas habían estado ahí. Parecía tranquilo y daba miedo. El mar rugía las olas que se deshacían cuando tocaban la orilla, suspire. Por mucho que intentara olvidar lo tonto que me sentía ahora, no lo lograba.
¿En qué momento a mi madre se le había ocurrido traernos a su luna de miel?
Quería gritar, pero eso sería ponerme muy dramático.
El calor era sofocante, horriblemente sofocante. Esa era la palabra que definía a la perfección lo que estaba sintiendo. La situación era sofocante, ¿Hasta cuándo estaríamos aquí?