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Lovely por Kurenai_no_Angel

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Notas del fanfic:

Hace algunas semanas publiqué por aquí un fic de Pandora  llamado "Eternal connection". Y me pregunté, ¿cómo continuaría la historia de OZ y Gil? Así que me puse a escribir de nuevo, más que nada para satisfaccer mi propia curiosidad xD Pero me dió por subirlo y aquí está. Aviso de que NO es obligatorio leerse la primer parte de la historia (Eternal connection) para entender este fic, se puede leer perfectamente como historia independiente asi que espero que os guste :D

Notas del capitulo:

Ninguno de los personajes de Pandora me pertencen al igual que la serie. Todo es propiedad de su mangaka Jun Mochizuki.

 

Os dejo aquí el link de la primera parte por si queréis leerlo pero recuerdo que no es necesario, se puede entender perfectamente como fic independiente  http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=68829

 

Si hay algo de la historia que no quede claro porque quizás se mencionó en la primera parte, lo aclararé sin problemas.

 

AVISO: En este fic Oz y Gil YA son pareja (si queréis ver cómo están juntos leer Eternal Connection xD)

Eran pareja. Iban a mantenerlo en secreto durante un tiempo pero todo el mundo lo sabía ya. ¿La razón? Cierto miembro de Pandora molesto y alborotador les había pillado durmiendo en la misma cama y había decidido que sería divertido gritarlo a los cuatro vientos. De hecho, ocurrió justo el mismo día en que se habían declarado al fin sus sentimientos, por lo que apenas les dio tiempo a nada. Gilbert se sentía furioso cada vez que lo recordaba. Maldito Break… Oz se lo tomó con sentido del humor, pues no se podía hacer otra cosa.

 

 

Al principio causó gran sorpresa. Alice y Ada, por alguna razón que ellos desconocían, ya lo sabían. Otros lo intuían, como Break. Sharon se emocionó sobremanera, lógico, le encantaban los romances y más si eran, como llamaba ella, “romances prohibidos”. Y tío Óscar, después de la casi parada cardiaca al enterarse, se lo tomó a bien. Es más, se sentía aliviado de que, palabras textuales, “Oz estuviera en buenas manos”.

 

 

Así que al final, todos lo aceptaron sin complicaciones. La noticia se difundió como la pólvora y pronto todos los miembros de Pandora estuvieron al corriente, aunque se mantenían discretos y no hacían preguntas ni lo mencionaban. Sin duda, quién peor lo llevó fue Elliot que consideraba una deshonra que un miembro de la familia Nightray estuviera con un Bezarius. Leo se encargaba de mantenerle a raya y lo acabó aceptando.

 

 

De eso habían pasado cinco meses aproximadamente. Oz y Gilbert seguían combatiendo Cadenas con normalidad. En público apenas se profesaban muestras de cariño pues Oz creía conveniente que les siguieran viendo como compañeros. Las escasas horas que tenían libres eran, sobre todo, por la noche.

 

 

Alice también parecía haberse calmado y las peleas se habían reducido considerablemente entre ella y Gilbert. Eso sí, se seguían llamando “conejo estúpido” y “cabeza de alga”.

 

 

Oz estaba asomado al balcón. El aire le revolvía el pelo. Se aburría. Y mucho. Ese día se lo habían dado libre, pero no le servía de nada si Gilbert tenía una misión de Pandora al igual que Break. Alice por su parte, estaba en su habitación dormida, recuperándose de un atracón de carne. Su tío tampoco estaba porque tenía reunión. Se había pasado toda la mañana leyendo hasta la hora de comer. Y ahora no sabía qué hacer.

 

 

Decidió que lo mejor sería hacerle una visita a su hermana. Buscó a Miss Kate para que le preparan un carruaje. Llegó a Lutwidge entrada la tarde. Ada no sabía de su llegada, así que no le esperaba.

 

 

-¿Qué haces aquí?- le espetó una voz que él bien conocía. Se giró para encontrarse cara a cara con el que le hablaba.

 

-¡Elliot!- exclamó feliz. –Qué alegría de verte.

 

-¿De nuevo saltándote las normas, Bezarius?- tenía los brazos cruzados y cara de pocos amigos.

 

-Mi nombre es Oz.- le recordó.- Venía a hacerle una visita a Ada.

 

-Hoy no es día de visitas.

 

-Elliot… somos amigos…- puso morritos.

 

-Qué estés con mi hermano no te da derecho a…- alguien le golpeó por detrás.

 

-No seas maleducado.- le reprendió Leo dándole una colleja. En la otra mano tenía libros.

 

-¡Leo! También me alegro de verte a ti.-dijo entusiasmado.

 

-Oz, siento si Elliot no se comporta.- se disculpó con una sonrisa.

 

-¿Por qué siempre tienes que estar a su favor?- parecía ofendido.

 

-¿No tienes modales o qué?

 

-A nadie se le permite venir por aquí en días de clase, ¿por qué hay que hacer una excepción con él?- protestó.

 

-Oz, no le hagas caso. Vamos, te acompañaremos al cuarto de Ada.

 

 

Ignorando a Elliot y sus quejas, Leo guió a Oz hasta la habitación de su hermana. Le dejó en la puerta. Cuando entró, Elliot alcanzó a su criado.

 

 

-Maldito mocoso.- murmuró.

 

-Déjale, eres muy duro con él.

 

-No puedo evitarlo, me saca de mis casillas.- se apoyó contra la pared con los ojos cerrados.

 

 

Leo aprovechó ese instante para ponerse delante suya de puntillas y besarle.

 

 

-¡Leo! Te he dicho que no hagas eso en público.- bajó la voz.

 

-Vamos, aquí no hay nadie.- sonrió. –Además, es la única forma razonable de calmarte.

 

 

Elliot se sonrojó.

 

 

-¡Tonto!- con paso rápido desapareció por el pasillo. Leo le siguió sonriente.

 

 

 

 

-¡Oz!- Ada estaba sentada en el sofá dando de comer a sus gatos.

 

-Vine a verte.- saludó alegre.

 

-¡Qué bien!- se levantó para abrazarle.- Justo acabo de traer té para tomar un poco. Siéntate que te sirva.

 

 

Oz obedeció y se acomodó al lado de los gatos que se subieron a su regazo ronroneando. Les acarició detrás de las orejas. No pudo evitar pensar en Gil y su fobia felina. De estar ahí con él hacía rato que habría salido despavorido. Una risita se escapó con solo imaginarlo. Ada vertió el contenido de la tetera en dos tazas blancas adornadas con ribetes de flores azules. Acercó una pequeña mesita hasta el sofá donde depositó las tazas junto a la tetera que aún tenía líquido. Fue hasta un armario del que sacó una caja de galletas y unos pastelitos que colocó en una bandeja plateada para ofrecérselos a Oz.

 

 

Ada cogió al gato negro y le puso encima de sus piernas. Oz sorbió un poco de su té y miró de reojo los suculentos pasteles que ante él se mostraban. Si hubiera estado Break ya habrían desaparecido. Al final se decidió por uno con bizcocho de chocolate y merengue por encima adornado con una guinda y virutas de colores.

 

 

-Al llegar vi a Elliot y Leo.- comentó quitándole el papel al bollo.

 

-Esos dos…- Ada sonrió mientras le rehacía el lazo rojo al pequeño gato.

 

 

Oz la miró sin comprender esa reacción. Ada pareció entender y trató de explicárselo.

 

 

-Veras ellos dos… creo que están juntos.- se sonrojó un poco al revelárselo.

 

 

Oz abrió la boca sorprendido. Tenía los labios manchados de merengue y migas de chocolate poblaban sus mejillas.

 

 

-¿Cómo juntos?- bebió un poco para poder tragar el bizcocho.

 

-Bueno… yo… esto…- se retorció las manos nerviosas.- Fui a la biblioteca a la hora de la comida para coger un libro. Fui a esa hora porque suele haber menos alumnos y es más cómodo y agradable pasarse por allí. Y yo pues…- Oz asintió interesado mientras devoraba otro pastel, esta vez de fresa.- Elliot y Leo estaban al fondo del todo apoyados en una estantería. Y…- sus mejillas se ruborizaron.- Se… se… se besaron…- se bebió toda su taza de golpe como si el haber confesado eso le hubiera provocado un nudo en la garganta.

 

 

Oz se quedó con el pastel medio mordido en el aire. ¿Había oído bien? ¿Elliot y Leo? ¿Juntos? La noticia le sorprendió. Nunca se lo esperaría de ellos dos. En muchos aspectos se parecían a él y Gil. Pero no imaginaba que llegaran a parecerse hasta ese punto.

 

 

-Wa, me alegro muchísimo por ellos. Estoy un poco desconcertado pero supongo que es normal. A ellos les pasaría lo mismo cuando… bueno cuando Gil y yo…

 

-No creo que lo sepa nadie.- se apresuró a aclarar Ada.- Así que…

 

-No creo que nadie se lo crea y más si lo digo yo, ¿no?- sonrió.- Claro que no se lo diré a nadie, no te preocupes.

 

 

Ada sonrió.

 

 

-Me siento muy feliz por tu relación con Gilbert-kun.-confesó con hilándolo a lo anterior.

 

-Le amo.- dijo con el corazón.- Es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Se preocupa mucho por mí, me cuida, me quiere.- inconscientemente, llevó una mano a la cadena dorada que pendía de su cuello. Se la había dado Gil tiempo atrás para convertir el contrato ilegal que mantenía con Alice en legal. –Además… me salvó la vida…

 

 

Ada se acercó más a él y le abrazó. Eran felices. Por fin su hermano era feliz.

 

 

 

 

Leo estaba en la biblioteca leyendo un libro concentrado, sentado en el suelo. Una sombra apareció en las páginas blancas.

 

 

-¡Elliot!- se sobresaltó un poco.

 

-Siento si te asusté.- se agachó para sentarse a su lado.- ¿Qué lees?

 

-Es un libro de misterio.

 

 

Elliot de repente le besó el cuello, sin venir a cuento.

 

 

-¿No eras tú el que decía que no quería hacer estas cosas en público?- le reprochó sin desviar la mirada del libro.

 

-Y tú antes dijiste que no pasaba nada porque no había gente. –contraatacó.

 

-Está bien, tú lo has querido.- dejó el libro a un lado y se giró hacia él.

 

 

Se inclinó hacia Elliot y le rozó los labios. Pero su amo quería más. Le empujó un poco y quedó sobre Leo con las manos apoyadas en el suelo para no cargarle con todo su peso. Bajó despacio y le besó. Primero suave, como una caricia. Luego más deprisa y exigente. Pronto su mano derecha se deslizó por debajo del uniforme escolar dibujando formas sobre su piel.

 

 

-Elliot, para, esto no está…

 

 

Un pequeño mordisco en el cuello le hizo callar. La lengua de Elliot lo recorría dejando rastros de saliva. La mano que antes solo tocaba su piel, ahora no se conformaba y le desabrochaba la camisa. Ante una posible queja de su sirviente, Elliot subió de nuevo para devorar su boca con impaciencia. Leo profirió gemidos ahogados.

 

 

-Gime lo que quieras, estamos en la zona más apartada de la biblioteca. Nadie te oirá.- susurró seductor a su oído.

 

-No debe…ah…-sus palabras fueron interrumpidas cuando Elliot le despojó de la parte de arriba de su uniforme y pasó a besarle y lamerle el pecho.

 

-Me voy a vengar por todos los golpes que me has dado.- sonrió maliciosamente.

 

 

Leo se estremeció. Iba a ser una tarde muy larga.

 

 

 

 

Oz se levantó dispuesto a marcharse. Estaba anocheciendo y tenía que estar en su casa para la cena. La bandeja de pasteles había quedado completamente vacía, excepto por uno. El que quedaba, Ada lo envolvió con cuidado en un papel y le ató un cordel. Oz había decidido llevárselo a Break porque era de sus favoritos. Esperaba que Gil no se enterara o se molestaría. No era que Break le cayera mal. Solo que le caía bien… a ratos.

 

 

Al ponerse de pie, se sintió un poco mareado. Se llevó la mano al estómago. ¿Se habría empachado?

 

 

-Oz, ¿estás bien?- preguntó Ada preocupada.

 

-¿Hay un baño por aquí cerca?- su cara estaba pálida.

 

-Sin en mi cuarto. Al fondo a la…- Oz salió corriendo hacia allí y cerró la puerta de golpe.

 

 

Ada se quedó parada delante de la puerta sin saber qué hacer. Los gatos se deslizaban entre sus pies nerviosos. Unos ruidos extraños comenzaron a escucharse al otro lado.

 

 

-Oz…- abrió la puerta angustiada. Su hermano estaba de rodillas en el suelo y con las manos apoyadas en el wáter. Estaba vomitando.- ¡Oz!- corriendo fue hasta él y se arrodilló a su lado. Le sujetó con una mano la frente perlada de sudor y le apartó un poco el flequillo que lo tenía pegado a la piel.

 

 

Temblaba violentamente y había perdido todo el color. Ada le sujetaba con fuerza por miedo a que pudiera desmayarse. Cuando expulsó todo, le trajo un paño húmedo para limpiarle. Oz se apoyó contra la fría pared del baño. Su hermana le tomó la temperatura pero no tenía fiebre.

 

 

-¿Te encuentras mejor?

 

-Si ignoro que me sabe la boca a vómito, sí.- cerró los ojos.

 

-Lo siento, a lo mejor te ha sentado mal algo de lo que te preparé…

 

-No seas tonta Ada.- la acarició la mejilla.-Estoy bien, no te preocupes.

 

 

Se incorporó con dificultad ayudado por Ada.

 

 

-¿Podrías acompañarme hasta el carruaje? Soy capaz de tenerme en pie, pero por si acaso.- pidió.

 

 

Ada le agarró la mano y le llevó hasta la entrada. El cochero esperaba para devolverle a su casa. Se despidieron brevemente con la promesa de que si le pasaba de nuevo algo la avisaría. Llegó a la mansión justo a la hora de la cena. Su tío ya había llegado y le saludó alegremente. Oz se disculpó para la cena. Todavía tenía el estómago un poco revuelto y no quería tomar nada más por si acaso. Como excusa, le dijo que ya había cenado con Ada en la escuela. Gilbert también había regresado de Pandora. Aunque tenía muchas ganas de verle, veía más urgente ir a su habitación a descansar.

 

 

Cerró la puerta y abrió un poco la del balcón. Sentía un calor sofocante. Dejó con cuidado el pastel de Break sobre la mesita cercana a su cama y encendió la lámpara. Se desnudó y se puso el blanco camisón de seda. La cabeza le daba vueltas, así que se sentó en el borde de la cama. La puerta de su cuarto se abrió con sigilo. Unos brazos le abrazaron por detrás. Oz no necesitaba girarse para saber de quién se trataba. Apoyó la cabeza en su pecho. Como por arte de magia, todo el malestar desapareció. Era su medicina más efectiva.

 

 

-¿Qué tal fue la misión?- preguntó con los ojos cerrados, disfrutando de ese contacto.

 

-La Cadena se nos resistió un poco pero no hubo problemas. No hizo falta que usáramos las nuestras.- le besó el pelo.- ¿Y tu día que tal?- Oz sentía su embriagante aliento en la nuca.- Tío Óscar me dijo que habías ido a ver a tu hermana.

 

-Sí, fui a hacerle una visita. Como no estabas, me aburría.-aunque no le veía podía sentir su sonrisa. Se sentía complacido ante aquella declaración.- También vi a Elliot y a Leo. Al parecer… bueno, Ada les vio… besarse.-sonrió también. Gilbert no respondió.

 

-¿Mi hermano y…?- Oz asintió.

 

-¿No decías siempre que eran iguales a nosotros? Pues parece que han seguido nuestro ejemplo.

 

 

Gilbert giró un poco a Oz para poder verle la cara.

 

 

-Es genial.-se alegraba enormemente por su hermano y por Leo.

 

 

Los ojos esmeraldas de Oz brillaban con la luz. Gilbert le besó con ternura. Oz suspiró. Se derretía cada vez que Gil le besaba, le rozaba, le miraba. Le correspondió pasándole los brazos por el cuello y acercándole a él. Se necesitaban y ansiaban como el oxígeno para respirar. Gilbert se tumbó de espaldas con Oz encima de él sin cortar el beso. Oz enterró sus dedos en los cabellos negros como la noche. Gil introdujo sus manos debajo del camisón, acariciando con dulzura sus muslos, nalgas y subiendo por la espalda. Oz se detuvo.

 

 

-Gil, esta noche no.- susurró mirándole.

 

-¿Por qué?- sonó terriblemente sexy. Oz estaba a punto de salir ardiendo.

 

-No me encuentro muy bien…- la voz salió débil.

 

-Eso… se puede solucionar.- sus manos pasaron al pecho. Oz dejó escapar un pequeño gemido. Se tapó la boca.- En serio, no puedes tentarme de esa forma y luego negarme tu cuerpo.- se incorporó y le mordió un poco el cuello.

 

-P-para.- los gemidos le impedían hablar. Se le nubló la vista. La piel de Gil sobre su cuerpo le quemaba.

 

-No puedo parar.- dijo en su oído. Oz estaba extremadamente excitado a pesar de las protestas de su revuelto estómago.

 

-¡Ah, Gil!- no podía dejar de gemir.- Hoy vomité en la habitación de Ada.- dijo lo más firme que pudo para que se detuviera.

 

 

Gilbert paró en seco. Sus ojos pasaron de la lujuria a la preocupación.

 

 

-¿Qué ha pasado?- estaba muy serio.

 

-Ey, no te preocupes.- le besó la frente.- Estoy bien. Solo se me revolvió el estómago y vomité, pero ya se me pasó.

 

-¿Por qué no me lo dijiste antes?- su tono de alarma había se había desvanecido un poco.

 

-Estaba demasiado ocupado intentando no perder la cordura.- ahora fue él el que puso voz seductora.

 

-No me lo pones nada fácil.- mordisqueó el lóbulo de la oreja.

 

-Quiero dormir.- rezongó Oz.

 

-Por esta noche te dejaré porque estás enfermo. Pero mañana no te librarás de mí.

 

-No tengo intención de hacerlo.- sonrió.

 

 

Como si Oz fuera una frágil pieza de museo, le ayudó a acomodarse en la cama y le cubrió con las sábanas. Gilbert se tumbó a su lado abrazándole. Apagó la lamparita.

 

 

-Buenas noches, amo.-le besó la cabeza.

 

-Buenas noches, Gil.

 

 

Al llegar la mañana, Gilbert se revolvió inquieto. Abrió los ojos al tener la sensación de que le faltaba algo. Efectivamente, Oz no estaba entre su agarre. Se incorporó adormilado y restregándose los ojos le llamó. Nadie le respondía. La puerta del baño de la habitación estaba entre abierta. Entró asustado. Oz estaba apoyado en el lavabo y cubierto de sudor. Al verle entrar, se limpió rápidamente las comisuras de los labios.

 

 

-Tranquilo, no me pasa nada. Tuve arcadas.- se apresuró a decir.

 

-Estás pálido.-le agarró y le obligó a mirarle.- Tienes que ir al médico.

 

-Gil, en serio. Habré tomado algo en mal estado, sin más.

 

-Oz…

 

-Gil.- sonaba tajante.- Si empeoro te prometo que te avisaré y le diré a un médico de Pandora que me atienda.

 

 

Gilbert se relajó un poco. Le ayudó a vestirse y le obligó a desayunar aunque fuera un poco. Oz se negó varias veces, pero al final, por contentar a Gil, comió una tostada y bebió un poco de leche. Alice también les acompañó durante el desayuno. Gilbert le dijo algo al oído. Oz supuso que la ordenaría vigilarle o algo así pues solo hablaría con ella de algo importante referente a él.

 

 

Después de desayunar, Break vino con Sharon. Al parecer, quería hablar con Gilbert sobre algún asunto de Pandora. Charlaron en el pequeño salón del ala oeste de la mansión. Alice, Sharon y Oz se quedaron con ellos. Sharon tomando té y Alice devorando pollo. Oz se mantenía al margen, escuchando de vez en cuando retazos de conversación aburrida. La ventana estaba abierta y el aire le revolvía el pelo. En la mesa había pastas para el té. Eso le recordó a Oz que tenía que darle el pastel a Break.

 

 

Se quedó mirando fijamente las pastas y galletas que componían la bandeja. Oz cogió una y se la comió. De manera automática, cada vez que terminaba una cogía otra. Por alguna razón, tenía unas ganas enormes de galletas. En poco tiempo y sin darse cuenta, dejó la bandeja vacía. El que sí se dio cuenta fue Break cuando fue a por una y no quedaban. Taladró a Oz con la mirada, el cual tenía la boca llena de migas. Gilbert también se dio cuenta.

 

 

-Puedo ir a por más.- se disculpó lanzándole a Oz una mirada de reproche.

 

-No hace falta.- sonrió siniestramente.- Podemos seguir con la conversación en el punto que la dejamos.

 

-Quiero chocolate.- dijo Oz repentinamente.

 

-¡Oz!- Gilbert no entendía nada.

 

-Alice, acompáñame a comprar chocolate.- la Cadena le miró fijamente con los mofletes hinchados por el pollo.

 

-Adoda mo pudo.- dijo.

 

-No se habla con la boca llena, ¡conejo estúpido!

 

-Ahora no puedo.- repitió cuando tragó.

 

-Si me acompañas te compro más carne.- las mejillas de Alice se encendieron de felicidad.

 

 

Se levantó de un salto y le agarró de la mano.

 

 

-¡Vamos! ¡Vamos!- exclamó animada.

 

-Pero Oz…

 

-Ahora vuelvo Gil.

 

 

Y con un gesto se despidió de todos y se fue con Alice a comprar.

Notas finales:

Como habéis visto, el resumen no tiene mucho que ver con el contenido de la historia pero la verdad es bastante difícil de resumir sin dar demasiadas pistas... xD Aún así espero haberos dejado con la intriga de lo que le pasa al pequeño duque y que me sigáis leyendo xD Bye Giiiiiil ~~


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