Lo miro sonriendo, luego vuelvo a mi posición bajo su brazo musculoso. Murmura algo contra mi oreja y se queda dormido, ya va a amanecer. Lo beso sobre los labios y me dispongo a dormir también abrazando su cuerpo desnudo, tapando el mío con las finas sabanas de seda.
-Una noche esplendida… -susurro sólo para mí y me duermo.
Es mío, sólo mío. Yo lo vi primero ese día hace ya trece años cuando fue a por mí. Sé que es un familiar ¿Y eso qué? No planeo casarme con él. Sólo me importa que sea mío que él sepa que me pertenece. Me gustaría tatuarlo con mi nombre que los demás al mirarlo lo supieran. Que no lo miraran ¡Sepan que me pertenece! Sé que es un pensamiento egoísta pero… ¿Por qué eso debería ser malo?
Amo pasar las noches con él, sea lo que sea que estemos haciendo… trabajos para la abuela, negocios, sexo… lo que más disfruto de él es el sexo. El sexo que él me da.
Angelo… mi primo, mi amante, mi propiedad.
Él siempre me correspondió, desde que puso sus ojos en mí. Fue a quien le dí mi virginidad, la primera persona a la que vi luego de pasar a esta ‘vida’. Mi amante por toda la eternidad…
Despierto, ya es de noche nuevamente. Aún siento su brazo bajo mi cabeza, lo miro. Él sigue durmiendo…
-¿Angelo? –Comienzo a mover su cuerpo.- ¡Despierta!
-. . . – Levanta la cabeza torpemente y me mira directo a los ojos – Phillipe… -sonríe y me besa, siento su dura mandíbula moverse contra mis mejillas, correspondo al beso y le sonrío.
Aún mantiene ese olor a sangre, parte de las sabanas están manchadas y nuestros cuerpos también. Me lame parte de la cara, parece que tenía sangre ahí también. Entrecierro los ojos y lengüeteo su cuello. Esto de eyacular sangre me parece muy sexy ahora.
Me toma de la mano cómo a una damisela y me invita a la ducha, mostrándome el camino. Yo sólo lo sigo en silencio, sé que es mi cuarto pero me encanta que él tenga ese gesto conmigo. Entra el primero, me extiende la mano yo se la tomo brindándole una sonrisa. Abre el grifo del agua y el vapor inunda la habitación. Comienza a tocar mis caderas, baja hasta mi trasero, cambia de rumbo y se dirige a mi pene comienza a masturbarlo mientras besa mi cuello. Yo afirmo mis dos manos contra la pared, me deja sin acciones, me muerdo suavemente los labios mientras siento las delicadas estocadas que remecen mi cuerpo. La sangre de la comida anterior comienza a circular por mi cuerpo haciendo que mi pene se erecte. Con su mano libre abraza mi torso, aumenta el ritmo de las estocadas, el agua sigue cayendo sobre nuestros cuerpos pero poco puedo ver debido al vapor.
-Te amo… - Murmuro entrecortado.
-¿Puedes? –Comenta sonriendo.
-Desde la primera vez que te ví –Intento voltear, pero no me deja. Muerde mi cuello y me hace estremecer. Siento cómo lanzo un chorro de sangre desde mi miembro.
-¿Tan rápido? –Me dice en tono burlón.
Sonrío y me alejo de su cuerpo, él retira su miembro de mi cavidad. Volteo y lo beso, él como siempre me corresponde.
-Yo también te amo… -Sonríe y me vuelve a besar.
Salimos de la ducha, dejando una mancha rosácea en el piso de ésta. Seco mi cuerpo con una toalla blanca, él hace lo mismo. Me dirijo a buscar ropa, me duele el cuello. Paso una de mis manos por donde minutos antes él me mordió. Siento un leve levantamiento.
Sale del baño, me mira tocándome el cuello, se acerca fugazmente a mí y lo lame, quitando todo rastro de dolor. Sonrío y el corresponde.
-Voy a darle mis explicaciones a la mama… -Me dice acercándose a la puerta, aún con toalla.- Anoche debería haber estado a kilómetros de aquí, no teniendo sexo con su nieto.
-Primero vístete, se molestará más si te ve así –Sonrió y me recuesto en mi cama.
-Claro… y si preguntan…
-Si preguntan ¿Qué? ¿Seguirás ocultándome? –murmuro molesto.
-Si preguntan diles que se vallan al demonio, te amo –Exclama y cierra la puerta. Dejando detrás una estela de su cuerpo.
Llevo las manos a mi corazón, muevo un poco mi sangre para sentirlo latir. Me visto rápidamente y salgo de mi cuarto. En el pasillo, gracias a mi suerte me encuentro con una de las criadas.
-¿Me traes la cantidad de siempre? –Sonrío amable.- Estaré en el cuarto de la abuela.
Ella asiente y se pierde escaleras abajo. Trago saliva y me dirijo en paso firme a la habitación de mi abuela. Toco la puerta dos veces.
-Entra bastardo… - Es su voz, y también escucho la de alguien más.
SI siguiera vivo mis rodillas temblarían por el susto, mis mejillas estarían coloradas y mi cerebro ya habría estallado.
-Abuela yo… -comienzo, Angelo estaba frente a ella mirándome cariñoso.
-Este idiota ya me lo dijo todo Phillipe.- Murmura molesta.
-¿Qué te dijo exactamente? –Cuestiono nervioso.
-Que anoche te sentías tan sólo que fue a jugar unas partidas de poker contigo mientras bebían cómo los animales que son. Que luego llamaron a las chicas y ‘se divirtieron’, por eso el hijo de perra no fue a lo que le pedí.- Exclama fulminándonos con la mirada.
Lo miro interrogante, él me susurra una disculpa. Me llevo ambas manos a la cabeza y le pido permiso para salir, ella lo concede brindándome una sonrisa.
Salgo corriendo de la habitación, encuentro a la criada en el camino y le quito la bandeja de las manos, dejando detrás una bolsa con sangre. Corro escaleras abajo, hasta llegar al cuarto que una vez le perteneció a mi padre. Me siento en la gran silla donde él pasaba sus tardes escribiendo y comienzo a succionar el contenido de cada una de las bolsas, maldiciendo.
-¿Phillipe? –Es su voz llamándome desde el pasillo.-
Levanto la vista inmediatamente preguntándome que hacer… me digo a mi mismo que sería un idiota al hablarle.
-¿Phillipe? ¿Dónde estás? –Lo escucho alejándose.
-¡Aquí! –exclamo levantándome, lanzando todo al piso.
Entra en el cuarto y corre a abrazarme, lo abrazo también.
-Lo siento Phillipe, te prometo que le diré a la mama que te amo… -me dice besándome.
-Discúlpame por ser tan tonto… -murmuro sonriéndole – Te amo…
Me toma en brazos y me lleva a la cama donde una vez durmió mi padre.
-Lo siento papá… -me digo a mi mismo mientras le quito la camisa.