Lejos de Todo
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By RiSaNa_Ho
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El aire frio de la noche golpeo contra sus blancas mejillas. Los días de octubre eran dignos representantes del otoño. Froto sus manos una con la otra para encontrar con ese sencillo movimiento algo de calor. Su abrigo grueso cubría su cuerpo, pero sus manos estaban expuestas a la intemperie. Era en esos momentos cuando se regañaba así mismo por salir corriendo de su habitación y olvidar los guantes. No era un clima exagerado como el de diciembre. No obstante, a cada minuto que pasaba el aire comenzaba a enfriar más. Y él por naturaleza era muy friolento. Aunque le gustaban los días fríos, al igual que le encantaba la nieve.
Dejo de lado sus observaciones sobre la temporada, cuando escucho el leve sonido de algunas pisadas. Era de noche y estaba oscuro. Sin embargo, en ningún momento se sorprendió o dio la media vuelta para observar al culpable. Siguió en su misma posición; frotándose las manos mientras sus irises zafiro se perdían al frente. La imagen de la ciudad de Tokio podía ser bastante atrayente; inundada por luces de diferentes colores, con pequeños destellos que indicaban las calles y avenidas de la misma.
Tenía pensado seguir por un momento más con tan agradable panorama.
El calor del movimiento de sus manos ya no le fue suficiente, así que las levanto hacia su boca para calentarlas su propio aliento. Sin embargo, su trayecto fue interrumpido cuando otro par de manos se colocaron sobre las suyas.
Eran cálidas.
Cualquiera que viera esas manos que ahora estaban sobre las suyas, creerían que eran frías… Pero él tenía el privilegio de saber que era mentira. Aquellas manos eran cálidas. Muy cálidas.
-. Tienes las manos frías.-
Riku no dijo nada. No importaba, porque él estaba ahí para calentarlas. Siempre a su lado.
Después de unos momentos en esa misma posición, Izuna tras él, mientras lo abrazaba por la espalda. El silencio cómodo fue cortado nuevamente por la voz del pelinaranja, quien había soltado un disimulado suspiro antes de hablar.
-. ¿Estás listo?.-
La pregunta fue captada de inmediato, Riku asintió convencido. Mientras sus brunos cabellos se movían ligeramente por otra ráfaga de aire. Se giro para observar la maleta que estaba a un lado, y después levantar la vista y toparse con aquellos ojos miel que la habían salvado.
-. Claro que si, baka.-
Rió ligeramente para desaparecer aquella esencia de culpa. Porque él no la sentía. Podían considerarlo egoísta, pero por una vez en la vida quería pensar en el mismo y en su felicidad. Aquella que tenía por nombre Kuromi Izuna. Su decisión estaba tomada. Su familia no aprobaba su relación. No consideraban a Izuna alguien “adecuado” de él. Una mala influencia, cómo todos lo llamaban. Que sólo había aparecido para desviarlo del buen camino. Querían separarlos, y no lo permitiría.
Kuromi se sentía de la misma manera, tal vez aquel Riku era de una distinguida familia, pero se había enamorado como un tonto de su personalidad. Tan fuerte, decidido y que luchaba por lo que quería. Por eso, en el instante en que supo que lo querían lejos de él. No tuvo otra alternativa que aumentar su resolución. Quería que Riku estuviera a su lado.
Y cuando el moreno acepto irse de la ciudad con él. Se propuso a sí mismo, protegerlo por siempre.
Era como si lo conociera de algún otro lugar. Como si sus almas ya estuvieran conectadas desde antes y no quieran separarse.
Definitivamente, no querían estar separados.
Izuna se acerco a su rostro y lo beso. Era más alto que Riku, así que tuvo que inclinarse un poco. Fue tan dulce como le supo la primera vez.
Al separarse, Kuromi tomó la maleta con una mano, mientras con la otra se aferro a la blanca mano de Riku. El menor no pudo evitar que sus mejillas se volvieran a colorear de un lindo tono carmín. Sin decir alguna palabra más, comenzaron a caminar rodeados sólo por la oscuridad de la noche.
Diciendo adiós a Tokio, pero no importaba, porque de ahora en adelante estarían juntos.
Lejos de todo. De sus prohibiciones y de sus tontas reglas.
En algún otro lugar, donde podrían comenzar de nuevo…
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