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Caperucita Roja por Miyumi36

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Notas del fanfic:


A pesar de que sea un one-shot es realmente dedicado a mi nee-san ^^ los personajes le pertenecen, esto es para vos hermana! Te quiero!

Disfruten!

Notas del capitulo:

 

 

Sólo espero que les guste mi versión media rara del  cuento clásico que alguna vez cuando eramos pequeños hemos leídos y no ha gustado -o eso creo-

 

 

One-shot

Hiro y Martín.

Caperucita roja:

Como era de costumbre el colegio Maidou, realizaba un campamento todos los años, donde los alumnos pasarían en el bosque cerca de la ciudad una semana entera. El alumnado se había conformado de cuatro compañeros por grupo, una vez listo comenzarían con las actividades típicas de la jornada, cuya la más motivadora era la fiesta de disfraces que se haría en la última noche.
Martín, un chico simpático, expresivo, atento y con muchas expectativas. Su capacidad mental le permitía ser uno del más inteligente del colegio. Por su constitución física, se podía describir, de piel blanca y suave, con ojos grises perlados, los cuales debido al cambio tiempo sus colores variaban.

                                               *  *   *   *
Las jornadas programadas para la última noche de campamento ya habían comenzado a iniciarse. Todo el grupo entero de los alumnos, incluyendo profesores y directivos, lucían lujosos disfraces, algunos clásicos y otros divertidos y originales. Habían formado una ronda alrededor de una gran fogata, donde sus llamas se esparcían cubriendo todo el ambiente e impregnándose silenciosamente sobre las telas de los atuendos.  
En el lugar había empezado a reinar las risas y los cuentos de terror, algunos de los alumnos se dispusieron a tomar algunas linternas y contar sus historias intentando simular miedo.
Como era de esperarse de un chico creativo siempre le pareció interesante el disfraz de la caperucita roja en su propia versión, entonces como su fuerte eran las manualidades su traje consistía en; la típica capa roja y el delanterito de color blanco, con muchos detalles muy interesantes; en los pies llevaba puesto unas botas muy atractivas, de tiro alto que le llegaban hasta antes de la rodilla, tenía hebillas que se disponían en forma de arco, al costado derecho de cada una se deslizaban dos cierres y en el medio de estos, proponía un detallado de una tira fina de tachas negras, toda bañada de blanca, con su respectiva plataforma negra. Consigo llevaba una canastita con dulces.
A pesar de que fuera de esas personas amigables, sentía la sensación de que en aquel grupo no encajaba, ya que sus compañeros no mostraban interés en  acercarse sin entender la razón. Repentinamente un ruido le llamó la atención, volteó la mirada persiguiendo el sonido que se había provocado a espaldas suyas, el sonido de las hojas al chocar había rebotado en su mente y le había hecho despertar una cierta inquietud. Volvió la mirada hacia los demás, intentando que estos no lo vieran alejarse de la fogata y poder dirigirse hacia los arbustos prójimos al grupo. Se introdujo entre estos y se perdió de aquél mundo en cual estaba totalmente convencido de que pudiera ser aceptado.
Atravesando la bola de hojas, luchando para que no terminara clavándose alguna espina o algo similar, cruzó despejándose de ellas. Una vez fuera de allí comenzó a investigar el origen del ruido que había llamado su atención segundos atrás, miró a ambos lados con vagas esperanzas de encontrar algo.
-Que extraño, estoy seguro que escuché algo. –Declaró con una voz poco masculina y, luego dedució. –Seguramente habrá sido algún animalito que ande de excursión. –Rió divertido.
Intrigado todavía por aquel suceso, comenzó a caminar alejándose de la zona. A medida que avanzaba las voces se transformaban en murmullos, Martín inmerso en otro mundo siguió el trayecto sin importancia.
El ambiente del bosque era relajante a pesar de que a estas horas de la noche reinaban todo tipo de animales. Cada paso que pronunciaba hacia que las miradas de los hogareños se enfocaran amenazadoramente sobre la de él, esto hizo que aquél pasadizo interminable se vuelva incómodo en cierta forma.
Finalmente logró encontrar al autor de aquel extraño sonido, quien era un tierno animalito, de color blanco y cabellera corta y acolchonada. Sus ojos eran pequeños y ovalados, de color rojo carmesí, sus puntiagudos bigotes se movían mostrando desconcierto ante su aparición repentina.
El rubio abrió de par en par sus ojos grisáceos, y notó sorpresivamente que una patita del conejito se encontraba en serias condiciones, se acercó sigilosamente sin mostrar temor ante su invitado. Este le dirigió una mirada asustada y se escapó lo más rápido posible. Martín preocupado por el pequeño mamífero corrió detrás de él. Lo siguió hasta una cueva bastante grande, donde al llegar, a su lado se desprendía una cascada que se alzaba a unos metros. El conejo desapareció de su vista cuando notó otra presencia en debajo de la cascada.
-Parece que las presas vienen a mí. –Confesó en tono seductor una voz masculina, que se encontraba refrescándose debajo de la cascada, éste lo miró a los ojos con una mirada salvaje, se recogió el cabello hacia atrás de manera atractiva.
El muchacho lo miró perplejo, ya que su aspecto era demasiado extraño, lo primero que se le vino a la cabeza fue que podría llegar a ser uno de los alumnos de su colegio disfrazado de ¿lobo? Su atuendo consistía en dos orejas puntiagudas, en cada costado, algo similar a una bufanda de pelos, y podía notar su torso descubierto. Al salir del agua, se acercó a la orilla para colocarse un boxer y un pantalón, marrón todo rasgado. Al levantar la mirada la volvió a posar sobre la del rubio, algo interesado.
-No hay nada mejor que un buen bocadito después de un buen baño. –Se acercó lentamente a su presa y lo tomó del mentón, obligándolo a que lo mirara a los ojos.
-Creo que el canibalismo pasó de moda, déjate de tonterías, es momento que te quites tu traje. –Replicó inflando los cachetes colocando ambas manos en la cintura, luego intentó quitarle las orejas, pero no lo consiguió. -¿Ah? –Arqueó una ceja notablemente. -¿Con qué te las pegaste? –Inquirió desconcertado.
-Eres un mocoso travieso ¿Verdad? –Sonrió forjadamente mostrando algo de fastidio ante su reacción, se arrimó más cerca del rostro del rubio y amenazó burlón. -¿Quieres ser mi cena o qué?
-¿Cena? –Repitió. -¿A qué te refieres?
-Ah..-Continuó. –Ya sabes, armo una fogata, preparo algo similar a una parrilla, te ato con alguna liana que encuentre por ahí, te cocino y te como. Y todos felices, o al menos mi estómago. –Rió divertido y comenzó a juntar ramitas para hacer fuego.
-E-E-Espera, creo que..-Empezó algo nervioso, siguiéndolo como un animalito que sigue a su dueño. –Esto, podemos arreglarlo…En serio..¿Sí? –Esbozó una sonrisa forzada.
-OH…Está liana parece lo suficientemente fuerte. –Tomo la cuerda de hierba y la estiró comprobando su resistencia.
-Pero…Mírame, soy flaquito, no tengo nada de carne y soy chiquito. –Se señaló a sí mismo describiéndose aterrado.
-Bueno aunque sea voy a engañar al estómago, peor es nada. –Le mostró los dientes. El mayor se percató de sus ojos, los cuales habían cambiado de color, y presintió que una tormenta se aventuraba hacia el bosque. –Parece que se acerca una tormenta. –Alzó la vista hacia el cielo notando un manto de nubes oscuras cargadas de agua.
-Así parece. –Pronunció con voz temblorosa, de inmediato se abrazo a sí mismo y miró hacia arriba.
El muchacho, quien era de cabellos azules tirando a eléctrico y ojos color miel, percibió un terrible temor sobre Martín, se aproximó preocupado y lo alzó sobre sus hombros. Cuando de repente una ráfaga de luz cubrió la zona, el rubio como acto reflejo se aferró al mayor, quién si suma importancia lo llevaba hacia la cueva, y lo arrojó sobre un colchón de hojas.
-Ahora sí te comeré.
-¿EH? –Gritó exasperado. –P-Pero…Tengo comida!! –Y a su defensiva le enseñó la canasta de dulces. -¿Ves? E-Es más rico que yo.
-Nada es más rico que un pedazo de carne. –Sonrió malicioso, Martín por lo pronto intentó socorrerse, pero sin embargo torpemente se resbaló y cayó al suelo, de manera que su cola quedara inclinada hacia arriba y sus codos apoyados sobre el suelo.
-Ay! –Gimió del dolor y luego se sentó sobre su cola, frotándose los codos.
-Vaya, vaya…-Esbozó maliciosamente una sonrisa codiciosa y lo tomó del mentón. –Creo que primero degustaré y luego te comeré.
El mayor tomó el rostro del menor y adjuntó sus labios, su lengua comenzó a jugar con la de Martín haciendo que este sintiera un poco de aire, intentó empujarlo con vagas esperanzas de que se lo quitara de encima, y al ver que no podía contrarestar la situación se dejó llevar por el peliazul. Una de sus manos bajó delicadamente hacia el torso del rubio, para seguir deslizándose hasta llegar a la parte en donde terminaba el delanterito, lentamente le fue quitando los botones, y a continuación sus manos siguieron para poder desprenderle el nudo de la capa roja, al terminar de sacársela besó seductoramente el cuello del rubio, dejándole una marca a su paso.
Martín, quien ya no podía controlar la situación comenzó a sentir sus inquietudes, sus mejillas empezaron a tomar un color rojizo, y unos pequeños gemidos silenciosos salieron de su boca.
Las manos del muchacho bajaron hacia donde anteriormente iba a realizar la acción de quitarle el delantero, siguiendo éste mismo proceso, logró despejar su objetivo e inició su ataque, sus lamidas se concentraron en sus pezones, detallando cada caricia en aquélla parte, el rubio no pudo evitar lanzar un gemido notable.
-mhg..¿Hiro? –Alcanzó a leer en la inscripción del arito que poseía en la oreja izquierda. -¿Tú nombre es Hiro?
-Mhg…Sí, así es. ¿Y el tuyo?
-M-Martín. –Pronunció avergonzado.
Hiro continuó con lo suyo escuchando atentamente los gemidos que le hacia provocar al menor. De momento sonrió malicioso y reforzó la acción, se deslizó hacia abajo rozando su ombligo hasta llegar a la parte íntima del pequeño, besó tiernamente el miembro de él sobre el pantalón y luego le dirigió una mirada adquisitiva.
-¿Q-qué intentas…hacer? –Inquirió inocente.
Sin escuchar las quejas del menor, desprendió los botones del pantalón el cual era demasiado corto y ajustado al cuerpo, finalmente se lo quitó y al despejar el siguiente objetivo tomó el miembro del rubio y lo acarició lentamente jugando con él, otra vez los gemidos rebotaron en la cueva. Una vez finalizado aquel juego, se introdujo la parte íntima completamente dentro de su boca, haciendo que esta baje una y otra vez, repetidamente y rápidamente. Esto hizo que Martín se complaciera más todavía, cerrando los ojos del profundo placer que le provocaban aquellos besos.
-Hiro..Mhg...Ya detente. –Confesó exhausto de placer. –N-no, puedo..Más.
Nuevamente los oídos se volvieron sordos para Hiro, quién seguía entusiasmado con aprovechar "aquélla delicia", desde el momento en lo que lo vio no pudo evitar su ternura, ya sea en las expresiones de cada instancia o su reacciones tan "inocentes". Martín era un chico que sea donde sea que esté siempre era de vestirse muy provocativo, pero no era intencionalmente sino que era porque le gustaba ser muy creativo, esto era lo que más le llamaba la atención al adolescente.
El de ojos color miel observó delicadamente cada rasgo del cuerpo del jovencito, notó que sus manos eran totalmente suaves y sensibles, su rostro era sumamente adorable.
Luego de terminar con todo el recorrido visual, se dispuso a continuar con lo que estaba haciendo, apartó su boca del miembro de Martín y a por consiguiente lo besó, dejándole espacio para que el líquido bajara libremente, lentamente lo obligó a que girara su cuerpo, antes de realizar la acción siguiente, tomó ambas manos del rubio y las posó sobre el pantalón rasgado de él, lo miró a los ojos y le pronunció a la par de sus oídos:
-Quítamelo.
El pequeño se sonrojó fuertemente, sin embargo obedeció fielmente, sus manos enfilaron hacia el objetivo temblorosas, pensando que no sabría cómo había llegado hasta ahora a esta situación tan comprometedora, sus dedos se deslizaron por la prenda de Hiro y caminaron lentamente acompañado de un juego hacia los botones para así luego, desprenderlos y quitárselo al fin. Una vez hecha dicha acción el muchacho le dirigió una mirada algo desconcertada e inocente.
Haciendo caso a su juego el peliazul  retomó las instrucciones que había llevado a cabo segundos atrás, lo volteó ligeramente y lo reposó boca abajo. Él se posicionó a centímetros de su presa e introdujo cuidadosamente su miembro en la parte íntima del menor, quién además de sentir un poco de dolor, sentía mucho placer, gimió fuertemente al sentir el contacto y por sobre todo cuando el comenzó a moverse una y otra vez.
Martín gimió y cerró los puños, y junto con él los ojos, sonrojado. Realmente no sabía por qué Hiro hacía esas cosas, pero aún así le gustaba mucho, sabía que lo hacía muy bien y que él realmente se excitaba notablemente, comenzó a jadear luego de unos minutos cuando Hiro aumentó la velocidad de aquéllas subidas y bajadas, el mayor ya había comenzado a jugar con el miembro del menor mientras hacia las embestiadas, el niño se excitaba cada vez más.

     *    *     *     *

La tormenta aún no cesaba, las ráfagas de aire aún seguían azotando las hojas de los árboles, y el cielo aún se cubría de haces de electricidad. Los estruendos de la consecuencia de los relámpagos aturdían el ambiente y hacía que Martín sintiera las ganas de acobijarse en su cama y taparse hasta donde pueda, sin embargo al estar al lado de una persona a quien extrañamente aparte de sentirse confiado y asegurado, había comenzado a quererlo de cierta forma, sabiendo que apenas se habían conocido.
Mientras tanto en campamento donde se encontraban el resto de los compañeros del reciente fugado, habían levantado la fogata y se habían adentrado rápidamente a las carpas que no podían ser de ayuda por aquél temporal, la segunda opción era subir a todos los alumnos al colectivo. El profesor a cargo del curso del rubio se encontraba totalmente preocupado, el alumno restante estaría perdido en alguna parte del bosque, vaya uno a saber dónde, minutos atrás éste profesor quién cuyo nombre era Raiven, a pesar de sus locuras incomprensibles era un buen maestro y  quería demasiado a sus alumnos, y a él era uno que lo apreciaba mucho.
Minutos atrás Raiven, había encomendado a algunos preceptores a rastrear al alumno para ver si encontraban alguna noticia, él no se quedó con los brazos cruzados y salió a buscarlo.

   *    *    *     *

Ambos se encontraban mirándose uno a otro, las miradas se habían convertido en otro punto de vista, ya no era inicio del aquél juego, sino inicio de un sentimiento verdadero, tanto para Martín como para Hiro.
Aún así, debido a la tormenta el pequeño había comenzado a temblar del miedo, a pesar de que no tuviera frío. El muchacho observó esa acción y se acercó para abrazarlo.
-Aún viéndote miedoso eres muy atractivo. –Confesó a la par de su oído, sintiendo que el menor se estremecía sobre su hombro cansado y jadeando entre pausadamente.
-Tonto lobo. –Se defendió él. -¿De dónde eres?. –Consultó intrigado.
-Algún día lo sabrás. –El rubio infló sus cachetes.
Repentinamente una voz rebotó en la cueva. Sí en algún lugar de todo el bosque podría esconderse de la tormenta sólo podría haber una opción, una cueva. Esa voz que se oía en el fondo, mezclándose con los ruidos aturdidores de la tormenta, eran claramente los gritos nombrando a Martín:
-¡Martincito!¡Martín! –Gritó desaforado Raiven.
El rubio se sorprendió e inmediatamente se cambió y luegosalió fuera de la cueva a investigar quién lo llamaba por su nombre, al salir de ella se encontró con su profesor Raiven, quién además de estar empapado por la lluvia, se encontraba embarrado y agitado.
-¡¡Martín!! –Corrió apresurado y lo abrazo, a pesar de todo el jovencito estaba feliz de verlo, pero a la vez algo decepcionado, al fin había encontrado a una persona para amar, esta la perdería.
-¿Profesor?
-Chiquito, tonto, antes de irte a investigar me hubieras avisado. ¿Te perdiste chiquitín? –Preguntó una tras otra muy intranquilo.
-E-Estoy bien señor Raiven. –Sonrió forzadamente, y volteó la mirada por última vez hacia la cueva.
"Espero volver a verte Hiro" Pensó.

   *   *   *   *
Como todos los años las mini vacaciones habían dado fin. Los alumnos de la escuela regresarían a la ciudad y al cabo de dos días volverían a tener clases normales.
La mañana que volvería a ingresar a clases normalmente era una como todas las demás sin nada interesante. Se levantó, y se preparó el desayuno, a su lado partió con él su hermano mellizo quién por otros asuntos no había podido asistir a la jornada.
-Joel!! –Gritó de buen humor desde el otro lado de la habitación de su hermano, Joel por su parte le respondió rápidamente;
-Ya voy, sólo espérame un segundo. –Aclaró con voz clarita que apenas podía oírse.
Su hermano por lo contrario, era un chico de ojos celestes y cabello largo que le tapaba su ojo izquierdo, éste era de color negro azabache. Su carácter era tranquilo muy tranquilo y por lo general tímido, a pesar de que de lo contrario podía ser algo malhumorado.
Cuando finalmente llegaron a su escuela Martín se llevó una gran sorpresa, jamás pensó que el mundo sería tan pequeñito.
Las clases del día de hoy habían sido muy aburridas, así que no veía la hora de que el timbre del recreo sonara. Finalmente el colegio entero escuchó el sonido que tanto anhelaron, Martín lo primero que hizo fue dirigirse al baño.
Subió escaleras y entró al baño pensando que encontraría alguno vacío, pero su suerte lo traicionó.
-Rayos. –Maldijo.
Unos segundos después uno de ellos se desocupó pero con la sorpresa de que la persona que salía de ése baño era la persona que jamás pensó que volvería a verla en toda su vida.
-¿Hiro? –Consultó algo desesperanzado, ya que su vestimenta lucía diferente y verlo con uniforme de la escuela era sumamente extraño. -¿Eres tú verdad?
-Martín, ¿eh? –Respondió con otra pregunta burlón. –Sí así es. Vaya, vaya..Qué pequeño es el mundo ¿No? –Sonrió dulcemente.
-E-eso parece. –Pronunció nervioso, ya que Hiro se acercaba cada vez más a él. –Hiro aquí…-Susurró.
-No me interesa. –Al acercarse posó su nariz sobre la de él  y lo besó. –Te amo, ¿quieres ser mi novio, mi linda presita?
-H-Hiro…-Sonrió. –Claro que sí.


Y vivieron felices para siempre.

Notas finales:

 

 

Me divertí mucho escribiéndolo, espero que ustedes también.

 

Gracias nee-san por ayudarme en algunas cosas y también gracias por ocupar un pooc de tu tiempo haciendo mis resúmnes de psicología mientras yo te escribía el one-shot ^^

 

Baaaaaaaaaai :3


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