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Navidad KakaIru por kakashiruka

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Notas del capitulo:

Holas nuevamente a todos ^^ Les traigo el nuevo capitulo de la navidad KakaIru. Hoy tenemos al sannin de las navidades pasadas, ojalá que les guste los recuerdos de Kakashi, en especial uno que hasta a mi editora le gusto XD 

Terminé con "veneno por licor dulce" espero que vean el capilo final y que lo disfruten tanto como este =D

Como adelanto del proximo capitulo les diré que conoceran quien es la sanin de las navidades recientes ^^ y que vermos más recuerdos interesantes =D

Gracias a todos los que comentaron el primer capitulo, se los agradesco por sus apoyos a este humilde y pervertido escritor =D 

—Hola — un hombre de cabellos blancos le da un golpe con un libro para despertarlo.

— ¿Jiraiya?

—Sí, el mismo, vine a visitarte.

— ¿Para qué traes esa botella? — sobándose la cabeza.

—Nunca es bueno beber solo — sirviendo dos copas — pero tienes que beberlo de cierta manera, con los ojos cerrados.

— ¿Esto es una clase de sueño? — aún sin entender.

—Básicamente si, aunque yo diría que una epifanía… tu solo relájate y verás.

Tomando el primer trago de golpe, bebió todo el contenido de este con los ojos cerrados, al igual que Jiraiya. Abriendo los ojos todo se convirtió en el lugar que era durante su infancia, las cortinas rojas de ese entonces, la alfombra impecable, los adornos y el gran árbol de navidad. Corrió a la cocina para ver a su madre, por el olor a comida dedujo que estaba en ese lugar. Una mujer de cabellos largos trabajaba frente a la estufa, no pudo contener la emoción de volver a verla, hacía años que deseaba poder tocarla y decirle cuantas cosas que el destino no le permitió.

Kakashi se acercó lentamente, para no asustarla y extendiendo sus brazos le abrazó por detrás, mas al hacerlo su cuerpo traspasó el otro. Lo volvió a intentar pero no tuvo resultado distinto, hecho que remarcó aun más la ausencia de ese ser querido.

—Solo puedes mirar, nada más – apareció el anciano desde la puerta de la cocina.

— ¿Porque me trajiste? ¿Estoy muerto? — mirando a su madre con melancolía.

—Mmm… creo que la muerte no me concierne a mí, soy el Sannin de las navidades pasadas. ¿Recuerdas este día?

—No, pero a juzgar por lo que cocina mamá, debe ser noche buena. Todos los años cocinaba lo mismo — recordó con nostalgia.

Ya llegué — se escucho una voz desde la otra habitación.

¡Papá!

Reconoció la voz de inmediato y corrió a verlo, estaba igual que como le recordaba en aquel entonces, sólo que con sus ojos de niño lo veía más alto. Había llegado hacía unos instantes. Cuando su hijo pequeño apareció le tomó en sus brazos haciéndole dar vueltas en el aire mientras el giraba, se apreciaba la risa del pequeño disfrutando de los placeres familiares, luego lo llevó al sillón azul y le sentó en una de sus piernas.

— ¿Está listo para despegar; capitán Kakashi?

Sí, capitán Sakumo — afirmó, abrochándose el cinturón imaginario.

Kakashi no pudo evitar quedar en silencio al ver tal escena. Divisaba esa infante adrenalina que le corría por el cuerpo en cada viaje a Paris, Roma, y ciento de lugares, sin tener que salir del la rodilla de su padre. Se sentó en el sofá que estaba frente a ellos, mirando atentamente como ocurría cada precioso instante que en ese entonces solo estaban en el baúl del recuerdo, estando presente solo el añoro de poder abrazarlo y jugar nuevamente con él.

—Era un buen padre.

Comentó Jiraiya, sentándose junto a Kakashi bebía de la copa.

—El mejor.

Cerró por algunos segundos sus ojos e intentó ocultar su rostro con una mano, no quería llorar, mas la conmoción lo obligaba a doblegarse a su corazón de niño perdido. Extrañaba tanto a sus padres que deseó volver a ser nuevamente ese pequeño que jugaba por la mañana de noche. buena, y que volaba por el cielo junto a su capitán favorito, aquel que le enseñó a pilotear en la nave de sus sueños.

—Yo también tuve un padre, aunque no lo creas.

— ¿Cómo era?

—Irremplazable.

El timbre sonó, los ojos del pequeño Kakashi se distrajeron en ese momento en que el ruido rompió lo placentero del viaje, al parecer algo muy grato vendría, quizá más anhelado que la misma llegada de su padre. Su versión mayor no recordaba que era lo que le robaba tanto la concentración, a tal punto de arrastrar a su progenitor hacia la puerta para que la abriera y dejara entrar a quien fuera que estuviera allí. Los siguió para ver al desconocido, pero viendo pasar a la primera persona, quien era un niño de su misma edad, castaño y moreno, comenzó a reclamar y a gritar.

— ¡No! ¡No le dejes entrar, es un ladrón!

Pese a los esfuerzos de bloquear la entrada a la casa, expulsar a ese simpático moreno e intentar golpearlo con un bastón, los cuales eran vanos, Iruka siguió su camino, mientras que el pequeño Kakashi le llevaba de la mano hasta el sofá para que tomara asiento. A la versión mayor le ardía la sangre al ver la imagen.

—Cállate, que no me dejas escuchar — le volvió a golpear con un libro - ¿Cuándo dejaste de ser tan tierno?

El pálido niño se sentó en el regazo de su padre, sin dejar de mirar al moreno que estaba de frente a él, junto a los suyos. Las miradas cruzadas simbolizaban algo más que solo una inocente amistad, y las nerviosas sonrisas de Iruka por la verguiza que le provocaba tal acto dejaba a flor de piel la primavera que le corría por la venas, a pesar de las toneladas de nieve que se encontraban en las calles.

—No lo mires así, es un sucio estafador — se regañaba a si mismo.

— ¿Él es el supuesto estafador? — Kakashi asiente con la cabeza, y al hacerlo Jiraiya le golpea nuevamente –. Se conocen desde niños y desconfías de él, mereces lo peor del mundo.

— ¡Hey! Eso duele — intentó defenderse, sobándose la cabeza.

Un momento después llegó su madre a saludar, y cuando sucedió eso todos los adultos salieron al parecer para servirse un poco de licor, dejando a ambos niños solos en el recibidor. Por varios segundos se mantuvieron en silencio, hasta que Iruka se molestó porque los ojos de Kakashi no le dejaban tranquilo, inquietando su estancia en la residencia Hatake.

Basta. ¿Qué es lo que quieres? — se rindió.

Mmm… digamos que preparé algo para ti.

Los ojos del Kakashi mayor de abrieron enormemente, como si hubiese recordado algo, un recuerdo que le avergonzaría, y que en ese mismo instante le hizo desear desaparecer del mapa.

—Creo que con eso basta, ya aprendí, no hay lugar como el hogar, etcétera, etcétera, etcétera, vámonos – dijo, mientras empujaba al mayor para que salieran del hogar.

—No, presiento que se pondrá bueno —Jiraiya lo ignoró, poniendo atención en el actuar de los niños.

¿Qué cosa es? — preguntó Iruka.

Algo muy especial, solo para ti.

¿Solo para mí? — se sorprendió el castaño, mientras que el platinado asentía con una sonrisa algo engreída.

Se bajó del sillón y fue donde Iruka, tomándole la mano, pero lo quedó mirando fijamente, apreciando lo lindo que era, definitivamente estaba enamorado de tan dulce moreno de chocolate, la piel se le erizaba con solo tener el privilegio de tocarlo y disfrutar su delicada piel.

¿Tengo monos pintados? — dice sonrojándose —. Deja tus jugarretas, que sabes que me molestan.

Disculpándose lo llevó cautivo de la mano, subiendo por las escaleras hacia el segundo piso, llegando a una puerta blanca, la cual abre haciendo girar el picaporte con su mano libre. El joven Hatake hizo un movimiento mostrando su habitación.

Supongo que no intentas nada raro — el pálido se quedo pensativo unos momentos.

Define raro.

¡Kakashi! — se enojó.

Está bien, pero si no quieres mi regalo puedes quedarte con los que te da el hijo del encargado de las relaciones públicas en la empresa — cruzándose de brazos muy obstinado.

¿Te refieres a Itachi?

Ese mismo.

Está bien, acepto tu regalo  — terminó, dejándose convencer por los celos de su amigo.

Cambió de manera radical su expresión, volviendo a la misma sonrisa que tenía cuando llegó esa personita tan deseada. Haciéndolo entrar, quedaron mirándose frente a frente en un sector de la habitación, el pequeño Kakashi sonreía casi siniestramente, en tanto Iruka buscaba lo que fuera con la vista con tal de evitar mirar fijamente a Kakashi que le atemorizaba y le derretía al tenerlo tan cerca, recordando las veces anteriores en que tan osado platinado le había robado besos en el armario de abrigos durante una festividad de la empresa.

—Esto en vergonzoso — dijo el peli plata mayor, tapándose el rostro por el bochorno que pasaría.

Mira ahí arriba — un pequeño y pálido dedo apunta hacia arriba.

¿Pusiste pasto en el techo?

No, no es pasto, se llama muérdago.

Ah… ¿Qué es muérdago? — preguntó otra vez Iruka.

Según la costumbre, en navidad, todas las parejas que estén bajo el muérdago deben besarse.

Mientras Kakashi se sonrojaba por la vergüenza al recordar ese momento, Jiraiya se reía como si viera una serie cómica y para el pequeño Iruka no había forma de esconder su vergüenza y nerviosismo.

Pero Kakashi, nosotros no somos pareja – enrojecido y avergonzado. 

Eso es verdad, pero como Itachi te esta rondando mucho, y no pienso perder contra ese presumido – dijo con odio al recordar al personaje – me comprometo a besarte solo a ti, por el resto de mi vida.

¿De verdad? — preguntó Iruka, interesado en la propuesta.

— ¿De verdad? — preguntó simultáneamente Jiraiya.

—Sí, ha sido mi único novio —respondió el mayor, sonrojado. Le avergonzaba aceptar eso.

Sí, pero también debes prometer lo mismo — insistió el Hatake menor.

Pero… ¿Y si uno de los dos queda embarazado?

No, le pregunte a papá y me dijo que en unos años me diría como se tienen hijos, pero me aseguro que con besos no.

Jiraiya estalló en risas, le parecía imposible que el mismo que hacia unas horas casi le golpea por unos centavos, hubiera sido tan tierno e inocente cuando pequeño. Iruka aceptó, pero Kakashi debería besarlo primero, ya que le daba vergüenza. El otro no lo pensó dos veces para pegar sus labios, de manera muy delicada y tierna a los de Iruka, quien estaba completamente cohibido por tal impulsiva acción.

—Creo que con esto basta, toma — le pasó la copa de vino.

Kakashi la tomó rápidamente y cerró los ojos. Al abrirlos otra vez, se vio en un lugar que recordaba perfectamente, el último lugar en donde vio a sus padres; el cementerio. Al parecer era el mismo día del entierro, recordó que él tendría dieciséis años en el cuerpo e Iruka también. Viendo un grupo de personas dedujo que ahí era el sector. No hacía memoria con exactitud el lugar preciso en donde se encontraban los cuerpos, sólo la entrada que poseía un cartel que nunca olvido, este decía “Donde descansan los sueños”. Caminó donde la multitud que lloraba, lentamente, Jiraiya le siguió, alcanzando sus pasos. Por la mirada triste evitó las preguntas, no importaba su primer lugar en tacañería frente a cosas que le importaran sinceramente.

En su destino, se encontró a si mismo leyendo el discurso sobre la vida de sus padres y lo agradecido que siempre estuvo con ellos. En esta ocasión no soltó lágrimas, pero repetía segmentos del discurso que nunca salieron de su memoria. También recordaba que el discurso de su ex novio ya había sido escuchado. Dejando su oración, los sepultureros dispusieron a bajar los cuatro ataúdes en el lugar, colocándose junto a un castaño, que vestido también de negro, le tomó la mano, sin decir nada, solo un fuerte apretón mientras bajaban ambos cuerpos, desarraigándolos definitivamente a la vista de los vivos.

—Sólo me había quedado él — dijo, con serias intenciones de querer hablar del tema.

— ¿Y qué pasó?

—Esa misma noche hicimos el amor por primera vez, fue delicioso, es a la única persona que he amado.

— Y… ¿Cuándo lo dejaste de amar?

La pregunta turbó la mente de Kakashi, siendo su única respuesta una media vuelta y emprender nuevamente su camino hacia fuera del cementerio, anunciando que ese día no era de sus favoritos, demostrando su desprecio hacia las fuertes emociones, dos personas escapaban para siempre de su vida, y otra fundamental llegaba de balde a consolar su corazón.

—Vámonos — le dijo al anciano fuera del lugar.

— ¿Qué aprendiste en este viaje Kakashi?

—Que la vida te quita lo que más amas cuando lo necesitas como nunca — dijo frio y con algo de resentimiento.

— ¿Y a Iruka también te lo robó la vida? — Solo guardó silencio, sabiendo la respuesta —. Lo siento Kakashi, pero espero que al final vuelvas a ser más humano… como antes.

Disponía el mayor a entregarle la copa que le haría volver a la realidad, pero antes anunció las últimas palabras.

—Tu padre, fue un excelente dirigente de la empresa, pero jamás te sustituyó por su trabajo — alcanzó a decir antes de que le arrebaten el licor de las manos.

—Adiós Jiraiya — bebió y cerró los ojos.

Despertando en su sillón de felpa azul, vio el sol entrometiéndose en su ventana, dedujo que ya era tarde para marchar al trabajo. El sueño, epifanía o lo que fuera, lo había dejado cansado tras tantos paseos en su corazón y por su mente. Llamó a la empresa y avisó de que no iría a trabajar, dejándole ciertas ordenes a Asuma para que todo funcionara como de costumbre, sin problemas.

Le quedaron dando vueltas las palabras de Jiraiya sobre todo lo ocurrido, recordó al mirar el sofá el pequeño cuerpo de Iruka que le coqueteaba inconscientemente con su linda coleta. Imaginó  a su padre riendo junto a ellos, y a su madre sirviendo jugo a los tres varones.

El tiempo libre le dejó suficiente espacio para recordar que en unos días sería navidad, con tanto trabajo olvidaba fácilmente todas las fechas importantes, hasta su propio cumpleaños, sino fuera por sus amigos siempre lo olvidaría. Asuma siempre cada año le saludaba con algún detalle envuelto en papel de regalo, mientras que cuando estaba con Iruka continuamente le obligaba a dejar unos días la oficina y quedarse en casa o tomar algún viaje corto con motivos de arrancar de la ciudad y escapar a cualquier lugar en donde pudieran pasar unas cuantas noches juntos, sin celulares que sonaran, ni despertadores, tampoco documentos que revisar.

Decidió ir al cementerio para poder visitar las tumbas de sus padres, los cuales si estuvieran vivos posiblemente le regañarían por no visitarle en navidad, o irían a su propia casa, invadiendo su privacidad, con la cena de navidad preparada para servir y disfrutar de la compañía familiar. En el camino encontró una florería, bastante surtida. Entró buscando algunas buenas flores para presentárselas a sus padres, algo que les hiciera perdonar a tan ingrato hijo que en años no los había visitado.

Una mujer rubia y de grandes pechos le atendió, mostraba gran belleza. Le explicó la situación de sus padres y esta le recomendó rosas rojas para su padre y rosas blancas para su madre. No le dio mucha seguridad la recomendación, mas cuando los vio armados y adornados le encantaron, agradeciéndole bastante a la mujer por tal acto, dándole una propina considerable, pese a que no era necesario hacerlo. Ella preguntó por si este iba al cementerio, y él respondió que sí, que hacia allá iba, la mujer le pidió si podía ir junto a él, y que sería un honor caminar junto al gran empresario Kakashi Hatake.

Recibiendo con humildad los halagos le preguntó que de donde le conocía, mencionó que había sido quien llevó a su padre, Sakumo Hatake al hospital, cuando su madre estaba dando a luz, y que desde entonces se había vuelto una admiradora de su familia.

— ¿A ellos les gustaban las rosas?

—Bastante, pasaban seguido a comprar, igual que dos enamorados, ella siempre con su rosa blanca y el con la rosa roja.

Como Kakashi no fue en su auto, ella misma lo llevó en el propio vehículo donde condujo al Hatake patriarca al hospital. Fue hablándole de varias historias de sus padres, desde que eran jóvenes enamorados y hasta los años de niñez que pasaban con el pequeño Kakashi de la mano y compraban algunas flores para dar un toque natural al hogar.

— ¿No recuerdas que te gustaban las orquídeas? —Kakashi negó con la cabeza—. Eso es extraño, una vez tu madre mencionó que nunca te quedabas dormido los domingos sin oler una orquídea.

El viaje se hizo muy ameno, a tal punto de sociabilizar en gran cantidad, pese a que nunca lograba hacerlo con el resto de las personas. Llegando al lugar, Kakashi como la noche anterior estuvo ahí, sin saber si en sueños o de verdad, no le costó ubicar nuevamente el terreno. Se sentó en los pastos que perfectamente podados hacían también muy grato el caminar, dando un olor agradable, que en algunos casos alivianaba el dolor del ser querido que había partido a lugares mejores.

El de cabellos plata dio una extensa explicación a sus padres, intentando justificarse por sus faltas y que le perdonaran por olvidarse de ellos y dejarlos sin visita, agregando que la empresa era difícil manejarla solo y que los extrañaba como nunca. Quizás más que el día en que los dejó en ese lugar, dijo que deseaba abrazarlos, besarlos, jugar nuevamente al avioncito en el sillón azul y en las piernas de su padre.

—Has tenido un gran progreso Kakashi — sonrió la rubia.

— ¿Quién eres? — preguntó al presentir otro funesto viaje.

Notas finales:

Gracias por leer y seguir el fic ^^ sigan atentos a las actualizaciones =D


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