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Cumpleaños por SHINee Doll

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Notas del fanfic:

 

Dedicado a todas aquellas personitas que disfrutan del MinKey, especialmente a: Destroy_Reifantasma kummayucitaSweet Yukii y prisnad, que siempre me roban sonrisas con sus historias y me hacen desear leer más de este par. 

 

Notas del capitulo:

 

¡Feliz Cumpleaños, Minho-oppa! ¡Oh Yeah! ~ En Seúl hoy es 9 de Diciembre, el cumpleaños de nuestro adorado Minho :3

Escribí este one-shot hace como un mes y medio, especialmente para esta fecha, así que es momento de compartirlo con todos ustedes.

Dedicado a todas aquellas personas que aman el MinKey tanto como yo :3 

 

 

Cumpleaños

Mientras veía la noche caer, Minho pensó que aquella era la peor forma de pasar un cumpleaños. Estaba a unas horas de cumplir veinte años, pero a miles de kilómetros de las personas que podrían envolver su cuerpo en un cálido abrazo y cantarle una linda canción como felicitación. Sería otro año donde no vería a su familia en ese día especial, uno donde ni siquiera sus amigos de SHINee se encontraban a su lado. 

Suspiró, cansado. En otros tiempos, su madre hubiera entrado a la alcoba con un pastel, recordándole que el día más feliz de su vida (después de aquel donde conoció a su padre) fue el nueve de diciembre, cuando él llegó para cambiar por completo su vida y alegrarle cada despertar; aunque Minho sabía que su madre pasaba por alto todos aquellos momentos donde deseó no haber tenido un hijo, principalmente en las noches de desvelo.

Pero de eso hacía mucho tiempo, ¿no? Después del debut y de mudarse a un departamento con el resto de los miembros, Minho no volvió a tener un cumpleaños así. Quizá porque ya no tenía el tiempo suficiente para visitar a su familia, tal vez porque debía ensayar o asistir a algún evento, a lo mejor porque estaba creciendo y los pasteles, regalos y canciones eran cosas de niños. Aunque estando ahí, solo, lejos de casa, se sentía nostálgico.

Si estuviese donde los demás, tal vez Taemin lo despertara con una brillante sonrisa en su rostro infantil, mientras agitara de un lugar a otro una caja amarilla (tal como los últimos dos años). Posiblemente Jonghyun entrara después, quejándose de no ser el primero en darle un cálido abrazo y una felicitación decente, mientras su mirada se dirigiera al maknae. Pudiese ser que Jinki también se uniera a ellos, defendiendo al menor y burlándose de Jjong, para luego felicitarlo alegremente, dejándolo contemplar esa radiante sonrisa.

Y él estaría feliz con eso… Al menos, hasta que llegara Kibum. Porque lo que ninguno sabría nunca, es que faltando un par de minutos para la medianoche, Key lo despertaba y lo hacía salir de la habitación que compartía con su líder y el maknae. Entonces, lo miraba con sus ojos felinos y sonreía dulcemente, contando los segundos en su mente.

Debía admitir que la primera vez se encontró a sí mismo sorprendido. Tenía sueño, estaba cansado y Kibum no decía nada, así que también se encontraba confundido. Le tomaría alrededor de un minuto y medio entender el por qué se encontraban a mitad del pasillo, a oscuras y en silencio. Sólo necesitaría un “Feliz Cumpleaños, Minho”, para que su corazón se acelerara; y un par de brazos delgados alrededor de su cintura para perder la compostura delante del chico, tal vez porque Kibum era demasiado cálido. Y él se moría de frío. 

Minho estaba seguro de que aquella noche, misma que ahora sólo parecía un sueño lejano, había robado un beso de esos delgados labios que lo provocaban constantemente. Podría jurar (por su vida misma) que Kibum también le besó, que se aferró a él y correspondió aquel arrebato con ímpetu, mordiendo sus labios, acariciando su lengua, explorando su boca. Aún así, a la mañana siguiente había aparecido como si nada, sin rastro alguno de vergüenza, de incomodidad. Y Minho se dijo que todo fue un sueño. Uno que no volvió a repetirse.

Ahora, a media hora de empezar un nuevo día, de agregar un año a su vida, Minho se arrepentía de haber aceptado modelar en aquel evento. Cerró los ojos, recordando las palabras de Key, las mismas que le llevaron a aceptar la oferta, que lo alejaron de sus amigos, que ahora lo hacían sentirse apartado de todos. “Es una gran oportunidad”, había dicho, mirando sus uñas con cuidado, con atención. “Además, no tenemos nada que hacer en estas fechas”. Y era cierto, pero el chico de los pómulos altos parecía olvidar un detalle: el evento era el ocho de diciembre, fuera de la ciudad, y no regresarían hasta el diez por la tarde. Kibum olvidó su cumpleaños.

Acostado en esa cama de hotel, con la vista perdida en el techo blanco, Minho no podía dejar de pensar en el todopoderoso. Porque, a pesar de lo extraño que pudiese parecer, había algo en él que logró atraparlo, seducirlo, enamorarlo. Cuando escuchaba a Kibum cantar, algo lo obligaba a mirarlo intensamente y su tono sedoso le disparaba el pulso. Al verlo bailar, sentía la necesidad de acercarse y pegar su cuerpo al suyo, mover sus caderas al mismo compás, afirmar el agarre en su cintura levemente señalada. Si reía, si lloraba, si deseaba estar en silencio, si no deseaba hacer nada; Minho quería estar ahí, a su lado. “Acaso, ¿así es el amor?” se cuestionó en voz alta, dejando sus ojos descansar un momento. Sin darse cuenta, se quedó dormido.

Toc toc. Minho abrió los ojos, sorprendido. Tomó su celular de la mesa de noche y miró la hora. Aún faltaban cinco minutos para la medianoche. Nuevamente tocaron a su puerta y, aún sabiéndolo imposible, una pequeña ilusión se albergó en su corazón. Habló quedamente, pidiendo un minuto y cuando finalmente abrió, no se encontraba nadie ahí. Gimió frustrado, hasta que reparó en cuatro cajas a sus pies. Y sonrió, creyendo saber de qué se trataba.

Aunque no estés en casa, ¡feliz cumpleaños!”, decía la pequeña tarjeta azul. Sonrió, tomando con una mano las cajas más pequeñas y con la otra la más grande. Era divertido ver aquellos cuatro paquetes sobre la cama, esperando por ser abiertos. Sin poder evitarlo, el paquete de mayor tamaño y de color rosa captó por completo su atención. ¿La razón? Ese era de Kibum. El amarillo debía ser de Taemin, el anaranjado de Jjong y el verde de Onew. “Como cada año”.

Sus dedos temblaron mientras soltaba el listón y apartaba el moño. La emoción creciendo en su interior, su corazón latiendo con fuerza. Dentro había un pequeño pastel, el mismo que preparaba Key cada año, que sólo él podía comer. “Será nuestro secreto”, le había dicho el mayor, pasando una mano por sus cabellos color caramelo. Llevó un dedo al betún de chocolate y después a su boca, saboreándolo. Tan dulce como Kibum.

En el instante que el reloj marcó las doce, su celular sonó.Almighty Key. Minho sonrió avergonzado, pensando que aquello no estaba resultando tan malo. Abrió el mensaje y al leerlo, se quedó sin palabras. “Te Amo, Minho”. 

Acaso, ¿aquello era verdad? Tomó su chaqueta y el móvil, revisó su bolsillo en busca de las llaves y abrió la puerta, dispuesto a llamar al departamento y preguntar por Kibum. Jinki fue quien contestó. Todos estaban ahí, todos menos él. Kibum había salido esa tarde y aún no regresaba, posiblemente no lo hiciera. Nadie sabía nada. Eso era sospechoso.

Regresó a la habitación, encontrándose con la puerta entreabierta. Ahí, sentado en la cama, se encontraba Kim Kibum, mirándolo con superioridad en sus ojos felinos y con una sonrisa divertida pintada en sus labios rosados. No pudo decir nada, sólo fue capaz de cerrar la puerta con seguro a su espalda y contemplarlo, esperando que rompiese el silencio.

-Feliz cumpleaños, Minho.- habló finalmente, arrastrando las palabras, impregnándolas de sensualidad. El menor tragó saliva, nervioso. ¿Qué debía decir? ¿Debía preguntarle sobre el mensaje? ¿Había soñado eso? Los cuatro paquetes en la cama parecían señalar que no. 

-Kibum, tú…- comenzó torpemente; sin embargo, Key hizo un gesto para que callara. Y, como siempre lo hacía al tratarse de él, obedeció.

-Veo que has probado el pastel.- susurró, tomando un poco de betún con su dedo. –Y no me has esperado para ello. Eso es muy cruel, Minho.- llevó el dedo a su boca, sin apartar en ningún momento sus ojos de los suyos. El alto sonrió nervioso, encantado por aquel movimiento.

Key se levantó de la cama, dejando los paquetes sobre la mesa de noche. Su andar era demasiado elegante, seductor, felino. “Como un cazador acechando a su presa”, pensó Minho, retrocediendo por instinto y chocando su espalda con la pared. –Key…- murmuró, mientras el mayor colocaba ambas manos en su pecho y buscaba su mirada. 

-El mensaje…- susurró, mordiéndose el labio. –No es ninguna mentira.- por vez primera, Kibum desvió la mirada, avergonzado. El modelo podía percibir el sonrojo en sus mejillas y el deseo de tocar su piel aumentó. Primero le acarició el rostro con sus dedos, luego rozó su nariz con la suya y finalmente unió sus labios.

Las manos del castaño se deslizaron por su pecho, envolviendo el cuello del más alto y sus dedos se perdieron en las hebras oscuras de su cabello. Kibum suspiró, tratando de desaparecer completamente la distancia entre ellos, moviendo sus labios deliciosamente sobre los del menor. “Como la primera vez”, se atrevió a pensar, recordando aquel incidente del pasillo, aquel donde aún no había sentimientos de por medio, el mismo que prefirió dejar enterrado en el pasado, tratando de fingir que nunca ocurrió. Por el bien de ambos, por el bien de todos.

En un año ocurren muchas cosas; Kibum lo sabía mejor que nadie. Quizá porque después de aquel beso, el día que Minho cumplía diecinueve, no volvió a verlo de la misma manera. Se forzó a sí mismo a no hablar de ello, no hacer preguntas y olvidar, el menor hizo lo mismo. Sin embargo, su corazón se negaba a ignorar la calidez que lo embargó al probar aquellos labios, a ignorar aquel sentir tan lleno de todo, tan pleno. Key no deseaba reconocerlo, pero estaba enamorándose de Minho. 

-¿Qué habrías hecho si no sintiera lo mismo que tú?- preguntó Minho, con sus hermosos ojos fijos en los de Kibum. -¿Qué habrías hecho si no te amara como lo hago?- los labios del más bajo se curvaron en una sonrisa traviesa, de esas que tenía un montón. 

-Habría regresado a casa con los demás.- respondió tranquilo. –Posiblemente estaría en la cama de alguno de ellos.- había dicho entre risas, divertido por el ceño fruncido del otro.

Kibum jamás se atrevería a decir que le habría dolido demasiado ser rechazado, que no lo hubiera soportado y que se hubiese visto en la necesidad de ausentarse un tiempo. Quizá sí estuviera ahora en la cama de Jinki o de Jonghyun, tal vez en la de Taemin, llorando amargamente mientras les preguntaba qué estaba mal con él, por qué no era suficiente. Así que no mentía al decir aquello, pero no lo hizo sonar de la mejor manera. 

-De ahora en adelante, sólo puedes estar en mi cama.- murmuró el modelo, volviendo a besarlo.

Kibum sonrió contra sus labios, sintiendo su pulso dispararse por los aires. Definitivamente, no esperaba una respuesta como aquella, pero no por eso le gustaba menos. Separó sus labios, dejando que la lengua de Minho explorara su boca, que se encontrara con la suya, que le hiciera perder la cordura. Se aferró a él, jadeando entre cada separación, gimiendo dentro de cada beso. Las manos que antes le acariciaban la espalda ahora se encontraban firmes en sus caderas, pegándolo aún más a ese cuerpo que le encantaba.

-T-Te amo.- logró articular Kibum torpemente, mientras sentía aquellos labios abultados deslizarse por su cuello, estremeciéndose de pies a cabeza por la excitación. 

-También te amo, gatito.- Minho no sabía si era su imaginación o Kibum realmente ronroneó en su oído, pero aquello le encantó. –Creo saber que quiero como regalo.- depositó un beso en aquellos labios y sonrió, viendo la expresión sorprendida del mayor. –A ti.- y sus labios volvieron a encontrarse. Después de todo, aquel resultó ser el mejor cumpleaños.

 

Notas finales:

 

Espero les gustara esta pequeña ocurrencia. Sigamos escribiendo MinKey :3

 


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