Seth discutía con Malik. El consejero de su esposo quería hacer una locura con los últimos impuestos ¡más armamento! Uno que no necesitaban.
El Faraón los escuchaba. Cada uno tenía su punto. Seth quería ese dinero para abrir un fondo para una nueva cosecha de comida que generaría trabajo y aumentaría la productividad. Pero Malik se preocupaba por la seguridad y no solo de palacio, sino de Egipto. Si se tenía un mejor ejército, se tenía una mano bien preparada para las emergencia; como llevaba alegando con tanto frenesí Malik.
Ahora que esa última debía de estudiarla a fondo Atemu.
-el príncipe Jouno que es el comandante de su ejército tendrá hombre mejor preparados - dijo Malik. Y es que esa era la parte que a Atemu no le convencía. Jouno planeaba derrocarlo. Darle armas con que hacerlo era una cosa que quería evitar.
-si que bien - soltó sarcástico Seth - Malik ya tenemos un ejército bien preparado. Dividido en el 60% para el Faraón y el 40% en Jouno. Pero las cifras reales son 30% se quedan en la ciudad y palacio. El resto está en guerra. Entiendo que quieras aumentar el poderío pero ¿cómo planeas mantenerlos sin comida?
-hay suficiente comercio Seth. Construir más plantíos no es de suma preocupación
-engordar al ejercito tampoco lo es
-¿mi hijo está jugando entre los pies de los oficiales y su hermano con un dragón de madera? - esa pregunta tan fuera de tono, obligo a Seth y Malik a girar sus cuerpos y ver a Noa haciendo volar su juguete sobre su cabeza, yendo entre Honda y otros que le veían
-hum, si - dudo en contestar Seth - no volverá a pasar. ¡Noa siéntate, que estamos ocupados! - el pequeño príncipe, apenado fue hasta los brazos de su hermano. Subiéndosele encima para que lo protegiera. - no volverá a interrumpir
-eso no Seth - se paró y fue hasta donde su hijo para quitarle el juguete - yo no recuerdo habérselo dado. Está muy bien echo - reconoció
-se lo compre yo - Seth tenía que aplaudirse, su voz no había delatado el miedo que sentía. Tozoku se lo había regalado a Noa. Un bello dragón blanco de ojos azules - fui. Salí del palacio
-no recuerdo que pidiera alguna escolta - dijo Malik. El rubio amaba a Atemu y seguía resentido por no ser considerado para convertirse en consorte. Odiando a Seth como lo hacía, le echaba tanta tierra como podía
-¿¡saliste sin escolta!? - Atemu se volvió hacia Seth hecho un energúmeno. No le importaban el resto de los presentes. El que le gritara era normal, he incluso bien visto. El sacerdote fue descuidado como para poder ignorar la disciplina - lo hiciste aun después de que casi secuestran a Noa ¡es que tu atentas contra la buena voluntad de los dioses! ¡Arriesgaste a mi HIJO! - levanto la mano, pero antes de descargarla furiosamente es ese aterrado rostro: se quedó helado - ¿esos aretes son nuevos? ¡Zafiro! - medio grito al reconocer la valiosa piedra - ¿¡cómo te atreviste a llenarte de lujos a costa de la seguridad de mi hijo!?
-padre- se metió Jouno abrazando más a fuerzas que de ganas a su hermanito, que era una bola temblorosa - no fue solo. Yo lo acompañe Malik, creo que esa fue la razón por la que no solicito escolta. Llevaba al comandante con él. Que mejor protección. ¿Cierto Ada?
Seth asintió, no sabiendo lo que le costaría el encubrimiento de Jouno. Mejor dicho, no queriendo saber cómo le cobraría - Ada le compro el juguete a Noa. Pero yo le regale los pendientes. Definitivamente fueron hechos para él.
-le regalaste joyería a Seth - repitió Atemu - cierto. Los zafiros y la plata le quedan mejor a tu Ada que el oro. Lo hacen ver más luminoso. La joyería es un regalo dado por los hombres para marcar territorio. Es una manera muy íntima de decir cuánto nos interesa una persona
-eso es porque me importa mucho
-lo sé - entonces beso a Seth, haciendo rabiar a Jouno - siento haberte insultado amor. Me preocupe mucho.
Jouno ya no escucho el resto de la discusión de Malík y Seth, o lo que Atemu decidió. Pensaba en como averiguar quién fue el que le regalo esos zafiros a Seth. Claro que el castaño no había salido para nada. Lo tenía bien vigilado. ¿quién sería el cabron que se estaba metiendo?
No mato a su hermano Mokuba para que ahora un venido a menos intentara robarle a Seth. Y es que ¿cómo no amar a Seth?
Su Ada era delicado y amoroso. De niño Seth le limpiaba la cara después de jugar. Le cantaba las historias de cada estrella. Le acunaba, le sonreía a pesar de que se estuviera desmoronando. Lo apoyaba en cuantas decisiones tomo, lo bendecía y trataba por todos los medios de que regresara con bien a casa. ¿cómo no amarlo? Seth tenía a la canela ardiente y destellante a las brasas en su piel. Esos ojos azules tan intensos que intimidaban a los extraños pero, que eran cálidos con él....amorosos.
Seth era suyo. Solo suyo. Así tuviera que dirigir una rebelión en contra de su propio padre.
Claro que quería y respetaba a su padre, ese era el lugar de Atemu en su vida. Pero con los referente a Seth, Atemu solo era un hombre más.
-ya sabes que lo de costumbre - seguía diciendo Seth a Noa, que lo seguía medio trotando a su lado. El castaño caminaba muy rápido - será mejor que te quedes en la habitación esta vez
-pero Ada
-voy a ir a ver a ese sacerdote. Sabes que no es amable y puede darte un mal rato, a ambos - aclaro. Noa no quería dejarlo solo. solo quería estar cerca de su Ada que tenía que ir a ver a Pegasus, para poder organizar un evento junto con Duck que ya los estaría esperando - Noa
-no. Él me dijo que no me alejara de ti
-eso solo cuando salgamos - tuvo que ponerse los dedos en el puente de la nariz ya resignándose. Bakura y sus palabras.
-si solo nosotros no tuviéramos que estar tan alejados, durante este tiempo. Podríamos hacer algo con esto que me hace quererte a cada instante
-ese que habla no es el sacerdote Pegasus, Ada?
-definitivamente esta con Duck - ladeo una sonrisa maligna - ¿quieres chantajearlo y decirle que si te molesta, le dirás a tu padre que anda bazuqueándose con Duck señor Duck? - Noa asintió de lo más feliz. Por primera vez tenía con que responderle a Pegasus.
Atemu sentado en su silla escuchaba a Malik. Hay su querido consejero, tan transparente. Malik era un hombre de muchas ventajas y de invariables pasiones. Leal más ala de la cordura. Tenía que escuchar la manera en la que el rubio desaprobaba sus planes. La histeria de Malik no solo era divertidísima, sino eclipsante. Malik no temía mostrar sus etapas humanas al resto del mundo, algo que lo diferenciaba a Seth; a quien tenía que obligarlo a llorar o gritar.
-aún queda tu hijo pequeño
-no le pasara nada Malik. Tampoco a Seth. Esto no se me escapara de las manos - le aseguro
-¿tan seguro? Tu bien sabes que Jouno es impredecible
-tu solo resguarda a mi amado hijo. Noa es el próximo Faraón. Mi único heredero. Y lo dejare hoy bien claro.
-esto no pasaría si yo estuviera con usted Faraón - Atemu negó suavemente. Entendía cómo es que se sentía Malik. El paso por lo mismo cuando se dio cuenta de lo mucho que amaba a su primo - pero no: he de conformarme con ser su amigo. Ser tu confidente para que destruyas al mundo en total calma. Yo no sirvo para que me ames. Me debe bastar que sepas que tu amigo te ama
-gracias Malik
-nada que decir Atemu - el tricolor ignoro esas lagrimas silenciosas que resbalaban de esa barbilla. Una lluvia muda, una buena llovizna en realidad - cuidare muy bien a Noa
Jouno notaba el gran movimiento que se hacía en las caballerizas. Sus soldados se alistaron para irse de palacio, aparte de que los sirvientes estaban abandonando sus labores. No comprendía nada. El trabajo se amontonaría. ¿acaso era una huelga? Pero si el salario era bueno.
Fue a donde Honda se reía junto con Maximillian que hablaban algo acerca de Duck, algo que no alcanzo a comprender. El sacerdote apenas lo diviso se calló abruptamente. A Maximillian no le caía mal el príncipe, pero Duck odiaba a Jouno por lastimar a Seth.
-¿sabes que pasa aquí?
-tu padre ha ordenado que palacio quede vació - le contesto Honda alzando los hombros - solo los esclavos se quedaran. Pero qué bueno que vienes. Iba a buscarte cuando me tope a Max. El Faraón te espera esta noche.
Seth tenía un mal presentimiento. La sala real deshabitada y a oscuras. Tan solo la gran luna y unas cuantas antorchas iluminaban el recinto. No había nada que pudiera calmarlo. Los ojos rojos de Atemu fijos es sus tambaleantes pasos, le azuzaban con horror. Le hacían querer huir, correr. Olvidarse de Atemu o de su hijo. Agarra a Noa y huir hasta donde Bakura.
Jouno llego como se suponía que tenía que llegar; con un peto protegiéndolo, espada colgando y su faldón blanco. Jouno venia como si quisiera tener más que palabras con Atemu y eso lo temió Seth, quien solo atinaba a abrazar por la espalada a su hijo menor.
Nada le gustaba
-escúdame bien Jouno - dijo Atemu en su trono. Desde arriba era como si le hablara a un insecto - he tomado mi decisión para la sucesión - el rubio ladeo una sonrisa - ¡eres fuerte, el dirigente más joven y hábil que un Faraón haya tenido antes! - eso subió aún más el ego de Jouno y Seth temblaba. Conocía a Atemu mejor que nadie y sabía que su esposos se preparaba para ser cruel: para matar con las palabras. Tenía que sacar a Noa cuanto antes!! - y por eso sé que eres un digno candidato. Dime algo hijo mío ¿cuándo piensas traerme a Tozoku? - Jouno se crispo por esa cuestión - aun tienes esa condena sobre ti, balanceándose como un péndulo sobre tu cuello
-Atemu, el
-¡cállate Seth! - le ordeno. Noa tembló - no necesita que le justifiques su ineptitud - Jouno apretó los puños. Su padre no vendría a hablarle de esos fracasos. Ni él había logrado atrapar a Tozoku - pero eso no importa. No Jouno, no importa. Desde hoy Noa será el próximo Faraón - Seth jadeo. Noa negaba demasiado afectado. Noa quería mucho a su hermano, y nunca pretendería quitarle lo suyo porque era así como sentía a Jouno, su hermano mayor era el Faraón. Jouno era el legítimo heredero en línea - mañana todos lo sabrán
-esto no es solo por Tozoku ¿verdad? Hay! Atemu no me sorprendes
-¡Jouno! - reprendió Seth - es tu padre a quien le hablas. ¡respeto!
-¿respeto? - se rió de esa palabra - ese bastardo no te respeta Seth - el castaño se tambaleo hasta caer al suelo. Quería llorar. Jouno hablaría. Todo lo que aguato por evitar esta pelea y ahora era el mismo Jouno quien amenazaba al Faraón con su espada - te golpea. Escupe sobre tu orgullo. ¡mancilla a su primo!
-¿mancillar? - Atemu se paró de su trono haciendo a su oro sonar contra su pecho, contra sus muñecas. Sus pendientes tintinearon marcando el camino delicado y severo hasta donde Jouno - que sin vergüenza. Hablas de mi como si fueras mejor Jouno. Tu violas a tu propio Ada, golpeas a Seth, manchas a mi esposo Jouno. Te atreves a marcarlo - lo tomo por el cuello, levantándolo, apenas logrando quitarle el apoyo del piso. Jouno era mucho más alto - levantas tu mano contra mí y pretendes que te deje todo. Escúchame bien mocoso. ¡este es mi imperio, este es mi pueblo, comes de mi comida, respiras el aire que Ra me da, bebes de las lágrimas celestiales y aun.....no bastándote un ejército y con ser el futuro Faraón de Egipto; de un glorioso imperio!.......¡¡¡TRATAS DE QUEDARTE CON SETH!!!!
-no escuches. Por favor no los escuches. No los veas Noa - le rogaba Seth a su pequeño, apretándolo contra su pecho - no hagas preguntas. Padre está enojado, pero solo un poco y es en contra de tu hermano. No hables, no veas, no preguntes hijo mío. No hagamos nada para que no nos vean - Noa se separó un poco para ver esos ojos azules temblorosos, con tanto miedo que no pudo responderle algo coherente - ¿te acuerdas del hechizo de Bakura? Ese en donde no te podían ver si te quedas quieto - Noa asintió - lo vamos a usar - lo volvió a abrazar. Noa temblaba demasiado - quedémonos quietos, tan iguales a las esfinges.
-¡y lo are! - grito Jouno golpeando con su rodilla al Faraón - me quedare con Seth. Te matare. Matare a Noa como hice con Mokuba. Pero en vez de que el veneno de escorpión lo mate a fuego vivo y delirios, lo destrozare a partes. Cortare esas piernas debiluchas y lo arrojare a los cocodrilos del templo. Será una ofrenda a los dioses por hacerme Faraón. Por darme a Seth como consorte
-no entiendes Jouno - Atemu le lanzo un puñetazo - no hay nadie en alació para ayudarte. Hoy es el día, la noche en la que te mato
Seth cumplió con lo que dijo, no se movía. Ante su paralizado cuerpo, padre e hijo se mataban. Usando sus cuerpos como armas. Dos criaturas poderosas que sangraban, olvidando que su sangre roja era la misma. Abriéndose heridas eternas en la soledad de palacio. En la privacidad que no era otorgada para los oídos de Noa que lloraba ante los gritos y jadeos de su familia.
Esos dos no tenían consideración, nunca la tuvieron. Ni para Noa o para él. Por el contrario, Atemu disfrutaba torturando a Seth, Jouno maltrataba a Seth. Atemu amo hasta la dolencia a Noa pero sin taparle los ojos cuando golpeaba a Seth y Jouno ignoraba a su hermano. Ambos, nunca tuvieron consideración para ambos Donceles, tan solo se importaban sí mismos.
Jouno alcano a librarse de su padre por unos segundos, tomo su espada y la dirigió hacia la espalda de Noa. No le gustaba que abrazara a su Neko. Lo mataría, sería uno menos para tener lo que quería.
Seth lo vio. Jouno no titubearía, lo mataría. Mataría a padre y a hermano. Sus brazos se volvieron firmes y fuertes. Ante esos gritos salvajes y amenazadores que daba Atemu en el suelo a varios metros, no lo desconcentrarían. Detuvo el embate con sus manos desnudas. Apenas logrando que no tocara a Noa. La sangre salpico encantadoramente el suelo y los rostros, y las manos casi mutiladas apretaban a un más el filo de metal frió que era el alma de su hijo mayor. El primogénito de Seth se enojó, soltó la espada y golpeo su rostro moreno con demasía fuerza.
Noa salió corriendo. El hechizo se había roto. Su Ada se movió, por eso su hermano Jouno los pudo encontrar. Tenía que ayudar a su Ada. Tenía que avisarle a Bakura. Tenía que correr, encontrar papel y tinta.
Jouno pateo a Seth hasta que Atemu lo cubrió con su cuerpo. Atemu amaba a su primo. A su retorcida manera pero lo amaba. Tanto como sabía que Jouno amaba a Seth ¿qué hizo el sacerdote? ¿qué hizo para que padre e hijo se estuvieran matando por celos? ¿qué maldición adictiva tenían sus besos? ¿cuál era la razón? ¿su piel su amor cálido y húmedo, sus cabello, sus ojos? ¿qué era lo que tenía el sacerdote? ¿acoso los hechizo con s u inteligencia, con su amabilidad? ¿lo hizo sin querer o con la alevosía y ventaja? No lo sabían, pero algo quedaba claro en la mente de Atemu; todo se le salió de las manos. Debió de escuchar a Malík. desestimo a Jouno, lo creía más débil. Lo creía un perro que podía matar a gusto y sin problemas. Pero no. Jouno en su estupidez se volvía fuerte.
Volvieron a engarzarse en una pelea. Tenía que matar a su sangre para salvar a Seth. Seth no sabía cuál fue su error. Cuál de todos llevo a esa conclusión. Su primer error fue abandonar el trono y volverse sacerdote. El segundo error fue aceptar ser el c consorte de Atemu. Su tercer error fue perdonar la primera paliza que Atemu le dio. Su cuarto error fue amar como lo hacía a Jouno, pues esa amor fraternal le arruino su vida. Su quinto error aceptar ambos tratos violentos. Su sexto error fue no haber logrado salvar a Mokuba, ya que Jouno lo había amarrado a un pilar para que viera sin poder hacer nada más que gritar; como su otro hijo se convulsionaba. Su séptimo error tapar a Jouno a los ojos de Atemu. Su octavo error enamorarse de Bakura. Su noveno error haber creído que pudo engañar a Atemu con e so del acoso de su hijo.
Su vida estaba llena de errores. Algo impensable para alguien que era tan a admirado. Jouno ganaba la pelea, le atravesaría el pecho a su padre. Se levantó ¡que estos errores terminen! Grito su mente.
Jouno boqueo, enfrente tenia ensartados a sus dos progenitores. Atemu estaba tan incrédulo como Jouno. Seth saco una diminuta daga del faldón del Faraón y llorando le pidió perdón a Jouno. Corto con desesperación el cuello de su hijo. No vio a su tambaleante Jouno que se agarraba la herida tratando de poder respirar. No lo vio acusándolo por no poder corresponderle su amor. Seth no quería llevarse al otro mundo el resentimiento de Jouno.. Pero no siempre se tenía lo que se quería. Atemu le murmuro algo que no entendió, y el mismo Atemu saco la espada que los atravesaba. Los borbotones de sangre se les escapaban de las venas. Pero Seth se sentía satisfecho.
-Atemu dime ¿es normal el frió cuando vas a la tierra cálida de Ra?
-si
-¿crees que Jouno nos acompañe? O si ¿será al revés?
-ojala donde estemos Jouno y yo, no este tú. Seth eres la razón de nuestra perdición. Si te volvemos a ver, si es que vemos la mínima posibilidad de tenerte: iniciaremos una guerra donde sea que estemos. Jouno ya está muerto - le dijo. Pues el cuerpo de su hijo había dejado de respirar
-lo planeaste todo - lo acuso con sus labios blancos. Seth sabía que se iría antes - Noa
-estará al cuidado de Malik. Me lo prometió - lo abrazo. Sintiendo la casi nula respiración - no planee todo esto. Solo quería la vida de Jouno. Le cobraría todo lo que te hizo. Lo que provoco. Nunca imaginé que saltarías a protegerme. Soy tan feliz - se dijo dándose cuenta que Seth ya estaba muerto - soy feliz
Malik no dijo nada. Oculto tras una columna se fue igual de silencioso a como permaneció durante la matanza. Atemu fue muy claro cuando le ordeno no intervenir. Dejaría a su hincó respondido amor respirara tranquilo y abrazo el inerte cuerpo de Seth, hasta que el mismo decidiera a qué hora dejar la tierra de los vivos.
Ya mañana tenía que anuncia que Noa era el único y actual Faraón. Si Atemu no lo hubiera reconocido por papel, Egipto se hubiera sumergido en un caos.
En su camino vio al pequeño Noa dejar una grulla de papel en el suelo y salir corriendo para su habitación, ajeno a su orfandad. Llamado por la curiosidad, Malik desenvolvió esa figurilla creada magníficamente por las hábiles manitas. La letra rápida de Noa, le pedía desesperadamente a un tal Bakura que viniera pronto. Que Seth estaba en problemas, que lo estaban lastimando.
-esta grulla llegara siempre a tiempo con su mensaje - leyó - tu magia e s poderosa Bakura. Salva a Ada. Tengo miedo. Mucho miedo - Malik se carcajeo tristemente, sintiendo lastima por el huérfano - quien te haya llenado la cabeza con estas tonterías Noa, cabo la tumba para tus fantasías. Noa nunca más podrás creer en la magia. Es una lástima pequeño. ¡Bakura? ¿quién será? Ayuda - repitió - a lo mejor era el amante de Seth. Ya decía yo que e l sacerdote no podía ser tan perfecto. El único error que cometió en su v ida, fue no saber cuándo decir “es suficiente”
Bakura veía el cielo. La estrella azul que s siempre lo sacaba y dirigía en el desierto: se apagó de repente. La estrella vigía moría. Murió hacia tanto tiempo que Bakura no pudo evitar suspirar. ¡hace cuánto es que estuvo viendo la simple sombra de esa estrella?
Su pecho dolió. Dolió como si apretaran su corazón y lloro, lloro volteando a palacio. Lo comprendió. Seth se había apagado al mismo tiempo que esa estrella y hoy, dejaba de existir por completo. Ya no había más Seth. Ya no existía la pálida sombra del destello que había sido Seth.
Sencillamente, se fue para siempre.