Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Oshiete, Dino-sensei... por JiGoKu nO HaNa

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Primer lemmon que publico >///< que verguenza, espero sea de su agrado, lo hice con cariño para las que le gusta el D18 por su dia pero no alcanze a publicarlo en la fecha u.u bueno, lean y me dejan un review para decirme que les paracio, si???

 

KHR es de Akira Amano y que bueno, porque lo hace genial :)

Notas del capitulo:

eee...nah, es un one-shot muy lindo -nah, mentira- hecho con amor y verguenza <3

-De pie. Saludar.

     El ruido de las sillas rapando las cerámicas, los pasos, risas y conversaciones inundaron el ambiente de relajo recién terminadas las clases. Suspiro mientras ordenaba sus cosas, ser profesor definitivamente no era un juego. De a poco se iban retirando, de a poco por que varias chicas pululaban alrededor a costa de preguntas ridículas y algunas bastante indiscretas. A penas se vio liberado de la última –y más persistente- muchacha esperanzada en algo mas con él, se desplomo sobre su silla, no sin tambalear y casi caer, se quito las gafas acariciando el puente de su nariz. Los chicos japoneses eran muy agradables en trato, muy respetuosos y sorprendentemente responsables, lo que le ponía un peso extra encima como “profesor nuevo”, no podía simplemente dar tarea y sentarse a leer el resto de la clase, esos chicos sin duda eran exigentes, o por lo menos la gran mayoría. Ya lo habían increpado varias veces por su torpeza –otros profesores y algunos alumnos- realmente era difícil para el que nunca fue a una escuela normal, como heredero de la familia Cavallone fue preparado en casa y en la escuela especial para niños mafiosos, y esta última, distaba bastante de una escuela regular. Miro su reloj de representante y suspiro, tenía claro de que Reborn era el culpable de toda esa situación, el siempre tenía que ver con las cosas desagradables de su vida. Sabía que debía recoger el resto de sus cosas e ir al salón de maestros para corregir los últimos trabajos y poder retirarse, pero de repente el calorcito del sol de la tarde que entraba por las ventanas aunados a la suave brisa se le hizo demasiado agradable y recostándose sobre su escritorio se durmió tranquilamente.

   Un sonido de arrastre y un golpe lo saco de su ensoñación, entre su confusión se dio cuenta que era una puerta siendo no muy amablemente abierta, lo siguiente que supo era que le dieron un golpe bastante fuerte en la cabeza, se vio levantándose de golpe de su cómoda posición resbalando con sus propios pies y terminando lleno de papeles en el piso.

-¿Qué haces en mi escuela a esta hora?- esa voz y esa inescrutable expresión no podía ser de otro más que el.

-¡Kyoya!...auch…no me asustes así…- se levanto con cuidado acariciándose el lugar golpeado sin prestar mayor atención al agresor, recogió una a una las cosas que se había llevado por delante con calma.

-Te pregunte algo…- insistió un poco enfadado por ser ignorado.

-¿Me quede dormido a caso es difícil de deducir?- le dolía bastante el golpe en la cabeza y ni el amable Dino Cavallone estaría de buen humor si lo despiertan así de una “siesta” – aah…está oscureciendo y yo- -waah!! – Apenas recordó el motivo por el que estaba allí, reviso temeroso su reloj -¡¿sonó?!

-…- no le gustaba que le respondieran de mala forma, menos aquel imbécil, pero por las reglas de ese estúpido combate de representantes no podía masacrarlo fuera del horario de pelea –no…ahora recoge tus cosas y vete.

-Gracias a dios, temía no haber despertado a tiempo…- se puso las gafas y tomo sin mucho cuidado todos los papeles de su escritorios poniéndolos en su bolso a si como los textos y varias cosas más, mientras lo hacía noto a Hibari alejarse hacia la salida y lo escucho abrir la puerta.

-Tienes un aspecto deplorable…- dijo refiriéndose al aspecto de recién despertado, con el cabello hecho una maraña y cara de adormilado, volteo antes de retirarse para advertir -siendo profesor de Nami-chuu no salgas así a la calle, darías mal- -…

-mhh?...- lo volteo a mirar también, escuchando sin mayor preocupación lo que decía.

   La imagen del rubio todo despeinado, liado entre los papeles que repletaban su bolso, su rostro despreocupado mas el plus de los lentes y el naranja intenso del cielo por las ventanas tras el conjugaron contra Hibari para hacerlo parecer más hermoso de lo normal para él. De no ser por su propia incapacidad de sonrojarse con facilidad, estaría en obviedad de niña de quince ante su amor platónico. Sacudió su cabeza para despejarse de tales tonterías que surcaron su mente antes de él aprobarlas y se retiro sin decir nada con un gran portazo.

-¿uh?...

   Dino quedo en ceros, mirando la puerta que por milagro se mantuvo en su lugar luego de ese portazo. Se rasco la nuca y volvió a lo suyo, total, de todas formas nunca ha entendido a su joven alumno, no era nada nuevo. Luego de estirarse, desperezarse y tropezar un par de veces más llego al salón de maestros donde no quedaba más que el. Los pájaros cantaban a lo lejos y mientras iba al baño a arreglarse un poco echaba vistazos a su reloj que no planeaba sonar muy pronto. El naranja del cielo se tornaba rosa y pronto morado, troto por el pasillo para ir a recoger sus cosas luego de ir al baño y se felicito por no caer. No llamo a sus subordinados para que lo vinieran a buscar, ya que Hibari lo tenía amenazado por traer a “esos tipos que perturban la paz de su escuela”, bien, admitía que los chicos asustaban a los estudiantes pero él se iba mucho mas tarde que ellos, aun así el japonés no quiso escucharlo, y el debía llamarlos cuando estaba bastante lejos de Nami-chuu.

  Saliendo del edificio encontró a un anciano conserje –que parecía ser el único que estaba por ahí a esa hora además de el mismo y Hibari- recorrió el trecho entre la salida del edificio y las rejas de la entrada con relativa lentitud, el no se explicaba el por qué pero ese día realmente había roto su records de caídas torpes y no quería sumar más a la lista. Al llegar a las rejas se percato de que estaban completamente cerradas, miro un poco alrededor por si había otra salida a la vista, intento trepar pero le fue como el sabia, hasta que volvió con cierta prisa hacia donde había visto al conserje para que le abriera pero el ya no se encontraba ahí. Lo llamo pero el anciano parecía haberse esfumado, no le quedo otra que volver a entrar y buscarlo un rato más. Ya se veían las primeras estrellas cuando dio el último vistazo a su reloj, marcaba las 7:23 de la tarde. Suspiro y dio marcha al lugar que sabia debía ir ya que no había caso de encontrar al conserje fantasma al parecer.

   Subió con cuidado las escaleras dirigiéndose al salón de recepción donde presumía encontraría a Kyoya haciendo no-se-que-cosa de papeleo, sabía que el podía estar en la escuela hasta las tantas por esos trabajos que debía hacer por “su” escuela, a veces se preguntaba que hacia el director de esa escuela a parte de calentar el asiento y llenarse los bolsillos. Llegando al piso en donde se encontraba la sala de recepción, las dudas de si era una buena idea ir a ver a Kyoya siendo que en cualquier momento podía sonar su reloj le atacaron, pero siguió adelante pues la verdad no tenía otra opción. A pocos pasos de la puerta suspiro y antes de que pudiera siquiera tocar la puerta el sonido de un claro jadeo lo alerto.

-haa…mhh..

   Eso sonaba extraño y mas viniendo de ESA sala, donde suponía solo estaba el guardián de la nube,  el no era de una mente muy perversa por así decirlo, pero su mente no proceso nada más que imágenes bastante poco decentes relacionadas con esos sonidos.

-mmh…ah...

   Definitivamente era Hibari el que hacia esos sonidos, y el empezaba a sudar de nerviosismo, realmente eso estaba mal, debía irse de ahí en ese instante y lo sabia pero…tomo con cuidado la manilla de la puerta y la arrastro lo más suave que pudo por un par de centímetros. Lo que fue suficiente para presenciar a su alumno en un acto bastante intimo, sentado en el sillón de la estancia con sus manos ocupadas en darse placer, sudando, jadeando y además babeando, removiéndose inquieto en su lugar. Los ojos de Dino no podrían haberse abierto mas, realmente jamás pensó en eso, aunque poco a poco intento el mismo relajarse diciéndose que no tenía nada de anormal a su edad y todo eso. Cuando se estaba relajando y disponiendo a irse y volver cuando todo aquello se calmase unos últimos y mas fuertes sonidos salieron de la sala de recepción.

-…mgh…aahm…Di-Dino…

   La expresión que el aludido tenía en ese momento, podría haberse dicho que era impagable. Su mente trabajando más rápido de lo que él habría deseado le mostro miles de opciones para lo recién escuchado, rápidamente escogiendo una opción que lo ponía a él como un demente pervertido –y además pedófilo- que escucha cosas que definitivamente no son, pero…

-Dino!! …Aaah!...

   Lo vio recostarse en el sillón muy sonrojado y agitado, mientras sacaba unos cuantos pañuelos de una cajita cercana a él. De repente la función de su sistema nervioso central se retomo y obedeció una orden, según su conciencia, dada hace bastante rato y huyo. O eso trato, terminando en una de las más estruendosas caídas que allá tenido, con la nariz estampada de lleno en el piso y su bolso –por suerte cerrado- a varios metros de él.

-¿Quién anda ahí?...- consulto con tono amenazante, y rápidamente se asomo por la puerta, notando inmediatamente que esta no estaba del todo cerrada.

   Si hubiera podido se habría fundido con el piso en ese momento.

-Cavallone…- sus mejillas se tintaron mínimamente y frunció el ceño.

-yo-yo no vi nada…ni-ni escuche nada… ¡ni nada de nada! ¡Lo juro!- tartamudeaba como hace tiempo no lo hacía mientras se ponía de pie con extraña agilidad.

-…- la mirada intensa del moreno en ese momento, realmente no sabía que le causaba, si miedo, pánico o demasiada vergüenza, o quizá una mezcla de todo eso –ven…- ordeno severamente mientras volvía a entrar a la sala.

-ah?...eeeh…no, yo-yo ya me iba…

   Sus pasos titubeantes en retroceso y su nerviosismo excesivo evidenciaba que por su voluntad no entraría, así que el menor fue por el obligándolo a entrar prácticamente a rastras. Una vez adentro, cerró la puerta con el seguro haciendo que al italiano le diera un ataque de pánico cayendo hacia atrás, donde por suerte, se hallaba uno de los sillones. Hibari lo atravesaba con la miraba y sin rodeos preguntó:

-¿Qué oíste y que viste?

-eeeh?...- el rubio trago ruidosamente saliva viendo sin escapatoria y con el moreno acercándose lentamente a él –pues-pues…todo…o el final, o que se yo…no me hagas entrar en detalles…- suspiró desviando la mirada y acariciándose la nuca, mientras su alumno se arrodillaba frente a él –no fue a propósito…yo solo vine porque la entrada estaba cerrada y no tenia como saa --¡wah! ¿¡Kyoya que estás haciendo?!...

-¿no adivinas?- aprovechando la habladuría del mayor, que poco le importaba ya, se acomodo entre sus piernas desde su posición sin vergüenza alguna llevando sus manos hacia su cinturón, cosa que Dino impidió tomando sus muñecas –oh, vamos, ¿te vas a hacer el mojigato?

-¿a qué te refieres? Crees que es normal que me empieces a desabrochar el pantalón así como así…- el italiano realmente sentía que eso era una especie de pesadilla, el no era pedófilo ni nada, jamás vio a Kyoya como a nada más que su primer alumno al cual quería mucho pero como eso, como alumno.

-me acabas de oír decir tu nombre mientras me corría, ¿que esperabas que hiciéramos aquí? ¿Conversar sobre la vida?- su cara se fastidio era épica, no era posible que un hombre de 22 fuera tan estúpido en ese área.

-¡waah! ¡Kyoya! ¿De cuando hablas de esa manera? Y-y…¿por que querría yo algo así?...eres muy joven para mi, ¡además yo nunca he dicho que me gusten los chicos!- todo eso era muy repentino, no es que no se le haya pasado por la cabeza una situación parecida, debía reconocer que su lado más pérfido lo creía desde el principio pero su lado racional le decía algo como “Kyoya jamás haría algo como eso” y eso parecía lo más factible 2 minutos atrás –no imaginaba esto de ti, en 5 minutos he conocido mas de ti que en un año, ¿como quieres que tranquilo y acepte lo que haces?

-…- escucho en silencio con la poca paciencia que le quedaba las palabras del rubio, ya hastiado y habiendo escuchado todo, soltó con cierta facilidad el agarre de sus muñecas y le propino un certero golpe en la mandíbula que sabía lo dejaría atontado un rato -en primer lugar, yo siempre he hablado así sobre estos temas- explico con relajo mientras desabrochaba el cinturón del mayor –segundo, ¿tengo cara de que me importe lo que tú quieras? Si YO quiero algo lo tengo y punto, sin importad edad o sexo, mala suerte tuya cruzarte en mi camino cuando se te me antojaste- zafó el botón y bajo la bragueta con cuidado, ya acariciando por sobre la tela.

   Dino habiendo quedado ciertamente atontado con el golpe escuchaba apenas pudiendo procesar lo que le llegaba, pero sí que sentía lo que le hacían aunque no hizo ningún esfuerzo por evitarlo.

-Por último, tu no me conoces en absoluto y no necesitas aceptar nada, lo hare de todas formas- sentenció dando la primer lamida al miembro aun dormido del italiano, ya despejado de toda la ropa que le cubría –y no hay mas charla.

   Ya el mareo había declinado, solo le quedaba el dolor en la zona golpeada y el calor que empezaba a sentir al tener al japonés haciéndole una felación forzada o algo parecido, porque el ya no se resistía. Realmente creía que el menor estaba mal en lo que pretendía, pero sabía que cuando se empecinaba el poco y nada podía hacer además creía firmemente que el mayor castigo seria cuando se diera cuenta de lo que había hecho, pues no podía estar en sus 5 sentidos ahora y seguro se moría de vergüenza después, pero para ser más honesto, lo dejaba hacer porque le estaba gustando bastante.

-Kyoya… ¿en serio quieres…que las cosas sean así entre nosotros? …mmh…-  miro durante un instante lo que el menor hacia, y decidió desviar la mirada o si no, se correría muy pronto.

   Hibari no presto atención a lo que el rubio decía y siguió en lo suyo, realmente aquello era más difícil de lo que había imaginado, pues el tamaño de aquello excedía por bastante a su imaginación y a su boca, aun así entre lametones húmedos y prolongados se iba despertando aquel sexo entre sus manos, mientras el solo introducía la punta en su boca empapándola y empezando a oír sonidos que confirmaban lo bien que lo estaba haciendo. Ayudado con sus manos aumento el ritmo y la fuerza de sus movimientos, y continuo un rato en eso, entre los sonidos cada vez más frecuentes del italiano.

-mmh…- dando unos lametones más lentos y suaves que los anteriores, miro al mayor, encontrándolo con los ojos cerrados y un gesto más relajado en el rostro, siguió intentando meter lo más posible de aquel miembro en su boca, solo consiguiendo meter un poco más que la punta luego de un largo rato de húmedas caricias sintió que le empezaba a doler la mandíbula y lo dejo –veo que ya te diste por vencido…que fácil…

-…- el otro le hablaba mientras lo seguía estimulando con las manos, y aquello no lo dejaba concentrarse mucho –no me digas fácil…mira que tú no eres precisamente el más difícil…

-Yo no soy fácil, imbécil…- asevero mientras le daba un golpe en el estomago el cual, siendo en carácter de advertencia a que no se propase en sus dichos, no fue hecho con la fuerza que podría haber tenido si fuera un ataque de verdad –es solo dar el primer paso y tomar lo que quiero, nada mas…- poniéndose de pie con calma se sentó en su regazo lanzándose a besarlo sin pudor.

-esto no es dar el primer paso, se llama violació- - sus reclamos fueron callados por un poco suave beso al cual al principio no accedió, pero poco a poco cedió y fue adentrándose el, ayudándolo a llevar el ritmo poco decoroso y al parecer poco practicado.

   Al rato las caricias se empezaron a dar con intensidad de los dos lados, el poco paciente Hibari comenzó a hurgar bajo la camisa del italiano, acariciando su firme abdomen y pectorales, así como este, ya prendido por las acciones incompletas anteriores llevo sus manos a su cintura para acariciarla y posteriormente a sus caderas y trasero. La ropa se fue descartando con rapidez, entre palabrerías y alguno que otro jadeo se seguían dando las caricias y besos, también algunas mordidas.

-miren al que no quería nada con chicos…- se burlo el menor mientras el otro le besaba el cuello.

-miren al que se hacia el inocente…- replico y luego siguió en lo suyo.

-no me hacia el inocente…- dejo al rubio seguir un rato con las caricias y luego lo tumbo en el sillón, para besarlo y morderle los hombros y el cuello también humedeciéndolo entre lamidas cargadas de deseo, luego se posiciono entre sus piernas con un claro objetivo, cosa que sorprendió un poco al italiano.

-eeh… ¿no pretenderás que sea yo el pasivo, o si?- consulto con de manera extrañada, realmente no podía creer que el menor tuviera esa idea.

-si…- confirmo con la seriedad tatuada en su rostro – ¿por qué no seria así?

-¡estás loco!...- dicho eso tomo con fuerza al moreno volteando sus posiciones, y tomándolo con firmeza de las muñecas lo miro con seriedad también -ya he cedido bastante, pero eso si que no –una de sus manos bajo para estimular el sexo del menor con rapidez, provocándole sonoros gemidos que no tuvo oportunidad de callar –es tu turno de aceptar y callar.

-ngh…no…- la resistencia que ofrecía era mínima comparada con la que daría si realmente no le agradara la situación, aunque se lo negase a el mismo y al rubio, esto era lo que esperaba desde el principio –maldito…pervertido…

-jaja… ¿cómo te da la cara para decirme a mi así?...- siguió con su tarea hasta sentir que el menor estaba bastante erguido hasta ya podía sentir la humedad en la punta, sin mucho esfuerzo sujeto sus muñecas con una sola mano, la mano libre la llevo a su boca humedeciendo dos dígitos mirando fijamente a los ojos azules metálico del otro y luego los llevo a la entrada del, ahora, sometido introduciendo sin mucho cuidado el primero –buscaste esto todo el tiempo…

-wao…pensé que eras patético…mgh…hasta para esto, pero veo q solo te hacías el tonto- aprovechando la cercanía del rostro del mayor, lanzo mordiscos sobre su mandíbula con fiereza mientras sentía la incomodidad del primer digito –agh...puede que si...

  Intento ser lo menos brusco posible mientras introducía el segundo dedo y lo movía en su interior tratando de expandir el lugar, a lo que escuchaba sonidos mudos por parte del moreno que no sabia descifrar si eran de molestia o gusto. Durante un par de minutos se dedico a mover los dígitos de diferentes maneras mientras repartía besos sobres su cuello, notando cada vez menos resistencia del lugar, y ya nulo rechazo por parte de su dueño por lo que pudo liberar sus manos.

-ya…ya es suficiente- informo mientras se aferraba a los firmes hombros del italiano y sentía como este daba unas ultimas estocadas con sus dedos y luego los retiraba.

-si duele mucho, dime…- acomodándose entre sus piernas, lo tomo firme de las caderas e introducía su miembro poco a poco en el.

-mh…no soy una niña, ni un herbívoro como tu…aagh…- debía reconocer que le dolía mas de lo que había pensado, aun así no tenía planeado decir nada sobre eso al torpe semental que tenia sobre si –mgh…

   El rostro totalmente sonrojado y empapado por el sudor del menor no hacía nada más que incitarlo, así como sus sonidos e inentendibles susurros. Poco a poco y con paciencia y fuerza de voluntad se introdujo totalmente en el sin hacerle mayor daño, una vez ahí decidió esperar a la indicación de este para continuar, ya le estaba haciendo un gran daño al ceder a todo eso, no quería herirlo también.

-ya… muévete- dijo después de unos minutos, abrazando por el cuello a su “maestro” atrayéndolo hacia sí y dándole un furioso beso.

   Dino lo beso de vuelta con pasión, al tiempo que empezaba a moverse con suavidad, retrocediendo con cuidado y volviendo a entrar escuchando los quejidos incitantes del moreno bajo el, que jadeaba mas a medida que le daba velocidad a sus impulsos. Los besos y caricias poco tímidas afloraron,  los jadeos por ambas partes ya no se reprimieron, y las embestidas ganaron fuerza.

-…amh…- el moreno sentía que ya poco y nada podía retener los gemidos que nacían de su garganta al sentir las cada vez más profundas y fuertes penetraciones del mayor en sí – ah!...

   El mayor solo gruñía y apretaba con fuerza las caderas del menor, aumentando le fuerza en cada vaivén, sintiendo el ruido que producía el sillón al estar efectuando esos actos poco pudorosos sobre el sin delicadeza alguna. Cuando llego esa mañana a Nami-chuu a hacer clases, no imagino ni por un segundo que al terminar el día, estaría teniendo sexo salvajemente con su alumno en la sala del comité disciplinario, aunque en ese momento de exquisito placer no le daba mucho por analizar y volvió a concentrarse en darlo y recibirlo también.

   Las caderas de Kyoya no se esperaron pacientemente, y arremetieron con gran confianza también, uniéndose a las embestidas produciendo mas sensaciones a ambos y viéndose embargado por ellas, no hayo nada mejor que desquitarse clavándole las uñas en la espalda al rubio de manera brusca y violenta.

-mh…aah!... ¡mas f-fuerte!...ah…- sentía que se correría pronto, sentía que cada pequeño  roce le producía un enorme placer y ya no se gastaba en disimularlo – Dino!...

-…bueno, pero no te quejes…haa…después…- tomo una de las blancas piernas del japonés y la puso sobre su hombro para así llegar más profundo y arremetió con más fuerza cumpliendo el deseo de este –me gusta como dices mi nombres…ngh…

   Los gemidos eran prácticamente gritos a esas alturas, Hibari sentía que ya no podía más, y solo atinaba a gemir y babear, también decía el nombre del italiano de vez en cuando. Cuando se sintió en el límite, sintiendo las potentes embestidas del otro en sí, mordió con fuerza el hombro de este gritando aun entre la mordida el nombre de este y se corrió entre sus abdómenes sin que el rubio lo haya tenido que estimular.

-…ha…ha…- jadeaba tratando de recuperar el aire, aun sintiendo las fuertes arremetidas del italiano, el cual aun no había terminado.

-ya…casi…- dijo entre jadeos al notar al otro terminar antes que él, no lo culpaba, él tenía bastante más experiencia, y por tanto, más aguante. Unas dos o tres embestidas particularmente despiadadas contra el menor le permitió liberarse dentro de él con un grave gemido de intenso placer.

   El moreno al sentir la caliente esencia dentro de sí, solo gruño, mientras se acomodaba sintiendo al otro salir de su interior y desplomarse encima suyo para luego cambiar de posición, dejándolo a él descansar sobre el mayor con pereza. No dijo nada, solo espero que se normalizara su respiración mientras apoyado en el húmedo y firme pecho, analizaba bien todo lo sucedido. El rubio por su parte hacia lo mismo, sin poder evitarlo desvió sus manos a la cintura del menor, abrazándolo sutilmente. Ahora con la mente en frio, quería darse un tiro. Está bien que Kyoya haya comenzado eso, pero él le siguió el juego a pesar de que se suponía que él era el adulto ahí, y que había prometido lo cuidaría cuando se hizo su maestro. Además, seguro que Kyoya lo odiaría por el resto de su vida y lo carcomía la vergüenza y el arrepentimiento en esos momentos, seguro que dentro de nada lo echaba a patadas de ahí. Mejor se vestía pronto y desaparecía por su cuenta.

-eetto… yo recojo mis ropas y me voy, ok?- quito las manos de la cintura del menor, e informo de esto mientras se intentaba sentar, quitando al moreno de la cómoda posición encima suyo.

-…- desvió la mirada y se quito del camino del rubio, sentándose en un rincón del sofá cosa que le provoco bastante dolor, pero fingió ante los ojos del que tenía delante –pensé…que al final no te había desagradado tanto estar…conmigo

-eeh?...no-no es lo que quise decir…tu no me desagradas, ni mucho menos lo que hicimos- aclaro nervioso, no espero que Hibari tuviera ese tipo de reacción dolida –es que creí que…eso querías que hiciera

-…- lo miro un rato, haciéndole gracia la cara de culpable que tenia, aun estaba desnudo y sus lentes hace tiempo habían desaparecido, debieron caer por ahí, aun no podía creer que sus impulsos lo hubieran llevado a todo eso pero ya que –eres un estúpido, Cavallone

-¿eh?... ¿y eso a que viene? Uno te trata bien y así respondes…tch…- recogió del piso sus bóxers y sin ponerse de pie se los coloco con calma, tomo de por ahí la camisa de Kyoya y se la lanzo sonrojado –ponte algo, ¿si?

-eres estúpido…es todo- recibió la camisa y se la puso, aunque no porque el rubio le dijiera, si no porque ya sentía frio, si fuera por molestar al otro se quedaría así largo rato –después de lo que hice, e hicimos, ¿aun crees que me desagradas?

   La mirada seria y las palabras sin rastros de segundos sentidos o maldad lo hicieron caer en cuenta de la obviedad del asunto.

-¿le-le gusto a Kyoya?- pregunto inconscientemente, sonrojándose al decirlo y sintiéndose un tanto ridículo.

-definitivamente eres idiota…- se puso de pie empezándose a vestir, sutilmente sonrojado, esperando que las neuronas de Cavallone hicieran sinapsis – ¿no es obvio?

-…- trago saliva sin saber que decir, aprovecho e hizo como su alumno y se vistió mientras pensaba que decir.

   La verdad es que Kyoya era muy lindo, y después de lo que paso entre ellos sabía que no lo volvería a ver con los mismos ojos, pero él era muy pequeño según su criterio, a pesar de lo que paso aun creía en eso como un factor en contra. No quería dañar a su preciado alumno, menos ahora que el mismo era un lio, no sabía que decir o hacer.

-Kyoya yo…- por segunda o tercera vez, ya no sabía, el menor lo callaba con un beso, esta vez más calmo pero menos prolongado.

-Ya te dije que lo que quiero lo consigo, así que no necesitas preocuparte…- aseguro poniéndole los lentes a un sorprendido Dino –te gustare tanto o más que tu a mi…

-¿eeh?...yo---

¡¡BEEEP!!¡¡BEEP!!¡¡BEEEP!!

   Los relojes emitieron el esperado sonido anunciando el inicio del tiempo de batalla del día, sorprendiendo a los dos.

-NO-PUEDE-SER- era lo peor que podía sucederle, retrocedió unos pasos hacia atrás y corrió a la puerta forcejeando sin recordar que estaba con cerrojo.

-je…justo a tiempo- ajustando las tonfas en sus manos hizo relucir una sonrisa perversa en su rostro espantando al rubio que en ese momento estaba en clara desventaja –dejaremos lo otro para después de morderte hasta la muerte

-¡nooo! ¡Kyoya!- la puerta no abría, su torpeza lo tenía atrapado  y en su desesperación no podía hacer más que gritar.

   Hibari se acerco y supo en ese momento que definitivamente iba a ser, irremediablemente y sin escapatoria, mordido hasta la muerte.

-NOOOOO~

------------------------------------- 

 

 El conserje de la escuela, el único trabajando en la escuela a esa hora, escucho una serie de gritos desgarradores durante casi toda la noche, pero como aquello era común en Nami-chuu a esa hora no presto atención y siguió tarareando mientras regaba las plantas.

Notas finales:

gracias por leerme, en serio. si te gusto, dimelo en un review, que eso anima mil a seguir escribiendo. bien, hasta aqui, muchas gracias otra vez. chauss


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).