Prologo
Había sido una batalla épica, la invasión de Akatsuki los había tomado totalmente por sorpresa, pero aun así habían dado una gran batalla y la habían ganado, pero a un precio bastante alto.
El paisaje era desolador, cientos de cuerpos desmembrados esparcidos por las hasta ayer, tranquilas praderas contiguas al poblado ninja, entre ellos, el cuerpo de la pequeña hija de Sakura, Yuuki, la kunoichi lloraba a mares por su niña a pesar de que su propio cuerpo estaba demasiado maltratado. Solo a unos pasos se encontraba el padre de Yuuki, Sai, quien murió en un vano intento por salvar a su princesa. Poco a poco el llanto de Sakura fue apagándose y con ello su vida.
Naruto no lo soportaba mas, todos sus amigos estaban muertos o demasiado heridos, a lo lejos podía ver la cabeza de Ino arrojada a un par de metros de su cuerpo, con el cabello teñido de un cruento carmín. La oscuridad poco a poco se abría paso en su corazón, sobre todo al ver el cuerpo tirado frente a sus pies. Sus piernas perdieron la poca fuerza que conservaban e inevitablemente calló de rodillas, empapándose con la sangre que formaba un charco alrededor del que fuese su mejor amigo. Sus ojos se llenaron de lágrimas por centésima vez al ver esos ojos azabaches mirándolo con ternura y resignación mientras una katana atravesaba su pecho.
-teme- apenas pudo pronunciar, un nudo se había atorado en su garganta.
-dobe – una débil sonrisa adornó los labios del último de los Uchiha.
-No me dejes, yo no puedo solo – las lagrimas anegaban sus cerúleos ojos y corrían sin control por sus mejillas.
-Dobe, claro que puedes, haz podido todo este tiempo – cada palabra era un logro, se sentía demasiado cansado como para continuar
-No es verdad! – Exclamó el rubio – Te necesito teme – hizo una pausa – te amo, Sasuke.
Los ojos del Uchiha se cristalizaron y una sonrisa aun más tierna y extraña iluminó su rostro por unos instantes
- es demasiado tarde Naruto, aunque estoy seguro que de haber sido diferente la situación, nosotros habríamos estado juntos y seriamos muy felices –
-Si, tendríamos muchos hijos que tendrían el nombre de nuestros padres y una casa con un gran jardín – rió con suavidad
El Uchiha sonrió y pronunciando un suave y tenue “te amo”, la vida huyó de su cuerpo.
El rubio se obligó a no llorar, con lentitud se desprendió de su chaqueta anaranjada y con cuidado sacó la katana del cuerpo de Sasuke y sin limpiarla siquiera la clavó en su abdomen, con manos temblorosas la dirigió hacia el lado izquierdo, luego hacia el derecho, hacia el centro y luego hacia arriba, casi hasta llegar al esternón (1), solo esperaba no demorar mucho en morir, pero con lo herido que estaba seguramente solo sería cuestión de minutos. Su mente estaba nublándose rápidamente y se encontraba demasiado débil como para auto sanarse
Kyubi, estaba desesperado, no quería morir, no aun, pero el idiota de su contenedor no quería escucharlo, así que apostó todo su chacra a un antiguo jutsu prohibido, uno que ya nadie recordaba y que deseaba con todo su corazón, o lo que quedara de el, a que funcionara, solo esperaba que aquella aura roja que rodeaba a su contenedor fuera una buena señal, pero era demasiado tarde como para saberlo, pues, todo se volvió negro.