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El lobo y el Vampiro por Lish

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Notas del fanfic:

Un Fics a pedido de mi madre. Sí, leyeron bien, MI MAMÁ me pidió que le escribiera esto O_O

Como fue a peticion suya no pude tomarme muchas libertades al escribir pero igual me deverti haciendolo ^^ espero que les agrade

 

Elevó la vista al cielo nocturno, salpicado de pequeños puntos blancos y relucientes y una gran luna, cómplice del sufrimiento del joven Alex. Con una mano temblorosa, tocó sus colmillos ensangrentados y miró aquel líquido rojo. La sed de sangre la estaba matando. Aquello no podía seguir así; sufría demasiado. ¿Por qué nació como una vampiro?, solía preguntarse entre lágrimas cada vez que terminaba de descuartizar a su víctima, cuando la sed estaba saciada y tomaba control sobre su propio cuerpo y acciones. Los licántropos no tenían esa clase de problemas, aunque cómo deseaba haber nacido humano. Tal vez la vida fuera más corta, pero no sufriría semejante sed. Aunque si pensaba en las desgracias que a muchos humanos les pasaba, no estaba muy convencido de lo que quería ser.

Reprimió un sollozo mientras se arrodillaba en el pasto, acomodando su capa de tal manera que quedara esparcida por el suelo. Frente a el estaba la flor negra que tantas veces había visto desde que tenía uso de razón. Las flores no vivían tanto. ¿Por qué precisamente, esa flor carente de color, seguía allí durante diez años? Era un misterio por resolver.

Tensó todos sus músculos al oír un ruido tras de sí. Giró la cabeza lentamente. Allí estaba, su amor prohibido en persona. Aquel con el que no debía cruzarse. El hijo del jefe del bando contrario. David, el hijo del macho alfa, quien miraba a Alex con sus enormes ojos ámbares. Su pelo rubio largo le caía por los hombros.

David se fue acercando más al chico, lentamente, de tal forma que parecía una tortuga. Alex se levantó y limpió la sangre con la capa negra que llevaba. Miró de reojo hacia otro lado y salió corriendo en esa dirección, seguido de David. Ambos eran muy rápidos, pero la agilidad de David, debido a su condición de hombre lobo, le daba una mínima ventaja que debía aprovechar muy bien.

Alex corría mientras miraba atrás. Hacía acopio de toda su fuerza para perderlo de vista. Era tan grande el amor que sentía por él, que la sola idea de tener que huir para salvarlo le dolía. Si no fuera por la guerra que ambos clanes mantenían intacta, tal vez no hubiese un problema mayor que ese. Aparte del hecho que ambos eran hombres. Lágrimas de impotencia derramaban los ojos blanquecinos de Alex. Cuando llegó a la cueva donde ellos siempre se encontraban, paró en seco. No quería entrar allí otra vez. Volteó a ver a David, parado como si nada detrás de él, mirándolo con pena. Se le fue acercando lentamente, otra vez, mientras extendía una mano hacia el. Alex ni se movió, tan solo miró que por los alrededores no hubiese nadie, algo que lo tranquilizó de sobremanera.

David secó las lágrimas de Alex y agarró entre sus manos el rostro del joven, quien se dejaba llevar por las tiernas caricias de aquel chico.

—No llores más, mi dulce caballero —habló David con voz ronca, con un vocabulario muy típico de aquella época que ambos habitaban; el siglo XIX.

Alex no dijo nada más, tan solo dirigió sus labios a los contrarios y lo besó con pasión, agarrándolo fervientemente de la nuca. David posó sus manos en la cintura del chico y lo fue llevando al interior de la cueva, donde la oscuridad se apoderó de ellos. Alex pasaba sus temblorosas manos por el pecho bien formado de David mientras éste lo hacia por la espalda de él. El joven gruñó bajito al notar la cuantiosa ropa que Alex portaba encima. ¿Cómo era posible que tuviera tanta ropa? ¿Cómo era posible que fuese tan ágil con el con todas esas pesadas prendas?

El hombre lobo agarró al chico por las nalgas y lo alzó. Alex se aferró con las piernas a la cintura de su amado mientras era guiado a la pared más recta y cómoda de la cueva y lo apoyaba contra ella. Podía sentir en su sexo la tremenda erección que se le había formado a David, rozando un poco contra la suya, y no era para menos; si antes tenía frío, en cuestión de segundos había entrado en calor.

A continuación, sintió como el lobo lo dejaba tirado en el suelo con delicadeza, encima de un manto de heno muy blandito. David se separó, rompiendo el beso, y le desabrochó la capa. Inmediatamente, él mismo se sacó la molesta capa que portaba, la chaqueta y demás ropajes para dejar el torso al descubierto. Alex volvió a pasar sus temblorosos dedos por el pecho de éste y él misma se sacó la parte de arriba de su propia ropa dejando su torso desnudo. David no lo dudó ni un momento y se dispuso a lamerlos, mientras iba sacando la el resto de la ropa Alex.

En cuestión de segundos, ambos estaban desnudos, y contemplaban el cuerpo del contrario con lujuria y algo de inseguridad, ya que era la primera vez que lo hacían. Aunque ambos eran hombres, y tenían lo mismo, no podían sentirse nerviosos y algo tímidos al estar completamente desnudos

—Si no quieres hacerlo, dímelo —le dijo David, que fue acallado por un tierno beso por parte de Alex.

—Estoy dispuesto a todo por ti —contestó con una sonrisa el joven vampiro.

Sin que David se diera cuenta, Alex ya se había colocado encima de él comenzando a besarle con pasión, y siguió por su cuello, lamiendo cada rincón y arrancándole pequeños suspiros a David, que le agarraba las nalgas y las apretujaba, dándole placer a Alex.

Alex fue haciendo un camino de saliva desde el cuello de David hasta los pezones, donde los lamía y mordía con igual intensidad. David ya no podía contener sus jadeos y gemidos de placer. Alex fue bajando más y más hasta llegar a la hombría de David. Jugó con ella con sus dedos y comenzó a lamerlo más y más, pero David lo paró de súbito e hizo que volviese a su antigua posición; él recostada en el heno.

—Si sigues no seré capaz de aguantar mucho tiempo más —susurró David.

Alex sonrió. David comenzó a besar los pezones del joven, arrancándole gemidos de placer.

 

 

Fuera de la cueva, en las penumbras de la noche, dos jóvenes, uno de doce años y otro de quince, observaban la boca de la cueva. Desde que David y Alex habían entrado no habían visto y oído nada más. Jack, el mayor, sonrió con malicia al pensar en lo que su hermano mayor estaría haciendo.

—Me pregunto que hacen nuestros hermanos —dijo Michael, el menor, hermano pequeño de Alex

Jack lo miró con burla.

—Nada que nos incumba, amiguito —le respondió.

—Espero que padre no se entere —susurró Michael.

—Si no abrimos nuestros hocicos y cantamos como cotorras no tiene por qué enterarse tu manada... Ni la mía —explicó Jack con total naturalidad.

— ¿Deberíamos irnos? —preguntó Michael.

—Creo que sí —coincidió Jack, dando media vuelta junto con el menor y volviendo sobre sus pasos.

 

 

Los gemidos que Alex lanzaba eran muy bajitos debido a que se tapaba la boca y contenía lo mejor posible todas las sensaciones que se agolpaban en su pecho. Los cuerpos de ambos se movían a un mismo compás. Las envestidas se hacían más feroces y seguidas. David estaba a punto de correrse. Pero no le sabia si a Alex le gustaría de correrse dentro de él, y para no arruinar el momento preguntando algo como eso, cuando el orgasmo llegó, rápidamente sacó su hombría del sexo del joven y eyaculó fuera.

Alex intentó normalizar su respiración, sonriendo al mismo tiempo a David, que se acostó a su lado, tapándolo con la capa. No podían estar más felices. David le besó la frente y susurró un «Te amo», sonsacándole a Alex una sonrisa y respondiendo a esas dos palabras diciendo «Y yo más a ti».

—Quiero irme contigo —dijo Alex

— ¿Adónde? —preguntó David.

—Me da igual, con tal de estar contigo, donde sea —respondió con una sonrisa.

David le correspondió el gesto.

—Antes dime tu verdadero nombre —le retó David.

Alex abrió los ojos como platos.

— ¿Cómo sabes que ese no es mi nombre? —preguntó Alex.

—Porque una vez oí cómo te llamaban por otro nombre —contestó tranquilo.

Alex puso los ojos en blanco.

—Alex es el nombre que mi padre me puso —dijo la chica—. Mi madre siempre quiso llamarme Gab.

—Gab me gusta —comentó —. Tu madre tiene buen gusto para los nombres.

—Y malo para las presas —suspiró, haciendo que David riera con ganas.

 

 

4 de julio de 2010, New York, Estados Unidos.

 

Paseando por las calles ajetreadas de la ciudad con las manos entrelazadas, Gab y David observaban todo con alegría. Pasaron por tiempos muy duros, como las dos primeras guerras mundiales del siglo XX, más la guerra de sus especies, pero todo había acabado y podían vivir en paz en aquel lugar lleno de árboles y casas unifamiliares. Durante largo tiempo, habían visitado lugares como Madrid, Londres y Paris. Sin embargo, desde hace poco ambos habían descubierto un suero para convertirse de nuevo en humanos. Ahora dejaron de estar estancados en sus dieciocho años para tener veintidós. Y lo mejor de todo, es que todavía se amaban con la intensa pasión desde la primera mirada.

—Por fin podemos estar juntos, hasta que la muerte nos separe —comentó David.

—Dudo que la muerte pueda separar a la gente que de verdad se aman —le reprochó Gab con gracia.

Notas finales:

Espero que les haya gustado :) si les gustó dejen review ^^ y si no les gusto igual. Haganme saber que no les gustó asi yo puedo mejorar en mis proximos fics ^^


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