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para el hombre en mi cabeza sentado junto a mi por JiGoKu nO HaNa

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Notas del fanfic:

Este fic es un AU. Trate de mantener las personalidades lo más IC posible dentro de las circunstancias (y estados mentales xD) que quise plantear, o sea quedo totalmente OOC ._.

KHR es de Akira Amano... y esto se me ocurrio luego de comerme todo el manga de mirai nikki (puto final...) ojala lleguen hasta al final :D

Notas del capitulo:

canciones traumaticas de vocaloid mas lo ya mencionada causan esto en mi, sin embargo espero que les guste -de forma extraña, pero les guste- :D a leer!



“Antes de conocerte, jamás había pensado en cualquier cosa respecto al amor. Ni me había preguntado si es algo del destino, o si nacemos para encontrar a nuestra otra mitad. Todo eso era ridículo para mí, hasta que te vi. El día en que te conocí, no me pregunte nada de eso. Simplemente supe, que había nacido para estar junto a ti” murmuró, y el hombre en su cabeza sentado a su lado sonrió.

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El pequeño cuarto a oscuras que era su habitación no lo incomodaba, a pesar del frio que se filtraba por la ventana y la estrecha cama en que dormía. No era como si pudiera pedir más.

Hibari Kyoya era su nombre, dado por los padres adoptivos de él y su hermano. Antes de tenerlos se llamaban de otra manera, pero el ya no lo recuerda. No recuerda nada de su estadía en el orfanato, a pesar que lo adoptaron cuando tenía 5 años ya. El cerebro es una maquina útil, quizá es mejor no recordar.

Se escucha ruido abajo, seguramente llego su hermano mayor. Se llevan por 4 años y un montón de satisfacciones que él jamás les dará a sus padres. Pero a el no le importa, realmente aprecia a su hermano, y sabe que el también, de no ser por él, todavía estaría en el orfanato.

“¡Kyoya, baja a cenar!” la voz de su madre le suena tétrica en la oscuridad de su cuarto. Mientras baja la escalera una tercera voz en la casa lo alerta, y no es la de su padre pues el llega muy tarde a casa, hay una visita y el odia compartir con otras personas. Igualmente, contra su voluntad, se dirige al comedor, antes de que a su madre le grite otra vez.

La agradable risa de su hermano resuena junto a otra mucho más dulce. Sus ojos se fijan de inmediato en aquel que ensombrece su entorno, detesta ese tipo de personas, frunció el ceño a pesar de los cosquilleos desagradables en su estomago.

“Kyoya, que bueno verte” dice Fon, su hermano. Ellos son prácticamente iguales, de negra cabellera, piel clara, muy bellos. Pero los ojos de Kyoya son de un extraño tono azul, en cambio los ojos de Fon son avellana. El mayor de los hermanos noto de inmediato el interés de Kyoya por su invitado “el es un compañero de la facultad, también está estudiando medicina, su nombre es Dino Cavallone”

Aquel nombre era perfecto, pensó sin siquiera procesarlo, la voz encantadora del rubio le dijo lo encantado que estaba de conocerlo y de estar ahí. Que ridículo se sintió, toda lo noche quedo prendado de él, sin apartar su vista, escuchando lo que fuera que tuviera que decir sin embargo su rostro se mantenía serio y en su cabeza aun fingía detestar a ese tipo. Supo que era un año mayor que Fon, y que se conocieron en una de las clases en que coincidían, se llevaban muy bien. Se entero que era italiano, pero que vivía en Japón desde los 15 por el trabajo de su familia. También supo que estaba estudiando para ser pediatra, se notaba en él a una persona altruista, totalmente del tipo de persona que detestaba. Aun así su brillo lo enceguecía y el calor en su rostro cuando cruzaban miradas era innegable.

Cuando la noche termino y se retiro a su habitación, se sintió distinto, como nunca antes, no le gustaba eso pero definitivamente, en contra de sus forzados pensamientos, le gustaba Dino.

……………

El rubio siguió viniendo a casa un por un tiempo, y a pesar de todo Hibari nunca paso momentos más agradables con otra persona, la verdad él hablaba muy poco y Dino le prestaba más atención a su hermano, pero con tal de estar con él no le importaba eso. Pero un día dejo de venir. Paso un mes sin verlo ni escuchar a Fon hablar de él y aquello lo estaba poniendo mal, no tardo mucho en admitir sus sentimientos. Su madre preguntó por él un par de veces a la hora de la cena pero Fon nunca dijo nada.

El no le diría nada a Fon, no quería que nadie supiera lo que sentía. Paso un par de días encerrado en su habitación en su computadora perdiendo el tiempo buscando un consuelo. Su madre le reclamaba, su padre le gritaba. Estaba ocupado, ¿Por qué lo molestaban tanto? Nunca le encontró nada interesante a eso de las redes sociales, pero vaya que eran interesantes cuando supo que Dino estaba en ellas. A la impresora se le estaba acabando la tinta. ¿Por qué Dino tenía tantas fotos?

Un día su celular –el cual casi nadie tenía el numero- sonó, sacándolo de su rutina. No conocía el numero, aun así descolgó sin decir nada.

“¿hola?” la voz a través teléfono pregunto dudosa, esa voz la reconocería donde sea “eres tú, Kyoya?”

La conversación fue breve, y fue sobre Fon, pero él no prestaba atención a detalles. Dino lo había llamado, se había acordado de él, eso era suficiente.

En esa conversación supo que estaban peleados o algo así, algo de amigos según se entero, quería su ayuda para arreglarse con él y le pidió que se juntaran.

Al otro día, espero a la salida de la facultad de su hermano al italiano, con el corazón a punto de explotar. Cuando lo vio salir, y este lo saludo, se sintió satisfecho de haber estado ahí parado por más de 5 horas, no es que no supiera a qué hora salía –porque si lo sabía, era fácil investigar un poco- si no que las ansias lo llevaron ahí muy temprano. Hablaron trivialidades sin moverse de la entrada hasta que el rostro estupefacto de su hermano le aviso que los había visto –y al rubio igual- luego fueron a un café cerca de ahí, pues el rubio decía estar muerto de frio ya que la nieve caía copiosamente. Hibari fingió tener frio también, a pesar de que ya no podía sentir nada.

La escena se repitió varias veces, Dino lo llamaba, el iba, Fon los veía y se iban por un café. Nunca se pregunto cuando le iba a pedir su ayuda por lo de Fon, porque esa era la razón por la que se juntaban, tampoco se lo menciono hay cosas que prefería pasar por alto. A pesar de que podía notar el poco animo del rubio luego de un rato a solas, ponía su atención solo al hecho de estar solos y arrastraba al mayor por varios lugares durante todo el día. Ya cuando el cielo oscurecía, Dino lo acompañaba a la estación, a tomar el tren de las 8:00 para estar en casa temprano, y se despedía de él para irse a pie a su departamento.

Pero Hibari siempre llegaba después de las once a casa.

Las llamadas, las salidas, la conversación pronto terminaron. Su celular nunca más sonó. A pesar de eso el siguió yendo a la facultad, a esperar la hora de salida solo para verlo.

Pronto se hizo una rutina. Se despertaba a las 7:30, desayunaba, iba a la escuela, golpeaba gente y a las 12:30 se escabullía para tomar el tren y estar a la 1 en el centro, e ir a la facultad. Lo miraba cuando salía a almorzar, con un grupo de amigos que no podía importarle menos, y anotaba mentalmente lo que le gustaba comer. A las 2 volvía a clases y él se quedaba rondando la universidad hasta las 6 -a pesar de la nieve- que era la hora de salida. Escondido en las cercanías lo seguía el resto de la tarde. Usualmente se iba a casa caminando, la cual estaba a unos 15 minutos de la estación de trenes. O iba con su grupito a algún bar hasta la noche. No importa cuál de las dos cosas hiciera, el lo seguía en su camino a casa -para cuidarlo, según él creía- el cual era un apartamento en el tercer piso de un edificio cualquiera, lugar que vigilaba hasta que las luces se apagaban.

Ese día iba igual al resto -ya pronto seria un mes de su nueva rutina- hasta la hora de salida. La tarde era especialmente fría, y vio a Dino salir junto a su hermano. Días antes, en el almuerzo los había visto discutir -estaba pensando seriamente en conseguir un micrófono o algo- y ahora iban uno muy cerca del otro, incluso pudo ver cuando el rubio le dio su bufanda mientras sonreía. Eso no le parecía para nada bien, su hermano no debería estar tan cerca de el sin su permiso, estaba bien que fueran amigos, pero esa cercanía le estaba molestando.

Los vio caminar por el parque por horas y luego entrar al bar de siempre, teniendo que quedarse afuera ya que por su edad no lo dejaban entrar, ya le había pasado antes pero nunca le molesto más que esa noche. Ya eran más de las once, y ellos salían del bar entre risas, muy cercanos. Pronto saldría el último tren que lo llevaba a casa, caminando en dirección a las estación de trenes y el siguiéndolos pensó que así terminaría la noche. Mañana hablaría con Fon, debía decirle lo incorrecto que era andar tan pegajoso con su novio -porque lo seria, sin importar que- cuando vio que no entraban a la estación supo algo estaba muy mal. Su respiración se agito, y los siguió hasta el departamento del italiano. En la mitad del camino los vio abrazándose a la sombra de un callejón cercano, besándose con pasión. Mordió su labio hasta dejarse una dolorosa herida, y se sentó en la escalera después de que ellos subieron al apartamento. Basto asomarse por el pasillo de tercer piso para enterarse de que pasaba allí, los ruidos se extendían por el lugar, digamos que las paredes no eran precisamente de material muy grueso.

Se amaneció de pie, en la vereda de en frente, mirando a la ventana que sabía era de Dino mientras nevaba.

Cinco días pasó en su misma rutina, a pesar de la presencia de su hermano en toda esta.

Una noche su hermano llego a su habitación, queriendo hablar.

“Kyoya…” empezó con voz lastimosa, con pena en la mirada. Le hablo sobre algo de que Dino lo uso para sacarle celos, le hablo de que la primera vez que lo trajo a casa ellos eran novios, le hablo sobre que él había notado su interés en el rubio y que no lo quería dañar, le hablo sobre tantas cosas, pero no escucho ninguna. No dijo ni una sola palabra y espero a que se fuera de su habitación.

Esa noche pego su colección de fotografías por todo el cuarto. Decidió que a la tarde siguiente, iría a la casa del italiano y se le declararía. Sonreía mientras pensaba que por fin serian novios y podría callar la boca impía de Fon.

………………

Al otro día, cuando el sol ya se ponía, después de unas cuantas útiles compras en una ferretería y una farmacia, se dirigió al conocido departamento.

Cuando llegó, toco la puerta enérgicamente anunciando su llegada, el debía estar allí pero nadie abría la puerta. Toco y toco con más esmero, aun así no había respuesta. Seguramente su hermano estaba ahí y por eso Dino no lo dejaba pasar. Pero no debía preocuparse, ya había pensado en eso. Días antes ya había investigado como abrir su puerta y ya había comprado todo lo necesario. En menos de 5 minutos pudo pasar sin dañar la cerradura, las luces estaban apagadas y no había nadie en el lugar.

A las once en punto llego la feliz pareja, riendo un poco bebidos. El mayor noto de inmediato que algo no andaba bien, las luces no encendían y a pesar de lo poco que se veía, notaba todo desordenado. Entre la oscuridad, los ruidos de la habitación llamaron su atención, por el camino algunos vidrios rotos hirieron sus pies descalzos. La luz de la pieza de Dino tampoco encendía, pero se notaba que había una persona recostada en la cama.

“¿Quién eres y qué demonios quieres? Llamare a la policía” la voz del mayor se escucho temblorosa mientras se ponía en la puerta, enfrente de Fon,  protegiéndolo.

“No tienes porque hablarme así…” Fon reconoció de inmediato la voz de su hermano, pero no dijo nada “yo debería ser el enojado aquí…”

Los reclamos sobre su relación con Fon, sobre las fotos de personas desconocidas por toda la casa, y un montón de sin sentidos no se hicieron esperar. El mayor reconoció a quien hablaba y Fon detrás de el comenzó a llorar.

“¿De qué demonios hablas? ¿Por que de repente entras a mi casa, destruyes todo y pides explicaciones? ¡Estas loco!” el tono de enfado en la voz del rubio hizo estremecer a Hibari “Yo apenas te conozco, ¿Cómo sabes donde vivo?”

“¡No digas esas cosas solo porque estas enojado! ¡No estoy loco! ¿Por qué eres así conmigo?” en su mente las cosas se fundían, y Fon era el malo de la historia. La oscuridad lo apañaba y los recuerdos de sus días de persecución se volvían días compartidos, las palabras soñadas eran palabras dichas y la pena en la mirada de Fon se transformaba en burla. ¿Por qué su hermano le hacía esto? El siempre tenía que ser el mejor, ¿no?

Fon abrazo al rubio por la espalda, pidiéndole en voz baja se calmara y entendiera a su hermano. Los ojos de Kyoya, acostumbrados a la noche, solo vieron que este lo tomaba para alejarlo de él. En dos segundos se puso de pie, y con el lomo de un hacha dejo inconsciente a Dino. Fon grito y no vio venir el corte sangrante en su hombro, corrió por el pasillo y tropezó entre los muebles cayendo sobre vidrios con su hermano persiguiéndolo a matar. El siguiente golpe le llego mientras se arrastraba y le atravesó hasta más de la mitad de la pierna derecha. Llorando entre el dolor y la pena comenzó a rogar y pedir perdón. Le dijo a su hermanito cuanto lo amaba, y que incluso en ese momento no lo culpaba.

Era su culpa decía, después de las cosas horribles que no había podido evitar en el orfanato, comprendía su estado mental. Kyoya rio de las estupideces que inventaba su hermano, mientras le daba con el filo del hacha reiteradamente a su brazo. Fon gritaba y el no se preocupaba, había escogido un día en que sabia los pocos vecinos del piso no estarían, así no había que escatimar en gritos.

Corto y corto, muchas partes, de la manera más dolorosa, pero nunca logro sacar palabras de resentimiento de su hermano mayor. Las lágrimas cubrieron su rostro cuando sintió que el otro ya no respiraba, se dejo caer de rodillas y grito. Rió. Y volvió a gritar. No sabía si la humedad caliente bajo el era sangre o se estaba fundiendo con el infierno en ese momento.

Sonriendo al pensar en por fin estar a solas con Dino, revolvió entre sus cosas, encontrando la jeringa preparándola para inyectar a su nuevo novio.

Puso al mayor sobre la cama, y con cuidado le inyecto una alta dosis de tranquilizante. El estaba enojado, no quería que cuando despertara se levantara y se fuera, y no quería amarrarlo. Sonrió mientras le quitaba la ropa y se acostaba junto a él. Desde ese día en adelante podría ser feliz.

………..

Vivió feliz en la casa de su novio, y compartieron muchas cosas que siempre quiso, por largos días y largas noches llenas de alegría Hibari sintió por fin que estaba completo, a pesar de encontrar extraño que no despertara después de varios días, aunque no le importaba si estaba con él.

………...

“El día en que nos separamos había mucha gente, gritaban y me arrastraron lejos de ti. Hablaban, hablaban, me miraban horrorizados. Nunca supe que me dijeron. Vi a mis padres, vi a mucha gente desconocida y debí dormir en un frio lugar por unos días. Una chica que intentaba ser muy dulce me pregunto de ti, y le conté nuestra historia. Días después pude verte en aquel lindo parque, y desde esa vez no nos separamos más. ¿No te lo había dicho? Nací para estar junto a ti. Te amo, Dino” dijo y el hombre en su cabeza, sentado a su lado sonrió.

 

 

Notas finales:

gracias por leerlo todo!! y gracias a sadu-chan por ayudarme con este antojo looco de fics de stalkers jujuju nos leemos en otros fics

xoxo, byeee-bee


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