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Retratos de Vida por Lua

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Notas del fanfic:

Un pequeño vistazo a la vida del anterior Santuario antes de la llegada de Sasha, y posteriormente la actualidad en el Santuario que todos conocemos. Un proyectito que se me ocurrió hace tiempo y que apenas me animé a plasmar. ¡Ojalá les guste!

Saint Seiya (R) Masami Kurumada & Shiori Teshirogi

Notas del capitulo:

Ubicado en el Santuario de Sasha, antes de su llegada.

-¿Quieres quedarte quieto de una buena vez, Kardia?- El acuariano suspiró con pesar, mientras un contrariado escorpión fruncía el ceño con desespero. Cuando aceptó ser parte de semejante empresa esperaba un trato mucho mejor.

-Es que ya me cansé Dégel, ¡Nadie me dijo que debía estar sin mover ni un pelo por tanto tiempo!- revocó el aludido con tono enfadado. Asmita sólo atinó a sonreír, imaginando la escena. Seguramente, con un Kardia deshecho en pucheros y un Dégel estoico pero con evidente frustración en sus ojos aguamarina, culpa de los caprichos de su compañero de faena.
El rubio dio un par de pasos y alzó su mano derecha frente a él, tratando de asir lo que su nariz le prometía hallar a un par de centímetros de sus níveos dedos.

-Aquí estoy, Asmita- sonrió. Defteros miraba con el ceño fruncido y gesto de concentración al par de peliazules, mientras plasmaba la escena de la manera más fiel posible que le permitían sus manos en el trozo de papel que tenía sobre sus muslos, a la par que con la zurda extendía sus dedos en dirección al virginiano. Éste le tomó las falanges con delicadeza, acercándose y paseando la mano libre sobre los cabellos, también azulados, de Defteros.

-Son un par de revoltosos ustedes dos- se quejó el gemelo, mirando con reprobación y cierto aire divertido en sus orbes verdes a Dégel y Kardia, que no podían estar quietos. El primero movía imperceptiblemente la pierna derecha y constantemente miraba con cierta advertencia al segundo, el cual si no era por que cambiaba su expresión de fastidio a una de cansancio, era porque se removía en su improvisado piso o daba golpecitos de impaciencia con sus pies.

-¡Te aguantas! Somos los únicos modelos disponibles- revocó el de ojos jades, haciendo tanta gala de su elocuencia y ya cansado de estar tan tieso, que con el brusco movimiento al señalar hacia Defteros y Asmita hizo que Dégel perdiera el equilibrio y cayera de la estrecha roca que les servía de pedestal arruinando así la pose, ganando de esa forma la risa de Asmita, el regaño de Dégel y el suspiro cansado de Defteros.

Semejante comedia griega, aunque Kardia opinaría que era más una tragedia, se originó a causa de una, para que negarlo, indiscreción por parte de Asmita.

Él siempre había sido así. Curioso. Tanto que esa curiosidad lo llevó a él.

Defteros, la sombra de Géminis, era una persona reservada. Escondido como estaba no podía dar pie a mucha interacción con su alrededor. En realidad se le tenía prohibido casi respirar, reforzada semejante apelación con la máscara que inclemente le cubría más de la mitad del rostro.
Pero solo él, él con su capacidad de observar sin ver, de sentir sin percibir luz, pudo descubrirlo y hacerle sentir la bocanada de aire fresco que el mundo le negaba por su simple existencia.

Por curiosidad, Asmita decidió saber más de esa presencia que se negaba a dar fe de su existencia en Géminis, asustando al gemelo la primera vez que se le reveló en cuerpo astral en su habitación oscura.

Una sonrisa, una interrogante… bastaron para dejarlo desarmado.

Como pocos o nadie sabían de la existencia de Defteros en el Santuario, eran usuales las visitas a deshoras de la noche en su templo. Cosmos ocultos a la sombra de pilares y corazones agitados, deseosos de la presencia del otro, necesitados.
Defteros de ese ente que lo llenaba de vida, que le hacía sentir persona a pesar de ser sombra, con sus alabanzas a la naturaleza del ser, sus indagaciones y conclusiones al meditar, el aroma a té de jazmín que destilaban sus cabellos y esos orbes azules, nublados, que al gemelo se le antojaban soñadores en lugar de ciegos.
Asmita de ese misterio que era el gemelo, de la tosca voz que al inicio temblaba pero que poco a poco se fue afianzando en un ronco susurro que le hacía sentir calofrío en la nuca.  De la idílica mentalidad de él, la devoción en su voz al hablar de sus ideales, la atención con la que absorbía su soliloquio, la risa gentil que se apagaba tras esas ataduras de cuero…

Pronto, esa necedad fue más allá de palabras, involucrando pieles en el camino.

Su amistad mutó a algo que, aunque ambos sabían que era, no tenía nombre. No querían dárselo. Simplemente se dejaron tragar por el roce de sus manos, labios que aunque inciertos al principio, al paso del tiempo se exigían. Bocas que clamaban el nombre del otro, piernas que se enredaban entre sí bajo las sábanas, manos que comenzaron a perderse bajo togas sueltas, carnes que se conectaban inclementes, coros de suspiros al aire… algo sin nombre, pero con todas sus consecuencias.

En uno de sus encuentros clandestinos, uno en el que Aspros no se hallaba en el Santuario por misión y por tanto dándoles amplia libertad en el templo de Géminis, ambos hombres dejaron fluir su mar de necesidad, su sed de las aguas del otro hasta desfallecer. La máscara de Defteros era evacuada para estos fines, por supuesto.
Tras los jadeos y sudores que anunciaban el término de la pasional sesión, Defteros se abrazó a la fuerte pero gentil espalda del virginiano, sintiendo que aún vibraba su piel al contacto de la caliente que el mismo conservaba. Tras recuperar el aliento un par de minutos, el griego repartió perezosamente besos cortos en la nuca del rubio, pasando por los hombros y regresando con suavidad a sus labios. Asmita se dejó hacer, complacido.

-Eres armonía, Defteros- éste alzó la vista, mirando los cabellos rubios, contrariado. – parecieras una feroz bestia a momentos, y ahora mismo eres el ser más cuidadoso y amable del universo. Deberías ser Libra, una balanza que te haga justicia. Casi pareciera que temes romperme. – Defteros rio, enarcando una ceja.

-¿Libra? Soy más bien lo correcto y lo prohibido, la pasión y el cuidado… Géminis. Dos en uno.- Asmita sonrió ante tan atinada apelación.

-Haz tumbado mis argumentos.

-Ciertamente, temo romperte- siseó con aliento cándido tras la oreja virginiana, que arrancó un leve suspiro de su dueño -  temo quebrarte a favor de mis deseos y mis necesidades. Porque te necesito – el aliento mutó a una caricia húmeda dada por su lengua, dando leves estocadas en su oreja y haciendo sentir al hindú un cosquilleo que le causó escalofrío en todo el cuerpo – tengo sed de ti, Asmita. Temo beber todo y no dejar nada, pero no puedo evitar probar de ti que eres ambrosía y néctar.

El aludido solo atinó a sonreír con los labios entreabiertos y las sensaciones de las manos cálidas del geminiano recorrerlo todo, y voltearlo en las sábanas.

-Hace un par de años no eras un poeta tan dominante ¡Ah! – calló al sentir bajar los labios del peliazul por su pecho, viajando rumbo al sur. Defteros sonrió, complacido.

-Hace un par de años era un muchachito inseguro. Tú me quitaste esa inseguridad – Asmita sentía que su piel se erizaba y su vientre vibraba al compás de los labios de ese hombre que le volteaba el piso siempre que podía – tu me quitaste mis miedos… me quitaste tantas cosas y me otorgaste otras tantas que… - iba a enloquecer, moriría ahí mismo con ese hombre tocándolo todo, lamiendo y probando hasta su alma. Cuando creyó ver el infinito cosmos de su placer por cuarta vez esa noche, Defteros se acercó a sus labios, mirándolo como solo él lo hacía. Con esa intensidad que solo él había sentido perforarle sus cuencas vacías, viéndole el alma…. – Me hiciste el hombre que soy ahora Asmita, y este hombre te reclama solo suyo.

Tras semejante adjudicación de poder, el hindú no supo atinas más que besar esos labios que le habían hecho terreno conquistado, jadeando, rojas sus mejillas de excitación, probando sus sudores conjuntos. Defteros respondió con fiereza.

 Él no había sido robado, había sido entregado con total consentimiento.

Horas pasaron así, tentándose y probándose sin llegar a más, hasta que desistieron de sus juegos fundiéndose en un tranquilo abrazo con solo sus corazones como música de fondo. El mayor entonces tuvo necesidad de atender otros asuntos más fisiológicos, a lo cual Asmita aprovechó para estirar sus músculos un tanto adoloridos de tanta acción y descanso. Al dejar caer una de sus manos al costado de la cama en la que yacía, rozó sin querer una superficie que no era piedra con las yemas de sus dedos. Curioso, palpó aquello que llamó su atención, notando que estaba separado del piso y era amplio a la vez que ligero y delgado. Lo alzó y acercó su nariz.

Era papel.

Extrañado, pues Defteros no era muy fanático de la lectura de documentos, acercó más el objeto a su rostro y captó con sorpresa el olor que se desprendía era grafito, combinado con la tenue fragancia de Defteros. Le llamó la atención que el tacto que presentaba la hoja no era el típico que dejan las letras al ser escritas, sino que sentía con sus yemas trazos amplios e irregulares que parecían formar algo más grande al tejerse entre sí.
Asmita se dio cuenta con algo de sorpresa que tenía un dibujo entre sus manos.

-¿Qué haces?- la voz, una octava más alta de lo normal, lo asustó al ser oída. Sintió que el papel le era arrebatado de las manos, y después cayó un silencio un tanto incómodo entre los dos. Defteros respiraba con pesadez, y Asmita estaba descolocado por la sorpresa ante la actitud del hombre. Arqueó una ceja.

-Nada… no sabía que gustaras de dibujar- respondió con lentitud. El aludido entonces reaccionó, y se sintió estúpido. Se había avergonzado de sus trazos al grado de arrebatarle el dibujo a Asmita, olvidando que no podía verlo a causa de su ceguera. Suspiró, y se sentó junto a él, apoyando el mentón en su hombro desnudo y escondiendo el rostro avergonzado entre las cortinas doradas. No sabía que decir.

-Yo… soy un estúpido, reaccionar así… es solo que… yo solo…- Asmita sonreía, divertido por los balbuceos del griego. Comprendía que Defteros era muy huraño para con sus cosas, y que una actividad tan artística para la naturaleza insegura del gemelo, quizá le había avergonzado no ser ‘tan bueno’ – No soy tan bueno. – Justo en el blanco.

-Me encantaría poder refutar ese comentario, Defteros. ¡Seguro eres todo un artista! – Lo dijo sin ánimos de ironizar, pero Defteros se sintió peor. Abrazó por la cintura a Asmita, y le besó en el hombro escondiendo sus ojos aun mas en su cuello, apenado. La ceguera del hindú nunca había sido inconveniente entre ambos y jamás era tema de conversación, por lo que el geminiano se maldijo una vez más por su estupidez.

-Perdóname – susurró en su cuello. Asmita entendió el cómo habían sido tomadas sus palabras, y se lamentó. Tomó con sus finas manos las morenas del mayor, y virándose las colocó en su rostro, disfrutando del cálido tacto de esas ásperas palmas envolverle la faz.  Abrió los ojos.

-El que no pueda ver me priva de muchas cosas, Defteros. Como ver tu rostro, tus ojos que deben ser infinitamente hermosos, los dibujos que haces… - Defteros bajó la mirada. No soportaba ver esos zafiros nublados, tan llenos de una dulzura que no merecía – pero sin embargo puedo ver cosas que otros no. Vi a través de tu templo, de tu máscara… penetré en tu alma y presumo saber lo que hay en tu corazón.- una mano blanca se posó sobre el pecho del heleno. – Esto es lo que puedo ver, mi Defteros. Y es lo que de verdad me llena.

Defteros miró la expresión del rubio, y no pudo evitar que se aguaran sus ojos. Lo abrazó lo más estrechamente que pudo, fundiéndolo contra su cuerpo. Era él lo que más quería, diferente a lo que sentía por su hermano, pero tan poderoso como ese lazo de sangre.

Pero no era sangre lo que lo unía a Asmita. Era algo que iba más allá… era néctar y ambrosía.

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Asmita, por su parte, siguió insistiendo que Defteros debía tener una mano maravillosa para el dibujo, y convenció a un no muy seguro geminiano el hacer un retrato de cierto par de peliazules, que por cosas de la vida se habían enterado hacía ya tiempo de su existencia y relación con Asmita y lo acogían en su pequeño círculo sin muchas complicaciones.

-Ellos atestiguarán si estoy en lo correcto, y eres realmente el artista que creo – sonrió el rubio con suficiencia.

-Ellos son un par insufrible juntos – hizo una mueca Defteros. Pero acabó sonriendo y aceptando. Más lo hizo para compensar a virgo por su desaire con el dibujo que por otra cosa, con el resultado de estar en la fuente de Athena, lugar poco concurrido por los habitantes del Santuario, idílico para su objetivo.

Dégel expresó su sorpresa al saber del lado artístico del griego, pero avaló el buen trazo y la soltura de su muñeca con la elegancia léxica que sólo él poseía, en los dibujos de Defteros. Kardia por su parte se rió un rato de él, ganándose un hematoma un tanto feo en la cabeza por mano de Defteros, quien avergonzado le había arrebatado su trabajo después de la humillación. Pero al rato y un par de compresas de hielo después, cortesía del francés, aceptó el escorpión que no era tan malo con sus dibujos y que le gustaría uno con Dégel de co-protagonista. Porque claro, él iba a ser el elemento principal en la obra de arte. Siempre lo era.

-¡Ya se me entumió el trasero, Defteros! ¿Quieres apurarte? – Dégel rodó los ojos preguntándose por enésima vez en el día que rayos había visto en semejante criatura tan revoltosa.

-Tranquilo bicho, ya está – dijo el dibujante, levantándose de la roca que le había servido de asiento, y acercándose a un aliviado Dégel y enfurruñado Kardia. Antes de que éste pudiera replicar por el apelativo, acción que tenía toda la intención de llevar a cabo,  el acuariano con determinación en las aguamarinas le puso una mano en la boca, le rodeó con el otro brazo los hombros y asomó sus labios por el lóbulo de un Kardia descolocado, abrazándolo así por detrás y susurrándole con voz sensual en un intenso acento francés una propuesta que el heleno no pudo rechazar.

-Su abres la boca una vez más, te mato.

Dégel miró por encima del hombro la lámina de papel que un tanto conmocionado Defteros ante la actitud del francés le mostraba, y se impresionó. Las líneas, las sombras, las expresiones… eran exactas. Mientras admiraba el trabajo, sintió una humedad inusual en la mano con la que mantenía sellada la boca de Kardia, y la alejó de inmediato con un gesto de desaprobación. Escorpio se sonrió, relamiéndose los labios.

-No sé qué asco te da mon chéri, si te encanta mi lengua en tu… - Dégel enrojeció furiosamente, y lanzó una advertencia helada a su amante, quien se estremeció. No era bueno jugar con el Mago de los Hielos, no en público – ¡Ya, ya! Imagino que lo de matarme no era precisamente a besos… vaya hombre. – suspiró, cruzándose de brazos.  Posó su mirada en el retrato mientras Asmita dejaba fluir cual rio su risa fresca, y Defteros le hacía coro. Debía admitirlo, Defteros tenía lo suyo.

Entonces, ensanchó una macabra sonrisa. 

-¡Ya se! A la siguiente vez que quieras practicar, nos dibujas un poco mas… ya sabes -  con una de sus manos acarició la mejilla de un Dégel totalmente conmocionado por la insensatez de su compañero, y lleno de vergüenza – yo te aviso la próxima vez que Dég y yo estemos en su templo, hay un ángulo desde la ventana de la biblioteca al escritorio que…

-¡KARDIA, BASTA!

Carcajadas inundaron los bosques de Athena, a la par que un contrariado escorpión que se clamaba inocente de los cargos era perseguido por un rojísimo y furioso acuariano, amenazando por terminar sus días en un bloque de hielos eternos.

Esos pequeños momentos eran los que en medio de tantos sacrificios, de tanto deber y honor, se sentían personas más que caballeros. Los que los hacían seguir adelante y pelear por sus ideales, a pesar de conocer su destino para con su diosa.

En esos momentos, eran personas felices.

Notas finales:

Fue realmente divertido escribir a Kardia xD es que no se aguanta!

Me parecio buena idea ponerle a Defteros una actividad que se puede hacer en soledad como dibujar, pues imagino que ha de tener tiempo de sobra para divagar y tener buenas ideas, y seguro se robaba uno que otro pedazo de pergamino o papel de su ocupado gemelo xD

¡En el futuro en el siguiente capitulo! :) reviews por favor! me alimentan el alma y me motivan las ideas.

 


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