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A cinco minutos de la eternidad por JiGoKu nO HaNa

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Notas del fanfic:

sadaharu: Hola ninias como estan!, yo como entre estado etílico y eso, bueno, Mika-chan, que les traemos hoy??­­

mika: un lindo D18 que nos costo dias y dias (no diremos cuanto por nuestro bien) nuestro querido hijo *lo abraza*

sadaharu: *le jala los cachetes al pequeño D18*­­ oe, tratadlo bien o les maldecire!­ *maldice* ­

mika: el pequeño D18 nacio en un parto complicado, casi se nos va T.T

sadaharu: casi muere a la mitad de este =___=­­ pero!­­ ahora esta sano!!!­­ y fresco como una lechuga!­­

mika: listo para que uds. lo disfruten ,asi que leanlo y de paso nos dejan sus comentarios

*ambas le toman la manito al D18 y se van*

sadaharu: ciaus!

Notas del capitulo:

el primero de varios, disfruten...

   Como si no tuviera nada más importante que hacer que cumplir las órdenes de Reborn, se encontraba frente a la escuela de Namimori ¿quejas? claro y muchas, no le molestaba si era para ayudar a su hermanito, pero es que lo que actualmente se le pedía era un poco complicado y doloroso, principalmente doloroso, pues luego del entrenamiento con su primer tutelado, sin saber porque <> se había convertido en un costal de arena para ese famoso pupilo suyo, hablando sobre morderle cada vez que lo veía, Hibari Kyoya era complicado, y muchas veces le hacía olvidar la ligera comodidad de cuando lo tenía cerca y tranquilo moliéndole a golpes, no es que él se dejara, pero, era algo complicado realmente, no desmerecía al poder del otro <> pero por alguna razón no se podía mover en plenitud, y no era cosa de torpeza natural. Era tarde y entraba a la azotea, donde el antes nombrado estaría tomando una siesta placida mente, y podía ver su cara sonriendo sádicamente al verle llegar, evadiendo la principal mueca de disgusto, para después querer oler sangre… suspiro…
-¡yo Kyoya!- levantaba la mano saludando

 

-¿qué te trae a mi escuela, herbívoro? ¿Vienes a ser mordido hasta la muerte? Si es así, no rechazare la oferta- se ponía en guardia con la mirada afilada. Hace un par de meses no veía a ese italiano cabeza hueca, así que debía cobrarse las ausencias. Su saco de arena no debía desaparecer así como así.

 

-e... espera un poco no estoy aquí para eso hoy- movía las manos al frente negando -escúchame un momento- se rascaba la nuca
-estoy aquí porque Reborn me pidió venir…- y no sabía cómo explicarle que el camaleón le había mandado en la misión de enseñarle a controlar su carácter “será un problemas si va por allí golpeando a los aleados, dame-Dino” había dicho ladeando su sombrero con su pistola para luego apuntarle cuando él se negaba rotundamente “no puedes llevar a ninguno de tus subordinados, y no puedes pelear con él, tu misión en que no se meta en una pelea por dos meces, o te matare…” y sinceramente ya no sabía a quién temer mas…

 

-¿te lo pidió el bebé?...- y bajaba las armas mientras su voz sonaba extrañamente emocionada. Si se trataba del bebé el haría lo que fuera necesario, con tal que le debiera algo y tuviera que luchar con él. Era una admiración inédita la que sentía por Reborn -¿y a que te envió?...- no así por Dino, con el era diferente. Y aunque era frustrante pelear con él, ya que nunca le ganaba y el otro nunca se ponía realmente serio, le agradaba su presencia, de forma inexplicable.

 

-se trata de un entrenamiento para “sobrevivir a la sociedad”- se ponía serio mientras recalcaba con su dedo índice, decir “Reborn” era como un “ábrete sésamo” cuando se trataba de Kyoya, así que le daba una seguridad de palabra.
-se trataría de…- y la voz se disminuía al mismo tiempo que el escándalo de un niño chillón se aproximaba por la puerta, dando tumbos y se podía escuchar los gritos de Tsuna diciendo “¡alto, Lambo!” y a los demás chicos, y apenas volteaba la puerta se abría y entraban en carambola, entonces la bazuca de los diez años salía volando y girando de entre el cabello del bobino inevitablemente golpeando a Dino haciendo un “¡Boom!” y cubriéndolo con una espesa nube de humo, Tsuna entraba en pánico, pues recién esa mañana se había liado ya con el prefecto y no tenía ganas de otra golpiza, mientras Lambo se escabullía siendo perseguido por I-pin, entonces el decimo trataba de calmarlos e idiotamente resbalaba por las escaleras, allí se perdían tan rápido como llegaban.

   Mientras tanto, la nube se despejaba, dejando ver a un hombre que curioseaba a los lados y veía a la alondra frente a él.
-¡yo Kyoya! ¡Cuánto tiempo!- le sonreía desde su posición en el piso, estaba descalzo y sin playera, solo con sus pantalones negros a medio desabotonar, aun así saludaba como si nada.

 

   Ese escándalo de prácticamente todos los días le hinchaba una vena en la sien, definitivamente Sawada requería una masacre para aprender. El humo le hacia toser un poco, según lo que entendía sobre ese artilugio morado, el que debería aparecer era... Un ojo le latía y la cara le ardía.

-¡¿qué clase de apariencia es esa?!- y una patada certera a la cabeza del otro mientras el apretaba los puños y un aura asesina lo rodeaba, era la antesala a la paliza que quería darle.

 

-¡e… espera Kyoya!... ¡no seas cruel!- se acariciaba la cara poniendo el brazo al frente para defenderse de una segunda repercusión
-soy yo quien debería enfadarse, mira que pasa esto en mi luna de miel… ojala Elena no me mate, ella no sabe nada de la bazuca de los diez años…-miraba a los lados, el cielo limpio de Namimori le traía buenos recuerdos -ah, que nostalgia…- dejaba colgar sus manos al frente encorvando la espalda y riendo, ahora tenía que esperar diez minutos para regresar a su hotel en Grecia, y pensar que la tarde pasada recién se había casado.

 

   Y se detuvo a penas escucho aquello, y la verdad ya no sabía si respiraba. ¿Había escuchado bien?..."luna de miel" "Elena"…

-ja, así que encontraste a alguien tan estúpida como tú para que te soporte...- la argolla en su mano izquierda era muy decidora, y el sacaba sus filosas palabras como púas y tragaba saliva costosamente. Un dolor muy molesto se asentaba en su estomago, se mordía el interior de las mejillas y buscaba una excusa para salir de ahí. De repente el aire le hacía mal, era como si padeciera agorafobia espontanea.

 

-jumm... es cierto, es mi prometida de nacimiento… nunca se las presenté- hablaba como si nada, la tarde se había quedado en la parte más interesante, se pregunto por un momento que estaría haciendo su yo de diez años en el pasado. Probablemente estaría escapando de Elena muerta de furia, pues no se habían frecuentado mucho hasta que decidieron no darle más largas al matrimonio.
-cierto, procura ir a la boda esta vez si puedes, en el futuro, sería bueno verte mas, después de todo llevamos más de siete años sin vernos más que en algún momento que te dignas a aparecer, sé que no me aprecias mucho, pero yo a ti si…- hacia una pausa para clavar sus ojos en los del muchacho -sin duda lucias adorable cuando eras un niño…- reía de lado, contaba, faltaban dos minutos para poder regresar al futuro, fruncía un poco el entrecejo.

 

   Era su prometida...es decir que actualmente estaba con ella también. Ponía su gesto inescrutable escuchando las palabras del otro, así que se habían separado definitivamente, siete años era mucho tiempo. Su sonrisa encantadora lucia mas cegadora que de costumbre, el llamarlo "adorable" no era el ideal de cosas buenas que le pudiera decir, aun así su corazón se agito y tuvo que desviar la mirada. En nada aquel Dino desaparecería, así que no tenía nada que perder.

-¡no pienso ir a tu maldita boda ni el futuro ni nunca!...- la seguridad de sus palabras y el tono se elevo para el final -¡aquí no permitiré que te cases, idiota! Y si me ves en el futuro golpéame de mi parte, por ser tan cobarde...

 

   Ponía los ojos como platos, ¿Qué había dicho? Era ilógico que…
-espera, Kyoya, a que te…- y desaparecía en el acto en una nueva nube, y de regreso estaba el buen Dino del presente tocándose con la mano una mejilla golpeada, mientras que la otra estaba llena de labial de mujer y había una boba sonrisa en su cara, hasta que entornaba la mirada dándose cuenta de que estaba de nuevo en Namimori.
-¿Qué paso Kyoya?...- veía la pose amenazante del menor, era probable que hubiera querido moler a golpes al ver a su yo del futuro

 

-...- ese aspecto...no conocía a esa tal Elena, pero ya se tenía ganado su titulo de zorra -quita esa estúpida cara y dime qué diablos viniste a hacer, o te morderé hasta la muerte...- las tonfas volvían a hacer presencia en sus manos, esta vez con las filosas púas sacadas haciéndole notar al otro que iba en serio, muy en serio.

 

-está bien…- tragaba saliva, no tenía idea de lo que había hecho su yo del futuro, pero al parecer eso había enfadado a Hibari.
-ejem… pues, es un entrenamiento especial para sobrevivir en sociedad, veras, es un… reto, para controlar un poco tus impulsos…- el menor levantaba una ceja, definitivamente lo atacaría, así que seguía un poco apresurado, pero firme.
-¿qué dices, Kyoya? por dos meses, estaré a tu lado para evitar que te metas en una pelea, y ayudarte a controlar tu temperamento- decía más convencido al aparentemente haber captado la atención del menor.

 

   ¿Dos meses a su lado? Hubiera sonreído pero debía disimular, era una oportunidad perfecta para llevar a cabo lo que le había dicho al otro Dino. Por otro lado, eso de controlar su temperamento no le sonaba tan bien.

-¿sobrevivir en la sociedad? Qué tontería es esa...- bajaba las tonfas escondiendo las púas en ella -¿y por qué debería aceptar eso? De por si no te soporto...- si Reborn se lo había pedido seguro estaba obligado a hacerlo acceder, así que podía hacerse de rogar un rato...

 

-ahh… vamos Kyoya, no es tanto tiempo –mentira, para él era una eternidad, una peligrosa y tortuosa eternidad. Por otro lado, no tenía opción -solo inténtalo, juro que si soportas los dos meses te daré lo que quieras, lo juro – estaba firmando su sentencia -tómalo como una prueba personal, te será de mucha ayuda en el futuro…- y ahora se daba cuenta de algo, solo un poco, de que muy probablemente un año antes lo hubiera asesinado ya solo por hacerle la propuesta, tal vez Hibari estaba creciendo o quizá esperaba algo.

 

-no es algo muy tentador si viene de ti, pero si es algo que el bebé considero, no puedo más que aceptar...- con eso seguramente quedarían satisfechas las dudas que pudiera tener ese cabeza hueca -¿y que se supone que hagamos estos dos meses?...

   Se dio la media vuelta yendo a patrullar un rato, quizás el otro lo siguiera para así aclarar sus dudas.

 

   Se alegraba ante la afirmación, aunque era claro que era más un “sí” para Reborn que para él, pero esto también serbia. Comenzaba a caminar tras el otro -primero iremos a un lugar especial para mí, aquí en Japón donde te explicare algunas cosas sobre el control y el movimiento en el nuevo mundo que enfrentaran tu y los demás guardianes, tómalo como un poco de meditación y después…- sabia que lo segundo que le diría aria que se enfadara -me seguirás a Italia donde pondrás en práctica todo lo aprendido, como interactuar con los aliados y demás líderes de familia, debes saber que en este mundo es prioridad tener buenas relaciones- “en especial si vas a ser el próximo asesor externo de Vongola”, falto decir y tampoco admitiría, sentía cierto orgullo por ese merito futuro.

 

   Se volteaba mirarlo, luego de lo dicho sobre Italia, serio y sin dudas.

-no...- seguía su camino después buscando a algún infractor, las clases ya se habían reanudado así que cualquier estudiante por los pasillos era una presa.

-no saldré de Namimori para tratar con viejos estúpidos y grupos molestos...

 

-ahh… pero ya habías aceptado…- seguía tras el dando tropezones gracias a la falta de sus subordinados, era una suerte que no hubiera caído ya, aunque Dino no era consciente del desastre humano que era sin sus subordinados a lado.
-no será así siempre, la mayoría del tiempo solo estaré yo así que no tendrás que hacer más allá de ir a algún coctel…- y final mente caía por dos escalones levantándose ipso facto con una gota de sudor en la frente.
-¿Qué puedo hacer para que accedas?...- cualquier cosa, dinero e incluso una pelea…

 

   Lo veía rodar y levantarse tratando de pasar desapercibido.

-acepté tu según "entrenamiento para sobrevivir en la sociedad", no ir a Italia y tener que verle la cara a terceras personas estiradas...- mirando hacia el patio podía ver a una muchacha correr por ahí, ya tenía una presa.

-dejar de ser tan patético. ¿Donde están tus perros? No vale nada pedirte una pelea si no están ellos...

 

-tch… no son perros, y no los necesito para pelear- iluso, aun no sabe que no vale una mierda sin ellos -les he dado vacaciones, y Romario se encargara de los asuntos de la familia mientras estemos en el retiro, como dije, seremos solo tú y yo… vamos, no creo que sea tan malo ir a Italia, no será tanto tiempo y prometo que estaremos lo menos posible entre la multitud…- y cedería a… -te prometo que después pelearemos todo lo que quieras… y será en serio, esta vez…- lo miraba serio, sabía que la promesa de una pelea real sería el único posible precio real por el que Hibari accedería -Kyoya…-

 

   "seremos solo tú y yo" se sonrojaba y miraba a otro lado, ¡rayos! ¡No podía decir eso! Se imaginaba tantas variadas cosas que...

-¿lo prometes?- volvía a mirarlo firmemente, una pelea seria era lo que más deseaba tener con Dino, bueno, no exactamente pero se entiende -si es así, pensare en eso de Italia. -Por ahora, ¿cómo es eso del retiro?- bajaba hacia el primer piso siguiendo la pista de la infractora, la había visto cerca de la entrada, seguro iba a meter alguna cursi carta de amor en el casillero de zapatos de alguien...

 

-lo juro- juntaba las manos y cerraba los ojos aludiendo a la promesa para después bajar rodando las escaleras tras Hibari, ¿Qué le pasaba ese día que estaba tan torpe? -en una posada Ryokan tradicional, en Osaka…- se sacaba el polvo el pantalón mientras veía como Hibari se dirigía a castigas a una colegiala por rondar la escuela sin su permiso, entonces por costumbre le tomaba del hombro y decía.
-vamos, déjala en paz, no está haciendo nada malo – mientras la chica (milagrosamente por el desastre de Dino) no se daba cuenta de que estaban allí.

 

   ¿Osaka? Pensaba, vaya que extravagante... Iba a castigar severamente a esa muchacha mientras rondaba una sección de casilleros, pero el rubio intervenía como buen samaritano -suéltame...y si está haciendo algo malo, no está en clases - gracias a la distracción del italiano, pudo ver a la chica depositar la carta y huir. La hubiese seguido de no ser porque la carta había sido colocada en su casillero, y la curiosidad le ganaba.

 

-eso no es de caballeros…- cerraba los ojos tomándole del antebrazo, y lo jalaba en la dirección contraria -ahora que supongo vendrás conmigo, deberías alistarte, nos vamos en un par de horas…- le sonreía tratando de que abandonase la otro idea y se dispusiera a marchar con él.
-abajo nos espera una limusina, nos llevara hasta allá y luego todo será a nuestra suerte- ya todo estaba predispuesto para que marcharan, bueno si Kyoya no hacía de las suyas también podría tomarlo como vacaciones, ojala…

 

-oye, me dejo la carta para que la lea, no veo que "no es de caballeros"- retiraba el sobre y lo guardaba en su bolsillo, ya más tarde la leería.

   Dejo que el otro lo guiara sin prestar real atención a sus palabras, tendría que arreglar unos asuntos antes de partir...no, mejor se lo dejaba a Kusakabe, con una llamada tendría todo listo -y que haremos en la posada? ¿Hablar sobre la vida? Dos días así y tus perros tendrán que ir a recoger tu cadáver...

 

-no son perros. Y si, tal vez hablemos de la vida, no planeo morir, solo relájate un poco, entenderás el motivo cuando lo pienses un poco mas y… deberías ser más cuidadoso con los sentimientos de una dama, eso es algo muy importante, no son como “herbívora” o “lo tomare porque es interesante”, no puedes medir a una mujer con la misma vara que lo haces con un hombre, Kyoya…- seguía caminando y al llegas a la puerta le soltaba la mano adelantándose al automóvil que los esperaba se paraba de lado de la puerta y la abría cediéndole el paso con una mano y una sonrisa amable.
-vamos, intentare no morir antes de dos días…-

 

-no me sermonees...- fruncía el ceño y entraba al auto, odiaba la imagen preconcebida que el rubio tenia de el -tú no tienes idea si soy o no cuidadoso con los sentimientos de una chica. No creas que me conoces, Cavallone.

   La verdad le había molestado mucho que lo tratara como si hubiese hecho algo mal, cuando ni siquiera tenía planeado nada. Jamás se burlaría de los sentimientos de la chica, pero sería claro en que no podía corresponderle. Miro por la ventanilla el paisaje tan conocido de su amada ciudad, eso lo distraía un poco.

 

   Que respondiera de ese modo a sus “sermones” le hacía pensar de pronto que Kyoya seguía siendo un niño, sinceramente no sabía si podría enseñarle algo esta vez, pero el intento se haría.

 

 

 Aunque la limusina era extensa, un “no sé que” le había hecho querer sentarse a lado de Hibari, sonriendo como idiota, se mantuvieron callados todo el rato, y el ambiente se torno bastante calmado cuando el moreno dejo de fruncir el ceño, al final llegaban a su objetivo.
   Y este era un poco diferente a lo que probablemente se esperaba…
  

   Era una posada simple, algo o muy vieja, apenas bajaban y el conductor se marchaba, entonces Dino jalaba a Kyoya de la mano para que pasaran al lugar, en el Ryokan solo había una pareja de viejos y un muchacho y una muchacha que los esperaban en la puerta, y se inclinaban saludándoles al modo tradicional, luego de eso Cavallone se aproximaba a saludar cálidamente a la vieja y a los muchachos con un fuerte abrazo, como el extranjero que era, demostraba su alegría.

 

   El lugar solo era una posada grande y vieja, pero por lo menos se veía tranquila. La gente en la puerta no llamo mayormente su atención, si podía ignorarlos, mejor. Pero Dino no parecía pensar lo mismo, haciendo gala de su excentricidad saludaba y abrazaba a todos, ¿acaso aun no entendía que los japoneses no dan la mano, ni besan, ni abrazan para saludar? Algo debía estar mal con su cerebro. Sin prestar atención entro al lugar, que se lucia mucho mejor por dentro. Ahora que lo pensaba, un baño en las aguas termales no estaría nada mal, además la tranquilidad lo ayudaría a pensar que hacer. Tenía un plan que trazar después de todo.

 

-espera un poco Kyoya!, debiste saludar a Nema-san y a Ono-san por lo menos… - corría detrás del muchacho que había pasado de largo de los dueños del lugar, lo veía inspeccionar el lugar de inmediato -no te preocupes, aquí no hay nadie más a parte de los abuelos y sus dos nietos, como no te gusta la gente, creí que eso era lo mejor por ahora…- torcía un poco la boca, Kyoya era tan difícil de tratar tanto en una pelea como fuera de ella, esperaba que por lo menos le escuchara un momento.
-este fue el primer lugar al que llegue cuando vine a Japón por primera vez, no ha cambiado nada en todo este tiempo, espero te guste tanto como a mí este lugar – veía su cara de desinterés total y lo veía marchar de nuevo.
-¿quieres comer o ir a las termas primero?- ya era algo tarde, y estaba cansado por que antes de embarcarse en la misión que Reborn le encomendó se había tenido que pasar la noche entera reacomodando su agenda…

 

-¿dónde está mi cuarto?- miraba a todos lados, inspeccionando como un verdadero gato. La verdad no sabía que tenía más, si hambre o ganas de ver a Dino des-- bañarse en las termas...

-quiero bañarme...- seguramente el resto de los días los pasaría en yukata, que relajo...era como andar desnudo, usualmente en casa andaba así. También el hecho de tener termas y poder usarlas todos los días sonaba excelente. Definitivamente no había sido una mala idea decir que sí.

 

   Respiraba hondo, Kyoya no lo escuchaba para nada, bueno, si escuchaba, lo que quería oír, lo encontraba extrañamente animado por estar allí.
-tu habitación esta por aquí – le guiaba el mismo, conocía ese lugar bastante bien después de todo, le era reconfortante –y las termas están por allá, puedes adelantarte si quieres, solo tengo que arreglar algunas cosas, te alcanzare en breve…- se alejaba de él que al parecer tenía sus propios asuntos con la posada, lo reafirmaba, Kyoya seguía siendo un niño más veces de las que tal vez a él le gustaría aceptar.

 

   Vio al otro marchar por el pasillo mientras hacia un puchero sin darse cuenta. Si había algo que detestaba y sin poder evitarlo, era que no le prestaran atención cuando la quería, Dino la mayoría del tiempo lo seguía e insistía en estar a su alrededor, por lo que había terminado acostumbrado a aquel exceso de atención.

   Metiéndose a su habitación debió admitir que todo se veía perfectamente pulcro y ordenado. Procedió a quitarse la ropa y a ponerse la yukata que yacía sobre el sillón. Le quedaba un poco ancha de hombros y se le zafaba de repente, ya luego pediría un cambio. Revisando un poco la pieza y luego se dirigió a las aguas termales. Una vez allí, se despojo de la yukata y fue a bañarse.

   Sentado en una pequeña banqueta se enjabonaba el cuerpo tranquilamente, ya luego se sumergiría en las aguas termales.

 

-¿quieres que talle tu espalda? Je…- caminaba en su dirección ya solo con una toalla cubriéndole la intimidad, iba sonriente, feliz de poder compartir ese tipo de cosas con su alumno, tomaba un banco y se sentaba a un lado de él con jabón y esponja en mano, sonreía internamente, como se veía de pequeño el japonés en ese momento.

 

   Sabía que esa propuesta era una broma, pero se aprovecharía de ello. Verlo solo con una toalla era bastante bueno para su vista... Rayos, esos tatuajes lucían endemoniadamente sexys.

   Se sentaba a su lado y estiraba un brazo, entregándole su esponja

-hazlo...- ¿le gustaba bromear?, ja...

 

   Respondía a la afirmación alegremente, y comenzaba a enjabonar la espalda que se tensaba extrañamente bajo su tacto, con esponja en mano comenzaba a tallar.
-esto es lo que más me gusta de estos lugares, como un modo de estrechar relaciones ya sabes jaja…- se le llenaba la cabeza de recuerdos, y se perdía en ellos por un momento, luego detenía sus manos sobre el omoplato derecho, y sus dedos alcanzaban a tocar la suave piel bajo ellos, pero en ese momento, Dino solo podía pensar en el peso de responsabilidad que debían cargar esos hombros, cuando aun eran tan jóvenes, tal como él, solo que Kyoya era tan fuerte comparado con el enclenque que él solía ser. Y Kyoya era tan libre, a pesar de todo.

 

   Ese idiota...lo veía como un niño, como un hermano pequeño, el no era Sawada para que lo viera así... Se alejaba de él en medio del baño que le daba, frustrado. Tomaba la fuente que debía usar para lanzarse agua y enjuagarse, pero se la vaciaba encima al otro, y luego lo ignoraba para lavarse el cabello.

   El, a diferencia del mayor, estaba completamente desnudo y pues, le estaba acomplejando un poco la falta evidente de musculatura al lado de él.

-tch...maldito herbívoro...

 

que cruel, Kyoya!- se tallaba los ojos al sentir el chorro de agua caerle en la cara, no entendía su forma de actuar, primero le respondía que si y ahora parecía reprenderle por eso, y ahora le ignoraba mientras se lavaba el cabello, se paraba nuevamente a su lado para seguirle en el acto, apresurándose a acabar, y ganándole, no iba a permitir que la hostilidad del menor arruinara el momento, finalmente dejaba la toalla de lado y se sumergía en el agua caliente, lentamente, era adormecedor, reconfortante, ojala que Kyoya terminara por atesorar este lugar tanto como él, ojala lograran entenderse más, le había tomado mucho aprecio al moreno aunque costara trabajo permanecer a su lado, lo veía como un hermano pequeño al igual que Tsuna, pero por algún extraño motivo, pensar en él un poco más a fondo era como clavarse una espina negra en la piel, y luego, simplemente no se lo planteaba de nuevo.
-que bien se está...- recargaba sus brazos sobre las piedras de la formación natural y cerraba los ojos.

 

   Ese tipo lo hacía comportarse tan infantilmente, lo peor es que siempre lo procesaba luego de hacerlo. No tenía prisa en lo que hacía, en cambio el otro parecía correr e iba a meterse a las aguas. Dando un vistazo hacia atrás viéndolo apoyado en la orilla relajado por demás, también notaba su toalla tirada por el camino. Volvía la vista al frente y suspiraba, le daba tanta curiosidad... ¿Qué se supone que debía hacer para acercarse a él? No sabía cómo aproximarse a la gente, solo como alejarla... De improvisto se sentía un poco desanimado

 

-oi, Kyoya ¿te vas a quedar allí todo el día?...- volteaba a verle sonriente, lavándose el cabello aun, era bastante cuidadoso con esas cosas al parecer, y el mismo no era tan cuidadoso… le miraba fijamente, y de repente un imperceptible sonrojo, se mordía la mejilla internamente, y dejaba de verlo ¿pero en que estaba pensando?. Su cabello rubio se desparramaba a sus anchas por el agua, tal vez debería sujetarlo.

 

   Se enjuagaba el cabello y el cuerpo, y se dirigía a las aguas. El otro estaba hundido, solo su cabello resaltaba.

-átate el cabello, ¿acaso no conoces las reglas?- ya metido en el agua caliente, sentía sus músculos destensares y dejaba de pensar en el poco sentido común del rubio. Después de un rato de estar entre la tranquilidad y la somnolencia se decidió a hablar.

-Cavallone...- y se acercaba a él con gesto genuinamente interesado -¿qué se supone que se hace cuando alguien te gusta?...tu ya estas mayor, deberías saber...

 

-si lo sé, tal vez debería hacerlo…- se pasaba los mechones de cabello en la frente para atrás, que torpe, y escuchaba la pregunta de Hibari a la vez que este se le acercaba, era inesperado ver su cara de interés con una cuestión así, nunca lo imagino, que le tuviera esa confianza, pero le hacía feliz, después de todo, la alondra ya estaba en “esa edad”.
-jaja, no soy tan mayor, pero, supongo que… ser insistente, si esa persona no se da cuenta de ti, sin hostigar, claro, y si sospechas que es mutuo, ser un poco atrevido estaría bien, pero hay que ir con cuidado, las mujeres son un poco paranoicas en ese aspecto, les gustan los detalles, a diferencia de con nosotros, que para que entendamos tiene que ser un ataque directo, veras la seducción es…- y callaba ante sus ojos expectantes, era la primera vez en todo el día que Hibari le ponía atención, y por alguna razón le cortaba el aliento.

 

  Escuchaba bastante interesado toda la perorata, pero la parte que más le llego fue "ataque directo", eh?...

-no me gusta una chica...- ¿a eso se refería? El no entendía de delicadeza y tampoco buscaba tenerla. No planeaba confesarse así que eso era lo más directo que se le ocurría.

 

-¿entonces es una mujer mayor?- ladeaba la cabeza, nunca pensó que a Hibari le fuerana a gustar las mujeres mayores, pero se recuerda el mismo sufriendo por alguna –mmm… supongo que a algunas les basta que les alagues, ellas “saben cosas”, pero no te recomiendo ir tras ninguna, a veces acarrea problemas…- de tenerlo cerca, sin darse cuenta retrocedía, y su dedo meñique trataba de clavarse en la piedra.
-¿no tienes hambre?…

 

   Lo miraba con su peor cara de "eres idiota", estaba evadiendo la realidad o solo era imbécil. Y cambiaba el tema, bien...

-¡vete al demonio! Gracias por nada...- volvía alejarse, profundamente ofendido, se había esforzado por pedirle ayuda y le respondía así -y no, no me gusta una mujer mayor...simplemente, no me gustan las mujeres.

 

-oh…- tragaba saliva al ver que la había cagado en grande, el chico al parecer estaba en una crisis de identidad, pero ¿Quién podría entrar en el gusto de Hibari?, se quedo pensando en los demás chicos, tal vez le gustaba Reborn, no sería extraño considerando toda la admiración que parecía profesarle.
-eso está bien, es perfectamente normal- agregaba con algo de tacto tratando de recobrar su confianza en un segundo -¿entonces quien te gusta?, digo, así sería más fácil ayudarte…- y se negaba a confirmar que en el fondo, muy en el fondo no quería saberlo, era una estupidez sentir eso.

-un idiota...- respondía bajito y con desconfianza, sin mirarlo... Debía pensar rápido, en alguna persona que cumpliera con esa descripción y que no fuera humillante de decir. No le diría que era él, por lo pronto no. -...- y no se venía nadie a su mente. Un idiota...un idiota, tan sonriente como Dino...-Yamamoto...- eh? ¿Lo había pensado o lo había dicho?

 -ah… es un buen chico- sonreía destensándose al mismo tiempo que sentía como que u aire frio le golpeaba la nuca, aunque allí no había corrientes.

-pero vas a tener que ser tu quien se lo diga, no es del tipo más brillante jaja… pero es un buen chico- bajaba la mirada en una sonrisa de repente melancólica, para luego mirarlo -entonces, ¿vamos a comer?- le decía mostrándole todos sus dientes, y salía primero del agua, dejando a la alondra completamente solo por un momento.

Notas finales:

mika: este fic hecho del constante rol con sadu es largiiiiisimo, lo dividiremos en muchos capitulos, asi hay mas emocion xD mas tarde subo el segundo, dejen sus reviews nos hace muy feliz :D

saludos a todas


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