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Malevole por JiGoKu nO HaNa

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Notas del fanfic:

Se nos hizo una obsecion esto de rolear, y publicarlos como fic, es que es divertido :D espero disfruten esta perversidad.

Mukuro fue hecho por sadaharu y Hibari por mi

Notas del capitulo:

La idea es tipica, la trama es pervertida xD

negrita para Mukuro, negrita cursiva para Hibari

A LEER!!

KHR pertenece a Akira Amano (hace rato no decia eso D:)

 

-oh, tu rostro está diciendo “¿cómo supo sobre mi debilidad frente a las sakuras?”- le tiraba del cabello con saña para después dejarle caer de nuevo -¿me pregunto por qué? Hm…- recibía una fiera mirada.

-¿estás pensando que si no hubiera sakuras estarías bien?- se ponía de pie -si es así, estas muy equivocado, he visto a muchos con tu mismo nivel de habilidad y todas las veces los he enterrado… en un lugar muy parecido al infierno…- sonreía superior frente al chico en el piso.

-vamos, continuemos…- le soltaba una patada en la cara, por el simple gusto de ser un sádico… se regocijaba de amoratar la piel pálida, pero a esa mirada orgullosa, sinceramente creía le hacía falta algo para quebrarse por completo, y él sabía perfectamente que…

   Ese adverso escenario era más que inimaginable para él, que poco sabia de derrotas hasta ese día. Se retorcía en el suelo entre el dolor y la humillación, traspasaba los heterocromaticos ojos ajenos con la mayor ira que ha llegado a sentir en su vida. Miserablemente derrotado por un patético tipo que necesita de trampas, era pateado una y otra vez hasta el cansancio, suerte que sus huesos fueran fuertes sino estaría hecho polvo.

   Mirando desde abajo aquel espectro que proclama superioridad le avisa sin palabras que haga lo que haga, jamás obtendrá sumisión de su parte...pobre ingenuo...

 

-oh, qué lindo, estas enfadado…- sonreía de lado y caminaba hasta donde lo había aventado para jalarle de la solapa de la maltrecha camisa escolar y le arrastraba hasta tirarle nuevamente frente a su sillón, se sentaba llevándose una mano a la boca analizándole de modo divertido.

-kufufu…hagamos esto, seré bueno y te dejare elegir donde lo quieres ¿mesa o sillón?, o tal vez donde estas ahora… yo no logro decidirlo, y suponiendo que muy probablemente seré el primero quiero que sea especial, tu sabes, entonces, ¿Dónde lo quiere, señor presidente del comité disciplinario?- soltaba con sorna las preguntas que probablemente solo él entendía, pero sería maravilloso si el avecilla le entendiese, sería como una conexión, ¿no?

 

   "¿mesa o sillón?" ¿A que se refería? Fruncía el ceño más aun sintiendo la sangre en la boca, odiaba no tener el control de las cosas y ese despreciable tipo se pone a hablarle de cosas que no alcanza a descifrar. Prefirió mantenerse callado, pero gruñendo desde su garganta sin poder evitarlo.

   A penas se podía mover, las heridas escocían y la maldita visión de las sakuras lo ponía en un estado de mareo y ansiedad, desconocidas ganas de querer escapar.

 

-ah… simplemente eres imposible- se encogía de hombros y nuevamente estaba de pie, ponía sus zapato en una esquina de la cadera ajena y le empujaba para ponerle boca arriba, luego ponía su suela en el pecho que respiraba agitado -luces un poco impaciente, con tu cara expectante y sonrojada… oh, no, es solo sangre, perdón, es muy pronto para que pongas muecas lindas, ya lo capto, de cualquier modo…- ponía peso sobre el pie que aplastaba al otro y se inclinaba hacia él.

-bueno, solo para estar seguros… ¿has tenido algo en el trasero a parte de tus inquietos dedos adolecentes?, ya sabes, la típica pregunta de la primera vez… oh, no me mires así que me harás sonrojar…- sonreía perverso quitando el pie después, para plantarle una nueva patada en las costillas y girarle por completo, luego le enredaba los dedos en el cabello y lo arrastraba hasta chocar el rostro ajeno contra el sillón.

-creo que ya decidí el lugar pequeña alondra…-

 

   Tosía luego de la asfixiante presión en el pecho y la patada, ¿de qué hablaba ese engendro? Con voz rasposa y cargada de odio consultaba:

-¿De qué hablas, maldito enfermo?- el estar débil y a merced de alguien que hacia ese tipo de insinuaciones le estaba dando muy mala espina, su cuerpo estaba preparado para resistir horas y horas de intenso castigo, pero eso estaba yéndose a un límite que el prefecto sinceramente desconocía.

 

-vamos, sé que te gustara…- tomaba la corbata de piso y le ataba las manos a la espalda, luego bajaba hasta estar frente a los ojos que de poder matar ya no estaría en este mundo.

-entonces comencemos con el jugueteo previo kufufu~- recogía una de las tonfas del prefecto y le jalaba el cabello con la otra -vamos, es por tu bien, lubrícala bien…

-vete al demonio- empujaba con su barbilla su propia tonfa que había sido acercada a su boca para luego escupir sobre el rostro ajeno con profundo resentimiento, si quería "juguetear" que se consiguiera otro, el no estaba para divertirlo.

-ah, tenias que hacerlo…- se limpiaba la saliva con el guante negro, suspiraba, y le dejaba un soberano golpe en la quijada al otro y metía en el aturdimiento el metal por la fuerza atragantándolo, entonces la sacaba entre saliva y sangre.

-solo por eso tendré que darte una reprimenda especial…- con su tridente cortaba el cinturón a la par de una orilla del pantalón y ropa interior dejando una ligera cortada en la cadera y bajaba la ropa con un rápido movimiento, entonces pasaba la tonfa empapada y empezaba a presionar el lugar, primero moviéndola en círculos, y luego empezando a empujarla sin dejar de mirar su cara -¿se supone que si la dilato primero debería no doler verdad?...-

 

   Estaba aturdido y adolorido, con la vista nublada, aun así no se arrepentía. Sentía el frio filo de algo rasgarle la piel, la pequeña herida se sentía casi refrescante ante las heridas punzantes de otros lugares.

   Recobrándose poco a poco del aturdimiento estrechaba las piernas sintiendo algo frio e incomodo tratando de hurgar en el -¿qué...?- ¿qué hacia? Enfocando su vista solo daba con la engreída mirada ajena y le daban ganas de escupirlo otra vez.

 

   Le giraba un poco logrando la intromisión, y continuaba meneándola.

-ahora debes sentirte realmente bien, pero sabes, yo también quiero sentirme bien kufufu~- extendía su mano donde de la nada aparecía un objeto bien parecido a una pera metálica, alargada y fina, se la ponía frente a la cara.

-¿sabes qué es esto?...- la miraba y el rostro golpeado también -se llama pera de tortura, y hace algunos años era popular con los amantes pasionales…- jalaba el manguillo haciendo que se abriera cual flor, con cuatro pétalos de hierro -es interesante ¿no?- le pasaba la lengua recorriéndola y asegurándose de que el prefecto la viera bien y comprendiera, luego retiraba la tonfa que le mancillaba, y en su lugar ponía el “juguete” escuchándolo quejarse. Luego se sentaba en el sillón tomándole del cabello y se abría el pantalón.

-ahora tu me mimaras a mi… y si me muerdes o intentas algo… bueno, tu sabes… ¿Qué estas esperando?

-ahg...- apretaba con fuerza los dientes, eso dolía mucho, ¿qué era lo que pretendía haciendo aquello? Era...asqueroso... Y luego esa cosa extraña era puesto en el entre sus quejidos y gruñidos, el desconocido miedo se apoderaba de él. Era puesto de frente ante el semidespierto miembro ajeno, el solo abría grande los ojos llenándose de asco, sellando sus labios con fuerza.

-no creas que poniendo esa cara lograras convencerme…- le tomaba más fuerte del cabello hasta hacer que su miembro chocara contra la boca inútilmente cerrada -¿crees realmente que no lo haré?...-

   Sus piernas temblaban inevitablemente recordando aquel espantoso artefacto puesto en su interior, era casi una bomba de tiempo. Su respiración se agitaba, su odio aumentaba y el temor se acrecentaba con las imágenes que le venían a la cabeza, ya de solo tener algo dentro dolía, imaginar el ser desgarrado desde el interior...jamás tuvo temor al dolor, ahora lo conocía, ese tipo se veía capaz de cualquier cosa.

   Apretando los ojos con fuerza se decidió a dar una tímida asqueada y luego seguir, dejando su boca a la merced del ilusionista.

 

-no te ves nada ansioso de aprender… quiero que lo tragues todo…- le decía al oído congratulándose por ser la primera vez que veía el miedo en la cara del japonés -no seas tan tímido, esto se quedara entre tú y yo…- le acariciaba la barbilla y la acercaba mas a sí mismo.

-si te portas bien te consentiré un rato…- sonreía un poco torcido, el miedo, era la mejor forma de controlar a la gente, verles doblegados, era lo que le acrecentaba, y este pequeño orgulloso en verdad… no se detendría hasta que su dignidad quedara en tantos pedazos que no pudiera reconocer ninguno, la tarde comenzaba, la noche en su estado mas puberto, tanto por hacer aun…

 

   Lo mejor era terminar con todo eso lo más pronto posible, tragando saliva con dificultad fruncía el ceño y abría grande su boca tratando de introducir aquella extensión dentro. Con dificultad acomodaba como podía su quijada, tragando el miembro de gran tamaño, la saliva escurría al no poder tragarla y su respiración se desacompasaba. Eso era humillante, sentía que podía morir de rabia y de ganas de arrancarle de un mordisco lo que le obligaba a tragar.

 

   Acariciaba su melena negra alborotada y manchada de sangre, luego le enterraba los dedos y le empezaba a marcar un ritmo que debía seguir en la felación y movía un poco su cadera envistiendo la lacerada boca que temblaba en ganas de morderle, pero era imposible, ni este pequeño carnívoro sería tan estúpido, disfrutaba de la rabia, frustración, humillación y miedo en su rostro, su combinación favorita, le aumentaba el ritmo a la fuerza…

 

   Mantenía su ceño fruncido con odio mientras el otro lo embestía, casi le daban arcadas de tan profundo que llegaba el otro, su quijada dolía y temía por sus comisuras, aun así con toda aquella humillación y el temor que podía llegar a sentir, la rabia mantenía vivo su orgullo imaginando como le haría pagar por cada cosa que le hiciera. Le costaba respirar y sus ojos lagrimeaban sin poder evitarlo, su saliva escurría sin control pero el otro no prestaba atención, incluso parecía disfrutarlo más...

 

-Bien, creo que así está bien…- terminaba entre los labios agitándose un poco y luego los sellaba con la mano indicando que tenía que tragarlo, apartaba la boca de sí y tronaba los dedos al aire, haciendo que el aparato en el trasero del guardián desapareciera ipso facto, entonces se echaba a reír.

-¿la mente humana es impresionante, cierto?... realmente pudiste llegar a sentir el metal dentro tuyo- le apretaba las mejillas, retirando la corbata que le ataba las manos a la espalda, luego lo tiraba al piso nuevamente dejándolo boca arriba.

-veamos qué más puede hacer esa débil mentecilla tuya…- y le empezaban a amarrar gruesas raíces que se escabullían por todo el cuerpo…

   Teniendo la mano ajena impidiéndole escupir, tuvo que contener la respiración y tragar el semen ajeno con mucho asco. A penas su boca fue liberada tosió acompasando su respiración. A la risa burlesca del otro se sumaba el hecho de que la nombrada "pera" desapareció sin rastro, sus ojos delataban su estupefacción, ¿había sido un engaño? ¿Qué clase de truco era ese? No tuvo mucho tiempo para analizar lo sucedido cuando ya estaba de espaldas al piso, siendo apretado por raíces que nacían del suelo sin explicación, ¿era una pesadilla acaso? ¿Visiones? ¿Ilusiones? Jamás había visto nada así. Las raíces lo dejaban bien pegado al suelo, sin movilidad en sus manos pero también apretaban zonas bastante incomodas de su cuerpo, parece que aquel perverso juego tenia para mucho tiempo...

-¿sabes que a algunas personas les excita esto?...- se paraba frente a él con su tridente en mano -es uno de mis fetiches favoritos… ¿a ti que te gustan más?, ¿ventosas?, ¿raíces?, ¿tentáculos babosos…?- se relamía los labios y se peinaba el cabello hacia atrás.

-esto te va a encantar…- convertía las raíces en tentáculos con ventosas resbaladizos que le elevaban del suelo y que no tardaban en quitarle la camisa y se enredaban en la entrepierna del menor y en sus pezones, entraban en su boca, se colaban en todos lados, incluso en su trasero con la intensión de excitarlo.

 

-¿qué puede tener esto de excitante? Solo un enfermo como tú lo disfruta...- antes de darse cuenta las raíces eran pegajosos tentáculos que le rompían la ropa y lo tocaban por todos lados.

   Las ventosas succionaban secciones de su piel mancillándola mas, Hibari no lograba entender que era aquello solo veía con ira la sonrisa lasciva del peli azul. El extraño liquido que secretaban los tentáculos le cubría de a poco el cuerpo, podía sentir como envolvían su pene apretándolo y estimulándolo a la vez haciéndolo gemir mínimamente entre dientes, las ventosas se ajustaban a sus pezones así como varios se metían a su boca jugando con su lengua como si fueran otra, mezclando sus extraños fluidos con la saliva haciendo ruidos viscosos.

   Una extensión de tamaño mediano se inmiscuía en su entrada y al estar empapado entraba con facilidad haciéndole sentir algo más aparte de incomodidad. Eso le estaba subiendo la temperatura sin que se diera cuenta, el agarre en sus muñecas, tobillos y por entremedio de sus muslos se ponía mas tirante y un quejido se escapaba de su profanada boca.

 

   Se pasaba un dedo por el labio inferior y luego lo apretaba entre sus dientes, si bien el era un pervertido, el inmaculado <<antes de ese día>> prefecto era un humano, y como tal poseía puntos tan sensibles como cualquiera.

-pensé que yo era el pervertido kufufu… mira como estas…- se acercaba a él quitándose los guantes negros y llevaba la yema índice a chocar contra la punta del pene erecto que comenzaba a secretar sustancias espesas que se mesclaban con la “baba” de su mascota imaginaria…-que lascivo eres Hibari-chan, que bien que te van estos jueguitos…- se mordía el labio y sonreía felinamente.

   Cerraba los ojos con fuerza al escuchar las palabras maliciosas del otro, pero no podía evitar sentirse excitado con tanto estimulo simultaneo.

   El toque en el hinchado glande lo hizo estremecer, los tentáculos seguían su incansable trabajo por su cuerpo. Uno de ellos recorría su columna presionando hacia abajo causándole un escalofrió, llegando hasta el trasero donde llenaba de liquido una de sus nalgas para luego hacerse espacio en su ano entrando a acompañar al anterior, los dos entraban y salían empapando sus paredes, dilatándolo con facilidad.

   Sus pezones eran presionados con fuerza constante, ningún tentáculo le daba pausa a sus actividades. El que mantenía unido sus tobillos se aflojaba para separar sus piernas desde las rodillas dejándolo totalmente a la mirada perversa del otro.

   El rostro de Hibari se sonrojaba y los gemidos huían de él sin consentimiento, luchaba por mantener juntas las piernas y no sentirse tan expuesto, su boca seguía ocupada y la saliva caía por su barbilla mezclándose con los fluidos que cubrían su cuerpo.

 

   La imagen era ridículamente incitante, y le alcanzaba para despertarse de nuevo.

-pero mira… si estas gimiendo cómo una señorita, alguien tan “orgulloso” como tu kufufu- se acercaba mas haciendo que los tentáculos le aprisionaran las manos en la espalda y le bajaran hasta que las pelvis se encontraran a la misma altura agarraba sus caderas perfilando su pene entre los glúteos del japonés rodando donde los tentáculos abandonaban, se acercaba nuevamente a su rostro jalándole del cabello y decía.

-pero sé que te va a gustar más esto…-

   Se sentía terriblemente humillado al no poder evitar esa situación, y su odio sigue en aumento. El agarre de los tentáculos cambiaba y era prácticamente entregado en bandeja al otro. Podía sentir el toque para nada pudorosa de la intimidad, ya recuperada, ajena en su trasero y las palabras. Entendía a la perfección que iba a pasar y ardía en frustración, para él no quedaba más que decir:

-te odio, maldito tramposo...te morderé hasta la muerte- "lo juro" y es que era la única manera de aferrarse a su cordura.

 

-suena bastante poco creíble la palabra “morder” viniendo de una boca sin colmillos… tan desdentada y que hace tan buenas felaciones, eres casi un artista…- y le devoraba los mismos labios que le amenazaban en un modo fiero y dominante, el primer beso de la noche, digamos que se había saltado un par de pasos, pequeño detalle sin importancia.

   Le penetraba de una sola estocada, el lugar era bastante húmedo y cálido, que no pudo evitar querer iniciar el vaivén de inmediato, al ritmo de un simple vals y luego aplicando más velocidad.

 

   Mordía la lengua ajena queriendo arrancarla de esa boca que se daba el lujo de besarlo, no pudo concretar el corte al tener que exhalar un doloroso quejido ante la penetración. Aquello era más grande de lo que habían sido los juguetitos que le había puesto antes e incluso que los tentáculos. Aun así el otro no tenia compasión de él, embistiendo con fuerza desde el principio a lo que el prefecto no podía mas que apretar los dientes, desviar la mirada e insultar al otro en cada quejido.

 

-eres una fierecilla malvada… - pasaba la propia lengua a rosar su paladar y sentir la herida en la lengua, entonces se afianzaba bien de las caderas y desaparecía su mascota imaginaria, dejándolos solos frente a una fría y maltrecha pared donde estampaba la espalda de la nube pasa seguir envistiéndole con fuerza, pasaba su lengua a restregarse contra el oído ajeno y le mordía el lóbulo.

-tan violento, y aun así estas tan excitado como un gato en celo…- apuntaba mirando a la erección del otro y sintiendo un estremecimiento en el cuerpo ajeno cuando golpeaba la próstata.

   De nuevo la cosa aquella desaparecía como apareció, de la nada. Era frotado una y otra vez contra la fría pared, sus brazos atados a su espalda y sus omoplatos.

-¡cállate!- ¿no era suficiente con lo que le estaba haciendo que debía trasmitir como una radio? Es verdad que su cuerpo seguía acalorado, y se odiaba por ello. Cuando el tipo en su constante vaivén dio con algo dentro de él su cuerpo entero tembló y se mordió los labios para no emitir ningún sonido. En contra de todo lo racional, aquel punto tocado había causado sensaciones deliciosas. Esa era su peor pesadilla...

 

   Golpeaba repetidamente ese punto en el interior de la nube, sus dedos se clavaban en las amoratadas caderas y succionaba su cuello dándole algunas crueles y nuevas mordidas.

-suenas como si estuvieras a punto de venirte… que sucio, estar tan excitado cuando están violándote…- bajaba a besar un pezón rosa haciendo círculos con la lengua.

   Cada penetración ajena daba en aquel punto haciéndole sentir un placer jamás experimentado, sus ojos se aguaban de la frustración y la mordida en su propio labio se hacía sangre al ritmo de las embestidas.

   Trataba de pensar en otra cosa mientras apretaba los ojos, pero el otro no dejaba de hablar, evidenciándolo patéticamente. Su entrepierna se sentía más y mas hinchada cada vez, estaba a punto de correrse mientras abusaban de él, ¿podría haber peor escenario?

 

   Sonreía de lado cuando las paredes internas empezaban a hincharse, entonces, lo que hacía, era tomar el excitado miembro apretarle de un modo que le impidiera correrse.

-muy mal pequeña alondra, no creas que te será tan fácil…- aumentaba el ritmo de las embestidas aun mas, el tampoco tardaría en correrse, pero esto era inevitable, simplemente tenía que pasar.

   Su miembro era cruelmente apretado y a él se le escapaba un quejido entre dolor y excitación. Su pene empezaba a doler sin poder liberarse, a lo que el otro seguía entrando y saliendo de él mostrándose descaradamente complacido sin tardar mucho en terminar dentro, llenándolo de su esencia haciendo que el japonés se sintiera realmente asqueado al notarlo.

   Podía concluir con eso, que siempre se puede estar peor.

 

   Había terminado sin poder controlar su eyaculación, al parecer ese cuerpo mallugado el gustaba mucho al propio -¿se siente bien?, ¿quieres correrte también?- continuaba el masaje sin dejarle terminar y notaba a todo el otro cuerpo temblar y arder de dolor y excitación. Salía de él dejándolo resbalar por la pared hasta sentarlo en el piso y continuaba masturbándole el hinchado miembro.

-pídelo como es debido entonces…-

   Era un asco. Él y toda esa situación indecorosa, su hombría clamaba por ser liberada y el otro no hacía más que juguetear con su dolorosa y excitada extensión. ¿Quería que le suplicase o algo así? Prefería quedar estéril.

-púdrete...- respiraba hondo con el ceño fruncido y cerraba los ojos.

   Dejaría que se bajara sola aquella erección, costaría y dolería pero todo era mejor que hacer lo que decía ese tipo.

 

-kufufu, parece que quieres seguir jugando, por mi está bien, tengo todo el tiempo del mundo para educarte…- en su mano libre aparecía un juguete de forma fálica, que sin dudar introducía nuevamente en la cavidad ultrajada, entonces movía la base activándolo y haciendo que empezara a vibrar, un nuevo masaje directo a la próstata.

-uno que quiere ser bueno contigo… no tienes remedio…

   No alcanzaba a procesar la aparición del nuevo juguete cuando este ya estaba vibrando dentro de él, rebeldes gemidos se filtraban mientras intentaba cerrar su garganta. Seguía impedido de venirse y ese nuevo estimulo a su próstata lo estaba poniendo al límite nuevamente.

   Era tan excitante y dolorosa la sensación en su hombría, ¿Desde cuándo era tan débil su cuerpo? Al parecer ni el podía con sus hormonas juveniles. La saliva escurría por una de sus comisuras mientras oprimía el aparato en su interior en un amague entre querer quitarlo y sentirlo con más precisión.

   Su cabeza era un lio, lo único que tenía claro era que mataría a ese ilusionista a penas tuviera oportunidad.

 

   Con una sonrisa plena en el rostro seguía con los estímulos, llamándole la atención el rastro de baba se arrimó a lamerlo, para luego pasar por el cuello y continuar con un pezón, aumentando el nivel de vibración al máximo -¿algo que decir?...

 

Se mordía la lengua para no decir nada, pero la vibración constante lo ponía tan mal. El dolor aumentaba junto con los deseos de liberarse pero la humillación de tener que rogar era tanta.

   Pasó minutos largos luchando consigo mismo hasta que ya no soporto más.

-ah...déjame correrme...- la palabra que más costaba la dejaba para el final, odiándose profundamente -...por favor...ngh...

 

-hai…- soltaba el miembro dejándole llegar en una tremenda eyaculación, y admiraba su cuerpo relajarse.

-¿ves que no era tan difícil?- le acariciaba el mallugado y agitado rostro, luego regalaba del rostro y lo arrastraba por el lugar cual costal de papas, abría un reducido cuarto, algo así como un pequeño almacén y le arrojaba dentro, apagaba con un control de mano el masturbador en la abusada entrada y luego lo guardaba en su pantalón.

-como podrás ver ese no era falso, lo dejare que te haga compañía, nos vemos mañana, debes estar un poco agotado después de un sexo tan pasional… eres un pervertido avecita, que descanses…- y cerraba la puerta tras de él.

 

   Tirado en el frio suelo de un oscuro e inhóspito cuarto, pesadas lágrimas de furia y asco caían de sus ojos. No podía creer todo lo que había pasado.

   Desde el lugar en que se encontraba oía el trinar de aves cerca, bastante cerca. Todo el lugar hacia ruidos sordos, con eco constante, se oía el romper del viento como las olas.

   Su celular sonaba a la lejanía una y otra vez, y una aguda vocecita iba repitiendo estrofa por estrofa. Sus ojos se fueron cerrando de a poco, quizá cuando los volviera a abrir la pesadilla ya hubiera terminado.

 

 

Notas finales:

agradeceriamos sus cometarios, muchas gracias por leer!!


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