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El alacrán y la rana por JiGoKu nO HaNa

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Notas del fanfic:

eee, no hay excusa u.u vimos a Fon en el manga y nos desangramos...fue inevitable escribir RebornxFon

esperamos disfruten de leerlo como nosotros disfrutamos rolearlo

KHR es de Akira Amano

 

   El día clareaba en aquel hermoso paraje detenido en el tiempo, casi intacto de la mano criminal del hombre. Fon estaba despierto desde antes del nacer del sol, disfrutando de la paz de su ciudad natal, hace tiempo no volvía, desde que había tomado el camino de las artes marciales muchos años atrás. Ahora que ya ostentaba el titulo de maestro y con tantas victorias como derrotas en el cuerpo podía volver, sin preocupaciones a encargarse del templo que sus padres le habían dejado antes de partir al otro mundo. Respiraba hondo mirando el amanecer desde el tejado, richie descansaba en su hombro comiendo una uva... Lastima que esa paz se interrumpiera. Lo podía notar, su instinto e intuición le decían, que la maldad se acercaba al pueblo...

 

  Ese puto gordo se le había escapado con solo un tiro en el culo, y no solo eso si no que a el mismo le había tocado una herida de bala un poco fea en la costilla derecha y en ese mismo hombro, arrugaba la nariz pensando en su contra ataque, había logrado salir de la ciudad a duras penas, eso no se lo esperaba, se iba caminando recargado en una pared y dejaba una línea de sangre por donde iba pasando, encontraba un lugar de apariencia segura, parecía un templo, sabia que no debía dormirse pero le zumbaban los oídos, no tenia ningún aliado por la zona, así que solo le quedaba ocultarse y hacer lo posible, en su cabeza se repetía una frase dicha por el maldito “Le” al parecer todos los chinos se llamaban “Le”, le tenían manía a ese nombre… “quien a hierro mata a hierro muere” él le daría su hierro, hijo de la gran puta… entraba en un aparente almacén del templo y se escondía detrás de unos sacos de víveres, se armaba con una pistola en la mano y detenía por ahora la hemorragia, no podía seguir caminando y aparentemente le había dado fiebre, el disparo se estaba infectando, esto no pintaba ni jodidamente bien.

 

   Cuando caía la noche la gente se escondía en la ciudad, el templo estando a las afueras no recibía ningún visitante nocturno por eso la presencia hostil de alguien en el sector lo tomo por sorpresa. No fue difícil encontrar el escondite del intruso, en el suelo aun había manchas de sangre que la tierra no terminaba de absorber además el olor a sangre y pólvora él lo conocía bien. Seguramente el intruso herido estaba armado también, por ahora enviaría a richie a mirar hasta que el herido ya no pudiera contratacar no iría por el. No es porque no pudiera lidiar con eso, pero prefería ahorrarse el alboroto y ayudarlo lo más pronto posible. También reducirlo, quizá ese era el tipo que andaba causando caos en su pacifica ciudad.

 

   Se tallaba los ojos con la mano izquierda, comenzaba a ver borroso, aparentemente había perdido mas sangre de la que creía, y los torniquetes no ayudaban en nada, si se quedaba ahí moriría, si salía de ahí moriría igualmente… que porquería, tenia que recurrir a un ultimo recurso, sacaba su celular y comenzaba a escribir un mensaje mientras veía doble, la luz afuera desaparecía, era humillante pero tendría que pedirle al idiota de Shamal que fuera a verle, era de las poquísimas personas en las que confiaba, escribía el texto con una dificultad inédita, pero justo antes de lograr enviarlo su mano cedía y caía en la inconciencia… ¿así que ahí terminaba el juego? Maldición…

 

   No tardo en volver el pequeño monito a su lado, entre saltos desesperado, el intruso había caído. Cuando llego al almacén la cantidad de sangre no lo impresiono, si no más bien aquella persona. Antes de llevarlo adentro le quito todas las armas, un camaleón veía curioso lo que hacia desde el sombrero del extraño, cambiando de colores ocultándose. Una vez dentro del templo lo recostó en un futon oscuro y le retiro la camisa. Tenia heridas de bala muy feas, por suerte el ya habiendo visto y tratado heridas similares en el pasado le pudo ayudar. La sangre perdida ya era bastante pero había logrado desinfectar, curar y vendar todo a la perfección, solo restaba que el otro luchara por su vida y ya.

 

   Abría los ojos de golpe y las pupilas se le escondían tras los parpados huyendo del sol, trataba de enfocarlas al entorno, aparentemente estaba en una de esas casas chinas, de verdad que les había agarrado odio, estaba cubierto de sudor pero la fiebre ya no estaba, reacciono de inmediato al identificar una presencia en la parte de afuera del cuarto, buscaba con las manos su arma, pero no estaba, lo mismo que su camisa, identifico los vendajes y su sombrero a un lado, sobre él se encontraba su mascota.

-León…- decía con vos ronca y el camaleón se transformaba en un arma, la cual fijaba sin temblor alguno con la mano izquierda apuntando a la puerta, alguien estaba por entrar.

 

   Entrando a la habitación encontró al hombre consiente y apuntándole con un arma. -Buenos días...- sonreía con calma en todo momento trayendo una bandeja con té y un par de panes -¿te sientes mejor?-

 

   Lo veía de modo penetrante en todo momento vigilando sus movimientos hasta que decidió que podía bajar el arma, no le contesto, parecía como si se lo informara con la mirada, se recostaba analizando la situación, al parecer él era un buen samaritano, tenia mucho que no se topaba con alguien así… todos ellos estaba muertos.

   Debía admitir que le había llamado también la atención desde que entro en su rango de visión, sus rasgos finos, como una muñeca, hubiera sido una mujer muy hermosa, en lugar de eso era un hombre muy estúpido.

 

   El extranjero bajaba un poco la guardia y el aprovechaba de dejar la bandeja en el suelo y sentarse cerca. -¿quieres té?- consultaba mientras servía. Ese tipo se notaba poderoso pero eso no es algo que lo pudiera amedrentar. El camaleón volvía a su forma original y se acercaba hacia el pan lentamente, él le ofrecía un poco y decía relajadamente -te están buscando allá afuera...tienes suerte que los hombres de Le no se atrevan a entrar al templo...-

 

   Le clavo los ojos ónix al escuchar el nombre del puto gordo, así que sabia de ello, entonces probablemente estaría informado de por que le seguían, parecía que León ya le había tomado confianza, miraba la taza de té, había aprendido por las malas a no aceptar comida de extraños, aunque si lo hubiera querido matar ya lo hubiera echo, aun así era la costumbre, asevero mas la mirada como cuestionando que era lo que sabia sobre Le.

 

-Sé que no es alguien a quien quiera en esta ciudad...- tomo de su taza con tranquilidad, cerrando los ojos disfrutando del aroma y el sabor. El tipo aparentemente un poco mayor que el tenia un acento italiano fácil de reconocer, por las armas que portaba y por haber herido al tipo mas peligroso de ese lado del país no era difícil concluir que era un hitman presuntamente de la mafia. No le preguntaría nada, lo que el otro quisiera decir, se lo diría al debido tiempo. Richie venia corriendo hacia él contento, pero al sentir la hostil mirada del asesino se escondió dentro de su ropa con temor.

 

 

   Finalmente se sentaba a un lado del joven, por su actitud podía concluir que no tenia nada que ver con el gordo, se tentaba las heridas, al parecer bien atendidas, tomaba el pan y la bebida, llevaba dos días sin comer en la cuenta, eso no estaba bien tampoco, se aprovecharía un poco de la ingenuidad del asiático.

-chico, si andas así por la vida vas a terminar con una bala taladrándote la sien…- con vos ronca, le costaba aun el idioma.

 

   Sonreía con gracia ante las palabras -ja...no luces como una persona que se preocupe por los demás...- esas palabras sonaban muy amables por parte de un asesino con una mirada tan fría, el no tenia miedo a ser amable, era parte de su naturaleza -gracias por la advertencia.

 

-no lo hago, señor rana…- hacia la mueca de una sonrisa un poco torcida, dejaba la tasa y se tiraba a un lado, ahora era el alacrán viajando en la espalda de la rana, aprovecharía su lomo y dormiría un rato, la vista también era agradable, se convencía mas de la belleza del otro cuando mas le miraban, le daban ganas de alcanzarle con la mano. Pero aun no.

 

   La comparación le hacia gracia, ¿así que era la ingenua rana confiando en la palabra del alacrán? No le importaba mayormente lo que el otro pensara de él, ayudándolo estaba bien aunque prefería mantenerse lejos de una herida mortal. -puedes quedarte aquí el tiempo que necesites...- se ponía de pie llevándose la bandeja, estaba solo en el templo la mayoría del tiempo, un poco de compañía no le haría mal. Ese hombre tenia un algo que lo atraía, ¿”curiosidad” se llamaba? O quizá... Iría a encargarse de las cosas del lugar para despejar su mente.

 

   Se cumplía el tercer día desde que le habían refugiado en ese lugar, su fuerza se había recuperado lo mismo que sus heridas <<en parte gracias a su propia velocidad de sanación y las extrañas medicinas del chinese-boy>>, estaba listo para marchar esa noche, los días anteriores “Fon”, como le había dicho que se llamaba le había ido a visitar y le contaba cosas como si creyera que realmente le importaban, o tal vez solo necesitaba hablar, parecía una buena persona, lastima.

   Esa tarde no era la excepción, y se encontraba sentado a un lado de él, aun no le regresaba su móvil ni sus armas, pero había prometido hacerlo cuando estuvieran fuera del tempo, que estupidez esconderle las demás cosas cuando tenia a León con él…

Estaban en silencio lado a lado viendo el atardecer.

 

   Los días habían pasado de prisa junto a aquel hombre, él cual aun no le confiaba su nombre, pero como el aludido lo había llamado una vez rana él le decía alacrán. El hombre aunque siempre hostil en el exterior, siempre recibía sus alimentos, lo escuchaba -o al menos fingía- y Richie ya corría encima de él con confianza. Ya estaba atardeciendo y en la noche el italiano partiría, solo estaba sentado a su lado comiendo una mandarina compartida con su mascota viendo las horas pasar. En el poco tiempo que había pasado, había apreciado su compañía.

 -¿Iras a terminar tu trabajo?...- según la información que había recolectado, Le había quedado malherido pero aun con vida.

Sonreía resoplando por la nariz.

-eso es evidente…- le miraba con ropas ligeras, típicas del verano, que bien le sentaban, era un echo que ese tipo le atraía, tenia una especie de raro misticismo rodeándole, como una fina pieza de joyería minimalista.

-me marcho, chinese boy…- suspiraba llevando su mano izquierda a tocar la mejilla de porcelana, le miraba divertido y sonreía ladinamente, a él no le servían las dudas, los titubeos o arrepentimientos, sabia lo que hacia y lo que quería, en todo y siempre

 

 

   El inesperado toque en su mejilla le produjo escalofríos que no pudo disimular. La mirada profunda y sin sentimientos del mayor siempre producía una extraña sensación en su cuerpo, lejos de darle miedo o amedrentarlo, le gustaba. Sonrió con apenas las comisuras de sus labios, las despedidas nunca eran buenas para nadie, a pesar de no saber nada de el a excepción de que era un asesino, le tenia un aprecio especial, raro para él.

 

   Con la seguridad que le brindaba su compuesto cuerpo y el escalofrió que sintió en el otro cuerpo con la punta de sus dedos, se había acercado como en cámara lenta a probar las comisuras sonrientes del señor rana y dominando el “beso” le tumbaba de espaldas y continuaba con el acto caníbal mientras le paseaba las manos por el cuerpo vestido, se relamía mentalmente, estaba muy estresado últimamente y esto era lo que mejor le caía para recuperar su fortaleza, el alacrán se decidía a pinchar.

 

   Eso era algo que nunca antes le había tocado enfrentar, desde pequeño solo se dedico a las artes marciales y a vivir con calma y mesura, no sabia como reaccionar a aquello, no podía atacarlo porque el otro no lo estaba dañando pero...

 -¿por qué haces esto?...- se despego de la boca ajena sin quitárselo de encima para despejar su sincera duda.

 

-por que quiero y puedo…- le decía al oído para pasarle su lengua después y besar el lóbulo del oído, había realmente muy pocas cosas que Reborn necesitaba para vivir plenamente, y esta, era una que no podía faltar, el ansia de sexo la traía grabada en la piel caliente, era un hombre después de todo, uno muy galante y muy torcido, le clavaba casi con dulzura los dedos en la cadera, le divertía la situación actual.

 

   El aliento caliente chocando contra su oído sumado a la grave voz del italiano hacían que su respiración se alterase, era algo nuevo para él el no tener el control total de su cuerpo pero, se descubrió pensando que no le importaba tanto como debería.

-si las todas las personas consideraran usar esas razones, el mundo seria un caos...- ese hombre parecía ser arbitrario hasta en lo mas mínimo.

 

-o menos hipócrita…- prefería evitarse la charla y pasar a la acción, así que para asegurarse de callarle bajaba una de sus manos a tocar su entrepierna por encima de la ropa mientras la otra la usaba de sopor, bajaba en una cascada de besos y succiones por los bordes de su cuello hasta chocar contra las afiladas clavículas, entonces le dejaba una mordida <<sin llegar a ser cruel realmente>> que dejaría una marca en el liso y limpio cuerpo, su palma apretaba la intimidad que empezaba a abultarse y sonreía de lado.

 

-ahm...- su cuerpo reaccionaba prontamente al estimulo de la infame mano ajena, y el bien pudiendo evitar todo eso, se dejaba. Se entregaba a aquella experiencia que su cuerpo silenciosamente exigía tener junto a un hombre que a penas conocía y que además era un asesino. Los quejidos empezaban a fluir con naturalidad de su garganta mientras Richie pululaba cerca curioso por esa escena desconocida.

 

   Vencía a la prenda roja que portaba el chino, la abría para que se le fuese revelado su níveo y perfecto cuerpo, se mordía el labio inferior para después pegar el par en las costillas del otro y luego hacer un recorrido con la lengua para llegar a uno de los pezones que entre sus dientes y lengua se endurecía, bajo este sentía un corazón agitado y una respiración irregular, ahora su otra mano también se colaba bajo el pantalón y acariciaba la carne con la carne en una lenta masturbación, un par de eróticos gemidos salían seguidos por mas, hubiera esperado algo diferente en un principio, pero ahora todo indicaba que el chico quería ser tocado por él.

-que lascivo eres, chinese-boy- le decía como en un ronroneo, le estaba gustando mucho ese chico.

 

-ah...no lo soy...- en otro momento no habría respondido nada a un comentario como ese, pero en la situación actual su natural calma se veía mermada con todo aquello que el otro le hacia y le subía la temperatura. Su propio miembro estaba siendo masajeado deshinibidamente por las calientes manos ajenas y su cuerpo era recorrido por su boca y dientes ansiosos. Con curiosidad más propia de un adolescente, con su mano bajo a tocar la ya abultada entrepierna ajena, solo por saberse no el único en ese estado.

 

Agarraba la mano curiosa con la propia y la pegaba con fuerza a su propia excitación.

-esta así por ti…- se lo decía mirándole a los ojos un momento, luego bajaba a lamer su estomago, a hundir su lengua en un pequeño ombligo que temblaba con su saliva cubriéndole, jugaba un rato con el mientras con las manos libres se desasía del pantalón blanco y abombado, para luego acariciarle las piernas, pasarle su rasposa yema por toda la fina dermis, estaba listo para mancillarle…

 

-ya lo sé- respondía a esa clara declaración con sus mejillas encendidas. Cada cosa que el otro hacia, lo excitaba mas y mas. Ya despojado de sus pantalones, apretaba sus blancas piernas en señal de ansiedad. Sentía su hinchado pene a punto explotar entre los expertos dedos ajenos.

 

   Dejaba marcas como flores tímidamente rojas a lo largo del vientre firme, que de aratos temblaba por el tacto de su grosera lengua alrededor de este, sus manos apretaban la carne abultada en un perfecto trasero, y su sonrisa se portaba soberbia cuando sentía unos delgados dedos enredársele en el cabello, como pidiéndole algo, como esperando algo que no imaginaban pero que estaban necesitando, fue entonces que abrió la boca y dejo que sus labios chocaran el la virilidad contraria y a través del contacto se le comunicaba el estremecer de músculos, el arqueo de columna…

-pero que sensible eres… -

 

   Se dejaba llevar por el instinto, su cuerpo se movía por la inercia del placer. Las manos y la lengua ajena lo hacían estremecer, sus dedos se enredaban en los negros cabellos del otro mientras su rostro se teñía de rojo y sus piernas empezaban a temblar.

 

   Llevaba su mano a abrazar el miembro ajeno al mismo tiempo que se avecinaba con su cuerpo sobre el como el reptil que era, usaba sus rodillas encajadas bajo las blancas piernas como apoyo y con la mano libre tomaba el cabello en a frente de Fon tirando de el suavemente hacia arriba, para clavarle sus ónix en los nobles ojos, besarle y admirar su rostro sonrojado acelerando la masturbación…

-quiero ver la cara que pones cuando termines…- chocaba el propio aliento con los labios hinchados de su salvador.

 

   La intensa estimulación sobre su hombría y las obscenas palabras del asesino lo hicieron correrse con un intenso gemido mientras la mirada ajena lo devoraba. Su respiración desacompasada chocaba con el aliento ajeno.

 

   Estaba en su terreno y a sus anchas, como le gustaba, se relamía de los labios el vaho de la boca ajena y le devoraba, estaba muy animado, y usando como lubricante el semen encaminaba sus dedos a la aparentemente virgen entrada, eso lo excitaba al infinito, él amaba a los vírgenes…

 

   Podía sentir el roce de los dedos húmedos del mayor en su entrada, sus ojos se abrían grandes, eso no era algo dentro de sus expectativas y lo ponía bastante mas nervioso que antes.

 

   Volvía a juguetear con la oreja y cuello del asiático a la par que se aventuraba uno de sus dedos en la apretada cavidad, daba una succión cual sanguijuela en la garganta cuando metía un segundo y los movía lentamente, luego un poco inquieto tratando de ensanchar el lugar, sentía el cuerpo bajo suyo temblar un poco y trataba de calmarlo con ligeros mordiscos, era una reacción normal después de todo, salivaba solo de imaginarlo.

 

   Las crueles falanges ajenas se introducían en el sin compasión, aquella intrusión era incomoda y dolía, nunca antes había sentido algo así. Con sus manos apretaba la tela del traje del mayor y lo dejaba seguir avanzando, no entendía aun por qué.

 

   Probaba suerte con un tercero y al tocar un punto agradable sentía sus dedos tensarse en la tela de su camisa y luego aflojar, cada vez que lo presionaba, luego subía a comunicarle.

-relájate, solo dolerá un poco…- retiraba su mano y elevaba las caderas, ya se había desabrochado el pantalón y estaba al aire, esperando, deseoso de clavarse en la carne, pasaba la cabeza alrededor de la rosada entrada punzante, para finalmente comenzar a clavarse en ella.

 

   Respiraba agitado mientras sus manos se hacían puños y desviaba la mirada, aquella era una situación más que impensada. Verse a si mismo así de entregado a un completo extraño le provocaba una extraña excitación, sentía el tentador toque del miembro ajeno a punto de entrar y tragaba saliva ruidosamente. Eso dolería mucho.

 

   Entraba en un suspiro, suave pero firmemente, encontrándose con algún pequeño obstáculo y la huida de las caderas ajenas que atrapaba en el aire con sus manos y continuaba con la intromisión, besaba el cuello y luego llegaba a posar una mordida apasionada en la barbilla del pasivo.

-tranquilo… chinese boy- su vos era tan similar a un ronroneo.

 

   Apretaba los dientes ante el dolor que lo atravesaba, podía adivinar al otro divertido con sus reacciones mientras le ajustaba los dedos en las caderas sin dejarlo huir. La mordida en su quijada lo ayudaba a desviar la atención pero igualmente la incomodidad seguía. Había sentido dolores peores, no lo negaría pero nunca de manera tan intima.

   Y el otro no dejaba de llamarlo de esa extraña manera con su sensual voz, eso se avistaba mal para su autocontrol.

 

   Besaba su frente lo mismo que hubiera echo con alguna chica primeriza, Reborn era fan del sexo divertido, atrevido y apasionado, así que podríamos decir que se estaba controlando un poco, su benevolencia le llevaba a quedarse quieto un rato para permitirle acostumbrarse, acariciarle una pierna y besar sus hombros, luego comenzaba el vaivén, primero lento y luego cobraba velocidad, todo ligero y calmo hasta toparse con ese punto, y lo sabia por que escuchaba un quejido, entonces era morir o matar, se aceleraba solo un poco mas y se aseguraba de golpearlo repetidamente a la vez que se permitía oler el cuello de Fon, una flor holgada y fresca, lo mismo que una fina joya minimalista y plateada, le encontraba tantos parecidos con tantas cosas bellas, pero al mismo tiempo no podía encasillarle en ninguna, sonreía de nuevo ¿desde cuando tenia pensamientos tan delicados? Parece que la fiebre le había quemado alguna neurona.

 

-ah...- el dolor iba en retirada mucho mas rápido de lo que pensó, parecía ser que se había dejado a los brazos de un experto en ese ámbito. Golpeaba reiteradamente y con plena confianza algún punto en su interior, hasta ahora desconocido para él, haciéndolo emitir sonidos jamás producidos por su inmaculada boca. -...gh...ah!- sentía ganas de llamar a su nombre pero caía en la descarada realidad de que estaba teniendo sexo con un tipo sin identidad para él. Oh, cuan pecaminoso se sintió, y volvió a gemir otra vez...

 

   Agarrando buen ritmo levantaba una de las piernas del flexible cuerpo sobre su hombro, su mano libre bajaba a hacer círculos apretando los pezones rosados, les oprimía con la yema, y su sarcástica lengua recorría la rodilla de la extremidad que se le acercaba, y le besaba también, luego se inclinaba para atrapar en un suave apretar de dientes el pezón libre, entonces su mano abandonaba el otro botón y se dirigía nuevamente a la entrepierna olvidada y erecta de nuevo, para hacerle mimos, para jugar con ella.

 

   El vaivén se tornaba candente y placentero a la par que los juegos con sus delicados pezones lo hacían exhalar jadeos constantes. Ajustaba su pierna libre a la espalda fuerte del italiano afianzándose al ritmo de a poco.

   Enterraba bien las rodillas en el piso y sentía las caderas ajenas comenzar a moverse, incitándole, la cara extasiada del asiático caía como un trébol marciano, nunca se había topado con una asi, con su mano la alcanzaba y le daba un beso devorador, como queriendo arrancarle la mueca de placer extraño, tan ajeno a lo que hubiera visto… se convenció de haber encontrado algo tan bueno…

-chinese boy…- dejaba resbalar la blanca pierna a un lado para afianzarle de la espalda y levantarlo, sintiéndose mas para allá que para acá le sentaba en sus piernas y continuaba levantándolo, que cabalgara, que sensual se veía…

 

   En la nueva posición que el mayor le obligo a adoptar, lo sentía llegar mas profundamente apuntándole con mas potencia al punto sensible en su interior, su boca se abría grande gimiendo con descaro mientras acomodaba sus manos en los hombros del mayor. Cerraba los ojos impulsándose gracias al apoyo, rebotando una y otra vez contra la pelvis del otro. Su cabeza era un caos y su boca se deshacía en jadeos y saliva...

 

    Estaba a punto de llegar, lo podía ver en su cara, y extrañamente él también estaba a punto, cosa de ver esa bella cara, tan serena antes ahora manchada por la perversión extranjera que le recorría por las venas, se movía deliciosamente y él le ayudaba cargándole mientras le mordía las clavículas, cuello y barbilla, se relamía los labios en los segundos libres, sentía las paredes internas del chico cerrarse cada vez mas alrededor de su hombría, y escuchaba su vos ya descarada.

 

   Mientras la hombría ajena lo llenaba hasta el tope insistentemente sentía de nuevo como llegaba al orgasmo sin mucho estimulo manual, enterraba las uñas con fuerza al sentir el placer que se difuminaba por su cuerpo dejando solo un delicioso aturdimiento en todos sus músculos.

 

   Terminaba al sentir la presión en su miembro, se desparramaba frunciendo el entrecejo y le abrazaba fuerte, le pasaba las manos a acariciarle la espalda y lo dejaba descansar un momento así, luego salía de la cavidad mancillada y le acunaba dejándole ir de espaldas, le besaba superficialmente y se sentaba de lado… mataría por un cigarrillo en ese momento, lastima que tuviera que irse tan pronto…

 

   Caía de espalda al suelo, su pecho bajaba y subía rítmicamente, se sentía muy cansado. Ponía su antebrazo frente a sus ojos sin pensar mayormente en lo sucedido para luego respirar hondo y vestirse con calma ante la mirada fría del otro.

 

-eres un pervertido chinese boy…- sonreía de lado, tomaba su saco hurgando por cigarrillos aun cuando sabia que no había nada allí, costumbre que lo ataba aun a la humanidad, luego miraba interesado al otro vestirse, ese era un buen cuerpo.

-¿no se supone que eres una especie de monje o algo?- pero tenia que ser él de cualquier modo, su naturaleza, sino no se sentía cómodo…-buda se va a enojar contigo- se reía sacando aire por la nariz y oprimiendo el estomago.

 

-...podría ser- terminaba de abrochar su ropa para mirar la faz burlesca de el otro. Era un poco incomodo estar sentado así que se acomodaba sobre las rodillas para agarrar a su impaciente mascota y mimarla -si fuera algo similar a un monje jamás habría dejado que nada de eso pasara...- la calma sonrisa volvía a su rostro, después de todo ahí no había sucedido nada malo para sentirse culpable o incomodo. Ambos eran adultos y sabían lo que hacían a pesar de que el otro fue el causante de todo.

 

-oh vamos, puedo jurar que el resultado seria el mismo…- se tiraba sobre su espalda, de verdad, verdad, verdad quería un jodido cigarrillo… sonreía pensando otra cosa.

-aunque seria mucho mas incitante…- por su costumbre de manchar cuanto tocaban sus manos sangrientas, no le molestaba, en cambio, había aprendido a sentirse orgulloso…-aun que esto fue bastante bueno…- miraba al cielo oscurecer y aparecer la primera estrella.

-¿es aquí cuando me convierto en calabaza no?- decía para si mismo, tenia que irse.

 

-ju, tu ego es mas grande de lo que pensé...- lo dejaba parlotear y fantasear mientras se encaramaba en su espalda, el solo daba pequeños gajos de mandarina a Richie riendo de los comentarios del otro. -creí que eras el alacrán...lastima para ti que la rana no es tan ingenua como esperabas...- por la hora, seguro el otro estaba por marchar.

 

-¿con que alacrán he?...- suspiraba divertido, así que él también lo creía -no te emociones chinese boy, aun no estamos ni a un quinto del camino… no te emociones… chinese boy- la repetición de ultimo sonaba mas como un ronroneo, cerraba los ojos y llenaba sus pulmones antes de sentarse en el piso.

-me voy…- no le miraba y se ponía el sombrero, luego de ponerse su saco León ya viajaba en su hombro y caminaba a la salida.

 

-...- el solo sonreía sin mirar al otro, el arma y el celular del italiano los había dejado en el pasillo para que él otro los encontrara fácilmente en su salida. Esperaba no tener que volver a ver al misterioso tipo del sombrero, que aunque le había dado una excusa para acabar con Le, le causaba malestar su permanente aura asesina. Con una risita pensaba que cara pondría el italiano cuando descubriera que ya no tenia presa...

 

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