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14 de Frebrero por LycanZero

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Notas del fanfic:

-"Letras en cursivas son llamadas telefonicas"


Y creo que es lo unico a agregar jejeje, ya que no contiene nada de gritos o algo a lo que se le deba hacer una referencia especifica.

Notas del capitulo:

Bueno espero sea de su agrado y... no se que piensen pero creo que este lemon me salió demasiado meloso XD queria hacerlo romantico pero creo que no salio XP

Ahí ustedes diran jejejeje

Espero les guste.

¡¡¡EL VIDEO ES DE SOL!!! PERO ME DEJO UTILIZARLO PARA PODER MOSTRAR EL AMOR DE ESTA LINDA PAREJA ADEMÁS DE QUE LA CANCIÓN ES HERMOSA.

http://www.youtube.com/watch?v=fv1Wlj_j9ao&feature=plcp&context=C3706f0bUDOEgsToPDskLWvZXMK7c7U_qtT0FZc9QQ

 

 

Un año más, era increíble como pasaba el tiempo, como los momentos efímeros pero hermosos, se convertían en bellos recuerdos que le iluminaban día a día, logrando plasmar en su perfecto rostro una sincera sonrisa. Todo en su vida comenzaba a ser perfecto, después de tanto sufrir y llorar con la soledad como única compañera, ahora se veía rodeado no solo de una nueva y hermosa familia, sino también de amigos que siempre estaban para él, que siempre le animaban y que nuca dejaron que se hundiera completamente en la soledad; pero más importante, lo tenía a él, aquel ángel, que con mano cálida, le saco de un profundo abismo oscuro, uno en el que se había enfrascado después de la inevitable muerte de su familia, al menos parte de ella, teniendo en cuenta de que su hermano se hallaba en coma desde hace dos años, a un año del fallecimiento de sus padres.

 

-¿Zero, estás listo?—una joven, de cabellos castaños, siendo tan largos que le llegaban a mitad de sus glúteos y ojos marrones, su piel, como al de cualquier jovencita de 17 años de edad, era tersa y cálida, de un suave matiz moreno, arropada con un abrigo de tonalidad capuchina llegándole a cubrir hasta la cintura, una falda de color verde aguamarina con límite hasta mitad de las rodillas, calcetas blancas que cubrían la mitad de sus pantorrillas y unos zapatos de un lustroso color café.

 

-¿Cuántas veces te tengo que decir que toque la puerta antes de entrar—dijo un joven de unos aparentes 18 años, sus cabellos platinados son cortos y revueltos, dándole un característico aire rebelde, su piel es pálida, de facciones finas pero no por ello carentes de una sutil masculinidad, en su pálido cuello, del lado izquierdo para ser más precisos, hay un curioso tatuaje, una cruz con cuatro dagas, lleva tres pendientes de plata en la oreja izquierda (arriba) y 2 a su derecha (abajo). Cuerpo esbelto y, a pesar de ser hombre, de caderas estrechas. Pero lo que más atraía del joven eran sus enigmáticos ojos de tono amatista, bellas joyas que no se encuentran muy a menudo, su brillo, según Kaname, tienen un toque de misticismo, lo cual le hace más “misterioso” y al mismo tiempo un imán que atrapa a demasiadas miradas; eso es lo único que no le gusta a su pareja, ya que nunca falta algún idiota que intente conquistarle—Ya estoy listo.

 

-Kaname-niichan se va desmayar—comenta la joven con aire coqueto, provocando un rubor en las mejillas del albino; pero la castaña lo decía por la manera en la que el chico estaba vestido, pantalones cargo de tono azul marino, el cual se ajusta perfectamente a su cadera y piernas, playera negra de mangas cortas, estas de color blanco, en la parte de enfrente está el estampado de un fénix azul, unos tenis Nike blancos con la distinguida palomita de color negro, y en su brazo izquierdo reposa una chamarra de mezclilla del mismo tono azul oscuro.

 

-¡Déjate de estupideces, Yuki!—la mencionada salió corriendo de la habitación ante la inminente ira de su hermano adoptivo. Zero Kiryuu, estudiante de nuevo ingreso en la universidad de Tokio en el área de medicina, fue adoptado a los quince años por el mejor amigo de su padre y su pareja, Yagari Touga y Cross Kaien, quienes, junto con Yuki, le acuñaron en su hogar para formar una familia, aunque Zero la considera una bastante extraña y alocada. La castaña, obviamente, no era hija de aquella singular pareja, sino que ella sufrió el mismo destino que él, por decirlo de alguna manera, es decir, perdió a sus padres cuando tenía cinco años, y desde ese momento fue Kaien quien le crio como a su propia hija, formando una familia después con Yagari, él fue el último miembro integrado. Bueno, su hermano también, pero el lamentablemente aun no despertaba de aquel profundo sueño.

 

-Espero le guste—comento para sí mismo cuando garantizo que estaba completamente solo, se acercó a su cómoda y de uno de sus cajones saco una pequeña caja negra de terciopelo. La apreso un momento contra su pecho mientras volvía a sonrojarse; él no era de muchas expresiones y mucho menos demostraba abiertamente sus sentimientos, sin embargo el momento y la fecha eran especiales para hacer una pequeña excepción. Kaname se lo merecía, puesto que desde el principio le ha tenido una infinidad de paciencia además de demostrarle que le amaba cada que podía.

 

-¡Zero, hora de irnos!—grito su “padre”, saliendo de su habitación rápidamente, mientras ocultaba el regalo en su bolsillo con sumo cuidado.




Son dos ángeles en vuelo celestial

Son dos estrellas que iluminaran, cada lugar por donde pasaran

Es más fácil hallar un amor, que sea capaz

De la Noche iluminar.

 

 

 

Es el día de los enamorados, 14 de febrero, una hermosa época para aquellos que tienen a alguien especial a quien demostrarle su amor, aunque ese día era mucho más especial para Zero que para cualquier otra persona, ¿motivos? Tiene bastantes, el primero de todos es que fue el día en que conoció a su ángel; segundo es el cumpleaños de dicha persona y tercero, fue el día en que le propuso tener una relación formal con él. Es decir, nadie esta tan ligado a esta fecha como ellos dos.

 

Tocando otro tema, su familia, junto con la de Kaname, se reunían cada medio año en una cabaña que está lejos de toda civilización y rodeada de naturaleza; a Zero, en lo particular, le gusta mucho el lugar, ya que siempre había sido un amante a dicho entorno. Hace dos años había comenzado su relación con su amado, y fue desde ese momento en que todo comenzó a tener más sentido para él; aunque el estado de su hermano no le permitía ser completamente feliz, él deseaba que su hermano despertara para poder así tener una felicidad completa.

 

-Hemos llegado—anuncio Yagari Touga, el “padre” y cabeza de la alocada familia; posee un par de profundos y enigmáticos ojos azules, sin embargo, su ojo derecho siempre se encuentra cubierto con un parche de cuero de color marrón oscuro, debido a una antigua cicatriz, que se extiende desde centímetros arriba de su ceja, hasta su pómulo. Es un hombre bastante alto, de tez clara, complexión atlética y musculatura considerable, cabello de color negro azulado, medianamente largo y curveado, vistiendo un traje de color negro con camisa blanca y corbata roja.

 

-Tan hermoso como siempre— Su otro “papá”, Cross Kaien; quien es poseedor de ojos ambarinos, casi de apariencia felina, cabello de tonalidad capuchina y algo largo, normalmente está amarrado en una pequeña cola de caballo, piel nívea y de figura esbelta, sus ojos son protegidos por unos lentes de fina forma que de lejos los hace invisibles. Al igual que su pareja, viste un traje, solo que el de él es del mismo color que sus cabellos y en vez de una corbata roja tiene un moño de color azul cielo. Zero y Yuki salieron de la parte trasera del auto para poder admirar tan hermosa cabaña, aunque más parecía una mansión. De dos pisos y hecha completamente de madera, la forma de sus paredes es como si hubieran puesto tronco por tronco hasta lo más alto, donde el tejado de un café oscuro, le daba el toque perfecto de ser una pieza “antigua” pero al mismo tiempo de un sitio donde uno podía relajarse cómodamente.

 

-Sean bienvenidos—de la gran cabaña surgió una hermosa mujer, de cabellos castaños largos y con sutiles curvaturas, ojos del mismo color, su piel es blanca y posee facciones suaves y tiernas, de cuerpo esbelto pero no por ello imperfecto, al contrario, las curvaturas de su cuerpo estaba más que bien definidas, arropada don una chamarra de piel de tono marrón, su vestido es de un suave tono rosa que llegaba a cubrirle completamente los pies pero eso no le evitaba caminar con soltura y gracilidad.

 

-Juuri, tan hermosa como siempre—dijo Touga haciendo una leve inclinación de cabeza, la señora le respondió con el mismo gesto, todo lo contrario con Kaien, el cual se le arrojo para darle un fuerte abrazo y, lo sorprendente de todo es que, Juuri le respondió con la misma efusividad. Después de dicho abrazo se acercó a Zero para también darle un abrazo, solo que con él era de un sentimiento maternal, ya que al fin y al cabo ya lo consideraba su hijo aunque este se negara; pues no paraba de decir que su destino era casarse con su primogénito, Kuran Kaname.

 

-Veo que esta vez sí llegaron pronto—casi en el umbral de la puerta se apreció un hombre con una sonrisa jovial y al mismo tiempo con expresión tranquila, de cabellos castaños y ojos marrones, piel de un suave tono moreno y de perfectas facciones, de cuerpo atlético pero su musculatura no estaba tan marcada como en el caso de Touga, portaba un traje de un pulcro blanco. Kuran Haruka, la cabeza de la familia.

 

-Gracias por la invitación—dijo Touga con sarcasmo; la familia Kuran es una de las más importantes de todo Japón además de poseer un linaje muy antiguo, toda la familia, a excepción de Kaname, se dedican a las grandes empresas. Yagari también es propietario de tres empresas que compiten con la de los Kuran, así que a pesar de llevarse bien tiene una rivalidad entre ellos, rivalidad que tanto Juuri como Kaien esperan termine cuando sus dos hijos se casen.

 

-Kaname está en su habitación—susurro Juuri al ver como el chico de ojos amatistas buscaba con afán a su pareja. Cuando se vio descubierto por la madre de este solo se sonrojo, agradeció con una inclinación de cabeza y, con pasos sigilosos, se desapareció de la sala. Kuran Kaname era, obviamente, el heredero de todo lo que poseía el clan Kuran, un prodigioso joven de inteligencia inimaginable, él es dos años más grande que Zero, pero eso no le impidió enamorarlo. Aquella relación se dio en el hospital, Kaname estaba haciendo un servicio como parte del programa de la universidad y, por azares del destino, le toco el caso de Ichiru, por lo que el contacto con Zero pudo ser más constante hasta llegar a este punto.

 

Subió las escaleras de madera, llegando al segundo piso pudo ver un largo pasillo, se adentró en él y camino, con parsimonia, al que estaba seguro era el cuarto de amante. Toco suavemente con los nudillos, pero al no recibir respuesta, giro el pomo de la puerta y se adentró a la habitación. Al abrirla pudo sentir el suave rozar del viento en su cara, la ventana estaba abierta y a causa del viento las cortinas blancas ondeaban sutilmente como si estuviesen bailando al ritmo del viento; la cama estaba hecha y el resto de la habitación, como era de esperarse de su “perfecta” pareja, estaba limpia y con todo objeto en su lugar. En si la habitación es de gran sencillez, solo poseía un ropero, un tocador, un buró a lado de la cama y una habitación contigua que era la del baño, todo de madera de pino, a excepción de la cama.

 

-¿Zero?—del baño salió un joven realmente guapo, un dios entre mortales, de cabellos castaños, cortos y sutilmente ondulados, ojos del mismo tono castaño, pero con el brillo de la astucia y el orgullo, de piel tigreña y facciones afiladas, un cuerpo atlético y de considerable musculatura, esto Zero podía verlo claramente ya que su pareja salió del baño solo con los pantalones puestos, dejando al descubierto la parte superior de su cuerpo, sus manos tenían apresada una pequeña toalla la cual se encargaría de secar sus cabellos.




Dicen que el dejo, su vida anterior

Y se entregó, sin miedo al amor

Que no le importó, mirar hacia atrás y se atrevió

A regalar para siempre su corazón.

 

 

 

-Kaname—el albino estaba atolondrado, ver el agua resbalar por el perfecto vientre de su amante le aguaba la boca, sus cabellos también poseían unas cuantas gotas que caían sobre sus hombros para después recorrer su pecho, culebrear hasta su vientre y desaparecer entre el pantalón, provocando que se viera más sexy de lo que ya de por si era; el castaño sonrió tiernamente y se acercó al menor, el cual estaba recargado en la puerta ocultando sus manos en su espalda, además de un hermoso sonrojo posando en sus mejillas, ¡Por Dios! Amaba mucho a ese peli plateado y aun esperaba el día en poder tenerlo a su lado, para siempre.

 

-Llegaron antes de lo que pensé—dejo que la pequeña toalla descansara en su cuello y así poder tener las manos libres para acorralar a su pareja.

 

-¿Te molesta?—pregunto Zero casi en susurro, porque simplemente la cercanía del castaño le aturdida la mente, impidiéndole pensar. Sus manos, como entes independientes del resto de su cuerpo, comenzaron a acariciar el perfecto pecho de Kaname, las yemas de los dedos le daban un  suave roce, que fácilmente se podía comparar con la caricia de un pétalo de rosa, delineaba cada musculo, subía y bajaba mientras su mirada se perdía en los hermosos ojos del mayor, estos siempre le veían con una adoración inimaginable, como si él fuese lo más importante en toda su vida, aquel pensamiento siempre lo hacía sentirse dichoso.

 

-Por supuesto que no, nada me alegra más que verte—dijo con simpleza y no espero a que Zero respondiese; sin contenerse más, poso sus labios sobre los del albino, moviéndolos lentamente para que su pareja respondiese. Kiryuu no tardo en abrir su boca, incitando a Kaname a profundizar aquel beso, sus lenguas se encontraron y danzaron en perfecta armonía, moviéndose de una cavidad a otra; Kaname rodeo la cintura de Zero con su brazo derecho, le atrajo más a su cuerpo, deseaba sentir el calor de aquel hermoso ser.

 

-Kaname~ — le llamo en un suave jadeo, sus mejillas ya estaban completamente teñidas de un hermoso color rosado. El castaño siempre le besaba de aquella forma, pero cada uno de esos besos eran únicos, siempre había algo que los hacia diferentes y por ende el albino se enamoraba mas día a día de su pareja; no era de los que siempre decían “te amo” cada que podía, al contrario, en ello era más discreto y tímido, por lo que lo decía solo en las ocasiones que lo ameritaban.

 

-Mi hermoso Zero, no sabes cuánto te amo—Kaname, desde el momento en que había visto al peli plateado, se quedó completamente prendado de él, a tal punto de enamorarse; la batalla para conquistarlo no fue para nada fácil, ya que lo que tenía su pareja de hermoso lo tenía de cabezota. Siempre fue una verdadera lucha sacarle una o dos palabras en una conversación, pero con paciencia, amabilidad y uno que otro detalle, logro que le tuviera confianza y, con el transcurso del tiempo, le dedicara sinceras sonrisas con rebosante alegría. Kaien nunca dejaba de comentarle que, gracias a él, su hijo había nacido nuevamente, que había abandonado una vida monótona y solitaria gracias a su aparición, por ello Cross desde el principio apoyo la relación, aunque la verdadera batalla se libró con el otro “padre”, Touga, quien fue más difícil de convencer.

 

-Yo también te amo Kaname—sus ojos se cerraron ante el contacto de la mano de su pareja posarse en su mejilla izquierda. Agradecía a la vida de que Kaname llegara a salvarle, su soledad y sufrimiento eran tan grandes que las ganas de vivir poco a poco se esfumaban; la muerte, como ave carroñera, solo esperaba el momento adecuado para poder envolverle. Sin embargo, un día, apareció un castaño metiche, que deseaba hacerle platica y saber su nombre y, a pesar de sus desprecios, siempre insistía en que deseaba conocerle porque le gustaba, eso sí, Kaname siempre había sido directo con lo que quería.

 

-Zero, yo…— su boca se acercó al cuello, sonaba ronca por el esfuerzo que hacía por contenerse, mientras el pulgar de su mano acariciaba tranquilamente la mejilla— Te deseo Zero, te deseo como no tienes idea. —En ese momento el mencionado abrió los ojos, lentamente y con las mejillas pasando de un suave tono rosado a un furioso rojo; a pesar del tiempo que llevaban como pareja, Kaname jamás le ha tocado y eso es porque Zero aún no está seguro de dar ese paso. Kuran ha mostrado una gran paciencia para ese “tema” pero su conformidad estaba llegando al límite.

 

-Kaname… yo…— de repente, se le formo un nudo en la garganta, aun con el miedo carcomiéndole sabía que ya no podía darle largas a aquel tema, su amante había sido paciente y siempre le complacía en todo, aunque suene exagerado pero crean que el todo es TODO, con todas las letras, aunque sean pocas, y él le complacía en una que otra forma, por ejemplo ir a conciertos de ópera, que en si son aburridos pero los soportaba por Kaname, entre pequeñas cosas que parecen insignificantes, ante las que hace el castaño por él. —Aún tengo algo de miedo… pero… yo… quiero estar… contigo—si seguía dudando jamás demostraría que así como Kaname le ama con intensidad él también lo hace, inclusive se podría animar a decir que le ama mucho más.

 

-Zero, no tienes por qué forzarte, si aún no estás listo… puedo esperar—estas dos últimas palabras las dijo mientras besaba la frente de su pareja, el cual cerró los ojos ante el contacto. Admiraba la paciencia y consideración por parte del castaño; pero ya estaba harto de sus dudas y miedos, deseaba a Kuran y por ello se entregaría a él cuantas veces fuesen necesarias.




Y la gente que les ve no puede comprender

Como hacen para que el amor

Florezca día a día y con mayor pasión

Son dos ángeles en vuelo celestial

Son dos estrellas que iluminaran

Cada lugar por donde pasaran

Es más fácil hallar un amor, que sea capaz

De la Noche iluminar.

 

 

 

-Kaname, estoy hablando en serio… quiero estar contigo, quiero que me hagas tuyo… que me demuestres que en verdad me amas—sus manos tiraron la pequeña toalla y sus brazos rodearon el cuello del mayor, y así Zero pudo tener mejor accesibilidad para poder besarle tiernamente la mejilla, rozar sus labios con los de su amante pero no significaba que le besara, le provocaba, el incitaba a que le siguiera el juego. Cosa que Kaname inmediatamente hizo, su brazo izquierdo también rodeo la cintura del albino, sus labios bajaron hasta el cuello de este para comenzar a lamerlo y besarlo, al mismo tiempo que escuchaba suaves suspiros en su oído derecho, sus manos empezaron a viajar por la espalda para después filtrarse en la playera, sus dedos sintieron la suave textura de aquella piel pálida.

 

-Zero—las manos, con algo de fuerza, agarraron los glúteos del mencionado y le elevaron un poco, obligando al menor a rodear la cintura de Kaname con sus piernas. El castaño le alejo de la puerta y se acercaron a la cama, se sentó lentamente con Zero aun en su regazo, en ningún momento dejo de besar y lamer su cuello, pero cuando se hubo sentado y acomodado a su pareja le exigió un beso, uno que acabo con todas las reservas de oxigeno que guardaban sus pulmones, uno que quitaba más que el aliento.

 

-Kan… ah~… Kaname—Zero tenía las mejillas completamente rojas, sus ojos semi cerrados y con la boquita entre abierta para dejar pasar el aire, era un Da Vinci que al castaño jamás se le olvidara. Tan hermosa pintura iba a quedar plasmada en su mente hasta su muerte. Kaname levanto un poco las caderas, restregando su duro miembro contra las nalgas del menor aun sobre la tela; pero aunque fuese así, a Zero le parecía algo realmente excitante, aquellas sensaciones de placer, que eran nuevas para su persona, eran lo más exquisito que había sentido en toda su vida y quería que Kaname le diera más, mucho más.

 

-Zero—su mano levantaba lentamente la playera negra y, cuando tuvo a la vista los botoncitos rosados, su lengua rápidamente se dirijo a lamer la pequeña aureola para después chupar su pezón, su pareja aun gemía suavemente, se estaba conteniendo no porque no le gustara sino porque, una minúscula parte de su conciencia, sabía que aún estaban en la cabaña, con los padres de ambos en la sala y, lamentablemente, con oídos demasiado agudos, especialmente Yagari.

 

-Más, por favor—suplico el peli plateado, al verse desnudo de la parte superior de su cuerpo. Kaname le sonrió tiernamente, volvió a pararse y después se dio vuelta, recostando a su pareja delicadamente en la cama, la piel de Zero se erizo al tener contacto con la fría colcha, sin embargo se olvidó completamente de aquella sensación cuando sintió un cálido suspiro por parte de Kaname en su cuello.

 

-Como desees—ya no había nada que le detuviera, estaba decidido a hacer suyo a Zero en este instante; su paciencia y su consideración ya no estaban en discusión, estas  ya estaban hechas añicos por algún lado. No habría fuerza alguna que arruinara su momento. Su mano izquierda comenzó a dirigirse lentamente hacia la entrepierna del menor, deseaba que aquel trozo de carne estuviera en su boca pero…

 

-¡Kaname-niichan, espero no estés devorándote a Zero, porque apenas vamos a comer! ¡No se vale comerse el postre antes de tiempo!... ¡Así que bajen a comer, ahora!—la pequeña Yuki apareció repentinamente y, detrás de la puerta, soltaba sus comentarios con picardía, no sabía porque, pero algo le decía que había interrumpido justo en el momento exacto, además de que Kaname no podía hacer nada “aún”, sino todos los esfuerzos y planes de un año se verían tirados por la borda.

 

-¡Seria incapaz de hacer algo como eso!—respondió el castaño, intentando que su voz no sonara agresiva, la castaña había hecho su maldad y ahora podía darse por mal servido, por su parte, Zero estaba completamente rojo, la vergüenza le carcomía pero más podía su ira en contra de la impertinente de su hermana.

 

-Yuki es una…— Kiryuu no sabía cómo definir a esa pequeña demonio, siempre tenía que aparecer en los momentos más inoportunos. Se paró de la cama y fue a recoger su playera, poniéndosela nuevamente y voltear a ver a Kaname, lo más seguro es que el estuviese tan molesto como él, sin embargo lo que observo fue otra cosa, su amante tenía la cara cubierta por sus manos, desconcertado de la acción iba a preguntarle el “porque” pero no fue necesario, al contrario, cuando se acercó más a su castaño pudo notar como este, aún tenía un pequeño problema entre, literalmente, las piernas. — ¿Kaname?

 

-Adelántate, yo necesito bañarme… otra vez—lo último lo dijo en un suspiro de resignación, la suerte por el momento no estaba de su lado. Sin embargo Zero, mordiéndose tímidamente el labio inferior, se acercó a Kaname y nuevamente se sentó en su regazo, sintiendo como aquel “bulto” rozaba con sus glúteos. Provocando un gemido por parte de ambos.

 

-Quiero ayudarte—le comento jadeante en el oído derecho, provocando pequeños espasmos en el perfecto cuerpo de castaño.

 

-No voy a obligarte— contesto Kaname decidido, a su pareja le había costado trabajo aceptar que deseaba estar con él, sabia, por muchas cosas, que su ángel era más virgen que cualquier ser sobre la tierra, y no lo obligaría a que su pequeña, apetecible, cálida y húmeda boca se engullera su duro y erecto miembro.

 

-¿Que parte de “quiero” no entiendes?... pero me… tendrás que decir… co… como hacerlo—su rostro estaba completamente rojo y por ello lo ocultaba en la curvatura del cuello de su pareja, el cual estaba completamente en shock pues aun no creía que su amante, su tierno e inocente ángel, quisiera hacerle una felación, ¡Dios, este en definitiva era su mejor cumpleaños!

 

-Bueno… pues entonces— Kaname se remojo los labios lentamente, deseaba saborear el momento—Baja de mí y ponte… de rodillas en… entre mis piernas—por la maldita excitación si voz comenzaba a fallarle, pero esto no era notado por Zero ya que este estaba tan concentrado en acatar lo que el mayor decía que no tenía tiempo para analizar el timbre de la voz. Kuran abrió su pantalón, metió la mano entre su ropa interior y saco su miembro, un trozo de carne bastante grande y que palpitaba por atención.

 

Zero, al ya no recibir “consejos” por parte de Kaname, dejo que el instinto le guiara, muchos y muchas pensarían que esto es asqueroso, mundano, sucio, pero al menor le entraron unas ganas incontrolables de lamer de arriba abajo aquel miembro, su mano, aun temblorosa, acariciaba el tronco con sutileza mientras que su traviesa lengua acariciaba tímidamente la punta. No sabía si lo que estaba haciendo estaba bien, hasta que oyó los roncos gemidos de Kaname, eso era una clara demostración de que su trabajo estaba siendo bien hecho; perdiendo un poco más la timidez, abrió su boca lo más que podía y comenzó a meterse el pene lentamente, procurando que todo cupiera en su cavidad.

 

-¡Dios! ¡Zeroah~!—no se esperaba tal acción por parte del peli plateado, pero admitía que se sentía endemoniadamente bien, su mano se acercó a las hebras platinadas, enredo los dedos en ellas y comenzó a marcar un suave ritmo de sube y baja. —Lámelo… Zero… usa tu linda lengua—ordeno con voz ronca, dicha orden fue acatada, un poco torpe, por parte del menor.

 

El ritmo pronto fue aumentando, Zero decidió experimentar algo, el cual consistía en intentar “chupar” de la punta, lo cual provoco más gemidos por parte de Kaname y que se viniera en su boca, obligándole a beber aquel insípido líquido, que aun así era delicioso. El castaño, feliz por aquella erótica experiencia, tomo a Zero del brazo para acercarlo a él y después besarle, probando así su propia esencia; cuando hubieron relajado sus cuerpos, salieron de la habitación para dirigirse al comedor, donde sus familias les esperaban, y en el centro de la gran mesa había un pastel, de sencilla decoración pero que aun así se veía apetecible.




Dicen que ella vio

Un brillo especial en su mirar

Que la hizo temblar

Nunca imaginó, poder encontrar alguien así

Que la hiciera reír y saber

Lo hermoso que es el amor.

 

 

 

-¿Por qué demoraron tanto?... “si los fui a interrumpir”—Yuki tenía una sonrisa del ángel que no se la quitaba nadie, además de que lo último solamente lo pensó, ya que bien sabía que sus dos “hermanos” estaban hechos unas fieras con ella, pero mientras se mantuviera a la vista de los adultos su vida no corría ningún peligro, o al menos eso era lo que ella rogaba.

 

-No sabía que ponerme—contesto con simpleza, el castaño vestía una playera de manga corta de color azul marino con el estampado del cuerpo un dragón blanco en la parte de enfrente mientras que en la espalda se veían las desplegadas alas del mismo color puro; unos jeans deslavados y unos converse negros con blanco*.

 

-Seguro—comento la chica con sarcasmo, siendo ella y los otros dos los que entendían de aquella palabra, los demás, los adultos, solo los miraban con una sonrisa, en definitiva no había pareja más perfecta que la de ellos dos. El brillo de ambas miradas era muy distinta a las del pasado; por parte de Zero ya se saben los motivos, sin embargo por parte de Kaname es otra historia, es un chico inteligente pero antes era frio e indiferente a todo, cada cosa la tomaba como un simple juego y afirmaba que nada en esta vida valía la pena, que los problemas que muchas personas aseguraban eran enormes, él los respondía como si fuesen lo más fácil del mundo. Sus padres siempre se preocupaban por aquella actitud, sin embargo, un 14 de febrero, cuando estaba haciendo un servicio en el hospital, todo cambio, las ganas de vivir y de sonreír iban tomando fuerza con el transcurrir del tiempo, no sabían el porqué de ello hasta que él les conto; su hijo se había enamorado de un “ángel” según las palabras del castaño, una linda criatura que necesitaba más amor que él mismo. A los Kuran no les importaba que fuese una chica o chico quien robase el corazón del su primogénito, lo único que ellos deseaban es que este fuera feliz.

 

-Basta de charlas, recuerden que estamos aquí para celebrar—Juuri aplaudió tres veces para llamar la atención de los demás, todos asintieron y esperaron a que Kaname y Zero tomaran sus respectivos lugares. La comida fue tranquila, con pláticas muy amenas, sacando cosas de cualquier importancia, desde asuntos de las empresas como que era lo que pensaba hacer cada familia en las próximas vacaciones. Kiryuu observaba todo con suma alegría jamás había pensado que, por conocer a un ser como Kaname, su vida monótona dejaría de estar envuelta en la soledad para llenarse de sentimientos y sensaciones positivas. Al llegar el atardecer las familias decidieron salir a la intemperie, tomar un poco de aire fresco y puro, mientras encendían una fogata para seguir con su plática, además de que ya sería hora de entregar los regalos.

 

-Primero el mío, tengo más derecho que cualquiera—después de una deliciosa toma de chocolate caliente cerca de la fogata, Juuri anuncio la entrega de regalos y ella, siendo la madre, entrego el suyo primero. Consistía en una pequeña bolsa de papel color negra, con papel china de color blanco sobresaliendo en la abertura; Kaname, sabiendo que su madre deseaba que lo abriera enfrente de todos, abrió lentamente su regalo, metió la mano y de ella saco una llave pequeña, que solo podría ser para una puerta.

 

-Gracias madre… pero…— ignoraba el uso de aquel pedazo de metal, su madre solo ensancho más su sonrisa y miro pícaramente a Zero, este, al verse en la mira de su “suegra”, se puso nervioso.

 

-Es de un departamento, está cerca de la universidad… tiene todo lo necesario para que puedas vivir cómodamente mientras terminas tus estudios. — explico de manera tranquila, aunque la mirada que le había dedicado a Zero indicaba otra cosa. Después de un sincero “gracias”, recibió el regalo por parte de su padre.

 

-Para ser sincero, yo pensé que el regalo escogido por tu madre iba ser de los dos, pero la señora se puso digna y dijo que era regalo por separado—Haruka bromeo con su comentario, logrando un ligero puchero por parte de su esposa, él le entrego una pequeña caja cuadrada de terciopelo de dolor marrón a su hijo, la cual iba abrir con curiosidad, pero su padre le detuvo.

 

-Me disculparan, pero Kaname solo puede mostrar ese regalo a una sola persona—dijo con una tranquilizadora sonrisa; a decir verdad, el regalo que le había dado solo era la caja, puesto que lo que estaba en su interior Kaname ya lo poseía desde hace más de medio año. El como su padre, debía animarlo en algunas cosas de vez en cuando y esta era una de esas.

 

-Bastardo—susurro para sí Yagari, recibiendo un codazo por parte de su pareja en son de reproche. Después este se acercó a darle su regalo, el cual consistía en unos boletos para un viaje a Venecia. Cross aseguro que solo era un regalo de él puesto que Touga aún no se dignaba a reconocerlo como su futuro yerno.

 

-¡Ahora yo, ahoya yo!—gritaba Yuki emocionada, tomando las llaves del auto y yendo a abrir la cajuela, de ahí saco un portafolio de piel negro, se acercó a Kaname—Toma, espero te guste, además de que sea de gran ayuda para ti— esto último lo había dicho con doble sentido, sin embargo nadie se percató de ello.

 

-Bien, ahora va mi amado yerno—aviso con dulzura una feliz Juuri, que miraba maternalmente a un sonrojado peli plateado. —Vamos, vamos, no seas tímido—se acercó a él y se le colgó del brazo derecho para después jalarlo y acercarlo a Kaname, de todos los regalos el más esperado era el de su hermoso ángel, el cual tímidamente metía su mano al bolsillo mientras que su sonrojo aumentaba y se veía claramente gracias a las constantes llamaradas de la fogata. Al sacar completamente la mano se pudo observar que apretaba un pequeño objeto, una caja aterciopelada de color oscuro, se la mostro a Kaname y espero a que la cogiera.

 

-Muchas gracias Zero—cuando tuvo la caja en la palma de su mano, con la izquierda le abrió lentamente, sus ojos se iluminaron cuando vieron un pequeño Dije en forma de cruz con una cadena plateada con finos detalles que solo podrían apreciarse con una excelente vista o una lupa. La cruz en si era formada por zirconia cubica de un tono azul, mientras que alrededor había bolitas de zirconia blanca de tallado princesa, siendo estas apresadas por aquellos finos detalles plateados. —Es preciosa.

 

-¿En…en verdad te gusta?—sus ojos amatistas brillaron con mucha alegría. Observo como Kaname sacaba el Dije, la cadena plateada se enredó en los largos dedos.

 

-¡Claro que sí!— el castaño acerco aquel precioso regalo a su amante, incitándolo a que se lo pusiera. Zero, avergonzado porque todo mundo les veía, tomo la cadena entre sus manos, rodeo el cuello del mayor y le puso su regalo, la cruz brillo ligeramente, como si se alegrara de estar con aquella persona.

 

-Me alegro… yo… yo la diseñe… para ti— comento azorado, el castaño solo abrió más los ojos por la sorpresa. Su ángel es muy inteligente, no por nada quedo en una delas mejores universidades del país, y a pesar de que escogió medicina, el peli plateado también mostraba habilidades para las Bellas Artes, el diseño de joyería principalmente; cada que tenía la oportunidad de ver los bocetos de aquellas piezas inexistentes, felicitaba a Zero con sincera alegría. El castaño, arriesgándose a la furia de Yagari, abrazo fuertemente a su pareja mientras depositaba un tierno beso en la mejilla.

 

-Saberlo me hace a un más feliz—Kaname, de mil formas, siempre le demuestra a Zero que es lo más preciado y amado en su vida y, aunque Zero no dice, también intenta demostrarlo sin embargo no es tan extravagante como su castaño, este siempre lo hace a gran escala.

 

-Mocoso—Touga tenía el puño cerca del rostro y ciertas venas comenzaron a sobresalir por la ira contenida, si ese tonto castaño no soltaba a su hijo en dos segundos, lo arrojaría a la fogata. Kaien, al ver a su marido, suspiro resignado, se acercó a su coche, abrió la cajuela y saco un objeto redondo con mango.

 

-¿Amor?—le llamo de una manera sensual, a lo que Yagari rápidamente respondió mirándolo. —Espero me perdones—dijo para después besarle intensamente y cuando se hubieron separado, Cross golpeo la cabeza del mayor fuertemente, dejándolo inconsciente en el suelo. El pobre de Touga había sido sacado del campo de batalla por un fuerte sartenazo.




Ya no volverán, a estar nunca más en soledad

Pues el uno y el otro son más que dos

Mucho más que dos.

 

 

 

-Muchas gracias, Cross-san—Kaname dio una leve inclinación de cabeza, puesto que las sorpresas aun no debían acabar, tenía que mostrarle algo a su amado, algo que Yuki había propuesto y que él acepto con alegría ya que, además de él, nadie conocía al peli plateado mejor que la castaña. —Ven conmigo—le dijo a Zero en tono sugerente al oído, el chico solo se sonrojo, una vez más en este día, acepto la mano que Kaname le ofrecía y se dejó jalar para internarse en el bosque.

 

-¡Kaname-niichan!—Yuki les alcanzo, traía el portafolio en las manos—Te dije que puede ser de gran ayuda, así que llévatelo—le ordeno la castaña—y por nosotros no te preocupe, entendemos que quieren estar a solas, y mantendremos a padre controlado hasta mañana si es posible—afirmo la chica con tierna sonrisa para después alejarse.

 

-Hmp, esa niña—comento Kaname más para sí mismo que para su pareja, después de aquel Kaname se internó en el bosque, camino por un pequeño camino que no estaba tan marcado, siendo su única luz guía la luz plateada de la hermosa luna. Zero solo se dejaba guiar, conocía muy bien al castaño y sabía que este no le diría que pretendía, así que, suspirando resignado, solo le quedaba caminar hasta que Kaname se detuviera.

 

-¿Kaname?—sintió como su pareja se posaba detrás suyo, su brazo izquierdo le abrazo de la cintura mientras que la mano derecha le tapaba los ojos, estaba más que claro que su amante quería sorprenderlo con lo que iba a ver. — ¿Ya casi llegamos?—al entender que su pareja le tenía otra sorpresa, no podía evitar demostrar su curiosidad.

 

-Sí, este es tu regalo por San Valentín—caminaron unos metros más, Kaname previniendo que su pequeño no viera nada pero también procurando que no se tropezara, cuando por fin llegaron, lentamente quito su mano de aquellos preciosos ojos amatistas para que observara con deleite el “pequeño” regalo.

 

-¡Kaname!—Zero mostraba infinita alegría, volteo para ver a su pareja, le abrazo fuertemente y le beso con dulzura los labios, eso era la marca definitiva de que aquel regalo había valido la pena y que Yuki no daba tan malas ideas, de vez en cuando. — ¡Es fantástico! ¡Kaname es preciosa!—el peli plateado tomo la mano de su pareja y lo encamino al lugar.

 

Aquel regalo consistía en una pequeña cabaña, de un solo piso como debería de ser, la chimenea soltaba un ligero humo de color plateado, mostrando claramente que el castaño había estado ahí preparando todo. La estructura era completamente de madera, el tejado tiene forma de “V” invertida, dos pequeñas ventanas casi en las orillas y en medio una puerta de hermoso caoba aun cerrada, esperando a que su verdadero dueño le abriese para ver el interior, del lado derecho había una pequeña banca, donde solo podrían caber dos personas, si te sentabas ahí, podrías ver el hermoso paisaje de árboles de pino, altos e imponentes y, más allá, un hermoso volcán cubierto por la blanca nieve.

 

-Toma—el castaño le otorgo la llave, el peli plateado la aceptó gustoso, la introdujo, le dio vuelta y la puerta se abrió, por dentro era un más hermoso, tenía el claro calor de un hogar. Tenía un diseño sencillo y humilde, cosa que el menor agradecía porque nunca le habían gustado las cosas extravagantes y caras; el lugar consistía en cinco simples piezas, una sala con una hermosa chimenea de ladrillo, aun había indicios de madera quemándose pero aun así la llama era tenue, poseyente de un largo sillón y dos individuales, una pequeña cocina pero no por ella mal equipada, un mini-bar, un baño y, lo mejor para el final, una recamara, amplia y acogedora, la cama es matrimonial, de colchas y sábanas blancas, un closet, un tocador, un buró y una puerta contigua que daba a otro baño.

 

-Gracias Kaname, muchas gracias—volvió a abrazar al mencionado, acuño su mejilla izquierda en el amplio pecho, teniendo así la oportunidad de oír el suave palpitar del corazón de aquella persona que tanto amaba.

 

-Me alegro, temía a que no te gustase—comento el castaño mientras acariciaba las hebras plateadas. Aventando el portafolio negro a la cama, necesitaba usar sus dos manos.

 

-¿Cómo no gustarme?... si es perfecta—ambos se vieron a los ojos, se perdieron en la mirada del otro, se adentraron a un universo alterno que solo le pertenecía a ellos dos. Se acercaron poco a poco, hasta que sus labios por fin se juntaron y dieron nacimiento a un beso, uno pausado y suave, que lentamente iba aumentando de ritmo, las cavidades se vieron abiertas para poder soltar a sus inquietantes lenguas, que deseaban rozarse una con la otra, explorar la cavidad ajena, demostrar que la lujuria también deseaba participar en aquella rítmica danza. Cuando se separaron salieron de aquella habitación, y el ambiente se rompía lentamente.

 

-¿Kaname?—pregunto, una vez más, extrañado, él pensaba que… bueno, que terminarían en la cama,  desnudos, jadeantes… pero por alguna extraña razón el castaño le había obligado a salir de aquella ensoñación y no entendía muy bien el porqué.

 

-Sé que te vas a enojar, pero… no pude evitarlo… este es por nuestro aniversario—de uno de los sillones individuales cogió otra caja de color rojo, se la entregó a Zero y le ánimo para que la abriera. El chico, aun desconcertado, lo hizo y observo una hermosa pulsera de plata, de cierre plegable y además de que cada parte de dicha pulsera estaba unida con aros cubiertos de goma negra. Sencilla pero bella.

 

-Kaname son… muchos regalos— Zero le vio aprensivamente, no le agradaba tanto lujo, con tener a Kaname cerca podría darse por bien servido—Además, yo solo te… te entregue uno—solo le había dado el de su cumpleaños y para su aniversario… pues estaba dispuesto a entregarse devotamente a su castaño, pero no había considerado la idea de que tenía que darle tres regalos.

 

-Solo fueron dos, además la cabaña será para los dos, así que de ahí me cobro lo de San Valentín—contesto con una linda sonrisa. —Así que ese está cubierto… pero… el de mi aniversario…— apreso a Zero en un cálido abrazo, su nariz se perdía entre las hebras plateadas, aspiraba el dulce y fresco aroma.

 

-Ese es…— la vergüenza le carcomía, a tal punto de que le hizo un nudo en la garganta, con esfuerzo dijo unas pequeñas palabras coherentes—Sal… salgamos por un rato—le miro suplicante, el castaño había notado claramente que su pareja había esquivado su comentario acerca de su aniversario, lo cual le provoco una ligera punzada en el pecho, pero al ver los hermosos ojos amatistas suplicándole no pudo negarse y salió por simple inercia, como si fuera un ser mecanizado.

 

-Siéntate—le ordeno cálidamente el castaño, su tono era suave, aterciopelado pero al mismo tiempo erótico. Puso su brazo sobre la cabecera de aquella banca de madera donde se había sentado; el peli plateado asintió abochornado y con el corazón acelerado, acato la orden, se sentó a su lado, rozando sutilmente su muslo con el contrario. El calor comenzaba a filtrarse entre ambos cuerpos, a modo de que el frio viento del bosque no se sentía, es como si no hubiera un soplar. —Así no.

 

-¿Eh?—Zero no tuvo tiempo de responder, de un momento a otro se hallaba sentado en las piernas del castaño, este le apretó lo bastante fuerte como para que el peli plateado notase los genitales contra su trasero. Le abrazo por la cintura, y dejó escapar un suspiro satisfecho, beso su nuca, degustando de aquella suave y cálida piel.

 

-¿Ves?  Así es más cómodo—aseguro Kaname al sentir como Zero dejaba caer su cabeza para rozar su mejilla con la propia, dejando su cuello descubierto, de tal modo que el castaño pudiese lamerlo, besarlo y morderlo como se le diese en gana. Oportunidad que Kaname no dejaría escapar para nada, le beso, mordió, paseo su lengua de arriba abajo, mientras se mecía hacia delante y hacia atrás de manera rítmica y sensual; compartieron tiernas caricias, siendo mecidos por los ruidos de la naturaleza.

 

-Kaname—suspiro pesadamente el menor, su piel se erizo al sentir como su pareja le mordía fuertemente parte de su nuca, sus manos estaban enlazadas con las del mayor sobre su vientre, de vez en vez se apretaba contra la notable erección del castaño lo cual era algo disfrutable, demostrándolo con tímidos gemidos. Volvió a gemir, ahora con más fuerza, cuando sintió la boca de Kaname apresar su lóbulo izquierdo, como aquella húmeda lengua recorría todo el contorno de su oreja y el cómo se ponía a jugar con los tres pendientes que tenía en la parte superior de la misma.

 

-Zero, ya no puedo más—anuncio el mayor apretando su dureza contras las tibias nalgas. Esta vez, su una de sus manos bajo hasta alcanzar la entrepierna del menor, y le acaricio con las yemas para después apretarle suavemente, causando un sonoro jadeo por parte de Zero además de que abriera más las piernas para darle más libertad a su amante.

 

-Hazlo entonces, toma… tu regalo de… aniversario—el peli plateado trago saliva ante su comentario, el placer le estaba inundando de tal modo que ya no pensaba con claridad, deseaba que Kaname se quedara con él, con todo lo que él poseía, su cuerpo, su corazón, su alma , su mente, todo, quería darle todo.

 

-¿Estás seguro?... puedo esperar un poco más—obligo a Zero a voltearse, a que le viera a los ojos, el chico obedecía sumisamente, se había parado por un momento para darse vuelta pero en seguida se había vuelto a sentar a horcajadas sobre las piernas de Kaname. Poso su mano sobre el hombro del ser que tenía enfrente y después la subió, lentamente hasta descansar en la mejilla derecha, siguiendo hasta la nuca, introduciendo sus dedos en aquellas sedosas hebras castañas. Sus bocas estaban tan cerca que se rozaban, podían sentir el aliento del otro.

 

-Has lo que quieras conmigo—confesó sin pudor alguno, besando con necesidad los labios de su amante, cuando se separaron le besaba tiernamente las comisuras—Hazme el amor, Kaname—sus mejillas eran toda una poesía, ardían intensamente, como si algo cliente se les hubiese vertido. —Deseo sentirte en mi interior, hazme gozar, hazme sentirme en el cielo. Quiero saborearte y que tú me saborees a mí, hazme gemir tu nombre Kaname, ¿Eso no suena lo bastante seguro para ti?

 

-¡Dios! Claro que si—ronroneo el castaño. Con cada palabra se había encendido más y más, a tal punto de que su cuerpo estaba hecho un infierno, un poderoso fuego le abrazaba, sus manos “manoseaban” el trasero de su pareja, apretándolo, pellizcándolo suavemente mientras su boca jugaba con la contraria, hilos de saliva comenzaban a salir de ambas comisuras, la pasión comenzaba a desatarse. Entre beso y beso el menor comenzó a mover sus caderas, frotando el cuerpo de Kuran con el propio, enterró más sus dedos en los cabellos castaños mientras su otra mano culebreaba debajo de la playera azul, acariciando con sus yemas los sensibles pezones del mayor. —Vamos… vamos a la cama.

 

-Claro—Zero se levantó, esperando a que Kaname hiciera lo mismo, después de ello el castaño le apreso por la espalda y así se fueron hasta la habitación. La sensación de la dura erección del mayor contra sus nalgas le enardecía pero al mismo tiempo le llenaba de pánico, temía equivocarse, a no hacer bien las cosas.

 

-Mi Zero, mírame—le suplico Kaname, al tenerlo abrazado sintió el vibrar de todo el cuerpo de su pareja y, como lo conocía muy bien, sabía que no era por el nerviosismo, tomo al albino de sus hombros y le giro, observo sus bellas amatistas. —Te amo, te amo con toda mi alma. Si sientes que no poder hacerlo… puedo detenerme, yo no quiero presionarte.

 

-Kaname, tu siempre cumples mis deseos—su mano acariciaba lenta y suavemente la mejilla del castaño, sus manos memorizaban la textura de aquella deliciosa piel. —Todos y cada uno de ellos… por eso quiero que cumplas este, hazme tuyo, deseo pertenecerte completamente, así como quiero que tu solo me pertenezcas a mi… elimina este temor.

 

La luz se apagó, el silencio domino, las caricias suaves aparecieron con lentitud al principio, en un especie de baile tentativo, pero al fin y al cabo un ritual ancestral, un cortejo de amor; había goce con un simple toque, olerse, degustarse, cada acción dada al otro era ya un regalo valioso. Cada segundo compartido, cada momento efímero, era una mutua celebración, era un cacho de un eterno amor porque, al fin y al cabo, estaban juntos, ambos habían abandonado una desdichada vida para vivir una nueva, una llena de dichas y alegrías, claro que también con sus bajas, pero ahora podían afrontarlas juntos, como una pareja, como un mismo ser. Sin dejar de mirarse, se desnudaron, Kaname contenía el aliento. De la pequeña ventana se filtraba el haz de luz lunar, un rayo plateado que acariciaba con descaro el cuerpo desnudo de Zero, lo sentó al borde del cama mientras cogía el portafolio para dejarlo abajo, en ese momento se percató de que había algo en su interior, lo abrió rápidamente, pues no quería arruinar el momento, su cara se volvió roja cuando vio que en el interior, además de sus regalos, estaba una botella de lubricante, con una nota pegada, escrita a puño y letra de la castaña y decía: “¡Esfuérzate!”

 

-Vaya chiquilla—tomo la botella y la dejo en el buró, se acercó a su amante, se arrodillo ante él y le contemplo, lo que parecían segundos eran horas para ambos—Eres muy hermoso. —susurro Kaname, observando, gracias a la luz de luna, el suave y tierno sonrojo por parte de su peli plateado. Con decisión, tomo la erección del menor entre sus dedos abiertos, Zero soltó un suave quejido mientras abría más las piernas para darle un mejor acceso; volvieron a unir sus bocas en una lucha silenciosa, las caricias cambiaron de inocencia a una candencia abrazadora.

 

 

 

No les era suficiente.

 

 

 

Poco a poco Kaname fue recostando a su pareja, este usaba sus antebrazos para poderse adentrar un poco más al colchón y estar más cómodos, jadeaban con desesperada pasión, que a cada momento les enloquecía y aún seguía aumentando, Kuran devoro cada centímetro del rostro del menor, de su pecho y bajo, homenajeando la forma perfecta del pene que, ya estaba erguido gracias al placer recorriendo el cuerpo. El castaño oía las suplicas de Zero, mientras se acomodaban mejor para tocarse con más soltura.  El albino deliro al sentir los labios del otro sobre su eje, sentir la lengua húmeda en unos instantes enloquecedores, en los que los ecos de un goce compartido resonaban en toda la habitación una y otra vez, le hicieron marearse por el esplendoroso placer.  Kuran succionaba y lamia como si tuviese un delicioso dulce, saboreando el néctar que empezaba a salir de la punta del miembro del menor provocando un delicioso ardor en su boca; unió su pulgar al juego, se apartó unos centímetros para que Zero el viera chuparse su dedo, humedecido de un viscoso líquido, oyendo el pesado suspirar de su pareja.

 

Se acercó a su rostro para besarle tiernamente y después posar sobre su lengua su dedo medio, Zero succionada, mordía y lamia con verdadero regodeo la yema, empapando el dedo ignorando el “porque” de ello, ignorando lo que vendría después. El castaño le beso mientras acariciaba la entrada ligeramente, solo un tibio roce juguetón, causando un ligero arqueo de la espalda de su pareja al mismo tiempo que sus músculos se tensaban, ante el extraño roce de aquel dedo en un lugar tan sensible.

 

-Relájate—le susurro el mayor a su pareja, repartiendo besos por todo su rostro. —Solo disfruta, mi amado Zero—susurro con voz candente, llena de lujuria y placer. Le toco el pene con la mano libre mientras volvía a invadir aquel apretado agujero, que fue abriéndose ante la invasión de aquel dedo.

 

-Ahh~… Kaname…hmnp—se sintió incomodo ante aquella invasión, pero el mismo se decía que sería algo pasajero, un lento movimiento en su interior se convirtió, con apremio, en algo delicioso a la par que hiriente. Ignorando el porqué, sus caderas se ajustaron por si solas a la candencia que marcaba su pareja con aquel sensual movimiento. Saco sus dedos del interior del menor para estirarse y alcanzar aquella botella de lubricante, Zero se quejó por la falta de atención en “aquella” parte, así que Kaname tuvo que entretenerlo con un danzante beso. El castaño, con diestra mano, logro abrir la botella y untar sus dedos de aquel viscoso líquido, para después volver a penetrarle, con aquel líquido envolviendo sus dedos fue más fácil. Un quejido suave volvió a salir de la garganta del albino al sentir que el dedo invasor era acompañado por dos más.

 

-Kaname…— se lamentó, aquellos oportunos dedos de más le obligaron a tensarse, por lo que no podía relajarse y un aire frio se extendió por toda su espalda—Du… duele.

 

-Tranquilo, relájate—suplico el castaño, deteniendo todo movimiento, bajo su rostro hasta que su frente toco la contraria y después besar aquellos hinchados labios, distrayéndolo para volver a mover sus dedos, buscando aquel punto turgente, un placer inesperado asalto a Zero prometiéndole un placer mayor. —Eso es… tranquilízate—le musitaba su castaño al mismo tiempo que lamia el pálido cuello; se miraron un segundo, perdiéndose en la intensa mirada contraria. —Mírame, no partes tu mirada de mí.

 

-Está bien—acepto el peli plateado, entre suspiros rebosantes de pasión. Kaname coloco la punta de su miembro en la entrada, empujo lentamente contra aquel trozo de carne, el cual le apretaba de una forma enloquecedora; jadeó al sentir como se abría paso en aquella estrecha cavidad— Duele… Kaname—sus ojos se vieron humedecidos, pequeñas gotas salinas empezaban a ser desbordadas por sus ojos amatistas.

 

-Shh… va a pasar—el castaño acariciaba todo el cuerpo debajo suyo, sus roces le daban cierto alivio, a cada segundo Zero se relajaba. Su lengua jugueteaba con aquellos sonrosados pezones, los mordía y los chupaba, aquellas atenciones le hicieron desear más; la caderas del menor intentaban ir al ritmo de las suaves embestidas que no hace mucho el castaño comenzaba a darle, en su rostro sonrojado apareció una media sonrisa, la cual desaprecio al sentir un poderoso vórtice de sensaciones en su parte baja, Kaname había dado con aquel lugar especial, aquel sitio sensible en su interior.

 

-¡Ahh!… ¡Ahnm!, ¡ahan!… ¡kana…Kaname~! ¡Ahhn!—el castaño tomo la pantorrilla derecha y la elevo, poniéndola sobre su hombro, teniendo así una mejor postura para dar unas embestidas más certeras. El sudor ya perlaba sus cuerpos, los lentos roces de ambas pieles, llenos de lasciva intención, les hacían empezar a jadear de forma pesada, próximos a un infinito éxtasis. Entonces, fue en ese momento, que ambos comenzaron a moverse de nuevo al unísono lentamente, y aumentando la candencia y la profundidad de las embestidas conforme la lujuria invadía sus mentes. Los jadeos aumentaban, eran más fuertes y mostraban el total placer que ambos sentían. Kaname se arrimó para poder besar al “otro” placer, aquellos suaves, dulces y adictivos labios, mientras los temblores del orgasmo se insinuaban en el cuerpo del peli plateado.

 

-Ahh~ Zero—suspiro el castaño, sentía como aquellas paredes anales le apretujaban su miembro, se sentía tan delicioso que podría correrse con tan solo esa sensación. Sujeto el pene de Zero y empezó a bombearle con tortuosa lentitud, el menor comenzó a gemir aún más, ¡Dios! Por estos momentos todo dejo de existir; lo único real en aquel candente lugar crecía en su vientre, serpenteaba en su espalda. El deseo de gritar se intensificaba, mientras el calor líquido, increíblemente liberador se extendía en ondas por todo su ser. Se perdió en la turbia mirada castaña mientras explotaba, soltando su esencia en aquella mano.

 

-¡¡AHH!!— sintió un torrente placentero cubrir su cuerpo, sus manos apretujaron fuertemente la colcha. Kaname embistió un par de veces más, casi de un modo salvaje, antes de poder dejarse llevar por el clímax y venirse en el interior de aquel cálido cuerpo. Uniéndose completamente a su amor, a su pareja, a su Zero. Al cual le hundía su lengua insaciable en la boca, aumentando la necesidad del oxígeno.

 

-Te amo—Kaname lo soltó en un jadeo, sus mejillas, al igual que las de su pareja, estaban rojas, el calor inundaba toda la habitación.

 

-Yo también te amo—por alguna razón se sentía muy cansado, sus parpados pesaban. Solo pudo observar como su castaño le movía y acomodaba entre las sabanas para después cubrirle delicadamente, el cómo quitaba la colcha que había sido ensuciada y posteriormente el cómo se acomodaba a su lado; aun somnoliento, el peli plateado se acercó al pecho de su pareja, recostando ahí su cabeza y abrazándole por la cintura, mientras que el castaño le abrazaba la espalda, uniéndose en un fuerte abrazo para despertar juntos a la mañana siguiente.

 

 

 

**************Cabaña Kuran**************

 

 

Kaien suspiro una vez más, no esperaba pasar así su día de San Valentín, pero su esposo no le había dejado opción, debía defender el amor de su hijo de todos y de todo. En su mano derecha aún tenía el sartén en mano mientras que en la otra tenía una pequeña cajita de color verde con un listón dorado, en su interior había un pequeño chocolate en forma de corazón, el regalo en si era sencillo pero lo interesante siempre venia después, ya que aquel dulce tiene, siempre, como destino su boca para luego pasar a la de Yagari y así hasta llegar a una deliciosa danza erótica. Suspiro con pesar, observo la flama que habían avivado sus amigos, los Kuran, en la chimenea, a lado de esta había un pequeño reloj de péndulo, faltaba poco para la media noche, resignado a irse a dormir, se paró y se dirigió a su habitación sin embargo algo le detuvo, el suave vibrar de su celular, sorprendido de que alguien le llamara a las altas horas de la noche, contesto si siquiera ver el número que el pequeño aparato identificaba.

 

-Diga.

 

-“Señor Kaien, buenas noches, disculpe que marque a esta hora, pero le tengo noticias importantes”—Cross conocía muy bien esa voz, una juvenil y aterciopelada, un ser que siempre mostraba una sonrisa, era Takuma Ichijou, el doctor que atendía, cuidaba y velaba por su otro hijo, Ichiru.

 

-¿Qué pasa Takuma-kun? ¿Le pasa algo a mi hijo?—no pudo evitar preocuparse.

 

-“Sí, paso algo Kaien-san…”—aquel pequeño silencio se le hizo eterno a Cross, temiendo a que Ichiru hubiese sufrido algo en su ausencia, eso no solo marcaria una tristeza para la familia sino un derrumbamiento total en Zero, perder a su hermano sería algo que jamás superaría, ni con la ayuda de Kaname.

 

-¿Qué pasa?—al ver que el chico no seguía con el informe se vio obligado a presionarle.


-“¡Ha despertado! ¡Ichiru por fin ha despertado!”—el corazón de Kaien dio un giro de 160° para mostrar su alegría, su niño, su otro hijo por fin había abierto los ojos. No podía creerlo, era un milagro, un hermoso regalo para, aun, el día de San Valentín. —“Ha reaccionado hace poco, ya le he revisado y no tiene secuelas, solo tiene débil el cuerpo por falta de movimiento, pero eso fácilmente se arreglara con una buena alimentación y ejercicio”—la emoción en la voz de Takuma era indescifrable, no había mejor felicidad que la de saber que un paciente, uno al que cuida con tanto esmero despierte después de un largo sueño.

 

-Muchas gracias Takuma-kun, esto hará completamente feliz a Zero—después de ese anuncio colgó, deseando a que llegara el mañana para poder decirle a su hijo que su hermano, Ichiru, por fin había vuelto con ellos.

 

 

 

**************En la Pequeña Cabaña**************

 

 

La pareja dormía plácidamente, juntos y abrazados, aspirando el aroma del otro, con los rayos de luna invadiendo la habitación, dando la apariencia de que estuviesen en otro lado, en un lugar místico donde solo ellos dos pertenecen. El haberse entregado el uno al otro había sido una experiencia que deseaban repetir tantas veces fuese necesario, y de eso Kaname se encargaría ya que, aunque no lo sabe, en aquella pequeña caja dada por su padre se halla un anillo, un pequeño aro de oro blanco.

 

Un pequeño detalle que Kaname nunca se animaba a mostrarle a Zero, temiendo a que este le rechazara a causa de las inseguridades que aun tenia; pero ahora, que ya habían hecho el amor, no había duda alguna, en la mañana cuando abra esa pequeña cajita, se espera a que cuatro sencillas pero grandes palabras salgan con fluidez de su boca, para después recibir una respuesta positiva por parte del peli plateado.




“Te quieres casar conmigo”




“Sí, sí quiero, más que nada”




Notas finales:

Bueno espero sea de su agrado, no se ustedes pero creo que fue bastante largo pero lo dejo a su criterio y, por no estar segura de las descripciones, les dejo las imagenes de la joyería de Kaname y de Zero.

Esta es la cruz de Kaname dada por Zero:

Esta es la pulsera dada de Kaname a Zero:


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