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Fleeting memories por JiGoKu nO HaNa

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Notas del fanfic:

Alorgasmia: Excitación proveniente de fantasear durante el acto sexual con otra persona que no sea la pareja, tambien es la incapacidad de conseguir excitarse o llegar a un orgasmo sin pensar en una persona más deseable que aquella con la que se está haciendo el amor. 

 

creo que eso lo dice todo, a leer~

KHR! pertenece a Akira Amano

 

   Escuchaba la puerta siendo abierta con prisa, su departamento hace poco adquirido no era muy grande por lo que donde estuviera se enteraría de la llegada de su compañero. Era una tarde calurosa en Italia y él había despertado hace poco, había llegado la madrugada anterior de una misión y Yamamoto no estaba en casa, recién ahora llegaba.

   Cuando el menor se asomo por la sala encontró a Hibari vestido solo con una camisa desabrochada, acostumbraba a andar así por la casa, de pie junto a la puerta de la cocina con una lata en mano, con el cabello desordenado, muy acalorado…

   No hicieron falta palabras ni previa de por medio, el espadachín se soltó la corbata y fue por la nube, cazando sus labios en un beso desenfrenado. El mayor soltó la lata sin importarle que se volcara por ahí para rodear con sus brazos al otro mientras era llevado a la mesa de la cocina en medio del beso. En poco rato ya le había quitado el saco, la corbata y desabrochado la camisa al menor  –volándole los botones, claro- mientras el otro le marcaba los caninos por el cuello y le manoseaba las piernas y el trasero. Yamamoto jamás se iba con delicadezas en ese ámbito.

   Los dos ya tenían unas pronunciadas erecciones que no tardaron el liberar y atender mutuamente. Llevaban dos años de intensa relación, casi netamente sexual aunque vivían juntos y todo. Ya serian seis años desde que se unieron a los Vongola y tres desde que toda la “familia” se mudo a Italia, el lugar más conveniente para los negocios. Sin retrasar más lo inevitable, Yamamoto introducía dos dedos directamente en la entrada del –aun- más bajo, preparando sin cuidado, era más una rutina que algo estrictamente necesario. La nube le mordía con fuerza un hombro insistiendo en que se dejara de “mamonerías” y se lo pusiera ya, hace tiempo había perdido el pudor y la decencia cuando de sexo se trataba.

   Con una sonrisa de costado retiraba los dedos para con una mano acomodar una de las piernas en su hombro mientras el otro apoyaba la espalda en la mesa, y sin aviso ni duda penetraba en la húmeda cavidad, hasta el fondo y sin espera comenzaba un vaivén demoniaco que hacia chirriar las patas del mueble contra la cerámica del piso.

   Hibari se encargaba de disfrutar y hacérselo saber al menor a través de intensos gemidos y sus uñas clavadas en los hombros de este. No habían muchos besos en sus encuentros, el mayor lo prefería así, pero si muchas lamidas y saliva, derroche de ella en donde fuera, era una especie de afrodisiaco para ellos. Mientras su amante seguía en su afán de llegarle hasta el fondo haciéndolo ver la estrellas, el aseguraba uno de sus brazos a su cuello, levantándose de su recostada posición en la mesa para sentarse y clavar su rostro en el sudado cuello ajeno. Sus dedos se afianzaban a la orilla de la mesa, esforzándose por mantener la flexible postura de su pierna pero terminando por bajarla hasta un costado del brazo del menor, donde el brazo doblado de este, que se agarraba del suyo, no le permitía bajar.

   En esa cercana posición, después de un rato de intensa acción, y teniendo en cuenta que el ex prefecto debía salir pronto, se decidían a terminar pronto esa deliciosa actividad pasional. Yamamoto aferraba sus manos a la espalda ajena, levantándolo de la mesa, cargando con todo su peso en una postura bastante extenuante pero satisfactoria, sintiéndose cerca de terminar, esperando el impacto de un orgasmo devastador.

   Por su parte, Hibari caía en cuenta otra vez de que no podía llegar a la culminación tranquilamente, se maldecía otra vez por ello –no sería ni cerca la primera vez que sucedía- se quejaba frustrado y apretaba los ojos, concentrándose en sentir las estocadas, ¿Cómo era posible que algo así sucediera una y otra vez? Algo debía estar mal en su cerebro. Y es que todo el tiempo estando ahí sobre la mesa, gozando del clásico sexo desbaratado con su pareja, si pensaba en el menor su placer se esfumaba mágicamente. Era trágico, pero llevaba pasando así desde hace varios meses.

   Se excitaba con las cosas que hacia Yamamoto, con sus besos, sus descaradas caricias, y por supuesto que el menor era muy bueno en la cama, además de que lo quería mucho –no se aventuraría a pensar en amor- pero después de un tiempo durante el sexo, solía fantasear con otros de vez en cuando. Aquello poco a poco se convirtió en una necesidad, y ahí estaba otra vez, incapaz de tener un orgasmo de no ser que se imaginara en los brazos de otro.

   Clavaba sus dientes en el cuello ajeno mientras trataba de impulsar sus caderas, cerraba sus ojos y en su mente era Reborn quien lo estaba embistiendo en ese momento. El asesino era tan endemoniadamente sexy a sus ojos, desde que se había vuelto adulto nuevamente, no hacía más que coquetear con todo el mundo, incluido él y rayos, varias veces había estado cerca de caer en la tentación… Las manos de la lluvia apretaban su trasero mientras lo sentía hincharse en su interior y arremeter con más fuerza. Y para el aquellas manos ásperas y grandes eran las del asesino, que lo empalaba con crueldad sin compasión, sin pensar en el, solo queriendo correrse llenando su interior con su semilla…

   Y enloquecía, su vientre se estrujaba y ardía, y se corría abundantemente mientras gemía aun manteniendo la mordida, es que si dejaba libre su boca gritaría el nombre del maestro de su novio a todo pulmón mientras disfrutaba del placentero orgasmo mientras el otro se vaciaba en su interior. No sería bueno para nadie.

   Takeshi lo dejaba sobre la mesa, mientras acompasaban sus respiraciones y sudaban a mares. Se mantenía en su interior una rato hasta que el sopor del orgasmo pasaba, y se retiraba con cuidado, sonriéndole al hombre bajo el, dándole un beso húmedo en los labios.

   Hibari lo recibía para luego quitar al otro sobre si y retirarse del lugar. Se iba a la ducha, donde trataba de no pensar sobre el tema, el asunto de su desviación ya lo tenía sobrepasado, quizá aun intentara mínimamente dejarlo atrás pero no lo lograba y lo sabía bien.

   Mientras se daba un baño rápido se decía nuevamente que no le hacía daño a nadie con eso, que no debía preocuparlo y luego salía, se vestía y se retiraba sin un adiós.

   Esa noche tendría una misión de las de su gusto, con mucha sangre de por medio, llegando al lugar determinado descubría que tenia compañía esa noche. Un “chaos, Hibari” le quitaba la calma antes adquirida… si, lo único malo de eso, es que su fantasía de repente podría ser realidad, y el pobre de su novio no podía evitarlo…

 

 

Notas finales:

muchas gracias por leer :D te agradeceria mucho si me dejaras un review para saber tu opinion sobre este fic

xoxo

nos leemos!!


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