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Quieres una vida normal? por kiojy 06

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Notas del capitulo:

ya se ya se u,u me tarde mucho linchenme si quieren pero es que me qeude atirado y acabo de salir de la escuela xDD asi que en teoria estoy a tiempo... bueno ya prometo subir el capitulo antes de que acabe el año :D

 

eso si sobrevivimos al fin del mundo >3<


esperoq ue los disfruten

Entrar a una universidad es difícil, entrar a aquella universidad era casi imposible,  pocos lo lograban y de ahí el por que del reducido numero de alumnos en comparación con otras escuelas. Quienes entraban tenían para ellos las nada molestas 730 hectáreas de terreno que conformaban  una de las mas grandes cases de estudios superiores de todo Japón.

 

Toda esta propiedad dividida en cuatro escuelas principales: la primera; la escuela superior de ingeniería, con un estilo arquitectónico de art deco, cuyas medidas y edificación se presumían eran exactas y calculadas por los mismos estudiantes, de una altura considerable, en donde cada piso correspondía a una especialidad diferente, físicamente muy parecido al edificio Chrysler de Manhattan, solo que mas ancho y sin tantos pisos. Las puertas de cristal grueso, daban vista a las pulcras y hasta se podría decir que frías instalaciones de acero, y donde antes de ellas justo a los costados de las puertas permanecían imponentes unas estatuas de Aristóteles, que sostenían en un arco el lema de la escuela de ingeniería.

 

El segundo; correspondía a las materias de licenciatura y administración, con una arquitectura al puro estilo high-tech, sin duda mas moderna en cuanto a  estructura de todas las escuelas, basado en una sede central de Hon-Kong, los estudiantes enemigos declarados de la escuela de ingeniería se decía,  todos vestidos de traje, siempre pulcros y perfectos, la entrada de la escuela eran igualmente de cristal, un poco mas refinado se veía, dando a relucir el interior un poco mas coloridito que el de ingeniería pero igualmente lleno de tensión, como si la gente viviera de prisa dirían algunos,  la estatua que adornaba y era el orgullo de la escuela se encontraba a unos metros de ella rodeada de un pequeño muro de arbustos en donde,  Herodoto –padre de la historia-  sostenía en sus manos  un papiro, mientras el lema de la escuela yacía a sus pies en una placa dorada.

 

La tercera; quizá no tan demandad, una escuela de deportes, donde únicamente personas con talentos natos para cualquier disciplina eran recibidas, no importando su corta edad, el edificio, de arquitectura eléctrica, sin duda mas vivo que los otros dos edificios, era pequeño, apenas con suficientes aulas para pequeños deportes, mas en cambio tenia detrás de el varios tipos de canchas, desde tenis hasta atletismo, pasando también por unos establos que servían para aquellos que estudiaban equitación. Estas instalaciones eran tan grandes que incluso estudiantes ajenos a esta pequeña escuela (pero inscritos en la misma universidad) tenían acceso a ella. Las puertas con marco de madera mas amplios ventanales de cristal, daban a  un recibidor donde la estatua de la escuela posaba como si de un museo se tratase. Siendo esta un imitación mas grande del discóbolo de Miron

 

La cuarta, pero no menos importante; la escuela de artes, sin duda de las 4 escuelas la mas hermosa en cuanto arquitectura, - artistas al final de cuentas- , de un estilo barroco, tan llamativo como tantos castillos e incluso la misma basílica, las puertas, talladas en madera y con un exquisito detalle siempre herméticamente cerradas,  el edificio adornado en el exterior con maravillosas esculturas y vídriales grandes, llamando siempre la atención aquella escultura que reposaba enfrente de la escuela, rodeada de un hermoso jardín de rosas, sin dudas una precisa imitación de la piedad de Miguel Ángel, y el lema a penas visto rodeaba tallado la misma escultura.

 

Todas escuelas estaban unidas por una serie de pasillos hechos de mármol, y cuyos pasillos principales daban directamente a un fuente igualmente de mármol que daba la bienvenida a los estudiantes que entraban desde el enrejado principal.  Con amplias aéreas verdes, llenas de arboles, incluso con un pequeño restaurante (bueno ni tan pequeño) para cada escuela, aunque comer ahí no era obligatorio ni mucho menos cerraba las puertas para estudiantes de cualquier escuela.

 

Sin dudas algo que cualquiera se daría el tiempo de admirar, excepto aquel rubio que clamaba por su muerte desde el piso. A penas el auto se hubiera estacionado y Minato informado que ya habían llegado, bajo del coche tan rápido como pudo, tambaleándose como gelatina hasta dar contra el concreto.

 

Juraba que jamás había extrañado tanto el suelo, la verdad nunca, pues si había algo que realmente amaba era volar, tan rápido como pudiera y con el viento chocando contra su cara, pero aquel aparato del mal provocaba en el exactamente todo lo contrario.  se arrastro apenas unos metros negándose a dejar el pavimento , para luego levantar su mano con la poca fuerza que le quedaba, en un gesto un tanto dramático para rogarle a dios que su estomago dejara de dar vueltas.

 

—Te encuentras bien? —pregunto alguien junto a el, con voz monótona y realmente sin mucho interés.  El rubio se crispo, podía reconocer  esa voz donde fuese (para su desgracias, como solía decirlo ), molesto por su sola presencia decidió encararlo, poso su mano en el tobillo del contrario, no le daría el gusto a ese sujeto de verlo en ese estado. 

 

Al fin logro pararse sujetándose del cuerpo del moreno y solo para hablarle de mala gana —I…ta…chi…— siseo disgustado… y verde… muy verde, sosteniéndose a penas del brazo de mayor.

 

—No tienes buen color— comento lo obvio sin cambiar su expresión. “Vaya que aquel Uchiha era irritante” se irrito mas el ojiazul

 

—Estoy perfectamente, ahora esfúmate— se quejo el ojiazul

 

—Dices eso, pero estas aferrándote fuertemente a mi— indico de forma calmada. El rubio volteo a ver su mano sujetada del fuerte brazo del ojinegro, incluso vio, como sin ningún desprecio por el contacto, el Uchiha le ayudaba mantenerse en pie, eso le hizo sonrojar y soltar al pelinegro alejándose  todo lo que había avanzado para alejarse del auto. Su inconsciente lo estaba traicionando nuevamente, justo como ese día en la bañera con naruto, cuando había dicho que sin dudas el mayor era el más guapo entre los hermanos Uchiha.

 

El viento soplo fuerte repentinamente, sacudiendo levemente el largo cabello de ambos jóvenes, sus miradas se encontraron de repente y un extraño sentimiento se coló por todo su cuerpo. “Como la primera vez” fue el pensamiento del rubio al verse atrapado en la mirada carbón, igual que en aquel entonces.  No pudo evitar examinarlo minuciosamente, vestía un pantalón azul de mezclilla (tela que había descubierto recién por cierto), una camisa roja y un saco de vestir en color negro, cosa que lo hacia lucir elegante, casual y bastante atractivo, su cabello largo de un color igual  de intenso que sus ojos, amarrado como siempre en una coleta baja, su flequillo de enfrente caía rebeldemente en su ojos al no traer la banda puesta y el viento que hacia no ayudaba mucho para acomodarlo se sonrojo un poco ante la visión y se sonrojo aun mas cuando en un gesto que el clasificaría como “sensual” el Uchiha llevo un de sus manos al cabello  llevándolo  hacia atrás para acomodarlo. 

 

¿Desde cuando ese bastardo se veía tan guapo” fue otro de los pensamientos del ojiazul mientras evitaba giraba su mirada para evitar cualquier contacto visual que sin duda le aceleraría el corazón justo como ahora. Se regaño a si mismo, el Uchiha siempre había sido apuesto, la única diferencia es que quizá solo ahora se molestaba en notarlo.  Le miro de reojo solo para confirmar que la mirada obscura seguía sobre el provocando que su cara se pusiera a un mas roja. No entendía que era esa extraña sensación en su estomago que le hacia actuar tan extrañamente tímido.

 

El Uchiha, al igual que el rubio había sentido esa pequeña punzada en el pecho al momento de verse a los ojos, lo miraba fijamente intentando nombrar aquello que hace apenas unos segundos había sentido, observo  todo, desde lo s tenis en color negro, pasando por el pantalón verde militar  con muchas bolsas y algunas cadenas, la camisa  de color negro que no se podía ver si era de manga corta o larga por la sudadera de color hueso que traía encima de esta. Su cabello estaba suelto, itachi pensó un momento, nunca lo había visto así, pero le gustaba.  Su ojo izquierdo estaba cubierto aun por su cabello, si se lo preguntaban al moreno era un desperdicio que tan bonito rostro fuera ocultado así, en especial si estaba cubierto por adorable color rojo en la mejillas. Rio internamente queriendo saber que era lo que le avergonzaba tanto.

 

—Ya te sientes mejor? —indago el Uchiha si apartar la mirada del rubio

 

—No me siento mal!! — Se quejo—Es solo que ese estúpido carruaje revuelve mi estomago— aclaro avergonzado de su propia debilidad y es que se escuchaba tan patético.

 

—puedes volar, pero no soportar un viaje en eso? — pregunto divertido, sonriendo pero conteniéndose para no carcajearse.  El rubio lo miro sorprendió, sonrojado y hasta asustado, tan solo por que, itachi Uchiha, ninja de rango s, en los primeros lugares del libro bingo, un hombre desalmado que incluso era temido por algunos hokages. ¡¡¡Estaba sonriendo!!!, sin sarcasmo o doble intención, una hermosa sonrisa que había sacado mas de un suspiro a las jovencitas que pasaban por ahí  y que hubiera dejado sin palabras a mas de uno, como ahora al rubio, que sacudía su cabeza frenéticamente para entrar en razón .

 

—N…Na…Naruto dijo lo mismo…— tartamudeo, sinceramente, entre menos patético quería lucir sentía que mas metía la pata.

 

—Aun que ciertamente, la sensación de estar arriba es un tanto diferente a un carruaje normal— le apoyo aun sonriendo. El corazón del ojiazul pedía a gritos que detuviera esas expresiones, que lo hacían lucir tan diferente de lo habitual. —Sabes, cuando dejamos el hospital me di cuenta de que cometí un error al no pedir tu ubicación y la de naruto-kun— empezó a hablar acercándose al rubio. —Pero me alegra que podamos encontrarnos aquí, parece eso que muchos llaman destino— sonrió un poco burlándose de sus propias palabras.

 

Itachi no dijo mas, tan solo lo miro en silencio, sonriendo solamente un poco, el rubio no se atrevió hablar solo miro al piso, por que a diferencia del moreno el no podía sostenerle la mirada, a pesar de incomodarle la atmosfera no hizo nada por arruinar el momento, en especial por que empezaba a gustarle.

 

La tos seca y fingida (por que ni siquiera se atrevió a disimularla) los saco a ambos de su ensoñación con los ojos del contrario, el rubio enrojeció a verse atrapado por el que ahora era su padre, mientras el Uchiha volvía a su taciturna expresión ¿Cuánto tiempo había pasado mirándose de esa forma?, no lo sabia, pero había sido el suficiente para desesperar al cuarto hokage, que les veía en ese preciso momento con cara de pocos amigos.

 

—Dei, vas a llegar tarde— hablo el rubio mayor sonriendo forzadamente mientras daba pequeños empujones a su retoño  para que se separar del moreno — Yo mismo te escoltare hasta tu salón— se ofreció amablemente llevándose casi a la fuerza a l menor

 

—Ah… Minato-san!... espere…— se quejaba el rubio mientras era obligado a continuar su camino. Aunque se sintiera un poco aliviado de no verse obligado de sostener la mirada al Uchiha

 

—Le sugiero que también se vaya a clases jovencito— siseo obviamente corriéndolo y es que, como se atrevía a mirar de esa forma a su pequeño.

 

—Tiene razón— apoyo el Uchiha, no quería pelear con el rubio mayor — Nos veremos luego Dei— se despidió sonriendo ligeramente  metiendo una mano a su  y levantando la otra con la palma abierta. El ojiazul se torno de color rojo, jamás hubiera creído al Uchiha capaz de llamarlo por un mote cariñoso, realmente quería regresar a casa cuanto antes o si no su pobre corazón no aguantaría.

 

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El pequeño rubio (ni tan pequeño) había quedado maravillado  al entrar en aquel edificio de artes,  si el exterior del edifico era hermoso el interior lo dejaba opacado, los ventanales de colores ofrecían lindas imágenes de vírgenes, santos y alguno que otro animal, algunos muros pintados al oleo mostraban diversos estilos de pintura. Sin duda alguna la definición misma de belleza, ahora solo faltaba que alguien llenara el lugar de C-4  y lo hiciera explotar para que su belleza quedara en el recuerdo de aquellos que lo habían conocido.

 

Fue escoltado  por todo el camino por su rubio progenitor  después de que  el mismo lo alejara  tan exageradamente del pelinegro.  Había ignorado toda la palabrería de Minato que le guiaba explicando quien sabe que cosas pero que parecían importantes, quizá debió haberle prestado atención en lugar de mirar embobado el lugar.

 

Choco con la espalda del mayor, quien se detuvo de repente enfrente de uno de los tantos salones que existían — Llegamos— dijo el rubio abriendo e aula para dejarlo pasar. Era un salón de clases similar al de la academia ninja,  solo que mucho más grande. —Aquí será tu primera clase y este es tu horario— sonrió el mayor  despeinando el cabello del menor con mucho cariño— Si tienes dudas pregúntale a tus compañeros que no te de pena. Yo trabajo en el edificio de ingeniería así que solo pregunta donde esta si necesitas algo, recuerda te veré a las 4 en la fuente de la entrada para irnos juntos a casa ya luego te explicare como irte por tu cuenta— explico finalmente, para luego despedirse de su “hijo” con un beso en la frente.

 

Deidara entro al amplio salón y subió hasta la cuarta fila para sentarse del lado derecho unos lugares después del inicio, dejo caer la mochila aun lado de el y se acurro en su asiento poniendo los brazos a manera de almohada. Su vista se fijo en le entrada, esperando que alguien que conociera entrara para por lo menos no aburrirse tanto. Pasaron los minutos unos tras otro hasta formas 10, ninguna de las jóvenes personas que entraron y se acomodaron en las bancas eran conocidas para el.  Se dio por vencido escondiendo su cara entre sus brazos y dispuesto a dormir.

 

Estaba a punto de caer dormido cuando lo escucho. Un breve, desanimado pero cortes “Buenos días” que llamo enteramente su atención  el sueño se esfumo rápidamente e incluso en el shock se había puesto de pie.

 

—Bien jóvenes veremos ahora la historia del arte neoclásico— empezó a explicar el profesor sacando algunas hojas del maletín que portaba consigo ignorando por completo a aquel rubio quien se hubiera levantado de su asiento y empezado a bajar las escaleras si apartar la vista de el—Como vimos la clase pasada…..— prosiguió  mas se detuvo al ver a la cabecita rubia fuera de su puesto mirándolo insistentemente —Pasa algo joven Namikaze? —pregunto extrañado el profesor   la cara de consternación del ojiazul.

 

¿Qué si pasaba algo? Ni siquiera sabia como llamar a aquella situación. Ahí frente a el se encontraba cierto pelirrojo, su maestro, amigo y compañero de akatsuki. Fue un poco extraño como se desarrollaron las cosas después de eso,  el asombro inicial del ojiazul había pasado velozmente a ser un alegría desbordante, la confusión en su rostro se trasformo en una sonrisa brillante y llena de ilusión. Como un niño pequeño que abre  un regalo en navidad.

 

El pelirrojo no supo en que momento el rubio había tomado carrera, pero ya estaba saltado sobre el, pasando olímpicamente el escritorio que  se oponía entre ellos. Para cuando quiso hacer algo ya estaba en el suelo con lo brazos del ojiazul rodeándole asfixiantemente gritando “danna” una y otra vez, mientras un avergonzado Sasori trataba de zafarse.

 

—Que cree que esta haciendo?!!! — grito alterado y sonrojado el pelirrojo que aun intentaba librarse del alegre rubio. Que ajeno a sus reclamos recargo su cabeza en el pecho del mayor, pensó que era demasiado cálido para ser una marioneta, incluso el acelerado palpitar le parecía extraño.  Lo sopeso unos momentos, incluso dejo libre al ojigris sin embargo quedo sentado en su regazo,  su mirada era ahora tenia cierto brillo, su cara aunque permanecía como la de un joven se podían ver marcados de alguna forma el paso de los años, como si la experiencia estuviera tatuada en su rostro, que por cierto era suave al tacto (lo sabia por que había empezado a tocarlo).

 

El pelirrojo se quedo quieto, sintiendo  como era cuidadosamente analizado, si bien Deidara desde la primera vez que lo vio le pareció un alumno algo interesante jamás creyó que lo tendría enzima de el siendo seducido por sus profundos ojos azules.  La expresión de sorpresa del rubio le llamo la atención, en especial cuando sus mejillas (las de Deidara) se tornaron de un pequeño color rosa.

 

—Danna… —llama un poco asustado— Estas… vivo?... — mentiría si dijera que la pregunta no lo descoloco,  pero le hizo volver a la realidad.

 

—No me digas? — dijo sarcástico

 

—Y… eres…de… verdad— dijo picándole la mejilla al mayor repetidamente, como si aun no pudiera creerlo.  Miro al chico estupefacto, ¿Qué se supone que debía contestar a aquello? — Danna— llamo nuevamente dejando atrás las minoridades y sonriendo dulcemente para sorpresa del marionetista (ahora maestro) — Lo extrañe tanto — susurro mientras lo abrazaba nuevamente, aprovechando que el mayor estaba apoyado en sus codos para color sus manos por la espalda.

 

El mayor volvió a sonrojarse, por que ahora que era humano no podía evitar que su cuerpo hablara por el.  No entendía que le pasaba a su alumno, apenas habían pasado 4 días desde la última clase que tuvieran y dudaba que su materia fuera la que llamara tanto la atención del rubio.

 

Pronto, noto las miradas curiosas de sus demás discípulos, cuchicheando y seguramente haciendo suposiciones erróneas, su compostura volvió enseguida, miro seriamente el rubio y se dirigió a el tan fríamente como le fue posible.

 

—Joven Namikaze , si no vuelve ahora mismo a su lugar, me veré en la necesidad de suspenderlo — Hablo firme, intimidante sin duda, si tan solo el rubio hubiera entendido que significaba aquella amenaza, todo hubiera salido mejor.

 

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Frustrado, cansado y exasperado, podrían ser las palabras exactas para definirlo justo en ese momento incluso, aunque la clase ya hubiera terminado desde hace varias horas, aun tenia a cierta cabecita siguiéndolo de un lado a otro, parloteando algo sobre ninjas y un mundo fantasioso, mas que nada podía escucharse repetir varias veces el nombre de “tobi” .

 

Cerro los ojos cansado, apretando con demasiada fuerza el maletín que traía en la manos, a punto de reventar si el ojiazul decía alguna bobería mas—Y entonces kizame lanzo su espada a tobi, jure que esta vez moriría pero no fue así… es como una cucaracha — siguió platicando el rubio como informándole al pelirrojo todo lo que se había perdido.

 

—Podrías dejar de seguirme!! — grito haciendo que algunos curiosos transeúntes lo miraran asustados. El rubio al contrario asintió feliz sin embargo el grito solo sirvió para que el ojiazul guardara silencio mientras seguía el mismo camino que el, solo que unos cuantos pasos atrás. El ojigris podía ori perfectamente el <<tap>>  de los tenis tratando de seguirle el paso  retándolo a explotar una vez —Que no tienes clases a  las cuales ir? — pregunto exasperado,  deteniendo su paso para mirar  de mala gana al ojiazul.

 

—Quien sabe…— susurro el rubio colocándose el dedo en el mentón como si realmente pensara en ello (cosa que no hacia). El tic en el ojo del pelinegro y la pequeña vena palpitante en la frente no podían  ser mas evidentes.

 

—Deidara— se escucho una tercera voz. Ambos voltearon encontrándose con un moreno, que caminaba calmado hacia la pareja de un modo exquisito y elegante, enseguida, el pelirrojo volteo su mirada hacia el chico de cabello dorado que recibía a su compañero con cierta mueca de desagrado  y otro sentimiento que no pudo definir, pero que parecía gravarse profundamente en aquellos posos azules. No supo por que pero eso irritaba al marionetista…pero, si lo pensaba bien era su oportunidad de escapar del blondo.

 

—Itachi, que haces aquí? — pregunto con cierto fastidio

 

—No tenia una clase y quise buscarte para investigar— resumió  monótono el pelinegro.

 

—No es necesario, pero mira…— pareció olvidar el aburrimiento que le causaba el Uchiha, en cambio sonrió emocionado, ansiando poder compartir su pequeño descubrimiento con el ojinegro —Encontré a Danna!! — exclamo feliz señalando a lado suyo para mostrar al marionetista, que, curiosamente ya no se encontraba junto a el si no corriendo desesperadamente unos metros muy lejos de el. —Danna es muy rápido — elogio con admiración—Eso Danna no pierdas la condición!! — le grito animándole a continuar. 

 

“Es tan obvio que huye de ti” fue el pensamiento del moreno aun con su cara de póker… aun que obviamente no diría nada. —Acompáñame— acoto el Uchiha poniéndose en marcha, seguido del ojiazul que lo  maldecía por lo bajo por darle ordenes.

 

El pelirrojo por su parte, corrió hasta que su aliento humano no lo dejo mas, había escapado triunfante del rubio hijo mayor de Minato, un colega de la universidad. No es que tuviera una larga y solida amistad con el, pero el rubio siempre había tenido algo en su ser que lo hacia agradable para cualquiera que le conociera, que lo hacia querido y respetado,  el no era la excepción. Incluso en su primeros días como profesor el se había dedicado a orientarle y darle consejos como lo haría un padre, un hermano o un amigo de la infancia.

 

Con paso firme, se abrió (valga la redundancia) paso entre los estudiantes, hasta llegar a la parte trasera de las 4 escuelas, donde, apenas escondido, salía a relucir un edifico pequeño -en comparación con los demás- simple, pero bonito. Un lugar en donde los alumnos no podían ingresar al menos que fuera en compañía de un profesor y realmente no querían entrar ahí, el terrible edificio de maestros.

 

El pelirrojo entro, pasando directamente al segundo piso, la sala de “físico-matemáticas”  con la clara de encontrar al padre de su rubio acosador. No tardo mucho en hacerlo, pues la dorada cabeza sobresalía entra las calvas, cabellos plateados o castaños de los demás profesores. —Minato-sensei! — grito un poco enojado  logrando catar su atención.

 

—Sasori-chan, cuanto tiempo— saludo siempre alegre el Namikaze

 

—Por favor no me diga así— reclamo conteniendo su enojo—Y podría hacerme el favor de decirle educar correctamente a su hijo— reclamo calmado, pero aun molesto. El rubio lo miro sin entender nada. —Tu hijo…— susurro con algo de fastidio— Acaba de saltarme encima, comenzó a abrazarme gritando “Danna”, “Danna” una y otra vez, y s como si eso no bastara estuvo siguiéndome por cuatro horas en todo el campus hasta hace unos minutos— finalizo cansado  e irritado.

 

—Oh lo siento, no tenia idea, luego hablare con el— sonrió despreocupado

 

—Tienes problemas? — intervino otra persona, un hombre moreno, bastante alto y de físico pesado, bastante tenebroso, su cabello café caía un poco largo hasta mucho antes de sus hombros. —En mi clase hay un vándalo llamado Hidan, antes de cada examen se pone hacer un extraño ritual en medio del salón de clases para que su “dios” le ayude— gruño molesto cerrando sus ojos verdes— Imagínate soportarlo bailando y gritando en africano de aquí a allá

 

—Eso no es nada— se quejo una cuarta voz, presentando a un profesor de cabello plateado, sin dudas muy guapo, y seguro lo seria mas si no ocultase su cara detrás de un cubre bocas. —Yo tengo una niñata detrás de mi, ayer lleno la entrada de mi caza con perros de peluche… 57 para ser exactos, por que se entero que me gustaban los perros— termino si historia algo deprimido y por que no, hasta traumado.

 

—Es que Kakashi-kun es muy mono— comento de nuevo Minato al parecer sin entender la gravedad del asunto— Si tuvieras una linda novia, quizás las alumnas se calmarían… además deberías conseguir una antes de que pierdas el encanto.

 

—Paso de esas cosas sensei— respondió sin dar mas cuerda al asunto, sabia que de todas formas no ganaría.

 

—Pero… de verdad lamento no poder hacer mucho Sasori-chan…veras mis hijos… tanto Deidara como naruto… al parecer tienen una extraña enfermedad…— los tres hombres enmudecieron—No se que paso, un día estaban bien… y al día siguiente… ya no eran ellos… no recordaban nada, es como si… los hubieran cambiado— soltó una pequeña carcajada ante su ilógica afirmación—  Kushina y yo estamos preocupados… no sabemos que hacer.

 

—Animo Minato— hablo el castaño poniendo su mano en su hombro para reconfortarlo— Tu familia te necesitara bien

 

—Es verdad… por cierto Sasori-chan… que paso con dei?

 

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Estaba parado de puntitas, estirándose todo lo que su escasa estatura de 1.66 le dejaba y aun no había sido capaz de siquiera tocar el lomo azul del libro que necesitaba. Dejo que su excelente equilibrio trabajara y despego un pie del suelo, al menos ya había rozado el dorso que anunciaba en letras doradas “la tierra”, pero aun así aun no alcanzaba a sacarlo.

 

El rubio había sido guiado a un amplia biblioteca, anexa al edificio de licenciaturas, por que cada escuela tenia su propia biblioteca, con libros mayormente específicos de acuerdo a su área.  Tanta cantidad de libros solo podría equivaler a juntar todos los documentos de las aldeas existentes, o al menos eso aseguraba el rubio.

 

Iba a darse por vencido cuando sintió un segundo cuerpo cubrirle la espalda, el inconfundible aroma acuático (fresco, fuerte pero ligero) de la loción de Uchiha le hizo saber quien era el cuerpo rosando el suyo y también lo hizo ponerse nervioso. En especial cuando sintió la mano izquierda del Uchiha posarse sobre su cadera mientras la otra recorría en una fina caricia el brazo extendido del rubio hasta dar con el libro que con tanta insistencia quería alcanzar.

 

—Este es el que querías? — pregunto susurrando en su oreja, el ojiazul daba  gracias adiós que estaba a espaldas a el así no podría ver su sonrojo. Asintió y dejo que el azabache tomara el libro haciendo visible sus 8 centímetros de diferencia— Aquí tienes— se lo extendió una vez que lo tubo en las manos.

 

—No necesitaba tu ayuda — se quejo el rubio tomando el libro y desviando su azul mirada de la carbón de su acompañante, tratando así también de contener el acelerado  latido de su corazón. El Uchiha no le contesto solo lo observo durante unos segundos.

 

Se dirigieron a una de las muchas mesas largas de madera que estaban libres, sentándose uno frente al otro, abriendo los libros para ver con que se encontraban. La primera página del libro de Deidara mostraba la fotografía vista desde el espacio del planeta tierra, paso la hoja asombrado encontrándose con varias imágenes mas de la misma, otra hoja y las imagen esta vez detallaban con una hermosa precisión el piso de la luna e incluso la misma luna, unas cuantas hojas mas y podía ver mas planetas, seguido de fotos de la galaxia y de muchas otras mas.

 

Entre mas paginas pasaba, mas caos había en la mente, como alguien podía asegurar que todas esas cosas existían. O que había viajado a ellas, en caso de la luna y Marte. Ojeo algunas páginas más donde los continentes eran señalados, primero América seguido de Europa, África y Asia, no quiso mirar más, levanto su mirada del libro para ver un muy concentrado itachi que apenas iba en su primera pagina ( el si leía la información).

 

—Itachi tienes que ver esto!! — grito levantándose de su silla y recibiendo un “shhh”  de parte de la encargada que pasaba por ahí. Ofreció su libro al moreno y dejo que lo ojeara como el lo había hecho, paso precisamente en la pagina de la luna, el ojinegro parecía tan sorprendido como el y como no estarlo si el libro aseguraba que la luna no era mas que un satélite , una enorme roca oscilando alrededor de nuestro planeta.

 

—Y entonces… donde esta el jubi? — pregunto mas para si que para el resto y Deidara no pudo evitar verlo confundido.

 

—AGHH donde demonios estamos?!! — grito Deidara y otro “shhh” mas le mando a callar— Quiero ir a casa— dijo sentándose en una silla a lado de itachi.

 

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El retumbo de los motores era fuerte, pero audible.  En aquel lugar tan repleto de gente poco importaba el sonido que los aviones emitiera. La gente hablando, el voceo interminable sobre los vuelos que llegaban y salían,  los pitidos de las maquinas de seguridad e incluso uno que otro ladrido de los perros guardia;  todo aquello opacaba enormemente al eco de las turbinas, todo ello le causaba jaqueca.

 

Camino derecho, con un porte altivo, del tipo que intimidaría hasta la persona mas ruda. Incluso las personas le abrían paso, casi por inercia, respetándolo instintivamente. Pero era el, que otra cosa mas podía causar su persona si no era respeto (miedo). No importaba su equipaje pues con tan solo una llama podían llevarlo a donde el quisiese incluso a Egipto, a lo mas alto de una pirámide si así lo deseaba.

 

En cambio siguió caminado hasta salir por la puerta principal de aquí lugar, con la misma seguridad siguió derecho hasta topar con un auto negro, como su cabello o color de ojos incluso el traje que portaba. ¿Por qué, que otro color le haría que su piel blanca resaltaran como lo hacia aquel?  Subió a el, en la parte trasera y dio al chofer una pedazo de papel que contenía una dirección.

 

Dejo que el chofer lo llevara, mientras el miraba con atención el lugar al que había arribado. Japón sin dudas era hermoso… aburrido (según el) pero hermoso.  Cuantas cosas habían cambiado en los últimos 10 años de ausencia. Eso sin dudas le causo un poco de nostalgia, pero no cambiaria el hecho de que detestara estar en ese lugar. Ni siquiera sabia por que había vuelto, solo sabia que una mañana despertó con las deseos de ir, un deseo que rayaba mas en una necesidad compulsiva.

 

Pero ahora ya estaba ahí, esperaría unos cuantos días a que esa sensación pasara, visitaría a unas cuantas persona y luego regresaría a Alemania… quizá pasaría por Italia… Por lo mientras se quedaría en Hotel Grand Price, no en vano tenia tanto dinero. Fueron unos minutos en el coche, en cuanto llego el ballet parking se encargo de abrirle la puerta.

 

—Buenos días señor— saludo el joven con su uniforme rojo y haciendo una breve reverencia, el no contesto, no tenia que hacerlo.  Se dirigió al  hacia la entrada donde otro hombrecillo rojo le abrió la puerta para que el pudiera ir a la recepción.

 

—Buenos días señor, en que puedo ayudarle?

 

—Deme la presidencial— ordeno más de lo que pidió. La mujer encarno una ceja y siguió con su trabajo.

 

—Tiene reservación? — pregunto curiosa la señorita mientras escribía en el computador.

 

—Esta es mi reservación— dijo sacando su American Express Centurion Card(ósea la platinum xD), la mujer no pudo evitar cara de sorpresa, rara vez los clientes podían dar el lujo de sacar la tarjeta, además el dueño de la misma era bastante guapo.

 

—L…l…lo siento, pero sin reservación…

 

—Lo lamento señor… es nueva— interrumpió el gerente sonriéndole al ojinegro, pasando olímpicamente de la recepcionista y entregando la llave directo a las manos del pelinegro — Es un honor volver  a tener su presencia en un lugar como este…— sobre adulo — Señor Uchiha

 

El pelinegro sonrió de medio lado, al parecer podían cambiar muchas cosas, menos aquel sujeto que le adulaba tan falsamente con tal de obtener dinero, pero poco le importaba conocía a muchos como esos —Por favor, llámame Madara… Orochimaru 

Notas finales:

me quedo muy raro no? ._.

bueno prometo mejorar el proxima y recuerden todas sus sugerencias son tomadas ya analisadas por un grupo de gallinas que eligen si las pongo en el fic o no owo

 

Y gracias por su rewins son muy bonitos todos >w< y me hacen reir xDDD


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