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Quieres una vida normal? por kiojy 06

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Notas del capitulo:

Me tarde muuuuuuucho mas de lo que esperaba, pero la verdad , la universidad a parecido mas un campo de batalla que una escuela, me pregunto cuando fue la ultima vez que dormi bien ._.

 

Bueno con todo y eso pude hacer un capi mas o menos largo, espero que les guste. n.n

Caminaba rumbo a su habitación, pasando a lo largo de las monumentales escaleras, dejándose guiar por el barandal pintado de oro hasta el  inicio del primer piso.  Hace apenas unos instantes que estaba en el gran comedor, aquel donde sus padres habían decidido darles un sermón a el y a Sasuke de lo que esperaban de ellos como hijos… no, como Uchihas.  Había estado leyendo uno de los tantos libros que le ofrecía su pequeña biblioteca personal, el único mejor dicho, ya que la mayoría por no decir que todos eran libros de economía y administración. Sin embargo había podido hallar en el rincón mas alejado y olvidado aquel pequeño libro de tapa blanca y letras doradas.

 

Una novela, al parecer de misterio. Y si bien no era muy dado a aquel tipo de lectura, era mejor que leer sobre activos y pasivos. Disfrutaba de su lectura en el comedor, lo prefería sin dudas a su habitación,  aquel lugar  le daba una extraña sensación de melancolía,  a pesar de ser amplia y refinada, para el no era mas que una prisión elegantemente decorada… toda la casa en realidad. En ella solo podía ver el campo de entrenamiento en el que pasaba horas e incluso días intentando perfeccionar cada uno de sus movimientos con tal de darle gusto a su progenitor.

 

Cosa que al parecer en aquel lugar no era muy diferente, lo había notado cuando su padre llegando de su trabajo hubiera ido a la mesa donde estaba, dispuesto a cenar.  Ahí fue cuando un vez mas sintió la mirada penetrante de su padre sobre su persona. Aquella miraba llena de orgullo, de expectativas, de una admiración casi insana, por la cual Sasuke hubiera matado, la que tanto odiaba. Por que solo le hacia tener  responsabilidades que no quería, justo como las de un artista que mira su obra final después de años de trabajo.

 

 Porque eso era el, no era mas que arcilla que su padre había modelado a imagen y semejanza de lo que el consideraba perfección shinobi. No es que odiara a su padre, al contrario, lo quería, lo respetaba, pero detestaba que lo tratara como alguien superior solo por su talento natural para algunas cosas.

 

Prefirió levantarse de la mesa e ir a su habitación, alegando un dolor de cabeza,  que a pesar de ser solo una excusa no le quitaba veracidad, por en realidad le dolía.  Se dejo caer en la cama cuando llego. Dejo que sus brazos abarcaran toda su extensión mientras sus pies colgaban fuera de la cama a partir de su rodilla. Miro el techo como buscando algo que llenara el extraño vacio que sentía por dentro.

 

Fue entonces que una imagen del rubio paso  inmediatamente, desconcertándolo e incluso obligándolo a sentarse  de nuevo en el colchón. Lo medito brevemente, observando aquella extraña manía de mencionar el arte en cada analogía dicha anteriormente. Se sintió asustado,  por primera ves en mucho tiempo.

 

Fue incomprensible como la sola idea de que le gustase el rubio le llenara de terror. Y es que, a esas altura sabia perfectamente que alguien como el no necesitaba, no merecía y no quería sentir algo como eso de nuevo. Porque al contrario de lo que muchos pensaran el sabia amar, amaba a su hermano, a sus padres, a la aldea, pero también sabía que hacerlo dolía y dolía mucho. Insistió en negarlo, en buscar algo que le distrajese, evitando que pudiera pensar en aquello. Pensó mejor en su situación, en como regresar a casa… si es que existía una.

 

Solo hacia cuatro días que había ido a parar a ese lugar y aun no encontraban una respuesta a lo sucedido.  No sabía que explicarle a su  hermano menor, o a los rubios, lo único de lo que era realmente consiente es que al parecer, todo lo que conocían había quedado atrás… bastante atrás.  Hasta irónicamente creyó que la loca teoría de naruto de que por  alguna clase de magia  habían acabado allí.

 

Suspiro fastidiado, incorporándose de la cama para caminar una vez mas alrededor  del cuarto. Ya lo había recorrido un par de veces, pero aun parecía ser demasiado grande para una sola persona.  Miro el estante libros, nuevamente como para encontrar algo oculto entre las cubiertas que le pudiera sacar de sus apuros, obviamente eso no paso, vagabundeo su vista a lo largo de los diferente aparatos aun desconocidos para el, inspeccionándolos minuciosamente, se enfoco en uno en particular y camino hacia el, sentándose en la silla de oficina frente al curioso objeto.

 

Lo miro por todos lados, curioseando las decenas de teclitas que se formaban ordenadamente en el negro lujo. Recorrió con sus dedos varias veces los botones, sintiendo la textura liza del plástico, circundo una en especial, la más apartada de todas como si no formara parte de aquello y acaricio suavemente el botón sorprendiéndose un poco al verlo coincidir con su dedo índice. El símbolo fue lo que más le llamo la atención, siendo solamente un circulo sin terminar y una raya  vertical que tampoco acababa de atravesar el circulo.

 

Lo comparo con el símbolo de su clan, pero incluso eso le sonaba ridículo. Sacudió su cabeza un par de veces en forma de negación, y mejor dejo que su dedo índice se hundiera sumiendo el objeto a penas unos milímetros. Mentiría si no dijera que se espanto un poco (para empezar por que lo había delatado el pequeño saltito que lo hizo retroceder) cuando el botón despidió un brillo azulado, del mismo color del que se había tornado la pantalla antes negra.

 

Iba a acercarse nuevamente, pero la intromisión a su cuarto le hizo dar otro pequeño y sutil brinco de sorpresa para voltear a ver a la criada que entraba con una charola de plata en las manos y sobre esta un vaso de vidrio con agua y una caja de aspirinas. —Joven Uchiha, su padre me ha pedido que le trajera esto— hablo educadamente una menuda castaña con las mejillas teñidas en rojo.

 

—Déjala por ahí— hablo sereno sin sonreír pero sin sonar grosero. La muchacha obedeció viendo a penas por el rabillo del ojo al apuesto joven acercarse al aparato con sigilo como si lo fuera atacar.

 

—Joven se encuentra bien? — pregunto a riesgo de sonar metiche.

 

—Sabes usarla? — pregunto directo y sin voltear a verla.

 

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No podía evitar sentirse incomodo, a pesar de que tenia la confianza de permanecer calmado ante cualquier situación (era profesor después de todo), pero aun así había algo mal en toda esa situación. Estaba enojado, no podía comprender como a pesar de que el rubio tenia clases y seguramente cosas que hacer, se las pasaba por el arco del triunfo para pasarla pegado a el.

 

Ya eran 3 días desde que el pelilargo decidió ser su dolor de cabeza personal. Aun en clases, el rubio se quedaba quietecito y sin moverse (eso lo agradecía) a lado de su escritorio mirando a la nada, sonriendo bobamente mientras esperaba el fin de las clases para entonces, hablar todo lo que no había podido dialogar en horas de trabajo del mayor.

 

Lo malo era que pesar de ser irritante, empezaba a gustarle su presencia, su voz y sus gestos inocentes, dignos de un niño que esta descubriendo el mundo, justo como ahora. Hace apenas unos minutos que su celular había sonado, su error había sido dejarlo en la mesa, donde el sonido de una melodía y la incesante vibración habían llamado la atención del chico.

 

El rubio se encontraba mirando el particular aparato, no es que le tuviese miedo, pero ese imprevisible movimiento que tenia era particularmente extraño, se escudo detrás del escritorio, casi en posición de ataque, cual felino, esperando el momento adecuado para atacar  a esa cosa. No podía evitarlo, le había dado curiosidad al verlo cuando en un arranque de felicidad había saltado sobre su  profesor de artes para saludarlo, y es que cuando intento tocarlo, este se había puesto a repiquetear  insistentemente.

 

El pelirrojo había intentado cogerlo, responder a la llamada que había estado esperando, sin embargo el rubio se había adelantado a el, sosteniendo su mano para alejarlo de esa cosa, empujándolo al piso como si temiera que fuera a estallar. Ahora el de ojos grises no sabía si reír ante la tierna escena de un rubio, apenas asomándose por el borde de la escribanía, dejando ver únicamente sus ojos que escrudiñaban con miedo, curiosidad y desconfianza el celular. O si suspirar mientras se daba por vencido.

 

La oscilación provocaba el desplazamiento de dicho objeto, poniendo mas en alerta al ojiazul que inconscientemente imitaba a un gato asustado en guardia y con el pelo erizado.  El ojigris aguanto la carcajada que estaba por salir, pasando de largo del rubio para tomar su celular abriéndolo para responder.

 

—Bueno? — contesto el pelirrojo  tranquilo, intentando permanecer sereno a pesar de sus ganas de sonreír.

 

El pelilargo recobro su postura, parándose junto a el, acercándose… demasiado cerca pensó Sasori al sentir una de las manos del rubio en su cintura mientras la otra se apoyaba en su mano para poder pararse de  puntitas (por que ahora que Sasori era un humano en toda la extensión de la palabra, su desarrollo se había completado por lo que su altura había alcanzado su máximo) y hacer chocar su oído  contra el del ojigris  con solo el celular de intruso.

 

Deidara escucho apenas  por unos segundos una lejana voz proviniendo del objeto, sus ojos se abrieron de par en par, sorprendidos, llenos de interrogantes que no tardo en dejar salir. —Danna Que es eso?, Que es? — preguntaba y sacudía el brazo del maestro  que termino por cortar la llamada para centrar su atención en el pequeño.

 

—Es un celular, ya sabes como un teléfono…— el rubio no entendió

 

—Hay una persona ahí dentro u´n? Como entraron? — comento ingenuo el rubio inspeccionado el aparato que ya tenia entre las manos

 

—Eso es estúpido… ya sabes… es para comunicarse— obvio el pelirrojo

 

—Como un comunicador u´n?

 

 —Si, podría decirse que si, con esto puedes comunicarte con personas que estén lejos para platicar… o para emergencias… enviar mensajes, no lo se, en mis tiempos solo servían para hablar, ahora tienen tantas aplicaciones— explico sintiéndose un poco viejo ante sus propias palabras.

 

—Entonces…— la cara del rubio se ilumino —Si tengo uno podre hablar con Danna  cuando yo quiera u´n — hablo  emocionado, extendiendo su sonrisa

 

—Si…. Es decir no… ya te dije que soy tu profesor, no puedes ser así de intimo conmigo— lo regaño cruzando sus brazos molesto.

 

—Hablar con Danna cuando yo quiera — repitió ajeno al regaño , solo tomo sus cosas y salió del salón casi flotando de la pura alegría.

 

—Espera… no quise decir…— suspiro agitado, “¡¿Que demonios le pasaba ese rubio por la cabeza?!”

 

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Justo a la hora de la salida el rubio kitzune esperaba pacientemente a su nuevo progenitor, estaba sentado en la fuente que adornaba la entrada principal del lugar donde trabajaba su padre, meciendo sus pies armónicamente mientras admiraba, el chorro de agua salir y depositarse en copiosas gotas en la parte superficial de la fuente.

 

Era obvio que destacaba entre todo el alumnado por su uniforme de preparatoria, pero no dejo que la miradas de todos los mayores lo sacaran de sus pensamiento. Minato hace apenas una hora que había ido por el a la escuela y ahora le tocaba esperar  que el rubio akatsuki saliera de sus clases para hacerle compañía  y mas tarde el yondaime para llevarlos a casa.

 

—Naruto? — lo llamaron y el volteo para encontrarse con una mirada carbón.

 

—Itachi-san!! Cuanto tiempo ttebayo—saludo el ojiazul levantándose de su lugar y dirigiéndose hacia él.

 

—No ha sido tanto— regreso el saludo de forma seria, pero amable— ¿Cómo has estado? — pregunto por cortesía pero con verdadera curiosidad.

 

—Eh estado bien este lugar es genial— exclamo entusiasmado —No puedo decir lo mismo de Deidara ttebayo —  hablo riendo nervioso— No creo que le guste mucho este lugar, parece estar de buen humor cuando llegamos a casa, pero después de  un rato se desespera y se encierra en su habitación— se dio a entender mejor el rubio — No quiere ni hablar conmigo, no se como haremos para trabajar juntos si se comporta así — esta vez dejo su salir un poco de sus frustración. El pelinegro solo lo miro —Odio admitirlo, pero extraño a mis amigos ttebayo

 

—No te preocupes, encontraremos la forma de regresar— calmo el Uchiha mayor

 

—Solo espero que el teme y Deidara quieran cooperar

 

—Lo harán, solo dales tiempo— el viento soplo desordenado los negros cabellos que eran sujetados en una coleta baja, el rubio se sonroso ligeramente, Itachi era guapo, era difícil no notarlo. Rio un poco recordando que el akatsuki rubio le había comentado y se pregunto mentalmente si la belleza de un Uchiha estaba destinada a atraer rubios.

 

—Ustedes no son realmente tan malos como se ven ttebayo — rio el kitzune, notando por primera vez un cambio en el rostro del mayor, cuando arqueo levemente una de sus cejas “estaba sorprendido” pensó el ojiazul

 

—Que te hace decir eso? — Indago angustiado aunque su cara siguiera inexpresiva

 

—Ah… no se muy bien— hablo asustado al sentir la fría mirada del mayor sobre el— Bueno Iruka una vez me dijo, que no existían las personas malas, solo personas… con pensamientos diferentes o pasados tortuosos… —se quedo callado un rato, al ver que algo en la cara del azabache le molestaba. —Es decir… cuando los miro a los ojos… no veo maldad… veo algo así como tristeza, soledad,  son como los del teme, como los míos hace mucho tiempo— el silencio volvió a apoderarse del lugar, la cara de sorpresa de Itachi, parecía ser mas evidente ahora y eso inquietaba aun mas al menor. —Oh… podría equivocarme… no… no me hagas caso ttebayo —

 

El ojinegro se perdió en sus pensamientos, regañándose a sí mismo, preguntándose como es que un puberto que apenas y conocía de la vida traspasaba sus mentiras, leyendo directamente su alma. Tantos años de duro trabajo y buena actuación venidos a bajo por un niño. Respiro hondo, encontrado de nuevo paz en su cuerpo, si lo negaba todo estaría bien, pero estar junto a naruto le provocaba ser sincero.

 

Ya lo había escuchado de otras personas, de cómo el aura del pequeño cambiaba a la gente, era su “don” especial. Sonrió apenas y puso su mano en la rubia cabecera —Mi ototo baka tiene suerte — le dijo acariciando las amarillas hebras

 

—Que demonios haces aquí?!!! —interrumpió un tercero perceptiblemente molesto solo por el simple hecho de respirar el mismo aire que el.  — Y yo que esperaba no verte hoy u´n — se quejo el rubio pelilargo cruzando sus brazos y mirando a otro lado. No mentiría, lo había estado evitando, aunque no sabía el por qué, solo que tenía que hacerlo.

 

El azabache  no le contesto, solo se limito a palmear la cabeza de naruto de forma cariñosa antes de susurrarle al oído— Cuida de mi ototo baka— el rubio se sonrojo  y evito contacto visual, ya sabia que era obvio, que lo notaran los demás no le molestaba, pero que lo hiciera su cuñad… es decir el hermano de Sasuke era mas vergonzoso.

 

—Dejen de secretearse u´n — reprendió el pelilargo, no es que le molestara verlos tan juntos, no, solo no le parecía correcto siendo el menor muchos años mas chico que el moreno.

 

—Ruidoso— fue lo único que dijo antes de irse despeinándole el cabello

 

Ambos rubios permanecieron callados, solo intercambiaron una que otra palabra hasta que llego Minato. El viaje a la casa fue igual de callado, a pesar de las preguntas que el rubio mayor hacia a su primogénito este  parecía no querer cooperar, pues contestaba únicamente con las palabras necesarias, más que nada por el mareo constante que le ocasionaba estar dentro del auto.

 

Una vez en casa, los tres rubios dejaron sus cosas en la sala y caminaron hacia el comedor, a pesar de que era pocos los días con aquella situación, los rubios se habían adaptado rápidamente a una rutina, en las mañanas ibas a la escuela, por la tarde Minato recogía a naruto, llevándolo a la universidad hasta que tanto el como Deidara salieran, llegaban a casa, comían, se dedicaban a hacer sus tareas (con ayuda de su padre y madre), pasaban algo de su tarde libre inspeccionando lo que supuestamente era su vida, se bañaban, después sus padres iban a arroparlos.

 

Kushina ya  esperaba a sus tres chicos con la comida caliente y servida, recibió a naruto con una fuerte abrazo, a su esposo un casto beso y al mayor de sus hijos con una sonrisa.  Sabían que la recuperación de sus niños seria lenta pero algo le decía que  Deidara permanecía mas recia a tratar con ella que con su esposo.

 

—Como les fue hoy chicos? —generalizo, la ojiazul alentándolos a platicar.

 

—Horrible— se quejo el mayor haciendo un puchero mientras comía de su sopa—Uno de los mocosos pego mi portafolios al piso, maldición, ya están grandes, cualquiera diría que sabrían comportarse… pero en cuanto sepa quién es voy a ponerle un cero en su nota final— explico calmado pero no menos enojado. La pelirroja sonrió divertida, tenia que aceptar que eso había sido ingenioso.

 

 —Que tal tu Naru? — pregunta mas específicamente la pelirroja

 

—Fue genial ttebayo!! Kiba llevo un extraño aparato a la escuela

 

—Extraño?

 

Flash Back

 

Naruto estaba solo en su pupitre, observando como el pelinegro era acosado por aquellas 3 locas mujeres que eran sus compañeras y amigas en su otra vida, una de ellas su novia actualmente. Usualmente o más bien como lo hacía desde el primer día de clase, hubiera permanecido junto a el, pero hoy no, estaba molesto, enojado porque el Uchiha era un tonto, de los grandes para peor.

 

Aquella mañana cuando recién se encontraron antes de las clases , el pelinegro le había saludado, habían caminado juntos hacia el salón, subido las escaleras. Ahí fue cuando todo ocurrió, naruto estaba adelantado a penas dos escalones, seguido de Sasuke que escuchaba pacientemente la sarta de tonterías que al rubio se le ocurrían. Cuando de repente, Suigetsu Aparicio, doblando el pasillo y saltando por las escaleras con una sonrisa triunfadora.

 

Aparentemente huía de Karin  porque su “angelical” voz  había resonado por todo el pasillo  gritando una segura sentencia de muerte.  En cuanto cayo, el peliblanco había empujado levemente al rubio que perdió el equilibrio unos segundos, sin embargo fue sostenido por el Uchiha en un ágil movimiento. Ahora lo sostenía por los hombros evitando que cayera.

 

Luego, una molesta Karin  había empeorado las cosas, corría intentando alcanzar al albino, sin importarle quien estuviera delante de ella , había empujado una segunda vez a naruto esta vez llevándose al azabache con el, cayeron de la escalera a trastabillones.

 

En un principio el rubio se había asustado al sentir algo tibio en sus labios, la idea de un inminente tercer beso le llego a la cabeza. Sin embargo cuando abrió los ojos por la sorpresa se encontró con otros dos pares de ojos igual de sorprendidos que los suyos y con la mano del ojinegro interponiéndose en la unión de sus labios. Eso lo decepciono un poco pero no le dio importancia, mejor se apresuro a apartarse del azabache.

 

—Casi— fue la palabra del ojioscuro que llamo la atención del rubio— Si no pongo la mano hubiera sido terrible —comento el azabache aparentemente aliviado.

 

Y fueron esas palabras las que le hicieron sentirse irritado, ¿acaso besaba tan mal?... bueno desde ya que los beso anteriores habían sido un incidente, pero esa no era escusa… ¿o acaso era por ser hombre?, ¿Le gustaba alguien mas?, ¿Mal aliento?, ¿El clima no era lo que el Uchiha esperaba?, ¡¿Qué maldita parte era la terrible?! Estaba consiente de que no eran pareja, con esfuerzo apenas y eran amigos, pero aun así le dolió.

 

El rubio se paro callado, muy inusual en el. Espero a que el moreno se pusiera de pie y sin previo aviso le soltó un coscorrón.  —Hey?!! — se quejo el azabache, pero el rubio no respondió solo se fue molesto hacia su salón, dejando la cara del ojinegro hecha un poema de confusión.

 

Ahora, que se las arreglara solo con esas tres. En fin… estaba ahí sentado torturándose mentalmente, tocándose los labios de cuando en cuando  imaginándose lo que hubiera podido ser, cuando Kiba llego con algo en la mano y una enorme sonrisa.

 

—Naruto ya salió el nuevo álbum de Metalica— el rubio lo miro sin comprenderlo. Este en respuesta, solo extendió el auricular hasta colocarlo en la oreja del ojiazul, apachurro los botones de manera ordenada y una curiosa melodía se dejo escuchar justo en su oído.

 

No entendía nada de lo que el sujeto decía mientras cantaba, pero sin duda el ritmo era nuevo, fresco y fascinante, le gustaba mucho, igual que el aparato cuyo nombre era I pod , según Kiba. Sin dudarlo se lo arrebato, se pudo a jugar con la teclas cuyas flechitas señalaban al lado derecho. Entre mas escuchaba mas fascinado se sentía, por eso, fue una verdadera lastima cuando  Iruka llego al salón y lo obligo a entregárselo… pero definitivamente quería uno así.

 

Fin del flas back

 

—Con que era eso ttebane— rio Kushina ante lo fácil que su pequeño se asombraba

 

—Si puedo tener uno así ttebayo? — pregunto alegre el rubio.

 

—Pues, no tienes uno así en forma… pero guardas toda tu música en el celular que te compramos— hablo esta vez Minato

 

—Que es un celular ttebayo? — indago curioso inclinando un poco su cabeza el ojiazul menor

 

—Yo se!! — Hablo por primera vez el pelilargo que también parecía mas entusiasta de lo usual— Es una cosa con la que hablas con las personas aunque estén muy lejos, según escuche son mejores que las águilas mensajeras— expuso el akatsuki

 

—De verdad? — al parecer solo ellos dos podían entenderse, por que ambos padres quedaron callados ante las “incoherencias” de sus niños.

 

—SI el tiene celular yo también quiero uno u´n — exigió el artista aun excitado.

 

—Ambos lo tienen— aseguro nerviosa la pelirroja

 

—Si quieren después de comer los buscamos y les enseñamos a usarlos— propuso el padre a su hijos, aunque realmente el tampoco tuviera una idea clara de cómo ocupar aquellos aparatos tan modernos.

 

Pareció que un interruptor encendió a los niños, pues se apresuraron a comer, casi, casi atragantándose con tal de acabar rápido.

 

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Era un nuevo día, Minato conducía en este instante, pretendía empezar sus actividades del día como normalmente lo haría, pero lo que veía por el retrovisor  le indicaba que sería un día largo y agotador. Ahora, se arrepentía de haber enseñado a sus dos adorables hijos a usar aquellos aparatos del mal.

 

Los rubios que estaban en la parte trasera del carro, se encontraban bastante entretenidos con los aparatos que sus padres les habían dado el día anterior poco después de cenar. En tan solo un par de horas habían aprendido como encenderlos, como recargarlos, como llamar con ellos, incluso las aplicaciones mas vánales, es decir para que querrían ellos un reloj mundial e incluso Deidara olvido el malestar que le causaban los automóviles, aunque aun se le veía verde ya no se quejaba  tal parecía que se estaba más ocupado con el juego del celular que con un salud.

 

Minato maldijo por lo bajo cuando tuvo que gritar por tercera vez a su hijo menor , avisándole que ya habían llegado a la academia. —Naruto más vale que no te la pases pegado a esa cosa durante las clases o te lo quitare— advirtió el yondaime de forma seria, para que no tomaran su regaño tan a la ligera.

 

—No te preocupes, solo se lo presumiré al teme y lo guardare después ttebayo — sonrió ampliamente el rubio bajando del auto con la mochila en la espalda

 

—Eso espero— susurro derrotado el padre de ambos rubios —A todo esto que es un teme? — pregunto el mayor esperando obtener una respuesta del mayor de sus hijos.

 

—ah, es su novio u´n — soltó sin prestar atención al hombre en el asiento piloto y sin dejar de jugar. Incluso para el era obvio.

 

—QUE!!!!!!!!!!!!!!! — grito, realmente fuerte, intentando no infartarse.

 

 Naruto, solo siguió su camino al colegio, le pareció escuchar la voz de Minato, pero le pareció una locura,  camino de largo al ver que Uchiha no se encontraba esperándolo, seguramente estaba molesto por lo de ayer, nunca lo perdonaría por dejarlo con a merced de esas tres mujeres. Se felicito por su razonamiento cuando  encontró al azabache solo y tranquilo en su banca, leyendo un libro de tapa verde en donde resaltaba en dorado el título del libro. Se acerco a el, jalo una silla continua al asiento del azabache y la puso a un lado para sentarse con su resplandeciente sonrisa a manera de saludo.

 

—Teme buenos días! — saludo entusiasta naruto sentándose en la silla que había jalado anteriormente, pero el azabache se dedico a ignorarlo olímpicamente. —Teme dije buenos días ttebayo — repitió esta vez mas molesto, no hubo una contestación, solo el sonido de la hoja cambiando de pagina. El rubio hizo un mohín de fastidio, sabía que el ojinegro estaría molesto con él, pero no que tanto.

 

Se dedico entonces a observarlo, sus gruesas y largas pestañas, sus ojos carbón tan profundos, llenos de misterios, siempre lo supo, que cada vez que miraba esos ojos se perdía en sensaciones extrañas que rayaban entre el amor y el deseo.  Miro también su nariz, tan fina y perfecta que parecía encajar totalmente con su rostro, le siguieron los labios, tentadores, casi gritándole que los probara como anteriormente ya lo había hecho, pero tenía que aceptarlo no tenía el valor ni de pensar en ello, de hecho se sonrojo de solo hacerlo.

 

Poso sus manos sobre la butaca, recargando su cabeza en ellas, perdió su vista en el cielo azul que se hacía inmenso desde la ventana.  Contemplo con un poco de tristeza la nada, pensando en lo idiota que podría ser el teme, es decir, cualquiera podría notar cómo le miraba, de la devoción que le dedicaba a cada mirada aun no queriéndolo. Sus amigos lo descubrieron, incluso Itachi lo sabía, ¿entonces por qué el Uchiha menor no lo comprendía? ¿o era quizá que lo notaba pero no le correspondía? De ser así, era obvio que lo ignoraba a posta. 

 

Su mirada se entristeció sin reparar en ello. Solo volvió a la realidad cuando unos dedos picaron su frente un par de veces, miro a su alrededor encontrándose con los pozos negros del Uchiha menor que habían dejado a un lado su lectura para centrase en el rubio. Se sintió un poco sorprendido, ante la repentina atención.

 

Había sido un momento de debilidad, o eso se dijo el azabache cuando vio la mirada azul tan apagada mirando a la nada, la idea era no hablarle de ser posible en todo el día, pero no había podido evitar sentir una enorme culpa al ser la causa en la tristeza del rubio.

 

Aun con su enorme potencial para analizar las situaciones, no comprendía por que el kitzune estaba tan molesto con el, al contrario, debería estar agradecido por proteger lo de un momento incomodo,  mentiría si dijese que no quería besar al rubio, pero no pensaba que el chico quisiese lo mismo y aunque así fuera no podían, se suponían que eran enemigos, que regresarían a su lugar de origen, tendrían que separarse, volver a luchar uno contra el otro.  Por eso se negaba a caer en la tentación.

 

Miro al ojiazul, había veces que  creía que sus sentimientos  eran correspondidos, que el deseo de naruto por tenerlo cerca era por mas que simple amistad, rio internamente ante su activa imaginación. Pico al rubio en la mejilla para regresarlo a la realidad, en cuanto las orbes azules chocaron con las negras de el, sintió una extraña sensación recorre la espalda, entonces a partir de ese momento su cuerpo pareció moverse por si solo.

 

Su mano viajo hasta la barbilla del rubio, lo atrajo hacia el para que dejara de ocultarse entre sus brazos (los del rubio), no dejaron de mirarse, aun cuando la cercanía disminuía considerablemente de poco a poco. Al diablo Konoha, los ninja, sus amigos, lar normas, todo.  La mano del azabache viajo en una suave caricia hasta la mejilla del rubio, paso suavemente su dedos, tan delicadamente que por un momento el ojiazul se sintió de cristal, se fueron acercando mas , sus alientos se mezclaron. —Naruto…— susurro el ojinegro  acercándose un poco mas, ya sintiendo el calor que despedían los labios del menor , aunque no dejo de verlo pudo imaginarse y sentir entre su dedos el ardor en las mejillas de naruto. Era cuestión de milímetros…

 

—Sas…

 

—Se van a besar? — escucharon de repente, se asustaron y automáticamente tomaron distancia, recuperando la respiración que pareció contenerse por horas. Miraron al intruso, ambos enrojecidos y enfadados.

 

Se toparon con una sonrisa casi siniestra, burlona, llena  de picardía —Suigetsu— susurro enfadado el ojinegro, el rubio solo desvió la mirada y susurro derrotado. La vida parecía estar en contra de que se besaran.

 

Lo medito un poco, iban a besarse, ambos, no solo por accidente, se sintió enrojecer de nuevo, pero inevitablemente feliz,  quizá, sol tal vez un poco, el teme no era tan idiota como parecía y tal vez, podría pasar algo bueno a partir de ahora.

 

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El camino restante había escuchado murmurar a que se autonombraba su padre un millón de maldiciones, que pedían la muerte de aquel “insano” bastardo que osaba meterse con la inocencia de “su angelical pequeño”. Deidara rio de solo imaginar lo que le esperaba al Uchiha menor, Minato estaba empezando a caerle bien y le caería mejor si cumpliera cada una de sus amenazas-bastante creativas por cierto- fueran cumplidas.

 

En cuanto llegaron, el rubio pelilargo bajo del auto y comenzó a caminar con celular en la mano. El hokage, por primera vez ignoro lo que hacia uno de sus retoños y se fue a su trabajo aun condenado a la pareja del menor de sus hijos.

 

El rubio akatsuki siguió su camino, quería encontrarse con su pelirrojo maestro para pasar todo el día con él.  Estaba tan entretenido con el juego de bolitas del celular que dejo de ver el camino, solo le interesaba saber como hacer que la aquella bolita roja saltara el puente sin perder una de sus vidas. No supo cuando camino, o hacia donde lo hizo, solo sintió una mano tomándose  la libertad colarse por cintura. Volteo asustado despegando por primera ves en ese día la vista del moderno aparato.

 

—Que diablos?! — fue lo que dijo al encontrarse con el Uchiha. —Que crees que haces u´n?!! — le grito indignado antes de forcejar con el

 

—De nada— lo soltó y dejo que viera la fuente enfrente de el. Sin saberlo, se había dirigido a ciegas hacia la fuente, un poco mas y hubiera caído dentro, se sintió avergonzado de su propia estupidez.

 

—No… no necesitaba tu ayuda, ya lo sabía u´n — mintió tan obviamente pero el Uchiha no movió ni uno solo de sus músculos faciales.

 

—Presta mas atención— regaño en tono indescifrable pasando de largo su mentira.

 

—Ya te dije que la había visto u´n?!! — le grito sonrojado, enojado, levantando su puño con el celular en el y haciendo crujir con la fuerza contenida del coraje. El azabache  miro la mano de Deidara, le agarro de la muñeca y le arrebato el celular de la mano—Oye!! Eso es mio!! — le reclamo

 

—Lo se— le dijo con calma, abriendo el celular y apretando las teclas, el rubio miro atento como el ojinegro daba un ultimo apretón a la tecla verde fue cuando lo escucho en cuestión de segundos, un sonido polifónico muy diferente a de Sasori.

 

El azabache saco entonces de la bolsa del saco que usaba un aparato similar al del rubio, presiono la pantalla del teléfono, para sorpresa del ojiazul aquel aparato no tenia teclas, solo tenía la pantalla. Cerro el teléfono del otro lado, no sin antes guardar su número en el y se lo aventó al rubio.

 

—Que demonios hiciste u´n? —pregunto el rubio confundido

 

—Nada, solo ve a tus clases— le ordeno, o eso le pareció al rubio. Pero a el nadie le decía que hacer. El mayor solo se dio la vuelta y se fue a la parte de ingeniería de la universidad. —Por cierto…— atrajo la atención del ojiazul que volteo a verlo sin muchas ganas.

 

—Que u´n?

 

—Buenos días— saludo con naturalidad sonriendo un poco, provocando un notable sonrojo al rubio.

 

—No tienen nada de buenos u´n!!! — grito el rubio echándose a correr con el corazón en la garganta, tratando de convencerse que Itachi no era en absoluto atractivo.

 

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El pelirrojo caminaba por los pasillos del instituto de arte, en un estado casi paranoico, volteaba constantemente a los lados hacia adelante y de vez en cuando hacia atrás.  Con el sencillo temor de que el rubio apareciera mágicamente de la nada como lo había hecho en veces anteriores, incluso lo creía capaz de salir de bajo de sus pies… solo por si acaso miro hacia abajo con cierta cara de terror, encontrándose  con el reluciente piso de caoba. Respiro aliviado, era solo su paranoia jugando con el.

 

—Que hay en el piso u´n? — pregunto una dulce voz desde su espalda que le hizo estremecer, no supo si decir de miedo u otra cosa.  Volteo lentamente sintiendo el sonido de cada uno de sus hueso al hacerlo, como si se rompiera, ese chico realmente lo ponía tenso. —Buenos días Danna— saludo entusiasta el rubio abrazándose a el

 

El ojigris no saludo, incluso parecía un poco azul ante la sola llegada de el. Recordó lo que había venido a ser con el, lo soltó por un momento y saco de los pantalones de mezclilla el celular color negro. —Mira Danna ahora tengo uno, podremos platicar aunque no nos veamos no es algo genial u´n? — pregunto ingenuamente feliz

 

—Pero si yo ya te había dicho…— no pudo continuar su sermón debido al insistente sonido que salida del celular en la mano de Deidara

 

—Que es eso u´n? — pregunto incauto sosteniendo el aparato con ambas manos.

 

—Es un mensaje, solo responde el sonido es irritante— respondió el ojigris arto de la canción que salía del celular.

 

El rubio abrió el aparato, viendo la imagen de un sobre amarillo que resplandecía incesantemente, dio clic a la tecla del costado que decía abrir, leyó el remitente y enseguida frunció el seño, ese bastardo había guardado su número en su teléfono y le estaba jodiendo ahora que estaba en sus preciosos momentos con Danna.

 

Leyó el resto “deja de tontear”. Tres palabras y le había irritado, para empezar, ¿Cómo sabia el que estaba  tonteando?-era obvio pero él no lo veía así- contesto rápidamente el mensaje como dios le dio a entender.  “yo no estoy tonteando maldito cretino”  lo envió y volvió a centrar su atención en Sasori.

 

—Perdón Danna, me decías que…— el sonido volvió a salir, lo abrió enojado.

 

“Que feo humor tienes” leyó esta vez, un tic apareció en su ojo derecho, ese sujeto era irritante, contesto de nuevo apretando fuertemente las teclas del celular incluso el pelirrojo creyó que las rompería en un segundo. “Tú me haces tener mal humor, eres irritante” contesto casi lanzando fuego por la boca y regreso su vista al ojigris intentando sonreírle.

 

 

El pelirrojo se sintió tentado a preguntar quién era el que borraba tan repentinamente el humor del rubio, pero se mantuvo cayado. El teléfono volvió a sonar, empezaba a sentirse ligeramente irritado por perder constantemente la atención del rubio.

 

 

“Entonces dejare de hablarte” el rubio que había abierto con expresión molesta el aparatito, pero en cuanto observó  el mensaje borro el enojo de su cara y lo cambio por uno de preocupación ¿lo decía en serio? No es que realmente lo irritara en estricto sentido de la palabra, pero si era molesto. Se pregunto a si mismo si iba en serio, tenían que regresar a casa, así que no podía simplemente hacerlo a un lado, ¿o si?. Contesto el mensaje de forma lenta esta vez y una vez lo hubo terminado lo releyó, no creía que pudiera escribir aquello, pero, daba igual, algo le decía que debía de enviarlo y lo hizo, casi sin pensarlo.

 

 

“No lo dije enserio… me gustas… un poco” del otro lado de la universidad, un azabache abría grande los ojos de sorpresa, no hubo mucha expresión, pero cualquiera que lo observara en ese momento sabría que estaba sorprendido.  Le tomo unos minutos hacer que su cerebro analizara el mensaje. La palabra “gustar” no tenia que ser  necesariamente en sentido romántico, así que no había porque espantarse.  Y conociendo al rubio, con lo impulsivo que era, lo más seguro es que no lo dijera con esas intensiones, aun así, sintió su corazón dejar de latir.

 

 

Respondió un poco tarde, por primera vez  en mucho tiempo se había quedado en blanco –eso nunca le había pasado, pero siempre había una primera vez para todo-

 

 

Sasori se quedo tieso en su lugar viendo como la mirada del rubio quedaba prendada al celular, aguardando impaciente por que sonara de nuevo. Pareció asustarse y sorprenderse cuando lo hizo incluso sintió debatirse entre si leerlo o no.

 

El ojigris miro expectante al rubio, buscando analizar cada uno de sus gestos “no hablaba en serio tonto…” había escrito Itachi refiriéndose al hecho de dejar de hablarle, Sasori vio molestia en los chispeantes ojos del rubio y luego casi por arte de magia la ira se fue, un sonrojo tiño encantadoramente sus mejillas a la vez que un gesto de sorpresa aparecía en su rostro.

 

Deidara dejo caer el brazo que tenía el celular a un costado y con la otra mano cubrió su cara, ocultando su vergüenza, definitivamente mataría a ese bastardo al cual no podía leerle la mente.

 

“pero… tu también me gustas”

Notas finales:

Quiero recordarles a todos que voy a acabar este fic, no importa cuanto me tome lo acabare >.<... eso si solo tenganme paciencia por que soy la persona mas lenta que van a conocer xDD

 

Bueno rewins, sugerencias y pedradas ya saben donde, los quiero nwn, ya conteste sus rewins por cierto xDD espeorq ue los lean n,n


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