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Alérgico por loveless fighter

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Notas del fanfic:

Uff... esta historia tiene tanto tiempo queriendo ser publicada ¡y no habia tenido la oportunidad de salir a la luz! que es un gran logro y satisfacción para mí publicarla...
 
Estuve editándola en mi celular, cuando tenia tiempo pues la Universidad me absorbe tanto que incluso leo en el transporte público para economizar tiempo, pero me dije ¿y mis historias? ¡Hace tanto tiempo que no he publicado algo en esta página! que preferí darme este gustico a mi y a todos ustedes, mis estimados lectores. Sin más que decir para no aburrirlos, los dejo con mi historia, nos vemos abajo en notas finales.
 
Dedicado a Jessika, mi mejor amiga y hermana, y a Hotarubi_iga, una de mis ídolos en esta página
 
Disfrútenlo.

Notas del capitulo: Gravitation no me pertenece, es propiedad de Maki Murakami y la canción usada sin fines de lucro es de Anahí.

 

 

http://www.youtube.com/watch?v=x7sYcp9dcO4

Alérgico.

 

By loveless fighter.

 

 

 

 

- Espero no haber llegado demasiado tarde al ensayo, K-san- exclamó un sonriente rubio de ojos verdes al entrar galantemente a la cabina de grabación donde la banda j-pop más famosa del momento estaba lista para el primer ensayo previo a la grabación de su nuevo material discográfico y en el cual, por obvias razones debía estar presente.

 

 

- Oh no problem Seguchi-san, acaba de llegar en el momento preciso the pink boy está listo para interpretar su canción- contestó con su acostumbrada sonrisa maniática el mánager del grupo, junto con su inseparable mágnum con él

 

 

- Bien, si es así...- contestó livianamente mientras se dirigía a paso lento a los controles de sonido que manejaban la cabina de grabación, apretando el micrófono que conectaba ambos lados del estudio- los escucho, chicos

 

 

- Vamos Shu, ya oíste a Seguchi- animó sonriente Hiroshi a su inseparable bola rosada mientras el  tomaba posición con su guitarra, consiguiendo solo un simple asentir de cabeza... en verdad estaba afectado...

 

 

- Comenzamos en: Five, Four, Three, ¡Two!

 

 

 

Y una vez más, cantar era lo único que hacía que el dolor que su alma albergaba se aliviara aunque sea por un momento... Tomó los audífonos que se encontraban colgados junto con el micrófono de grabación lentamente entre sus delicadas manos, colocándoselos en su cabeza rosada, para inmediatamente después tomar asiento en el banco que estaba tras de él, acomodándose de forma que no hubiera interrupciones y empezó a hacer lo que mejor sabía hacer...

 

 

Expresar su sentir, por medio de una canción...

 

 

 

 

Me hiere el ruido de los automóviles

Perdí mi oxigeno y mi voluntad

Mientras avanza el dolor un kilometro más

Yo me quedo y tú te vas...

 

 

 

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- ¡Tadaima Yuki! - exclamó un sonriente Shuichi mientras ingresaba alegremente al departamento que compartía con su pareja, dejando fuera de este todo el bullicio que una ciudad como lo era Tokio albergaba en sus calles, prendiendo las luces de este mientras dejaba sus pertenencias en la sala, notando que algo no andaba bien en aquel lugar... Estaba... sumamente silencioso...

 

 

Extrañado de no escuchar ni el acostumbrado sonido del teclado de su laptop proveniente del santuario del escritor y temiendo lo peor, buscó en cada rincón en el que su amante podría estar escondido para jugarle una broma, intentando por todos los medios engañarse así mismo para no llorar de desesperación al imaginar que es lo que pasaba ahí, pero todo fue inútil... El departamento se encontraba dolorosamente....

 

 

Vacío....

 

 

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En esta noche de estrellas inmóviles

Tu corazón es alérgico a mí

Aún late ni por error

Un milímetro atrás

Respiro en un congelador y no saldré jamás

 

 

 

 

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-¡Pero yo solo quiero acompañar a Yuki! ¡Prometo estar quietecito y no molestar pero déjame ir contigo onegai!- pataleaba berrinchudamente mientras se aferraba a la espalda del escritor, intentando por todos los medios que lo dejara acompañarlo a la firma de autógrafos de su más reciente novela: Masoquismo

 

- ¡Ya te dije que no baka! ¡Y más te vale que me dejes en paz o te largas definitivamente de aquí!- gritó enojado al mismo tiempo que de un solo movimiento se libraba del cantante, tirándolo al piso sin remedio alguno, aprovechando de este momento para tomar las llaves de su Mercedes Benz y salir inmediatamente de ahí, importándole muy poco las lágrimas de dolor que su pareja dejaba salir mansamente desde el pulcro suelo del departamento...

 

 

 

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(Coro)

 

Ya no curare tu soledad

Cuando duerma la ciudad

No estaré para oír

Tus historias tontas

No porque tienes miedo de sentir

Porque eres alérgico a soñar

Y perdimos color

Porque eres alérgico al amor...

 

 

 

No podía evitarlo, con esa letra le era imposible no recordar todos aquellos momentos en los que se desvivía por él, mientras que Yuki... ¿qué era lo que hacía ese excéntrico escritor? Ja, Yuki no hacía nada...

 

 

 

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- Yuki... te amo- susurró amorosamente un sonriente peli rosa a la persona que se encontraba a su lado después de una noche llena de amor y pasión desenfrenada, mientras acariciaba amorosamente sus rubios cabellos y depositaba un tierno beso en su mejilla, mimándolo todo lo que a según él merecía, tan solo para obtener un hiriente

 

 

- Ya duérmete, baka...

 

 

 Y la indiferencia tan acostumbrada por parte del rubio escritor el cual se desprendía totalmente de las inocentes caricias del cantante, girando en la cama e ignorándolo completamente al igual que una silenciosa lágrima surcaba sus sonrosadas mejillas, tratando de aliviar el dolor que su corazón albergaba en esos momentos... Aún sabiendo que intentar ocultarlo, era algo inútil

 

 

 

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Voy caminando en tormentas eléctricas

Buscando algún territorio neutral

Donde no escuche de ti

Donde aprenda a olvidar

A no morir y a no vivir

Tan fuera de lugar

 

 

 

No... Ya no quería recordar, esa era la parte que más le dolía en el alma... Ese día, el cual debía ser el más feliz -a parecer suyo- en su vida como pareja solo había sido el más desastroso...

 

La soledad, no es realmente la mejor compañera que puede haber ¿verdad?...

 

 

 

 

 

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Una delicada figura de cabellos rosados y mirada amatista caminaba lentamente en la oscuridad de la noche que reinaba en aquel parque donde empezó todo, cobijado solamente por una sencilla chamarra que era la que lo protegía de aquel frío de madrugada, estaba sollozando aunque bueno, eso no era novedad, lo que sí lo era es que ya no soportaba la incertidumbre sobre qué es lo que pasaría con los dos después de aquella hermosa pero a la vez trágica noticia, aunque seguramente eso no era algo que le importara a él.

 

Se encontraba sin un rumbo fijo a donde ir, tan sólo caminaba mientras deseaba desesperadamente mimetizarse entre aquel follaje del parque para que nunca más fuera encontrado y ver si así, podría escapar de ese hiriente sentir que su corazón se negaba a dejar ir... Mientras que una vez más, delicadas lágrimas fluían cual ríos en aquel dulce rostro siempre tan sonriente y un poco más regordete, pero que últimamente, no había aprendido más que a dejar de sonreír y dejarse someter por un amor, que no sabía si verdaderamente valía la pena de salvar...

 

 

 

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(Coro)

 

Ya no curare tu soledad

Cuando duerma la ciudad

No estaré para oír

Tus historias tontas

No porque tienes miedo de sentir

Porque eres alérgico a soñar

Y perdimos color...

 

 

 

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- Yuki... ven a dormir, ya es tarde- dijo dulcemente un adormilado peli rosa totalmente desnudo, siendo cubierto solamente con la camisa del rubio escritor, parado en el umbral de la puerta observando como este "escribía" sin parar en aquella máquina que una vez más, recibía más atenciones y caricias que él

 

 

- Tengo que terminar este capítulo, ya cumplí tu capricho, te hice caso esta noche ¿no? así que sé un buen niño y deja de molestar- contestó fríamente mientras inútilmente, intentaba esconder aquel objeto que de seguro, Shuichi ya había divisado

 

 

- Demo...

 

 

- ¡Qué te largues he dicho!

 

- Yuki...

 

 

- ¿Qué no entiendes japonés o en verdad eres idiota?¡he dicho que te vayas de aquí!- gritoneó al mismo tiempo que se incorporaba de su silla y caminaba en dirección al asustado cantante que solo atinó a cubrir sus oídos con sus manos para luego sentir como lo empujaban fuera del estudio los pocos pasos que había dado para ingresar, cerrándole la puerta en las narices y sin derecho alguno a repelar, dejando el departamento en absoluto silencio, silencio que solo era roto por el ruido proveniente de la avenida que los automóviles hacían al pasar

 

 

- Yuki... ¿Crees que soy tonto?... no estabas escribiendo tu novela, estabas viendo esa foto otra vez... - murmuró abrazándose a sí mismo mientras regresaba de nuevo a aquella fría alcoba-... después de todo, sigues amándolo- musitó entre lágrimas que intentaba secar con la manga de aquella camisa que contenía todo el dulce y varonil aroma del mayor con la cual trataba de sentirse seguro y protegido pero aún así, no era suficiente para calmar el dolor

 

 

Ya no era suficiente...

 

 

 

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¿Sabes?

No voy a cuidar tus pasos

No te puedo defender de ti

 

 

 

Cerró los ojos mientras se mordía los labios intentando no llorar, contener las lágrimas y mantener la voz, eso era lo que debía hacer, si, era lo correcto, todos se lo habían dicho ya, no debía derramar una sola gota salada más por él, ni una sola ¿verdad?

 

Entonces, ¿por qué sentía ese nudo en la garganta?

 

 

 

 

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- Yuki... tengo que... decirte algo importante- musitó quedamente la delicada figura desnuda que se encontraba al lado del escritor, estaba sumamente nervioso, no sabía cómo iría a reaccionar con aquella noticia que a él le calló de maravilla, sin embargo debía ser fuerte, debía poder enfrentarlo por el bien de los dos...

 

 

- ¿mh?- fue su respuesta muda

 

 

 

- Bueno... es que como bien sabes últimamente me he sentido mal, así que fui al médico para ver qué es lo que me pasaba...- empezó a contar hecho un manojo de nervios... su corazón latía fuertemente por la incertidumbre que sentía en ese momento ¿Cuál sería su reacción?

 

 

 

- ¿Y luego? ¿Qué te dijo?- preguntó ansioso de saber las razones de los malestares de SU baka, pero como siempre, tratando de parecer indiferente para no demostrar que se preocupaba demasiado por él

 

 

- Me dijo que... me dijo que... me dijo...- era lo único que lograba salir de sus labios, y si, parecía grabadora descompuesta pero es que  no se atrevía, no podía, simplemente lograba que le salieran las palabras... Sin embargo debía, necesitaba hacerlo…

 

 

- ¿Qué fue lo que te dijo baka?- preguntó el mayor consternado y con una considerable venita empezando a surcar su frente... a veces ese chiquillo lo desesperaba tanto

 

 

- Mira esto- optó por la noticia "muda" al ver que la oral simplemente jamás saldría de sus labios y que solo terminaría colmando la poca paciencia que tenía el escritor, enseñándole una hoja donde se encontraban los resultados de sus análisis de sangre que el doctor -con mucho esfuerzo cabe decir- le había practicado hace apenas 4 días. El rubio, al tener el papelito entre sus manos optó por sentarse para poder leerlo mejor, siendo todo esto observado por el cantante que aún se hallaba recostado pero que no perdía la vista de ninguno de los movimientos del ojimiel, el cual iba llegando lentamente al lugar exacto donde se encontraban aquellas palabritas que el peli rosa no le había podido decir, encontrando aquella hermosa noticia, terrible en todo el sentido de la palabra

 

 

- ... Imposible...- murmuró mientras dejaba caer la hoja en las sábanas de aquella cama totalmente impactado por la noticia

 

 

- ¿Yuki?- se atrevió a llamarle suavemente, incorporándose a la par del escritor mientras tomaba delicadamente una de sus manos y la entrelazaba a una de las suyas, dirigiendo ambas con calma hacía su cuerpo, ansiando aquel cálido contacto que necesitaba a creces pero que este simplemente, no llegó

 

 

- ¡Suéltame!- fue su única respuesta al mismo tiempo que se zafaba bruscamente de aquel contacto que no llegó a ser perpetuado.

 

 

Se puso de pie lo más rápido que le fue posible entre los constantes llamados del chico sobre el lecho que simplemente no sabía qué hacer al observar que su más grande temor se estaba volviendo realidad mientras intentaba por los medios no ponerse a llorar, rogando con la voz quebrada que le pusiera un poco de atención ya que aquel asunto les concernía a los dos, pero simplemente fue ignorado. Yuki se colocó su ropa que se encontraba regada en el suelo lo más rápido  que pudo y salió de ahí azotando fuertemente la puerta del dormitorio sin dirigirle una sola mirada o ya de perdida una palabra de total rechazo hacía él, digo, para mínimo no dejarlo con la duda del porqué de su reacción... Pero no había recibido nada de eso, tan solo un rechazo silencioso y mortífero.

 

Si, ese que era el más letal que podía recibir en estos momentos de necesidad...

 

 

 

 

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(Coro)

 

Ya no curare tu soledad

Cuando duerma la ciudad

No estaré para oír

Tus historias tontas

No porque tienes miedo de sentir

Porque eres alérgico a soñar

Y perdimos color

Porque eres alérgico al amor...

 

 

Cerró lentamente sus ojos abnegados de lágrimas por los recuerdos al entonar la última parte de la canción, mientras aún se encontraba sentado enfrente de aquel micrófono que tantas penas había escuchado de él en silenciosas letras del amor que sentía por su hombre, pero que en esos momentos el dolor ya no era capaz de ocultarlo... Se puso de pie dejando los audífonos que debía usar para poder grabar el ensayo al mismo tiempo que Suguru terminaba de interpretar la última nota en su teclado, volteando a ver solamente a Seguchi-san dado que aquello solo le importaba a él... y a K, pero no tenía ganas de ver al norteamericano.

 

 

- Sumimasen... necesito... tomar algo de aire, con su permiso, Seguchi-san- dijo lo más enteramente posible teniendo en cuenta de que tenía la voz quebrada por el llanto aunque aquel  hecho no haya interferido con su interpretación, la cual había sido más que perfecta. Era un profesional y cosas como esas no debían interferir en su trabajo, ya no

 

 

- Adelante, Shindou-san...- respondió el ojiverde, verdaderamente interesado por las lágrimas de aquel chico pero que por respeto no le preguntaría las causas de las mismas... O al menos no por el momento.

 

 

- Shuichi ¿quieres qué...?- preguntó el pelirrojo dirigiéndose al chico, siendo rechazado gentilmente por él

 

 

- No Hiro, gracias pero... necesito estar solo- contestó con una sonrisa melancólica mientras salía de aquel estudio, sabiendo que era observado por todos los presentes pero eso no le importó... no más- con permiso...

 

 

 

Fue lo último que dijo antes de salir tanto de la cabina de grabación como del estudio, cerrando ambas puertas con gentileza, siendo observado disimuladamente por el presidente de la compañía. Ahí, había gato encerrado y él tenía que saber que era lo que ocurría ahí...

 

 

 

- Muy bien hecho chicos, la canción está perfecta no cabe duda de que era un gran éxito- animó con su característica sonrisa a los dos miembros restantes de la banda

 

 

- Arigatou, Seguchi-san- musitaron a coro haciendo al mismo tiempo la típica reverencia

 

 

- K-san

 

- Yes, Seguchi- respondió el americano

 

 

- Acompáñeme a mi oficina por favor- dijo simplemente con una sonrisa en su rostro

 

 

- Of course! Guys, vuelvo en un momento, pueden descansar si gustan, cuando regrese haremos que el pink boy interprete de nuevo la canción para empezar a grabar ¿entendido?- preguntó con su característica sonrisa maniática

 

 

- Si K entendimos jeje- respondieron nerviosamente al observar cómo eran apuntados disimuladamente con la mágnum del rubio

 

 

- Bien, ahora vuelvo- respondió simple con una sonrisa en su rostro mientras salía del estudio siguiendo de cerca a Seguchi Tohma.

 

 

- Algo se trae Seguchi entre manos, estoy seguro- comentó el pelirrojo a su compañero que se encontraba guardando su partituras con delicadeza, luego de estar completamente seguro de que no sería escuchado... aunque conociendo a K y su famoso equipo de espionaje... jamás se sentía seguro al hablar

 

 

- Estás alucinando Nakano, Seguchi-san solo desea hablar del nuevo disco- comentó con simpleza el peli verde, tratando de no dejarse llevar por las locuras de sus compañeros de trabajo sino quería sufrir las consecuencias de la última vez... De solo recordarlo, un pequeño tic nervioso se hacía presente en su rostro

 

 

- Si como no, y yo soy el príncipe de Persia ¿no?- dijo cínico al mismo tiempo que procedía a guardar su guitarra en su estuche, cosa que no le costó demasiado tiempo hacer

 

 

- No tenías porqué ser tan simpático Nakano- contestó Suguru con una cara de que "chistosito eres"

 

 

- Si si ya, perdón ¡pero es la verdad!- respondió con una pose de "soy el mejor deducidor del mundo"

 

 

- ¿En verdad eres el príncipe de Persia?- preguntó sorprendido ante la "confesión"

 

- ¡Sí! ¿Eh? digo ¡no claro que no! ¡¿Cómo crees, Suguru?!- respondió extrañando mientras observaba al pobre de Suguru como si fuera un bicho raro

 

 

- ¿Entonces?- cuestionó receloso de la actitud de su compañero hacia su primo

 

 

- Es que la verdad aquí, es que estoy completamente seguro de que todo esto tiene que ver con que Shuichi está...

 

 

 

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- Así que ese es el problema en cuestión...- susurró lo bastante fuerte como para ser escuchado por el otro rubio que le acompañaba después de haber escuchado atentamente todos los sucesos ocurridos en esa última semana en la vida del chico y su cuñado, sorprendido de todos los pelos y señales que sin preguntar siquiera el americano le había dicho sin chistar, al mismo tiempo que le daba un suave sorbo a su café negro, quitándose de paso la molestia de sentir la garganta seca al escuchar la "buena nueva"

 

 

- Yes, Mister... es por eso que el pink boy está en crisis sentimental con Mr. Yuki... al parecer no le gustó mucho la noticia a Yuki-san después de todo- respondió con naturalidad al mismo tiempo que le daba un gran sorbo a su cerveza bien fría

 

 

- Mmm... Con que no le gustó a Eiri-san...- susurró quedamente, más para sí que para K

 

 

- Por supuesto que no, sino el pink boy no estaría como si trajera el síndrome pre-menstrual pero de forma permanente- murmuró lo último como con hastío, ver tan deprimido a su cantante favorito lo ponía de muy mal humor y darle las gana suficientes de llenarle los... de plomo a Yuki Eiri

 

 

- Bueno, debo admitir que en eso tiene razón, Shindou-san últimamente anda muy... apagado- contestó mientras se ponía de pie de su cómoda silla no sin antes terminarse de un sorbo su  delicioso café- y eso tiene que acabar ya- comentó como si hablara del clima que había en esos momentos, dejando la tacita de porcelana con inigualable elegancia sobre el platito en que estaba postrada

 

- No estarás insinuando nada, ¿Verdad, Seguchi Tohma?- preguntó recelosamente al ver las extrañas actitudes del empresario

 

 

 

- Jo, claro que no Mr. K, claro que no- respondió con simpleza y su característica sonrisa- solo que he decidido, que a partir de hoy, velaré un poco más por mis artistas

 

 

- ¿Por sus artistas en general, o por uno en especial?- preguntó impactado ante tales palabras... Seguchi Tohma siendo buena persona... el mundo si que estaba totalmente de cabeza

 

 

- Por uno en especial, ahora si me disculpa, Mr. K- respondió sin más mientras tomaba las llaves de su convertible para después dirigirse a la puerta de aquella oficina, abriéndola con lentitud no sin antes dar por terminada su conversación con el rubio- tengo cosas pendientes que hacer

 

 

 

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Y mientras todo esto sucedía en el interior de NG Records, en la azotea del mismo edificio se encontraba Shindou Shuichi recargado cuidadosamente en la barda de aquel imponente edificio, sintiendo como el aire fresco que azotaba por esas alturas agitaba sus rosáceos cabellos sin compasión, rosando sus mejillas de vez en vez causándole unas imperceptibles cosquillas que le arrebataban tierna sonrisas pero que de nada servía aquel bello gesto en su delicado rostro; la melancolía y la tristeza se podía leer a leguas de distancia en su mirada amatista que en esos momentos se encontraba observado las calles de la concurrida Tokio, viendo la gente pasar y como parecían hormiguitas desde tamaña altura.

 

 

En otras circunstancias se había reído como loco al ver este hecho mientras señalaba las chistosas manchas de colores que pasaban rápidamente de un lado a otro de la calle frente a sus ojos, pero en este momento lo único que era capaz de hacer era dejar que delicadas lágrimas bajaran una y otra vez por sus mejillas, ocasionando que sus ojos ardieran levemente tanto por el llanto incesante como por el  viento que hacía ahí al encontrarse en un vigésimo noveno piso; se abrazó a si mismo para darse un poco más de calor, principalmente a su vientre, que en esos momentos era el lugar más tibio de su anatomía. Una sonrisa sincera y un brillar misterioso inundó su cara al descubrir este grandioso hecho, dejando salir pequeñas risitas de felicidad de sus labios.

Suaves caricias eran entregadas una y otra vez en ese lugar al igual que un suave susurro de una vieja canción de cuna que había escuchado de su madre cuando era más pequeño y que todavía recordaba con total claridad, logrando así calmar a su corazón y al mismo tiempo al pequeño ser que llevaba dentro y el cual, no tenía culpa alguna de aquellos problemas que lo estaban aquejando dolorosamente. Pero que no importaba... él debía ser fuerte, debía serlo por los dos

 

Solo por los dos... nadie más

 

 

 

 

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Un precioso Ferrari convertible rojo / http://3.bp.blogspot.com/_7pAJnve4Rzc/SDATvfRbxCI/AAAAAAAAAV8/GmWr4oPIWNo/s400/ferrari-california-1.jpg/ estaba por terminar de aparcarse en el estacionamiento de aquel lujoso edificio de departamentos donde habitaba su adorado cuñado. Había llegado en prácticamente nada, las ventajas que tenían el manejar un auto como esos era simplemente asombrosa y había tardado más en bajar la capucha de este y activar la alarma al descender de su vehículo que en llegar al elevador de aquel suburbio.

 

Una vez dentro de este, presionó el botón al cual correspondía el Pent House del edificio y el cual lo llevaría directamente a su destino. Esperó pacientemente el traslado hasta que se escuchó aquel >tin< tan característico que indicaba que la "expedición" había terminado. Salió galantemente de ahí, dirigiendo sus pasos hacía aquella puerta de madera de roble, decidido a más no poder a lo que tenía que decirle a Yuki Eiri. Tocó el timbre y esperó pacientemente a que le abrieran, cosa que sabía de sobra no ocurriría en el primer timbrado.

 

 

 

Uno, dos, tres, cuatro, cinco timbrados consecutivos más y su meta había sido alcanzada... Eiri-san se hallaba por fin frente suyo.

 

 

- Buenas tardes, Eiri-san

 

 

 

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- No puedo creer que hayas manejado desde NG hasta aquí por un simple saludo Seguchi, así que dime de una vez que demonios quieres antes de que termines de colmarme más el día- fue la "dulce" contestación de su cuñadito después de quince minutos de plática  sin sentido al parecer del rubio escritor, pero que no sabía era una pequeña artimaña del otro rubio para tenerlo donde lo quería. Le había aguantado muchos berrinches a Eiri, demasiados como para poder citarlos en un solo día pero este último caprichito suyo simplemente no iba a dejarlo pasar así de fácil.

 

 

- Jo, uno no puede tener atenciones contigo sin que se levante la mínima sospecha para ti Eiri-san- respondió con su característica sonrisa en su rostro- pero en fin... no puedo negar que esta vez tienes razón en ese aspecto, no solo vine a visitarte- respondió al mismo tiempo que dejaba la tacita de té en la mesita de centro- esta vez, vine a hablar muy seriamente contigo, Eiri-san

 

 

- ¿Conmigo? ja, no creo tener algo que hablar contigo que me interese aunque sea un poco- respondió altanero, dando un largo sorbo a su café de la tarde y luego un suave mordisco al pastelito que Seguchi siempre traía a su casa cuando iba de visita... al parecer era lo único que le gustaba de su visita, esos pastelillos...

 

 

- ¿Shindou Shuichi no es algo que tenemos en común entonces?- cuestionó mientras se acomodaba mejor en aquel sillón, poniendo una de las almohadas de este en su regazo, recargando su brazo derecho en este y su rostro en su mano, observando minuciosamente las reacciones que tenía el escritor

 

 

-... ¿Qué tiene que ver Shuichi en todo esto?- preguntó receloso con la sola mención de su amante de los labios del empresario y los nuevos movimientos de este sobre su sofá... por lo visto, esa plática iba para largo

 

 

- Esta mañana, Shindou-san y su grupo se encontraba grabando el primer ensayo de su nuevo material discográfico y como es costumbre, yo estuve presente para supervisar que todo saliera sin ningún contratiempo, solo que esta vez en particular, la letra de su canción me llamó la atención... más que otras veces he de decir

 

 

- Eso es bueno ¿no crees? eso quiere decir que las letras del baka han mejorado aunque sea un 0.3%-contestó burlón

 

 

- No creo que la interpretación de Shuichi deba ser objeto de burla para ti, Eiri-san... no esta vez, no con esta letra

 

- ¿Y qué tiene de especial esta letra?- preguntó extrañado... ¿será que Seguchi estaba enterado de todo?

 

 

- Que esta vez Shindou-san ha dejado un mensaje encriptado más que claro para ti en esa letra Eiri-san y que si no pones la debida atención... podrías enfrentarte a grandes problemas con Shindou-san que afecten la buena relación que han tenido en estos 3 años que llevan juntos- respondió con la debida seriedad que necesitaba en ese momento

 

 

- ¿Y de cuando a acá te viene interesando TANTO lo que pase suceda Shuichi y yo? que yo recuerde siempre has querido apartarlo de mi lado ¿qué te ha hecho cambiar de opinión tan rápido?- preguntó receloso ante las actitudes tan extrañas del empresario

 

 

- Desde que me he enterado que seré tío Eiri-san, desde ese momento- contestó sin más observando meticulosamente las reacciones de sorpresa que expresaban el rostro de la persona que tenía frente suyo- ¿Sorprendido de que lo sepa, Eiri-san?

 

 

- Eso no me sorprende, con un solo mover de tus dedos tus gatitos investigan lo que quieras saber sobre cualquier cosa que te interese aunque sea un poco o que simplemente deseas saber por morbo... y pues si, para que negártelo, serás tío Seguchi, felicidades dentro de 9 meses un mocoso más viene al mundo- expresó con sarcasmo puro

 

 

- Gracias por la forma tan madura y razonable con lo que me haces llegar la noticia- contraatacó sonriente y haciendo caso omiso a lo anteriormente dicho por el rubio escritor prosiguiendo con su "discurso"- lo que no entiendo... es porque tu rechazo hacia ese bebé, Eiri-san si lo que tú más has deseado en esta vida es...- respondió siendo interrumpido repentinamente por este al querer siquiera mencionar "eso" que incluso él sabía bien, que era lo que buscaba en las féminas con las que tenía  esos encuentros casuales, sin llegar a escoger una en concreto por razones que ya restan mencionar aquí

 

 

- ¡CALLATE! ¡Tú no sabes nada, Seguchi!

 

 

- ¡Oh, claro que lo se Eiri-san!- respondió poniéndose de pie repentinamente- ¡sé las razones por las cuales niegas la paternidad de ese niño que sé que deseas intensamente pero que simplemente por tus miedos y tus actitudes tan infantiles te has negado el gusto que bien sabes que te da esa noticia!

 

- ¡Tú no eres nadie para saber qué es lo que deseo o que no!- contestó imitando las acciones del ojiverde, enfrentándolo de una buena vez para que lo dejara en paz

 

 

- No, claro que las sé, para tu gusto o tu disgusto conozco bien esas debilidades que tienes Eiri-san, el haber sido tu tutor durante tantos años sirvió de algo- expresó con malicia pura de intentar picar al oji dorado

 

 

- Oh si claro, sirvió de mucha ayuda, en especial con lo sucedido en Nueva York ¿no lo crees?- comentó sarcástico

 

 

-...

 

 

- ¿Qué? ¿Acaso ya te comieron la lengua los ratones?- dijo burlón

 

 

 

- Con que es eso...- susurró mientras observaba el asombrado rostro del ojimiel ante su descubrimiento, aunque este quisiera hacerse el desentendido con este hecho

 

 

 

- ¿De qué hablas?

 

 

 

- Todo esto tiene que ver con Kitazawa ¿verdad? si... eso tiene que ser, ese es el verdadero origen del problema, no Shindou-san ni el bebé, ni siquiera tú... sino tu alergia...

 

 

- ¿Alergia? ¿A qué te refieres? ¿Ya se te zafó un tornillo o qué?- respondió aún con la guardia en alto y mirando extrañado al músico

 

 

- ¡Claro que no, solo intento hacerte entrar en razón!

 

 

- ¡¿Y quién te pidió que lo hicieras?! ¡Yo no necesito tu ayuda, es más de nadie!

 

 

- ¡Oh por dios Eiri-san! ¡Deja tu soberbia a un lado por una vez en tu vida y hazme caso! - respondió desesperado por intentar hacerlo entrar en razón aunque sea un poquito

 

 

 

- Ja si, como si en el pasado no hubieras cometido peores errores que los que cometo yo- contestó testarudo e infantil

 

 

 

- ¡Ay por favor, no seas infantil! ¡El pasado es pasado, déjalo donde debe quedarse y sigue tu vida! ¡No permitas que una simple violación haga que...!

 

 

- ¡¿SIMPLE VIOLACIÓN?! ¿CON QUE ESO LO CONSIDERAS? ¿ALGO TAN SIMPLE?- cortó iracundo al empresario al escuchar ese último término salir de sus labios sin ser siquiera pensado

 

 

 

- Espera Eiri-san déjame explicarte yo...- intentó defenderse al darse cuenta de su gravísimo error

 

 

 

- ¡NADA DE EXPLICACIONES! ¡Ya no quiero escuchar ni una palabra más de ti Seguchi! NO ENTIENDES NADA, NADA ERES IGUAL DE DESESPERANTE QUE SHUICHI, NO ENTIENDEN RAZONES NI DESEAN HACERLO ASI QUE SI SOLO VENISTE A ESO YA PUEDES IRTE LLENDO PORQUE SIMPLEMENTE NO DESEO CAMBIAR DE OPINIÓN, ASI QUE O TE VAS DE UNA BUENA VEZ O TE CORRO A PATADAS DE MI CASA- gritó eufórico, tratando de sacarse del pecho aunque sea por un instante,  una simple y pequeña porción de todo lo que sentía y tenía guardado dentro de sí para él y solo para él

 

 

- ¡Bien! Si eso es lo que deseas me voy de aquí, pero luego no me vengas a pedirme ayuda de ningún tipo- sentenció fúrico, ¡era tan cabezota!

 

 

 

- ¡Ja! ¡Como si la necesitara!

 

 

- Conste que yo te lo advertí- respondió ofendido al mismo tiempo que se daba media vuelta, dirigiéndose a la puerta del departamento y dispuesto a irse de ahí no sin antes arrojarle al escritor el CD de la grabación- toma, por si LE INTERESA AL SEÑOR- fue lo último que dijo antes de azotar la puerta con enojo e irse definitivamente de aquel lugar

 

 

- ¡AHHHHHHH TE ODIO SEGUCHI!- gritó infantilmente al mismo tiempo que tomaba el bendito CD del suelo y lo arrojaba al sillón con enjundia, dispuesto a descargar su enojo con cualquiera que estuviera cerca de él

 

 

 

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- No puede ser que sea tan … ¡Ahh!- musitó ligeramente desesperado, al mismo tiempo que intentaba calmarse y oprimía el botón del elevador para irse de ahí de una buena vez- pero que después no diga que no se lo advertí, porque si llega a ir a mi despacho pidiendo ayuda seré la persona más feliz del mundo al decir un muy bien merecido TE LO DIJE- gritoneó en dirección a la puerta del departamento, esperando con toda el alma que esas palabras llegaran a los dulces y tiernos oídos del rubio lo más alto posible, abordando de una buena vez el elevador y desapareciendo definitivamente tras las puertas de metal de este.

 

 

 

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- Ese idiota de Seguchi, solo por quién es se cree el puto amo del Universo - se decía a sí mismo el escritor con los nervios sumamente crispados y que se encontraba peor que un león enjaulado, sumamente enojado... no, enojado no, encabronado y dando vueltas una y otra vez sobre el mismo pedacito de suelo en el que se encontraba mientras seguía hablando una y otra vez para sí mismo- si cree que con su estúpido sermón me hará cambiar de opinión está muy equivoca... do...- cortó su "plática productiva" consigo mismo al escuchar un leve >crack< proveniente de algún lado, signo obvio de que algo se estaba rompiendo.

 

 

Cuál fue su sorpresa al descubrir que había sido la capucha del CD que sin querer había pisado y casi aplastado con su propio peso, la cual hasta hace poco había aventado contra el sillón y que simplemente no prestó atención a que esta había rebotado contra él. Observándolo como si fuera algo sumamente peligroso que ponía en peligro su vida por su alta toxicidad, se debatía internamente si valía la pena o no escucharlo siquiera por el simple hecho de haber sido una estúpida recomendación de Seguchi a que lo hiciera, dándose por vencido definitivamente al darse cuenta de que, por el simple y sencillo hecho de que era una grabación de SU baka, no se podía dar el lujo de no escucharla antes que nadie.

 

 

- Maldito Seguchi, sabe bien que si es una grabación del baka no puedo negarme a escucharla...- murmuró fastidiado mientras prendía el estéreo y lo ponía en el reproductor de este, sentándose cómodamente en su sofá y cerrando los ojos, colocando sus manos en su estómago cómodamente totalmente dispuesto a escuchar meticulosamente la nueva interpretación de Shuichi que recién iba comenzando con una dulce y a la vez triste melodía que, sin saberlo, le quedaba perfecta a la canción.

 

 

 

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- Bien pink boy, es hora de que regreses al estudio...- murmuró para sí el mánager del grupo al mismo tiempo que se rascaba la cabeza con su adorada mágnum, pensando muy bien la mejor estrategia para traer al cantante al estudio sin que él interviniera o si no lo traería a rastras... y en su estado era lo que menos necesitaba- oye, Hiroshi- llamó al guitarrista al ver que era lo mejor que tenía en esos momentos

 

 

- ¿Eh? ¿Me hablaba Mr. K?

 

 

- Of course! ven aquí- hizo un ademán con su mano para que el chico se acercara hacia él y cuando lo tuvo lo suficientemente cerca, rodeó su hombro con un brazo y le preguntó "discretamente"- ¿gustas que vaya yo por el pink boy o prefieres ir tú?

 

 

- No no no no voy yo Mr. K no tiene porqué tomarse la molestia de buscarlo jejejeje- musitó nerviosamente ante la sola idea de lo que haría el americano sino lo encontraba rápidamente como a él le gustaba- yo traeré a Shuichi lo más pronto posible no se preocupe de ello

 

 

- Me parece bien- respondió con una "dulce" sonrisa- pero si no están aquí en quince minutos a lo mucho... considérense muertos- contestó con una mirada asesina

 

 

- Jejejejeje no se preocupe Mr. K, tardaremos menos que eso- respondió seguro al mismo tiempo que empezaba a dirigirse a la salida del estudio lo más rápido que podía... ese americano aún le daba un poco de miedo de vez en cuando

 

 

- Jajajajajaja ¡así me gusta! ¡Sean eficientes y vivirán felices por siempre!- rió sonoramente al ver como Hiro salía despavorido de aquel estudio para buscar a Shuichi- y bueno... Fujisaki-kun tú... ahm que harás... hum supongo que puedes descansar en lo que esos dos vienen- dijo amablemente mientras tomaba asiento y se disponía a leer su periódico

 

 

- Ehh... arigatou gozaimasu Mr. K- musitó sorprendido el ojiverde... no todos los días Mr. K daba un descanso no más porque sí y obviamente estaba dispuesto a aprovecharlo al máximo porque seguramente en cuanto Shuichi regresara, trabajarían al doble

 

 

 

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- Shuichi... es hora de regresar al estudio, Mr. K nos quiere ahí en... ocho minutos y contando- musitó tranquilamente después de haber observado su reloj de mano un chico pelirrojo que ya se encontraba al lado del cantante, observando aquel sereno rostro que su amigo presentaba en esos momentos y del cual, sabía perfectamente las causas de este por supuesto

 

 

- Solo dame... dos minutos más Hiro, onegai- susurró el oji amatista volteando lentamente a ver a su amigo con aquel rostro lleno de lágrimas secas, olvidando completamente aquel paisaje que la ciudad de Tokio le ofrecía sólo para él

 

 

- Shuichi... me prometiste que ya no llorarías más- le regañó levemente al descubrir esas lágrimas secas en el rostro del oji amatista, al mismo tiempo que se acercaba a limpiarle aunque sea un poco los rastros que estas habían dejado en su suave piel

 

 

- Es que no puedo Hiro, no puedo... me duele tanto que Yuki no quiera a nuestro hijo porque es de los dos Hiro, de los dos y tú lo sabes... tú mejor que nadie- susurró con la voz quebrada, amenazando con este timbre de voz que muy pronto se largaría a llorar de nuevo, aceptando de buena gana las caricias llenas de cariño que Hiro le daba en su cara

 

- Shuichi...- fue lo único capaz de decir antes de dejar lo que se encontraba haciendo y abrazar fuertemente a aquel ser que tanto necesitaba de él en esos momentos- por favor ya no llores, sabes que no me gusta ver que lo hagas y menos por una basura como lo es Yuki Eiri- escupió lo último con la voz cargada de enojo... mira que negar la paternidad de aquel niño que bien sabía ese idiota era suyo... No le había ido a romper la cara a golpes tan sólo porque Shuichi se lo había pedido, pero si por él fuera ese escritor ya estaría en el área de terapia intensiva de cualquier hospital de la zona

 

 

- ¡No le digas así a mi Yuki! ¡Él es el mejor hombre que existe en esta Tierra!- gritó entre lágrimas mientras se zafaba del abrazo de Hiro bruscamente con un gesto molesto en su rostro ante las palabras de su amigo... como detestaba que insultara de esa manera a SU Yuki

 

 

- ¿¡Cómo puedes defenderlo después de lo que te hizo, Shuichi!?- le reprendió sorprendido por cómo a pesar de todo lo que ese escritor le había hecho, Shuichi seguía amándolo y defendiéndolo ciegamente

 

 

- ¡Porque lo amo Hiro! ¡Solo por eso! ¡Lo amo como jamás he amado ni llegaré a amar a nadie y ahora más porque aquí dentro...!- contestó al mismo tiempo que colocaba ambas manos sobre su vientre tibio y casi imperceptiblemente más voluminoso- ¡aquí dentro llevo un hijo suyo, es su sangre, suya y mía Hiro! ¡Entiéndelo!- musitó con un timbre elevado de voz entremezclado de tristeza y desesperación

 

 

- ¿Yo? ¡Qué lo entienda él, que parece que aún no capta del todo este maravilloso hecho, Shuichi!

 

 

 

Ante esta respuesta que solo era la cruda verdad que él quería y necesitaba negarse a ver, Shuichi solo atinó a llorar aún mas y dejarse caer lentamente al suelo, siendo detenido de inmediato por Hiro evitando a toda costa esa caída tan abrupta que sabía le haría daño tanto a él como a su bebé, estrechándolo en sus brazos en un ademán por demás protector, cobijándolo tiernamente como el niño que internamente aún era.

 

 

 

 

- Duele tanto Hiro... tanto...- susurró entre sollozos

 

 

- Lo sé Shuichi, pero debes ser fuerte, por ti y por tú bebé- dijo intentando animarlo

 

 

- Es que sin Yuki yo me muero Hiro, me muero- contestó entre más y más lágrimas de profunda tristeza y dolor

 

 

- Shuichi no digas eso nunca más por favor-le reprendió duramente ante lo dicho por el cantante

 

 

- Pero es que es la verdad Hiro, sin mi Yuki mi vida no tiene sentido no la tiene- musitó entre sollozos prolongados

 

 

- ¡Pero si ahora tienes una razón muy buena por la cual seguir adelante! ¡Y esa razón es tú hijo Shuichi! ¡No te puedes dejar vencer, no puedes! debes ser fuerte por los dos... se necesitan tanto...

 

 

- ¡Tanto como yo necesito a Yuki!- repitió reacio a abandonar su posición

 

 

- ¡Pero él se negó a apoyarte! ¡No tienes su apoyo, Shuichi! ¡¿Eso quiere decir que como no lo tienes a él a tu lado en estos momentos, abortarás a tu bebé?!- preguntó un tanto alterado al ya no saber cómo hacerlo entrar en razón... aveces Shuichi lo desesperaba tanto con su necedad...

 

 

- ¡No! ¡Eso ni loco, mi bebé es mío jamás haría algo tan feo Hiro baka!- le reclamó ante la sola insinuación de una acción tan horrible de su parte... él jamás mataría a su bebé, jamás, primero se muere él que su chiquito

 

 

- Si es así, inténtalo Shuichi... sé que es difícil, lo sé, pero no estás solo... yo estaré ahí siempre que me necesites y lo sabes y esta no será la excepción así que por favor, prométeme que por lo menos lo intentarás ya no por ti o por Yuki-san, sino por tu hijo, Shuichi

 

 

- Pero yo...

 

 

- ¡Prométemelo Shuichi!- exigió sin dar señas de querer dar su brazo a torcer

 

 

-... Está bien, te lo prometo Hiro, intentaré salir adelante aunque Yuki no esté conmigo solo... por mi bebé... solo por eso- susurró con la mirada fija en un punto inexacto de la azotea de aquel edificio, su voz sonaba determinada y eso le agradó al pelirrojo en demasía ya que pensó que había logrado su objetivo sin saber que aquello, solo era una fachada, una ilusión...

 

 

 

Porque por dentro, Shindou Shuichi se estaba muriendo de tristeza y, por increíble que parezca, reviviendo de alegría al mismo tiempo tan solo, por ese pequeño ser tan suyo como de aquel excéntrico escritor

 

 

 

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Sin palabras... sin acciones, sin nada en que pensar o que decir a su favor... esa eran las amargas pero desgraciadamente únicas y verdaderas sensaciones que atravesaban al escritor al ya haber terminado de escuchar la canción que iba enteramente dedicada a él... Tomó el control del estéreo apagándolo por inercia mientras dejaba caer el pequeño aparato a un lado suyo sin la más mínima muestra de interés por ello, tomando su rostro entre sus manos y dejando que su sentir corriera libre, al fin y al cabo, ya no tenía caso ocultarlo más...

 

Estaba llorando, por segunda vez lloraba por ese chiquillo de cabellos rosados que ni cuenta se dio cuando había empezado a amarlo con la intensidad con la que lo seguía haciendo, si no es que más... Más sin embargo aún se encontraba aturdido, tenía tantas preguntas  que auto responderse que ya ni siquiera sabía por dónde empezar... ¿Realmente era esa la percepción que Shuichi tenía de él? ¿Tan desalmado era que lo había hecho sufrir tanto como para desear irse de su lado con su hijo en su vientre sin importarle más? ¿Qué se había  encontrado haciendo en todo ese tiempo que no vio las señales de alarma que este le mandaba una y otra vez en señal de auxilio? ¿Shuichi verdaderamente tenía pensado faltar a su promesa de estar siempre a su lado para apoyarlo... por su estúpido egocentrismo y empeño de alejarlo de él para no lastimarlo a criterio suyo? y la más grande y jugosa de todas

 

 

 

¿Realmente iba a permitir que Shuichi se fuera de su lado... o iba a hacer algo para detenerlo?

 

 

 

 

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- Jajajajaja me alegra que estén de regreso little boys, ya empezaba a preocuparme seriamente por su ausencia momentánea- comentó lo más serio posible el mánager del grupo con mágnum en mano por supuesto a dos chicos que hace no más de 26 segundos habían cruzado la puerta del estudio como alma que las lleva el diablo al habérseles hecho tarde por aquella plática en la azotea de NG Productions

 

 

- Jejejeje si Mr. K es que... verá... Shuichi tuvo una pequeña crisis emocional que trató conmigo y pues por eso nos tardamos 26 segundos más del tiempo límite que me había puesto jeje- intentó excusarse (salvar su pellejo más bien) el pobre amigo de la bola rosada que se encontraba a su lado comiendo pockys de vainilla uno tras otro como si la vida se le fuera en ello... últimamente tenía esa "pequeña" obsesión con ese sabor en particular... obviamente sobra decir porque Shuichi prefiere los de vainilla a los acostumbrados pockys de fresa en estos momentos

 

 

- Ohh no problem little red boy, si es así están perdonados tú y el pink boy, es más... hoy puedes irte temprano Shuichi, te vez un poco desganado- dijo al mismo tiempo que se acariciaba su barbilla en un aire pensativo que raras veces usaba el rubio

 

 

- Te hablan Shuichi- murmuró el pelirrojo a su amigo al notar que este ni atención puso a lo dicho por el americano por estar comiendo tanto pocky

 

 

- ¿Eh? ¿Qué yo qué?- preguntó todo confundido y con restos de pocky en sus lindos labios

 

 

- That `u can go home today little pink boy... no me conviene extenuar de más a mi cantante favorito si es que quiero que este rinda en los ensayos del disco así que solo por hoy i will be a good mánager y te dejaré ir temprano a casa- repitió de nuevo y de muy buena gana por cierto... hoy se sentía un tanto caritativo

 

 

 

- ¿En verdad Mr.K?- preguntó incrédulo ante este permiso y dejando su pocky a medio comer en su delicada mano, es decir... otro día ha hecho hasta lo imposible por escapar del americano o mínimo conseguir que lo dejara salir tan siquiera cinco minutos antes y ahora... ¿lo dejaba ir así no más porque si? eso si que era extraño

 

- Yes, pero si no quieres irte pues yo...- empezó a decir inútilmente ya que a la milésima de segundo más tarde...

 

 

- ¡Nos vemos mañana por la mañana Mr. K y gracias por todo! ¡Adiós Suguru, adiós Hiro! ¡Y gracias por tus consejos Hiro-chan! ¡Te quiero amigo! - gritó un rayo rosado desde el pasillo del estudio al comenzar a escuchar esa frase que no dejó que el oji azul terminara... si desaprovechaba esa oportunidad puede que no tuviera una más en un futuro... no podía desperdiciarla en lo absoluto ¿verdad?

 

 

- Hum... creo que el pink boy el día de hoy fue más inteligente que yo al irse de esa manera...- comentó para sí mientras volvía a su pose pensativa de hace solo unos cuantos minutos-  ¿y ustedes a donde van?- dijo al percatarse como el resto de su banda ya se encontraba empacando sus cosas como si ya pudieran irse de ahí

 

 

- Bueno K-san... es que como le dio el día libre a Shindou-san y necesitamos su voz para empezar a grabar, Nakano-san y yo pensamos que...- empezó a argumentar el peli verde el porqué de su retirada, pero que  por lo visto, no le iba a servir de mucho

 

 

- No no no and no... El pink boy tiene permiso de irse temprano hoy porque fui bueno con él, pero para su desgracia con ustedes no lo seré así que regresen sus lindos traseritos a la cabina de grabación si es que no quieren que se los llene de pólvora ¡Y ensayen la parte instrumental del disco para que cuando el pink boy venga mañana explote su cantarina voz sin contratiempos! ¡¿Entendieron?!- ordenó vestido de militar y con una calibre 26

 

 

- ¡Si señor!- dijeron al mismo tiempo ambos chicos saludando al norteamericano como si estuvieran en el ejército y se metieron lo más rápido que pudieron a la cabina... aún apreciaban demasiado sus vidas como para arriesgarlas así porque sí

 

 

- Bien hecho, ahora ¡a trabajar que tenemos un disco que preparar!- ordenó de nuevo pero ahora con una ametralladora en mano... como le gustaba innovar en sus amadas armas

 

 

- ¡Si señor!

 

 

 

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Era tan triste el andar de aquel chico... tan apagado, vago de ilusión o alegría por llegar temprano a su hogar que simplemente ni él mismo se lo creía... en otros tiempos, este mismo joven apresuraba el paso lo más rápido que podía para poder llegar a casa lo más temprano posible y así pasar tiempo de calidad al lado de su adorado escritor, incluso exponiendo su vida al cruzar la calle sin fijarse si algún automóvil le arrollaba por su falta de precaución, todo con tal de llegar antes; más sin embargo esos tiempos habían quedado ya en el olvido...

 

 

Ahora lo único que deseaba era alargar el camino lo más posible con tal de no sufrir demasiado al llegar a casa, su caminar ya no era alegre y coqueto, sino eficaz, pasivo, todo lo contrario a lo que su característica personalidad describía de él. Su mirar curioso había desaparecido de sus joyas amatistas y ahora había sido reemplazado por uno muy simple y sin ánimos a mostrar algún sentimiento cercano que reflejara felicidad; no, ya no... Ahora había tanta melancolía... Sus pasos lo guiaron a través de aquel parque donde todo había comenzado y que irremediablemente él siempre recordaría, fuera lo que fuera o pasara lo que pasara.

 

Lo cruzó sin detenerse a observar la magnificencia de su ciudad que el mirador le podía ofrecer, o la tranquilidad que sentarse en una banca y dejar que el tiempo pase tranquilamente mientras los recuerdos le invaden la mente súbitamente le satisfacieran y le llenaran de paz interna, no, simplemente caminó aquel pequeño sendero marcado en el piso por el asfalto y siguió su rumbo, sin detenerse a pensar en recuerdos del pasado que en ese momento su sensible corazón no soportaría ver de nuevo... o al menos no en esos momentos. A lo lejos ya podían divisarse aquellos edificios grises donde se encontraba el lugar de cuatro paredes que él aún se atrevía a llamarle hogar, al mismo tiempo que el ocaso le acompañaba en su pequeño viaje de regreso a él.

 

 

Suspiró de resignación al percatarse que ya se encontraba a tan solo unos cuantos metros más de encontrarse en el interior de su departamento, así que sin más, procuro apresurar solo un poco su andar al ver que la noche ya estaba por caer y él aún se encontraba en la calle. Ingresó al frío edificio para inmediatamente después subir el elevador que le llevaría a su destino final. Esperó pacientemente a llegar al piso indicado mientras se entretenía haciendo circulitos en su vientre y sonriendo dulcemente; ese pequeñito le había traído tanta alegría a su vida... que simplemente no tenía como agradecerle a la vida aquel bello regalo que le había sido otorgado. Más sin embargo aquel lindo momento a solas con su bebé no le duró mucho, ya que el característico sonidito del elevador llegó y tuvo que salir de ahí, no sin antes abrazar con amor aquel cálido lugar mientras caminaba por aquel solitario y frío pasillo que le conducía a su departamento.

 

 

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- Tadaima Yuki- saludó más por monotonía que por otra cosa, sorprendiéndose levemente al ver el quehacer hecho en cada centímetro de ese departamento, tal parecía que el rubio escritor por fin había terminado el capítulo correspondiente de la semana y había ayudado un poco en sus labores del hogar. Sonriendo un poco ante este hecho siguió con su camino en dirección a su cuarto, dispuesto a descansar un poco en su cama después de un día tan agotador sentimentalmente hablando, encontrando a su paso aquel varonil aroma del mayor inundar todos sus sentidos rápidamente, ocasionando que al exhalar una sutil sonrisa invadiera su enamorado ser que se desvaneció inmediatamente al ver la expresión fría y sin sentimiento alguno de su pareja… eso le causó un escalofrío a lo largo de todo su menudo cuerpo… esa no era una buena señal.

 

 

- Shuichi… tengo que pedirte algo- murmuró en medio de toda aquella oscuridad, intentando por todos los medios posibles no romperse delante de su pequeño peli rosa

 

 

-  ¿Qué pasa Yuki? ¿Todo… está bien?- preguntó temeroso de que era lo que el escritor le iba a pedir… tenía un mal presentimiento

 

 

- Quiero… que te vayas- respondió lo más convincente posible aunque por dentro se estuviera muriendo por culpa de aquellas sencillas pero complejas palabras.

 

 

- ¿Qué… pero… porqué? Yuki ¿Qué hice mal? ¿Acaso ya no me amas? ¿Porqué me haces esto?- preguntó con la voz quebrada por el llanto que inevitablemente empezó a inundar sus mejillas… el saber que Yuki ya no lo quería más a su lado le dolía… LE DOLIA MUCHISIMO

 

 

- Es lo mejor para los tres Shuichi- respondió con la mirada vacía viendo un punto inexacto de aquella inmensa sala… como le partía el alma tener que pedirle eso al amor de su vida

 

 

- ¿Para los tres… o para ti?- preguntó con un tono de reclamo que se le clavo muy hondo en el corazón del escritor- No te entiendo Yuki… en verdad que no te entiendo… traté de darte todo mi amor, de hacerte feliz, de complacerte en todo pero… veo que nunca podré hacerlo… y eso me duele ME DUELE MUCHO- reclamó en medio de un mar de lágrimas amargas, sus mejillas estaban arreboladas por el coraje que tenía atorado en su menudo cuerpo, su respiración se había agitado y su flequillo se encargaba de cubrirle los ojos, que para estas alturas deberían estar sumamente rojos por todos los borbotones de lágrimas que brotaban de ellos… sentía… que su vida se acababa lentamente.

 

 

- Aunque no lo creas Shuichi, estoy velando por el bienestar de los tres… por favor, no hagas esto… más difícil de lo que ya es- murmuró en un vano intento por que en su voz no saliera algún signo de dolor que, aunque fue claro y remarcado, el peli rosa en medio de su dolor no pudo identificarlo- hazme el favor de recoger tus cosas, yo… hablé a un hotel cerca de aquí para que te quedes ahí una semana en lo que buscas un departamento… todo está pagado ya te atenderán como lo mereces y pues si quieres que te ayude en algo… por favor solo dímelo… no te dejaré desamparado- dijo lentamente mientras volteaba a ver al ojivioleta que estaba con un rostro neutro

 

 

- No necesito tu ayuda… gracias por tu generosidad, puedes guardar ese dinero para gastarlo con alguna prostituta en cuanto me vaya, por nosotros no te preocupes.

 

 

Musitó con furia pura en su dulce voz al mismo tiempo que caminaba rumbo a la que hasta hace apenas unas horas fuera la habitación que compartía con su ahora ex pareja,  ignorando triunfalmente a un sorprendido rubio. Si iban a terminar, al menos saldría de aquella casa con dignidad.

 

 

 

 

Por su parte, el rubio solo atino a suspirar pesadamente en cuanto su bola de cabello rosa había cruzado la puerta de la habitación, pasando desesperado sus manos por sus rubios cabellos para intentar tranquilizarse un poco, aunque sabía que eso, sería algo prácticamente imposible. Tenía los nervios a flor de piel. Resignado, camino lentamente hacia donde se encontraba Shuichi, recargándose en el marco de la puerta mientras metía sus manos en los bolsillos de su pantalón, viéndole empacar...

 

 

Si Shu-chan era una persona con una belleza y seducción natural incomparables,  en ese estado se veía simplemente... Encantador... ¡El embarazo le sentaba tan bien!

 

 ¿Realmente quería dejarlo ir?

 

 

 

Mientras, el cantante, al ver una sombra proyectarse sobre la cama, dejo lo que estaba haciendo para voltear a ver el anticipado origen de la misma, bufando de frustración al ver la actitud que aun en esas circunstancias poseía el escritor,  diciéndole en tono molesto y un tanto rebelde algo que de verdad calo al ojimiel por el tono de voz empleado... Era un maldito sin lugar a dudas

 

 

- No te preocupes, ya casi acabo... No tienes por qué venir a ver qué empaco y que no, te aseguro que no me llevare nada tuyo -dijo con voz altanera, reuniendo todas sus fuerzas para no largarse a llorar y suplicarle a Yuki que no los dejara solos, que estuviera presente en la vida de él y la de su hijo por siempre, pero ya no... No más.

 

 

 

Ya no curare tu soledad cuando duerma la ciudad...

 

 

 

- No respondió, tan solo hecho una última mirada a aquella habitación que aun albergaba algo de los dos, para después cerrar los ojos  y así lograr  mantener esa última imagen, para después inhalar profundamente aquel dulce y exótico aroma tan característico del cantante e  irse de ahí hacia su estudio a paso lento... Necesitaba nicotina urgentemente.

 

 

 

- Lo sabia... -una delicada lagrima bajo por sus regordetas mejillas-  no te importa -aventó sus jeans a la maleta con furia para después revolverse sus cabellos rosados y cubrirse la cara, sollozando con dolor, dejándose caer a la cama de sentón sin importarle nada. Se sentía tan incompetente...

 

 

 

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-  Lo mejor que me ha pasado en la vida y se está yendo por el drenaje...-rio irónico, sacando el humo por la boca  con la mirada perdida en el techo, girando en medios círculos sobre su silla giratoria sin emoción alguna-  ¿Vez lo que ocasionas Kitazawa? -pregunto algo sarcástico con la foto en mano-  No puedo ser feliz, gracias por eso -escupió con furia, aventando la foto al otro extremo de su despacho con fuerza mientras apagaba el cigarrillo en su elegante cenicero de cristal rápidamente, poniéndose de pie al escuchar la puerta de la recamara abrirse.

 

 

Al menos, deseaba un último adiós decente, aunque bien sabia, que no se lo merecía en absoluto.

 

 

 

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- Shuichi... - le llamo antes de que siquiera bajara las maletas a los escalones del lobby, ayudándole con estas que pesaban más que él y el muchacho juntos ¿Que tanto tenía que él ni en cuenta? En fin, todo fuera porque el chico no se esforzara en lo absoluto. ¿Su recompensa? una mirada llena de reproche por parte del oji violáceo.

 

 

- Yo puedo solo, gracias... No tienes por qué molestarte- murmuro con molestia, arrebatándole una de ellas algo grosero.

 

 

- No es molestia... Quiero ayudarte- dijo sincero.

 

 

 

- Ya me has ayudado muchísimo, gracias - recalcó la última palabra con despotismo, viéndolo desafiante- Suelta mi maleta- murmuro entre dientes al notar que una de sus petacas era sostenida por la mano derecha del rubio.

 

 

 

- ¿Y si no lo hago?- respondió algo divertido por la expresión tan adorable del peli rosa... Le encantaba hacerlo enojar solo por el puro placer que le causaba ver los pucheros tan tiernos que hacía.

 

 

 

- Argh ¡eres desesperante!- soltó con el ceño fruncido por la molestia, dejando  la maleta por la paz a la par que caminaba con la única que tenía en su poder- Quédatela, tengo el suficiente dinero para comprar todo lo que tengo dentro- respondió altanero, dando a entender que ya no se dejaría manipular por el escritor, no más.

 

 

 

Este, al ver la reacción del cantante y su cercanía con la puerta, dejo la maleta por la paz y ahora, dedico su entera atención en prácticamente correr hacia la entrada y así poder truncar la puerta al recargar una de sus manos en la misma, impidiéndole así cualquier vía de escape. Lo obligo a darse la vuelta con una suave pero firme presión en su brazo derecho y, antes de que el oji amatista pudiera decirle algo, le robo un profundo y pasional beso. Lo acorralo contra la misma puerta que estaba deteniendo, sonriendo satisfecho al sentir como el menor le respondía ávidamente, prendiéndose de su cuello con ansiedad, mientras  que el dejaba la puerta por la paz y se encargaba de estrechar esa ínfima cintura entre sus brazos, pegándolo a su cuerpo lo más posible. Una delicia sin lugar a dudas.

 

 

 

- ¿Por qué? -pregunto susurrante en medio de las  pequeñas y delicadas lagrimas que dejaba correr libremente una vez se había roto el hermoso contacto- ¿Porque nos haces esto, Yuki? ¿Porque me alejas bruscamente y después corres a retenerme?- susurro en un hilo de voz y un pequeño temblor en todo el cuerpo, cambiándolo todo de manera sorpresiva al igual que su actitud pacífica a una llena de sentimientos encontrados- ¡¿PORQUE PORQUE PORQUE PORQUE?! -le grito histérico, soltando su cuello solo para bajar sus brazos y golpearle en el pecho infinidad de veces con sus pequeños puños, sabiendo de antemano que no le haría daño alguno con eso; no tenia las fuerzas y nunca las había tenido, pero al menos así, lograba sacar un poco de toda la furia y dolor que llevaba dentro desde hace semanas.

 

 

 

-... - no dijo nada, se quedo ahí viéndolo tristemente y con un espantoso nudo en la garganta, recibiendo dócil como nunca todo aquello que sabía, se merecía con creces.

 

 

 

- Maldita sea ¡RESPONDEME ALGO, EIRI!- incluso le llamo por su verdadero nombre, esperando ver aquella sonrisa casi  imperceptible que se formaba en su rostro cuando lo hacía, pero nada... Parecía que le estaba hablando a la pared.

 

 

Siempre había sido así y así iba ser siempre...

 

 

 

- No cabe duda que tu alergia puede más que tú- susurro lleno de impotencia, con los puños ligeramente cerrados y una mirada de verdad intimidante, usando a la canción como referencia

 

 

 

... Porque tienes miedo de sentir, porque eres alérgico a soñar, y perdimos color...

 

 

Porque eres alérgico al amor...

 

 

 

- Si no tienes nada más que decir, mejor me voy... Entre más tarde me vaya, menos taxis hallare- murmuro vencido y con un dolor punzante en el pecho al ver que el amor de su vida no haría nada para que se quedara... Lo sabía, nunca había sido más que un entretenimiento para él.

 

 

Tomo la maleta que descansaba en el piso gracias a todo lo sucedido hace tan solo unos minutos, aun sentía en sus labios el sabor y calidez de los del escritor pero ya no importaba, se iría de ahí y por lo visto, esta vez era para siempre. Se dio media vuelta al tiempo que abrochaba su gabardina, afuera hacia frio y ya no podía exponerse a esos cambios tan bruscos de temperatura... Podía hacerle daño a su bebe.

 

 

- ... No puedo negarle a mi hijo el ver a su padre-  murmuro a modo de una extraña despedida- Pero en vista de que su padre lo niega a él, cuando me pregunte que si lo amo, le diré que si- dijo frio y cortante sin siquiera voltear a ver al ojimiel, ese episodio de su vida ya había terminado. Lo que no sabía, es que antes de que siquiera girara la perilla, una furiosa mano se encargaba de detener su acción... Por segunda vez

 

 

- ¿Y tú que sabes, Shuichi? - murmuro con voz potente y al mismo tiempo débil, autoritaria pero dócil ante el dolor que le causaba perder a las dos personas que mas significaban en su miserable vida. Volteo al chico de nuevo, poniendo sus rostros a unos palmos del contrario, viéndole con una mirada llena de sentimientos encontrados- No sabes nada... De lo que siento, ni por ti, ni por el bebe

 

 

 

- Ese es el problema, Yuki - respondió tranquilo, había aprendido con los años que de nada servía llevarle la contraria a ese rubio cascarrabias- El único problema en el que se basa nuestra "relación" -resalto irónico- es que nunca has demostrado si sientes aunque sea un poquito de amor por mi-  dijo con un profundo y doloroso deje de reclamo en su voz

 

 

-... - se quedo callado, diablos sabia que aunque Shuichi no dijera nada, era la cruz que él le había impuesto deliberadamente ¿Y todo porque? Estúpidos, estúpidos miedos.

 

 

 

- ¿Lo ves?- pregunto con una triste y forzada sonrisa- Ni siquiera ahora eres capaz de hacer algo- susurro palmeando suavemente el sitio donde se encuentra el corazón- Kitazawa ya no dejo espacio para nadie mas...-murmuro con los ojos llenos de lagrimas y una amarga sonrisa, eso era todo lo que podía expresar en esos momentos... La amargura y dolor que aquella maravillosa noticia le hacían sentir gracias al rotundo rechazo de quien es, la persona más importante en su vida

 

 

- Alzo la vista abruptamente al escuchar esto, con el entrecejo fruncido por completo y una gran disposición a replicar- Kitazawa no es mi dueño absoluto- siseo dolido de que a esas alturas, aun no lo haya comprendido.

 

 

- Demuéstralo- exigió retándolo con la mirada

 

 

- Pensé que ya lo había hecho, pero al parecer lo baka nunca se te va a quitar- murmuro con el ceño ligeramente fruncido

 

 

 

- Aquí el único baka que no entiende la gravedad del asunto eres tu Yuki- respondió hostil gracias al insulto no merecido, respirando agitadamente en un intento por no crisparse, no podía, no... Su bebe era primero

 

 

 

- "Un hecho vale más que mil palabras"- cito la frase cual erudito-  Cualquiera lo sabe Shu

 

 

 

- Pero a veces es más necesaria una palabra de amor, que mil hechos intentando-recalcó dolorosamente el fracaso- demostrarlo...- respondió sabiamente- Ahora si me disculpas...

 

 

 

- No te vas a ir- siseo de nuevo, tomándolo bruscamente del brazo.

 

 

 

- Suéltame -exigió, sacando ya literalmente chispas por los ojos.

 

 

- No lo creo- siseo burlón

 

 

- Si, lo harás por las buenas... O por las malas- susurró lúgubre, dispuesto a llamar a Mr. K si era necesario

 

 

- Tus amenazas no me dan miedo- respondió entre crueles risas- Eso debería ser al revés

 

 

-... Yo nunca te he tenido miedo Yuki- musito herido de verdad, diablos con todo lo que le había dicho y hecho actualmente ¡debería odiarlo!... Pero para su mala suerte, su corazón era tan masoquista que se negaba a dejarlo ir- Al contrario... Te amo tanto, que podrían pasar mil años, y no podría dejar de hacerlo, cuando en realidad-lo ve de arriba a abajo, despectivo por completo- no lo mereces

 

 

- ¿Seguro, Shuichi? - cuestionó angustiado- ¿Eso es lo único que piensas de mí?

 

 

- ¿Y que podría pensar de la única persona a la que le he entregado todo a cambio de nada? Yuki ¡por favor! -alzo la voz, algo histérico- ¡Fueron noches enteras de desvelos al no saber dónde o más bien con quien carajos estabas! ¡Millones las lágrimas que derrame por ti!¡Innumerables las veces que te perdone, que te justifique frente a mis amigos... Los únicos conocedores de mi verdadero sentir! ¡¿Y aún así tienes el maldito descaro de preguntarme eso Yuki Eiri?!

 

 

 

Explotó, no pudo más, eso era lo que necesitaba... Darle ese respiro a su alma y su maltrecho corazón, ya no más noches de desvelo, lágrimas o de congoja, ya no... Se habían acabado por entero.

 

 

 

-... Admito que no he sido buen amante- comenzó a hablar después de interminables minutos en los que por supuesto, no hicieron falta los jaloneos del otro por escapar y los suyos porque se quedara y lo escuchara- Pero eso es algo que sabias desde el principio, y aún así te arriesgaste a jugar con fuego... Dime Shuichi ¿Crees que es muy grato escuchar esto viniendo de ti?- preguntó con la garganta ligeramente seca por todo lo sucedido, una sensación horrible si le permitían opinar-  ¿O que pienses que no me importas? - mostró sus dedos, enumerando una a una todas las innumerables cosas que hacía por él y este ni lo notaba- Angustia extrema al ver como daban las 9, 10, 11 de la noche y tú aún no llegabas a casa, cocinarte el almuerzo para que lo llevaras al trabajo cuando decías en medio de lloriqueos que el loco de tu manager no les permitía siquiera a salir a comprar una botella de agua, prepararte el baño cuando llegabas empapado por tu imprudencia de venirte con la lluvia en su apogeo, ayudarte a componer las letras que dejabas a medio terminar del cansancio que sentías y te quedabas dormido en la sala con el cuaderno entre tus manos y, de lo cual, por lo visto tu ni en cuenta... -en ese momento tuvo una mini-victoria que le hizo sonreír por dentro al notar el rostro desencajado y sorprendido del cantante, si, le ayudaba con sus letras de vez en vez y aunque lo negara, le hacía sentir bien hacerlo- Noches y  días enteros encerrado en mi estudio con el único pensamiento en mente de terminar  la novela lo antes posible para poder recompensarte todo el tiempo que no estaba contigo, peleas con la inepta de mi editora cuando pedía que añadiera capítulos a la historia porque se le daba la reverenda gana y eso significaba más tiempo lejos de ti... Miles de detalles que podría enumerarte UNO a UNO ¡y aún así no notarias maldita sea!

 

 

- ... ¡Si dices amarme tanto como para hacer todo eso por mí, ¿entonces porque nos apartas de tu lado en el momento en que más te necesitamos Yuki?!- gritó desesperado en cuanto se dio cuenta de que todas, y cada una de las palabras dichas por el rubio eran verdad, sólo que en medio de su olor no había logrado verlas por entero o mínimo dar crédito pero igual... No le bastaba

 

 

- PORQUE NADIE QUIERE SER EL HIJO DE UN ASESINO, POR ESO MALDITA SEA, ENTIENDELO

 

 

Gritó histérico, respirando agitadamente por culpa de la adrenalina que sentía correr por sus venas incesantemente y con su rostro completamente desencajado, lastimero... Triste

 

 

- ¿Cómo... Voy a ver a mi hijo a los ojos si llega a saber lo que hice en el pasado? ¿Cómo Shuichi?- preguntó con la respiración aun alterada y lágrimas retenidas de dolorosa frustración con las que luchaba por no dejarlas correr libremente según su sentir.

 

 

- ... - no dijo nada, solo dejó todo pensamiento de rencor y dolor a un lado solo para concretarse a abrazar al rubio frente a él, dándole un consuelo que sabía, necesitaba con creces,  siendo que a él aun le dolía todo lo que estaba suscitándose... Aun más por las razones recién confesadas- Simplemente no le diríamos, sólo nuestra familia sabe de ese percance y lo sabes... Aunque sigo sin explicarme el porqué de todo esto- murmuró una vez le había soltado para mirarle largamente con expresión indescifrable, llena de sentimientos encontrados- ¿Sabes? No me creo eso que me estás diciendo...

 

 

- !...¡

 

 

 

-  No es suficiente razón, admítelo... Tu aún sigues amando a Kitazawa- susurró con el flequillo cubriendo sus preciosos amatistas presas del dolor, ese maldito dolor...

 

 

-... Me pides explicaciones ¿y me sales con eso?- preguntó en medio de un reclamo doloroso, no era justo... Nada justo. Precisamente por eso no se abría a las personas ¿para qué expresar sus sentimientos, si de todas maneras le juzgarían?

 

 

 

- No es eso...

 

 

 

- Parece -interrumpió tajante y a la defensiva... Un tanto del "viejo Yuki" había salido a flote

 

 

 

- Pues entendiste mal-  respondió como si fuese algo obvio- me refería a que si de verdad me amaras, si de verdad desearas a nuestro hijo, tratarías de dejar atrás todos tus fantasmas... Intentarías seguir adelante  con nosotros en lugar de quedarte atrapado en un pasado que te atormenta, que te lastima...-la voz comenzaba a temblarle, maldita sea... El llanto amenazaba con aparecer- ¿Sabes cuánto me duele eso? ¿El saber que he fracasado con mi meta de hacerte olvidar? ¿Tienes idea de lo que se siente tenerle celos a un muerto?

 

 

- ¿Y tú tienes idea, de lo que se siente el ser tan cobarde, como para apartar de ti a las dos únicas personas que le dan sentido a la palabra vida?

 

 

 

-... Entonces... ¿porque nos dejas ir?- susurró con una suave lágrima descendiendo por su rostro, lágrima que fue borrada por los dedos de su pareja y un suave beso depositado en su mejilla... Qué bien se sentía eso...

 

 

 

- Por idiota... Shuichi...- susurró en su oído, abrazándolo fuertemente  contra si mientras hundía su rostro en el espacio entre el hombro y cuello del menor, aspirando su dulce aroma a frutillas, ese que tanto amaba- ¿sabes?... De verdad no quiero dejarlos ir

 

 

 

 

Sonrió, aferrándose a aquella fuerte figura mientras dejaba salir las lágrimas libremente, riendo feliz... Era lo mejor que pudo haber escuchado en semanas, es más, en toda su relación...

 

Yuki, SU Yuki quería  tenerlo a su lado para siempre

 

 

 

- ¿Y quién te dijo que nos vamos a ir?

 

 

 

 

Ahora, fue el turno de Yuki para llorar de felicidad.

 

 

 

 

 

 

/*/*/*/*/*/*/*/*/*/ 5 meses después */*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/

 

 

 

Corría por todo el hospital aún con el traje esterilizado de color azul tan característico al momento de un parto o cirugía puesto encima de su elegante atuendo y, el cual, tenía sangre aún sobre del mismo pero no le importaba, eso era lo de menos, es más, era capaz de robarse esas prendas azul celeste solo por el simple hecho de lo que significaba para él, mientras literalmente apartaba a todos de un "suave" -nótese sarcasmo- empujón, su urgencia podía más que su cordialidad, debía llegar lo más rápido posible...

 

 

Apenas lo sostuvo unos cuantos e invaluables segundos entre sus brazos en el quirófano, antes de serle arrebatado prácticamente de sus brazos para comenzar con las características revisiones médicas con el enorme equipo que asistió el complicado parto del cantante pop más aclamado de todos los tiempos y supo, desde ese instante, que estaba atado a ese pequeño ser de por vida, y ni que decir de su esposo, "madre" de su hijo. Si, se habían casado hace tan sólo tres meses, cuando Shu poseía ya una preciosa barriguita por su quinto mes de embarazo,  en medio de una sencilla pero elegante fiesta privada en la que ningún medio tuvo acceso para no estresar al cantante, aunque claro, familiares y amigos no pudieron faltar para felicitarles y desearles un matrimonio largo y próspero....

 

 

Matrimonio que se vio ligeramente amenazado con la inesperada y prematura llegada de su pequeño... De no haber sido por la urgente y rápida cesárea que le practicaron, Shuichi ya no hubiera podido ver a su angelito crecer junto con él. De solo recordarlo se le ponían los pelos de punta.

 

 

Llegó a la zona de maternidad del hospital en una carrera maratónica desde el último piso, que era donde estaban situados los quirófanos, en medio de jadeos y un ligero sudor en su frente  que se habría evitado de no haber sido porque el elevador tardaba demasiado -a decir verdad no se esperó ni medio minuto- pero ya estaba ahí... Si, ya lo estaba.

 

 

- ¡Eiri!-  sonrió Mika al ver a su hermano llegar por fin a la antesala del cuarto de su cuñado, ansiaba entrar a ver a su sobrino y ni que decir de Tohma, el cual se había quedado abajo con su pequeño hijo, Hana* por mandato suyo ya que, era más que  obvio que el menor no podía estar ahí- Por fin llegas, quiero entrar a ver a Shuichi y al bebé, ¿qué fue? ¿Están bien? Apuesto que una niña, deberías estar orgulloso, debe de ser...

 

 

- Ten, dóblalo bien y no permitas que te lo quite nadie del hospital, así que guárdalo bien en tu bolso porque no se qué te hago si lo pierdes- siseó como la lindura de persona que era, más en esos momentos después de haber logrado zafarse de aquel ensangrentado traje en tiempo récord antes de que se lo vieran y se lo quitaran para tirarlo a la basura, todo al mismo tiempo que ignoraba a su hermana y detenía con su tempana mirada a toda la bola de amigos  de su esposo antes de que pudieran siquiera ponerse de pie o dirigirle una sola palabra

 

 

- ¡P...pero Eiri!- reprochó la peli castaña, golpeando el piso molesta con una de sus zapatillas mientras recibía las prendas con una expresión que denotaba más que molestia

 

 

- Fue niño...-sonrió feliz unos microsegundos, antes de ponerse a recitar toda la básica información del nuevo integrante de la familia Uesugi antes de que su hermana agotara la nula paciencia que le quedaba- pesó 2 kg 800 g, 50 cm, dos pares de ojos, brazos, pies y manos

 

 

- ¡Eiri!

 

 

- ... Y cinco dedos en cada mano y pie, ahora que lo sabes espérate hasta que yo salga

 

 

- ¡¿Qué?! ¡Pero yo también tengo derecho, todos, de entrar a ver a...!

 

 

 

 

Pero de nada le sirvieron tantos gritos histéricos ya que, cuando menos cuenta se dio la ansiosa mujer, ya le habían cerrado la puerta de la habitación en sus narices. Eso... Se la pagaría muy, pero MUY caro.

 

 

 

Yuki mientras tanto, tan sólo logró dejar atrás a toda la bola de mandriles descerebrados y a su carismática hermana fuera del cuarto, suspiró tranquilo y suavizó su expresión, siempre era así con Shuichi. O al menos ya lo expresaría facialmente.

Caminó por el pequeño pasillo en el que tan sólo había un mueble de madera de caoba con múltiples regalos unisex sobre de él, ¿la razón? Shu y él habían decidido que el sexo de su bebé sería una sorpresa, además de que por alguna extraña razón, en las ecografías%, siempre salía con sus piernitas cerradas, como si supiera el deseo de sus padres de no saber del todo su sexo.

 

 

 

- Eiri...-musitó una cansada pero melodiosa voz, llamando la atención de su esposo con ella y una sonrisa serena, regalándole de paso, la más sublime imagen...

 

 

 

 

Sobre la cama, se encontraba el  ojivioleta, más pálido de lo usual pero sumamente radiante de felicidad al tener entre sus brazos, bien sostenido aunque sin lastimarle, un pequeño bultito envuelto en una suave cobijita blanca con borreguitos azules dibujados en ella... Más pleno y feliz, nunca se había sentido en su vida, y ni siquiera todas las palabras del mundo, las más hermosas y sublimes, alcanzaban a describir todo el remolino de sentimientos que sentía en esos momentos.

 

Alcanzó a ambos rápidamente y con un brillo en su mirada y tamaña sonrisa en su rostro increíble, siendo esta una de las razones por las que no quería que los demás entraran... No permitiría que vieran la vulnerabilidad que Shuichi le hacía tener y ahora con su hijo, pues más... No, eso no era asunto del mundo, sólo de ellos tres. Se inclinó a besar la frente del ojivioleta, quedándose así interminables segundos antes de bajar a sus labios y concretar un nuevo contacto, tierno y romántico, solo con el fin de demostrarle todo el amor que le tenía, separándose sólo para ver al pequeño que comenzaba a despertar justo en ese momento, mostrando orgulloso sus preciosos e inusuales ojos bicolor, dorado y violeta, una perfecta combinación. Amplió su sonrisa, acariciando con un par de sus dedos su tersa piel de porcelana, especialmente su arrebolada mejilla, sintiéndose morir de ternura al observar como bostezaba, para después estirarse todo lo que su aún cansado cuerpo le permitía. Era precioso.

 

 

- ¿Venir al mundo te dejo exhausto, mi pequeño Akihiko?- susurró mientras reía ligeramente, besando su cabecita cubierta por un gorro de algodón- eres tan hermoso, tan pequeñito y frágil... Nuestro angelito- murmuró apenas para no molestarlo, pues sólo había abierto sus ojos para complacer a sus padres para inmediatamente después, quedarse dormido de nuevo en brazos del cantante

 

 

 

- La enfermera vendrá en media hora por él, deben regresarlo a la incubadora- informó con melancolía, no quería separarse de su bebé- debí cuidarme más...

 

 

- Hey -alzó su rosto por su mentón- no fue culpa tuya, lo hiciste muy bien... Nadie esperaba que se adelantara, debía nacer en un mes pero ¿qué importa? Nació muy fuerte y sano... -volteó a ver al infante, acomodándole los pocos y rubios cabellos que sobresalían del gorro y que por lo visto le picaban, ya que fruncía la nariz y parte de su frente cada tanto- Además tú fuiste muy valiente en la cesárea- pausó un momento- aunque debo admitir que si me diste un buen susto

 

 

- Lo siento... De verdad sentía que la vida se me iba- susurró, dejándose mimar por el escritor que había comenzado a besarle el cuello y parte de su hombro cariñosamente

 

 

- No lo digas ni en broma, nos haces mucha falta- susurró en su oído, abrazándolo por detrás de sus hombros mientras se acomodaba en el buen espacio que quedaba de sobra en la cama, observando embobado como dormía su hijo junto con Shuichi, el cual había recargado su cabeza en su hombro de manera tranquila-... Y pensar que estuve a punto de perderlos...-susurró con congoja, afianzando el abrazo y los besos regalados- Gracias Shuichi

 

 

- ¿Gracias de qué?-respondió pasito, sonriendo de manera tierna, callando oportuno para que el excéntrico de su esposo hablara de una buena vez

 

 

 

- Porque ustedes dos... Fueron los únicos capaces de curar mi alergia

 

 

 

Respondió tranquilamente, viendo a los ojos al amor de su vida.

 

 

 

- El día que te conocí Yuki... Fue el mejor de mi vida- susurró con un nudo de felicidad atorado en su garganta.

 

 

 

 

Sonrió con un ligero escozor en sus ojos, tanta felicidad no podía ser verdad y mucho menos con aquel puro ser, pero lo era... Y era por entera de él, siendo su muda respuesta un suspiro lleno de añoranza por las hermosas palabras dedicadas para después, y no pudiendo evitar sentir cierto temor de dañar a tan tierna criatura, tomó con cuidado a su  hijo entre sus brazos con las indicaciones que le señalaba el preocupado cantante, tranquilizándolo con suaves sonrisas, para después acercarlo a él  con un suave llamado y besarlo suave y profundamente, deleitándose con el sabor a frutillas siempre  presente en él y separarse tan sólo para juntar ambas frentes, viendo con idolatría a su pareja. Suspiró, regresando por entero su atención a Akihiko y sonreírle aún  a sabiendas de que no lo estaba viendo, para después tomar su manita con uno solo de sus dedos, sintiendo como es que, aún entre sueños, su hijo se negaba a dejarle ir.

 

 

 

- Shuichi...

 

 

 

-¿Si?-respondió apenas, embobado por entero en la imagen que se le presentaba tan tierna y emotiva

 

 

 

-...- se calló unos segundos, arrullando en ese lapsus al menor de los Uesugi mientras sentía, lleno de diversión, como le dirigían una mirada llena de reproche por su silencio al igual que un tierno puchero que le hizo  reír y borrárselo de los labios con un inesperado beso. Se hizo ligeramente hacia atrás para dejar un pequeño espacio en el que acomodó a Akihiko, obviamente aún en sus brazos y en medio de los dos, pues lo que estaba por decir, le concernía a ambos- Sólo una cosa

 

 

- ¿Cuál?- preguntó ansioso, olvidando los dolores de la cesárea y el sueño que tenía para prestarle entera atención

 

 

 

-sonríe- Quédense por siempre a mi lado.

 

 

 

Fin

 

 

Notas finales: ¿Y bien? ¿Qué les pareció? Es de las pocas y raras veces en las que no pongo un lemon en uno de mis fics y más Gravitation, siendo que amo esta serie con todo mi ser... Generalmente solo hago fics de Loveless, me adapto más a este pero bueno -risas- este fic... Songfic más bien, surgió cuando escuché la canción, quedaba como anillo al dedo y la trama bueno, surgió conforme a la marcha. Espero les haya gustado mucho y que dejen algun review, recuerden los reviews alimentan a los autores y a los fics ;)
 
¡Saludos a todos, y nos estaremos leyendo!

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