Testarudo y autoritario, sin duda la mejor mezcla de emociones, y mejor aun, provenientes de la personalidad de un simple niño de 13 años. Pero no, no es así, el no es un simple niño, el es un conde, el es el niños que fue capaz de formar un contrato demoniaco, fue capaz de venderme su alma a mí, a un demonio de mi categoría, un ser sin misericordia, alguien que sin duda desea más que nada consumir su alma. Y que ahora nunca podre tener, porque se ha convertido en alguien como yo.
Se supone que un demonio no puede poseer un alma como la de los humanos, pero mi pequeño amo es diferente, el aun la tiene, y es algo que no me deja de asombrar, como es posible que el, siendo tan solo un niño mimado, haya sido capaz de sobrellevar y concluir su venganza, la venganza contra aquellos que destruyeron a su familia, contra aquellos que mancillaron su cuerpo. Y aun a pesar de eso, sigue poseyendo un alma pura, y ahora sobrenatural eso la vuelve aun más irresistible. Pero hay algo que me impide poseerla…, y sin embargo, me pertenece solo a mí.
La venganza fue concluida, yo cumplí con mi parte del trato, como tal esa alma es mía.
Pero algo más pasó, Alois Trancy dio su última orden a Hannah, y este fue el resultado.
No puedo evitar sentirme molesto, porque me arrebataron algo que es mío, algo que me corresponde, pero a pesar de todo también me siento feliz, porque, tener el alma en el cuerpo de mí Bochan, hace que también su cuerpo me pertenezca.
Ahora él es mío, mi propiedad, y no permitiré que alguien más ponga sus manos en él, y si es necesario le arrancare los ojos a quien se atreva a posar su sucia mirada sobre él.
Mi pequeños conde, fue capaz de provocar un pleito y desenlace mortal entre dos demonios del más alto nivel, por el he perdido mi orgullo en más de una ocasión, le he permitido más de una humillación, pero no me arrepiento de nada porque gracias a ello ahora lo tengo aquí, con migo, perteneciéndome en su totalidad.
Mi pequeño Joven amo, muchas cosas van a cambiar, porque si vamos a estar juntos durante toda la eternidad, usted tendrá que entender y brindarme pequeñas cosas a cambio de mis servicios.
--.---.----.----.----.----.----.-----.----.---.
Todo había trascurrido igual que siempre, todas las mañanas el pequeño Conde Ciel Phantomhive era despertado por su fiel mayordomo Sebastian Michaelis.
Desde aquel día en que ambos abandonaron la mansión, habían residido en un lugar apartado de la humanidad, en una mansión aun más grande que la que antes habitaban. Sebastian la había construido bajo las órdenes de Ciel.
Este ultimo aunque ahora también era un demonio, no tenía ni idea de cómo utilizar su poder, y tampoco le interesaba aprender, ya que tenía bajo su mando a uno de los demonios más poderosos y que a pesar de todo seguía y seguiría siendo por siempre su mayordomo.
-Buenos días Bochan, es hora de despertar
El pequeño conde se removía en su gran cama, mientras escuchaba a su mayordomo repetir las mismas líneas de todas las mañanas. A pesar de todo nada había cambiado, todo seguía siendo igual, pero la verdad era que estaba cansado.
-El día de hoy le traje un té negro exportado de la india, y para acompañar, una tarta de las primeras frambuesas de la temporada….
Escuchaba como Sebastian hacia sus labores acostumbradas, llevándole comida que ya no era necesaria. Durante mucho tiempo lo obligo a prepararle numerosos platillos para después simplemente despreciarlos, cosa que hacía enfurecer a Sebastian. Parecía que aquello se había vuelto su nuevo pasatiempo favorito, pero ahora simplemente estaba cansado…
-No quiero nada, llévate la bandeja de aquí
-Pero Bocha, no cree que al menos debería de darme su punto de vista del platillo
-Ya no es necesario que lo sigas haciendo, eso es todo Sebastian
-Pero bochan, se siente bien?
-Dije que te fueras, déjame descansar, es una orden - grito –
Parecía que aquello había sorprendido a Sebastian, pero bueno, lo mejor era dejar a su amo a solas, aunque dentro de muy poco dejaría de obedecer sus órdenes, así que se inclino como manera de aprobar su petición y se marcho.
Eso era lo que tenía que hacer, o tal vez no, pero estaba cansado de todo, estaba aburrido de él. Ya no lo necesitaba para nada, ahora podría dejarlo ir, porque a pesar de todo el seguía siendo su amo, y como tal podría ordenar y ser obedecido. Le ordenaría que se alejara, le ordenaría su libertad…,.