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[COLORS~] por Karin186

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Notas del fanfic:

Bien pues como mencioné, la pareja es un SasoDei, el primero que realmente me moría de ansias por publicar.

Inspirado ocasionalmente en el manga COlOR de la mangaka EIKI Eiki.

 One shot~

ADVERTENCIAS:

Este fanfic contiene:

"Universo Alterno"

La evidente presencia del OCC

Lenguaje adulto en algunas ocasiones

Rating T (13+)

Errores ortográficos, etcétera.

 

Disclaimer: Los personajes expuestos son propiedad de Masashi Kishimoto ©

Notas del capitulo:

El fanfic se centra en Deidara, todo éste visto desde su punto de vista.

El resultado después de de leer el manga fue este laaaa~go one-shot, así que recomiendo leerlo cuando no tengan nada que hacer ya que tardarán un poco para terminarlo.

Gracias por dedicarle su tiempo.

 

—La exposición está casi lista Deidara, será dentro de  dos meses—, Kakashi deslizaba su mano sobre la columna a un lado de un “espacio en blanco”, se veía ansioso, como si al hacer esa acción fuera capaz de ver materializados todos los esfuerzos plasmados en esa exposición. Los lienzos solían ser puestos unos días antes de que éstos mismos fueran “dados” a la luz; hice el mismo ademán, sólo que con ambas manos y pegando mi frente al mármol frío, cerré los ojos, Kakashi me observó y probablemente sonrió al saberse que lo haría. Fui capaz de sentir un gran alivio, una gran calma y serenidad. “Todo estará bien” pensé ignorando lo que escucharía a continuación. —Sasori regresará a tiempo para exponer un lienzo, este espacio será de él—, Volteé sorprendido a mirarlo, él sujetó la solapa baja de su saco con su mano derecha mientras colaba la izquierda en el bolsillo interior para sacar lo que parecía un sobre, seguí cada movimiento y sentí un golpe en el pecho de una extraña combinación de dolor y alegría cuando ese trozo de papel se me era entregado con esa mirada tan seria de su parte. Ese maldito nudo en mi garganta volvía a formarse. Creí haber escuchado mal, incluso como un niño estaba a punto de pedir que repitiera esa oración al no haberla entendido, al pensar que simplemente la había malinterpretado agregando palabras a mi mera conveniencia. —Esto es tuyo, ha llegado hace dos días, y dado a que no nos es posible vernos a diario aproveché esta reunión para entregártelo.

Recibí el sobre sellado y de inmediato sentí la textura de cartoncillo dentro de él, ¿una fotografía?, ¿una postal? Podría ser cualquiera.

Kakashi comenzó a caminar a paso lento y con las manos en los bolsillos, le seguía por mero instinto sin notar mucho el camino ya que en ese momento mi cabeza estaba ocupada tratando de encontrar las palabras precisas para hacerle esa extraña petición.

—Kakashi… ¿M-Me permitirías también colocar uno de mis cuadros el día de la exposición?—. Para cuando terminé la pregunta ya habíamos doblado en la esquina de un gran muro y nos habíamos detenido justo después de avanzar un par de pasos de ahí, Kakashi sonreía de manera cómplice.

—Este espacio es para ti—. No hacía falta insistir, esa había sido más que una confirmación, Kakashi había visto a través de mí, lo supo desde el momento en que permitió a Sasori presentar de nueva cuenta otro trabajo suyo, esa había sido la razón por la cual me había mencionado sobre su “regreso”. —Tienes un mes y siete días para terminarlo, sé que no hacía falta decirlo, realmente sé que no me fallarás.

Sin decir más nada se fue, probablemente a su estudio un piso arriba, me quedé ahí,  tenía un mes, un mes y unos pocos días para comenzar y terminar un cuadro, uno que expresara que sigo siendo yo a pesar de los años que pasaron y se interpusieron entre nosotros, uno que plasmara mi alma para que fuera descubierta e interpretada por los que eran conocedores de ello, uno que mostrara mis verdaderos colores y esa sería la ocasión perfecta para hacerlo.

Mi nombre es Deidara, en este momento me encuentro en una ciudad pequeña: Konohagakure, llamada así por su apego a la naturaleza, además de ser mi ciudad natal, regresé de Tokio hace unos días y después de tres años fuera por cuestión de estudios,  me gradué con un título académico pero mi hobbie y mi vida es la pintura y escultura.

Kakashi es un amigo de mi padre y dueño de una de las galerías más importantes en la ciudad, además Kakashi fue la razón por la cual le conocí a “él”

¿Es extraño la manera en que estoy narrando los hechos no es así? Será mejor poner un orden a mis palabras y recordar primeramente en día en que todo inició, lo recuerdo bien con tal claridad que incluso me asusto por ello, desperté cerca del medio día, eran vacaciones de verano después de todo, había pasado una semana después de que Agosto iniciara; tomé unas bermudas que se encontraban en el suelo y una camiseta sin mangas, en esas fechas hacía un calor del demonio, mientras menos ropa mejor, busqué los tenis bajo la cama  y terminé de vestirme, ese día común para muchos, era diferente para mí, ese sería el día en que vería mi primer cuadro en una galería, el que dio inicio a todo.

Antes de eso pintar definitivamente no era lo mío, pensé que siempre mi amor sería por las esculturas, Kakashi –como lo había mencionado- era un amigo de mi padre y un antiguo estudiante también, durante una visita casual a casa me descubrió con un cuadernillo de bocetos, uno en dónde hacía borradores y escribía las proporciones que les daría a mis esculturas; al verlo se fascinó, no quiero ser engreído pero de todas las veces que lo había visto, su semblante no cambiaba más que para darle una que otra sonrisa a mi padre, de inmediato pidió frente a los dos que me permitiera practicar pintura y que él mismo sería mi maestro.

Así fue “mi” inicio en eso de los cuadros,  pero volviendo a ese día caluroso y abrumador, recuerdo bien que no tarde mucho en llegar a la galería, fui caminando tratando de esquivar infantilmente los rayos de sol brincando de sombra a sombra cual niño juega a que el piso es lava, pero qué más, era un chiquillo, eso había sido mucho antes de que saliera por primera vez de Konoha.

Llegué al edifico, por fuera había dos grandes árboles que parecían escoltar la entrada, el color era un gris claro, muy tenue que rosaba el blanco pero que le daba un aspecto elegante, al entrar caminé por ese blanco corredor, había muchas columnas como debía de ser, cada una de ellas aprovechada para mostrar un cuadro enmarcado de manera cuidadosa, bajo y sobre ellos las luces era tenues, simplemente para que las sombras no fueran capaces de cubrirlo además de iluminarlo de manera correcta, no me había detenido para observar un cuadro en específico y no era porque no fueran buenos solo que en ese momento buscaba el lugar que se le había dado al mío.

No fui capaz de encontrarlo.

No pude seguir buscando, lo olvidé completamente.

Me perdí, y no precisamente entre los corredores, fue en uno de esos cuadros, el primero que lograba cautivarme a tal grado incluso de olvidar lo que hacía en ese momento, fui incapaz de seguir corriendo –a pesar de que me prohibieran hacerlo- ignorando los murales que se encontraban a mi costado.

Ese lienzo era diferente a los demás, cuando le vi me quedé pasmado, me detuve al momento en que mis ojos no quisieron dejar de seguirle, en el momento en que algo dentro de mí se encendió y a la vez me congelaba, un cuadro con colores tan perfectamente combinados, incluso el amarillo y azul se mantenían alejando el color verdoso que resultaría si se juntaban, los colores eran fríos exceptuando el amarillo claro.

Había caído como un pequeño cae con su golosina favorita.

Es un poco extraño decirlo pero un artista es capaz de percibir los sentimientos plasmados dentro de su arte y eso es porque sabe y siente todo lo que hace, a la hora de hacerlo dejas todo lo que cargabas dentro de él, un artista hace lo que le venga en gana en su lienzo y eso es porque no teme que su arte sea criticado, cada obra hecha con sus propias manos es arte en estado puro, son tus sentimientos y emociones tomando forma para que las personas puedan apreciar qué es lo que ocultas dentro de ti, incluso el montón de ropa limpia que apilas sobre la cama lo era y es que ¡joder! ¡Así era nuestro mundo, si tú mismo no aprecias tus obras entonces ¿quién demonios lo haría?!

Ese cuadro era frío, pero hermoso, reflejaba la soledad que en su momento el autor sintió correr entre su cuerpo, así eran las cosas, era melancólicamente hermoso, Ese artista tenía la misma esencia que yo, los mismos sentimientos plasmados, ese cuadro reflejaba los colores que esa persona mantenía en su interior, fue maravilloso, simplemente me enamore de esa esencia.

No pude contenerme, por simple curiosidad quise saber su nombre y fue cuando lo vi en la plaqueta.

—Akasuna no… ¿Sasori?—, ¿Escorpión? Creí haber leído mal pero nuevamente me hice la misma pregunta al repasarlo varias veces, creí que había leído mal los kanjis pero fue una sorpresa al ver que no fue así, estaba seguro que mi confusión era presente en mi rostro. — ¿Qué clase de nombre es ese?—.

—Es una lástima que a uno no se le dé la opción de escoger nuestro nombre, pero creo que este realmente me gusta—.

No había notado esa presencia tras de mí.

Fue un completo error y una gran impertinencia de mi parte haber soltado mi irreverencia en palabras. Creo que no sobra decir que casi quede congelado en ese momento, había metido la pata y hasta al fondo.

— ¡L-Lo lamento! ¡De verdad lo siento mucho!—, no me permití siquiera poder mirar a esa persona a la cara, fue tal mi sorpresa que cuando le escuché me volteé en seguida y me disculpé haciendo la típica reverencia.

Posiblemente fue la inmadurez de ese chico tonto de quince que era yo, pero en ese momento no fui capaz de descubrir lo hermoso de ese nombre ponzoñoso.

Observé una ligera sonrisa de su parte, me incorporé un poco confundido. ¿Quién era él?

—No seas tan formal, estaba bromeando, sé que es un nombre poco común por aquí—.

Su voz era un poco ronca, parecía muy adulta pero ahora podía verlo, no era un hombre mayor como yo pensé, frente a mí tenía a un chico, tenía una cara linda que le hacía parecer menor y probablemente era más pequeño que yo como por unos tres o cuatro centímetros pero ya saben, al ser un niño inmaduro: ¿qué era mejor que alardearlo?

— ¿Quién eres tú pequeño?—, ese fue uno de los muchos errores que me aseguré de no volver a repetir en mi vida, llamarlo “pequeño”

— ¡No me llames pequeño, tú quién demonios te crees! ¡Tengo quince! ¡Quince, joder! ¡Nunca había visto a una niña tan grosera!

Mi temperamento no había crecido mucho para ese entonces, algunos decían que tenía la “mecha” demasiado corta para situaciones así. De sólo recordarlo creo que no puedo evitar mofarme de ese par de chiquillos que éramos.

— ¡¿A quién crees tú que estás llamando niña? soy un él, un chico! ¡Mira bien!  ¡Consigue unas gafas o algo, mi cabello está corto ¿o es que acaso eres ciego?!

Olvidé ese detalle, en ese momento no tenía intenciones de dejarlo crecer, prefería el cabello corto, era más práctico y daba menos problemas para lavarse eso pensaba, mi cabello posiblemente estaba tan sólo un poco más largo que el de él, odiaba que me confundieran, él no había sido el único que lo había hecho.

— ¡Cierren la boca los dos! ¡Demonios! ¡Sus gritos se escuchan hasta la entrada malditos mocosos!—, Kakashi daba miedo cuando se enojaba, él era dueño de la galería, también fue el que me impulsó a pintar además de hacer esculturas y por consecuente el que me permitió colocar mi cuadro en esa exposición, no sabía exactamente qué edad tenía ya que siempre jugaba con ello y con nosotros, a veces decía tener veintitrés otras veinticinco, o veintiuno, pero era joven, eso era seguro, gustaba de vestir trajes negros, o al menos siempre que le veía vestía uno.— Sasori qué inmaduro… es lindo ver esa faceta tuya.

Miré al chico ruborizarse —Tan sólo cállate—. Era claro que fue vergonzoso para él.

Pero estaba sorprendido.

—Entonces… ¿realmente fuiste tú el que pintó este cuadro?—, Simplemente era un poco reservado con sus sentimientos, la mayoría del tiempo su mirada color miel se dirigía a la nada, parecía vacía, era opaca, no tenía algún brillo, pero no era una mala persona, no podía serlo, porque yo había visto sus verdaderos colores, me enamoré de lo que verdaderamente era.

Sasori parecía molesto, ó más bien amargado, por alguna extraña razón.

Kakashi sonreía de esa forma característica suya y respondió por él.

—En efecto, este chico fue el que pintó este cuadro ¿Tiene talento eh?

—Tan sólo vámonos Kakashi— No mencionó nada más, Kakashi y yo le vimos caminar a través de ese corredor, esa persona, ese chico, realmente destacaba con su singular color de cabello, ese color era lo más colorido a través de ese blanco túnel.

—Tú cuadro, Deidara, está aquí a la vuelta, me pareció que ya que son diferentes texturas no irían bien juntas—.

Kakashi no dijo más, salió siguiendo a Sasori, como si temiera que cuando él saliese Sasori no estaría esperándole.

Diferentes texturas con un mismo tema.

Diferentes texturas que simplemente no congenian.

Fue imposible sacar esas palabras de mi mente, era algo que no comprendía bien.

Unas semanas más tarde me mudé a Tokio, visité por última vez la galería esperando encontrar a ese chico pero simplemente él no volvió a aparecer, le eché un último vistazo a ese cuadro de colores fríos, esa sería la última vez que lo vería en un buen tiempo, fui becado y tuve la oportunidad de salir de esa pequeña ciudad que me vio crecer, fue realmente una suerte salir seleccionado en ese sorteo, fue una buena oportunidad debido a que mi familia no tenía muchos ingresos económicos.

Mi tutor consiguió un buen departamento cerca, tenía que compartirlo con un extraño chico –o al menos al principio lo pareció- el cual simplemente buscaba dividir gastos, coincidentemente él también asistiría a la misma secundaria, era un poco extraño, o más bien creo que pensaba eso porque incluso alguien tan hiperactivo como yo tenía un límite, límite que para Tobi al parecer no era ni siquiera el inicio.

 

El día de la ceremonia de bienvenida llegó, ésta en sí no demoró mucho, parecía como si los maestros estuvieran ansiosos de impartir su profesión, Tobi estaba en la misma clase, lo habíamos confirmado al leerlo en el tablón de anuncios, tuve curiosidad de repasar los nombres, aún no sé por qué lo hice pero me alegré tanto de hacerlo, bajo un tal Kakuzu y sobre un tal Asahina encontré ese nombre que al principio había pensado que era demasiado extraño pero ahora realmente me sentía extrañamente feliz al verlo ahí, plasmado en tinta negra, en la lista de nombres en donde se encontraba el mío y el de Tobi, estaba ahí, todos en la clase “A”  era simplemente como un sueño.

Corrí en busca del aula, inclusive olvidé avisar a Tobi, estoy seguro que se quedó parado con un semblante lleno de confusión qué más daba, simplemente no pensé en eso, no en ese momento, lo único que quería era encontrarlo, no lo había visto en la ceremonia así que me preocupaba un poco. Di vuelta en un pasillo después de ver una serie de casilleros y tropecé, al parecer de la manera más torpe posible al no haber notado el letrero amarillo que avisaba que el piso se encontraba húmedo, di una vuelta en el suelo y terminé llevándome a alguien conmigo.

— ¿¡Tanta jodida prisa por entrar a clases!?—. No respondí, había reconocido esa voz grave y malhumorada, era él, por fin lo había encontrado. —Demonios, estoy hablándote.

Me alegré mucho, ese tropezón había sido el mero destino, y bueno, un accidente también pero por fin estaba frente a mí, sentí tanta felicidad que incluso creí que me ponía colorado aunque no era algo que me importara mucho.

—Sasori—, Sentí vergüenza de mirarlo pero aún así lo hice, esas mariposas eran tan desesperantes, le abracé sin notarlo, sentí su calor por un momento, Sasori simplemente soltó un pequeño quejido.

— ¿Qué es lo que estás haciendo?—. Parecía molesto pero era una simple máscara, Sasori solo estaba avergonzado y aún así no trató de alejarme, su cuerpo era cálido. No me molestó incluso que los demás estudiantes que pasaban por ahí nos miraran de manera extraña, al parecer a Sasori tampoco.

El timbre se escuchó, el primero que escucharíamos en ese instituto como nuevos estudiantes que éramos, Sasori se sobresaltó un poco y también yo lo hice, creo que en ese momento comenzábamos a notar la “extraña” posición en la que nos encontrábamos, se levantó rápidamente y llegué a pensar que se iría como esa vez pero no fue así, descubrí la amabilidad de Sasori cuando me tomó de las manos y ayudó a levantarme fingiendo molestia. La mirada de Sasori era amable, aunque claro siempre trataba de esconderla tras un fingido enojo.

Nuestro primer profesor se presentaba.

—Bien chicos, mi nombre es Jiraya simplemente eso, mi apellido no les interesa, pero claro, pueden llamarme Jiraya-sensei ó también Jiraya-sama. Seré su maestro de Literatura antigua, ya saben, mucho de blah, blah, blah y de esto y aquello pero les advierto: las clases no serán fáciles ¡Eso denlo por hecho!—, Jiraya-sensei daba un poco de miedo aunque no sabíamos qué pensar de él pues aunque era estricto y además de buen maestro a veces se comportaba un poco infantil. —Quiero escuchar que se presenten, algo así como Nombre, Apellido, De dónde vienen y lo que les venga en gana decir sobre ustedes—.

Muchos comenzaron a presentarse, algunos simplemente dijeron cosas de más que sabíamos, ya habría razones para molestarles, Sasori lo hizo de una manera elegante, muchos después de eso pensaron lo interesante/increíble que era. Fui una de esas personas que quedaron maravillados. Ahora sería mi turno.

—Mi nombre es Namikaze Deidara, vengo de una pequeña ciudad muy al sur de aquí llam--

— ¡¿En verdad eres tu Namikaze Deidara, el pintor de ese cuadro en la galería de Kakashi?!—, Sasori se había levantado, el ruido que hizo la silla al caer tras de él fue algo que hizo que los demás dirigieran su vista demasiado confundidos, los cuchicheos no tardaron en escucharse entre varios alumnos, Sasori aún esperaba una respuesta, yo me sentía demasiado nervioso como para responder.

— ¡Genial, entonces Deidara-kun es un artista! Wau, ¡súper! Siempre he querido pintar pero simplemente no soy tan bueno dibujando—, Tobi por fortuna desvió las miradas de nuevo, justo cuando hablaba había tomado un lápiz y una hoja de papel y al terminar enseño un dibujo decadente de al parecer un perro, -o bueno, eso creía que era, la verdad nunca lo supe- al estilo de círculos y palitos. — ¡Entonces te llamaré Deidara-sempai!—. [1]

Muchos rieron, Tobi no parecía molesto, pero afortunadamente el confuso hecho había quedado en el olvido o al parecer ya nadie supo cómo mencionar algo  al respecto, Sasori aprovechó para cambiarse al pupitre tras de mí, Jiraya-sensei no lo notó, Tobi había hecho varios amigos, se veía feliz. Sasori hablaba disimulado tras de mí mientras los demás proseguían.

— ¿Es verdad, cierto?, no tenía idea pero me alegra mucho haberte encontrado, Kakashi jamás me lo dijo por mucho que le pregunté por ti.

Realmente estaba nervioso, Sasori me gustaba, era duro fingir estar calmado mientras alguien te decía algo así.

— ¡Hey ustedes dos, si tienen tantas ganas de hablar entonces háganlo en cualquier otro lugar menos aquí!

Después de ese regaño Sasori y yo preferimos hablar más tarde, aunque debo decir que el nerviosismo no desistió.

- - - - - - - - - - - -

La azotea parecía el mejor lugar, no había nadie, además nos aseguramos de que ningún sempai o maestro nos viera subir. Estábamos sentados sobre el suelo, recargados en el enrejado, acompañándonos el uno al otro además de ese viento refrescante que esfumaba lejos el incesante calor,   Sasori se abalanzó sobre mí y me abrazó.

— ¡Demonios, estoy tan emocionado! Deidara, realmente me enamoré de tu cuadro, era tan hermoso, esos colores tan cálidos me hicieron estremecer.

Estaba asustado, ¿qué podía hacer? Estaba avergonzado de la manera en que mis latidos pudieran ser escuchados por Sasori, era imposible que no lo notara, la manera en que retumbaban dentro de mi cuerpo tan aceleradamente, tan incontrolablemente.

Sasori parecía haber dejado orgullo detrás –al menos por ese momento- parecía que lo único importante era dejar sus sentimientos aclarados. Yo no era capaz de hablar normalmente.

—S-Sasori, yo…

—Me da mucho gusto, en verdad que al estar frente a ti mi cuerpo se desestabiliza, me gustas…

Creí haber escuchado mal, aunque ese “me gustas” fuera de cortesía realmente quería ser egoísta e interpretarlo a mi manera, un me gustas con un sentimiento mucho más allá de cariño.

Pero aún era demasiado pronto para enamorarse, pero, ¿entonces qué era lo que sentía por Sasori? Tal vez había sido amor a primera vista.

Los meses pasaron, estábamos a mitad del otoño ahora, Sasori y yo éramos inseparables a pesar de que no parecía que nos llevásemos bien a raíz de las muchas discusiones que teníamos respecto a pequeñeces.

— ¿Deidara-sempai por qué tiene que venir con nosotros?—, Tobi hablaba claramente de Sasori haciendo pucheros que realmente eran divertidos para mi, los tres caminábamos rumbo al departamento que Tobi y yo compartíamos, había invitado a Sasori a comer además de que podríamos adelantar los tres las tareas que teníamos que entregar al día siguiente. — ¡¿Por qué Deidara-sempai?!—, Tobi acostumbraba a colgarse de manera molesta a mi espalda, cosa que me irritaba.

— ¡Deja de añadir el “sempai” por favor! No hay motivo para que lo hagas.

—Claro que sí, ¡Deidara-sempai es genial!       

Claro que, por alguna razón Sasori siempre terminaba enfadándose por esto y me lo hacía saber cuando llegábamos a casa, Tobi como siempre prefería ver dibujos animados, nosotros dos pasábamos a mi cuarto a adelantar la tarea y cuando Tobi terminaba se nos unía. 

— ¿Qué sucede Sasori? Deja de ignorarme.

—Tienes demasiadas confianzas con ese chico, siempre que te paso a buscar estás con él.

—Es algo normal Sasori, vivo con él, además es nuestro compañero…

— ¡Aún así! Es realmente molesto verlos de esa manera…

Algo que jamás le dije fue que realmente amaba la forma en que se ponía celoso.

—Sasori ¿qué sucede?—. Aunque aún era demasiado inmaduro para notarlo.

Sasori parecía frustrado, como siempre, apartaba la mirada para evitar que yo notara sus reacciones, pero era a veces demasiado impulsivo, muchas veces habíamos quedado en situaciones comprometedoras y al parecer eso poco a poco nos había hecho llegar a nuestro límite.

—Me gustas Deidara…—. Esta vez las palabras fueron claras, Sasori al parecer había acumulado todo su valor para decirlo apropiadamente.

Era claro que me ruboricé, sabía que ese calor que mi cuerpo sentía también se dirigiría a mi rostro, traté de controlarme antes de hablar, sabía que no debía malentender la situación.

—También me gustas Sasori—. Sonreí a pesar de sentir como me engañaba a mí mismo.

Sasori se molestó, trató de tranquilizarse después de haber tirado todos los cuadernos al suelo desde la mesa en la que nos apoyábamos, me sobresalté.

— ¡Demonios! Tú no entiendes… ¡me gustas de una manera distinta, yo odio que los demás se te acerquen con tantas confianzas, quiero ser el único que puede abrazarte! ¡Sólo yo y nadie más! quiero besarte, quiero hacer el amor contigo, tú me gustas de “esa” manera Deidara.

Sasori sonaba serio, a pesar de haber dicho todo eso no parecía haber vergüenza antes ni después de decir esas palabras.

Creo que ese fue el momento más feliz de mi vida, me oculté la cara con los antebrazos, era realmente penoso escucharme a mismo respondiéndole.

—Sasori idiota, tú también me gustas de esa manera… desde que te conocí en aquella galería no pude olvidarte…

Sasori se sorprendió, sonrió como nunca le había visto, sus ojos se iluminaron por unos segundos se acercó a mí y me sujeto suavemente con sus brazos en mis hombros quedando ambos obligados a vernos de frente. Sabía lo difícil que era para Sasori abrirse de esa manera, ambos sabíamos que era más fácil hacerlo en un “espacio en blanco”.

—Tampoco saliste de mis pensamientos, además de que fue una gran coincidencia que "esa" persona fueras tú [2] al descubrir tus verdaderos colores, simplemente me enamoré de ellos.

En ese momento pensé: “Sasori es tan igual a mi” a pesar de ser tan diferentes, compartí todos esos pensamientos de incertidumbre al no saber en dónde estaba con él, realmente me había enamorado de manera tan profunda, sentía que quería llorar.

Realmente sentí que lloraría de felicidad

Me había enamorado de Sasori, era un amor de secundaria, pero aún así se sentía tan intenso y profundo.

Sasori me abrazó, sin motivo alguno, también lo hice, al parecer simplemente no queríamos soltarnos, no era un sueño, era real. Al separarnos la cercanía entre nuestros rostros nos hicieron volver a unirnos pero esta vez en un beso, tímido, especial, caliente.

Éramos unos niños, no teníamos tanta experiencia pero aún así quisimos aprender juntos, fue un tremendo honor y placer al hacerlo, descubrimos lo caliente que podía sentirse el aliento del otro al chocar con nuestros labios e incluso llegar a nuestras narices, el sonido cercano que producían nuestros dientes al rosarse de manera inexperta y la sensación de aventurarnos a descubrir lo bien que se siente el hacer bailar nuestras lenguas a un compás frenético y aún con todo eso lo que más amaba era sentir la calidez de los labios de Sasori al chocar con los míos y la manera en que, de vez en cuando mordía y lamía mis labios haciéndome temblar.

Sólo un beso, esa vez fue sólo un beso pues sabíamos que Tobi se encontraba en la estancia contigua, además, éramos jóvenes, no había que apresurarse “estaremos juntos siempre así que no hay prisas” eso fue lo que pensamos, éramos unos simples chiquillos, no conocíamos los problemas sólo la felicidad.

Ese día terminamos los deberes cerca de las seis de la tarde, aún había claridad dentro y fuera, Tobi había ido a ducharse alegando como excusa el intenso calor,  al parecer el ventilador directo no había sido suficiente para ninguno de los tres, a pesar de que el invierno no tardaría en venir las lluvias otoñales traían consigo esa ola de calor insoportable, Sasori estaba recostado de medio lado de manera confianzuda al pie del sofá, habíamos optado a mudarnos de mi habitación a la estancia pues ésta estaba mucho más amplia y así no nos sentiríamos sofocados los tres al realizar la tarea. Sasori tomó un folio y comenzó a abanicarse al tiempo en que ventilaba dentro de su camisa, parecía inquieto.

— ¿Cómo es que tu padre te permite vivir  con alguien a quien no conoces? Y solo, tenemos quince ¿no crees que es un poco irresponsable?

—El vendrá de visita cuando pueda, no quiero molestarle, además a pesar de ser niños sabemos cuidarnos y hacer el aseo y la comida.

— ¿Qué sucede Deidara? Aún parece demasiado irresponsable.

— ¿Sabes? Realmente no es mi padre… él solo se ha hecho cargo de mi, tal vez Kakashi ya te lo ha dicho, después de todo él lo conoce,  ya sabes, “mi padre”—, Sasori se veía serio, al parecer lo sabía pero aún así creí que era prudente mencionarlo, no quería guardarle algún secreto. — Realmente fui abandonado en un orfanato, supongo que al menos mi madre debió quererme aunque fuese un poco ya que me dejó ahí y no en la calle—, traté de mencionarlo y que pareciera que no dolía mucho, esa sonrisa que colocaba quería fuera prueba de ello pero estoy seguro que Sasori vio a través de mí. —Según tengo entendido él perdió a su hijo y a su esposa en un accidente automovilístico así que esa fue la razón por la cual decidió dedicarse a los servicios sociales, es por eso que cuidó de mí.

Era difícil mencionar ese tipo de cosas, realmente no era algo que se debía decir pero Sasori se vio conforme, mostró una sonrisa tranquila, una que me decía “todo está bien, estoy aquí contigo, no te dejaré”. Se incorporó y sentó a mi lado, acarició mi mejilla de manera suave con sus manos, sentí su calor, guié mi rostro bajo su mano, cerré los ojos para sentirlo mucho más.

— ¿Sabes Deidara? Al principio te admiraba porque vi tu esencia en ese cuadro y realmente me enamoré de lo que eres, creo que fuiste capaz de sentirlo al igual que yo, esa sensación de alivio al ver el lienzo. Ahora de verdad te amo mucho más porque admiro la manera en que aún con tu pasado fuiste capaz de crear un cuadro tan hermoso y cálido.

Sasori siempre sabía cómo hacerme sentir mejor, al escuchar eso mi cuerpo tembló,  como aquella vez en que me había abrazado hacía meses atrás.

“No cabe duda de que jamás podré olvidar este amor”  Pensamientos así resonaron en mi cabeza.

El invierno comenzaba, Diciembre había mandado el calor intenso de los meses anteriores al demonio, el viento se mantenía y poco a poco comenzaba a enfriar, las lluvias eran momentáneas, a veces tormentosas, la escuela comenzó a sugerir portar el uniforme de invierno, el pantalón para nosotros y la falda para las chicas respectivamente seguían siendo los mismos, ese de color azul acero con la diferencia de que sobre la camisa portábamos un suéter sin mangas amarillo tenue y posiblemente cuando el frío arreciara un saco del mismo color del pantalón.

Sasori y yo solíamos irnos juntos a casa, ese día aún nos encontrábamos en la escuela, Sasori había salido a buscar un libro a su casillero mientras tanto yo guardaba mis pertenencias y apuntaba los deberes de la pizarra.

—Deidara-sempai ¿por qué sigues aquí?—. Tobi se asomaba por el marco de la puerta.

—Soy el encargado de limpiar el pizarrón además de que aún no termino de copiar lo que hay en él.

— ¿Y Sasori-kun? Un sempai me pidió buscarle, lo espera cerca de la máquina expendedora que está al doblar a los casilleros.

Tobi salió después de pedirme que yo le diese el recado, hice mis deberes y salí un poco extrañado de que Sasori aún no regresara, pasé por los casilleros pero él no se encontraba ahí, caminé -tal vez guiado por lo que Tobi había dicho- y doblé hacia ese lugar antes mencionado, me escondí al ver a Sasori frente a una chica, era la capitana del equipo de voleibol de tercer grado, una chica de piel nívea y cabello castaño hasta su cintura, cuidado y ondulado. Sasori parecía serio, por lo que pude suponer no tenían mucho tiempo estando ahí ya que Sasori a pesar de traer el morral colgado sobre su hombro aún mantenía el libro en su mano.

Al parecer ella esperaba una respuesta, Sasori comenzaría a hablar.

—Lo lamento, no puedo salir contigo.

— ¿Por qué no? Hemos hablado antes en el club—, Me sorprendí, Sasori estaba en “ese” tipo de situación y ella al parecer no se rendiría sin escuchar una respuesta convincente.

—Creo que has malentendido las cosas, si hablé contigo fue por pura cortesía, después de todo sólo soy un simple kouhai [3] a tu lado.

—Entonces tiene que haber una razón para haberme rechazado, además sé que no es la primera vez que lo haces ¿por qué tiendes a hacerlo con todo el mundo? ¿Realmente te crees que puedes pisotear los sentimientos de las demás personas?—, Ella lucía alterada.

— ¡Cierra la maldita boca! Ciertamente esto es demasiado molesto, alguien está esperándome y odiaría que me viera perdiendo el tiempo de esta manera.

Sempai se soltó a llorar, realmente su desesperación se veía en su rostro, Sasori lucía molesto y fastidiado,  le hacía honor a esa frase de “odio esperar y hacer que me esperen” que tanto repetía.

—Sasori, de verdad me gustas,  es así yo…—, Ella se derrumbó, cayó de rodillas al ver que sus sentimientos jamás alcanzarían a  la persona que quería, eso debía ser frustrante.

Sasori le miró desde arriba,  esta vez su rostro se suavizaba.

—En este momento estoy saliendo con alguien, realmente me gusta así que no soy capaz de jugar con sus sentimientos, de verdad lo siento pero esa es la razón por la cual no puedo aceptar los tuyos—, Ella le miró sorprendida, aquel Sasori que lucía inalcanzable incluso para los superiores estaba sonriéndole un poco apenado por haber mencionado aquellas palabras al tiempo que le  tendía la mano para que se levantase con tal amabilidad que incluso ella se sonrojó. —Aún así, muchas gracias, realmente me siento alagado—.

Sasori fue tan amable que incluso sentí un poco de celos, pero eso era normal, realmente me gustaba y le agradecía ser lo más directo pero menos cruel posible. Eventualmente ella se marcho, recuperada y habiendo secado sus lágrimas soltó una sonrisa de agradecimiento. Por fin podría librarse de esos sentimientos que había acallado y seguiría con su camino sin arrastrar ese peso.

Retrocedí en mis propios pasos asegurándome de que él no me notara, cuando por fin lo hizo me encontraba recargado en su casillero, esperándole jugueteando con el asa de mi morral.

Al verme pude ver cómo Sasori mostraba un dejo de sorpresa que inmediatamente trató de ocultar con un fingido insulto.

—Idiota… ¿qué haces aquí?

Mi corazón latía apresurado por las palabras que había escuchado salir de su boca, aquellas que a pesar de saber fue una gran felicidad escucharlas.  Sasori era callado, calculador, soberbio y hasta a veces un poco cruel, pero me amaba así como yo a él.

—Yo pensé que podría alcanzarte aquí para evitarte que fueras hasta allá de nuevo—, sonreí con la mayor felicidad, Sasori no comprendía qué diablos tenía pero aún así sonrió.

Caminamos en dirección a casa, a medio camino nos detuvimos en un parque,  las hojas muertas de los árboles se encontraban esparcidas en el suelo, podías escuchar al caminar sobre esa manta de tonos naranjas y rojizos el crujir de éstas, al parecer Sasori buscaba un buen ambiente, algo especial que encajara con el cielo invernal, nublado, y con las brisas frías que traía consigo la estación. Perdimos el tiempo hablando de cosas sin importancia, la mera satisfacción era la de estar juntos, el cielo crepuscular era opacado por nubarrones grisáceos, poco a poco comenzaba a enfriar.

— ¿Crees que vaya a nevar pronto?—, había detenido el columpio en donde me encontraba parado, Sasori estaba sentado en el columpio subsiguiente.

—Posiblemente…

Me senté, una brisa fría entró en mi garganta y recorrió todo mi cuerpo.

—Comienza a enfriar—, Sasori giró su rostro tan solo para observarme, sentí mi cuerpo temblar sin saber si eran por esas brisas repentinas o por sentir su mirada observando todo lo que era. Se levantó y se colocó frente a mí acuclillándose, debido a la altura del columpio su rostro llegaba a mi pecho,  se sujetó firme de mis rodillas. No pude evitar sonrojarme.

Le miré desde arriba, mi flequillo comenzaba a nublar un poco mi vista, había crecido un poco; Sasori acarició mi rostro, él no era muy afectivo pero ¡por dios! Cuando lo hacía sentía que me desmayaría, mi corazón estaba a tope, y mi rostro ese sonrojo que sabía que tenía era más que evidencia de eso.

—Te amo Deidara, quiero que estemos siempre juntos—, juro que en ese momento creí que me asfixiaría y es que si no contenía la respiración las lágrimas caerían por sí mismas, aún así no fui capaz de evitarlo, Sasori me vería llorar, por primera vez lo había hecho, pensé que esto le molestaría, creí que sería demasiado molesto ver a un hombre llorar de tal manera, pero no fue así, Sasori se acercó y me besó mientras acariciaba mi mejilla izquierda retirando las lágrimas que estuvieran a su alcance, incluso pude sentir el sabor salado de esas gotas durante ese beso, sentí la calidez de Sasori en sus labios, me olvidé del invierno, del frío, todo lo demás exceptuando a nosotros dos, no existía.

Nos separamos un poco, en ese momento seguí sus labios con los míos haciendo notar que no quería deshacer el contacto, mi respiración chocó con su rostro, Sasori  me vio, no había podido evitar excitarme con ese beso, estoy seguro que lo notó. Me abrazó de manera desesperada colocando una rodilla en el suelo para mantener el equilibrio, escuché el chirrido que hizo la cadena del columpio al rozar, sentí su corazón golpear mi pecho, sentí que el aire se me iba, sentí que moriría de la felicidad.

—Vamos a casa—, Sasori se incorporó colocando sus manos en los bolsillos. —Comienza a hacer frío además Kakashi te invita a cenar—.

De algo que me enteré un poco después de que comenzamos a salir  fue que Sasori estaba bajo la tutela de Kakashi, ese era el motivo por el cual ambos se marcharon juntos cuando le conocí en la galería. Al parecer los padres de Sasori eran dueños de una gran cadena de jugueterías con gran enfoque a los muñecos, ellos viajaban al extranjero y eso era algo que ocurría muy seguido y que interfería en sus respectivos estudios de su hijo, Kakashi, hijo de un socio y amigo se ofreció ser su tutor, cosa a la cual sus padres accedieron fácilmente, probablemente demasiado fácil como para que Sasori lo notara, con él el tema de sus padres estaba prohibido, era algo que se veía le incomodaba bastante, siempre escupía insultos hacia sus nombres alegando que “esas personas” no le interesaban en lo más mínimo.

La cena fue buena, Kakashi era amable, la plática en la mesa fluía de manera fácil al tener los tres demasiadas cosas en común, nos convertimos en buenos compañeros, Kakashi estaba al tanto de nuestra relación, no era algo de lo que hablábamos de igual manera, había muchas cosas más que hablar cada vez que nos reuníamos los tres.

—Tengo que irme… —, el reloj analógico en la pared marcaba las diez menos quince, el último autobús partía a las diez en punto, lo mejor era marcharme, Sasori siempre me acompañaba a la estación, solíamos esperar unos cinco minutos sentados en la banca esperando a que el bus saliera. Sasori había cargado una sudadera para dármela antes de partir, el frío había arreciado, él aún usaba el uniforme al igual que yo.

—Ten cuidado Deidara—, la gente comenzaba a abordar el autobús, Sasori me miró, me despedí con un ademán y subí, sentí su mirada siguiéndome incluso al sentarme, le miré por la ventanilla mientras el camión arrancaba, miré sus labios y leí esa frase en ellos: “Te extrañaré”

Al día siguiente un tema muy hablado fue sobre el rechazo de Sasori hacia sempai, ésta última nos sorprendió a todos cuando se dejó ver durante el tercer periodo con su cabello corto, probablemente por aquella creencia de que al cortarlo las penas se van junto con él, aún así, se veía tan lindo, su belleza no había desaparecido en lo más mínimo.

Al finalizar el día Sasori parecía preocupado, yo por mi parte no había notado lo callado que había estado a lo largo del día, Sasori trató de excusarse sobre ese rumor pensando que eso era la razón por la cual parecía absorto.

—En verdad creí que no iba a hacer mucho escándalo, es posible que alguien que pasó por ahí lo haya escuchado y es por eso qu--

No tenía idea de qué hablaba, la razón de mi desconexión de la realidad era algo que me incomodaba un poco,

—Últimamente mi cabello ha crecido ya que me he saltado las citas que tenía con el peluquero.

Él parecía confundido y un poco confundido al ver el drástico cambio de tema.

—Personalmente tu cabello me gusta mucho lo deberías dejar crecer…

Sonreí al escucharlo, las formas de coquetear de Sasori realmente me gustaban.

—Yo temía dejarlo crecer porque odio que me confundan con una chica, realmente me molesta mucho.

Sasori soltó un pequeño chasquido con una sonrisa y frunció un poco el entrecejo.

—Si eso es por lo que dije cuando nos conocimos de verdad me retracto, a decir verdad había notado que eras un chico, aún así no se me ocurrió otro insulto y es por eso que, bueno, tú sabes…

No pude evitar una carcajada, en verdad fue muy divertido atar cabos, realmente éramos unos chiquillos.

—No eso Sasori—, me aseguré de refutar una vez me había calmado. —Es sólo que al fin llegué a la conclusión de que si una chica puede llevar el cabello corto y seguir siendo una chica entonces yo llevaré el cabello largo y—

—Y aún así seguirás siendo Deidara.

Sasori había comprendido nuevamente.

[-.-.-.-.-.-.-.-.-.-]

La primera vez que lo hicimos fue cuando cursábamos segundo grado, justamente en el invierno del siguiente año, no había esperado tanto tiempo para comprobar si era serio o no, la verdad ambos queríamos pero teníamos la bendita suerte de que siempre que la ocasión de “daba” alguien o algo terminaba interrumpiendo, una de esas ocasiones fue mi padre, el cual hacia una visita sorpresa para cerciorarse de que me encontraba bien, ambos casi caemos muertos de un ataque al corazón al ver lo cerca que estuvo de ser descubiertos. Intentamos hacer planes pero siempre eran arruinados.

Aquél día fue sorpresa, Sasori llamó a mi teléfono para contarme que Kakashi saldría ya que tenía que salir de vez en cuando rumbo a Konoha para atender asuntos referentes a la galería –que sólo permanecía abierta durante las vacaciones por diversos motivos, el de más peso era que su dueño, refiriéndome a Kakashi vivía en Tokio- y por tal motivo Sasori se quedaría sólo durante un dos días.

Ahora notaba que la casa era tan espaciosa y de aspecto minimalista haciendo clara la expresión “mientras menos, mejor”, estábamos solos, pero  aún así las cosas no surgieron así como así, Sasori había preparado una muy elaborada cena, era un hecho que el Sasori que los demás veían no era el que sólo yo conocía.

Estábamos en su cuarto, debo decir que era realmente muy grande.

Mi voz era vergonzosa, creo que los sonidos que llegué a hacer eran demasiado sucios para cualquiera.

—Saso-ahh~

No miento al decir que cada maldita palabra salía –sin querer- con ese molesto sonido al final.

El cuerpo de Sasori me quemaba, mi rostro se hundía en la mullida almohada hasta que Sasori me sujetó atrayéndome hacia él, ahora estábamos cara a cara, no pude evitar gritar al sentirlo aún más adentro en esa posición,  las inútiles sábanas estaban bajo nosotros, Sasori me sujetaba de manera firme mientras yo me aferraba a él de manera desesperada, intentaba hundir mis palabras en su cuello, cosa que ignoraba lo excitaría más.

Maldijo en lo bajo cuando se sintió en el límite, el calor había aperlado nuestros cuerpos, la habitación estaba tan caliente que no parecía que afuera estuviera nevando, se sentía raro pero exquisito, como si fuera lo más común nos unimos lentamente hasta fundirnos, ignorando de quién era cada parte, estábamos mareados y ansiosos, el dolor eventualmente se fue, sentí un leve espasmo de su parte, mis ojos se nublaban, miré su rostro, y lo sentí, fue la sensación más maravillosa, por fin, los colores de Sasori fluían dentro de mí, volviéndose uno conmigo, no pude evitar correrme al sentirme lleno de ellos.

Realmente quedaron tatuados en mi cuerpo.

Jamás se desvanecerían.

No sabíamos que la tormenta comenzaría al poco tiempo después, en tercero seríamos alumnos de dieciocho listos para prepararnos para el futuro, pensamos ingenuamente “estaremos juntos aquí y allá”, pero no siempre las cosas serían fáciles, ese a mitades de ese ciclo comenzaron los problemas, todo iniciando con ese estúpido examen de aptitud vocacional, en ello iría implicado pensar sobre opciones universitarias, carreras y cosas estúpidas como esas.

Sasori tenía práctica de basquetbol, tardaría más de lo esperado porque después habría junta del consejo, Kakashi sabiendo eso se citó conmigo en un café en el centro, Sasori últimamente estaba más callado y temperamental de lo usual, lo peor era que al preguntar si podía ayudarle simplemente evadía el tema.

—Los padres de Sasori quieren que él estudie en el extranjero, ellos están instalados allá y comentan que hay muy buenas opciones en cuanto a las universidades, su trabajo se estableció y desean formar una familia aunque fuese antes de que a Sasori le diera por casarse o algo por el estilo.

Sentí una ligera presión en el pecho, sentí cómo mi frente comenzó a sudar y una gota de sudor frío me atravesaba la espalda.

— ¿pero realmente está bien eso? Después de todo Sasori al parecer no quiere verlos.

—Te diré algo que probablemente Sasori haya omitido, su tutela se me entregó cuando él tenía cerca de diez años, así que al ser tan pequeño se hizo a la idea de que ellos le habían abandonado, realmente fue algo que le afectó mucho, cada noche lloraba en su habitación por esa razón, un día de repente le miré, ese pequeño se había amargado, tú mismo sabes cómo era incluso cuando creció—, Kakashi lucía tranquilo, rememorando esas escenas como si estuviesen frente a él de nuevo. —Él ha cambiado y eso es gracias a que has estado a su lado, incluso le sonríe a extraños fue algo que realmente me sorprendió—, Kakashi embozó una sonrisa sincera al mencionar eso ultimo. —Toda su amargura fue una barrera que inútilmente trató de forjar al sentirse de esa manera.

Ahora lo comprendía, aquellas veces que parecía irritado al mencionarle a su familia no era más que tristeza disfrazándose de furia al no haber podido estar junto a ellos cuando él más los necesitó. Sasori los extrañaba, los necesitaba y por querer estar conmigo se había reprimido de contármelo, porque sabía que yo le diría que debía irse, que su lugar tan anhelado era con ellos. Kakashi me decía todo por el bien de Sasori, él había notado su cambio y sabía sus preocupaciones.

Sonreí, no de manera forzada, tampoco falsamente. Era pura felicidad, toda ella al imaginarme la sonrisa que Sasori tendría al abrazar a sus padres después de más de ocho años de no verlos, al saber que ya no tendría que reconfortarse con esos recuerdos de sus rostros borrosos que le engañaban y traicionaban por las noches.

—No te preocupes Kakashi, Sasori será feliz—, aseguré partiendo del café con prisa esperando alcanzar a Sasori al menos por el camino, cuando logré llegar a la escuela el apenas salía, sonrió al verme y le devolví el gesto abrazándolo y colgándome ligeramente de su cuello al ver que el peso casi nos lleva al suelo.

Fuimos hasta mi habitación, Tobi últimamente vagueaba mucho así que usualmente no se encontraba en casa.

Le platiqué todo, la repentina llamada de Hatake y mis opiniones al respecto, Sasori parecía enojado, alegó estar harto de que se metieran en sus asuntos, hizo una rabieta alterándose aun mas, gritó, llegué a asustarme un poco al ver su mirada fugazmente pero me tranquilice al mirarlo detenidamente, parecía un animal enjaulado, inquieto, con miedo, protegiéndose incluso de su propia sombra.

Lo abracé, fue cuando todas sus fuerzas se fueron directo al suelo, era lo que necesitaba, se aferró y lloró débilmente, desgarrándose la voz con cada palabra, admitiendo que realmente se sentía solo refiriéndose a sus padres asegurando que sin mi él habría colapsado en no mucho tiempo, realmente sabía que la despedida no tardaría, no todo era eterno pero esas eran las cosas más hermosas, al igual que los fuegos artificiales, su belleza quedaba grabada incluso aunque este se hubiera esfumado,

“Todo estará bien porque te amo”

Las palabras que ambos arrastramos nos dejaron un gran vacío, cada palabra era dicha con un gran hueco en el alma.

La graduación llegó, dejábamos atrás las aulas que nos vieron crecer, en la cual conocimos a muchas personas, en donde algún día nuestros kouhai estarían y dejarían a su vez para dar paso a una nueva generación, era tan melancólico, realmente lo peor de todo es que a pesar de haber querido detener el tiempo y quedarnos siempre de esa manera era algo que simplemente no era posible.

Nos alejamos, la universidad nos hizo separarnos  y esperamos esos tres años a que esa promesa de secundaria se mantuviera aún viva “Te seguiré amando, porque nuestros colores no cambiarán, siempre serán los mismos y algún día nos reencontraremos aquí, en este mismo lugar, como el día en que nos conocimos”.

Quedamos en llamarnos, cada día, al principio de cada mañana y noche, después notamos lo caro que sería a la larga así que esas llamadas disminuyeron a una por semana, después era una por mes…

—Deberías haberlo visto, el padre de Tobi realmente daba miedo—, las cosas más simples y tontas eran un buen tema de conversación. La voz se escuchaba con un poco de estática pero aún así era audible.

Entonces realmente era así, vaya ¿por qué uno siempre se pierde de las mejores cosas? Oh por cierto hoy saldré, unos chicos me invitaron a tomar, insistieron tanto que no pude negarme, ¿he hablado sobre ellos cierto? de Hidan, Yahiko y los demás.

Sasori siento que te están influenciando un poco… —. Él simplemente me preocupaba un, últimamente salía por las noches, Sasori se estaba dejando llevar por la corriente.

Oh, ya llegaron ¡debo cortar! ¿¡Hidan qué demonios estás haciendo con eso!? Suéltalo de una maldi--

 

Al final las llamadas dejaron de existir, las cosas simplemente sucedieron, esa había sido la última vez que le había escuchado,  traté de llamarle muchas veces pero jamás respondía, poco después la grabadora indicaba que el número había sido desconectado o simplemente había dejado de existir. Muchas veces pregunté a Kakashi por él –quién se había vuelto a mudar a Konoha después de su partida- él me indicaba que cada vez que trataba de tocar el tema Sasori simplemente lo evitaba.

Todo conllevó a esto, el sobre que había recibido de Kakashi dos meses atrás contenía una postal, en ella explicaba únicamente que regresaría, que sus estudios habían terminado y había obtenido matrícula de honor.  Durante el último par de meses di todo de mi para hacer ese cuadro, de nueva cuenta nuestra esencia quedaría plasmada en el lienzo blanco, incapaz de borrarse, incapaz de mentir, ahí estaría, reafirmando nuestros lazos, nuevamente marcando nuestros colores.

No había notado que mi ilusión me había llevado lejos.

Llegué antes para ver la galería y sus nuevas obras, le busqué, su nombre, su firma, esa bendita y carismática firma, aquel lugar en el cual Kakashi había señalado al tiempo en que dejaba sus esperanzas en él y al tenerlo frente a mí no fue lo que creí, ese cuadro era totalmente diferente, los colores eran opacos, esta vez no pude percibir nada ¿Había crecido acaso? Era realmente duro decirlo pero ahora simplemente veía colores esparcidos vagamente sobre el lienzo, ¿era el cuadro realmente suyo? Me desesperé, no parecía la misma persona, simplemente no lo era.

Sentí que mi corazón estaba a punto de morir, el dolor en mi pecho me quemaba, quería gritar con tal desesperación para que el viento se llevase las palabras y el dolor consigo.

Caminé, di vuelta hacia el pasillo en donde se suponía se encontraba mi cuadro, ahí estaba él, parado a cerca de un metro de distancia, observándolo, con su gabardina marrón doblada casualmente entre sus brazos. Había crecido, era más alto, su rostro se había afilado un poco, era diferente pero ciertamente era Sasori, no podía ser nadie más. Parecía maravillado, sus ojos miel recorrían cada parte del cuadro, se iluminaban de una manera extraña.

—No has cambiado nada… tus colores siguen siendo los mismos—, habló al notar mi presencia, esa sonrisa no era la misma, su mirada se veía con un extraño brillo. —Me da mucha nostalgia ver nuevamente los colores de tu alma y descubrir que siguen igual a como los recuerdo—, Se giró sobre su eje en un ángulo de noventa grados, me observó de arriba abajo. —Realmente tu cabello ha crecido, no me equivocaba cuando dije que deberías dejarlo crecer—. Habló recordando viejas memorias de años atrás mencionando las frases con tal precisión que me dolía en el pecho. Por fin había visto la verdad tras su sonrisa, ese extraño motivo por el cual a pesar de ser una me daba terror, había culpa tras ella.

Mis ojos se nublaron sin saber por qué, mi pecho me dolía y ese nudo en mi garganta me asfixiaba de una manera tan dolorosa, lo había comprendido todo, “lo que un día fue no será” eso pensé, esos tres años no habían pasado en vano, él había cambiado, ya no éramos más esos niñatos de secundaria ni él ni yo, habíamos crecido, era normal que cambiásemos, y creo que fue un hecho de que nuestros colores cambiarían, comencé a llorar,  eso en verdad me dolía tanto, era tan difícil tratar de aceptarlo ¡era tan injusto! Maldito el tiempo que te hizo cambiar Sasori.

Aunque traté de evitarlo no pude detenerme, esos sonidos extraños que mi respiración hacía eran tan audibles que incluso él se dio cuenta de ello, estaba agitado, estaba tan dolido.

Él había visto la razón,  dio un paso hacia adelante y yo retrocedí dos, arrastré los pies con tal pesadez que cargaba mi alma, froté mis ojos fuertemente pensando que así dejarían de derramar esas molestas lágrimas.

—No creo que sirva de mucho pero… creo que tus colores no han cambiado nada, fui yo quien lo hizo—. A pesar de escuchar esas palabras de consolación aún me dolía en lo más profundo de mí.

Ahora me daba cuenta que ya no había motivos suficientes para permanecer juntos, el amor que sentía no sería suficiente, la sombra de el amor que él algún día había tenido por mi tampoco lo era, Sasori había cambiado, se había dejado llevar por la corriente pero no todo fue su culpa, debí buscarlo, a pesar de lo lejos que se encontraba debí ir en su búsqueda y traerlo de regreso aunque fuese en manera figurada.

Traté de calmarme lo suficiente para poder hablar con un poco de claridad, sentí mis ojos hinchados y pesados.

—Creo que este es el último que haré—.  Arrastré las palabras observando con tristeza ese cuadro, simplemente ya no había motivos para continuar, a mitad del camino había perdido a mi otro yo, a Sasori. —Creo que esta es nuestra despedida, muchas gracias por todo hasta ahora—. Reverencié como es debido, tratando de mostrar en mis palabras y acciones todo el gran respeto que le tenía, todos mis sentimientos, todo mi ser viendo como mi cabello se escurría entre mis hombros y formaba una cascada al costado de mis ojos que llegaba casi  a mi cintura. Las gotas saladas cayeron marcando sus huellas en el suelo.

—Pienso que si lo intentamos aún podría funcionar, cometí errores, me equivoqué, las amistades que tuve no fueron tan buenas, ahora noto que me llevaron con ellos e incluso me inculcaron sus pensamientos en mi cabeza, llegué a creerles cuando decían que tú harías lo mismo aquí, que probablemente tenías tus deslices y dejé cegar todo el amor que sé aún siento, fue por eso que comencé a ignorar lo que sentía, hice muchas tonterías, pero mi más grande error fue no confiar en ti, el pensar que me traicionarías, el dejar que mi vínculo contigo se hiciera más delgado que un cabello.

Esas palabras, disculpas o lo que fuesen realmente me dolían, era una opción mandarlo todo a la mierda y seguir sabiendo que nuestro lazo prácticamente sólo había dejado hilachas tras de sí.

—Es tarde, ¿sabes? Creo que nos perdimos a mitad del camino, fue muy doloroso para mi, intentaba alcanzarte pero no podía porque siempre que lo intentaba tu ya te habías ido, cuando te llamaba nunca contestabas y llegué a pensar que sólo te estaba molestando, fue cuando resigné mis pensamientos a que no sabría nada de ti cuando desconectaste la línea, en verdad lloré, muchas noches lo hice pensando en una manera de recuperarte pero no comprendí si no hasta este momento al mirar tu cuadro que era demasiado tarde. Sé que es imposible no cambiar con el tiempo pero fue diferente contigo,  las malas amistades te forzaron a cambiar, estoy seguro que ni siquiera recuerdas cómo solías “mirar” antes—.

El olor de Sasori había cambiado, antes su olor me daba tal calma, me trasmitía todo lo que era, ese olor se fundía perfectamente con él, con él lograba excitarme con un solo abrazo, ahora podía percibir a esa distancia tan lejana ese olor tan repugnante a tabaco, cualquiera que habría pasado cerca de él lo habría notado.

—Deidara…

—Duele decirlo Sasori, pero ha llegado el día en que debemos andar por nuestro propio camino, ese el cual tiene un destino para ti y uno diferente para mí.

—No… por favor no Deidara, no digas mi nombre con esa voz…—, Sasori habló suplicante rosando la desesperación, corrió hacia mí y me sujeto firme para que no me escapara, me besó necesitadamente con sus labios temblorosos, hundió los dedos en mi cabello, ese dolor agudo volvió a punzar, nuevamente lloraba frente a la persona que menos quería que me viese así, no pude evitarlo, correspondí a ese beso al haberlo deseado por varios años, sentí dolor nuevamente ese beso de despedida sería lo único que nos quedaría, había una gran brecha entre nuestro último beso hacía años y este, pude sentir cómo la inexperiencia de Sasori había desaparecido, eso mismo me hizo alejarme, sentí humillación, prepotencia, era como si él estuviera restregando en mi cara las veces que me había engañado, lo que menos quería era comenzar a sentir rencor, eso no, no me lo perdonaría nunca, esa era la persona que amaba y así sería, incluso con todo lo malo jamás podría odiarle.

Me soltó, habíamos caído sentados en el suelo frente a el que sería mi último lienzo, caí recargado en la pared, Sasori se coló entre mis piernas, su gabardina se hallaba en el suelo, el rostro de Sasori se encontraba demasiado cerca del mío.

—Por favor no… ya no me hagas esto Sasori, permite que me lleve un buen recuerdo de esto, permíteme atesorar el momento de ansiedad al querer verte—. El rostro de Sasori se desfiguró, parecía dolido, estaba a punto de llorar de arrepentimiento al verme suplicándole. Ya no me sujetaba, se hizo a un lado, un clara indirecta de que podía marcharme, me levanté y comencé a caminar un poco apresurado, no pude evitar girarme a medio camino, él se había quedado en el suelo, como un cachorro abandonado, con su mirada en el suelo, tratando de desgarrarlo con sus uñas, era doloroso pero sentía que era lo mejor, el orgullo nunca había sido bueno, pero en ese momento era el que me impedía seguir con él habiendo tantas traiciones.

Me di cuenta de lo diferentes que éramos cuando estuvimos separados.

Ahora me daba cuenta que por más que quisimos unir nuestras manos jamás pudimos fundirlas, siendo unos niños solamente pensamos que estaríamos juntos por siempre, jamás pensamos en la realidad nos golpearía de frente sin piedad.

“Tres años es mucho tiempo Deidara, incluso un minuto es un martirio cuando lo tienes que esperar”  Esas palabras fueron mi consolación durante mucho tiempo, era un hecho que jamás olvidaría esa escena, la última vez que pensé vería a Sasori, en nuestra despedida al mirarlo fugazmente antes de seguir mi camino.

Sasori, mis sentimientos no cambiaron, fueron tus colores que se hicieron más opacos, dejaste que se mezclaran con colores mate haciéndolos prácticamente oscuros, demasiado tarde noté que colores tan diferentes simplemente no podían mezclarse.

 [Fin]

 

Notas finales:

Notas~

[1]Sempai: «compañero de antes» miembro de mayor experiencia, jerarquía, nivel y edad.

[2]En esta frase... Sasori se refiere a que fue gran coincidencia que Deidara fuera la misma persona que creó el cuadro que hizo que se enamorara.

[3]Kouhai/Kōhai: miembro de recién ingreso o sin experiencia.

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Lamento el final TTxTT creo que fue lo mejor, realmente me puse melancólica al escribir y estaba a punto de cambiar el final por uno "rosa y acaramelado" pero me di unas muy internas bofetadas mentales y me dije "No Cari, no te dejes llevar por el sentimentalismo" y terminó así.

Me gustó, siento que en un futuro pudiera haber una continuación con un final no tan amargo.

He estado algo "seca" en lo que se refiere a fanfics, esa es la razón por la cual no he podido continuar los otros dos, escribir esto como desahogo me sirvio para descargarme, últimamente sentía que realmente escribía lo que se me venía a la mente así al "madrazo" sin siquiera pensar si se veía bien o no. Creo que ahora me siento "normal" otra vez y con muchas ganas de escribir.

Gracias por leerlo, en verdad muchísimas gracias.

 


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