Capítulo 1:
“Bienvenido.”
Hacía un tiempo que no paraba de llover… las calles se estaban embarrando, las flores ahogando y todo aquel que se encontraba en la calle corría a refugiarse bajo algún portal, antes de pillar alguna enfermedad.
Sasuke se encontraba sentado en su cama, quería estar despierto para ver al famoso hermano del que todos habían hablado tanto esos últimos 15 días. Lo único que Sasuke recordaba de él era que tenía una larga melena azabache, que amaba los dulces y que era el favorito de su padre… por ello, al cumplir los 16 se le encargó ocuparse la parte este de la comarca, obligándole a mudarse a dicha zona. De todas maneras era un recuerdo demasiado translúcido y vago, ya que por aquel entonces Sasuke solo tenía 7 años. Ahora, diez años después, es posible que su hermano haya cambiado mucho; al igual que lo ha hecho él. Sasuke se esforzaba mucho para poder llamar la atención de su padre, que en muchas ocasiones lo trataba como un inútil y lo despreciaba, por que su hermano era mejor que él. Sasuke, siempre había tenido la necesidad de ser superior a su hermano... pero, por mucho que destacara, su padre le recordaba una y otra vez que su hermano lo hizo con una edad más temprana y con un resultado mucho mejor al suyo; por lo que en más de una ocasión Sasuke había maldecido al mundo por no ser hijo único... pero eso ya no importaba. Sus padres estaban muertos. Mentira, habían sido asesinados... cruelmente asesinados... y eso le hervía la sangre... en ese instante todo le hacía hervir la sangre: la fama de su hermano, la muerte de sus padres, no ser lo suficientemente maduro como para vivir sin la supervisión de su hermano, el hecho de no haber podido mostrar a su padre que por algún motivo... ¡Eso es! Por un solo motivo, por uno solo, ser mejor que su hermano en alguna cosa...
Un carromato cruza la verja. Sasuke ya oye a todos los sirvientes de la mansión prepararse para la llegada del hermano mayor de la familia Uchiha... y el ahora también nuevo líder.
Sasuke se levanta de la cama y se dispone a llegar al salón principal antes de volver a pensar en todo y nada una vez más. Los pasillos son largos y de las paredes blancas cuelgan retratos de la familia: Él, su madre, su padre, su hermano, sus abuelos, su tío... su tío. Se paró para contemplar ese retrato, era de un tal Uchiha Madara. Su padre le habló mucho de él. Decía que fue de los primeros Uchiha, y que tenía una mente muy estratégica... que era una persona orgullosa y con una gran influencia en la aristocracia de unos años atrás. Cuando Sasuke era pequeño, le encantaba que su padre le narrase historias sobre él… de hecho, es una de las pocas cosas que le gustaba de su padre. Sasuke hace una especie de saludo con la cabeza al retrato y sigue su camino hasta el salón principal.
Cuando llega al salón la puerta se abre. Por ella entró un hombre:
Tenía el cabello rubio y largo, que tapaba uno de sus ojos; era esbelto y tenía una grotesca sonrisa de medio lado. Por muy elegante que fuesen sus prendas, él daba el aspecto de ser un grandísimo ignorante para Sasuke, y eso no le inspiraba mucha confianza, que digamos. Su ojo azul no paraba de moverse de un lado a otro, observando con curiosidad todo cuanto le rodeaba... a Sasuke eso le ponía demasiado nervioso.
Después entró un segundo hombre. Este era pelirrojo, de pelo corto. Tenía un rostro inocente, como el de un niño... pero unos ojos cansados, de demonio viejo; muy viejo. Su cuerpo también era esbelto, pero no tanto como el del otro hombre rubio, quien parecía ser muy joven al lado del pelirrojo. Este último levantó la mirada hasta la de Sasuke, que a su vez le miraba del mismo modo.
Al final, entró un tercer hombre. Este tenía el pelo largo y de color azabache, y al contrario de los otros dos hombres, además de ser esbelto se le veía algo musculoso. Al levantar la cabeza, Sasuke lo reconoce al instante. Aquel rostro que tras tan largos años se había difuminado, ahora era el más hermoso recuerdo que sin duda había poseído su mente... de pronto un montón de anécdotas volvieron a su memoria, todas ellas de él y su aniki. Si, aquel rostro tan nostálgico: su cara indiferente, su no muy respingona nariz, sus labios rosados, y sus cabellos, recogidos con una larga coleta; las extrañas marcas de sus ojos... parecía que en todos estos años no hubiera cambiado demasiado, salvo en su estatura y los rasgos ya adultos de su cuerpo. Entonces, es cuando él mira a su ya no tan pequeño ototo, y sonríe. Ahora Sasuke está seguro de que es él, no es otro que su hermano Itachi... su preciado Itachi que lo mira con los mismos ojos de nostalgia que con los que le mira Sasuke. Sus ojos... Tan inexpresivos para la gente, pero tan hermosos para Sasuke: con ese eje rojizo, un tanto tenebroso; que contrasta con la dulzura de su mirada...
–Itachi... – susurra Sasuke.
–¿Él es tu hermano pequeño? – Preguntó el hombre pelirrojo.
–Así es, Sasori... – Contesta Itachi sin dejar de mirar a su hermanito.
–... me recuerda a tu madre... – Menciona este último, haciendo que Itachi gire la cabeza para mirarlo –...tiene lo ojos de Mikoto.
Itachi sonríe y asiente al comentario. Sasuke se acerca a los invitados con una sonrisa en su rostro.
–Bienvenido a casa, Itachi. – Saluda Sasuke estirando la mano, pero Itachi lo abraza con fuerza. Sasuke, no puede rechazar esa muestra de afecto; parece mentira que hace unos minutos Sasuke desease ser hijo único.
–Sasuke; estos son Deidara y Sasori... son unos viejos amigos y socios. Necesito que pasen una temporada aquí. Espero que no te importe.
–Para nada, en la mansión hay habitaciones de sobra. ¡Sakura! ¡Ino!
–¿Si, Sasuke-sama?- Preguntan las sirvientas al unisolo.
–Preparad las estancias de Sasori-san y Deidara-san.
–Claro, yo guiaré a Sasori-san hasta sus aposentos. Ino, encárgate tú de guiar a Deidara-san.- Ino asiente y los invitados siguen a las sirvientes.
–¿Y mis aposentos?- Sasuke sonríe ante el comentario y guía a su hermano hasta él.
Mientras tanto, unos ojos verdes miraban con odio a los recién llegados... Unos ojos, mas o menos igual de viejos que los de Sasori... y es que por mucho que pase el tiempo, no se puede deshacer el pasado... no se puede.