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El Rey de Egipto por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Juas juas nu se si les va a gustar, ya que no pasa mucho en el cap pero necesitaba escribirlo U.U 

Asique bueno aqui se lo dejo.

 

 

Ichigo recorría rápidamente las galerías del gran palacio pintadas de extraños jeroglíficos con la absurda intención de decorarla. Sus rápidos y ligeros pasos resonaban contra el suelo de mármol produciendo un ligero eco que anticipaba a los sirvientes su llegada.

Se había levantado aun abrazado al albino, sobre su mullida cama. Había dormido tranquilo, sin pesadillas, sin premoniciones. Pero no había dicho nada al verle tumbado junto a él, aun acariciándole la cabeza protectoramente, y el otro no había hecho ninguna pregunta comprendiendo su estado de ánimo. Simplemente se levantó como hacía cada día y sin decir nada abandono la habitación. Por supuesto, el otro le siguió como el guardaespaldas que era.

Sin embargo aquel día no era como todos los días. Aquel día no había tomado el relajante baño, no había desayunado con sus pequeñas hermanas, ni había acudido a las estúpidas clases. Aquel día recorría las interminables galerías de altas columnas y los patios de profundos estanques en busca de su pequeño visir.

Por fin encontró al enano en una pequeña sala que daba al Nilo. A su lado se encontraba otro peliblanco con mirada zorruna, Gin, su secretario. Rápidamente le dirigió una mirada al peliblanco que comprendió al instante, y salió del cuartito dejándoles solos. Hitsugaya le miro preocupado, según la rutina de siempre el monarca debería estar desayunando.

-¿Qué ocurre?-

-¿Te acuerdas de la entrevista de ayer con los rebeldes?-

-Si-

- Nos han declarado la guerra- respondió con voz potente y autoritaria el peli naranja, pero temblando internamente por el recuerdo de la noche anterior.

-¿Cómo?- respondió el de pelo blanco sin creérselo.

¿Quien en su sano juicio le declararía la guerra a Egipto? El imperio más grande del mundo, con el ejercito más grande del mundo y los dioses más poderosos. Sin embargo la mirada del monarca le hizo dudar de su razonamiento: la furia y el respeto se reflejaban en sus ojos como una muda alerta. El faraón seguía sin responder.

-…Disculpar señor pero un pequeño grupo de rebeldes no pueden hacer nada contra nuestro ejército, además la revuelta ya fue reprimida ayer por nuestras tropas y se capturo a los culpables del incidente-

-¿No lo entiendes verdad?- murmuro Ichigo apoyado sobre una mesa, su cara mostro una débil sonrisa aunque esta no demostraba ninguna alegría.- Ellos tienen a un dios, si atacan perderemos- continuo volviendo a su cara seria y serena.

Hitsugaya, quiso creer que se había vuelto loco, quiso reírse de él decirle que no creyese las estupideces de unos locos, que no se preocupase, que todo ya estaba resuelto. Pero algo se lo impidió. La seriedad del hombre enfrente suyo, el temor que había surcado durante un momento los ojos del chico que aparentaban la más completa cordura. Le creyó completamente, no sabía cómo pero era la verdad.

Sin poderlo evitar tembló. ¿Que dios sería tan horrible que hasta el monarca de Egipto, el elegido por los dioses, le temiese?

-…Em.…yo…- el pobre visir no sabía que decir ,su mente se había quedado completamente en blanco tras el descubrimiento.

-Relájate no pasa nada- continuo Ichigo con una sonrisa, esta vez sincera, cruzándole la cara. Hitsugaya quiso llorar, supuestamente tendría que ser él el que dijese eso al monarca.- Pero necesitamos adelantarnos a ellos, entonces  a lo mejor podremos hacer algo-

-si-

-Quiero que organices al ejército, que aumenten las patrullas, empieza a racionar la comida y tomas las medidas de siempre pero sin que la gente se alarme, no quiero que empiece a cundir el pánico por las calles-

-Si señor-

-bien pues eso es todo, iré a hablar personalmente con el general  Zaraki, hablaremos luego-

-Si majestad-

Ichigo salió de la habitación con paso rápido y decidido, rápidamente el albino de ojos dorados siguió a su señor dirigiendo al pequeño visir una sonrisa burlona en el camino. Hitsugaya normalmente, le hubiese contestado con algún gesto obsceno, pero en aquel momento tenia cosas mas interesantes en las que pensar.

Se acerco a la ventana de la habitación para que el aire del desierto le despejase la mente. A lo lejos empezaban a aparecer unas grandes nubes negras cubriendo el mundo con su oscura sombra y anunciando una gran y poderosa tormenta. El pequeño se revolvió de repente incomodo, tenía un mal presentimiento, algo estaba a punto de pasar.

.

.

Ulquiora subió por la alta torre atravesando las interminables escaleras hasta la cima del edificio. Arriba del todo se encontraba, como esperaba, un peli azul sentado en la oscura habitación mirando aburrido por la ventana a la ciudad que tenia debajo y en la que empezaba a estallar el caos.

El hombre le daba la espalda y sostenía una extraña espada enfundada que apoyaba en su hombro con delicadeza. Llevaba el pecho descubierto por el calor de la estación, revelando el fuerte y peligroso pecho. Ulquiora sonrió sin poder evitarlo, sería tan fácil tirar al vacio al estúpido dios, tan solo abría que acercar una mano a su hombro y empujarle suavemente y entonces...

-Inténtalo si te puedes- le reto el hombre girando la cabeza y mirándole con una sonrisa macabra, sus ojos le miraban expectantes, preparado para abalanzarse sobre él si surgía la oportunidad.

Ulquiora tosió apartando la mirada de aquellos inquietantes ojos azul eléctrico. No podía tirarle, era el pilar de su maldita rebelión. El hombre entonces, al ver que no hacía nada, volvió a dirigir su vista a la ciudad soltando un bufido de decepción.

-¿Fuiste al palacio?- pregunto intentando olvidar el tema el de ojos verdes.

-Si-

El otro suspiro desesperado, nunca sabia que hacer con aquel hombre.

-Ahora empezara  lo divertido- continuo el de pelos azules volviendo a sonreírle macabramente y con un aire alegre en la mirada. Sin poderlo evitar él también sonrió complacido, pero aun intimidado por su presencia. Se acerco a él apoyándose en el marco de la ventana y contemplando la gran ciudad a sus pies.

El humo de los incendios comenzaba a elevarse uniéndose a las negras nubes en el cielo y los gritos se confundían con los truenos que empezaban a rasgar el cielo. Los soldados peleaban contra otros soldados antiguamente sus compañeros de armas, la gente corría por las calles llorando, intentando salvar las propiedades o a sus familias que eran atacadas por los rebeldes con una ira y un odio nunca vistos.

Había sido buena idea sobornar a parte de la alta jerarquía y el ejército para que apoyasen el golpe.  Tras enterarse de la orden que el faraón había dado de movilizar al ejercito, él había decidido adelantar la rebelión y rápidamente sus hombres le habían secundado traicionando vilmente al monarca. Ahora el faraón contaba con menos efectivos con los que defenderse y sería más fácil tomar el control de la ciudad.

Un rayo rasgo el cielo y en la calle al pie de la torre donde se encontraban y donde los gritos llegaban silenciados parcialmente, un viejo soldado violaba a una pobre muchacha que no superaría la quincena. Cuando acabo la faena la degolló a sangre fría y salió del callejón a buscar su siguiente víctima con una mirada de asesino en la cara.

 Grimmjow a su lado reía salvajemente emocionado por la tragedia. El moreno a su lado se estremeció ante el sonido de la estridente carcajada que parecía estremecer el mundo a su alrededor.  De repente, junto a la ventana volvió a sentir pánico y la necesidad de empujarle al vacio y liberar al mundo de su cruel existencia, aunque con ello su revuelta acabase.

-Olvídalo ya de una vez, no puedes matarme- afirmo el peli azul mirándole cabreado y haciendo una mueca.

 Entonces, a lo lejos, las puertas del palacio se abrieron y por ellas salieron miles de soldados para intentar socorrer al destruido pueblo. Grimmjow sonrió complacido de nuevo, todo iba según lo planeado. El muchacho había decidido proteger a su pueblo antes que a sí mismo y el palacio quedaba completamente desprotegido y vulnerable a los ataques.

Una presa fácil ante un león hambriento.

Grimmjow se levanto preparado, sus ojos volvían a brillar peligrosamente. Sus dedos en contacto con la fría espada le producían un agradable cosquilleo. El chico de pelo negro retrocedió asustado pero le ignoro completamente, su mente ya estaba ocupada buscando la ruta más corta hacia el castillo.

Puso una mano en el marco de la ventana y sacando medio cuerpo fuera saltó al sangriento vacio. A su espalda oyó un grito ahogado pero era demasiado tarde. El viento le golpeaba la cara revolviendo sus cabellos y produciéndole una sensación de libertad que llevaba mucho tiempo sin experimentar. Cayó entonces sobre un tejado con la ligereza y elegancia de un felino y como la noche anterior, corrió hacia el palacio a por la presa.

Todavía recordaba el sabor de su suave piel estremeciéndose bajo su boca, aquel olor excitante y delicado, su pequeño cuerpo temblando y estremeciéndose bajo él. Su cara de finos rasgos sudorosa y con los ojos cerrados disfrutando del placer… Sus manos temblaron al recordarlo, su garganta se seco y las pupilas se dilataron brillantes y ansiosas al pensar que en un rato volvería a tener al chico para él y esta vez nadie interrumpiría.

.

.

Ichigo sintió una mano sobre el hombro e inmediatamente se volvió asustado, se estaba volviendo paranoico con todo aquello. Pero gracias a dios unos ojos dorados le devolvieron una mirada divertida por su aparente tensión.

-¿Qué quieres Ogichi?- pregunto relajándose por completo. No sabía aun porque pero con aquel hombre se sentía seguro y protegido.

-Tomad esto por favor majestad- dijo este tendiéndole un objeto afilado envuelto en una pequeña funda dorada.

-¿Por qué?- respondió divertido- ¿no te tengo ya a ti para defenderme? No necesito puñales-

-Es solo por si acaso- respondió el albino serio-si yo me muero-dijo con tono irónico, como si nunca fuese  a pasar- estaréis solo- concluyo como una premonición.

Algo en el interior de Ichigo se revolvió al oír aquellas palabras y la sonrisa se borro de su cara. Ogichi seguía tendiéndole el pequeño cuchillo, otra vez divertido. Pero Ichigo no se atrevió a cogerlo sin saber porque, simplemente su cuerpo no respondía, como negándose a aceptar que algún día le abandonase. Ogichi entonces se inclino tomándole una mano y acercando sus rostros peligrosamente.

El simple roce con la pálida piel del otro sobre su muñeca provocaron una oleada de intensas sensaciones en el pobre Ichigo. Contuvo la respiración sin darse cuenta y cerró los ojos fuertemente. Sentía la fuerza del otro en el firme  y suave agarre al que le tenía sometido .Su cuerpo se estremeció imperceptiblemente con una leve corriente eléctrica que le ascendió desde la muñeca provocándole un placentero escalofrió.

Boqueó intentando recuperar el aire y contener las emociones que inundaban su pecho, mientras sentía sus labios quemar esperando un contacto que hacía dos noches le habían negado. Sin embargo el ansiado contacto nunca llegó.

Ogichi simplemente dejo el puñal sobre su mano y le soltó, volviendo a imponer distancia entre los dos e ignorando, tal vez deliberadamente, las reacciones del monarca.

Ichigo abrió los ojos decepcionado y a la vez enfadado, intentando descifrar lo que acababa de sentir y a la vez negándose a aceptarlo. Miro a Ogichi enfadado mientras él le devolvía una mirada seria.

Se dio la vuelta sin decir nada dirigiéndose hacia la sala del trono . No tenía tiempo que perder, su pueblo estaba dividido y él necesitaba salvarlo. Desde los grandes ventanales de la gran sala del trono que aun seguía en obras se podía contemplar la ciudad. Las nubes de humo y los gritos de sus ciudadanos, el olor a carne quemada, se podía sentir desde su posición en las alturas además el cielo estaba cubierto por un denso manto de nubes de color negro que oscurecían aun más el mundo.

Un estremecimiento le recorrió el cuerpo mientras veía como los rebeldes reventaban las puertas del palacio y se colaban en el. Se dio la vuelta intentando buscar a su pequeño visir, para darle algunas órdenes para intentar retenerles, pero este había desaparecido.

Estaba solo en la gran habitación.

Curiosamente no le dio importancia. Ya nada tenía sentido, el mundo se había puesto del revés en menos de dos días. Quiso llorar de frustración, por su país, por su gente, por sus muertos, por si mismo, por las traiciones…pero su orgullo se lo impidió. Si le querían muerto, moriría, pero lo haría con la cabeza muy alta, como el rey que era, no dejaría que los bastardos revolucionarios se regodearan en su sufrimiento.

Se dirigió al trono con una mirada segura y peligrosa en la cara y arrogantemente se sentó en el trono esperando a sus queridos invitados. Ya no sentía nada, su mente había suprimido toda emoción, por miedo que si sintiese algo se desmoronara y estallase en dolorosas lagrimas y curiosamente se sintió bien, tal vez debería quedarse así para siempre y nadie le haría daño otra vez.

 Noto entonces un movimiento a su lado y giro la cabeza para encontrarse con un albino con una mirada de furia en la cara. Ichigo respiro aliviado recuperado de su instante de debilidad por arte de magia.

-Ya están aquí- susurro Ogichi, y los dos hombres contemplaron la puerta impacientes mientras el ruido de gritos y cosas rotas se acercaba.

El ruido ceso entonces repentinamente, como si nunca hubiese existido. La tensión aumentaba mientras aguardaban y el peli naranja intranquilo miro al albino. Este fruncía levemente el ceño y una sonrisa asesina surcaba su cara.

Un grave lamento se extendió por la sala mientras las grandes puertas de roble giraban sus gozones empujadas por una fuerza sobrehumana. Una risa estridente se escuchó por la habitación haciendo que Ichigo sintiese un escalofrió al recordarla.

Grimmjow entro en la destruida habitación y el mundo perdió su luminosidad, la presión aumento mientras el hombre seguía riéndose. Llevaba una espada desafilada en la mano y el pecho manchado de sangre. La mirada le brillaba con un deje de diversión y ansiedad. De repente dejo de reírse repentinamente y su cara demostró la más pura furia. Se acerco lentamente al trono con la espada goteando aquel liquido rojo.

-Esto es muy divertido. ¿Qué haces aquí Osiris?- pregunto con un tono que solo mostraba las más pura ira y asco.

-…No te incumbe- murmuro Ogichi devolviéndole una mirada de puro odio al peli azul.

Ichigo se había quedado mudo. ¿Ogichi era Osiris?¿Su guardaespaldas era un dios? Intento decir algo, preguntar el porqué pero la presión que se adivinaba en la habitación se lo impedía. Estaba asistiendo a un combate entre dos dioses y no podía hacer nada. Cada vez costaba más respirar y su visión comenzaba a llenarse de puntos azules.

-Sabes Osiris- murmuro Grimmjow apoyando una mano en la cintura y agitando la espada hacia un lado haciendo que las gotas rojas volaran por el aire- No me gusta que toquen mi juguete- Dijo dirigiéndole a Ichigo una mirada entre divertida y furiosa.

-¿Pero qué dices retrasado? Yo lo vi antes, es MI juguete y debería de ser yo quien dijese esas gilipolleces- Respondió Ogichi revolviéndole el pelo a Ichigo que le miro espantando y dolido, aun sin poder hablar.

-¿Qué has dicho?- Grimmjow iba perdiendo la paciencia, quería a su juguete y no le gustaba que se lo negasen. Además el tono del albino había muy…insinuante, haciéndole temer lo peor.

-Lo que has oído bastardo-

-Ya bueno…Entonces tendré que arrebatártelo de tus inertes manos- dijo apuntándole con la vieja espada.

-Inténtalo si puedes- dijo desenvainando la suya propia y bajando los grandes escalones para llegar a su altura. Una mano se cerró entorno a su brazo y al volverse descubrió a un Ichigo que le miraba entre aterrorizado y preocupado y que intentaba en un burdo esfuerzo respirar dando grandes bocanadas.

-No te preocupes, no pasará nada, soy tu guardaespaldas ¿recuerdas?- le sonrió cariñosamente volviendo a revolverle los cabellos.

-No solo morirás- le reto el peli azul cada vez mas cabreado por la actitud del peli naranja hacia el albino. Era SU juguete y solo podía preocuparse por él. Luego haría que lo entendiese y llorase por él gimiendo de placer , pero después de cargarse al albino.

Y así ambos hombres, ambos dioses se enfrentaron enfrente del rey más poderoso del mundo.

 

 

Notas finales:

Weno diganme que quieren: que Grimm se viole aIchi en el proximo, que alguien muera, que hagan un trio?

Estoy abierta a sugerencias asique Reviews plis o me los cargo a los tres  n.n


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