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El Rey de Egipto por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Weno por aqui les dejo el siguiente cap, he probao una nueva tecnica narrativa que me enseño mi profe el otro dia en clase y que se llama "narrador camara" y que le quedaba genial al fic, aunque no se si me ha quedao mu bn. ¬¬

Weno a partir de aqui empieza el fic. Hata ahora solo habia descrito un poco los personajes y la situacion pero este es el comienzo.

Espero que les guste n.n

 

 

El revolucionario abrió las piernas para mantener un mejor equilibrio mientras levantaba la espada roma interponiéndola entre su enemigo y su cuerpo. Su mente dejo de pensar. El mundo dejo de existir. Solamente estaban él y su enemigo.

-¿Ultimas palabras?- pregunto arrogante, con los ojos cerrados.

- No podrás conmigo- respondió serio el albino, como prediciendo el  amargo futuro. El peli azul frunció el ceño con una mala corazonada.

-…Ya lo veremos-

Contuvo la respiración y tenso los músculos de sus piernas, abalanzándose sobre él con la espada por delante. Una nube de humo se levantó tras él debido a la velocidad del movimiento . La espada iba dirigida a la yugular del albino. Rápida y precisa la fía espada del otro, se interpuso bloqueando su ataque y repeliéndolo.

 El de pelo azul retrocedió dos pasos volviendo a recuperar el equilibrio y soltando el aire. Relajando los músculos  y volviendo a tensarlos, volvió a arremeter. La espada cortó el aire velozmente y la pared de la derecha explotó en pedazos levantando aun mas humo. El  enemigo volvió a esquivar el ataque y esta vez lo devolvió: La afilada espada del albino le rozo la mejilla, haciéndole una leve herida que ignoro. 

Giro la muñeca, dirigiendo su espada contra el brazo del enemigo aun estirado en el anterior ataque. Este también giro la muñeca velozmente quedando la espada paralela a su brazo y deteniendo el furtivo ataque.

Retrocedieron, ambos, dos pasos  volviendo a mirarse a los ojos fijamente. Como si lo hubiesen decidido a la vez saltaron en el mismo momento encontrándose en medio del aire. Continuaron un rato suspendidos en el aire sin que la gravedad les afectase. Intercambiaron golpes un rato, midiéndose mutuamente, retándose mutuamente con la mirada, intentando matarse mutuamente.

Las ondas de aire procedente de sus estocadas recorrieron la habitación  provocando fuertes corrientes. La arena y cenizas volaban por el aire dificultando la visión. El gran estanque en el medio de la habitación se había roto y el agua inundaba el suelo mezclándose con el polvo y creando un barro viscoso que dificultaba los movimientos.

El monarca les observaba desde el trono. Sus dedos golpeaban velozmente contra el reposabrazos del trono.

El tiempo pasaba y ambos seguían en igualdad de condiciones. Los golpes volaban, las espadas chocaban, el viento gritaba. El peli azul lanzó un golpe a la cabeza del albino y este dio una voltereta hacia atrás esquivándolo. Aprovechando el impulso de la voltereta se lanzo hacia el revolucionario.

 Este paro su ataque con la espada y le lanzo una patada al estomago que el albino casi no esquivo. La espada del peli azul volvió a volar sin encontrar obstáculos esta vez. Un gran surco se abrió en el suelo siguiendo su movimiento. Abrió por fin un profundo corte en el pecho del albino.

 El monarca gimió y se inclino hacia los oponentes en el asiento.

El albino miro al monarca un momento y un golpe del revolucionario se estrello contra su vientre . Cayó chocando contra el suelo violentamente y abriendo un gran boquete en medio del estanque.

El monarca se levantó pero no avanzo, solamente se levantó. El peli azul se rio suspendido en el aire sobre su rival. Agito su espada manchada de sangre y las gotas rojas cayeron al suelo disolviéndose en la putrefacta agua. El albino tumbado sobre el suelo no se movió. El dios descendió entonces hasta colocarse de pie sobre el albino con las piernas a ambos lados de su cuerpo y le apuntó con la espada arrogantemente.

El albino abrió los ojos y tosió sangre recuperando la respiración que el golpe le había robado. Su cuerpo temblaba violentamente. El monarca grito su nombre desde el trono.  El albino sonrió.

-Corre, idiota- murmuro con voz débil, levantándose sobre sus codos con dificultad y mirando desde el suelo al hombre que le apuntaba con una espada. El faraón permaneció en su sitio contemplando a los dos hombres. Comenzó a llorar.

El peli azul miro al monarca y frunció el ceño. Con un giro de muñeca clavo la desafilada espada en el corazón del albino. El albino soltó un grito de dolor que retumbo en las destrozadas paredes. El monarca empezó a pedir clemencia a gritos al revolucionario por su guardaespaldas mientras lloraba aun más.

 El revolucionario retorció su espada en el cuerpo bajo él .El albino abrió mucho los ojos dejando de respirar y cayendo inerte sobre el frio suelo. Luego el peli azul retiro la espada de su pecho dejando el cadáver abandonado en el suelo en medio del viscoso barro y de su propia sangre.

El monarca cayó de rodillas sobre el suelo sujetándose la cabeza con ambas manos y mirando fijamente al cadáver. El peli azul avanzó hacia él con pasos lentos. El monarca empezó a temblar violentamente.

 Su piernas se tensaron como si fuese a levantarse y salir corriendo pero finalmente no hizo nada. El revolucionario se paro en frente del trono destruido y del monarca arrodillado. El rey levanto la vista y le miro llorando, sus ojos no mostraban nada, solo derramaban lagrimas.

El peli azul le dio una bofetada. El monarca parpadeo con la mejilla roja. El revolucionario tomándole del cuello le alzó. Su espada seguía goteando sangre. Miro al peli naranja un rato fijamente y este le devolvió la mirada. Sin emociones. Muerto por dentro. Llorando. El peli azul se paso la lengua por los labios relamiéndose sensualmente.

Lanzo al monarca al suelo haciéndole caer al lado del cadáver. Boca arriba. Manchándole de barro y sangre. El monarca se alzó sobre los codos como si no hubiese pasado nada y se quedo mirando la cara del cadáver tendido a su lado, aun con los ojos abiertos. Acercó una mano a su fría cara mientras seguía llorando.

Un trueno retumbo en la lejanía. El olor a sangre y fuego llenaba la habitación y las cenizas revoloteaban a su alrededor. El tiempo se detuvo. Los gritos se callaron. La lluvia comenzó a caer intentando limpiar el desastre y entonces el mundo acabó.

Una espada se clavo en su mano impidiendo que llegase a tocar la cara del muerto y clavando su mano en el frio suelo. Grito de dolor. El peli azul se tumbo sobre el monarca y empezó a besarle furiosamente aprovechándose de su boca abierta en el grito. Un hilo de sangre bajo de la boca del rey cuando el revolucionario le mordió fuertemente la lengua para que callara.

Las manos del revolucionario comenzaron a recorrer el cuerpo del rey con avidez. El monarca no se resistió. El revolucionario soltó sus labios que presentaban de repente muchas heridas y comenzó a recorrer su cuello, lamiendo y volviendo a morder. Sus manos temblando bajaron al pantalón del rey intentando quitárselo y acariciándole por encima de la tela, cuando no podía lograrlo. Su boca recorrió su pecho rápidamente, como impaciente.

El monarca seguía mirando el cadáver que le devolvía la mirada sin brillo. De repente, giro su cara mirando al revolucionario como por primera vez, observando cómo mordía sus pezones con avidez. Con los ojos cerrados, deleitándose con su maltratada piel, mordiéndola aun más y dejándosela roja, y luego lamiéndosela como arrepentido antes de empezar a morderla otra vez como si nunca pudiese tener suficiente de ella.

 Entonces levanto una mano y la llevo a su pantalón.  

El revolucionario paró y se le quedó mirando. El chico le miro también fijamente  a la cara durante un rato, todavía llorando. El peli azul volvió a besarle insistentemente como queriendo que dejase de llorar.

 El chico le correspondió al beso. El peli azul se sorprendió. Las caricias del revolucionario se volvieron entonces más cariñosas y menos agresivas. Disminuyo la velocidad recorriendo delicadamente el cuerpo bajo él. Consiguió colar una mano en el pantalón y comenzó a acariciar su entrepierna. El beso finalmente se rompió y ambos hombres se quedaron mirando fijamente.

El cadáver seguía sangrando y el monarca llorando. El dios le lamio la mejilla al mortal retirando sus lagrimas. Los ojos del mortal seguían sin mostrar vida. El dios volvió a lamer su cuello y pecho, ahora sin morder ni hacerle daño. Volvió a chupar sus rojos y desgastados pezones lamiéndolos con la lengua y jugueteando con ellos cariñosamente. Su mano comenzó a aumentar el ritmo en su entrepierna. El chico no respondía. El dios se enfadaba.

La mano del chico sostuvo un cuchillo. El cuchillo que el albino le había dado momentos antes y que había ocultado en el pantalón. Rozó el cuello del dios levemente. Este se retiro  del cuerpo del chico mirándole a los ojos con el filo en la yugular. La mano temblaba. El dios no hizo nada seguía mirándole y sus ojos mostraban furia.

-No puedes matarme- aseguro con voz ronca y tenebrosa.

 Sus ojos no se apartaban de los del chico. Su cara seguía sobre el enrojecido pecho del chico, listo para volver a morder y castigar. La mano del chico dejo de temblar. El charco de sangre que el cadáver derramaba le manchaba el pelo y la piel quemándole. El rey sonrió.

-Ya lo sé-  susurro con la voz rota. Girando el cuchillo se atravesó el pecho en el mismo lugar que su guardaespaldas.

El peli azul abrió los ojos alarmado. Le arrebato el cuchillo rápidamente. Era muy tarde. La enorme herida comenzó a escupir densa sangre de color rojo oscuro y rápidamente un charco se extendió bajo suyo uniéndose al que ya manchaba el barro. El chico cerró los ojos. Seguía sonriendo con cara de alivio y calma.

-No… ¡¡NO,NO, NO!!-  grito el peli azul. Intentó cerrar la herida y cortar la hemorragia. El pequeño corazón dejo de latir. Las manos le temblaban de nuevo al dios en un movimiento impropio de alguien de su estatus. En su cara se reflejaba la desesperación. El chico seguía sonriendo. El monarca levanto una mano sangrante y acaricio la cara del revolucionario.

Su voz no pronuncio sonido alguno. Sus labios formaron una simple y aterradora palabra que el dios consiguió entender:

“Adiós”.

  El revolucionario comenzó a llorar y a respirar rápidamente presa de un repentino ataque de ansiedad. Abrazo el cuerpo del chico pegándolo a sí mismo y manchando su blanco traje con su roja sangre.

“ Que irónica que es la vida” pensó el rey antes de cerrar los ojos por última vez.

Y el rey de Egipto murió en manos de él que había destruido su querido imperio.

Mientras este lloraba por su muerte.

 

 

Notas finales:

Em...si me he cargado a Ogichi y...em si, me he cargado a Ichigo pero como he dicho aun queda mucho fic. T.T

Em..No se si pedir reviews por que seguramente muchos me quieran asesinar en este momento asique solamente les pido que no me maten. n.n

Peace and Love ¿he guapos? n~n

En serio no me mateis T.T


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