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Decade of Decadence por Daruku

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Notas del fanfic:

Bueno, nuevo (horrible) fanfic. 

Disculpad los errores ortográficos o de redacción que pueda haber m( _ _ )m 

Notas del capitulo:

En fin, como las amenazas por twitter han sido contundentes (?), aquí subo este pequeño one-shot. 

Por cierto, se lo dedico a mi preciosa Orion, cuyos escritos me hacen vibrar como hacía tiempo que no lo hacía, y que ha estado de principio a fin pendiente de esta historia. ¡Gracias!

Desde su posición podía oír claramente el grito ensordecedor de la multitud que se congregaba al otro lado de aquella fina pared. No podían verle ni sentirle, pero él los escuchaba claramente, se sentía vibrar por la emoción que le transmitían, todo su cuerpo empezaba a ser recorrido por una corriente de adrenalina que no era más que el anticipo de lo que estaba por vivir.

 

Una mano cálida se posó sobre su cintura provocándole un pequeño sobresalto aún cuando sabía perfectamente quién era el dueño de la misma. Giro levemente su cabeza para enfrentar al contrario y sus ojos chocaron con otros de color castaño.

 

-          ¿Nervioso? – preguntó el dueño de aquellos ojos mientras recortaba un poco más la ya de por sí escasa distancia entre ellos.

 

-          Ansioso, más bien – respondió tratando de mantener un tono calmado, aunque era difícil cuando sentía que su corazón, y respiración, se aceleraban un poco más por cada centímetro que el otro avanzaba.

 

-          Todo irá bien, y será una gran noche – comentó antes de juntar sus labios en un pequeño roce, si no hubiera sentido esa descarga eléctrica por todo su cuerpo fácilmente podría pensar que había sido producto de su imaginación.

 

Al instante siguiente volvía estar solo frente a la escalinata que llevaba de manera directa hacia el escenario en el que estaría en pocos minutos. Repentinamente los gritos de la multitud y el ruido que hacían los miembros del staff alistando los últimos detalles llego nuevamente a sus oídos, haciéndole ver lo absorto que había quedado por la simple presencia del otro hombre. Se reprendió mentalmente por ello, se había prometido ser fuerte y no caer más en los juegos de su compañero. Realmente le estaba destrozando, pero él seguía como idiota tras sus pasos.

 

-          5 minutos y empezamos – le dijo un miembro del staff a quién no supo identificar, únicamente asintió y dejando que le colocaran bien la guitarra y sus complementos dedicándose a esperar a  qué le dieran la señal.

 

Cuando se vio a sí mismo allí arriba fue como si todos sus problemas hubiesen quedado atrás. Sólo estaba él, con su fiel compañera, frente a una multitud que esperaba por su persona. No puedo evitar sonreír, realmente aquella gente difícilmente podría imaginar lo mucho que significaban para él, la motivación que suponían en su vida diaria y lo mucho que agradecía su apoyo y constantes muestras de cariño.

 

Mientras estaba allí todo era perfecto. Los duros acordes de rock inundaban sus oídos, la música que producían se convertía en su único mundo mientras acariciaba las cuerdas de su guitarra como si llevase a cabo un acto de fe. Y ciertamente, su proceder no estaría muy lejos de aquella descripción. Aquel era su lugar, y cada día estaba más seguro de ello. Sólo allí se sentía en plena libertad de reír, gritar, aunque su voz se apagase por el sonido de los altavoces, de bailar y saltar. Allí sólo importaba él y su música. Su sentir. Aquello que tanto amaba. Incluso podía acercarse a él, espalda con espalda, sentirse uno mientras sus melodías, tan disparejas por separado, se unían en una perfección absoluta.

 

Cuando todo terminó se bajo del escenario conteniendo a duras penas las lágrimas en sus ojos. Últimamente sentía que todos sus sentimientos se desbordaban cuando se subía sobre un escenario. Algunos miembros del staff se acercaron a él para darle agua y una toalla. Las miradas de preocupación caían sobre su persona, y lo comprendía. En la última gira había estado muy inestable, y el incidente en Nagoya los había dejado a todos muy preocupados.

 

Antes de poder decirles que no se preocupasen, un cálido brazo se encontraba sobre sus hombros y sin que pudiera reaccionar se encontraba en vuelto en un abrazo de oso por parte de su bajista.

 

-          Cada día estás más nenaza, Yuu – dijo el bajista entre risas, a lo que él mismo no dudo en acompañarle. Tenía razón.

 

-          Tenme un poco más de respeto, ¡niñato! – le reprendió tras soltarse del abrazo, únicamente por seguir la broma, nunca se había comportado como el mayor del grupo, le resultaría raro que le tratasen como tal.

 

Ahora se encontraba un poco mejor, incluso estaba dispuesto a ceder e ir de  fiesta con ellos, cosa que no hacía desde hace meses, para celebrar el éxito de su concierto en el Makuhari Messe. Jamás había esperado que todo fuera tan bien, y que tantos fans extranjeros se congregasen allí, había sido asombroso y aquel acto le había llenado de calidez.

 

Habían ido a un pequeño local. El sitio de siempre. Pequeño, acogedor, lejos de la fama y el estrés. Allí podían ser ellos mismos, sin importar nada ni nadie. Realmente se sentía bien allí, compartiendo alcohol y risas con sus compañeros, no, con sus casi hermanos. Allí dónde, cuando aún eran unos veinteañeros ingenuos, comenzaron a trazar un sueño que ahora, diez años después, parecía estarse cumpliendo.

 

Sentía que había perdido la noción del tiempo, incluso de su propio cuerpo. Sus amigos no parecían estar mucho mejor. Sonriendo se levantó para ir a refrescarse al baño, realmente lo necesitaba. Sin saber cómo, logró llegar hasta allí y quedar apoyado en el lavamanos, frente al espejo. Observando fijamente su reflejo.

 

-          Te estás haciendo mayor – se dijo a sí mismo mirando fijante su agotado semblante.

 

-          Pero sigues igual de atractivo – comentó alguien a su espalda.

 

A través del espejo clavó sus ojos en los contrarios. Ni siquiera había notado que el otro le siguiera a los baños, y encima se le veía totalmente sobrio. Aquello no le gustaba. Debía ser fuerte, pero no podía. Aquella sonrisa, aquella mirada, todo. Su cuerpo temblaba de anticipación, sabía lo que estaba por pasar.

 

El fuerte olor de la colonia de su compañero entremezclado con el aroma del alcohol le envolvieron. Acorralado. Su espalda contra el pecho de su agresor. Temblaba. Temblaba en sus brazos. Su piel se erizaba. Clamaba por ese contacto tan conocido. Estaba cayendo de nuevo.

 

-          Te he echado de menos – susurró dejando caer su aliento sobre su oído. Sus brazos se convirtieron en un cerco sobre su cintura.

 

-          Mientes – replicó agarrándose firmemente al frío mármol del lavamanos. Sus piernas temblaban.

 

-          ¿Y qué? – un beso, un mordisco, una succión, una marca – todos mentimos, lo único que importa es que esta noche te quiero en mi cama, y tú también lo deseas. Lo sabes.

 

Y cayó. Giró y se aferró a la espalda de su agresor. Sus labios se encontraron. No había cariño, ni dulzura. Ni siquiera podría considerarse un beso. ¿Se habían besado alguna vez? Luchaban por el control. Mordían, lamían, chupaban. Arrancaban el aliento del contrario. Sentía el férreo agarre sobre su cintura. Pegándole más al cuerpo contrario. El aire ya no podía pasar entre ellos.

 

-          Vamos a mi casa – un asentimiento como única respuesta.

 

Se odió. ¿Por qué era tan débil? ¿Por qué le amaba?

 

Un lujoso apartamento de Shibuya les dio la bienvenida. La lujuria mezclada con el alcohol los dominaba. Sin reparar en nada fueron hasta la habitación principal. Chocaron con muebles, adornos y paredes. Dominados por la lascivia, deseosos de más contacto. Más profundo.

 

Suaves sábanas de seda color vino les dieron cobijo. Sus cuerpos danzaban al ritmo que la lujuria les imponía. Besos, caricias, roces iban y venían. No había distancia entre sus cuerpos, totalmente unidos por la pasión. Los gemidos rompían el silencio de la noche. Agudos, roncos, vibrantes se entremezclaban. Por un instante fueron uno.

 

-          Tan bueno como siempre – comentó el moreno mientras, recostado contra el cabecero de la cama, fumaba tranquilamente.

 

A su lado, él permanecía con la cabeza hundida sobre la almohada. Realmente se detestaba. Le enfermaba ser tan débil. Haber vuelto a caer. Estar allí. Sentirse usando una vez más.

 

-          No ha significado nada para ti – menos que un susurro, casi inaudible, con su voz ahogada en la almohada que abrazaba como si de su tabla de salvación se tratase.

 

-          Sólo buen sexo – frío. Duro. Uruha - ¿Qué más tendría que significar? – ironía, burla, siempre igual.

 

Nada. Enterró más su cabeza en la almohada mientras dibujaba una sonrisa amarga. Definitivamente, era imbécil si pensaba que recibiría otra respuesta.

 

Finalmente se levantó de aquella cama que tantas veces le había recibido. Se separó de esas sábanas familiares. Sentía los ojos castaños en su espalda, siguiendo sus movimientos mientras su dueño intoxicaba sus pulmones. La misma historia de siempre. Ya la conocía, y sería estúpido pensar siquiera en que algo cambiaría. Si no lo había hecho en una década, por qué iba a hacerlo ahora…

 

-          Nos vemos en el ensayo – fue su única despedida. No fue respondida.

 

 

Notas finales:

Sí habéis llegado hasta aquí... no os cuesta nada dejarme un review con vuestra opinión! ( -^ω^- )/

Por cierto, hay un pequeño guiño a uno de mis fanfic favoritos, premio para quién lo localiza (como si fuera dificil... vaya xD)

Y bueno, el concierto del que hablo aquí es el décimo aniversario en el Makuhari Messe en el que estuve el mes pasado (sigo en una nube de felicidad absoluta por ello), si a alguien le interesa el Live Report del mismo, lo podéis encontrar en mi blog, aquí.

Sin nada más (útil) que aportar, muchas gracias por leer! 


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