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I didn't do anything. But you know who did. por samadhi06yaoi

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Notas del capitulo:

Este, si es que no me expliqué en el resumen n_nU, es algo como unoxunomismo, osea ItachixItachi. Claro, él ama a Sasuke, pero, ¿no ama uno a alguien que tiene al mismo amante?

Abrió los ojos y se encontró con otro par posado sobre su rostro. Sintió un vértigo repentino, no por los ojos, que ignoraba con naturalidad, sino por la tediosa sensación de asfixia y pavor que le provocaba despertar sin preámbulo de sus fantasías más absurdas, recostado en un lugar que, no después de haberlo recorrido frenéticamente con la mirada, no reconocía. Si ese sentimiento se hubiera prolongado más, seguramente habría gritado. Pero pronto, cayendo su alma en un frescor de menta, recordó su cansancio hacía una hora, y cómo se había desmoronado sin solución en esa cama: no había misterio bajo aquellas mantas.

Sin embargo, aquel rostro que se reflejaba frente a él le hizo fruncir su bella frente con insistencia: ya se había despertado, ¿cierto?, entonces ¿por qué razón seguía viendo a aquel chiquillo sobre él? Era ese par de ojos fijos en él lo que le inquietaba.

- Has cambiado-murmuró el niño, que le produjo las más horripilantes vibraciones: su cadera se retorció bajo el peso de él, el vello de sus brazos se crispó y desde los tobillos hasta la nuca le recorrió una corriente helada.

Sin embargo, no corría peligro.

- No es verdad-respondió convencido, como si se encogiera de hombros ante tal absurda teoría del chico.

- Lo has hecho. Ayer eras el de siempre. Pero ahora has cambiado. ¿Qué has hecho?

Itachi suspiró, era un suspiro realmente largo, tranquilizador, resignado a tener que dar explicaciones; incluso el menor creyó que volvería a dormirse.

- Yo no he hecho nada-respondió con una voz dulce, que parecía bastante excitada en sueños-. Tú sabes quién lo ha hecho.

- Pronuncia su nombre-pidió.

Apareció una sombra en el semblante del mayor de los dos. Negó con la cabeza con tranquilidad, dando a entender que pronunciar esas silabas no llevaría a ningún resultado.

- ¡Pero claro que lo hay! ¡Te has sonrojado!

- Mentiroso: que sientas que tus mejillas se calientan no significa que las mías también.

- A final de cuentas, sabes que es lo mismo.

Itachi no pareció escucharlo, estaba un poco hastiado de aquella redundancia. Si el niño sabía todo, incluso qué tan enamorado estaba, debería dejarle estirarse libremente en su cama y largarse por donde había llegado.
Pero, como ese niño adivinó cualquier mínimo deseo de su reflejo, echó sus hombros hacia abajo, y abrazó con mucha fuerza al mayor, que no intentó moverse, pues creía que esa piel era realmente repugnante contra la suya.

- ¿Te inquieta?-la voz había cambiado. Era el mismo tono que se había forzado a adoptar desde aquella noche en que danzara sangre por su cuello y ojos.

- Mira en lo que me convertiré-continuó el niño, convertido de pronto en un apático adolescente. Meditó con la respiración densa y agolpada contra la yugular del mayor-. Me gusta, es asombroso… Pero dime, ¿tus nervios sirven aún? ¿Qué tal aquí?-Y, en un movimiento que el mayor jamás llegó a imaginar, el adolescente le pasó la mano por la entrepierna, y para satisfacción de éste, Itachi se retorció inquieto bajo su cuerpo.

- Perfecto, naturalmente-Era una voz fermentada hasta el deseo, completamente edulcorada, de la que Itachi sintió náuseas.

- … Naturalmente-corroboró Itachi, resuelto, aún con el corazón acelerado.

Ambos, después de esa ligera corriente eléctrica, se quedaron inmóviles, pecho contra pecho, respirando en la oscuridad.
Si la tristeza había alcanzado sus pies y subía corriendo por sus espaldas, ese era el momento para confesarlo.

Sin embargo el mayor, presa de aquel sentimiento que únicamente dejaba que le consumiera en sueños, abrazó por primera vez el fino cuerpo contra sí con la misma fuerza con que uno jalaría su propio corazón para evitar que se lo arranquen. El chico también se hundió en su piel.

 

Pronto, cuando Itachi despertó de nuevo (o tal vez por primera vez en mucho tiempo), sintió lo mismo de siempre: nada había cambiado. Había, como en cada pesadilla, consolado aquel amor infinito sobre su propio cuerpo, que era “anoréxico afectivamente”, como él mismo describiría.

No había gemido, sólo había temblado y derramado las lágrimas de aquel chico.
A ambos les dolía el mismo corazón, que latía tan penosamente por el mismo nombre.

Y ahora, con su semi-corazón, iba a pasar otro día medio-enamorado de alguien que sólo existía en sus sueños.

Y, para los curiosos, la otra mitad de este amor, es otra historia.

Notas finales:

Gracias por leer. Espero que les haya gustado, o que siquiera haya provocado cualquier otra sensación en sus cuerpos.

:)


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