First Look
Fue a finales de Agosto. Seunghyun y Jiyong estaban enamorados, pero aún lo sabían. Pasaban sus días de escuela como cualquier adolescente normal, sin muchos problemas. Y aunque iban en diferentes grados, pues el mayor tenía 15 y el otro 14, se las arreglaban para estar juntos la mayor parte del tiempo.
Ese día, Jiyong necesitaba hacer unos cuantos resúmenes de biología, por lo que cuando escuchó sonar la campana, salió lo más rápido que pudo en busca de Seunghyun. Fue corriendo a través de los pasillos del instituto, esperando llegar pronto al salón del mayor, pasando de largo a los alumnos que le veían con gestos de sorpresa. Pero de pronto, al dar la vuelta en la esquina de un corredor, tropezó con alguien.
-Oh, lo siento – dijo Jiyong, recuperándose del golpe que se había llevado en la cabeza.
-¿Ji? Qué suerte, justo te iba a buscar – dijo una voz conocida. Seunghyun sonrió y Jiyong volteó a verlo.
-Ah, hyung, yo también estaba buscándote. – y le devolvió la sonrisa.
-Es que tengo una tarea de matemáticas y creo que tardaré mucho, ¿irás a casa solo?
-Oh, yo también tengo algunas tareas, pensaba decirte que la hiciéramos en la biblioteca, así volvemos juntos después, ¿si?- sugirió el pequeño, y, por un momento, su voz tembló con las últimas palabras.
-Claro, está bien – le respondió el más alto, evadiendo la mirada, con algo de nervios. – Sólo iré a buscar mis cosas.
Pasaron las canchas donde jugaba el equipo de soccer, y al otro lado del campo, a un lado de las jardineras, estaba la biblioteca. Era un salón grande de dos plantas, con inmensos estantes que alcanzaban el techo y repisas ordenadas alfabéticamente. Se sentaron en una mesa alejada, uno frente al otro, de lado al ventanal de la esquina. Sacaron sus libros y cuadernos, y comenzaron a trabajar. Había mucha gente, pero también había suficiente silencio para concentrarse.
Pero Seunghyun no podía. Llevaba una calculadora en la mano, tratando de resolver la misma ecuación que había comenzado hacía diez minutos, pero no podía. Sabía que no era muy bueno con los números, pero en el fondo, sabía que su falta de atención se debía a ese chico sentado a un metro de él. No importaba qué hiciera, Seunghyun pensaba que era perfecto. Su forma de tomar el lápiz al escribir, su cara al leer el libro de texto, y sus ojos cuando subrayaba algo importante en amarillo. Era perfecto. Seunghyun estaba tan fascinado, que un simple vistazo le hacía llegar las nubes.
Y mientras volvía su mirada con resignación a esa x que no se dejaba encontrar, Jiyong giró su cabeza para verlo, con un gesto preocupado. No tenía ni la más mínima idea de lo que estaba haciendo. Se suponía que haría un resumen sobre las teorías de la evolución, pero no lograba captar nada más allá de Darwin porque el rostro de su hyung se colaba en sus pensamientos. Tenerlo al frente de él, tan cerca, y con el cabello despeinado, le hacía escribir tonterías en su cuaderno. Tendría que estar haciendo decentemente su trabajo, pero no podía evitar ver a Seunghyun así, tratando de encontrar la respuesta al problema, con un gesto de frustración y borrando todo de vez en cuando. Verlo así, le provocaba cosquillas en su estómago. Ya no era consciente de lo que leía y escribía, sólo pensaba en Seunghyun.
Y así pasaron toda la tarde. Mirándose a escondidas, lanzándose miradas fugaces sólo para ver el rostro del otro. Ya se estaba haciendo de noche, y la biblioteca, que hacía unas horas estaba llena, a cada minuto que pasaba iba quedando más vacía y silenciosa. Ambos sabían que debían apurarse, pues ya sólo faltaba un cuarto de hora para las 6, y no tardarían en cerrar el lugar. Pero no podían. Seguían desconcentrados y cada vez sus vistazos rápidos aumentaban de cantidad.
Y de pronto, en una de esas tantas miradas instantáneas, Jiyong levantó su cabeza, sólo un poco, lo suficiente para ver por el rabillo de sus ojos, y para su sorpresa, la intensa mirada de Seunghyun estaba clavada en él. El mayor se dio cuenta de su pequeño error, y se giró rápido y nervioso, sin ningún tipo de disimulo. Y Jiyong se agachó de nuevo, para que su flequillo alcanzara a cubrir su, ahora rosado, rostro.
-¿Pasa algo, hyung? – preguntó Jiyong con voz ahogada.
-N-No, nada. Sólo me preguntaba si ya habías terminado la tarea – contestó Seunghyun, con la esperanza de que el menor creyera su excusa.
-Ah, sólo me falta una página más y termino. ¿Y tú, hyung? – dijo el otro, ya con una voz tranquila.
- Sí, sólo me falta comprobar el resultado de esto, no me tomará mucho.
Ambos se sonrieron y continuaron rápido con su trabajo. Poco a poco, el cielo que se alcanzaba a ver a través del ventanal, se convertía a un naranja rosado. La luz descendía de intensidad conforme los minutos pasaban, y la biblioteca llegó a estar completamente vacía. El silencio sólo era profanado por el teclear de la calculadora y el sonido al deslizar el lápiz por el papel. Y para cuando ambos habían terminado la tarea, ya había anochecido.
Guardaron sus cosas con las mínimas palabras posibles y caminaron por la escuela en completo silencio. Les tomaba quince minutos caminar de la escuela al punto en que sus casas les separaban, y en ese tiempo no se escuchó palabra alguna. Un espacio de alrededor de un metro les separaba, y Seunghyun alcanzaba a ver por sobre el hombro, el rostro de Jiyong. Y cuando lo creía conveniente, Jiyong volteaba hacia arriba para ver a Seunghyun.
Llegaron a una esquina, y ambos se vieron con un deje de desilusión.
-Bueno… Hasta mañana, hyung – dijo Jiyong con una sonrisa.
-Hasta mañana, Ji – le respondió Seunghyun curveando sus labios.
Se dieron la espalda al mismo tiempo, después de agitar ligeramente la mano. Ambos caminaron unos cuantos metros, pensando en muchas cosas y en nada a la vez, y se detuvieron.
Seunghyun volteó lentamente, con la esperanza de ver la espalda de Jiyong aún cerca. Pero eso nunca pasó. Cuando alcanzó a girar completamente la cabeza, sus ojos se encontraron con los del menor. A lo lejos, con la mochila recargada en su brazo, estaba Jiyong. No alcanzaba a verlo bien, pero la escasa luz de la luna chocaba con su rostro, y le permitía ver un color rosado en sus mejillas y en ligero brillo en sus ojos. Seunghyun se quedó pasmado un momento, sintiendo sus manos sudar. Jiyong le dedicó una sonrisa llena de cariño, y salió corriendo tan rápido como sus pequeños pies le permitieron. El mayor se quedó ahí de pie unos minutos, devolviéndole la sonrisa a la nada. Sentía pequeñas cosquillas alrededor de su cuerpo y no supo cuando su cara había aumentado su temperatura.
Y es que, cada vez que veía a Jiyong, aunque fuera una simple mirada, se volvía a enamorar.