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Gay por conveniencia por Hatake Saori

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Notas del capitulo:

 

Naruto llevaba casi media hora acomodando el moño de su frac, pero simplemente no le hallaba el modo y por supuesto, no estaba su padre para darle consejos. Casi hasta estaba a punto de admitir que hubiera sido más sencillo seguir la sugerencia de Gaara y llevar un vestido de novia cuando entró Temari, pálida como su hermano menor y con los labios lívidos de la ira.

-¿Sabes lo que he encontrado haciendo a tu futuro esposo?—preguntó ella desplomándose sobre una de las sillas que estaban destinadas a las damas de honor, pero que en el caso de aquella boda, sólo eran ocupadas por un Sai que leía ávidamente libros de buenos modales en sociedad.

-Como no sea intentando sacarse el palo que tiene atorado en el culo, no me imagino qué—dijo Naruto mientras dejaba que Temari terminara de acomodarle el costoso frac que Gaara le había comprado, aunque en realidad el lugar entero lo había pagado Gaara con tanto dinero que su futuro marido casi se desmayó al saber la cifra completa. Pero Naruto imaginaba que en las bodas de los simples mortales no había salitas privadas con mini- bares dentro.

-Peor—le contestó Temari con gravedad, incluso Sai levantó la mirada del libro y los miró expectante—estaba a punto de enrollarse con una rubia teñida—chilló furiosa, como si fuera ella la novia a punto de casarse con un prometido infiel—lo juró Naruto, su cabello incluso se ve más falso que el tuyo.

Naruto y Sai intercambiaron miradas, pues aunque ambos habían fingido las semanas previas a la boda, los dos sabían muy bien que a Naruto le traía sin cuidado que Gaara se enredara con mujeres de melena teñida.

-No importa realmente—dijo Naruto mientras se miraba en el espejo, pensando en que si las fotos de la boda salían lo suficientemente bien quizá hasta las subiría a Facebook —Gaara puede hacer lo que quiera

Temari caminó con decisión hasta el espejo, haciendo resonar sus zapatos de tacón tan altos que pudieron haber sido utilizados como arma dentro de la pequeña estancia. Tomó a Naruto del rostro y sus ojos verdes le atravesaron el cerebro. Naruto tuvo la fugaz idea de salir corriendo.

-Escúchame bien, Uzumaki—dijo ella con un tono de voz que rayaba en el fanatismo—he trabajado mucho en esta boda y no voy a dejar que una lagartona me la arruine. Así que mueve tu plano trasero y evita que esa mujer se entrometa en nuestra boda—le dijo antes de arrojarlo fuera

Sai ni siquiera espero una invitación formal y siguió a su amigo fuera de la habitación. El lugar para la recepción era enorme y lujoso, con manteles de brocado y un enorme candelero justo en medio de todo. La mayoría de los invitados ya había llegado, y todos cotilleaban alegremente esperando por el novio y el novio.

-Por aquí—dijo Naruto y condujo a Sai a otra habitación, donde Gaara se preparaba mientras se enrollaba con rubias misteriosas—espérame fuera y vigila que nadie venga a interrumpir—y arremangándose el saco, añadió—ya tuve suficiente de las humillaciones de los hermanos Sabaku. Además mi cabello es rubio natural.

Pero dentro, Gaara ya estaba harto de las visitas entrometidas de la gente el día de su boda, y fuera su prometido o no, le lanzó a Naruto una botella vacía de vodka que estuvo a punto de estrellarse contra su engominado cabello. El rubio se molestó que ni siquiera se fijara en su nuevo peinado y cerró la puerta antes de que Gaara pudiera encontrar más objetos contundentes.

-Está loco—cerró Naruto en seguida la puerta—debería de anular el matrimonio ahora mismo.

-Aún no te has casado—señaló Sai con acierto. Naruto abrió la boca para replicar cuando escuchó una voz femenina que provenía de una puerta que conducía a lo que parecía un cuarto de escobas. Sai que era un chismoso profesional apoyó la oreja contra la pared para enterarse de todo con lujo de detalle.

-Ya te he dicho que me puse el vestido más corto que pude encontrar… no, no le causé ninguna impresión, tal vez después de todo sí sea gay… sí, lo demás ya está listo, en caso de que llegué el juez fingiré un ataque al corazón y la boda se detendrá, pero espero hayas hecho tu parte y esta boda no se realice… sí, te informaré de todo, cambio y fuera… cuelga tú… no, cuelga tú…

Sai miró a Naruto preocupado. En la novela que leía aún no habían llegado a la boda y no estaba seguro de que hacer en caso de intento de sabotaje.

-Me he enterado de todo

-¿Y quién no?—dijo Naruto con sorpresa—con los gritos que daba esa mujer… parece que no sabe utilizar el teléfono.

Sai parecía más angustiado que Naruto por la posible cancelación de la boda. La comida se veía prometedora y no quería perdérsela.

-¿Qué vamos a hacer?—preguntó Sai, pero ni bien hubo terminado de pronunciar las palabras, cuando Naruto ya se había encargado del asunto y había echado llave al cuarto de escobas.

-Eso ya está resuelto— contestó el rubio sacudiéndose las manos—pero si es cierto lo que ha dicho y no tenemos juez, debemos conseguir a alguien que oficie la boda.

Ambos pensaron unos cuantos segundos, y una vez que las neuronas hicieron su trabajo, los ojos de Naruto brillaron de emoción.

-Oye, Sai—dijo tan sonriente que parecía que se acababa de ganar la lotería— ¿conservas el número del tipo que conocimos en la fiesta  de Iruka?

-Creo—contestó su amigo verificando en su celular— ¿por qué?

-Porque me parece, amigo mío, que este es el momento de llamarle.

 

Los invitados estaban deliciosamente acomodados en sillas, contemplando la ceremonia de unión de dos hombres que estaban destinados a pasar el resto de su vida juntos. Algunos suspiraban y Karura lloraba a moco tendido. Una escena realmente tierna. Sin embargo, a uno de los novios la escena no terminaba de encajar del todo bien en su cabeza, quizá tenía que ver con el hecho de que el juez de la ceremonia estaba usando un parche en el ojo y una larga túnica que le hacía recordar vagamente una película de ciencia ficción, aparte de que nunca dejó de llamarlo “joven padawan”.

-Y así, por la Fuerza, los declaró marido y… Naruto—dijo el juez elevando su sable de luz. Naruto sonrió complacido mientras Gaara se aproximaba a besarlo bajo la conmovida mirada de Fugaku.

-¡Alto!—gritó un hombrecillo clavo y de bigote poblado, que corría apresurado hacia la reciente pareja. Su traje negro parecía haber sido mordido por lobos— ¡esto es una farsa!

Gaara palideció al instante, ya casi podía verse sumido en desgracia y dejar todo cuanto tenía en las manos de las usureras para pagar sus deudas de honor. Naruto en cambio, parecía muy tranquilo. Acababa de encontrar la salida de emergencia.

-¿Sabes lo que está diciendo este hombre, Gaara?—preguntó Karura angustiada, Temari la tomó del barzo y la detuvo. Si algo se sabía su madre haría rodar su cabeza junto a la pelirroja de su hermano.

-Debe estar loco—dijo Gaara con la voz temblándole. Muchos invitados se acercaban a ver lo que pasaba, incluido Fugaku—no tengo idea de lo que habla. Mi boda es cien por ciento legal.

-Claro que no—chilló el hombre abriendo su portafolios y sacando un sin número de papeles—esta boda no tiene validez oficial. Yo soy el juez que debía de encargarse de todo, pero fui secuestrado. Si no llega a ser por un par de perros no la hubiera librado.

Gaara suspiró aliviado y el poco color que alguna vez tuvo le volvió al rostro. Naruto en cambio, frunció el ceño, la idea de que lo casara un maestro Jedi le hacía mucha ilusión.

-Entonces usted—dijo Gaara señalando al hombre del parche en el ojo— ¿quién demonios es?

-Soy el maestro Kakashi Hatake. Me llamaron de emergencia, pero también oficio bautizos, XV años y primeras comuniones.

Sai tuvo que morderse los labios para aguantar la risa. El verdadero juez se aclaró la garganta y dijo:

-Si esta pareja aún quiere casarse, estoy dispuesto a hacerlo sin cobrarles tiempo extra—anunció y sin más demora, Gaara acomodó a Naruto para que se casaran por segunda vez aquel día.

-Por la autoridad que el estado de Konoha me ha concedido—comenzó a decir el juez, pero Naruto lo animó

-Esa parte la conocemos de memoria—dijo impaciente. Ya tenía hambre y Gaara le había prometido ramen para el banquete de bodas. —sólo díganos lo que hay que firmar.

Después de forcejear un poco con el juez, quien era un romántico empedernido y le encantaba dar un enorme sermón sobre el amor que su contrato no incluía, Naruto y Gaara estuvieron legalmente casados firmando una pila de papeles. Todos los invitados rompieron en aplausos cuando se besaron por primera vez después de ser esposos.

-Hay que felicitarlos—dijo Fugaku cuando Naruto y Gaara se tomaban fotos con la familia Sabaku. Mikoto se levantó encantada de su asiento, cargando el enorme regalo que les había comprado a los recién casados, sin embargo Sasuke se quedó justo donde estaban, mirando a Naruto que componía débiles sonrisas a todos aquellos que llegaban a felicitarlos. Para estar recién casado no parecía tan feliz como debería.

-Será mejor que tú sonrisa luzca real—susurró Gaara a su nuevo esposo—Fugaku viene hacia acá. Quiero que parezcas feliz.

Naruto sonrió tanto que le dolieron las mejillas. Estar casado con Gaara no estaba tan mal, pero se hubiera sentido más relajado si Sasuke no lo hubiera mirado insistentemente desde que empezó la boda.

Después de que Mikoto y Fugaku los hubieron felicitado, llegó Kakashi y los encomendó a la Fuerza, pero mientras Gaara estaba ocupado con una mujer mayor que le deseaba todos los hijos que pudiera tener, Sasuke llegó hasta el rubio sonriendo altivamente.

-Felicidades dobe—le dijo el moreno abrazándolo. Naruto sintió su cuerpo estremecer cuando Sasuke acercó mucho sus labios a su oído y susurró—es una lástima que te hayas casado tan pronto, pero existe el divorcio.

Naruto sonrió para sus adentros, pero antes de que pudiera contestar Gaara lo tomó de la mano y lo llevó hasta el fotógrafo para una pesada sesión con poses que a Naruto le parecían demasiado ridículas.

-Gaara, ¿cuándo empieza el banquete?—preguntó el rubio cuando hubo más abrazos de personas que en su vida había visto, algunas de las cuales le llamaban “querida”

-Primero vamos a bailar—le aclaró su reciente marido mientras las luces bajaban y los invitados tomaban sus asientos alrededor de la pista de baile. Una suave melodía ochentera comenzó a sonar y los suspiros de las mujeres fueron contenidos durante algunos segundos.

-No sabía que teníamos que bailar—dijo Naruto mientras Gaara lo conducía a la pista de baile y todo aplaudían—no me gusta bailar

-A mí tampoco—confesó el pelirrojo mientras tomaba a Naruto de la cintura y lo acercaba mucho hacia su cuerpo. La oscuridad hizo que su repentino sonrojo quedara disimulado. Nunca había tenido a Naruto tan cerca sin nadie más alrededor y sus enormes ojos azules le electrizaban el cuerpo—pero es una boda, y en las bodas todos bailan

Naruto le echó las manos al cuello a Gaara, pero apenas pudo deslizarse a la pista de baile. La verdad es que debía de admitir que utilizando su frac negro se veía muy guapo y la manera en que el pelirrojo lo sujetaba lo hacía sentir de una manera especial. Como si compartir sus vidas no fuera sólo una pantomima.

I’m forever yours, faithfully

-Esto no está tan mal—tuvo que admitir Naruto cuando varias parejas se unieron a ellos en la pista de baile—casi hace que no parezca tan malo estar casado contigo. Aunque creo que debimos bailar YMCA, así no habría alguien más gay en esta sala que tú.

Gaara sonrió y recargó su mejilla sobre el hombre de Naruto. Fugaku bailaba junto a ellos.

Cuando Ino, después de muchos golpes y patadas, consiguió salir del armario sólo se encontró al conserje barriendo los restos de la fiesta y a un hombre vestido de Jedi que leía un libro erótico.

-Neji va a matarme—dijo preocupada mientras salía caminando con elegancia del salón.

Naruto llevaba casi media hora acomodando el moño de su frac, pero simplemente no le hallaba el modo y por supuesto, no estaba su padre para darle consejos. Casi hasta estaba a punto de admitir que hubiera sido más sencillo seguir la sugerencia de Gaara y llevar un vestido de novia cuando entró Temari, pálida como su hermano menor y con los labios lívidos de la ira.

-¿Sabes lo que he encontrado haciendo a tu futuro esposo?—preguntó ella desplomándose sobre una de las sillas que estaban destinadas a las damas de honor, pero que en el caso de aquella boda, sólo eran ocupadas por un Sai que leía ávidamente libros de buenos modales en sociedad.

-Como no sea intentando sacarse el palo que tiene atorado en el culo, no me imagino qué—dijo Naruto mientras dejaba que Temari terminara de acomodarle el costoso frac que Gaara le había comprado, aunque en realidad el lugar entero lo había pagado Gaara con tanto dinero que su futuro marido casi se desmayó al saber la cifra completa. Pero Naruto imaginaba que en las bodas de los simples mortales no había salitas privadas con mini- bares dentro.

-Peor—le contestó Temari con gravedad, incluso Sai levantó la mirada del libro y los miró expectante—estaba a punto de enrollarse con una rubia teñida—chilló furiosa, como si fuera ella la novia a punto de casarse con un prometido infiel—lo juró Naruto, su cabello incluso se ve más falso que el tuyo.

Naruto y Sai intercambiaron miradas, pues aunque ambos habían fingido las semanas previas a la boda, los dos sabían muy bien que a Naruto le traía sin cuidado que Gaara se enredara con mujeres de melena teñida.

-No importa realmente—dijo Naruto mientras se miraba en el espejo, pensando en que si las fotos de la boda salían lo suficientemente bien quizá hasta las subiría a Facebook —Gaara puede hacer lo que quiera

Temari caminó con decisión hasta el espejo, haciendo resonar sus zapatos de tacón tan altos que pudieron haber sido utilizados como arma dentro de la pequeña estancia. Tomó a Naruto del rostro y sus ojos verdes le atravesaron el cerebro. Naruto tuvo la fugaz idea de salir corriendo.

-Escúchame bien, Uzumaki—dijo ella con un tono de voz que rayaba en el fanatismo—he trabajado mucho en esta boda y no voy a dejar que una lagartona me la arruine. Así que mueve tu plano trasero y evita que esa mujer se entrometa en nuestra boda—le dijo antes de arrojarlo fuera

Sai ni siquiera espero una invitación formal y siguió a su amigo fuera de la habitación. El lugar para la recepción era enorme y lujoso, con manteles de brocado y un enorme candelero justo en medio de todo. La mayoría de los invitados ya había llegado, y todos cotilleaban alegremente esperando por el novio y el novio.

-Por aquí—dijo Naruto y condujo a Sai a otra habitación, donde Gaara se preparaba mientras se enrollaba con rubias misteriosas—espérame fuera y vigila que nadie venga a interrumpir—y arremangándose el saco, añadió—ya tuve suficiente de las humillaciones de los hermanos Sabaku. Además mi cabello es rubio natural.

Pero dentro, Gaara ya estaba harto de las visitas entrometidas de la gente el día de su boda, y fuera su prometido o no, le lanzó a Naruto una botella vacía de vodka que estuvo a punto de estrellarse contra su engominado cabello. El rubio se molestó que ni siquiera se fijara en su nuevo peinado y cerró la puerta antes de que Gaara pudiera encontrar más objetos contundentes.

-Está loco—cerró Naruto en seguida la puerta—debería de anular el matrimonio ahora mismo.

-Aún no te has casado—señaló Sai con acierto. Naruto abrió la boca para replicar cuando escuchó una voz femenina que provenía de una puerta que conducía a lo que parecía un cuarto de escobas. Sai que era un chismoso profesional apoyó la oreja contra la pared para enterarse de todo con lujo de detalle.

-Ya te he dicho que me puse el vestido más corto que pude encontrar… no, no le causé ninguna impresión, tal vez después de todo sí sea gay… sí, lo demás ya está listo, en caso de que llegué el juez fingiré un ataque al corazón y la boda se detendrá, pero espero hayas hecho tu parte y esta boda no se realice… sí, te informaré de todo, cambio y fuera… cuelga tú… no, cuelga tú…

Sai miró a Naruto preocupado. En la novela que leía aún no habían llegado a la boda y no estaba seguro de que hacer en caso de intento de sabotaje.

-Me he enterado de todo

-¿Y quién no?—dijo Naruto con sorpresa—con los gritos que daba esa mujer… parece que no sabe utilizar el teléfono.

Sai parecía más angustiado que Naruto por la posible cancelación de la boda. La comida se veía prometedora y no quería perdérsela.

-¿Qué vamos a hacer?—preguntó Sai, pero ni bien hubo terminado de pronunciar las palabras, cuando Naruto ya se había encargado del asunto y había echado llave al cuarto de escobas.

-Eso ya está resuelto— contestó el rubio sacudiéndose las manos—pero si es cierto lo que ha dicho y no tenemos juez, debemos conseguir a alguien que oficie la boda.

Ambos pensaron unos cuantos segundos, y una vez que las neuronas hicieron su trabajo, los ojos de Naruto brillaron de emoción.

-Oye, Sai—dijo tan sonriente que parecía que se acababa de ganar la lotería— ¿conservas el número del tipo que conocimos en la fiesta  de Iruka?

-Creo—contestó su amigo verificando en su celular— ¿por qué?

-Porque me parece, amigo mío, que este es el momento de llamarle.

 

Los invitados estaban deliciosamente acomodados en sillas, contemplando la ceremonia de unión de dos hombres que estaban destinados a pasar el resto de su vida juntos. Algunos suspiraban y Karura lloraba a moco tendido. Una escena realmente tierna. Sin embargo, a uno de los novios la escena no terminaba de encajar del todo bien en su cabeza, quizá tenía que ver con el hecho de que el juez de la ceremonia estaba usando un parche en el ojo y una larga túnica que le hacía recordar vagamente una película de ciencia ficción, aparte de que nunca dejó de llamarlo “joven padawan”.

-Y así, por la Fuerza, los declaró marido y… Naruto—dijo el juez elevando su sable de luz. Naruto sonrió complacido mientras Gaara se aproximaba a besarlo bajo la conmovida mirada de Fugaku.

-¡Alto!—gritó un hombrecillo clavo y de bigote poblado, que corría apresurado hacia la reciente pareja. Su traje negro parecía haber sido mordido por lobos— ¡esto es una farsa!

Gaara palideció al instante, ya casi podía verse sumido en desgracia y dejar todo cuanto tenía en las manos de las usureras para pagar sus deudas de honor. Naruto en cambio, parecía muy tranquilo. Acababa de encontrar la salida de emergencia.

-¿Sabes lo que está diciendo este hombre, Gaara?—preguntó Karura angustiada, Temari la tomó del barzo y la detuvo. Si algo se sabía su madre haría rodar su cabeza junto a la pelirroja de su hermano.

-Debe estar loco—dijo Gaara con la voz temblándole. Muchos invitados se acercaban a ver lo que pasaba, incluido Fugaku—no tengo idea de lo que habla. Mi boda es cien por ciento legal.

-Claro que no—chilló el hombre abriendo su portafolios y sacando un sin número de papeles—esta boda no tiene validez oficial. Yo soy el juez que debía de encargarse de todo, pero fui secuestrado. Si no llega a ser por un par de perros no la hubiera librado.

Gaara suspiró aliviado y el poco color que alguna vez tuvo le volvió al rostro. Naruto en cambio, frunció el ceño, la idea de que lo casara un maestro Jedi le hacía mucha ilusión.

-Entonces usted—dijo Gaara señalando al hombre del parche en el ojo— ¿quién demonios es?

-Soy el maestro Kakashi Hatake. Me llamaron de emergencia, pero también oficio bautizos, XV años y primeras comuniones.

Sai tuvo que morderse los labios para aguantar la risa. El verdadero juez se aclaró la garganta y dijo:

-Si esta pareja aún quiere casarse, estoy dispuesto a hacerlo sin cobrarles tiempo extra—anunció y sin más demora, Gaara acomodó a Naruto para que se casaran por segunda vez aquel día.

-Por la autoridad que el estado de Konoha me ha concedido—comenzó a decir el juez, pero Naruto lo animó

-Esa parte la conocemos de memoria—dijo impaciente. Ya tenía hambre y Gaara le había prometido ramen para el banquete de bodas. —sólo díganos lo que hay que firmar.

Después de forcejear un poco con el juez, quien era un romántico empedernido y le encantaba dar un enorme sermón sobre el amor que su contrato no incluía, Naruto y Gaara estuvieron legalmente casados firmando una pila de papeles. Todos los invitados rompieron en aplausos cuando se besaron por primera vez después de ser esposos.

-Hay que felicitarlos—dijo Fugaku cuando Naruto y Gaara se tomaban fotos con la familia Sabaku. Mikoto se levantó encantada de su asiento, cargando el enorme regalo que les había comprado a los recién casados, sin embargo Sasuke se quedó justo donde estaban, mirando a Naruto que componía débiles sonrisas a todos aquellos que llegaban a felicitarlos. Para estar recién casado no parecía tan feliz como debería.

-Será mejor que tú sonrisa luzca real—susurró Gaara a su nuevo esposo—Fugaku viene hacia acá. Quiero que parezcas feliz.

Naruto sonrió tanto que le dolieron las mejillas. Estar casado con Gaara no estaba tan mal, pero se hubiera sentido más relajado si Sasuke no lo hubiera mirado insistentemente desde que empezó la boda.

Después de que Mikoto y Fugaku los hubieron felicitado, llegó Kakashi y los encomendó a la Fuerza, pero mientras Gaara estaba ocupado con una mujer mayor que le deseaba todos los hijos que pudiera tener, Sasuke llegó hasta el rubio sonriendo altivamente.

-Felicidades dobe—le dijo el moreno abrazándolo. Naruto sintió su cuerpo estremecer cuando Sasuke acercó mucho sus labios a su oído y susurró—es una lástima que te hayas casado tan pronto, pero existe el divorcio.

Naruto sonrió para sus adentros, pero antes de que pudiera contestar Gaara lo tomó de la mano y lo llevó hasta el fotógrafo para una pesada sesión con poses que a Naruto le parecían demasiado ridículas.

-Gaara, ¿cuándo empieza el banquete?—preguntó el rubio cuando hubo más abrazos de personas que en su vida había visto, algunas de las cuales le llamaban “querida”

-Primero vamos a bailar—le aclaró su reciente marido mientras las luces bajaban y los invitados tomaban sus asientos alrededor de la pista de baile. Una suave melodía ochentera comenzó a sonar y los suspiros de las mujeres fueron contenidos durante algunos segundos.

-No sabía que teníamos que bailar—dijo Naruto mientras Gaara lo conducía a la pista de baile y todo aplaudían—no me gusta bailar

-A mí tampoco—confesó el pelirrojo mientras tomaba a Naruto de la cintura y lo acercaba mucho hacia su cuerpo. La oscuridad hizo que su repentino sonrojo quedara disimulado. Nunca había tenido a Naruto tan cerca sin nadie más alrededor y sus enormes ojos azules le electrizaban el cuerpo—pero es una boda, y en las bodas todos bailan

Naruto le echó las manos al cuello a Gaara, pero apenas pudo deslizarse a la pista de baile. La verdad es que debía de admitir que utilizando su frac negro se veía muy guapo y la manera en que el pelirrojo lo sujetaba lo hacía sentir de una manera especial. Como si compartir sus vidas no fuera sólo una pantomima.

I’m forever yours, faithfully

-Esto no está tan mal—tuvo que admitir Naruto cuando varias parejas se unieron a ellos en la pista de baile—casi hace que no parezca tan malo estar casado contigo. Aunque creo que debimos bailar YMCA, así no habría alguien más gay en esta sala que tú.

Gaara sonrió y recargó su mejilla sobre el hombre de Naruto. Fugaku bailaba junto a ellos.

Cuando Ino, después de muchos golpes y patadas, consiguió salir del armario sólo se encontró al conserje barriendo los restos de la fiesta y a un hombre vestido de Jedi que leía un libro erótico.

-Neji va a matarme—dijo preocupada mientras salía caminando con elegancia del salón.

Notas finales:

Espero sus comentarios. Lamento haberme tardado tanto en actualizar, pero mi múltiples ocupaciones me impiden hacerlo lo más pronto posible. Prometo esforzarme


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