Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Gay por conveniencia por Hatake Saori

[Reviews - 100]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Debo disculparme después de meses y meses sin actualizar, pero han llegado las vacaciones y con ellas la oportunidad de finalizar este fic. Espero disfruten este capítulo aunque siento que me ha quedado un poco flojo. de todas formas, espero que lo disfruten.

Gaara cargaba una enorme caja llena de lo que el calificaba como cachivaches, pero que Naruto aseguraba, eran recuerdos invaluables.

-También lleva esa caja—dijo Naruto a su nuevo esposo señalando una caja repleta de fichas de casino—es la herencia de la abuela y no puedo dejarla aquí.

El pelirrojo se detuvo un segundo en el descanso de las escaleras y suspiró. Una cosa era un  matrimonio por conveniencia para conseguir un mejor puesto, y otra muy diferente convertirse en el esclavo de antropólogo holgazán. Ante todo tenía sus principios.

-Tú eres el que debería de llevar todas sus porquerías a  mi carro—dijo indignado volteando la caja y derramando la herencia de la abuela por todo el piso. Algunas de las fichas rodaron escaleras abajo y chocaron contra el sucio tenis de Naruto, que zapateaba de forma despectiva.

-¡Eres un imbécil!—chilló con los ojos llenos de lágrimas falsas. Esas clases de actuación en la universidad habían rendido frutos—después de todos los años en que la vieja Tsunade trabajó para reunir esos tesoros.

Gaara,             quien ya tenía un tic en el ojo, tomó otra de las cajas de Naruto y la arrojó por las escaleras. Una buena cantidad de libros cayeron, formando un remolino de hojas viejas y amarillentas. Un pesado diccionario le dio en la cabeza a un inocente vecino que llegaba de pasear a su perro. Antes de que Naruto tuviera tiempo de protestar, pateó una caja más y a juzgar por los chillidos que Naruto lanzaba, contenía la vajilla de su familia, que se había llevado de casa cuando la abandonó.

Furioso, el rubio se dio media vuelta y llegó hasta la entrada de su edificio, donde el auto de Gaara estaba estacionado. Tomó una de las macetas que adornaban el pórtico y la lanzó con todas las fuerzas que tenía sobre el lujoso vehículo. Gaara contuvo un chillido de furia (luego se arrepintió pensando en lo gay que eso hubiera sonado) y pateó una desvencijada maleta que se desbarató por completo dejando a la vista los calzoncillos de Pikachu de su nuevo marido.

-Se ve que hacen una linda pareja—comentó una venerable anciana al casero, que asentía soñadoramente pensando en sus primeros años de casado. Juntos, éll y su esposa incendiaban el lugar. Literal.

-Son recién casados—agregó Sai, que recargado en la barandilla  miraba a la flamante pareja destruir sus efectos personales—probablemente así es como se demuestran su amor.

Obviamente, Gaara y Naruto estaban enfrascados en una lucha por demostrar quién amaba más a quién: el hermoso BMW de Gaara ya estaba hecho pedazos, uno de los vidrios estaba roto y había una gran abolladura en el cofre. Pero Gaara ya se había encargado de tapizar el vestíbulo del edificio de las pertenencias de Naruto, quien poseía una extravagante colección de chucherías, desde estampillas postales de color violeta, hasta fotografías de Freddy Mercury.

-¡No!—gritó de repente Naruto, corriendo hasta Gaara y sujetándolo por las muñecas—¡mis álbumes de Pink Floyd no!

-Debiste pensarlo antes de destrozarme el estéreo—le respondió fríamente su marido mientras tomaba la preciada colección de Naruto y hacía el ademán de lanzarlo también por las escaleras. El rubio, desesperado, sujetó la nuca de Gaara y le plantó un apasionado beso en los labios.

Los vecinos, que en vista de todo el desastre decidieron acudir como espectadores, soltaron un enorme suspiro. Sai no pudo evitar pensar que todos eran unos románticos empedernidos.

Gaara estaba muy rojo cuando se separó de Naruto.  Recogió algunos de los álbumes y se los entregó a Naruto con más fuerza de la necesaria. Después tomó las llaves de su antes hermoso auto y se marchó sin mirar siquiera al rubio, que sujetaba su preciada colección con una ligera sonrisa de satisfacción en la boca. Cuando se dio cuenta de que todas sus pertenencias estaban tiradas en el suelo sin ningún transporte para mudarlas a su nuevo hogar, hizo un berrinche del tamaño del diablo.

-Él volverá—le comentó la anciana que vivía en el primer piso, preocupada al ver a su joven vecino tan compungido—siempre lo hacen.

Pero Naruto no estaba dispuesto a poner a prueba los concejos de la mujer y tomó un taxi hasta casa de Gaara, pues él tenía que enviar el camión de mudanza.  Tuvo que pedir prestado dinero a Sai para poder pagar.

-¡Ya estoy aquí, bomboncito!—gritó entrando por una ventana, pues el pelirrojo no sólo no le había dado una copia de las llaves, sino que también había reforzado la cerradura de la puerta principal. Afortunadamente, las largas semanas sin consumir nada más que tazas de café le habían otorgado al rubio un físico que cualquier modelo de Victoria´s Secret envidiaría.

Gaara estaba sentado en un elegante sofá de cuero con los brazos cruzados y el estéreo a todo volumen reproduciendo I will survive a todo volumen. Era evidente que había pasado largos momentos pensando como tomar venganza.

-Los gays—dijo enfatizando la última palabra—no escuchan a Pink Floyd ni a Depeche Mode sino a Lady Gaga y a Cher—Naruto se quedó con la boca abierta, no tenía ni la menor idea de donde Gaara conseguía su información sobre los homosexuales. Probablemente en la Wikipedia.

-Tampoco utilizan sandalias ni jeans deslavados—continuó Gaara con un discurso que había preparado obviamente desde hace unas cuantas horas—ni miran Resident Evil o Rápido y Furioso, ni mucho menos son seguidores del fútbol.

-A mí no me gusta el fútbol—contestó el rubio entre divertido y molesto. Era evidente que Gaara había estado revolviendo entre sus cosas mientras empacaban para la mudanza.

-Entonces, ¿quieres explicarme por qué me has llenado la habitación de afiches de futbolistas?—preguntó Gaara intentando controlar su genio.

Naruto se quedó callado. Una vena palpitaba en la sien de su reciente esposo y no creyó que fuera la mejor idea explicar las razones de por qué había una enorme colección de fotos en las que aparecía Cristiano Ronaldo sin playera.

-Si no te gustan, las guardaré—dijo intentando firmar la paz. Sin embargo, Gaara sonrió maliciosamente.

-No será necesario—le respondió Gaara levantándose del sofá y caminando hacia las escaleras—ya me he deshecho de todas tus cosas y he mandado a botar toda la basura de tu departamento. Contraté un servicio para eso. También he comprado nuevas cosas para ti, ropa, discos, ya sabes. Todo para que seas un gay de verdad. Llegaran dentro de un par de horas.

Esta vez, fue Naruto a quién le palpitaba una sien.

-¿Estás loco?—dijo el rubio recién recuperado del shock inicial—no puedes deshacerte de todas mis cosas así como así. He pasado años juntándolas.

Y, sin saber qué hacer, se sentó en uno de los escalones, enterró su cabeza entre las rodillas y se echó a llorar.

Gaara, quien caminaba triunfante escaleras arriba, sintió un poco de pena por el chico. Después de todo, era su marido y seguramente no era su culpa ser tan insoportable. Fue a su lado y le puso una mano en el hombro.

-No importa—susurró restándole importancia—apenas consiga mi ascenso, te compraré todo. Como nuevo—agregó, creyendo que se arreglaría todo.

-No todo puede comprarse—sollozó Naruto sin levantar la cabeza—algunas cosas eran de colección—se abstuvo de decir que se refería a la colección de su abuelo Jiraiya y en general, eran revistas eróticas—una pareja no debe de pasar por estos momentos. Tal vez deba  tramitar el divorcio. Escuché que la señora Uchiha es una exitosa abogada…

Gaara rechinó los dientes. Encima de que intentaba ser una buena persona, le pagaban con eso. La culpa sin embargo, era toda de Temari. Con la cantidad de chicos gay que debía haber por ahí que gustosamente aceptaría un cheque de seis cifras por fingir un matrimonio con él. Modestia aparte, debía admitir que era un gran partido.

-Mañana te traeré todas tus cosas—prometió apretando los puños pensando en que, en su particular caso, la violencia doméstica tuviera ciertos atenuantes.

-¿Irás a buscarlas personalmente al basurero?—preguntó Naruto entre sollozo y sollozo.

-…

-¿Gaara?

-…

-¿Gaara?

-Sí.

-Perfecto—respondió Naruto alegremente, levantándose de un salto. No había rastro de lágrimas por ningún lado. Gaara sintió el repentino impulso de darle un puñetazo, pero tuvo que contenerse. Pronto llegaría el momento de la venganza: desharía los pares de sus calcetines y los mezclaría sin ton ni son. Gaara era todo un pillo.

-Gaara, ¿estás bien? – Preguntó Naruto preocupado desde el piso de arriba al escuchar la risa maléfica del pelirrojo—parece que te has ahogado con algo.

-Eh…

Mientras el pelirrojo pensaba en una respuesta que fuera poco humillante, un grito de su falso esposo lo sacó de su estupor. Preocupado porque a Naruto le hubiera ocurrido algo o porque en realidad se encontrara bien, subió corriendo hasta la habitación principal.

-¿Qué sucede?—preguntó con la esperanza de que algún lobo hambriento hubiera llegado a su casa y hubiera devorado a su marido. Seguramente Fugaku lo haría socio cuando se enterara de la trágica historia. Además el negro le sentaba de maravilla.

-Aquí hay una cama—dijo Naruto molesto señalando una enorme y confortable cama que Fugaku les había regalado después de su boda.

-Me alegra que lo hayas notado—respondió secamente el pelirrojo, dando media vuelta para poder irse a su oficina lo más pronto posible.

-Pero—gritó el rubio— ¿dónde se supone que dormiré yo?

-Aquí, obviamente—dijo sin comprender—Fugaku ha pensado en todo: esta cama es tan grande que podríamos dormir sin tocarnos.

Naruto pensó que no sería eso en lo que Fugaku estaba pensando precisamente, pero antes de que pudiera expresar sus sentimientos en voz alta, Gaara ya estaba en el estacionamiento acercándose a uno de sus autos. Por supuesto el BMW había quedado abandonado.

-¿A dónde vas?—preguntó indignado, siguiéndolo escaleras abajo. No llevaban ni tres días de casado y el ingrato ya lo estaba abandonado. No sé podía confiar en los hombres.

-Es lunes—respondió como si fuera obvio—tengo que trabajar. Volveré a la noche. Espero que a mi regreso, haya una deliciosa cena esperándome. Me gustaría pasta y pollo frito.

Naruto arqueó las cejas, esperando por el bien de su matrimonio que Gaara no estuviera insinuando lo que imaginaba.

-¿Pretendes que haga la cena?—preguntó con un tic en el ojo.

-He despedido a la empleada doméstica. Tu deuda es más grande de lo que pensé y debes de cooperar en esta casa—dijo echando sus cosas en la cajuela y sonriendo con suficiencia—así es como funcionan los matrimonios, cariño.

El rubio intentó contar mentalmente hasta el diez antes de empezar a dar de gritos. De veras que lo intentó.

-¡Creía que mi contribución era casarme contigo para que consiguieras tu ascenso de mierda!—berreó furioso, pateando una de las maletas que había a sus pies. Se arrepintió enseguida: ahí llevaba las figuras de porcelana de la tía Paca. —no tengo la menor intención de ser tu ama de casa.

-Por eso no pregunté tu opinión. —contestó Gaara desde el asiento de su auto—También hace falta meter a la lavadora una carga de ropa. Con mucho suavizante, por favor.

Naruto no pudo quejarse de nuevo, pues el pelirrojo arrancó abandonándolo e una nube de humo.

-Eso te enseñará a no meterte con los autos de Sabaku no Gaara. Je je

 

Ino estaba sentada en su escritorio, fingiendo escribir un informe, sin embargo, la presencia de Neji la incomodaba. Incluso dentro de su oficina podía sentir esos ojos claros observándola fijamente. Cada ruido o movimiento de fuera la hacía saltar como un gato. Aún no se decidía a acabar con su sufrimiento y hablar con Neji, pero cuando su asistente entró con su café recién hecho, Ino cayó desmayada

Cuando Gaara llegó, los paramédicos ya habían llegado para atender a la rubia, quien lamentaba haber decidido utilizar una falda tan corta justo ese día pues no había ojos que no dejarán de lanzarle miradas disimuladas, algunas no tan disimuladas, a sus tonificadas piernas.

-¿Qué ha pasado?—preguntó el pelirrojo a su secretaria habiendo encontrado tanto alboroto, sin embargo la mujer que era una cotilla de lo peor estaba en primera fila cuchicheando con el recepcionista, sobre si Ino Yamanaka estaba embarazada.

-Ino ha sufrido un percance—para sorpresa de Gaara fue Neji quien le respondió—es una lástima, una mujer tan atractiva como ella y sola en esta clase de situaciones, debería tener a un hombre a su lado para que cuide bien de ella, si sabes a lo que me refiero—y le lanzó una mirada que hizo que a Gaara se le revolviera el estómago.

-No sé de qué me hablas—dijo con los deseos de alejarse de aquel alboroto e intentando por todos los medios divisar a Fugaku para que lo ayudara en el aprieto.

-Oh—exclamó Neji y sonrió maliciosamente—casi lo olvidaba—se dio media vuelta y murmuró en un tono perfectamente audible para que el pelirrojo lo escuchara—marica

Gaara estaba a punto de contestar algo, pero en ese momento entro Sai vestido como una drag queen a llevarle un mensaje cantado de parte de Naruto.

Notas finales:

Espero lo hayan disfrutado, espero sus comentarios, quejas y críticas. Para quienes no lo sepan, un drag queen es algo así como Priscila: la reina del desierto

Gracias por leer


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).