-Entonces ya sabes, nada de vergüenzas, eh Kon?- el shinigami sustituto volvió a abrir el celular, que era detector de Hollow´s, y confirmo la ubicación de varios de ellos en Karakura.
-See...- el mod seguía estirando las, ahora suyas, piernas, continuando con los brazos. Ichigo le miro con el entrecejo arrugado.
-Joder, Kon, se mas convincente.-
El otro se puso en firmes, mirándole.
-No te preocupes por la popularidad que no tienes. No le hare nada.- y sonrió a su burla.
Ichigo no pudo evitar apartar la mirada rápido de esa sonrisa traviesa. Parecía tonto el hacerlo ya que aquella era su cara; pero esa manera de mostrar tan blancos dientes era de Kon. No pudo verlo de otra forma.
-Como sea, me voy.- y camino a la ventana, pisando accidentalmente en el camino al peluche de león que yacía en el suelo. Entrecerró los ojos.
Antes de marchar, miro de reojo a Kon, dándole la espalda y menos que consiente de su antiguo y suave cuerpo tirado. No dijo nada y se fue.
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Resoplo al haber podido llegar por fin a su casa. Por Quien Sabe Qué Razón, aquel detector de Hollow´s sonaba muy seguido. También se había encontrado con Rukia y Renji por ahí, pero no tenía ganas de quedarse con ellos o siquiera invitarlos a su casa.
Era domingo y, para él, parecía que no precisamente era el día de descanso.
Se tumbo a la cama; mentalmente suplico que Kon se hubiese mantenido dentro de la casa y no salido a hacer ridiculeces.
Cerró los ojos.
Pensándolo bien, ¿Qué no era libertad lo que Kon deseaba desde muy profundo?
Nunca lo había dicho realmente, pero quizá con lo que vivió siendo una simple píldora, le haya dejado en soledad.
Y él, dándole aun más restricciones, ¿No era peor?
Trono la boca, girando la cabeza al escritorio.
Abrió grandes los ojos al verle.
Aquel peluche de león que fuese el cuerpo de Kon estaba sentado y acomodado sobre la mesa.
Recordó no dejarle ahí.
Se levanto y lo tomo muy suavemente a su propio parecer.
Con el aun naranja del día, pudo notar que aquel peluche estaba limpio. Incluso las grandecillas patitas que permanecían negras por el caminar de Kon estaban impecables.
Lo giraba, mirándolo detenidamente y noto que un par de hilachos que comenzaba a salírsele ya habían sido reparados.
Pensó en Yuzu, pero descarto que hubiese sido ella quien hubiese dejado al peluche así; eso porque no portaba un vestido ni peinado y, principalmente, porque seguía ahí, en su habitación.
Un sentimiento le oprimió el pecho.
¿Había sido Kon quien arreglo su cuerpo en su ausencia?
¿Ese molesto que siempre se quejaba de ser prisionero en un peluche?
Acerco el león a su pecho, caminando a la puerta y cuidando no tropezar con la hilera de Yuzu que permanecía en el suelo. Con mucho cuidado, se asomo escaleras abajo.
Escucho las risas de sus hermanas y un quejido de Kon.
Le sorprendía que incluso, la misma suya voz, sonara tan de Kon.
Asomándose más, descubrió que jugaban en la sala algún juego de mesa. Sus hermanas y Kon.
-Perdiste de nuevo, hermanito.- Yuzu rio.
-Ahh... no es justo. ¡Revancha, revancha!- agito los brazos con una mueca graciosa.
-Perderás de todos modos.- Karin arrojo nuevamente unos dados.
Kon exagero su enojo, volviéndolo una cara bastante graciosa, seguido de movimientos exagerados y ridículos.
Más risas de sus hermanas.
E Ichigo seguía ahí, mirando aquello.
Nunca le paso por la mente reprender a Kon por sus tontas actuaciones en su cuerpo.
No pensaba mucho en aquella alegría de sus hermanas que él pocas veces había visto debido a sus seguidas ausencias.
Ni siquiera recordaba al pequeño peluche que apretaba a su pecho inconscientemente.
Solo podía ver a Kon, soltando risillas y enormes sonrisas lindas.
Una vez más, no parecía ver su cuerpo siendo manipulado exageradamente ajeno a quien era. Veía a Kon. Incluso a esa distancia, le sentía.
Esa alma Mod era eso. Un alma. De aquellas a las cuales solía tomarle enorme cariño.
Suspiro y subió las escaleras.
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Apenas entrando al cuarto, lo primero que noto fue la ausencia de su peluche.
-¡Ahh! ¡Lo deje aquí! ¡! Por favor, que no se lo haya llevado Yuzu ¡!- Kon casi suelta a llorar cuando noto una presencia.
En la ventana, estaba Ichigo recargado, mirando la luna sobre los edificios.
-¡Ichigo!- sonrió.
El aludido volteo lento, dándole una mirada que Kon no supo interpretar. ¿Había pasado algo malo?
-Mira, lo tengo yo.- el shinigami alzo la mano que traía al peluche, agitándolo a la par que sonreía suavemente.
Kon abrió grandes los ojos ante eso.
-Está lavado... incluso le cosiste antes de que se deshilara.- examino nuevamente el juguete, con mirada apagada.
El alma mod se sonrojo, cruzando los brazos.
-Claro, al menos merezco un patético cuerpo permanente limpio. Es lo menos que podía hacerme, aprovechando tenia tu cuerpo.-
Ichigo entrecerró los ojos, aquello le dolió. Realmente no había logrado nada bueno para Kon al haberle permitido tener ese tipo de cuerpo. Se sintió de lo peor al preguntarse si todo lo había hecho por Kon o por el mismo.
-Lo siento...- susurro. Quizá solo lo hubiese hecho para mantenerlo al lado suyo. Todo un egoísta sin haberlo notado.
Suspiro muy larga y suavemente, bajando la mirada.
El otro olvido su enojo, haciéndose consciente de lo que sus palabras habían causado al joven.
Ichigo había vuelto la mirada a la luna. Aprovechando eso, se acerco a la cama, sentándose en ella para mirar el mismo panorama.
-No, yo lo siento.-
Ichigo volteo sorprendido, casi sin notar que Kon se le acerco y había tomado al peluche, volviendo luego a la cama.
-Siempre me quejo demasiado, pero realmente debería estar dándote las gracias. Es decir, me has dado un cuerpo.- miro al peluche de frente y cabizbajo al shinigami. -Incluso confías en mí para tener tu cuerpo en tu ausencia. Total, me salvaste, Ichigo, yo tengo tanto que agradecerte.-
El joven seguía cuan sorprendido a cada palabra. Kon sonrió ante su gesto.
-La verdad arregle el peluche ya que no quiero irme deteriorando. Me gusta ser tu alma mod.- y una sonrisa más tierna que todas las que Ichigo pudiese mostrar con su cara.
-Kon...- no sabía que decir. Había quedado mudo y con una felicidad más que enorme en su profundo ser.
-Como sea, mejor volvemos.- tomo una placa con aquel sello que le sacaba del cuerpo de Ichigo, y el mismo se golpeo levemente la frente.
La pequeña píldora rodo por la cama, igual que un inerte cuerpo de Ichigo caía suavemente a la misma.
-Si...- Ichigo por fin reacciono y tomo la bolita verde, mirándola fijamente en su palma. -Muchas gracias, Kon.- realmente él era quien debía decir eso. Le debía mucho a Kon, y sabiendo eso había acercado sus labios a la píldora, besándola sutilmente. Tomo al pequeño peluche y metió la pastilla, volviendo él a su cuerpo.
Una vez levantado, y haciéndose consiente con una sonrisa de los curitas en sus dedos, solo tomo del suelo la caja de hilos de Yuzu y salió del cuarto.
El león de peluche solo yacía sentado en la cama, aun mirando la luna.