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Dime que fue por amor por AndromedaShunL

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Notas del capitulo:

La lluvia no cesa y los rayos siguen cantando su terrorífiac canción.

   Hyoga lo miró mientras sostenía el anillo entre las manos y se dio cuenta de que esa alegría era falsa. Algo le pasaba y quería saber qué era. Le amaba, y no permitiría que sufriera de ningún modo. Se acercó a él titubeante y le alzó por la barbilla para que le mirara a los ojos.

   El peliverde dejó de sonreir y se le escaparon unas débiles lágrimas.

   -Shun, ¿qué te sucede? -le preguntó Hyoga.

   -Nada. -Volvió a mentir.

   -Cuéntamelo. -Le instó.

   -Hyoga, yo... -Se asustó cuando un rayo cayó por detrás de la cortina de agua.

   El rubio le acarició una mejilla, y Shun desvió la mirada.

   -No sé cómo explicarlo, en verdad. -Dijo sin mirarle.

   -¿Tiene que ver conmigo? -Preguntó. Su corazón se aceleró mientras pensaba en esa posibilidad.

   Shun volvió la cabeza y clavó sus ojos esmeraldas en los ojos helados de su amigo. Hyoga supo que no iba a contestar, pero no le hizo falta palabra alguna para conocer la respuesta.

   Poco a poco fueron acercándose, y el rubio cerró los ojos y agarró a Shun por la cintura. Este se estremeció al contacto. Solo se rozaron los labios cuando el peliverde se apartó de él, con brusquedad.

   -Tú estás con June. -Le recordó.

   -Mi corazón no le pertenece a ella. -Se excusó el cisne.

   -Se pondrá triste. -Continuó.

   -Ella a mí tampoco me quiere. -Arqueó una ceja, sin dejar de mirarlo.

   Se quedaron unos segundos sin decir nada. Hyoga aún lo sujetaba por la cintura, y Shun trataba de poner distancia apoyando sus manos en el pecho del rubio.

   Cayó otro rayo, y el peliverde se echó a sus brazos sin darse cuenta. Se ruborizó por completo.

   El cisne sonrió y le acarició el pelo. No se podía creer que lo que estaba pasando no fuera un sueño. Pensó que igual sí lo era, pero fue tan real entonces... Se le escaparon lágrimas de los ojos.

 

   -¿Hay alguien? -Preguntó Shiryu cuando entró en la casa, todo empapado, con el conejo entre los brazos.

   -¡Shiryu! -Exclamó Saori, y fue corriendo nada más ver el conejo. -¡Es precioso!

   -Sí que lo es. -Contestó este-. No ha llegado nadie más, por lo que veo.

   -Así es. Yo llevo aquí desde hace poco más de diez minutos.

   -Pues ya es tarde. -Miró el reloj que marcaba las once y tres minutos de la noche.

   Saori le pidió que le dejara al conejo mientras llegaban los demás, y el dragón se lo tendió con cuidado. Fue hasta el salón y se sentó en el sofá, mirando la lluvia caer.

   ''Shunrei... ¿cuánto te falta para volver?

  

   Hacía ya rato que habían encontrado la rosa azul de Miho, y esta se la había puesto en el pelo sujeta en una de sus coletas para no perderla. Shunrei no dejaba de pensar en cómo le iría a Shiryu y qué habría sido de Tatsumi.

   -¡Mira allí! -Le dijo Miho, señalándole con el dedo.

   Shunrei agudizó la vista y pudo distinguir una especie de cadena que brillaba colgada en la rama de un árbol.

   -Debe de ser mi colgante. -Dijo con una sonrisa mientras se acercaba. No estaba muy elevada y pudo coger el objeto sin dificultad-. ¿Te acuerdas por dónde se volvía, Miho? -Le preguntó.

   -Sí -respondió esta-, por allí.

 

   -¡¿Se puede saber a dónde demonios me estás llevando, Ikki?!

   -¿Quieres callarte ya? -Tatsumi no se había callado en todo el camino, y siempre reprochándolo.

   ''Tenía que haberlo dejado allí'', pensaba.

   El mayordomo le hizo burla e Ikki empezó a perseguirlo por entre los árboles, gritando que le arrancaría la lengua por su insolencia.

 

   Su pelo rubio se le había oscurecido mientras la lluvia caía saobre él. Llevaba a la ardilla albina cubierta entre sus brazos. Estuvo mucho rato caminando de un lado para otro sin una ruta fija. No le importaba. Solo venían a sus pensamientos los destellos esmeralda de los ojos de Shun, y los fríos como el hielo de Hyoga.

   Se dio cuenta demasiado tarde de que había ido por el camino equivocado. Entonces, sujetó cuidadosamente la ardilla albina con un brazo y trepó con la ayuda del que le quedaba libre por un árbol. No tuvo mucha suerte, se resbaló y cayó al suelo, dándose un fuerte golpe en la cabeza que la dejó inconsciente.

 

   Ikki se había negado a seguir persiguiéndolo, y dejó que corriera todo lo que quisiera. Ya se arrepentiría luego cuando no encontrase cómo volver a la casa.

   Esbozó una media sonrisa y siguió caminando por un pequeño sendero entre los árboles por el que apenas cabía.

  

   Seiya estaba a punto de rendirse. Sabía perfectamente que estaba andando en círculos, ya que había marcado los árboles con barro, pero por más que lo intentaba no conseguía salir de allí.

   Cuando por fin decidió buscar una salida para volver a la casa, divisó un destello rojo procedente de uno de los árboles. Se acercó y casi estuvo a punto de llorar de la alegría. La hoja con forma de corazón pendía de una pequeña ramita y emitía luz con cada gota de lluvia. Parecía que daba pulsaciones. La cogió con la mano y miró a su alrededor, con una sonrisa de oreja a oreja.

   -¡¡¡¡¡Mira, Ikki!!!!! ¡¡¡La encontré!!! -Gritó al bosque.

   Se puso a buscar un camino de vuelta, pensando que iba a ser otra odisea.

 

   Tatsumi seguía corriendo sin saber que Ikki ya no le perseguía. Cuando se dio cuenta ya fue demasiado tarde. Se volvía a encontrar solo y rodeado de árboles. Todo estaba húmedo y él no era una excepción. Seguía lloviendo con más intensidad que antes, y los rayos caían sin cesar.

   Se dejó caer sobre las rodillas y buscó refugio debajo de las ramas de un árbol, donde se quedó sosteniendo la flauta. Se puso a tocarla. No es que fuera un experto pero le bastó para tranquilizarse, y no tardó en ser consumido por el agotamiento y quedarse dormido.

 

   Poco después de que el pesado del mayordomo saliera corriendo, Ikki encotró lo que estaba buscando. El diamante estaba en la hierba y casi lo había pasado de largo. Lo llevaba en la mano mientras veía cómo brillaba. Era muy hermoso.

   Había ido por un arroyo y seguido un camino por el que parecía que ya habían pasado anteriormente. Un rato después le pareció ver un cuerpo tirado en la húmeda hierba, y se acercó corriendo todo lo que le permitieron los árboles.

   Se agachó al lado de la chica y la cogió suavemente con los brazos. Tenía un golpe en la cabeza y había perdido el conocmiento. Estuvo a punto de levantarla cuando una ardilla albina salió a través de su pelo rubio, que ahora estaba cubierto de tierra.

   ''Tengo que llevarla cuanto antes a la casa.''

   La cogió en brazos cuidadosamente, con la ardilla en su hombro y el diamante en su bolsillo y volvió a caminar entre los árboles.

 

   -¿Por qué tardan tanto en volver? -Preguntaba Shiryu, que no podía más con sus nervios.

   -Tranquilo, llegarán de un mom... -LLamaron a la puerta y el dragón se levantó inmediatamente para ir a abrir.

   Saori sonrió cuando vio a las dos chicas de vuelta, pero se preguntó por qué Tatsumi no volvía con ellas.

   -¡Shunrei! -Exclamó Shiryu al verla, y se fundieron en el abrazo más cálido que jamás habían tenido.

   Miho los contemplaba mientras entraba a la casa y preguntaba por una toalla. Saori también los miraba, pero con una expresión triste.

   ''Seiya...'', pensó.

 

   Las gotas de lluvia caían sobre ellos como agujas, por lo que decidió atecharse bajo un árbol. Apoyó a June sobre la corteza con mucho cuidado, y él se sentó al lado, sujetando la ardilla albina. Sin darse cuenta se quedó mirándola. Le quitó la tierra del pelo y le pasó una mano por las mejillas.

   ''¿Qué le habrá ocurrido?'', se preguntaba.

   La chica hizo una mueca y poco a poco fue abriendo los ojos. Ikki se sobresaltó.

   -¿Qué... qué ha pasado? -Preguntó, confusa-. ¿Ikki?

   -Te encontré inconsciente en la hierba.

   -Creo que me caí de un árbol -Dijo, avergonzada.

   El fénix la miró y sonrió. En verdad June era muy hermosa. Se preguntó por qué su hermano no la quería por encima de la amistad.

   -¡La ardilla! -Exclamó la rubia-. ¿Dónde está?

   -Tranquila, está aquí.- Le dijo. La cogió entre las manos y se la tendió. June lo miró intensamente e Ikki hizo lo mismo. La chica se sonrojó y apartó la mirada.

 

   No dejaba de llover y ya llevaban mucho tiempo ocultos tras la cascada. Cada poco Hyoga se asomaba para mirar cómo estaba el panorama, mientras Shun se encogía apoyado a la pared sin dejar de mirar el anillo en forma de flor.

   El rubio se acercó a él y se sentó al lado. Lo cogió por los hombros y apoyó su cabeza en la de él. Shun pensaba que no debería pero el sentimiento que había crecido tan rápidamente en su corazón era dueño ahora de todo su ser.

   Sin darse cuenta el rubio se quedó dormido durante un rato. Cuando abrió los ojos Shun se encontraba ante él, de rodillas con las manos apoyadas en el suelo. Podía oir su respiración de lo cerca que estaba. El peliverde cerró los ojos y estampó los labios contra los del rubio.

   Se besaron intensamente y se acariciaron el uno al otro mientras los rayos hacían de coro detrás de la cortina de agua.

  

  

 

  

  

Notas finales:

Muchas gracias por seguir leyendo esta historia. Me dan fuerzas, de verdad! espero que este nuevo capítulo les guste.


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