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Dime que fue por amor por AndromedaShunL

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Notas del capitulo:

Te echo de menos con la misma intensidad que tú me estás echando de menos ahora, estés donde estés.

  Ya habían pasado cuatro días desde que dejó la mansión. Estaba lloviendo y la noche lo envolvía por todas partes. Se había sentado en el banco del pequeño parque con la cabeza gacha mirando al suelo mojado.

   Alguien lo llamó desde la entrada del parque. Apenas lo oyó, pero se giró para ver quién era.

   Saori se resguardaba de la lluvia con un paraguas con motivos florales mientras se acercaba a él despacio y en silencio. Se sentó al lado del peliverde sin importarle que el banco estuviera mojado. Él la miró a los ojos.

   -Por fin te encuentro, Shun.- Dijo la diosa, con ternura.

   El peliverde no dijo nada, se limitó a observarla con ojos ausentes. Saori sintió que la luz esmeralda de su mirada se había apagado.

   -¿Volvemos a la mansión? -Le preguntó.

   -Está bien... -Asintió el caballero mientras se levantaba del banco.

   La princesa lo tapó con su paraguas y caminaron juntos de vuelta a casa.

 

   Hyoga no dejaba de dar vueltas y vueltas por todo el hogar, preocupado. Flare entró por la puerta después de ir a comprar provisiones a la aldea, y lo vio.

   -¿Estás bien? -Le preguntó mientras se dirigía al armario para guardar las cosas.

   -No.- Admitió él.

   -¿Qué te ocurre? -Se acercó a él.

   De los ojos de Hyoga brotaron lágrimas que se deslizaron rápidas por sus mejillas. El rubio se reunió al lado de Flare y la abrazó con fuerza.

   -Llamé por teléfono a mis amigos... -dijo, sin dejar de llorar-. Y Shun ha desaparecido.

   -¿Shun? ¿El chico de pelo verde? ¿Por qué?

   -Por mi culpa... lleva cuatro días ya.

   -¿Por qué por tu culpa? -Se separó un poco de él para mirarlo a los ojos, y Hyoga empezó a contarle todo lo que había pasado entre ellos dos. Flare no podía contener el asombro con cada palabra que pronunciaba el cisne, y se compadeció de él.- Así que es por eso por lo que te has ido de allí... -Dijo cuando acabó el relato.

   Hyoga asintió con un débil movimiento de cabeza.

   -Tienes que volver, patito.

   -Yo... no debería.

   -¿Aún lo amas?

   -Más que a nada en este mundo, Flare.- Respondió, después de meditarlo unos instantes.

   -¿Entonces a qué estás esperando para volver a reunirte con él? -Le preguntó con una sonrisa.

   -Me fui porque no quería más sufrimiento. Quiero volver, pero no voy a volver.- Su tono no admitía peros. Se alejó más de ella y fue a mirar por la ventana.

   -Si lo que quieres es no sufrir más, ya deberías estar yendo a su lado, Hyoga. Ha desaparecido porque no estás con él, y tú estás sufriendo porque él ha desaparecido porque no estás con él. ¿No lo comprendes?

   -Algún día nos olvidaremos de todo, y seremos felices sin estar juntos.

   -¿Por qué no quieres estar con él?

   Hyoga no respondió. En verdad, no sabía qué responder.

   -Lo deseas, y él lo desea.

   -Déjame solo, por favor...

   Flare no dijo nada más. Salió del pequeño salón directa a su habitación.

 

   Ikki lo abrazó nada más que entró por la puerta con Saori. A pesar de lo tarde que era, estaban todos despiertos aguardando el regreso de la princesa. Shun correspondió al abrazo como pudo, pues seguía sin estar de humor. Su hermano lo notó.

   -Shun, hermanito...

   -¿Puedo retirarme a mi habitación, por favor? Necesito ducharme y dormir. -Preguntó el peliverde rompiendo el abrazo.

   -Por supuesto... -Respondió el fénix.

   Se despidió de todos ellos y subió las escaleras. Entró a su cuarto y se quitó la ropa. Se metió en la ducha y disfrutó del agua caliente recorriendo todo su cuerpo como una cortina de seda.

   -Hyoga...-Susurró, con melancolía.

   Cuando hubo terminado de ducharse se peinó y salió a la terraza. Faltaban unas horas para que amaneciese, pero él no tenía sueño. Seguía lloviendo, pero se podían ver las estrellas y una Luna llena. Era un espectáculo precioso.

   Apenas había dormido nada desde que se fue de la mansión. Se tiraba todas las noches en el parque y miraba al cielo, perdido en sus pensamientos. Por el día lo único que hacía era caminar y caminar sin rumbo. Agradeció haber vuelto a casa pero se maldijo por ser débil y no haber aguantado más.

   Estaba a punto de entrar a su habitación de nuevo cuando divisó la constelación del cisne entre todas las estrellas. Empezó a llorar sin poder evitarlo. De pronto, todos los astros que formaban la imagen brillaron intensamente sobre su cabeza. A Shun le dio un vuelco el corazón y siguió mirando, paralizado por la belleza del espectáculo.

   Sacó fuerzas de su interior y apartó la vista de las estrellas. Entró en su habitación y se metió dentro de la cama, bajo las sábanas, para intentar conciliar el sueño.

 

   Flare no sabía dónde se había metido Hyoga. Hacía ya rato que había abandonado la seguridad de su casa para adentrarse en la noche siberiana con la única luz de la aurora boreal. La chica se abrigó todo lo que le fue posible y salió de su hogar con una linterna.

   Estuvo caminando algo más de una hora cuando divisó una poderosa luz azul en lo alto de una montaña de hielo. Fue corriendo hasta ella teminedo lo que estaría pasando.

   Cuando llegó no le quedaba aliento y respiraba entrecortadamente.

   -¡Hyoga! -Gritó, y su voz sonó con eco.

   El cisne la oyó perfectamente desde lo alto de la helada cumbre, y de un salto fue a parar justo en frente de la chica. Tenía una leve sonrisa en la boca.

   -Flare -susurró-, ¿qué haces aquí?

   -He venido a buscarte- dijo, con dificultad-. ¿Qué estabas haciendo?

   Hyoga la miró y sonrió, pero no contestó a la pregunta.

   -Volvamos a casa, te vas a congelar.- Le dijo, cambiando de tema.

   -Está bien.- Asintió Flare, sin hacer más preguntas.

 

   Esa noche Shun soñó que las estrellas de la constelación de Hyoga caían sobre la tierra y lo guiaban al encuentro de su amado. Fue uno de los sueños más bonitos que había tenido en su vida. Cuando seguía el rastro de las estrellas veía al rubio y echaba a correr para guardarse entre sus brazos. El cisne le susurraba palabras de amor a los oídos y le decía lo mucho que lo había echado de menos.

   -No te volveré a abandonar nunca más, mi pequeño Shun.- Le susurró en el sueño.

   -No vuelvas a dejarme solo, por favor.- Le suplicaba el peliverde.

   -He cometido el mayor error de mi vida. Nunca podré recompensarte por todo el dolor que te he causado...

   -Solo no te vuelvas a separar de mi lado, Hyoga.

   Cuando sus labios empezaron a acercarse Shun se despertó de aquel sueño, y no pudo volver a dormirse. Empezó a llorar, deseando con todas sus fuerzas que lo que había soñado esa noche se volviera realidad.

  

Notas finales:

Este es el penúltimo capítulo de mi historia. Me da mucha pena que se esté acabando ya T_T pero qué se le va a hacer :D. Muchas gracias por haber llegado leyendo hasta a aquí y espero que estén impacientes por saber el final de esta bonita historia de amor :)


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