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Dime que fue por amor por AndromedaShunL

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Notas del capitulo:

Ya casi han llegado a la isla del pacífico para pasar sus vacaciones, y la emoción se siente en el ambiente.

   Habían pasado dos días desde que zarparon del muelle hacia la isla. Aún quedaba día y medio para llegar.

   Estaba tumbado en su cama, leyendo un libro. Tenía una montaña de peluches de todo tipo en una esquina de la habitación. Su favorito era un monito marrón y muy simpático al que había llamado Amedio.

   El libro estaba muy interesante, pero hacía ya rato que había dejado de fijarse en lo que ponía. Al darse cuenta se maldijo y volvió a la página donde se había desconcentrado para volver a leerlo todo, pero cuando hubo llegado, cerró el libro y lo dejó sobre la mesilla.

   Se levantó de la cama y la arregló. Miró el reloj. Eran ya las cuatro de la tarde. Cogió un espejo de su mochila y se acomodó el cabello verde sobre los hombros, después, lo dejó sobre la cama. Se dirigió hasta la montaña de peluches y cogió a Amedio. Lo estrechó entre sus brazos sonriendo, y lo volvió a dejar en la montaña.

   Salió de su camarote y subió las escaleras hasta la cubierta. Una vez arriba, se acercó a la barandilla y miró el agua.

   June se quedó parada al verlo. Se había puesto un vestido de verano corto de color azul con detalles amarillos. Shun volvió la cabeza al darse cuenta de que estaba allí y se quedó impresionado por lo hermosa que era. Se acercó hasta donde estaba él y le dedicó una cálida mirada. Se asomó por la barandilla para mirar también el mar.

   -Es bonito el paisaje, ¿no crees?- Le preguntó el peliverde.

   ''Esta es mi oportunidad'' pensó esta.

   -Así es. Podría pasarme el día entero contemplándolo- respondió.

   La miró y June quedó hechizada con sus ojos.

   -Shun, yo...- empezó a decir.

   El peliverde la miraba intensamente e interesado. Se le aceleró el corazón a June.

   -Yo...

   -¡¡¡Hola, chicos!!!- Gritó Seiya que se aproximaba hacia ellos.

   La rubia casi se cayó del susto que le había dado, y después le miró, con los ojos ardiendo como volcanes. El pegaso se asustó y la miró.

   -¿Qué... qué pasa?

   -NADA- respondió June irritada.

   -¡Hola, Seiya!- saludó Shun-. ¿Cómo estás?- le sonrió.

   -Muy bien- sonrió él también.

   La chica ya estaba resignada. Se alejó de la barandilla y se dispuso a irse.

   -June- la llamó Shun. Esta se volvió para mirarlo-. ¿Qué ibas a decirme?

   -Ehm... nada, mejor en otro momento- se despidió y se fue.

   ''He vuelto a meter la pata'' pensó el pegaso, culpable.

   -¿Tú cómo estás, Shun?

   -Bien... me gustaría llegar ya a la isla, menos mal que ya queda poco- le sonrió.

   -Se te ve un poco nervioso- Seiya le miraba con curiosidad, y el peliverde apartó la mirada-. ¿Por qué es? ¿Por June?- le dedicó una sonrisa pícara.

   Shun lo miró sin entender a qué se refería. Llevaba así desde hace dos días. Desde que el pegaso mandó a Hyoga que lo besara. Había sido una sensación muy extraña.

   -No lo sé-. mintió.

   -Ya veo... ¡no te preocupes! ¡te ayudaré con ella!- le guiñó un ojo y se fue corriendo.

   -¡Seiya!- lo llamó, ruborizado, pero este siguió corriendo mientras se reía.

 

   Entró en su camarote que compartía con Miho y Shunrei. Esta última estaba en el salón con Shiryu.

   -Hola, Miho- la saludó.

   Esta se volvió y la saludó con una sonrisa, pero cambió de expresión al ver la cara sombría de su amiga.

   -¿Qué te ocurre, June?- le preguntó preocupada.

   -No me ocurre nada, tranquila, solo... venía a coger mi reproductor de música- mintió.

   -Si te pasa algo puedes contármelo. No se lo voy a decir a nadie.

   -Eres muy amable, pero no me pasa nada malo, de verdad- se obligó a sonreirle, cogió su aparato y salió de la habitación hasta la sala de estar.

 

   Estaba todo lleno de rosas rojas, margaritas y jazmines, adornados en perfectos ramos con lazos de incontables colores. Él se encontraba allí, apoyado en el tronco de un hermoso árbol en flor. En sus brazos descansaba el amor de su vida, que lo miraba con esos ojos esmeralda que tanto le gustaban. El cielo era de un azul precioso, y el sol brillaba a su máxima potencia, sacando destellos rubios de su cabello. Era tan agradable...

   El rocío caía sobre ellos en forma de pétalos de rosa.

   -Shun, no quiero separarme nunca de ti- le susurró, con una voz tan dulce como la miel.

   -No nos separaremos nunca- acercó sus labios para besar los del rubio, y lo abrazó con fuerza.

   Dejaron que los pétalos de rosa cayeran sobre ellos, y se quedaron dormidos, cada uno rodeado por los brazos del otro.

 

   Alguien lo despertó golpeando la puerta al otro lado.

   -Adelante- dijo, incorporándose.

   -Es casi la hora de cenar, Hyoga, ¿no vas a venir?- le preguntó Shiryu-. Te pasas todo el día durmiendo, ¡no sé cómo puedes dormir luego por la noche!

   -¿Cuánto falta para llegar a la isla?- le preguntó, sin hacer caso del comentario, mientras se incorporaba del todo.

   -Mañana después de comer habremos llegado, según dijo Tatsumi- le miró, frunciendo el ceño-. ¿Qué te ocurre?

   -Estoy mareado...- mintió Hyoga.

   -Sí, claro.- se limitó a decir-. Si no te das prisa cenaremos sin ti- cerró la puerta y lo volvió a dejar solo en su habitación.

   Se levantó de la cama y se arregló un poco. Lo que decía Shiryu era cierto. Se pasaba el día tumbado en su cama, soñando despierto, y si no, soñando dormido. Estaba feliz. Gracias a Seiya estaba feliz, aunque cualquiera lo habría dicho por cómo se comportaba. En realidad, lo que soñaba era el beso que le había dado a Shun, y lo repetía una y otra vez en su cabeza. Sonreía cada vez que lo recordaba, y se sentía tonto, pero había sido tan maravilloso...

   ''Sé que para él y para todos no significó nada, pero para mí lo significó todo'' pensó.

   Salió de su habitación hasta el comedor para cenar. Cuando llegó, ya todos estaban sentados, pero aún no habían comenzado a comer.

   -¡Hyoga!- gritó Ikki, al verlo-. ¡Por fin apareciste! ¡Creíamos que te habías tirado al agua!

   -¡Ya te digo!- exclamó Seiya.

   -Solo estuve meditando, malditos- les reprochó con una sonrisa.

   Esa noche Tatsumi se había superado haciendo la cena, ya que decía que la última noche en un barco debía ser especial. Todos se rieron cuando dijo eso, pero no le dio importancia y salió orgulloso de sí mismo del comedor.

   Todos estaban muy contentos e impacientes por llegar ya a la condenada isla, que parecía que se encontraba en el otro extremo del mundo.

  

   Cuando hubieron acabado de cenar, cada uno volvió a su camarote, o fue al salón, o fue a la cubierta.

   Hyoga se quedó un rato charlando con Saori y preguntándole cómo era la isla. Esta le respondía a cada pregunta agregando una sonrisa encantadora. Se notaba la felicidad en el ambiente, y se dijo que las vacaciones sentaban bien a todo el mundo, sobre todo si se pasaban con la persona a la que querías.

   Cuando terminó de hablar con ella salió a cubierta por la parte trasera del barco, y se quedó un rato contemplando las estrellas y la Luna, que relucían también en el agua en calma.

   Respiró hondo y se sintió muy vivo. Todos los astros emitían una luz hermosa. Buscó su constelación en el cielo, y no tardó en encontrarla. Esbozó una sonrisa de oreja a oreja.

   Unos minutos después ya se encontraba hechizado por toda la belleza del paisaje, pero su hechizo se rompió cuando oyó unos susurros provenientes de un poco más allá.

   Caminó a hurtadillas escondiéndose detrás de la enorme cabina, y asomó la cabeza para ver de quién se trataba. Estaba todo muy oscuro y apenas distinguió dos figuras, pero ahora podía escuchar con más precisión lo que decían. Estuvo a punto de darse la vuelta y marchar al sentirse culpable espiando, pero quedó cuando reconoció la voz del peliverde, que hablaba con June.

   -Shun, hace mucho tiempo que esperaba un momento como este- decía la rubia, mientras le miraba a los ojos-. Solo quería decirte...- Hyoga se fijó que le brillaban los ojos en la noche, y supo que estaba llorando de la emoción de aquel encuentro- que llevo enamorada de ti desde hace mucho tiempo.

   El cisne sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, y empezó a temblar.

   -June...- empezó Shun, con voz nerviosa-. No sé qué decirte.

   -Solo bésame- le pidió la rubia.

   Hyoga se dio media vuelta para marcharse, pero no pudo contenerse y volvió a mirarlos.

   June besaba a Shun con cariño, y después este le daba un abrazo a su amiga.

   ''¿Amiga?'' pensó Hyoga, que se alejó con los puños tensados y con lágrimas en los ojos.

 

  

Notas finales:

Gracias por continuar leyendo mi historia. Aún le queda muuuuuucho para acabar, ¿qué pasará? :P


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